La tomo de la cintura y bajo hasta agarrarla fuerte de la cola. Ella me dice: esperá. Se va corriendo a la cocina a correr la cortina que da hacia afuera. Estamos en un tercer piso pero siempre puede haber alguien mirando. Volvemos a besarnos muy intensamente. Me larga un "desde antes de casarme que no me besan así". Vuelvo a besarla, pero me siento con ella en la falda. Le manoteo los pechos, medianos y firmes, bajo la remera. Tiene los pezones durísimos, como para cortar vidrio. Le ordeno: sentate de espaldas a mi. Y mientras le beso el cuello y juego con los lóbulos de sus orejas, amaso sus tetas con la mano derecha y con la izquierda comienzo a masturbarla. Ella respira profundo, con los ojos cerrados. Se empapa muy rápido. Yo acaricio toda su vagina, desde el clítoris hacia adentro, meto uno y luego dos dedos. Estaba un tanto estrecha pero luego relaja. "¿Que me haces, nene?", me pregunta. "Te veo disfrutar, hermosa", le digo. Y ella me dice "ay... pendejo...sabes...cuánto...hace...que...nadie...se ocupa...de...de....mii...assssiii...aaaahhhhhh". Y se larga una acabada profunda, gutural. Sigo frotando ese clítoris erecto, todo húmedo, mientras sus piernas tiemblan de placer y se moja más aún.
- me vas a volver loc...aaaahhhhhh!! Me agarra del cuello como puede y acaba de vuelta. "Cogeme", me pide.
La hago parar y bajo su calza, que estaba toda mojada. También el calzon. Si monte de Venus esconde una cuidada y pequeña mata rubia oscura de pelo. La pongo frente a mi y le digo: "no te voy a coger ahora. Pero te voy a comer esa concha hermosa que tenés". Me toma de la mano y amaga a ir a la habitación.
-No, le digo. Acá. Sentate en la mesa.
Lo hace. Y mientras le mando dos dedos, me pregunta: "¿Y si viene mi marido?". Tiene miedo.
-Vos sabes tan bien como yo que hasta las 6 no viene, le aseguro.
La recuesto y le meto la lengua en la concha empapada. Y mientras le como el clítoris le mando dos dedos dentro de la vagina, mientras le amaso los pechos duros de exitación. Le gusta y me toma la cabeza y me la hunde aún más en toda esa humedad.
- ¿te gusta?, le pregunto.
- sssiii, me reponde entre respiraciones profundas. Me encanta. Y mi marido no me lo hace nunca..aaahhh!!!
Acaba y los espasmos sacuden la mesa.
- Hijo de puta, me dice, tirandome del pelo. Seguí!
Dejo de pellicarle los pezones y le abro bien las piernas. Con mi brazo rodeo su pierna izquierda y acaricio su clítoris bajando la lengua y desparramando su humedad hacia abajo
Y con la mano que tengo libre, me pongo a jugar con su ano. Primero, la punta de mi dedo anular, luego la del índice.
-¿Que...haces?, me pregunta.
-¿No te gusta?, le contesto.
-Ay, no...me encanta.
-¿Cuánto te gusta?, le pregunto, sin dejar de lamer sus hinchados labios interiores
-much...mucho. Pendejo, te acaboooo!!
Y ella acaba, para mí placer, en un orgasmo largo, que hace que su espalda se arquee mientras que sus piernas se sacuden en el aire. Durante dos minutos ella se contrae y se relaja, conmigo devorando su concha y con dos dedos en el orto.
Continuará...
- me vas a volver loc...aaaahhhhhh!! Me agarra del cuello como puede y acaba de vuelta. "Cogeme", me pide.
La hago parar y bajo su calza, que estaba toda mojada. También el calzon. Si monte de Venus esconde una cuidada y pequeña mata rubia oscura de pelo. La pongo frente a mi y le digo: "no te voy a coger ahora. Pero te voy a comer esa concha hermosa que tenés". Me toma de la mano y amaga a ir a la habitación.
-No, le digo. Acá. Sentate en la mesa.
Lo hace. Y mientras le mando dos dedos, me pregunta: "¿Y si viene mi marido?". Tiene miedo.
-Vos sabes tan bien como yo que hasta las 6 no viene, le aseguro.
La recuesto y le meto la lengua en la concha empapada. Y mientras le como el clítoris le mando dos dedos dentro de la vagina, mientras le amaso los pechos duros de exitación. Le gusta y me toma la cabeza y me la hunde aún más en toda esa humedad.
- ¿te gusta?, le pregunto.
- sssiii, me reponde entre respiraciones profundas. Me encanta. Y mi marido no me lo hace nunca..aaahhh!!!
Acaba y los espasmos sacuden la mesa.
- Hijo de puta, me dice, tirandome del pelo. Seguí!
Dejo de pellicarle los pezones y le abro bien las piernas. Con mi brazo rodeo su pierna izquierda y acaricio su clítoris bajando la lengua y desparramando su humedad hacia abajo
Y con la mano que tengo libre, me pongo a jugar con su ano. Primero, la punta de mi dedo anular, luego la del índice.
-¿Que...haces?, me pregunta.
-¿No te gusta?, le contesto.
-Ay, no...me encanta.
-¿Cuánto te gusta?, le pregunto, sin dejar de lamer sus hinchados labios interiores
-much...mucho. Pendejo, te acaboooo!!
Y ella acaba, para mí placer, en un orgasmo largo, que hace que su espalda se arquee mientras que sus piernas se sacuden en el aire. Durante dos minutos ella se contrae y se relaja, conmigo devorando su concha y con dos dedos en el orto.
Continuará...
1 comentarios - La rusa (2)
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