Capítulo 32 [FINAL].
El Gran Festejo.
Si un policía hubiera entrado en ese momento, nadie hubiera sido capaz de explicarle la situación. Tres negros con vergas enormes rodeaban a una embarzada arrodillada en el piso y le clavaban la pija hasta el fondo de la garganta. Una joven y bella tetona montaba a un cuarto negro (el de la verga más grande) mientras él yacía sobre la alfombra. Había un flaco carilindo sentado en el sofá con las manos hundidas entre las manos y junto a él otra preciosa joven que miraba la acción con los ojos desencajados y las mejillas enrojecidas. A esto había que sumarle al tipo atado y amordazado de la silla.
Pero Argentina acababa de ganar el mundial, toda la ciudad era una locura. Millones de personas coparon las calles de Buenos Aires para celebrar la proeza de la Scaloneta.
El que abrió la puerta no era policía, ni tampoco hizo preguntas. Osvaldo miró a Silvio y si le sorprendió verlo atado a una silla, no mostró ninguna señal de ello. Rápidamente su atención fue captada por las tetas de Silvana, que saltaban como locas mientras ella montaba la verga de Malik. Ese enorme falo negro aparecía hasta la mitad y luego volvía a hundirse en la concha. Ella suspiraba, gozaba y gemía. Cuando vio al portero del edificio lo llamo a gritos, le pidió que se acercara.
—¡Somos campeones, Osvaldo! ¡Somos campeones!
—Así es, no lo puedo creer —Osvaldo no es un tipo que sonría mucho, pero en ese momento sonreía como un payaso de circo.
Se acercó a Silvana y ella, sin dudarlo, liberó su verga del pantalón y se la llevó a la boca. Apenas unos minutos antes le había mandado un mensaje al portero invitándolo a unirse a la celebración. «Te voy a comer la pija hasta que ya no te salga más leche», le prometió. Y parecía dispuesta a cumplirlo, porque la chupaba como si quisiera extraer de ella hasta la última gota de semen.
—Renzo, pasame el celular —dijo, casi sin dejar de chupar. Dejó la mano izquierda estirada hacia su novio y él le alcanzó el teléfono. Con la pija aún en la boca y montando más lento a Malik, marcó un número—. Hola Rocío. ¡Si, no lo puedo creer! ¡Es fantástico! ¿Dónde están?... Aja… ajá… che ¿tienen ganas de venir a festejar en grande? En el departamento de Malik… la fiestita ya empezó. Creo que les puede ayudar a afianzar la confianza. Si… si… confiá en mí. La van a pasar bien. Después de hoy van a poder dejar atrás cualquier diferencia que hayan tenido. Te lo juro. ¡Ay, que bueno! Okis, las esperamos… entren nomás, la puerta está sin llave.
—¿Qué estás haciendo? —Le preguntó Renzo mientras ella se ponía de pie.
—Voy a hacer de esta la mejor fiesta del barrio. Ya vengo… Dalina, no empieces sin mí. Quiero ver cómo esos tres te llenan de pija.
—No te preocupes, que chupando estas vergas me puedo entretener todo el día —tragó una pija negra hasta el fondo de su garganta y luego hizo lo mismo con otras. Siempre que chupaba una, tenía las otras dos en sus manos.
Silvana salió al pasillo completamente desnuda y tocó el timbre del departamento de Sonia. Al segundo timbrazo escuchó un “Momentito, ya va”.
—Sonia, soy yo. Si estás desnuda abrí igual.
Cuando la señora abrió la puerta, Silvana la abrazó y le estrujó las tetas contra la cara.
—¡Somos campeones del mundo, Sonia! ¡Ay que festejar! ¿Estás con tu amiga?
—Emm… sí, Sandra vino a pasar unos días conmigo…
—Y veo que ya arrancaron con los festejos.
Sonia también estaba desnuda y todo su cuerpo estaba cubierto por sudor.
—Bueno, no nos pudimos aguantar —dijo sonriendo—. Sonia está como adolescente que acaba de descubrir el sexo. Quiere coger todo el día. Hasta me preguntó cuándo volveríamos a ver a ese senegalés tan apuesto.
—Decile a Sandra que no va a ver un senegalés, sino cuatro. Los primos de Malik, ¿ya los conocés?
—Solo de vista…
—Bueno, vení con Sandra y los van a conocer muy bien. Y nada de sentirse intimidadas. Que todo el mundo está ahí para lo mismo. Bah, no todos… Silvio y Renzo no parecen muy dispuestos a participar. Y Yamila, mi cuñada, está dudando… pero ella tiene una deuda que pagar. ¡Ay, tengo que llamar a Paulina! Si la dejo afuera de esto me mata.
Silvana volvió al departamento y mientras Dalina se hacía un festín chupando todas las pijas a disposición (incluyendo la de Osvaldo), hizo la llamada. Invitó a Paulina y le pidió que trajera a Norma, su madre. «A nadie le va a importar el parentesco. Te lo puedo asegurar», le dijo antes de cortar. Pensó en si debía llamar a sus compañeros de trabajo, Rogelio seguramente diría que sí y quizás Vanina Marchetti también; pero decidió que era mejor no cruzar tanto sus círculos sociales. Con los miembros de su trabajo tenía otro tipo de relación y quería que se mantuviera de esa manera.
Cuando Paulina llegó con su madre se encontraron con una escena de lo más peculiar. La embarazada estaba en el sofá, con las piernas abiertas, mientras uno de los primos de Malik le metía la verga. Los otros dos estaban cogiendo con dos mujeres maduras, las cuales estaban en cuatro, en el piso. A Sonia y a Sandra les estaban metiendo tremendos pijazos en la concha. No les costó nada entrar en clima. Se animaron al ver que ya todos estaban desnudos. Silvana, por su parte, estaba montando a Malik otra vez. Él estaba sentado junto a Dalina. Silvana lo estaba besando en la boca apasionadamente mientras Renzo miraba toda la acción sentado a la izquierda de Malik. La tenía tan cerca que él también podría haberla besado; pero ella no parecía importarle en lo más mínimo la presencia de su novio. Tenía dos hombres a los que prestarle atención, porque Osvaldo estaba detrás, metiéndole la verga por el culo.
