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soy una gata caliente

Nací para ser infiel, pues un solo hombre no podía apagar el fuego que siempre estaba ardiendo dentro mío, no sólo eso, algo morboso me hacía disfrutar el doble con mis infidelidades, el peligro a ser descubierta me excitaban, hacerlo casi en sus narices, le daban un toque especial, es que cuando me ponía cachonda, nada me importaba en ese momento, sólo me interesaba que me  cogieran como dé lugar y disfrutar hasta perder la razón.

Me gustaba calentar y provocar a los hombres, y culminar con varios orgasmos sobre mi cuerpo. No había nada ni nadie que me parara cuando estaba caliente, sin medir las consecuencias de los hechos.

Los viajes de negocios por tres o cuatro días, de mi esposo, (el cual amaba, pero no deseaba) me proporcionaban disponer de mi tiempo libre a mi antojo. Lo que hacía que tuviera innumerables relaciones con diferentes amantes, hasta he tenido tres hombres en un mismo día, 

Estaba formada para el amor, el placer, era, soy y seré siempre una mujer ardiente, ansiosa por recibir y dar placeres sexuales, el sexo se escapaba por mis poros, mis labios siempre estaban sedientos por besar una pija erguida y dura.

Tenía un andar felino, que era nato en mi, nada era hecho adrede, toda mi seducción era instintiva, me calentaba ver la mirada lasciva de los hombres sobre mi cuerpo pecador.

Había estado con diferentes amantes, que me colmaban de placer, ese placer que mi esposo no estaba interesado en darme, nuestras relaciones sexuales eran monótonas, simples y frías, casi por obligación, y no me quedaba otra opción que buscar sexo con otros hombres.





El portero vivía con su esposa en el subsuelo del edificio, en un apartamento interno, en el horario laboral lo pasaba en una pequeña oficina de la planta baja, dónde tenía sus herramientas, una pequeña mesa, con una silla, desde las ventanas de su oficina podía divisar las entradas y salidas que teníamos los vecinos.

A la hora del almuerzo, cerraba su oficina y se iba a su apartamento, a descansar unas horitas, luego regresaba, y se quedaba en su oficina, cuidando la seguridad del edificio y de los vecinos, nada pasaba desapercibido para él, todo lo referente al edificio y el barrio, él lo sabía. Siempre solícito atendía los reclamos de los vecinos.

Todos llamábamos al portero don Cosme, siempre estaba cuando alguien necesitaba su ayuda, por la reparación de algún electrodoméstico, o cualquier problemita en nuestros hogares.

Hace unos días, me acerqué a su oficina, para pedirle por favor, si podía llegarse hasta mi apartamento a ayudarme con una lámpara que quería poner en el living, me dijo que después de almorzar iría con las herramientas necesarias y me solucionaría el problema.

Era una lámpara para colgar en un ángulo de la sala de estar, era de bronce, regalo de bodas de un tío de mi esposo. estaba por hacer una reunion

 y quería que el living luciera espléndido porque iban a ir a visitarme amigas y familiares para pasar la tarde juntos.

Cuando salía de la bañera, sentí el timbre de la puerta de mi apartamento, mojada y desnuda como estaba tomé una bata de toalla, bastante corta, la até a la cintura y fui rápidamente hasta la puerta, miré por la mirilla y ví a don Cosme, abrí la puerta y lo invité a pasar.

Don Cosme me miraba con una insolencia que rayaba lo vulgar, sus ojos me recorrían entera, mientras mojaba sus labios con su lengua húmeda, al ver que entre sus anchos bigotes asomaba la punta de su lengua, sentí como un cosquilleo ya muy conocido en mí, que me recorrió todo el cuerpo.

No quería demostrar bajo ningún concepto lo que su mirada depravada y su lengua me hacían sentir, pero me había dado cierta curiosidad este hombre maduro.

¿Cómo sería cómo amante?, ¿cómo me haría el amor un señor casi sesentón?

Pasamos hacia el living.

-Le pido disculpas don Cosme, por recibirlo así, pero estaba duchándome…(lo miraba, directo a los ojos, con una sonrisa entre inocente pero a la vez endemoniada)

-Me hubiese gustado más verte totalmente desnuda, pero bueno…, eres un festival para la vista.

-¡Ay, don Cosme! –dije coqueta-, las cosas que se le ocurren, me visto y ya regreso.



Una risita cómplice escapó de mis labios, me dirigí a mi habitación que estaba justo frente a él, mi paso era lento y mis caderas oscilaban mientras sentía en mi espalda el fuego que manaba de los ojos de don Cosme.

