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Entrenando a Angela

A los 57 años de edad 1.70 de altura y algo de sobrepeso, Ángela pensó que su vida sexual había terminado, después de todo Esteban, su marido, parecía preferir sentarse viendo la televisión todo el tiempo en lugar de hacer nada con ella. Ángela supuso que, si no fuera por tener que trabajar, Esteban pasaría todo su tiempo delante de la televisión.


Un día Ángela fue de improviso a casa de una amiga, llamó a la puerta y esperó un buen rato hasta que Susana abrió, sonrojada y un poco avergonzada, y la dejó entrar. Hablaron un rato sobre sexo, o más bien sobre la falta de sexo de Ángela, Susana empezó a sonrojarse de nuevo y esta vez Ángela no pudo evitar preguntarse por qué, ya que siempre habían sido sinceras y habían hablado de cosas así antes. Susana admitió con culpa que Ángela la había pillado...


- ¿Te pilló haciendo qué? - preguntó Ángela.
- Ya sabes... - fue todo lo que Susana contestó.
- No, no lo sé.
- ¡Me estaba masturbando! - dijo sonrojándose aún más de lo que ya estaba.
- ¿Qué? - fue lo único que atino Ángela a responder, sintiendo como se sonrojaba ella también.


Susana le dijo que había encontrado una sala de chat para adultos donde hablaba con hombres y jugaba consigo misma mientras lo hacía. Volviéndose hacia su ordenador, Susana encendió el monitor y Ángela vio cómo cobraba vida mostrando una ventana desplegable en la que aparecían diferentes nombres con comentarios.


- Todo lo que tienes que hacer es encontrar a uno que te guste, enviarle un mensaje y luego chatear.


Ángela estuvo sentada durante la siguiente hora viendo como Susana hablaba con 3 hombres diferentes, las 3 charlas eran sexo, sexo, sexo. No pudo evitar darse cuenta de que Susana tenía la mano entre las piernas y jadeaba rápidamente a pesar de que Ángela estaba sentada a su lado, fue entonces cuando Ángela se dio cuenta de que sus bragas también estaban empapadas.


Esa noche en casa Ángela solo pensaba en lo que Susana había estado haciendo y con hombres que no conocía. A la mañana siguiente esperó a que Esteban se fuera a trabajar, y al salir por la puerta murmuró algo sobre trabajar hasta tarde. Vio cómo se marchaba y esperó nerviosa 10 minutos antes de sentarse delante de su ordenador y teclear el nombre de la página web que recordaba haber visto en el ordenador de Susana el día anterior.


Al ver el cuadro de inicio de sesión, Ángela se quedó helada, ¿qué podía poner como nombre? Rápidamente introdujo "Esposa abandonada" y pulsó abrir, la espera pareció interminable mientras la sala se cargaba y veía los nombres empezar a desplazarse. Muy pronto apareció un cuadro en el que alguien le enviaba un mensaje, al hacer clic en él Ángela no podía creer lo que leía.


"Así que necesitas una buena polla para dejar de ser descuidada."


"Mi marido ya no me quiere." Contesto simplemente.


El hombre respondió y Ángela se sintió sonrojada. De repente, en vez de un mensaje había una imagen para ella. Sin saber qué esperar, Ángela hizo clic en la imagen y apareció en la pantalla una polla grande y dura. Ángela jadeó, se sintió mojada y lentamente deslizó su mano dentro de sus bragas. Charlaron durante lo que parecieron horas antes de que Ángela alcanzara su primer orgasmo masivo en meses. Después de dejar de temblar Ángela se dio cuenta de que sólo habían pasado 10 minutos. Conmocionada por lo que había hecho apagó el PC sin decir otra palabra al hombre desconocido y trató de dejar de pensar en lo que había sucedido.