—¿Y éste por qué está atado? —Preguntó Paulina.
—Porque perdió una apuesta y no quiere pagarla —explicó Yamila—. Y yo… em… yo también debo el pago de la apuesta. Y no sé… no sé si podré hacerlo. Lo siento mucho.
—Hola, Paulina —dijo Silvana, sin apartarse de sus amantes—. Te presento a Yamila, la hermana de Renzo. ¿Me ayudás con Yamila? Vení, Norma… no seas tímida. A Malik ya lo conocés bien… y a Osvaldo seguramente lo viste mil veces. ¿Sabías que el portero tenía la pija tan grande?
—Em, no… eso sí que es una novedad —respondió la mujer—. Y no me da vergüenza, nena. Esa etapa ya la superé hace rato. Malik me hizo compartir noches con varias de sus amigas. Tengo más experiencia en esto que vos.
Se desnudó en un santiamén y se montó sobre la verga de Malik. Le pidió a Osvaldo que le diera por el culo sin misericordia.
—Si puedo aguantar una noche de sexo anal con el senegalés, puedo aguantar cualquier cosa.
—Me alegra verte tan suelta, Norma. Me pone muy contenta de verdad. Ahora… la que se tiene que soltar un poquito es mi cuñada. Vení, Yamila… no te escapes. —La agarró del brazo antes de que se acercara a la puerta—. ¿Por qué no le contás a todos cuál es tu pasatiempo favorito?
—¿Qué? No sé de qué hablás. Yo no tengo ningún pas… —Silvana formó un anillo con el índice y el pulgar de su mano izquierda y lo atravesó con el dedo mayor de su mano derecha, simulando una penetración—. ¡¿Cómo sabés?!
—¿Qué? ¿De qué habla? —Preguntó Renzo, confundido—. No sé qué querés insinuar con eso, Silvana… mi hermana es virgen. Ni siquiera tiene novio.
—No hablé de ningún novio. Que no te de vergüenza, Yamila. A mí también me encanta. Y mucho más desde que conocía a Malik. Todas las mujeres presentes opinamos lo mismo. Incluso tu hermano va a saber entender. ¿Le contaste a Yamila lo que hiciste con Osvaldo?
—Te estás pasando, Silvana —Renzo se puso de pie de un salto, su frente se cubrió de perlitas de sudor—. Eso… eso es privado.
—¿Te acostaste… con ese señor? —Los ojos de Yamila eran tan grandes como los de un dibujo animado—. Pensé que eras heterosexual…
—¡Y lo soy!
—Pero también le gusta la pija —dijo Silvana—. Y no pasa nada. A mí me encanta poder compartir mis gustos con mi novio.
—No lo hice por gusto. Perdí una apuesta…
—La última vez no fue por una apuesta. ¿Cierto, Osvaldo?
—Muy cierto.
—Contanos, ¿por qué lo hiciste?
—¿Por qué me hacés esto, Silvana? ¿Por qué siempre intentás humillarme?
—No intento humillarte, sonso. Solo intento que te liberes un poco, que aceptes lo que te gusta, sin prejuicios. Sufrí mucho por culpa de los prejuicios, y ahora que los dejé atrás me siento mejor que nunca. Me gustaría que te sientas igual que yo… y vos también, Yamila.
Mientras conversaban Paulina saltó a la acción con uno de los primos de Malik, el tipo empezó a darle por la concha apenas ella se desnudó. La fiesta seguía y se estaba poniendo cada vez más candente.
—No aguanto, más Silvana —dijo Dalina—. Quiero que me metan una buena pija. ¿Ya puedo hacerlo?
—Ay, sí… dale tranquila. Desde acá puedo ver perfecto…
Dalina se puso de rodillas sobre una silla, apuntando el culo hacia su marido, como si quisiera que él viera de cerca el momento en que uno de los primos de Malik la penetró.
—Uf… qué delicia. Esta pija es fantástica. Lo siento, Silvio… perdiste la apuesta, y salí ganando yo.
Silvio se movió en la silla, intentando soltar las ataduras. Refunfuñó, pero no se le entendió nada.
—Tranquilo, Silvio —dijo Silvana—. Solo le tienen que meter cuatro pijas. Una menos. Quedan tres. Y vos, Yamila… ¿de verdad no te encantaría tener una de esas vergas bien metida en el culo?
—No digas boludeces, Silvana —chilló Renzo—. ¿Por qué a mi hermana le gustaría el sexo anal? Ella no hace esas cosas. Decile, Yami… decile que vos no hacés eso. —Su hermana guardó silencio y bajó la cabeza—. ¿Yamila?
—Renzo, mientras te pasabas horas jugando con mi computadora ¿nunca se te ocurrió mirar los archivos?
—No. Yo no me meto en tu vida privada.
—Oh, qué buen chico. Pero si lo hubieras hecho, sabrías de lo que hablo. Tengo muchas de tus fotos, Yamila. Me encantan. En especial las que publicás en internet.
—¿En internet? Ahí solo sube fotos en bikini… —dijo Renzo.
—Esas son solo imágenes promocionales. ¿No es cierto, Yamila? Las que vendés… uf… esas sí que valen la pena. —Se acercó y le habló al oído mientras le acariciaba el vientre—. Me calientan un montón. Me hice un montón de pajas mirándolas. Hace rato que te tengo ganas. Ya no tiene sentido ocultarlo.
—Vos… ¿te querés acostar conmigo?
—Sí. ¿Y te gustaría hacerlo conmigo?
