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Mi esposa, la puta del edificio - Parte 14 (fin)

Al otro día me desperté sintiéndome tan descansado y tan bien. La cama era tan cómoda. Abri un poco los ojos y ya había salido el sol, tan brillante, no se me acomodaba la vista, asi que los cerré de nuevo y me dije que iba a remolonear un rato mas, que importaba. Me quise estirar y despabilar los músculos y no pude. O no se si pude, en mi estado medio somnoliento yo estoy seguro que quise pero no se si lo hice, no se sintió igual que siempre.

Ni sabía que hora era pero, igual, cerré los ojos de nuevo y me volví a dormir un ratito mas. Estaba tan linda la cama.

Al rato escuché la voz de Mariana, suavecita como tantas otras veces, despertándome al lado en la cama, "Mi amor... mi vida... despertate mi vida..."
Abrí los ojos y la vi ahi, cerquita. Me sonrió suave y yo le devolví la sonrisa. No podía enfocar muy bien la vista, todavía estaba medio dormido.
"Ay mi amor... si... si... hola mi vida, hola, hola...", me dijo con la voz quebrada y la vi que se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas. Que le pasaba?

Le quise contestar y no pude, tenía la garganta seca. Quise tragar y tampoco pude de lo seca que la tenía, me dolía. Sentí que Mariana me tocaba el brazo y me acariciaba. Que linda sensación. "No hablés, mi amor, no hablés... quedate tranquilo, si? Está todo bien... no te preocupes. No estás en casa, pero no te preocupes...", me dijo.

Empecé a mirar para todos lados y los ojos se me empezaron a enfocar un poco mas, ya no estaba tan dormido. Me empecé a despertar y vi que como ella había dicho no estabamos en casa. Parecía una habitación de hospital. La miré de vuelta a Mariana y la vi mejor, se me estaba despabilando el sueño. Se había cambiado un poco el pelo? Iba a salir?

Mariana me sonrió, secándose las lágrimas de la cara, "Estás en la clínica, Juan Carlos... no te preocupes. Estoy yo aca y ahora viene el doctor Menéndez... el que te estuvo atendiendo. Es un amor, es una eminencia... no te preocupes por nada, si?"
Le dije que si muy suavemente con la cabeza para tranquilizarla porque quise hablar de nuevo y no pude. Si yo estaba bien y ella era la que estaba llorando... para que me decía que no me preocupe?
"Ya te va a contar todo el doctor Menéndez con tiempo, si?", me sonrió, "Que hermoso verte abrir los ojos..."
Le quise decir algo de nuevo y no pude otra vez, asi que movi la mano pero ella me ganó y la tomó, acariciándola, "Vos no te preocupes... ya vamos a hablar nosotros también, si? Tranquilizate... es un tema delicado... pasó un poco de tiempo, mi vida..."

No sabía de que mierda me estaba hablando. Ni sabía por que mierda me había despertado ahi y no en mi cama. De hecho, no sabía por que me estaba despertando con Mariana y no con Soledad, en la cama de ella. Que mierda hice anoche? Tanto tomé? En serio? Habré hecho algo con Mariana de nuevo? Que le iba a decir a Soledad?

Escuché abrirse la puerta de la habitación pero no veía bien todavía tan lejos. Si escuché el vozarrón de un tipo, que llenó la habitación de sonido y casi que me aturde, tenía un tono muy vivo y muy alegre, "JUANCA! Que hace' tio! Que te pasó? Te caíste de la cama? Por fin te despertaste, campeón!"

Vi que Mariana le sonrió al tipo y lo vi acercarse hasta que por fin lo pude ver bien y enfocado. Era un pelado con un bigotón de policía, medio gordo y con una sonrisa de oreja a oreja. Tenía el delantal blanco de médico. Atras de el había otro tipo de delantal azul que no llegaba a ver. Y no pude ver bien porque el tipo de blanco se me acercó a la cara y me puso una luz en los ojos, "A ver che... como andamos? Como te sentís?"
"El es el doctor Menéndez, mi amor...", escuché a Mariana decirme.
Quise contestar algo y no pude, el tipo me seguía mirando a los ojos con la luz y como que me estaba pellizcando el brazo o algo asi.
"Me imagino que te debés sentir como el orrrrrrto... jajajaj...", me dijo el tipo y se rió. Por fin me sacó la luz de los ojos y vi que me sonreía con alegria. Me cayó bien inmediatamente, no se por que, como Valentín lo había hecho en su momento. Me miró unos segundos mientras anotaba algo en una libretita y se sonrió, "Si, ya se, vos no tenés idea quien soy y ni me conocés... pero yo te conozco desde hace casi un año, papá...."

