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Mi primera experiencia (2da parte)

Esta es la segunda parte de esa noche con Martín, que me cambió la vida y cambió nuestra amistad.

Esa noche me quedé a dormir en lo de Martín. Él tenia una cama de plaza y media, y habia un colchón en el piso para visitas, donde dormía yo. En la madrugada me desperté para ir al baño y me acordé de todo lo que había pasado. Volví del baño y lo vi dormido, con las sábanas por sus piernas, con su bulto enorme en el boxer. Me estaba calentando de nuevo, verlo así me daba como fiebre. Intenté acostarme pero desde el piso no alcanzaba a mirarlo, asi que en esos instantes de locura que da la calentura me quedé sentado, admirando su cuerpo. No era muy musculoso ni nada, pero era atlético, sin nada de panza (yo también era igual, solo un poco mas pequeño de estatura en esa época, y mucho mas culón), solo que él era mas morocho que yo. Su boxer tenía un elástico flojo, así que se le bajaba un poco mostrando su pelvis. Yo lo miraba y me empezaba a tocar. Pasó un poco el tiempo y me la jugué: me acerqué a sus piernas y desde ese lado empecé a tirar de la tela del boxer para abajo, muy de a poquito y lento para que no se despierte. Quería destapar ese pene hermoso y verlo de nuevo. 
De a poquito iba tirando, con cuidado de no hacer fuerza de más. Cuando su respiración cambiaba, paraba un toque y me agachaba por las dudas de que me viera (aunque estaba bastante oscuro, no era imposible), y cuando notaba que seguía dormido volvía a tirar de la tela del boxer. Hasta que lo logré, y su pene, negrito y flácido pero aún así largo, quedó a mi vista de nuevo.
Recordé que lo había chupado hacía unas horas nomas y no lo podía creer, lo quería sentir de nuevo en mi boca. Había cumplido mi sueño, mi fantasía, pero ahora era como que no me alcanzaba, quería más. Recuerdo que aún con el aire acondicionado prendido me sentía hervir y con sed mirando esa pija y esas bolas que le colgaban. En medio de esa locura decidí hacer algo menos invasivo, y empecé por acariciarle la pija. Pasaba mi dedo índice y el anular a lo largo de su pija, recorriendo suavemente esos bastantes centímetros. Era tan suave, y las venas aún se le sentían. Bajé a tocarle un poco los huevos. Todo en él era XXL, no lo podía creer. Tenía mi edad y la pija y los huevos de un actor porno, y lo estaba disfrutando yo, no una de esas actrices ni ninguna chica del colegio. Esa pija era mi obsesión. En ese estado de adoración me acerqué mas a él, a su entrepierna. Puse mi cara bien cerca y empecé a olerle la pija y las bolas, mordiéndome el labio de ganas. Lo tenía tan cerca, recién ahí me di cuenta que tenía un lunar en la base de la poronga, no lo había notado antes. Miré que siguiera durmiendo, y con mi cara bien cerca volví a tocarlo, empezando por ese lunar y subía mis dedos. Noté que su pija iba endureciendose, alargándose y poniéndose mas gorda. Era lo mas tentador que había visto en mi vida.
Tenía miedo de agarrarsela, no quería que se despierte. Si bien lo que pasó antes había sido hermoso, excitante e increíble, esto ya no contaba con su aprobación, no sabía como iba a reaccionar si me descubría. Y ya era ponerme en un lugar demasiado evidente como adorador de su pija, no quería exponerme siendo tan sumiso. Pero no podia evitar mirar como ese falo se iba irguiendo, y gracias a mi contacto. 
Dije para mi mismo "bueno, una cosa mas y ya fue". Acerqué mi cara nuevamente hacia su pija, pero esta vez con la lengua afuera. Pasando mis ojos de esa poronga hacia su cara, con cuidado de que no se despierte, empecé a lamerle la chota, de abajo para arriba. Me concentré en el tronco primero, empezando por ese lunar, y seguía hacia arriba. Cuando llegué hasta arriba, su pija estaba tan al palo que su cabeza sobresalía por su pielcita. Estaba ya un poco húmeda, tentadora, pero no me la quería jugar tanto. Volví a lamerle el tronco y ya esta segunda vez no pude evitarlo, y solo con mi lengua intenté dejar que su cabeza quede del todo afuera. Él seguía dormido pero su pija estaba bien despierta, y con pocos intentos su cabeza quedó bien afuera, imponente, al lado de mis ojos.