—¡Por supuesto!
—¡Yamila!
—Perdón, Renzo. Perdón, sé que estuve mal. Es tu novia. No debería haber dicho eso. Olvidate de lo que dije, Silvana.
—No me olvido nada. Tu hermano no puede controlar con quién me acuesto. Es mi novio, no mi dueño. Si quiero coger con alguien, lo voy a hacer. Ese es nuestro acuerdo actual. Que no se te olvide, Renzo.
—Pero… pero… nunca dijiste que mi hermana también iba a formar parte de esto.
—¿Y por qué te querés acostar conmigo? —Preguntó Silvana, ignorando por completo a su novio.
—Porque… porque siempre quise probar el sexo con una mujer… y vos sos la mujer más linda que conozco. Yo también tengo todas tus fotos. Me encantan. Y creo que eso puedo hacerlo, pero lo de tener sexo anal con ellos… no sé, no me animo. Me da vergüenza. Sé que debo la apuesta, pero…
—Tranquila, mi amor —Silvana la besó en la mejilla—. Estás nerviosa porque sería tu primera vez con vergas de verdad. Es entendible. Pero cuando estés bien caliente quizás cambies de opinión. Vení, vamos a la pieza… ahí vamos a estar más tranquilas.
—Ay, no seas así, Silvana. Yo quería ver un poco de sexo lésbico —dijo Dalina.
—Dame un chupón en la concha —Dalina obedeció, lamió la vagina y chupó fuerte el clítoris—. Es para que no me extrañes tanto. Y si querés ver sexo lésbico, pedile a ellas que tijereteen un rato. Acá no hay una que no haya probado concha… bueno, a excepción de Yamila; pero ahora mismo vamos a remediar eso.
Mientras Silvana y Yamila se dirigían hacia la pieza, Paulina se acercó a Sonia y ésta le abrió las piernas para que empezara a chupársela. El primo de Malik que estaba con ella también se debatía para darle acción a Norma y a Sandra. Iban rotando como podían. Dalina ya estaba recibiendo la segunda pija. Silvana se sentía orgullosa de la fiesta, en la calle sonaban las bocinas y los festejos de la gente. Era el mejor clima para festejar.
Desnudar a Yamila fue una tarea sencilla, la chica aseguró que no le daba vergüenza que su cuñada la viera desnuda, al contrario, le gustaba. Después se acostaron juntas en la cama y comenzaron a charlar sobre las pajas que se dedicaron mutuamente. Mientras hablaban, Silvana le acariciaba los pezones y las piernas. Hasta que de pronto, la besó.
Yamila no opuso resistencia, dejó que la lengua de Silvana explorara dentro de su boca. Cuando recibió un dedo en la concha, separó las piernas. Luego de besarse durante unos segundos Yamila dijo:
—Estoy lista. No aguanto más. Necesito… necesito chuparte la concha.
—Uy, ¿querés empezar vos? Eso me sorprende. Dicen que las tímidas son las más putas.
Yamila soltó una risita.
—No sé si seré muy puta, pero sé que soy muy pajera. Y ya me cansé de solo hacerme la paja. Quiero coger con personas.
—¿Escuchaste, Renzo? —Su novio estaba parado en la puerta, mirando toda la acción—. Dejá de ser tan vigilante con tu hermana. ¿Cuánto tiempo más tiene que pasar sin acostarse con nadie? ¿Sabías que ella no lo hace solo porque a vos te molesta? Debería darte vergüenza. Con tus prejuicios sobre el sexo le estás jodiendo la vida a tu hermana.
—Perdón, yo no sabía…
—Dale, Yami. Chupame la concha.
Silvana se abrió de piernas y Yamila no lo dudó, se lanzó como si lo hubiera hecho mil veces. Se notaba la voracidad por probar el sexo femenino. Empezó a lamer esa concha como lo había visto en tantos videos porno. Silvana soltó un gemido, para alentarla a seguir.
—Uf… sí, esto es fantástico. Me encanta, cuñadita… me encanta. Vos y yo vamos a tortear un montón.
—¿Alguien dijo tortear?
Silvana miró a la puerta, Renzo ya se había ido y allí estaban Rocío y Karina, completamente desnudas.
—Uy, chicas… me encanta que hayan venido, pero… no sé, es la primera experiencia de Yami y ella es algo tímida.
—Tenemos mucha experiencia con lesbianas primerizas —aseguró Rocío—. ¿Qué decís, Yami? ¿Podemos participar?
Yamila las miró y sonrió.
—Son muy lindas. No las conozco, pero ya me caen bien. ¿Ustedes son lesbianas?
—¿Que si somos lesbianas? —Dijo Karina—. Estamos casadas. Y hace rato que no participamos de una fiestita lésbica. Ya venía tocando.
—Uf… me da un poquito de vergüenza, pero… dios… llevo tantos años aguantando las ganas de coger que ya no me importa. Quiero debutar a lo grande.
Silvana, Rocío y Karen se aseguraron de darle a Yamila el mejor debut lésbico que pudiera imaginar. Todas se turnaron para ofrecerles su concha mientras otra se la chupaba a ella. La primera en probar sus jugosos labios vaginales fue Silvana, no podía ser de otra manera. Se la chupó lo mejor que pudo, pero después Rocío le demostró lo que puede hacer una auténtica lesbiana. Yamila quedó boca arriba, chupándole la concha a quien se sentara sobre ella mientras otra se la chupaba. Después de un rato Silvana llamó a Paulina y dijo que le dé otra concha a probar a Yamila. Se sentó sobre ella y después fue a pagar los servicios dándole una linda chupada.
Y eso no fue todo. También entraron Norma, Silvana, Dalina y Sonia. Todas se hicieron chupar la concha por Yamila, quien ya se se sentía una auténtica lesbiana, y todas probaron sus deliciosos labios vaginales.