Quise tragar y no pude.

Mariana se fue a hablar unas cosas con Menéndez un poco mas lejos mientras un par de tipos de delantal azul se pusieron a atenderme. Estuvieron asi un largo rato, ni idea que me estarían haciendo, después todos se fueron y me quedé a solas con Mariana. Ahi fue cuando me empezó a contar todo, despacio y con tranquilidad. Teníamos tiempo.

Me dijo que según lo que ella había podido averiguar después, los que me habían atacado eran amigos de Benja. De Jose C. Paz. Aparentemente cuando se corrío la bola que el marido de la novia de Benja lo había cagado a trompadas al villero y lo había mandado al hospital, decidieron vengarse. Benja había quedado arruinado y pelotudo, en silla de ruedas seguramente de por vida gracias a la golpiza de Valentín, y éstos tumberos decidieron cobrarse lo mismo o matar al marido, daba igual. Lo que no sabían era que si bien el marido era yo, el de la golpiza había sido Valentín. Y la ligué yo. En las charlitas de Mariana con Benja ella debe haber deslizado que auto tenía yo y Benja se lo debió haber dicho a su gente. Mariana me pidió por favor que no le cuente ésto nunca a Valentín, porque se moriría de culpable y el no tuvo nada que ver. Y tampoco quería que salte a la luz lo que ella hacía antes de conocerlo.

Me habían salvado Don Julio y otro vecino que entraron corriendo al garage y los espantaron justo. Me llevaron de urgencia al hospital mas cercano del barrio y ahi me tuvieron por dias. Manteniéndome vivo y nada mas. Los médicos de ahi decían que yo tenía muerte cerebral, que no había nada que pudieran hacer. Eventualmente le recomendaron a Mariana que firme los papeles para desconectarme y dejarme ir. Pero ella no se lo tragó y siempre les negó la autorización. Sólo dejaron de joderla cuando los amenazó al hospital y a los médicos personalmente con juicios y demandas hasta el verdadero fondo de sus culos si lo hacían.

Finalmente logró sacarme de ese hospital y llevarme a ésta clínica especializada, moviendo algunos de sus contactos, donde conoció al doctor Menéndez y el a mi, y me empezó a atender desde ese momento. Me dijo que me vinieron a ver todos, inclusive mi hermano que vive en Estados Unidos vino unos dias. Que se turnaban al principio para estar conmigo entre ella, Soledad, Valentín y a veces hasta Miri para hacerme compañia, pero la que mas estuvo conmigo por lejos siempre fue Soledad, sobre todo éste último tiempo.

Para pagar la clínica y mi tratamiento, Mariana vendió mi Mercedes. Me encantaba ese auto y me entristeció oir eso. También se mudó permanentemente con Valentín y Miri al departamento de al lado y empezó a alquilar el nuestro. Gracias a sus contactos y a los contactos petroleros de Valentín, se lo alquilaba temporalmente a altos ejecutivos y abogados de Venezuela, Estados Unidos y Medio Oriente que venían por negocios. Le pagaban ridiculeces en dólares. Lo que ella les pedía.

Sonriendo dulcemente también me contó que había quedado embarazada de Valentín y que tuvo el bebé hace poco. Valentín y Miri le pusieron Héctor, un varoncito. Me mostró las fotos y yo la verdad que me sonreí. De verlos tan felices y de verla a Mariana también feliz como mamá, por mas inusual que sea la situación.

Me dijo que empiece mi recuperación, que ya iba a estar bien pronto y que en cuanto salga de la clínica iba a dejar de alquilar el departamento para que me vaya ahi. Le dije que no con la cabeza, que no hacía falta. Le quería decir que llegado el momento me podía quedar con Soledad en la casa de ella, como venía haciendo, no sabía cómo decirle. Ella nada mas me sonreía.

Me dijo que habían pasado once meses...