Martín largó un suspiro y se movió. Yo me asusté y de un movimiento volví a mi colchón, con la verga durísima pero asustado. Me quedé destapado y dándole la espalda, para que sospeche menos. Martín giró en la cama, pasó de estar boca arriba a estar de costado para mi lado. Ya ahí me quedé quieto un rato larguísimo, mi corazón latía como si estuviera corriendo, se me iba a salir del pecho, no escuchaba mas nada que mis pulsaciones. 
En eso escucho que Martin se vuelve a mover. No sabía si me había descubierto o qué, tenía tanto miedo que la calentura se me fue de golpe. Siento que Martín apoya los pies en mi colchón, se había sentado en la cama. En mi mente solo había dos opciones: me había visto o sentido que yo lo toqué y estaba esperando algo de parte mía (que lo confiese o algo), o se iba a levantar para ir al baño. Pero no se movía, seguía sentado en la cama de cara a mi lado.
Pasaban minutos, yo seguía quieto, estático. No movía más que mi pecho para respirar. Solo después de un rato empecé a escuchar la respiración de Martín, pero su respiración  no era calma como la mía, se la escuchaba mas agitada. Empecé a sospechar que, tal vez... ¿Martín se estaba haciendo la paja? No era imposible, se había despertado con la pija al palo. Lo raro se me hacía que no lo hiciera acostado, sino mirando para mi lado. ¿Quería algo de mi? ¿Me había visto y quería que siguiera? Sea lo que sea, no me iba a mover si él no me decía nada, y lo que hizo no me lo esperaba.
De forma muy lenta se puso en el colchón conmigo, como cuchareandome pero sin tocarme. Yo tenía los ojos bien abiertos, a salvo en la oscuridad. No sabía que iba a pasar. Y en eso siento algo increíble, que nunca pensé que pasaría: Martín empezó a pasar su pija por mis nalgas, mientras sentía también como su pija se movía al ritmo de su paja. Martín se estaba haciendo la paja con mi cola. El corazón se me aceleró más todavía. No sé si porque me había visto o por qué, pero ahí lo tenía, con la pija al palo acariciándome la cola, como dándome pinceladas con esa brocha gorda. 
Mi calentura volvó al instante. No me quería mover porque no lo quería espantar, pero por dentro quería que me desnude y me posea, que me la meta bien al fondo, sentir sus huevos chocar con mis nalgas. Me puse al palo enseguida. Pasaron un par de minutos, en los que él seguía así, tocándose lento y pasando su poronga por mi cola. Hasta que en un momento, yo ya estaba muy incómodo en la posición, y decidí moverme lentamente, sin modificar mucho mi posición ni mi respiración. Quedé de costado pero mas boca abajo, ahora con la piernas mas separadas, una estirada y la otra un poco flexionada. Quería darle a Martín mas vista de mi cola, que se tiente más. Y por suerte (o por las hormonas jaja) él no solo no se espantó, sino que siguió. Y como hice yo un ratito antes con su boxer, él empezó a bajarme un poco mi slip. Yo hacía que dormía, tenía la boca abierta babeando la almohada, mientras lentamente (no con tanto cuidado como hice yo, creo) él empezó a sacarme el calzoncillo, pero con la diferencia de que él me lo sacó todo! me dejó totalmente desnudo, sin nada con qué taparme. Me sentía muy vulnerable, totalmente a su disposición, servido en bandeja. Sentía que si mi amigo quería me violaba, y eso me enloqueció.
Empezó a usar su mano para tocarme la cola. La pasaba por mis nalgas, acariciándome, palpandome, agarrandome. Nunca me había sentido así, tan deseado, pero era casi indisimulable seguir haciéndome el dormido, ahí estaba complicado, pero decidí seguir fingiendo hasta que no se pueda mas. No sabía como iba a reaccionar él si lo enganchaba haciendo eso. Así que, por mi parte, decidí seguir haciendome el dormido pero largando suspiros bajitos, gemidos suaves, cosa de alentarlo. Al primer suspiro sacó su mano  se quedó paralizado, pero como notó que no me moví, enseguida siguió. Me tocaba la cola con la palma de su mano, con los dedos, volvía con la pija. No sabía donde meterme con la calentura que tenía.
