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Martín me hace la cola (Mi primera vez)

Bueno, antes conté mi primera experiencia con mi amigo Martín, esta es la primera vez que garchamos. Se me hizo bastante largo este relato/confesión.

Después de esa noche/madrugada por suerte mi relación con Martín siguió igual, boludeando como los amigos que éramos, y sin que nadie note nada. Tenía miedo de que me tratara distinto pero ambos hicimos como que no aquella vez no pasó. Como siempre andábamos también con Lautaro (nuestro otro amigo que nombré en el primer relato) y ninguno de los dos hizo ningún avance, no volvimos a quedar juntos a solas. Solo cada tanto me tocaba la cola pero como habíamos hecho siempre, aunque a veces notaba cierta picardía en su mirada o en su sonrisa. A veces cuando estábamos alejados de los demás me hablaba al oído, me decía piropos boludos como "que no me entere que esa cola pasa hambre" o "si esa es la cola, que bien se debe estar adentro" que me hacían reír y me calentaban bastante jaja pero nada en particular. Yo no sabía si lo que pasó iba a quedar ahí o no, en parte ya me sentía muy agradecido por lo que pasó, si bien cada vez que me tocaba lo hacía pensando en él, fantaseando con volver a chuparle la pija y en que me desvirgue, a veces me daba un poco de miedo. Según lo que había leído en internet la primera vez dolía, y con una poronga tan larga y gorda como la suya, no sabía si la iba a pasar bien, además de quedar como muy, demasiado maricón, y que eso influyera en nuestra amistad.
Una tarde de febrero salimos los tres, Lautaro, Martín y yo, con tres chicas, dos que ellos ya conocían y una nueva "para mi", para hacer tipo salida cita. La salida estuvo buena, al shopping, al cine y a comer algo, normal para la edad. Ellos dos consiguieron besarse con sus citas pero yo no, aunque habíamos pegado bastante onda era la primera vez que nos veíamos y no quiso. Al irnos ellos se hacían los cancheros y ganadores, era un poco gracioso pero un poco molesto también. Como era día de semana no nos quedábamos hasta tarde en general, por lo que nos fuimos a nuestras casa; primero acompañamos a Lautaro a la suya, que era la primera que estaba de paso, y después fuimos con Martín hasta mi casa, a unas diez cuadras. En el camino fuimos hablando de la salida, la película, y después hablamos de las chicas.
- Martín: Está buena Sofía, ¿no? (Sofía era su cita)
- Yo: Si, re
- Martín: ¿Te parece que tiene buen culo?
- Yo: Si, está re bueno.
- Martín: Para mi tu culo es mejor.
Me frené de golpe, muy descolocado. Él se empezó a reír de mi reacción y yo también, todavía un poco confundido.
- Yo: Qué decis, boludo.
- Martín: De verdad.
Se acercó a mi y me agarró de la cola con su mano derecha, cruzándomela por la cintura. Yo miré apurado para atrás a ver que no viniera nadie, por suerte la calle estaba vacía.
- Yo: ¿Qué haces? Nos van a ver.
- Martín: Shh, no viene nadie.
Metió su mano adentro de mi bermuda y me empezó a tocar directamente sobre la piel. Yo vigilaba que no venga nadie, tenía miedo de que alguien nos viera pero era muy excitante estar así. Tenía la boca cerca de su oído y le pedí que pare, que no daba estar así en la calle. Él me ignoró y me tomó una mano y la llevó a su entrepierna. Me hizo palpar su bulto, se notaba su pija gorda poniéndose dura de a poco. No estaba del todo parada y ya era imponente. Recorrí su pija bien a lo largo por sobre su pantalón con las yemas de mis dedos, mordiéndome los labios. Tragué saliva y largué una pequeña exhalación de deseo, que Martín interpretó bien.
- Martín: Tengo muchas ganas de sentir tu boca ahí de nuevo.
Yo lo miré para ver si me hablaba en serio. Me estaba mirando a los ojos mientras me tocaba y se dejaba tocar.
- Yo: No, no da...
- Martín: Dale, sé que te gustó a vos también. Me hice varias pajas pensando en tu boca y en tu cola.
- Yo: ¿En serio?
- Martín: Si, aunque ahora hace unos días que no me hago la paja.
- Yo:: ¿Ah si? ¿Por algo en especial?
- Martín: Porque quiero que me saques la leche vos.
Esa frase me hizo arder por dentro, ya no podía decirle que no, me sentía muy halagado y muy deseado. Él se separó de mi y volvimos a caminar, pero ahora era distinto, sentía su mirada como si yo fuera una presa a la cual había que convencer para dejarse comer. Se volvió a acercar a mi, puso una mano en mi cintura y se acercó a mi oído.