Yamila tuvo varios orgasmos y cuando pidió una tregua miró a las mujeres, que estaban todas en la habitación mientras los hombres recuperaban energías y les dijo:
—Me encanta meterme dildos por el culo. Pero no cualquier dildo. Sino de los que son grandes. Bien grandes.
—¿Tan grandes como la verga de Malik? —Preguntó Paulina.
—Nunca probé uno tan grande; pero sí como las vergas de los primos.
—¿Y no te dan ganas de probarlas? —Esta vez la que preguntó fue Norma—. Yo también era muy tímida, nena. Y estaba atrapada en un matrimonio aburrido. Los días más felices de mi vida empezaron cuando probé la pija de Malik. Te aseguro que no te vas a arrepentir.
—Por favor, no… —Renzo entró a la habitación. Venía del departamento de su novia, se había pasado los últimos minutos examinando todas las carpetas con imágenes. Su corazón se rompió al ver a su hermana montando inmensos dildos. Ya no podía decir que todo fuera una vil mentira de Silvana. Era real. Yanina parecía tener una fascinación con el sexo anal—. Yami, vos no sos así…
—Intenté ser lo que vos querías que fuera —respondió Yamila—. Lo siento mucho, Renzo. Ya no puedo vivir así. ¿Sabés lo mucho que me cuesta relacionarme con gente?
—Sí, lo sé, pero…
—¿Y sabés a qué se debe eso? A que todo el mundo, hombres y mujeres, me miran con ganas de cogerme. Cada vez que estoy al lado de una persona puedo sentir sus ojos en zonas indiscretas. Y eso me pone mal, porque vos siempre me metiste en la cabeza que yo tenía que ser una chica ejemplar, pura y casta. Y es porque vos no sos capaz de disfrutar del sexo. Mirá la increíble novia que tenés. Tendrías que vivir con la pija dura y con ganas de cogerla todos los días. Pero no… ella te tiene que estar suplicando para que quieras coger. Admitilo, Renzo. El sexo no te gusta. Y durante mucho tiempo yo creí que me pasaba lo mismo que a vos, hasta que empecé a experimentar con los dildos. Ahí descubrí que me apasiona el sexo anal. Quiero hacerlo de verdad. Te guste o no, ya no me importa. Esto lo hago por mí. —Yamila se puso en cuatro sobre la cama—. Estoy lista para pagar la apuesta.
—¿Y lo vas a disfrutar? —Preguntó Silvana.
—Muchísimo.
Paulina se acercó llevando sujeto de la verga a uno de los primos de Malik, el de las rastas. El tipo estaba muy entusiasmado. El culo de Yamila esperaba por él. Silvana le puso abundante lubricante y Paulina hizo lo mismo con la verga del senegalés. Cuando el tipo apoyó la cabeza de su miembro en la entrada del culo, todos miraron expectantes. Algunas de las mujeres se acariciaban la concha.
Para sorpresa del senegalés, la verga comenzó a entrar con mucha facilidad. Miró a sus primos y, en francés, les comentó que ese culo estaba muy dilatado. Malik les contó la afinidad que sentía Yamila por los dildos grandes y ahí pareció surgir un amor a primera vista.
—Yamila —dijo Malik—. Los tres están preguntando si querés ser la novia. Ya te adoran.
—Que me muestren como cogen, y si lo hacen bien… me tienen entregada de por vida.
Malik tradujo y sus primos aplaudieron. Aceptaron el desafío. Dos de ellos se pusieron delante de Yamila y le dieron verga para chupar. Ella las aceptó de buena gana, comenzó a mamar mientras la verga de su culo iba entrando cada vez más.
Renzo observaba toda la secuencia como si su vida se estuviera acabando.
Cuando la verga entró lo suficiente como para mantener un buen ritmo de penetraciones, Yamila gimió de gusto. Esto hizo que todos los presentes aplaudieran y celebraran su debut como puta amante de las pijas grandes.
El de las rastas le dio por el culo sin misericordia, a la pobre chica parecía que se le iban a salir los ojos con cada embestida; pero las aguantó y se notaba que las estaba disfrutando.
—Carajo… esto es mucho mejor que un dildo. ¡Qué rico!
—Me encanta que te hagas amiga de ellos —comentó Silvana—. Te podrían ayudar a mejorar el contenido porno que vendés.
—¡Hey, es cierto! No había pensado en eso.
—Y además, ahora que tu hermano ya lo sabe, podés hacerlo sin ocultarlo.
—Sí, ya no lo escondo más. Con eso gano muy bien, y con la ayuda de los primos de Malik… ay… uf… dios…. ah…
—Tranquila, ya habrá tiempo de discutir sobre negocios. Ahora disfrutá… ahí viene tu segunda verga.
El de las rastas le cedió el lugar a otro de sus primos, quien aprovechó la dilatación de Yamila para hundirle la verga hasta el fondo del culo. Ella soltó un chillido entre gracioso y erótico. La gente volvió a aplaudir.
—Bueno gente, que esto es una orgía —anunció Silvana—. No quiero ver a nadie sin coger. Y vos, Renzo. ¿Querés participar?
—No. Creo… creo que Yamila tiene razón. No entiendo por qué a ustedes les gusta tanto el sexo. A mí hasta me aburre.
—Cuando Osvaldo te dio por el culo parecías estar disfrutando.
—Puede ser, pero eso pasó porque era una experiencia nueva. Lo hice por segunda vez para entender si realmente me gustaba. La segunda vez estuvo bien, pero no tanto como la primera. Y hace poco volví a probar. Dos… no, tres veces más. Y a la última ya me empezó a resultar monótono. Aburrido. Está bien, Silvana, lo voy a decir delante de todos. Acepto que tengas otros amantes. A mí el temita sexual no me interesa y sé que para vos es importante. Lo disfrutás mucho. Yo solo quiero que seas feliz.