Aprovechando que tenia las piernas separadas, empezó a pasar su pija por entre mis nalgas, suavemente, de arriba a abajo. Después siguió con lo que creo era su índice, también lentamente, hasta que me tocó el ano. Ahí me sorprendió y no pude ocultarlo, sin querer pegué como un saltito, un movimiento rapido mientras también largué un suspiro fuerte, como un gemido. Martín se frenó de repente, pero no se fue. Lo miré un poco unos segundos, pero sin sacarlo.
- Yo: que haces?
- Martín: me desperté muy caliente
- Yo (haciéndome el recien despierto): ah... pero que haces acá?
- Martín: te vi la cola y me calentó...
Ninguno dijo mas nada, nos quedamos mirándonos a los ojos, cada uno como estábamos, los dos desnudos, él con la pija al palo y yo con la cola al aire. Esta vez tomé (un poco) coraje yo,
- Yo: Bueno, seguí si queres...
Martín no dijo nada, volvió a hacerse la paja y a tocarme la cola, yo seguía dado vuelta, dejándolo hacer, pero esta vez disfrutando abiertamente de lo que me hacía. Volvió a pasar su dedo por mi rayita, lo sentía ir desde donde terminan las bolas hasta donde empieza la cintura, pasando siempre por mi ano.
- Martín: que orto que tenés... Vení, pasate a mi cama.
Como todos los pedidos de Martín, lo tomé como una orden. Me levanté y me acosté en su cama, esta vez 100% boca abajo. Él se sentó sobre mis muslos, quedando con su pija al borde de mi cola. Me tocaba a mi y a él, alternando. Yo volaba. Estaba siendo el objeto de Martín para calmar su calentura, lo que tanto deseaba. En eso me aprieta de nuevo el ano, pero fuerte.
- Yo: ay! Despacio.
Martín aflojó con la presión, pero seguía en lo suyo. En eso siento que escupe su saliva para hacerse la paja. Eso me excitó mas, sabía que estaba al palo mal. Y en ese proceso también cae saliva sobre mi cola.
- Martín: che...
- Yo: que?
- Martín: te dejas meter un dedo?
- Yo (como si ya no lo hubiera hecho pensando en él): meter un dedo? duele?
- Martín: no, no te va a doler, tranqui
- Yo: bueno, si vos querés...
Ahí Martín largó un suspiro de mayor calentura. Me empezó a pegar con su chota en las nalgas, era como un bastón de policía pero de carne, increíble. Y un segundo despues me empezó a pasar un dedo, esta vez lubricado, a lo largo de mi cola. Era lo máximo que había disfrutado hasta entonces de mi vida: tirado en la cama de Martín, desnudado por él, y lo tenía encima mío, obsesionado con mi cola. Y entonces las cosas subieron más, porque Martín, mi amigo de toda la vida, este pijudo que me volvía loca (porque si, me sentía muy femenino con él), me empezó a colar un dedo.
Fue lento, pero aún así pegué un saltito y se me escapó un gemido.
- Martín: shh, no hagas ruido.
Me agarré a la almohada, acercándola a mi cara para ahogar mis gemidos. Martín apenas había metido una falange, pero yo estaba enloquecido. Pero aún así no metía mas que eso, metía y sacaba apenas la punta de su dedo, mientras con la otra se hacía la paja. Ya se había secado un poco, le pedí que tire mas saliva, pero mi amigo me volvió a sorprender. Acercó su cara y empezó, primero, a besar mis nalgas, a morderlas. Yo no entendía nada, pero me encantaba. Me sentía como en el lugar correcto, como una hembra dandole la cola a un macho, esos eran nuestros roles en ese momento. Me agarró de la cintura y me la hizo levantar, poniéndome como en cuatro, yo todavía con la cara enterrada en la almohada. Y en medio de esos besos en mi cola, pasó su lengua por mi ano.
Menos mal que tenía la almohada, porque no estaba preparado para ese placer. Gemí como una trola, no se me ocurre otra descripción. Martín me volvió a pedir silencio, esta vez con una risita pude detectar. Y volvió a besarme la cola, pasando su lengua por mi ano. No sabía que existía un placer así (ni sabía lo que era un beso negro), me sentía derretirme con esa lengua caliente yendo de arriba a abajo y en círculos sobre mi ano virgen. 