- Martín: ¿Querés venir a casa mañana?
- Yo: Bueno, ¿tipo que hora?
- Martin: Tipo 9 de la mañana.
- Yo: ¿Eh? ¿Tan temprano?
- Martín: Si. Mañana mi hermana y mi mamá trabajan, mi hermano está en la costa. Si venis temprano tenemos la casa para nosotros hasta la tarde noche.
Me quedé callado unos segundos, pensando a toda velocidad: sabía lo que iba a pasar si decía que si, me iba a querer coger, pero ¿yo estaba listo para eso? A pesar de que me gustaba él y su pija gigante, ¿mi primera vez iba a ser con un hombre y no con una mujer? Además del miedo de que le cuente a nuestros amigos estaba un poco asustado con el dolor que me podía causar, pero también decirle que no era rechazar mi mayor fantasía. Mi respuesta no podía ser otra que afirmativa.
- Yo: Bueno, dale. Tipo 9 estoy.
El me miró sonriendo, y después seguimos la conversación a otros temas. Pronto llegamos a mi casa y me despedí de él con un beso en la mejilla, pero cuando yo intenté alejarme puso su mano en mi cintura y me mantuvo a una distancia corta de su cara. Me quedé como inclinando mi cuerpo sobre el suyo en la puerta de mi casa. Nunca había estado tan cerca de su cara ni de sus labios, notaba la calentura en sus ojos que me miraban fijo.
- Martín: Acordate, tipo 9.
Yo asentí, sin dejar de hacer contacto visual. Él me soltó y se fue. Yo entré, comí, hablé con mis viejos pero tenía la mente puesta en ir a la casa de Martín a la mañana siguiente (mis viejos también iban a estar trabajando, no iban a notar que yo no estaba en mi casa). Me dormí muy de madrugada, ansioso, nervioso, excitado. Todo tipo de escenarios recorrían mi mente, desde que era una broma pesada que me hacía Martín con todos mis amigos, a la cada vez mas real posibilidad de convertirme en una trola a la que le iban a romper el orto. Me desperté bien temprano, antes de las 8, apenas comí una fruta (no me entraba nada en el estómago), me bañé, me vestí y me quedé sentado, esperando a que sea la hora de salir (eran 5 minutos caminando hasta su casa). No quería llegar muy temprano y mostrarme ansioso por chuparle la pija, pero el quedarme sentado esperando me hacía maquinar, así que arranqué viaje caminando lento. En la calle trataba de no mirar a nadie, sentía que se me veía en la cara lo que estaba haciendo, los motivos por lo que iba a la casa de mi amigo.
Terminé llegando apenas unos minutos antes de las 9 a lo de Martín. Toqué timbre y esperé unos segundos que se me hicieron eternos. Su voz sonó por el portero eléctrico y me abrió la puerta de calle. De ahí tenía un pasillo hasta la puerta de su casa, golpee la puerta y escuché la voz de Martín.
- Martín: Está abierto!
Entré a la casa y vi a Martín, que estaba saliendo del baño con el pelo mojado, con una toalla a la cintura y la otra secándose la cara.
- Martín: Todavía me estaba secando, llegaste temprano.
Me sonreía como con picardía. Yo me habré puesto muy rojo, porque se me acercó y me tomó de las manos.
- Martín: Tranquilo, está todo bien, vamos a disfrutar los dos. ¿O no te gustó lo de la otra vez?
- Yo (ya liberándome un poco): Sí, me gustó...
- Martín: Bueno, lo de hoy también te va a gustar. Vamos arriba.
Arrancamos a subir las escaleras, él todavía llevándome de la mano. Cuando ya estábamos por entrar a su pieza, se dio vuelta y me volvió a hablar, ahora riéndose.
- Martín: Hay una regla.
- Yo (lo miré medio confundido): ¿Cual?
- Martín: No se puede usar ropa.
Abrió la puerta y se sacó la toalla: su cuerpo morocho quedó todo desnudo ante mis ojos. Yo me quedé todavía afuera de la pieza, mirando como colgaba las toallas: su pene había quedado a la vista y se bamboleaba junto con sus pasos, por encima de unas bolas grandes y peludas. Él al principio jugaba a ignorarme, haciendo como si nada mientras se reía, sabiéndose deseado. Cuando por fin me miró bajó una mano hacia su pija, que iba creciendo, y me miró sobrador.
- Martín: ¿Te gusta, no?