Incluso yendo de compras su mente no dejaba de pensar en lo que había sentido y en lo maravilloso que había sido el orgasmo. Paseando por las tiendas Ángela tenía la sensación de que todos los hombres que se cruzaban con ella podían leer su mente y sabían lo que había hecho. Llegar a casa en el autobús había sido peor de lo que podría haber pensado. Ángela podía sentir su coño mojado y sus bragas empapadas mientras estaba sentada en el asiento trasero. Entonces se dio cuenta de que podía oler sus propios jugos también, saltando se bajó del autobús y caminó el resto del camino.


Esa noche lo único que Ángela pudo hacer para dejar de tocarse su coño fue pensar en Esteban follándosela y se horrorizó al darse cuenta de que eso le quitaba toda la excitación. A la mañana siguiente, después de que Esteban se hubiera ido a trabajar, Ángela se encontró delante del ordenador, decidida esta vez a no entrar en ninguna tienda online, y sin pensarlo se dio cuenta de repente de que había entrado en la sala de chat.


Esta vez otro hombre le habló, parecía diferente y no hizo ningún comentario grosero, después de un rato Ángela se relajó y le habló de su matrimonio y de cómo echaba de menos el sexo real. El hombre se quedó callado durante mucho tiempo y Ángela pensó que le había hecho desistir de hablar cuando le envió un mensaje que la sorprendió.


“¿Te gustaría engañar a tu marido?”


Ángela se dio cuenta de que no era la pregunta lo que la escandalizaba, sino el hecho de tener que admitir que lo haría, se quedó congelada mirando la pantalla durante un buen rato sin moverse.


“¿Estás ahí?" preguntó él.


“Sí... a tus dos preguntas.”


No podía creer que le había dicho a un perfecto desconocido, un hombre con el que solo había estado hablando por un rato, que engañaría a Esteban. Ángela contuvo la respiración mientras hacía clic en el archivo que le había enviado. Apareció la imagen de un hombre alto con un traje a medida, pelo oscuro, piel bronceada y tonificada. Ángela sintió que se estremecía cuando le contestaba.


“Eres guapísimo."


Pidió ver una de ella, preocupada de que cuando la viera se fuera, eligió una foto de una boda de hace unos años en la que aparecía de pie junto a una fuente con un vestido negro que le había hecho un sobrino; seguía sin gustarle, pero era la mejor que tenía, aunque cualquiera podía ver que tenía sobrepeso. Ángela esperó su respuesta, los minutos parecían alargarse, finalmente, cuando decidió que se había ido un mensaje apareció.


"Encantadora." fue todo lo que puso, entonces llego otro mensaje.


"¿Hablabas en serio de engañar a tu marido?"


Ángela tomó una respiración profunda antes de responder.


"Sí, en nuestro dormitorio ya no pasa nada, por lo que en realidad no sería engaño, supongo."


"¿Este fin de semana?"


Ángela se dio cuenta de que hablaba en serio y se estremeció al responder.


"¿Dónde? ¿A qué hora?"


Él le pidió una dirección de correo electrónico porque tenía que irse y le prometió que le enviaría un mensaje. Ángela se sintió tonta y le dio su dirección de correo electrónico. Se arrepintió de haberle dado su dirección de correo electrónico casi de inmediato, pensando que se metería en problemas y estafas. En un impulso lo abrió y había un mensaje que decía simplemente


"Encantado de charlar Ángela, estaré en contacto mañana, por cierto, mi nombre es Marcos."


Todo el día Ángela estuvo en el sitio chateando con otros hombres, siendo excitada por ellos. Se sorprendió cuando uno quería llamarla y tener sexo telefónico, pero ella se echó atrás. A la mañana siguiente Esteban se había ido cuando se despertó, sin vestirse Ángela se sentó en el PC y abrió su correo electrónico, había otro mensaje de Marcos.






Si todavía quieres quedar en serio


Hotel Mendalson, 8pm, sábado por la noche


Ponte algo sexy para mí


Envíame un correo electrónico con un "SÍ" si vas a estar allí ....