Martín paró un segundo y empezó a pasar su dedo por mi cola toda ensalivada. Sabía lo que se venía, y esta vez fue fácil: el dedo de Martín entró todo, de una, en mi cuerpo. Mi amigo me estaba penetrando. Era como un sueño. Empezó a meter y sacar su dedo, y yo a gemir a su ritmo. Me tenía dominado. Iba lento al principio, después empezó a sacar lento y meter de golpe. Yo gemía a la par. Él se había dejado de tocar: una mano la tenía en mi cola y la otra la usaba para meter su dedo por mi ano. 
- Martín: te animás a más?
- Yo: que?
- Martín: te animás a un segundo dedo?
- Yo: (pensativo) mmm... bueno.
Martín volví a chuparme la cola, yo seguía disfrutando entregado. Ahora empezó a meterme su dedo mayor, y enseguida volvió con el índice. Tenía dos dedos suyos adentro mío. Nunca mi ano se había estirado tanto. Disfrutaba a mas no poder, esperando que mi amigo también.
- Martín: que orto que tenés, amigo.
- Yo (entre gemidos): gracias...
- Martín: si tuviera un forro te cogería ya.
Eso me voló la cabeza, sobrepasó mi límite. Sentía mi pija como con cosquillas, toda húmeda, y ni me había tocado. Martín seguía metiéndome los dedos, hasta que en un momento se quedó quieto.
- Martín: movete
- Yo: que?
- Martín: movete vos
Y me dio un chirlo pequeño (para no hacer ruido), y con esa misma mano me agarró y me movió de adelante para atrás. Pensé "bueno, ya fue, me lo pide, me voy a negar?" y me empecé a mover yo, clavándome los dedos hasta sentir sus nudillos, y salir y volvermelos a meter. Creo que esto también le voló la cabeza a mi amigo.
- Martín: uff que hijo de puta, como pide pija este orto...
- Yo: te gusta de verdad?
- Martín: me encanta, te la pondría ya.
- Yo (beboteando un poco): la tenés muy grande, me vas a lastimar...
- Martín: nooo, te la voy a cuidar, vas a ver... Uff, no doy mas. Necesito que me chupes la pija.
Si me lo pedía lo iba a hacer, pero ese "necesito" me derritió por dentro. Me salí de él y lo hice acostarse en la cama. Me pidió que me ponga con parte de mi cuerpo sobre el suyo tipo 69, dándole la cola, mientras yo me acomodaba para chupar esa poronga hermosa e inmensa. Martín volvió a lamerme la cola y pasó a escupir en sus dedos y me los volvió a meter: esos dos dedos entraban re tranquilos. Yo agarré ese termo de carne con las dos manos y también lo escupí: empecé a pajearlo mientras él me masturbaba la cola. Era un placer sin igual. Me metí su pija en la boca rápido, para tapar mis gemidos cada vez mas agudos. Subía y bajaba sobre su cabeza morada, exhalando de placer, intentando succionar y pasar mi lengua. Él seguía metiendome los dedos en la cola. Ese movimiento hacía un sonido extraño ahora, mezclando la saliva con el ir y venir de sus dedos entrando en mí. Yo llevé una mano a sus bolas y las masajeaba mientras lo pajeaba y se la chupaba.
Martín paró unos segundos mientras yo seguía con el pete, intentando que entre más de su pija pero apenas llegaba a pasar la cabeza. Volvió a meterme un dedo, pero esta vez era otro, estaba seguro, no los dos de antes. Se había ensalivado el anular y me lo estaba metiendo. Enseguida lo sacó y volvió con el índice y el anular juntos, todavía ensalivados. Y al toque sumó el anular. Ahora metió tres dedos adentro mío. Me tuve que sacar la pija de la boca mientras lo sentía entrar lentamente adentro mío. Dolía un poco al principio pero me fui acostumbrando, enseguida ya disfrutaba de nuevo. Martín ya me estaba estirando el orto como nunca con dos dedos, ¡y ahora tenía 3!. Y entró tan fácil en mi cola toda lubricada que me sorprendí, nunca lo hubiera imaginado, lo sentía muy adentro.
- Martín: uff ya voy a acabar...