Yo miraba esa pija que se iba alargando y cobrando fuerza. A pesar de que ya la había visto, y bien de cerca, todavía no podía creer todo lo que podía crecer. Asentí, sin poder emitir palabra. Martín se sentó al pie de la cama, tocándose.
- Martín: ¿La querés?
Yo volví a asentir, en silencio.
- Martín: Quiero que hagas algo para mi...
- Yo (tuve que humedecerme la boca para contestar): ¿Que?
- Martín: Quiero que camines en cuatro patas y vengas hasta acá.
Lo miré a ver si me hablaba en serio y parecía que si, quedé muy sorprendido pero electrificado con ese pedido. Di un paso para entrar en la habitación y me frenó con su voz.
- Martín: Ey! Nada de ropa.
Largamos unas risitas y al instante me saqué la remera, después las zapatillas y las medias.
- Martín: A ver, date vuelta.
Yo le hice caso, me di vuelta e intenté dar la mejor vista de mi cola. Lentamente me saqué todo. Quedé desnudo, de espaldas a mi amigo, mirándolo por encima del hombro. Martín tenia su vista fija en mi cola. Moví mis nalgas con mis manos y lo miré desafiante yo ahora.
- Yo: ¿Te gusta?
- Martín: Pff, me encanta. Dale, vení para acá. - me dijo mientras seguía tocando su pija que ya estaba casi al 100%
Ya desnudo fui agachandome hasta quedar en cuatro patas, fui gateando hasta donde estaba Martín, que me esperaba con las piernas abiertas y masturbándose. Me acerqué a sus bolas hasta tenerlas bien en la cara, las sentía en mi nariz y en mis párpados; abrí mi boca y empecé a pasarle la lengua mientras lo miraba a los ojos. Martín puso su pija sobre mi cara, como en señal de dominio; su poronga me superaba la frente, era realmente gigante. Empecé a pasar la lengua a lo largo de su pija, aprovechando para dejarla ensalivada. Martín me tomó de la cabeza y empezó a marcar el ritmo, mas acelerado. mientras yo solo tenía la lengua afuera. Yo estaba empezando a disfrutar sin culpa del milagro que estaba sucediendo, y de ahí en adelante me dejé llevar. Me separó de su tronco y apuntó mi boca en dirección a la cabeza de su chota.
Abrí bien grande, sabiendo lo que venía. Ese miembro hermoso entró a mi boca nuevamente, después de varias semanas. Recién ahí me di cuenta de cuanto extrañaba esa sensación, el sentir a ese falo gordo como un palo de amasar penetrarme la boca era una algo hermoso. Su pielcita suave en esa carne dura, la textura lisa de su cabeza, era una delicia. Recorría la cabeza con mis labios y apenas un poquito más de su tronco, largaba toda la saliva que podía, mientras movía mi lengua como podía para mimar a esa pija. Yo tenía mis manos apoyadas en sus piernas y Martín manejaba la velocidad del pete con su mano en mi cabeza, yo me dejaba hacer. Mi satisfacción estaba en su satisfacción, así que lo dejé mandar sin problema. Me sentía humillado y muy puto dejandome coger la boca así por mi amigo, pero era algo que me calentaba como ninguna otra cosa.
Fue aumentando la velocidad poco a poco, para que yo me acostumbre. Cuando me hacía ahogar me daba un segundo de pausa, y ya volvía a empujarme la cabeza. A la tercera o cuarta vez me empezaron a llorar los ojos un poco. Lo miré para saber si le iba gustando, y vi una cara de calentura que ni siquiera había visto la otra vez. Fueron unos minutos así hasta que tomó mi cabeza con las dos manos, frenándome todavía con su pija en la boca.
- Martín: Te dije que hacía días no me hacía la paja, ¿no?
Yo quise sacarme la pija de la boca para hablar pero no me dejó, me agarraba con fuerza.
- Martín: ¿Sabés por qué?
Esta vez yo negué moviendo la cabeza, pasando la lengua por la cabeza de su pija estacionada en mi boca.
- Martín: Porque quiero acabarte en la boca y que te tragues todo. ¿Está bien?
Yo asentí, estaba que volaba. Martín miró para abajo y vio mi pito duro como una roca, que era un tercio del tamaño de su pija. Se estiró un poco y me tocó sólo para sentir la dureza.
- Martín: Fa, esto está re duro. ¿Te gusta mucho mi pija, no?
Yo asentí de nuevo, ahora aprovechando para subir y bajar un poco sobre su chota. Él sonrió y largó una risita.