—¿Ven? Por eso Renzo es un buen novio —Silvana lo besó en la boca—. Se preocupa por mi felicidad. Esta es la última parte de nuestro contrato. Vamos a estar juntos como pareja, pero del aspecto sexual se van a encargar otros. En especial vos, Malik.
Se acercó al senegalés y lo besó en la boca.
—¿Ahora Malik va a ser tu amante predilecto? —Preguntó Karina.
—No exactamente. Con mis amantes nunca logré una afinidad que fuera más allá del sexo. Pero con Malik… —sonrió de oreja a oreja—. Vos sos mi mejor amigo.
—Uy, fuiste negrito —dijo Paulina—. Ya te metieron en la “friendzone”.
Todos estallaron en risa, hasta Renzo sonrió.
—Es una friendzone con derecho a roce —aclaró Silvana.
—Y es exactamente donde quiero estar —aseguró Malik.
Alzó a Silvana y la cargó sobre su hombro. Volvieron al living mientras ella pataleaba y se reía. Él se sentó en el sofá y ella, mientras lo besaba en la boca, fue metiéndose toda la verga en la concha. Esa penetración no fue como las demás, porque con esto estaba sellando su contrato de convivencia y amistad. Era el comienzo de una nueva era.
Y para celebrar esto, todos los integrantes de la fiesta (a excepción de Renzo y Silvio) se acomodaron donde pudieron para coger con quien estuviera a disposición. Durante unos minutos Osvaldo fue el único hombre disponible para varias mujeres. Al pobre casi lo dejan seco. Solo le dieron una tregua cuando Yamila liberó a uno de los primos de Malik, pero se quedó con los otros dos.
—Tu hermana ya sabe lo que es la doble penetración —comentó Dalina.
Ella venía de la habitación y había visto cómo le daban entre dos a Yamila, los demás solo escucharon los gemidos de la chica, que eran los más potentes del departamento.
Renzo no dijo nada. Se limitó a sentarse en una silla y a mirar toda la acción del living, sin intervenir de ninguna manera. Tenía muchas cosas para acomodar en su cabeza.
—Hey, nena… a ver si largás un poco a Malik —protestó Dalina—. Que todas queremos un poco de esa pija.
—Sí, tenés razón, pido perdón —dijo Silvana—. Me dejé llevar por la emoción. Vení, futura mamita, te chupo la concha mientras él te la mete por el orto.
—Eso sí me gusta.
No tardaron ni dos minutos en adoptar esa posición. Silvio insultó desde su silla, no se entendió lo que decía, pero se notaba su bronca al ver cómo esa enorme verga se metía en el culo de su esposa. Silvana se encargó de darle una buena chupada de concha, y no fue la única. Rocío y Karen aseguraron tener un morbo especial con las embarazadas, así que no perdieron la oportunidad de chuparle las tetas. Después se turnaron para comerle la concha.
Cuando Paulina empezó a chuparle la concha a su mamá, nadie hizo un comentario. Por supuesto que todos sabían que eso era un acto incestuoso; sin embargo en el piso 19 todos eran cómplices. Si una madre y una hija querían tener sexo lésbico, entonces lo respetarían… porque ahí todos tenían algún temita tabú que los calentaba de alguna manera especial.
Sonia dio rienda suelta a sus deseos lésbicos. Probó cuanta concha encontró disponible. Incluso fue a buscar a Yamila a la habitación e hizo un 69 con ella mientras un primo de Malik se la metía por el culo.
Yamila se centró únicamente en las vergas de los primos, no porque le disgustara la de Malik. Solo quería dejarse esa para otro día. Silvana le prometió que harían un buen trío con Malik en cuanto tuvieran la oportunidad.
La que sí probó la pija de Malik por todos sus agujeros fue Sandra, y lo hizo después de anunciar que ya era la novia de Sonia. No podía creer que hubiera empezado una relación lésbica a esa edad… y mucho menos que pudieran participar en una orgía juntas. Cuando la verga de Malik estuvo en su culo, fue la propia Sonia quien volvió de la habitación para chuparle la concha.
—¿Y cuál es tu fantasía, Dalina? —Preguntó Rocío.
—Uy, sé que es medio zarpado pero… siempre quise probar un bukake.
Silvio se puso como loco, comenzó a sacudirse en la silla. Tuvieron que sujetarlo para que no se cayera.
—Entonces vamos a cumplirte el sueño —aseguró Silvana.
Pusieron a Dalina de rodillas en el centro del living y llamaron a todos los hombres. La rodearon enseguida. Para darle ánimos, Silvana se arrodilló detrás de ella, apoyándole las tetas en la espalda.
—Abrí grande esa boquita, hermosa…
Dalina lo hizo justo cuando la primera eyaculación saltó contra su cara, al instante hubo otra… y otra… y otra. Todas las vergas empezaron a escupir abundante semen. Su rostro quedó cubierto de ese líquido blanco y espeso que comenzó a fluir hacia sus tetas. Se metió todas las vergas en la boca al menos una vez, para recibir allí las últimas descargas de semen. Las fue tragando una por una.
Cuando la secuencia de eyaculación terminó, Dalina dijo…
—Mirá amor, estoy haciendo ese tratamiento con cremas que tanto me pedías… ese para evitar las estrías del embarazo. Dicen que el semen es muy bueno para la piel.
Silvana se encargó desparramar todo el semen sobre la panza de embarazada de Dalina, mientras le besaba el cuello y le lamía la leche que le quedó en las mejillas.
Para darle tiempo a los hombres a recuperar fuerzas, el siguiente tramo de la orgía fue puramente lésbico. Yamila volvió de la habitación y se sumó a la fiesta del living. Hicieron bromas sobre que Malik iba a tener que tirar a la basura la alfombra, porque quedaría llena de flujos. Él aseguró que había comprado una alfombra sintética y fácil de lavar, justamente por eso.