Como ya he comentado, me fascina hacer poner duras las pijas, sabía que el viejo estaba baboseándose, entré a mi habitación y dejé la puerta abierta.



Sabía el poder que poseía cuando dejaba entrever mis piernas largas y torneadas, en ese momento estaba derrochando las bondades de mi cuerpo a un señor que casi me triplicaba en edad, pero se me había empezado a calentar mi vagina, pues este entorno que había creado yo misma con mis coqueteos, avivaban mis deseos, apoderándose de mi parte carnal y me llevaban a este juego provocador delicioso.

Deliberadamente me despojé de la bata que apenas cubría mi cuerpo, quedé de espaldas completamente desnuda ante don Cosme, lo hice a sabiendas y con la intención de insinuar fantasías perversas a este hombre.

Frente a mi tenía un espejo que estaba sobre una cajonera donde guardaba mi ropa interior, disimuladamente miré por el espejo la reacción de don Cosme al verme de espaldas totalmente desnuda, su cara estaba desencajada, sus ojos no atinaban a creer lo que estaban viendo, mi espalda cubierta solo por los cabellos largos y mojados que bajaban a mi estrecha cintura, mi trasero joven, de carnes duras y sugerentes, le estaba ofreciendo una postal exquisita, para su visión de macho.

Premeditadamente me agaché, sacando mi culito hacia fuera, y me puse a buscar en el último cajón mi tanga, don Cosme no me perdía de vista, abrí el cajón, tomé una tanga, la más pequeña, de puntillas blancas y las fui deslizando lentamente entre mis piernas.

Mis movimientos eran pausados, sin prisa alguna, fui subiendo la pequeña tanga hasta acomodarla en mis caderas, acomodé el hilito dental dentro mis nalgas, tomé el sujetador, y pasé las tiritas por los brazos, lentamente lo fui abrochando, mis jugos vaginales estaban humedeciéndo mi pequeña braga.

En ese momento sonó el teléfono que estaba al lado de la cama.

Me dí vuelta y me puse frente a don Cosme, que estaba parado embelesado, siguiendo mis movimientos, sus ojos brillantes se posaron sobre mis senos apenas cubiertos por las puntillas del sujetador, lo miré directo a los ojos, y sin bajar la vista me tumbé sobre la cama matrimonial, fui arrastrándome hasta tomar el tubo del teléfono, el viejo se quedó estático, incrédulo por lo que estaba viendo… una mujer muy joven casi desnuda y sin ningún pudor le regalaba a su vista el mejor de los paisajes.

Era mi esposo el que llamaba.

Para decirme que estaba en la planta baja y me pedía que bajara a abrirle la puerta, pues se había olvidado las llaves y debía urgente subir a nuestro apartamento, que en apuro al salir olvidó las llaves de entrada del edificio, me decía si podía bajar urgente a abrirle, que no veía a don Cosme para que le abriera la puerta.

-Don Cosme, está aquí querido, vino por lo de la lámpara, ya bajo en un segundo.

Salté de la cama ágil como un gato, tomé un liviano vestido, y le dije a don Cosme que bajaba a abrirle la puerta a mi esposo.

Cuando pasé por su lado, nos rozamos, al quedar mi espalda muy cerca de su cuerpo, extendió ambos brazos, y levantó mi corta falda, sus rugosas manos de trabajador acariciaron mis nalgas, me quedé parada unos minutos, disfrutando de esa rápida caricia, se acercó a mi, pasó una mano hacia delante, y me toco la vagina

Apoyó su bulto importante sobre mi trasero, y lo fue frotando, lo dejé que se frotara apenas unos segundos, su boca cálida se posó en mi cuello, y su lengua húmeda me lamió hasta los hombros, en un ir y venir ondulante, sentía que mi vagina estaba humedeciéndose locamente.

-Debo ir ya a abrirle a mi esposo, o sospechará que algo pasa.



Como pude me solté de sus brazos y bajé a abrirle la puerta a mi marido, que esperaba impaciente y del mal humor por mi demora.

-¿Qué te pasó mujer?, ¿por qué te haz demorado tanto?

-Es que no encontraba las llaves. –Respondí lo primero que se me ocurrió. Caminaba a su lado hasta llegar al ascensor.