Un rato después Mariana se fue y al poco tiempo la vi entrar a Soledad, ya que Mariana le había avisado que estaba por fin despierto. El corazón me dió un salto de alegría al verla, pese que para a mi la había visto nada mas antes de ayer... mi dulce amor. Se largó a llorar cuando me vió, se me abalanzó con cuidado de no lastimarme y me cubrió de dulces besos. No paraba de llorar de la alegría. Yo no podía hablar todavía, me tenían con un tubo, pero ella se quedó conmigo. Se quedó conmigo toda la noche hablándome, acariciándome, contandome cosas. No importaba que. Tan solo quería estar ahi conmigo y hablarme después de tanto tiempo. Yo la escuchaba con una felicidad y un amor en el pecho que me desarmaba. Mi dulce Venus rubia...

A los pocos días yo estaba evolucionando bien y me sacaron el tubo. Menéndez me decía (gritaba, mas bien) que me veía mejor y recuperando. Que pronto iba a empezar a hacer fisioterapia y me iba a sentir mejor. Era de esos tipos que sostenía que la risa era la mejor medicina y siempre me estaba jodiendo, gastándome, contándome chistes o haciéndome fichar con él las gomas o el culo de alguna enfermera. Y la verdad que tenía razón, cada día que pasaba me sentía un poco mejor.

Valentín y Miri vinieron también, y trajeron al bebé Héctor. No lo querían traer antes por temas del nene, que apenas tenía dos meses, pero se animaron y me lo trajeron. Es un nene precioso. Los miraba tan felices con su nuevo hijo, concebido con Mariana, que de alguna forma rara yo lo sentía un poco mio también. O, al menos, responsable que exista ya que yo di mi aprobación a todo.

Tuve también largas charlas con Valentín, que me venía a ver cuando podía. Muy buenas charlas, de hombre a hombre y amigo a amigo. Nunca le dije lo de la confusión de identidad, como me había pedido Mariana. Para el, me habían querido robar el auto y me dejaron asi. Yo decidí dejarlo asi también. Mariana tenía razón. Valentín se hubiese mortificado mal al pedo, y los veía a todos tan felices que tampoco quería empañar eso sacando a la luz las cosas que Mariana hizo conmigo y que le vi hacer. Me parecía ya algo de otro tiempo, de otra vida, no de ésta.

Un tiempo después cumplí años en la clínica. Todos me vinieron a ver, menos Mariana que se disculpó porque estaba atendiendo unas cosas de trabajo  y me mandó saludos. Soledad se quedó horas conmigo hasta que le dijeron de la clínica que se tenía que ir. Como amaba pasar tiempo con ella. Que bien que me hacía.

Esa noche de mi cumpleaños a Menéndez le tocaba también estar ahi a la noche y de repente lo vi entrar a mi habitación raro, como que no quería que lo vea nadie. Se había contrabandeado unas hamburguesas con papas fritas para los dos y lo vi que traía bajo el brazo una botella de whisky y dos vasitos de plástico. Me cagué de la risa y nos quedamos charlando por horas, festejando mi cumple ahi y el haciéndome compañia. En nuestra intimidad y nuestra charla de horas le conté varias cosas de ésta historia, y le pedí por favor que se las guarde y no diga nada. Es un tipazo.

Una vez Soledad estaba conmigo en la sala de fisioterapia mientras yo estaba esperando que vengan a hacérmela. Nada mas charlando y haciéndome compañia. Cuando vio entrar a los enfermeros me despidió con un besote, una sonrisa y rumbeó para irse. Se cruzó con Menéndez que también estaba entrando y el tipo le sostuvo la puerta abierta, de caballero, y le dijo con un tono dulzón, suave y amoroso, "Pero permítame, señorita, buenas tardes, como le va?"
Soledad se le rió y le dejó al pasar una sonrisita de esas absolutamente letales entre sus mechas rubias, "Ay, muchas gracias, que caballero..."
Menéndez le sonrió, "Por favor, faltaba mas... adiós, hasta pronto."
Lo vi a Menéndez quedarse en la puerta para mirarla irse un rato largo y asegurarse que yo vea como el le estaba fichando el culito a Soledad. El fisioterapeuta se me puso al lado y me empezó con los ejercicios cuando Menéndez por fin largó la puerta y vino.
"Che, Juanca", me dijo, "Entre el pedazo de yegua de tu mujer y éste caramelito... sos un gil bárbaro vos, eh? Que hijo de puta!". El fisioterapeuta se entró a cagar de la risa.

Y yo, por fin, también.

Finalmente me dieron el alta luego de un par de meses. Me despedí de Menéndez con un abrazo larguísimo y el hijo de puta me hizo llorar con las cosas que me decía al oído. Me fui con Soledad al departamento nuestro, como lo había pedido Mariana. Al principio se turnaban entre todos para estar conmigo, según sus horarios, pero finalmente me quedaba siempre con Soledad.