- Martín: Que putita hermosa que sos.
Yo volví a querer sacarme la pija de la boca para decir algo pero él solo hizo "shh" y volvió a moverme la cabeza. Él se tiró para atrás, apoyándose en la cama con los antebrazos y me dejó seguir con el pete a mi ritmo. Empecé a pasar mis manos por su tronco ya bien ensalivado, de arriba a abajo suavemente. Estuve así un rato largo, pajeándolo con las dos manos y tragando su verga. Me estaba empezando a molestar la mandíbula pero no quería parar hasta tener su semen en la garganta. Lo empecé a pajear mas rápido con las dos manos, aprovechando también para tocar sus testículos. Ya sentía su líquido preseminal pegoteándome la boca y los labios. Martín solo suspiraba con los ojos entrecerrados. Su cuerpo se empezaba a mover raro, tensándose, sabía que estaba cerca. Me saqué la pija de la boca y largué una exhalación como quien estuvo bajo el agua mucho tiempo; le empecé a pasar la lengua por todo el tronco hasta respirar bien de nuevo, me metí sus bolas peludas en la boca, succionando apenitas y lamiendo hasta que volví a su pija, ahí se la escupí y me la volví a tragar. Intenté meterme lo máximo que podía, esta vez era un poco más que antes pero ni siquiera llegaba a la mitad. Martín me volvió a agarrar de la cabeza pero esta vez como caricia, su respiración se agitaba más y más. Estaba con la boca cansada pero no podía frenar ahora. Seguí y seguí chupándosela y haciéndole la paja, hasta que Martín me empujó la cabeza haciendo que su pija me llegue al máximo y se dio el momento: una gran cantidad de líquido espeso y caliente invadía mi boca, era una catarata de semen. Tragué sin dudar cada chorro. Habrán sido 5 o 6 chorros de waska que fueron directamente a mi garganta, apenas le pude sentir el sabor amarguito y grumoso. Yo seguí succionando y masturbándolo, si esto era lo que él quería de mí, tenía que tragarme toda su leche, no lo podía defraudar. Seguí tragando todo lo que le salía hasta que me separó de su cuerpo. Pasé mi lengua por las últimas gotas que le quedaban en la cabeza y me quedé recostado entre su pierna y el colchón, con la pija a escasos centímetros de mi cara.
Quedamos así unos segundos, él acostado y yo arrodillado con parte de mi cuerpo en el colchón y sobre su pierna, ambos respirando agitados. Martín se incorporó un poco y puso una almohada sobre su cabeza para poder verme.
- Martín: ¿Te gustó?
Asentí con la cabeza de nuevo, mirándolo tímido..
- Martín: Ya podes hablar eh.
Nos cagamos de risa un poco. Martín volvió a acariciarme la cabeza, ahora con los ojos cerrados. Vi que otra gota de semen estaba saliendo de su pija, así que volví a agarrarsela y le pasé la lengua.
- Martín: Epa, como estamos eh.
- Yo: Te estaba saliendo otra gotita, ¿querías que te la tome toda, no?
- Martín: Si, obvio, muy bien. ¿pudiste?
- Yo: Era mucho pero si, me tragué todo.
- Martín: Muy bien, que obediente. Vas a quedar con la panza llena hoy.
Me volvió a acariciar el pelo, yo sonreía. Después de un rato así le pregunté si tenía algo para tomar (sentía la garganta rara jaja) y me dijo que tenía coca en la heladera. Me iba a vestir pero no me dejó.
- Martín: Hoy quiero ver esta cola todo el día.
Yo me reí y acepté. Martín se me acercó y me empezó a tocar la cola. Bajamos juntos así, él atrás mío, acariciándome las nalgas. Bajamos las escaleras, fui a la heladera y me agaché para agarrar la coca, él se pegó a mi, apoyándome la verga dormida. Por supuesto que tardé de más en agarrar la botella, sintiendo esa carne tocándome atrás. Justo cuando agarraba la botella él me dio un chirlo y casi se me cae.
- Yo: Ey, ¿Que haces? Casi se me cae la coca.
- Martín: Es que tenés alto orto, amigo.
Agarré dos vasos y nos serví coca, siempre con Martín pegado a mi, con su pija en una nalga y su mano en la otra. Cuando terminamos de tomar me agarró de la mano y me llevó hasta el sillón. Pensé que quería que me sentara pero no, me hizo poner de espaldas suyo, de frente al respaldo del sillón. Me tocaba la cola suavemente, y después me dio un chirlo. Yo lo miré como diciendo "que haces?", él solo sonreía.
- Martín: Te molesta?