Marcos






Ángela respondió "SÍ", estaba temblando mientras cerraba el ordenador, incapaz de concentrarse en nada durante años, entonces decidió asegurarse de impresionar. Tres horas más tarde Ángela entró en su dormitorio con numerosas bolsas en la mano, dejándolas caer sobre la cama se desnudó y se probó lo que había comprado. Mirándose en el espejo pensó en lo cursi que parecía con las medias negras y rojas y los tirantes, un tanga diminuto y un sujetador casi inútil, sus pechos casi inundando la parte superior de las copas. Oyendo la voz de Esteban en su cabeza hacer algún comentario sobre su cuerpo estaba decidida a ponérselo todo, deslizándose el nuevo vestido negro de fiesta agradeció en silencio a la asistente por haberla ayudado a elegirlo.


Llegó el sábado por la noche y, como de costumbre, Esteban dijo que iba a jugar a los bolos con sus amigos, lo que significaba un montón de bebida y no mucho más, probablemente acabaría durmiendo en uno de sus sofás. En cuanto se fue, Ángela se duchó y se vistió, llamando a un taxi para que la llevara al hotel. Al llegar justo antes de las 8 de la tarde entró y se sentó en el bar, pidiéndose una copa grande para calmar los nervios, se puso a esperar. Poco después sintió a alguien detrás de ella.


- Estás incluso mejor en persona que en la foto. - le dijo una voz ronca antes de que pudiera girarse.


Ángela se giró y Marcos sonrió mientras se sentaba a su lado. Pidió una copa para los dos y charlaron un rato. Mientras ella se relajaba, Marcos le puso la mano en la rodilla, lo que hizo que Ángela se sobresaltara, pero ella sonrió para hacerle saber que estaba bien antes de que él pudiera quitársela. Inclinándose hacia ella, la miró a los ojos.


- ¿Seguro que quieres esto?


Todo lo que Ángela pudo hacer fue asentir con la cabeza y sonrojarse un poco. Marcos le sonrió y le cogió la mano, lo que le produjo un estremecimiento en todo el cuerpo. Hizo que se levantara y la acompaño hacia los ascensores.


- ¿Adónde vamos? - susurró Ángela.
- He reservado una habitación por si aún querías ir a...


Ángela entró en el ascensor y sintió que Marcos se acercaba a ella, le rodeó el cuerpo con los brazos y le besó el cuello. Ángela se sintió mareada, inclinó la cabeza para que él pudiera hacerlo de nuevo y se recostó contra él. Ángela se sorprendió al ver que con la otra mano le había subido el dobladillo del vestido y le estaba explorando el vientre, bajando hasta el tanga y pasando por encima, y luego empezó a masajearle el montículo del coño a través de la fina tela. Ángela jadeó y casi gritó al sentir que su coño se inundaba y su tanga se empapaba, sabía que Marcos podía sentir lo mojada que estaba mientras gemía por lo bajo y largo.


De repente, el ascensor se detuvo y Marcos salió al pasillo tirando de Ángela. Le subió el vestido y dejó al descubierto su ropa interior mientras con la otra mano le masajeaba el pecho. Al mirar hacia abajo, Ángela abrió los ojos de par en par al ver que él había liberado con pericia un pecho de su prisión de tela y cualquiera podía ver cómo se le endurecía el pezón mientras él tiraba de él y lo pellizcaba.


Al llegar a una puerta, Marcos la abrió, guió a Ángela hacia el interior y la cerró de una patada. Dándole la vuelta se arrodilló y la miró, lentamente Marcos se inclinó hacia ella y besó su coño palpitante y caliente a través del tanga. Ángela jadeó de nuevo mientras se inclinaba hacia atrás y abriendo un poco más las piernas le ofrecía su coño. Marcos la besó de nuevo antes de lamer el montículo de Ángela a través de su tanga. Antes de que pudiera moverse lo deslizó a un lado y enterró su lengua profundamente dentro de ella, saboreando sus jugos por primera vez y haciendo que Ángela llegara al orgasmo casi de inmediato. Marcos no se detuvo cuando ella se corrió con fuerza sobre su cara, lamió y chupó el coño de Ángela hasta encontrar su clítoris duro y, trabajando alrededor con su lengua, Ángela casi gritó mientras se corría una y otra vez.