Los hombres no tardaron mucho tiempo en volver a sumarse a la diversión, les bastó bajar algunas botellas de cerveza bien frías para tener las pijas duras otra vez y listas para la acción.
El descontrol era total y absoluto. Todo el living estaba lleno de cuerpos que se entrecruzaban. No era raro ver una mujer recibiendo una verga por uno de sus agujeros mientras le chupaba la concha a otra.
En un momento Silvana se acordó de Silvio. Vio que el tipo aún tenía una potente erección que parecía estar a punto de romperle el pantalón.
—¿Estás caliente conmigo, Silvio? —Silvana meneó su cadera e hizo un bailecito sensual rozando sus nalgas contra el bulto del hombre atado—. ¿Querés que te chupe la pija? —Esto se lo dijo mirándolo a la cara mientras le sostenía el mentón. Con la otra mano le agarró el paquete—. Eso lo puedo hacer… y sé que te morís de ganas. Pero para que yo la chupe, vos vas a tener que hacer lo mismo. Vení —llamó a uno de los primos de Malik, él se acercó de inmediato, intuyendo cuál era la idea de Silvana. Ella le agarró la pija, la chupó un poco y luego volvió a mirar a Silvio—. Te voy a quitar la mordaza. Si decís una sola palabra, te la vuelvo a poner… y se acabó el trato. En cambio, si sos obediente, te voy a hacer el mejor pete de tu vida.
Dalina miraba toda la secuencia desde el sofá, ya tenía la pija de Malik metida en el culo otra vez y se estaba masturbando a toda velocidad.
Le sacó la mordaza y al instante Silvio dijo:
—Si creés que me vas a manipular como al pelotudo de tu novio, te equivocás. Puta de mierda. Sos una hija depffjjjjfffff…
Silvana volvió a ponerle la mordaza.
—Oh, es una pena. Siempre tan ortiva vos. Te perdiste la oportunidad de participar en una orgía con un montón de mujeres hermosas, solo porque sos un amargado de mierda.
—Después no vengas a quejarte de que no te incluimos —dijo Dalina, mientras gozaba de la verga de Malik.
Para no dejar a Silvio atado durante tanto tiempo, Malik y Osvaldo lo trasladaron (con silla y todo) hasta su departamento. Allí lo liberaron y cerraron la puerta con llave, para que no pudiera salir. Eso lo hicieron porque Dalina se los pidió, aseguró que sería la única forma de evitar que Silvio les arruinara la fiesta. Eso y dejarlo sin celular, para que no cometiera la estupidez de llamar a la policía o algo así.
La orgía continuó hasta que todos los participantes quedaron cubiertos de sudor y las mujeres además tenían semen en su piel. Paulina y Yanina fueron a darse una ducha refrescante. Silvana ofreció su departamento para quien quisiera bañarse y Sonia hizo lo mismo. De un momento a otro el pasillo del piso 19 se transformó en un desfile de personas desnudas que iban y venían… y a veces se detenían en algún punto para coger. Negros penetraban conchas y culos y mujeres se comían las conchas mutuamente. Al ver esa secuencia Silvana tuvo una epifanía: quería que su vida de ahora en adelante fuera así. Que el piso 19 se transformara en un punto de reunión para todos los que estuvieran invitados a coger. Y que pudieran venir cuando se les diera la gana.
—Bueno… se terminó el mundial —dijo Renzo, abatido—. Al menos ahora podemos volver a la rutina.
—La rutina me oprime —respondió Silvana—. Quiero vivir sin saber qué voy a hacer mañana. Quiero vivir sin reprimirme. Quiero vivir en libertad.
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A pesar de la increíble orgía en la que había participado, para simbolizar su completa liberación, había cosas de su rutina diaria que no podía (ni quería) dejar atrás. Le costó un poco levantarse, pero debía ir a trabajar. Incluso en la oficina podía vivir aventuras sexuales de lo más atrevidas. Quizás Rogelio y José le darían una buena dosis de doble penetración en algún momento de la mañana. Eso le dio fuerzas para salir de la cama.
—Hola Osvaldo, buen día —saludó Silvana al entrar al ascensor—. ¿Venís de la terraza?
—Sí, estaba chequeando el tanque de agua.
—Ah, muy bien…
Se hizo silencio mientras bajaban, el hombre miró la corta minifalda que Silvana se había puesto para trabajar, pero no movió ni un dedo. De pronto ella detuvo el ascensor.
—¿Pasa algo, Osvaldo? A esta altura yo ya debería estar empalada por tu pija.
—Oh, perdón Silvana. No entendí que… em… es que Renzo me contó que ya arreglaron sus diferencias de pareja… y creí que me lo decía para que yo no me involucre más. Creí que sería de mala educación hacer algo sin que usted me diera permiso.
—Ah, ya veo. Mirá, Osvaldo… si Renzo te lo dijo con esa intención, me da igual. Él podrá ser mi novio, pero no me satisface sexualmente. Y a mí me encanta tu pija. Vos siempre tenés mi permiso. Que eso te quede bien claro. Ahora te doy permiso para que no pidas permiso. Si un día querés meterme la pija, lo hacés y ya. ¿Si querés que te la chupe? Me la metés en la boca. Si querés romperme el orto… me lo rompés. No me pidas permiso. Me gusta que me cojan sin previo aviso. Y ahora… pegame una linda cogida, me vendría bien un polvo mañanero, uno de esos que mi novio no es capaz de darme.
Silvana se bajó la tanga y apoyó las manos contra la pared del ascensor. Osvaldo no dudó, fue con su pija erecta a meterse por la concha de esa hermosa mujer y empezó a darle duro.
—Uf… si hay una cosa que me gustaría volver rutina es esto, Osvaldo. Me encantaría que me des una buena cogida todas las mañanas, antes de ir al trabajo. ¿Puede ser?