- Yo: No.
- Martín: Te duele?
- Yo: Por ahora no...
Volvió a pegarme un chirlo, en una de mis nalgas. Después otro chirlo en la otra. Alternaba en pegar desde arriba y desde abajo. Cuando me daba fuerte o me dejaba picando largaba un gritito de dolor (lo mas bajo que pudiera, había vecinos al lado), y Martín me acariciaba hasta que se me pasaba. Estuvimos así un rato largo, de varios minutos. Me sentía en una peli porno, no podía creer estar dejándome hacer eso, no era parte de mi fantasía pero ahí estaba, abrazando un almohadón, sacando cola para que mi amigo se saque todas las ganas, dejandolo hacerme lo que quisiera.
Después de un rato paró. Yo seguía en la misma pose, sin saber si iba a seguir pegándome o qué. En eso siento que su cuerpo se acerca, sus dos manos sobre mi cola. Siento que mueve los cachetes, de arriba a abajo y de izquierda a derecha, como viéndolos rebotar. En eso separa mis nalgas y siento la cabeza de su pija directamente sobre mi ano. Empieza a hacer un poquito de fuerza, a moverla un poco. Yo largué un gemido, fue inesperado, pero no lo saqué. Él seguía moviendose, como arrancando un movimiento de ida y vuelta.
- Martín: Te quedó la cola roja.
- Yo: Ah si?
- Martín: Si...
Martín se agachó atrás mío y empezó a besarme la cola, me mordía las nalgas, y después empezó a lamerme. Dios mío, que placer. Cuantas veces me había sentado en ese sillón de chico y ahora estaba sacando cola para que Martín pase su lengua por mi ano. Me daba escalofríos de placer, no podía quedarme quieto ni callado. Martín pasaba su lengua por toda mi rayita y paraba a lamerme, a pasarme la lengua en círculos por mi ano cerrado que se iba abriendo poco a poco, dejando que entre esa lengua de macho. No podía creer la fuerza que hacía con su lengua, sentía que ya lo tenía adentro mío. Y cuando ya pensaba eso, empezó a pasarme un dedo, a ensalivarlo con la baba que había en mi cola.
- Yo: Pará, vamos arriba.
- Martín: Shh, si, ya vamos.
Lo dejé seguir, él era el que mandaba. Escuché el sonido de que escupía y decidí relajar la cola lo máximo que pudiera. Al instante siento como su dedo, de a poquito, entra en mi cuerpo. Largué un gemido agudo, que creo que lo calentó más. Metió su dedo hasta la mitad, lo sacó casi entero y lo volvió a meter. Yo tenía los ojos cerrados, concentrandome en el placer que sentía. Sentí que escupió de nuevo sobre su mano, y ahora el dedo lo metió entero. Cuando sentí sus nudillos pegué como un saltito y otro gritito. Acercó su cara a mi oído.
- Martín: ¿Te gusta, no?
- Yo: Si, me gusta.
- Martín: ¿Qué te gusta?
Abrí los ojos y lo miré, lo tenía muy cerca mío, me miraba desde arriba y sentía su mirada de calentura.
- Yo: Me gusta que me metas los dedos.
Martín no dijo mas nada, solo me agarró un brazo e instintivamente yo lo llevé a su poronga, que ya estaba dura y gigante de nuevo. Nos quedamos los dos sobre su sillón, masturbándonos, yo su pija y él mi cola.
- Martín: Vamos arriba, tengo que mostrarte algo.
Yo me quise separar de él pero me frenó.
- Martín: No, vamos así.
Yo lo miré sorprendido pero no lo rechacé. Con movimientos cortitos me hizo pararme sin sacar su dedo de adentro. Era un poco incómodo caminar de a pasitos cortos pero me re calentaba sentirlo y que él domine la situación. Él vio que yo también tenía la pija dura y se rió. Me agarró la pija con su mano, sin pajearme.
- Martín: Con una mano y un poco mas me alcanza.
Se rió con un poco de crueldad, yo también me reí entre suspiros de placer. Yo agarré su pija.
- Yo: No seas malo, vos porque tenes tremendo pijón.
- Martín: Te encanta que la tenga así de grande, ¿no?
Yo lo miré a los ojos y asentí. Me guiaba con la mano que usaba su dedo, subimos las escaleras de a poquito y entramos en su pieza. Pensé que me iba a llevar directamente a la cama pero me acercó al mueble de la compu.
- Martín: Abrí el cajón, mira lo que conseguí.
Abrí y entre otras cosas vi una caja rectangular, la agarré y pude ver que eran preservativos. Entonces sí, se venía, iba a pasar.