Marcos se apartó y Ángela, que apenas podía mantenerse en pie, se apoyó en la pared temblando. Marcos le quitó los tirantes del vestido y la desnudó rápidamente hasta dejarla en ropa interior. Marcos miró a Ángela con los ojos llenos de lujuria y le preguntó por primera vez desde que había entrado en la habitación.


- ¿Eres mi puta?


Sin confiar en sí misma, lo único que pudo hacer Ángela fue asentir y gemir con las ondas del orgasmo recorriéndole el cuerpo. Cogiéndola de la mano, Marcos la condujo hacia el balcón, abrió las puertas y salió. Mirando a Ángela, tiró suavemente de ella y, cohibida, Ángela miró a su alrededor dándose cuenta de que estaban en lo alto.


De repente Marcos le soltó la mano y empezó a desnudarse, todo lo que ella pudo hacer fue mirar hasta que él estuvo desnudo, los ojos de Ángela se desviaron hacia su polla y se abrieron de par en par cuando miró por primera vez su miembro de diecinueve centímetros.


- Chúpala


Su mano la empujó suavemente por los hombros haciéndola arrodillarse, le acercó la punta a los labios, casi por voluntad propia la boca de Ángela se abrió y lentamente empezó a chupar la punta. Marcos gemía mientras ella trabajaba en la punta de su polla, inconscientemente empujaba más en su boca mientras ella movía su lengua alrededor del eje.


Marcos empezó a follarle la boca empujando cada vez más profundo, Ángela empezó a sentir pánico mientras le llenaba la boca y no paraba, de repente Marcos se puso rígido y ella tuvo arcadas mientras su polla se sacudía disparando chorros de semen espeso y caliente por su garganta. Ángela no tuvo más remedio que tragar todo lo que pudo. Marcos sacó su polla aún agitada de la boca de Ángela, rociándole la cara con semen, y Ángela jadeó ruidosamente.


Tirando de ella hacia él, Marcos casi le arranca el sujetador liberando sus pechos, los apretó bruscamente mientras empujaba su polla aún dura entre ellos y empezó a follárselos. Ella miraba hacia abajo y cada vez que aparecía chupaba la punta.


- Ahora eres mi puta Ángela. - dijo Marcos.
- Sí soy tu puta Marcos. - le respondió jadeando.


Él sonrió mirando al otro lado de la calle. Ángela confundida miró y de repente se dio cuenta de que había hombres mirándolos.


- No. - susurró y volvió a mirarle. - Lo sabías. - le acusó.
- ¿Te gustaría ser una zorra de verdad? - le pregunto sonriendo mientras la levantaba.
- Sí, hazme una zorra de verdad. - se oyó a sí misma responder.


Cogiéndola del brazo, Marcos la giró hacia la barandilla y la hizo agarrarse a ella mientras la inclinaba y por primera vez introducía su enorme y gruesa polla en su empapado y palpitante coño. Ángela casi gritó cuando sintió que le metía casi toda su longitud hasta el fondo, estirando y casi partiendo su coño. Empezó a follársela cada vez más fuerte, susurrándole todo el tiempo al oído que los hombres estaban viendo cómo la utilizaban. Ángela sólo podía mirar al otro lado de la calle, a los hombres que estaban en las ventanas del edificio de enfrente, mientras se la follaban para que la vieran.


Sintiendo como Marcos agarraba sus caderas con más fuerza, Ángela se empujó hacia él enterrándose su polla profundamente, moviéndose dentro y fuera de su hinchado y abusado coño y usando su agarre sobre ella para embestir su gruesa polla con cada empuje, él tiraba de ella hacia atrás con más fuerza. Ángela empezó a jadear y gemir sintiendo sus pechos golpearse de un lado a otro salvajemente mientras Marcos la usaba. Sin previo aviso, el orgasmo de Ángela la golpeó con fuerza, gritó mientras oleadas de placer recorrían su cuerpo, pero Marcos no dejó de follarla cada vez más fuerte, ella sintió como se ponía rígido y su coño se inundaba con su esperma caliente, sintiendo como bombeaba profundamente en su interior. Marcos detuvo su polla enterrada profundamente mientras gemía cada vez más fuerte. Ángela seguía temblando cuando sintió que su semen se derramaba alrededor de su polla y empezaba a correr por sus muslos.