—Cuente con eso, Silvana. Yo encantado.
—Aprovechá que ya no cierro el departamento con llave. Podés entrar a cogerme cuando quieras. Y probablemente puedas hacer lo mismo con Sonia y su amiga Sandra… o Yamila, cuando venga a visitar a los primos de Malik. O con cualquier chica que invitemos al piso 19. Solo tenés que encargarte de que no entren curiosos y personas no autorizadas.
—Cuenten conmigo para eso. Un técnico de ascensores me ofreció un sistema de botones activados por huella digital. Solo lo pueden presionar quienes estén autorizados. Podemos ponerlo en el piso 19.
—Me encanta la idea, y por el dinero no te hagas drama, Malik y yo podemos pagarlo. Dios… sí… uf, qué linda forma de arrancar el día. Con una buena pija en la concha. Uf… el piso 19 se tendría que llamar 69 de ahora en adelante.
—No hay 69 pisos en el edificio, Silvana.
—Ay, Osvaldo… no cambies nunca.
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El pasillo del piso diecinueve parecía un salón de cumpleaños. Estaba lleno de globos, guirnaldas y carteles dándole la bienvenida al que sería el nuevo inquilino. Dalina le había comentado a Silvana que en el parto hubo un pequeño inconveniente, pero que el bebé estaba bien… pronto estarían regresando a casa.
Todas las personas que participaron en la orgía estaban reunidos allí por un motivo totalmente diferente.
En cuanto la puerta del ascensor se abrió y vieron a Dalina, comenzaron a aplaudir. Ella entró en silla de ruedas, para facilitar su traslado. Silvio la empujaba detrás. La cara de ese tipo puso en alerta a los presentes. Había genuino odio en sus facciones. Sus ojos lanzaban relámpagos que parecían capaces de fulminar a cualquiera. Los vítores y aplausos se fueron enmudeciendo de a poco y el pasillo fue invadido por un silencio sepulcral. Cuando vieron el bebé, todos entendieron por qué Silvio estaba tan enojado.
El niño era tan negro como Malik.
—Pero… pero ¿cómo? —Preguntó Silvana—. Si vos ya estabas embarazada cuando Malik se mudó. ¿O acaso el embarazo era mentira?
—No era mentira —respondió Silvio, con los dientes apretados—. ¿Quién creés que le mostró el departamento al negro ese? ¿Quién creés que lo convenció de mudarse justo frente a nuestra casa? Ahora entiendo todo. No sé cómo pude ser tan estúpido y no verlo antes.
Otra vez silencio. Dalina estaba tan avergonzada que no abrió la boca. Sostenía al bebé entre sus brazos y no se animaba a hacer contacto visual con nadie.
—Prometo que me voy a hacer cargo —dijo Malik, poniéndose de rodillas para tomarle la mano a Dalina—. Si querés te podés mudar conmigo.
—¡Soltala! ¡No la toques! —Silvio lo empujó.
Silvana tuvo que intervenir con ayuda de Osvaldo que separó a los dos hombres que parecían dispuestos a romperse la cara mutuamente.
—¡Es mi hija! —Gritó Silvio.
—No van a pelear frente al bebé, pelotudos —dijo Silvana—. Entonces, Silvio… ¿vos querés seguir con Dalina, y criar al bebé?
—Por supuesto. Es mi esposa. Cualquier problema que haya, lo solucionaremos juntos.
Eso conmovió a Silvana. Silvio le parecía un imbécil la mayor parte del tiempo, pero a pesar de ser un cornudo y que su hijo claramente no fuera su descendencia biológica, quería hacerse cargo.
—Bien, eso lo respeto mucho. ¿Y vos qué querés hacer, Dalina? Y sí, te estoy preguntando si preferís vivir con Malik o con Silvio.
—Con Silvio —respondió Dalina, sin pensarlo mucho—. Lo siento, Malik. Sos un buen tipo, pero no creo que puedas ser un buen padre —el senegalés bajó los hombros, ya no parecía el hombre fuerte y decidido de antes—. Me gustó tener una aventura con vos, la necesitaba. Pero ahora tengo que pensar en el futuro de mi hijo. Si me casé con Silvio es porque alguna vez lo amé… y porque consideraba que podía ser el padre de mis hijos. Quiero empezar de nuevo con él, desde el principio. Dentro de un par de días nos vamos a mudar. Va a ser lo mejor para todos.
—Yo… puedo pasarles dinero todos los meses.
—No queremos nada de vos —insistió Silvio—. Solo te queremos fuera de nuestras vidas. Ya le hiciste suficiente daño a nuestro matrimonio.
Silencio incómodo. Nadie se animó a hacer contacto visual con los afectados.
Silvio condujo la silla de ruedas hacia su departamento. Antes de entrar, Dalina le agarró la mano a Silvana.
—Es una nena —le dijo—. Se va a llamar Silvana. Gracias por todo. Fue lindo mientras duró —Silvana entendió que eso lo estaba diciendo más para Malik que para ella—. No te guardo rencor por nada. Todo lo que hice lo hice a conciencia. Vos no tenés la culpa. Me apena mucho que las cosas hayan terminado así.
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Silvio y Dalina se mudaron al otro día. Ni siquiera se llevaron sus muebles. No se despidieron de nadie. En el piso 19 se enteraron de que el departamento estaba vacío porque Osvaldo lo comentó. Unos días después Malik alquiló ese departamento, para que sus primos pudieran instalarse allí. Ninguno quería volver a Senegal y él ya estaba harto de aguantarlos.
—Ponen música todo el día y no paran de tomar cerveza —le comentó a Silvana, mientras yacían desnudos en la cama del senegalés.
—Mirá quién se queja del bullicio —Silvana tenía la cabeza apoyada en su pecho y le acariciaba la verga flácida, esperando a que se pusiera dura otra vez.