- Yo: ¿Me vas a coger?
- Martín: Si, hoy te voy a hacer la cola, bebé.
Me sentí temblar por dentro. Con ese apodo cariñoso sentí que ya era suyo. Tiré la cajita arriba de la cama y estiré mi cuerpo para atrás para sentir más a Martín, sentir mas su dedo en mi cola, mi espalda contra su pecho. Apoyé la cabeza en su hombro, así de espaldas, y ahí Martín hizo algo que no esperaba jamás, que no sucedió en la madrugada/noche de la otra vez. Martín me besó. Fue un beso invasivo, dominante, me metió la lengua bien a fondo, sin darme tiempo a acostumbrarme. Tenía los ojos abiertos de la sorpresa, él los tenía cerrados. Recibí su lengua en mi boca y la acariciaba como podía, era una lengua áspera y fuerte, le gemía adentro de la boca sin poder evitarlo, mi amigo me besaba a fondo, estaba hecho una fiera. Nos besamos un rato largo, hasta que sacó su dedo de adentro mío.
- Martín: Si vas a tener tu primera vez, tenes que tener tu primer beso antes.
Yo quedé embobado, no tenía nada para decir. Él, por suerte, solo dijo que ya venía y salió de la pieza; volvió enseguida con un tarrito de algo.
- Martín: Es un aceite, ayuda a lubricar.
Me sorprendí porque era algo planificado, no espontáneo.
- Yo: Que onda, ¿Anduviste practicando?
- Martín: Estuve mirando porno jaja ya sé como hacer para que te entre toda y no te duela. ¿Confiás en mi, no?
Se acercó de nuevo a mi y nos besamos. Esta vez pasé mis brazos por su cuello y me dejé llevar, si era mi primer beso quería disfrutarlo del todo. Martín me tocaba la cola con las dos manos, cada vez un poquito más agresivo, mas caliente. Sentía su pija en mi pancita, dura y tentadora. No podía esperar a sentirla adentro. Nos separamos y me dijo que me acostara. Puso una almohada a la altura de mi pene, haciendo que mi cintura se levante y quede con la cola al aire.
Martín volvió a la carga con su lengua mientras yo me retorcía de placer. Sentía como a veces me abría las nalgas y a veces me las cerraba para que quede su cara encerrada en mi culo, no podía creer tenerlo tan obsesionado. Yo estiré un brazo para atrás y le acaricié la cabeza, forzándolo apenitas contra mi cola. Esto pareció gustarle, porque se puso a lenguetear mas feroz, con mas ganas.
- Yo, entre gemidos: Ay dios, me volvés loco.
Martín se separó un poquito de mi con una sonrisa de canchero, pude ver que tiró de ese aceite en sus dedos y los empezó a pasar por mi cola. Sentía que era un líquido calentito, raro, nunca había sentido algo así, pero lo disfrutaba.
- Martín: ¿Te vuelvo loco o loca?
Yo me reí un poco, ¿qué podía decir? Me estaba a punto de sodomizar y lo estaba dejando gustoso.
- Yo: Como vos quieras, ¿Querés loco o loca?
- Martín: Como loca me gustaría verte.
Me metió el índice lentamente a fondo. Su dedo resbaló en mí, pasaba muy cómodo, no me dolía para nada.
- Yo: Ay bueno... me tenes loca, Martín.
- Martín: Como a una puta te tengo.
- Yo, volviendo a gemir: Si, me tenes hecha a una puta.
Apenas terminé de hablar me metió otro dedo, con un poco de esfuerzo. Sentía que estaba teniendo un deja vu con la otra noche, semanas atrás, la vez que lo sentí adentro por primera vez. Solo que ahora era pleno día, lo veía perfecto y disfrutaba sin problemas, pudiendo exhibir el placer que realmente sentía sin que nadie nos pueda escuchar o molestar.
- Martín: Vení, ponete como la otra vez.
Él se acostó y yo me puse por sobre él. Empecé a darle besos en la pija, como lo había besado a él. La estaba adorando como si fuera algo religioso, era una flor de poronga que me podía hacer ver el cielo. Me puse su verga en la boca y volví a cabecear, sentí que me estaba haciendo bueno chupandole la pija, que me salía mejor que antes. Martín me metía dos dedos y cada tanto largaba exhalaciones y alguna puteada de calentura. Sentía sus dedos entrar ahora sin ninguna molestia, era puro placer. Estaba intentando meterme su pija lo mas que pude y llegué hasta un poco antes de la mitad cuando él me metió el tercer dedo; su pija ahogó mi gemido. Enseguida los tres dedos me entraban cómodos y a los pocos intentos ya no me molestaba para nada. Sentía la cola cada vez mas abierta mientras con mis dos manos masturbaba la pija de Martín.
