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La noche de los piratas

La noche de los piratas
relato erotico

historia real

piratas

Las sombras ya habían conquistado la costa aliándose con una densa niebla que se extendía por toda la playa.
Nuestro capitán por miedo a caer en la misma trampa que los piratas ingleses ordenó dejar de navegar a un kilometro mas o menos de las tenues luces que rodeaban el pueblo costero.
De pie en la proa observaba con atención la lejanía mientras dos de nuestras esclavas españolas le besaban con ansia su duro miembro.
Las dos mujeres debían tener unos veinte años y pertenecían a la colección especial que la corsaria Monik la roja le regaló como agradecimiento por ayudarla a conquistar Sao Luis.
Pero ese es otro tema, el caso que nos trae era que nuestro capitán estaba obsesionado con Veracruz. Sabía que aquella noche los españoles e ingleses de sangre noble celebraban la victoria sobre los aborigenes.
Lentamente fuimos cruzando las arenosa playa bajo una luna intermitente. Uno a uno cargados cada uno y cada una con un sable, dos pistolas y un machete de asalto alcanzamos las primeras casas.
Debiamos estar cerca de las 3 de la mañana, solo se oían lejanos ladridos, lo que dejaba claro que la fiesta tuvo que ser bastante intensa. Si no me equicaba al contar fueron 7 dias de celebración.
Mauro, el segundo de navegación me indicó con la mano que buscara varios hombres o mujeres y nos alejaramos hacia una casa mas al norte donde se veian aun unas luces. Alguien aún permanecia despierto.
Finalmente me llevé a Aurora, a el Chino y a el negro. Tras explicarles las nuevas indicaciones salimos a la carrera sobre la pesada arena que parecía querer ponernos lo dificil avanzar.
Al llegar descubrimos una escalera de madera en curva que llevaba hasta un porche trasero.
Con extremo cuidado y bajo unos leves gemidos de las maderas bajo nuestros pies alcanzamos una larga ventana cuya persiana permanecia subida.
Aurora fue la primera en mirar. Su rostro anaranjado por una luz interior quedó petrificada. Sus enormes y negros ojos observaban hipnotizados lo que sucedía dentro.
Tras llamarla varias veces decidimos seguir sus pasos y a medida que nos aproximabamos unos jadeos femeninos teñian el silencio de la costa.
Dos hombres penetraban con rabia el cuerpo de una india hermosa como ella sola. Se retorcía, los arañaba, les ecupia y les besaba sin orden logico. Excitada y excitados nos mostraban sus perfiles animales adictos al placer.
Yo me relamía observando a aquella joven diosa humana entregada a aquellos dos hombres que no debian bajar de los sesenta años.
Justo en ese momento el negro se abalanzó sobre los excitados españoles y de dos cortes los degolló como quien pestañea, después como poseido besó a la mujer india como si aquello fuese lo último en hacer.
La joven se movía con espasmos si alcanzar a comprender aun lo sucedido.

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