- Yo: dónde queres acabar?
- Martín: aca en tu cola.
Él se movió y yo me corrí: me puso en 4, paralelo al espejo de su pieza, que con la luz del amanecer ya estaba dejando ver mejor. Me pude ver por primera vez: yo, blanquito y con la cara colorada, en cuatro como una perra adelante de mi amigo, que con una mano se tocaba y con la otra me seguía metiendo dedos.
- Martín: uff amigo, esta pija te va a entrar eh
- Yo: vos decis? es muy grande
- Martín: si, te va a entrar toda hasta los huevos, te voy a romper el orto
- Yo: ah si?
- Martín: si, te voy a re coger.
- Yo: me querés coger?
- Martín: si, voy a conseguir forros y te voy a re coger. Vení (me agarró las dos manos y me las llevó a la cola) Abrite que te quiero acabar bien adentro.
Yo, sin pudor alguno a esta altura, me abrí las nalgas, exponiendo bien mi cola a mi amigo. Dos segundos después, varios chorros de semen empezaron a caer en mi cuerpo, mucha cantidad, como si no hubiera acabado un montón hacía unas horas. Sentía su leche en mis nalgas, en mi espalda y en mi ano, manchandome todo, y me encantaba. Cuando paró de acabar, llevó su pija ya un poco mas flácida a la entrada de mi cola. Me pasó su pija alrededor de mi ano, dejándome las últimas gotas de su leche caliente. 
´Martín se sentó al borde de la cama, yo seguía en la misma pose.
- Martín: uff... que homenaje que le hice a este orto eh
- Yo: jajaja... me lo manchaste mucho?
- Martín: andá a verte al espejo.
Él prendió la luz, y yo de a poco me acerqué, caminando con cuidado para que el semen no caiga al piso. Tenía toda la cola blanca, también parte de mi espalda. Las gotas iban cayendo por mis muslos, sentía toda esa leche como un trofeo. Me toqué mi ano, que lo sentía un poco raro, y lo tenía re pegajoso.
- Yo: Me dejaste todo pegoteado
Martín se acercó, puso una rodilla al piso y se reía al lado de mi cola. Nos miramos a los ojos en el espejo, los dos todavía sintiendo una calentura especial. 
- Martín: te hubiera dejado toda esta leche bien adentro.
Dijo eso y acercó su mano a mi cola: escupió dos dedos y los pasó por mi nalga, juntando su leche, y me los metió. Me entró como si nada. Yo volví a gemir.
- Martín: que buenos gemidos que largás eh
Yo no dije nada, me encantaba dejarlo hacer conmigo lo que quisiera.
- Martín: te gusta lo que te hago?
Yo no contesté, tenía los ojos cerrados, estaba inclinado todavía para que la leche de mi espalda y mi cola no caiga al piso.
- Martín: si no me contestas te meto otro dedo.
Yo no contesté nada. Martín cumplió con su amenaza y me metió otro dedo. Esta vez tuve que apoyarme contra la pared pero para no caer. Me miraba a mí en el espejo, totalmente entregado, de parado sacando cola para que mi amigo haga lo que quiera.
- Yo: si, me gusta
- Martín: que?
- Yo: que sí, me gusta!
Martín se paró, me abrazó de la cintura rodeando mi pelvis, y sin sacarme los dedos me habló pegado al oído.
- Martín: sabía que te iba a gustar...
Se quedó un rato así, parado atrás mío, respirando grave con sus dedos adentro de mi cuerpo. Su pija había bajado, pero no mucho. Por fin me sacó los dedos y me pasó papel para limpiarme. Dije que iba a tirar el papel y aproveché para ir al baño, me puse unos pantalones cortos y salí. Quise hacerme la paja pero esta vez tardé bastante, mi ano se sentía raro, era una sensación linda pero a la que no estaba acostumbrado. Cuando al fin terminé, Martín ya estaba durmiendo de nuevo, con el boxer puesto. Yo también ya tenía sueño y me daba por satisfecho. Muchas sorpresas en una noche. Me sentía un poco aturdido pero feliz. Me quedé mirando el techo y pensando en todo lo que había pasado con una sonrisa. Me toqué la cola, la evidencia de que había sido todo realidad. Todavía la sentía como cosquillear.
Así empezó mi verano con Martín.

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