- Martín: Agarrá la caja con los forros y sacá uno.
Yo me estiré y obedecí.
- Martin: Ahora abrilo y ponemelo.
Esto fue mas dificil jaja tenía las manos baboseadas y me costó. Finalmente con los dientes pude abrir el preservativo. Tragué saliva, preparandome para lo que se venía. Puse el preservativo sobre su cabeza y lo fui bajando como había visto que se hacía en las clases de Educación Sexual (primera vez que me servían jaja). Intenté chuparla de nuevo pero el sabor no era el mismo, era como plástico, más feo. Por suerte no hice mucho eso, Martín volvió a ordenarme.
- Martín: Veni, ponete de costado.
Me puse en esa posición, de cucharita, y Martín se puso pegado a mi mientras se ponía lubricante en la pija y más en mi ano. Sentí su pija puertearme la cola. Tenía un poco de miedo, el corazón me latía a mil, pero ya quería sentirla adentro, quería que sucediera de una vez, que mis fantasías mas locas se hicieran realidad, pero no fue tan rápido, si bien él empujaba todavía no entraba, y un poco me hacía doler.
- Martín: Separate bien los cachetes.
Le hice caso, agarré mi nalga que estaba arriba y me estiré para dejarlo entrar. Y al toque sucedió: sentí la cabeza de su pija que invadía mi ano, hasta entonces virgen. Sentí que entró un montón adentro mío, largué un gemido muy fuerte, cercano a un grito. Martín largó un suspiro de placer casi tan fuerte como el mío.
- Martín: Aah, que apretadito que sos.
Martín se volvió a mover agarrándome de la cintura, metiéndomela un poco mas. Me agarré de las sábanas mientras sentía ese pedazo de carne entrar en mi culo. "Habrá entrado apenas la cabeza" pensé, y ya se sentía como un montón. La sacó un poco y volvió a empujar, metiéndome más de su poronga. No me dolía tanto como había pensado, era un poco incómodo pero me gustaba. Siguió así un rato, sacando un poco y metiendo mas y más, parecía no tener fondo hasta que finalmente sentí que hizo tope y me cayó la ficha.
- Yo: ¿Me la metiste toda?
- Martín: Si, bebé, la tenes toda adentro.
No lo podía creer, no pensé que me iba a entrar toda, esa pija era más grande que un desodorante, pensé que me iba a bancar la mitad quizás. Martín me empezó a lamer el cuello y la oreja mientras se movía lentamente adentro mío. Cada movimiento eran seguidos de mis gemidos, cada vez que sentía sus huevos en mis nalgas me daba mas placer. No lo podía creer, al fin estaba pasando.
- Yo: Ay, sos un hijo de puta, me estas cogiendo de verdad.
- Martín: Te dije que te iba a coger.
Estuvimos un ratito así, bien pegados, donde él me entraba suavemente y podía sentir cada centímetro de su poronga deslizarse adentro mío. Me tomaba de la cintura, me acariciaba las piernas, me besaba la nuca, me la ponía lento hasta el fondo, todas sensaciones lindas que todas juntas me estaban haciendo delirar. Después Martín se movió, sin sacármela, y me dejó a mi boca abajo, él se puso por encima y me siguió cogiendo. Ahora la sacaba casi toda y me la volvía a meter, lento pero cada vez un poco mas rápido. Yo tenía la cara hundida en la almohada, solo veía su brazo con la mano apoyada en el colchón, y sentía su pija ir y venir adentro mío. Frenó para tirarse un poco más de aceite, que yo aproveché para respirar profundo, y siguió con las embestidas. El golpe de sus bolas con mis nalgas empezó a retumbar en la pieza, su vello púbico a veces me pinchaba o me hacía como cosquillas en mi cola. Me sentía totalmente dominado por este pijudo hermoso. Escuchaba su respiración cuando tomaba aire para seguir gimiendo, lo notaba cada vez mas acalorado. Me estaba haciendo la cola de una manera hermosa.
Martín se tiró arriba mío sin sacar su poronga de mi cuerpo. Sentía su pecho caliente pegado a mi espalda, respiraba agitado en mi nuca. Apoyado en mí empezó a mover solo su pelvis, y su pija volvía a meterse bien adentro mío, como una estaca, hasta el fondo. Era mucha verga adentro de mi cuerpo, sentía como me abría entero, me estiraba como nunca. Cada vez que una de sus embestidas llegaba a fondo me decía a mi mismo "Te está cogiendo Martín! Tomabamos la chocolatada juntos a los 6 años mirando dragon ball! y ahora te está re cogiendo el orto! sos la puta de Martín!", no lo podía creer.