Ya habían tenido una fuerte sesión de sexo vaginal, ahora ella quería que le den por el culo. Ya tenía el plug puesto, para obtener la dilatación necesaria.
—Hasta yo tengo un límite.
—¿Y no te gustaría tomarte unas vacaciones? El asunto del bebé te pegó mal, se nota. Te vendría bien despejarte un poco, poner tus ideas en orden. Pasarla bien. Estoy planeando un viaje a Grecia, con Vanina Marchetti… y vos estás invitado.
—Mmm… interesante. Lo voy a pensar.
—Mientras lo pensás, podés darme por el orto.
La verga de Malik ya se había puesto bien dura otra vez. Silvana se puso en cuatro sobre la cama y retiró el plug anal. A pesar de su gran tamaño, la verga entró con suma facilidad. Hizo suspirar a Silvana, porque siempre la primera penetración la siente como si la estuvieran partiendo al medio. Después de unas cuantas embestidas se acostumbra.
Malik la tenía sujetada de los pelos y le estaba dando duro cuando Renzo se asomó por el balcón.
—Amor, ¿vamos a comer algo?
—Uy… uff… ahora estoy comiendo pija —dijo ella, sin mirarlo. Todo su cuerpo se sacudía con las potentes embestidas del negro—. Pedí unas pizzas, yo las comeré frías. No me esperes despierto, acá tengo para rato.
—Está bien, igual no pensaba dormir. Hoy tengo un torneo de League of Legends con mis amigos.
—Que bueno, amor… pasala lindo… ay, sí… metemela así… uf… cómo me gusta. Dame fuerte. Ah, Renzo… comprá varias pizzas, que alcance para Malik y sus primos. Ellos van a venir dentro de un rato y me van a garchar toda la noche. Seguramente después van a tener hambre. Ahora están en su departamento, metiéndole pija a la puta de tu hermana. Uff… cómo coge esa pendeja. Ya se volvió adicta a las vergas grandes. Nos van a dar de lo lindo a las dos juntas. Divertite con el jueguito. Nosotras tenemos una noche larga y venosa por delante.
Renzo se quedó mirando durante unos segundos y después volvió al departamento de Silvana para encargar las pizzas.
———————————
—¿Cómo que te vas de viaje?
—Son solo unos días, Renzo.
Silvana estaba armando su valija y su novio, de pie en la puerta de la habitación, no sabía cómo hacer para detenerla.
—¿Me estás jodiendo, Silvana? Ahora que arreglamos nuestra relación.
—Esto es parte de nuestra relación, Renzo. Somos pareja, pero también podemos hacer cosas solos. Mirá el lado positivo, tenés sesenta días el departamento solo para vos. Y ni siquiera tenés que limpiar, le pagué a Osvaldo para que lo hiciera. Vas a vivir como un rey. Invitá a quien quieras a coger… si querés cogé con Osvaldo. Me da igual.
—No quiero invitar a nadie, yo…
—Ya arreglé todo con Vanina. El avión sale esta noche. Pero no creas que soy tan egoísta —lo miró con una sonrisa—. También pensé en vos. Abrí el ropero, te traje una sorpresa.
Renzo se acercó con miedo, como si del ropero fuera a saltar un monstruo para arrancarle la cabeza. Lo abrió y se encontró con dos cajas envueltas con un moño rojo. No tuvo que abrirlas para saber de qué se trataba. El producto estaba impreso claramente en las cajas.
—¿Esto… es en serio?
—Sé que apostaste con Malik porque querías comprarte algo. Pensé que querías una computadora nueva, solo para vos; pero también se me ocurrió que podías preferir una PlayStation 5. Así que le pedí a Vanina que te comprara las dos cosas. Tenés dos meses para disfrutar de eso sin que la rompepelotas de tu novia te moleste. Y yo me voy a Grecia. Sí, voy a coger un montón, con mucha gente. Pero ya tenemos hablado ese tema. ¿No te parece que los dos salimos ganando?
Renzo sonrió. Se lanzó sobre Silvana y la besó en la boca.
—Sos la mejor novia del mundo.
—No, Renzo. Soy una de las peores novias del mundo. No sé por qué estás conmigo.
—Yo tampoco soy el novio perfecto. Creo… creo que estamos juntos porque aprendimos a tolerar nuestros defectos. Estamos aprendiendo a convivir con eso.
Ella volvió a besarlo.
—Entonces ¿vas a estar bien?
—Ahora sí. Me alegra saber que no pensaste solo en vos. Y si te soy sincero… prefiero unas vacaciones viviendo en este depto, con la Play y la compu, antes que viajar a una isla en el medio de la nada.
—Lo sé, por eso no te invité. Sé que para vos sería una molestia. Y te recuerdo que, de verdad, no me molesta si invitás a alguien a coger. Entiendo que no sos tan sexual como yo, pero… alguna vez le comerás la pija a Osvaldo, ¿cierto? —Ella lo besó apasionadamente—. Si te da por el culo, mandame video. Me encanta verlo. Lo que más me calienta de vos es verte cogiendo con tipos. No sé por qué…
—Te prometo que si llega a pasar, te vas a enterar. Y vos mandame los videos que quieras.
—Pensé que no te gustaban, que te hacían poner mal.
—Sé que a vos te gusta mandarmelos, eso es suficiente.
—¿Ves? Por eso sos un buen novio. Te voy a traer algún lindo regalito de Grecia.
—A menos que te fugues con Malik y no vuelvas más.
Silvana soltó una risotada.
—Si te soy sincera, Malik me calienta un montón, pero nunca lo tendría de novio.
—¿Por qué no? Parece ser el tipo perfecto para vos.
—Sí, pero es muy mujeriego… y a mí me gusta ser el centro de atención. Sé que cuando vos pensás en alguien, esa persona soy yo. —Lo besó una vez más en la boca—. Te amo, Renzo. Gracias por aceptar mis locuras.
FIN
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