Al tiempo una noche vinieron todos, incluída Soledad que ya estaba prácticamente viviendo ahi conmigo, y cenamos. Valentín, Miri y Mariana me dijeron que le había salido una oferta de laburo a Valentín en México, por mucha, mucha guita y que la estaban evaluando pero seguro la iban a agarrar. Lo hablaron mucho y decidieron que querían irse los tres. Yo sonreí y los felicité, de verdad. Los veía bien a los tres y felices. Mariana me apartó de la cena en un momento y me dijo a solas que ella iba a arreglar los papeles de divorcio y todo eso, para hacerlo formalmente. Que me dejaba su auto y su parte de nuestro departamento. Que era tiempo para ella de iniciar una nueva vida y que, entre lo que iba a ganar Valentín allá, mas lo que pueda encontrar ella de trabajo, mas lo que iban a sacar por la venta del departamento de Valentín y Miri, no iba a necesitar mas. Le di un beso tierno, enorme, en la boca a Mariana, sin que nos vea nadie. Ella me lo respondió igual y nos quedamos mirando tiernamente un rato. Le deseé lo mejor.

Menéndez me había dicho que la recuperación iba a ser larga. Meses, por ahi hasta años, y que no iba a estar al cien por cien como estaba antes. Por ahi un ochenta o algo asi, y que eso estaba bien. Porque ochenta era mas que cero. Me había dicho que no afloje con la fisioterapia, por mas que yo quiera largar, y que camine. Que camine mucho todo el tiempo. Que salga a caminar por el barrio, a una plaza, a comerme un pancho de parado, lo que sea, pero que no me abombe en casa. Y que principalmente, por sobre todas las cosas, que no deje de chuparme al caramelito.

Durante mi recuperación sólo me quebré una vez. Una sola vez. Mariana, Valentín y Miri ya se habían ido a México hacía tiempo y el departamento se lo vendieron a un tipo que ni se quien es, ni que hace y casi nunca le veo la cara. Yo había salido una tarde con Soledad a caminar por ahi. Ella me llevaba despacito del brazo. Yo parecía un viejo. Me sentía un viejo, y débil. Me paré de repente en el medio de la vereda y empecé a llorar. No podía parar, no tenía consuelo, no sabía ni de que lloraba. Soledad nada mas me abrazó y me contuvo, quedándose ahi conmigo, abrazados los dos y ella acariciándome. Comprendiéndome. Amándome y yo a ella. Por suerte ya ahora si bien no estoy al ochenta que me dijo Menéndez, debo estar a un setenta o por ahi. El ochenta es la meta. Me siento bien.

De vez en cuando Valentín me manda alguna foto de ellos allá. Se la pasan en la playa, los tres. La última que me mandó fue una selfie que estaban los tres bajo una sombrilla, con Melody y Héctor en brazos. Me dijo que Mariana ya estaba esperando otro, que se habían enterado hacía unos dias. Me sonreí y lo felicité.

A veces me pongo a pensar todas las formas distintas en las que ésta historia se pudo haber desarrollado. Hacer o no hacer algo, decir o no decir algo, y que hubiese cambiado. Pero la verdad no cambiaría nada. En serio. Claro que hubo momentos en los que la pasé muy mal. Pero esos momentos, junto con los buenos, fueron necesarios para construir el camino sinuoso que me dejó exactamente acá, como estoy y con quien estoy. Y si a veces me siento un poco mal y bajoneado lo único que tengo que hacer es mirar a Soledad.

Como la estoy mirando ahora, arrodillada aca cerquita mío, al lado de la laguna. Nos vinimos el finde a Chascomús, a turistear y descansar. Tiene su panza de embarazada que ya se le nota tanto y tan bien. Se dejó crecer aun mas el pelo y lo tiene larguísimo. Las puntas rubias le acarician esa pancita hermosa e hinchada y me sonrío. Vamos a tener una nena, ya se hizo los estudios y ya lo sabemos. Ella aun no se decidió por el nombre.


Mi esposa, la puta del edificio - Parte 14 (fin)

Pero yo si. Nuestra hija se va a llamar Paz.

2 comentarios - Mi esposa, la puta del edificio - Parte 14 (fin)

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Se veía venir que Mariana se iba a divorciar, y el muy pendejo se llevó la peor parte ya que lo carnearon y lo dejaron incapacitado.