- Martín: Me encanta como gritas, estas re trola.
- Yo, hablando como podía: Vos me haces trola, guacho pijudo.
Martín me mordía el cuello y la oreja, lo sentía bufar como un animal. Mis palabras lo habían puesto mas furioso. Se volvió a separar de mi, sosteniéndose con sus brazos, y me empezó a dar con todo. Se escuchaba el plaf plaf de sus bolas y su pelvis chocando con mi cola, mi amigo me estaba rompiendo el orto con todo, yo no dejaba de gritar pero me encantaba, estaba en una nube de placer. No me había dolido casi nada y me estaba dando bien fuerte, como en todas las veces en las que yo me hacia la paja pensando en que me cogiera. Salía y entraba en mi cuerpo, sentía mi ano relajado abrirse cada vez que esa poronga monstruosa penetraba en mí.
- Martín: Uff, ya te voy a dar la leche de nuevo, ¿estás listo?
- Yo: Ay! Si! Donde vos quieras!
Martín salió de adentro mío, yo largué un último gritito de placer. Me giró con fuerza para quedar boca arriba, él se sacó el forro y enseguida se puso a la altura de mi cara, con la pija apuntándome a la boca. Le acaricié las bolas mientras él se pajeaba, se acercó más a mi boca y yo saqué la lengua, abriendo lo mas grande que podía: volví a recibir toda su leche en mi paladar, mi lengua y mi garganta. Martín suspiraba mientras yo le sacaba las últimas gotas de semen. Un poco me quedó en los labios y me relamí.
Cuando terminó se sentó encima mío, en mi pecho, exhausto, con su pija que llegaba hasta mi cara. Yo aproveché para acariciarlo: su piernas y sus abdominales tenían una capa de sudor, se lo sentía resbaloso. Los dos tomamos aire unos segundos, después nos miramos y nos reímos, se ve que era algo que iba a pasar siempre después de que él acababa jaja.
- Martín: Te quedó un poco de leche en la cara.
- Yo: ¿Donde?
Martín se señaló una mejilla para hacerme saber. Yo agarré su pija, que bajaba su dureza, y me la pasé por la mejilla, conseguí agarrar su leche y me la metí a la boca.
- Martín: uff, me encanta...
- Yo (con la boca llena): Grashiash.
Él se rió y yo también. Era mi segunda dosis de leche y ya había perdido mi virginidad: miramos la hora y recién eran las 13.
- Martín: Todavía tenemos toda la tarde.
- Yo: Jaja ¿Qué mas querés? Ya me cogiste.
- Martín: Te quiero coger más. Todavía te la tengo que poner en cuatro, me tenés que cabalgar...
- Yo: Ah tenés todo pensado vos.
- Martín: Jaja olvidate, te quiero dejar la cola bien abierta.
No podía creer el macho que tenía adelante (encima) mío. Recién acababa por segunda vez, su pija no había bajado del todo, la tenía al borde de los labios, y ya estaba pensando en cogerme de nuevo. Entre risas seguimos hablando.
- Yo: ¿Me vas a seguir tratando como una puta?
- Martín: Parece que te gusta, así que más todavía.
Yo me reí y saqué la lengua para pasarla por su pija. "Ya fue" pensé, "no lo espanta nada, mientras mas trola me pongo mas le gusta".
- Yo: No le digas a nadie de esto eh.
- Martín: No, olvidate, solo yo te quiero dar pija, si lo cuento van a querer los demás.
Nos cagamos de risa, le dije que era un atrevido y seguí pasándole la lengua por la chota, no la quería soltar. Se le empezaba a endurecer de nuevo pero me dijo de ir al baño, después fui yo. No podía ver como me quedó la cola de abierta, solo podía verme los cachetes todavía rojos de los chirlos recibidos en el sillón, pero la sentía muy distinta jaja. Fui donde estaba él, sentado en una silla de la cocina, y así como estábamos, los dos desnudos, hicimos un parate para comer algo. Todavía quedaba mucha tarde por delante.


Puede haber una segunda parte de lo que pasó esa tarde con mi amigo (si me pinta y tengo tiempo jaja)
Gracias por los puntos y comentarios!

1 comentarios - Martín me hace la cola (Mi primera vez)