- Oh, joder. - jadeó mientras su cuerpo temblaba incontrolablemente.


Marcos no había terminado con ella, y al sacarla sintió que movía la polla hacia arriba, frotándola contra su culo.


- No, nunca... - intento decir suplicando.


Sin poder impedirlo, Ángela se resignó y sintió como Marcos forzaba su polla contra su culo. Aun dura como una roca, la polla se fue abriendo camino en ese estrecho agujero. Esta vez el dolor casi la hizo desmayarse cuando Marcos, sosteniéndola en alto, la giró y la obligó a apoyarse en la pared. Sabía que estaba dejando que los hombres la vieran follar de perfil, pero él siguió follando su culo virgen a pesar de que ella sollozaba de dolor y le suplicaba que parara. Sentirlo correrse de nuevo, esta vez llenando su culo, hizo que Ángela tuviera un orgasmo una y otra vez, no podía separar el dolor del placer. Cuando él se corrió, la soltó de las caderas y Ángela cayó al suelo del balcón, el semen le salía por los dos agujeros y le cubría el interior de los muslos.


Lentamente Marcos la ayudo a levantarse y la condujo al dormitorio donde la recostó y le susurro que se relajara un rato. Todo lo que Ángela pudo hacer fue desplomarse en la cama desnuda excepto por sus medias y tirantes. Volviendo en si Ángela no estaba segura de cuánto tiempo estuvo tumbada en la cama, pero oyó movimiento en el salón, Marcos entro completamente vestido e inclinándose sobre ella la beso tiernamente en la boca.


- Tengo que irme. - le dijo. - Pero me he asegurado de que no te sientas sola. - sonrió malvadamente antes de salir.


Ángela estaba confusa por lo que le había dicho hasta que la puerta se abrió de nuevo, se levantó y vio entrar a dos hombres. Temblando se dio cuenta de que eran algunos de los hombres que habían visto cómo la utilizaban en el balcón.


- ¿Qué estáis haciendo? ¿Qué queréis? - casi gritó.


Los dos hombres empezaron a desnudarse y uno de ellos, sonriendo, respondió:


- Tu amo dijo que podíamos utilizarte.


Ángela trató de zafarse, pero los hombres se habían acercado a ambos lados de la cama y la agarraron, uno le metió la mano entre las piernas y el otro la agarró del pelo, le giró la cara hacia él y le puso la polla en los labios.


- Chúpala. - le exigió. - O te pegaremos, tu amo nos ha dado permiso.


Ángela estaba tan aterrorizada que solo pudo abrir la boca y aceptar la dura polla, succionándola y teniendo arcadas cuando golpeaba el fondo de su garganta. El otro hombre le levanto las piernas y le metió la polla dentro de su hinchado y dolorido coño haciendo que Ángela gritara. Intentando apartarse de la polla en su boca les suplico que pararan, pero ellos solo se rieron diciendo que Marcos había dicho que ella diría eso y que todo era un juego.


Ángela perdió la noción del tiempo después de eso. Los hombres se turnaron para usarla una y otra vez, follándose todos sus agujeros repetidamente. Cuando se fueron Ángela estaba temblando todavía de miedo y del placer de los repetidos orgasmos múltiples que aun sacudían su cuerpo. Tumbada en la cama intento recuperar el control de sí misma. Cuando la puerta se abrió y Marcos volvió a entrar estaba sonriendo.


- Querías ser una puta y te hice una ¿estás satisfecha? - le preguntó.


Ángela le miró cubierta de semen de tres hombres, con todos sus agujeros doloridos, palpitantes y goteando semen, y sólo pudo responder jadeando:


- Sí, amo, ¿me dejará hacerlo otra vez?


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