Cuando regresamos con mi marido, don Cosme, ya se había puesto a trabajar con la lámpara. Mi esposo se quedaría trabajando en el apartamento toda la tarde, pues debía terminar un proyecto para presentar al día siguiente. Sin decir muchas palabras, se encerró en su estudio a trabajar.

Don Cosme se había subido a una silla, para trabajar más cómodo, me paré a su lado y le dije si quería beber algo fresco, me dijo que si, que le gustaría un buen vaso de agua fresca.

Fui al refrigerador, le serví un abundante vaso con agua y se lo alcancé.

Subido en la silla, mi cara quedaba a la altura de su pija, se veía un bulto bastante significativo, se reclinó un poco y tomó mi cabeza con sus manos y la empujó hacia su paquete, y empujó, instintivamente mi boca se abrió, y por sobre la tela del pantalón fui frotando mis labios en su pija yrápidamente iba creciendo de volumen.

Sentimos el ruido de la puerta del escritorio de mi esposo que se abría, rápidamente me retiré unos centímetros y le alcancé el vaso con agua, que don Cosme bebió de un solo trago, mi marido fue a la cocina a buscar café que se sirvió y se quedó sentado allí leyendo unos papeles, mientras bebía su café.

Me sentía muy caliente, a la vez un poco incómoda por la situación, así que decidí ir a buscar   mi amiga del piso de arriba para ir a la piscina que teníamos en el zon y el agua estaba climatizada



-Querido, me voy a casa de la vecina  iremos a la piscina 

-Ok., me dice mi esposo

Fui a mi habitación, esta vez me aseguré de cerrar la puerta de nuestra habitación, y me calcé una pequeña bikini roja, y sobre ella puse un minúsculo vestido playero.

Me acerqué a don Cosme, lo saludé y le dije que me iba a la piscina, que cualquier cosa que necesitara, se lo pidiera a mi esposo.

Cuando llamé a la puerta de los vecinos, apareció Ricardo, así se llamaba él, y la esposa Alicia.

-Hola samantha  mi esposa no está se fue a la peluquería.

-Oh!, qué pena,
-Si, si quieres te acompaño, me decia el 


Con disimulo lo miré a Ricardo, que estaba sentado al lado mío.

-¡Qué rica nena, cómo me gustaría tener una así! -Me miró a los ojos y me preguntó:

-¿A ti no te gustaría que un maduro te hiciera esas cositas ricas?, 

Me tomó del mentón y se acercó a mi, y me dio un beso en plena boca, abrí mis labios y recibí su lengua, y nuestras lenguas se unieron y se refregaron una con otra.

Ricardo, se puso de pie, me levantó el vestido, y me lo quitó.

Yo no puse ninguna resistencia, lo dejaba hacer,

-Por favor párate, déjame mirarte.

Me puse de pié como me ordenó.

Sus ojos me recorrieron entera. Se quitó la ropa, se acercó y me quitó la parte de arriba de la bikini, mis senos saltaron al aire, duros y erguidos, los tomó con sus manos y comenzó a acariciarlos, los llevó a su boca, y los lamió con deleite, me mordió con sus labios los pezones, mientras, con sus manos me iba quitando el triangulito que tenía como bikini que cayó al piso.

Me tumbó suavemente sobre la alfombra, abrió mis piernas y comenzó a besarme desde los dedos de los pies, uno por uno, y fue subiendo hasta mi entrepierna, donde enterró su cabeza calva, su lengua me besó la vagina entera, luego fue a mi clítoris, el cual lamió y lamió hasta hacerme correr, una y otra vez, su lengua no paraba de chuparme, me hacía vibrar y pedirle más y más… que no parara, y así lo hizo, casi hasta dejarme exhausta.

Luego se sentó en el sillón, y me mostró su pene erguido, me puse de rodillas y me lo llevé a la boca, lo llevé hasta mi garganta, lo sacaba y lo metía, con mi lengua recorrí todo el tronco de punta a punta, le besé los huevos, los pelos, estaba desquiciada por una verga así, o la de don Cosme, o la de cualquiera que me sacara esta terrible fiebre que se había apoderado de mi.

Luego de chuparlo entero, tomé su pene estático y me senté sobre él, subía y bajaba, tragándome toda esa carne en barra, hasta que Ricardo estalló largándome un largo chorro de leche sobre mis tetas



, tenia mis lolas llenas de leche y yo me sentia tan satisfecha y caliente a la ves . me vesti y me fui para mi casa , la calentura que me habia agarrado con mi portero , me la saque con e esposo de mi vecina

2 comentarios - soy una gata caliente

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Hermosa puta 10