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A mi novia le gustan jovencitos 1

(Esta nueva serie de relatos se puede leer como continuación de "Mi novia y su alumno". También se puede empezar con esta y no pasa nada.)


Tengo una buena relación con mi novia Ana en todo aspecto, quizá menos el sexual. No tenemos relaciones de manera seguida, solo nos masturbamos de vez en cuando. Lo hemos hablado un par de meses, la verdad es que estamos contentos por cómo estamos. Aunque yo tengo el deseo de ser cornudo.

Ana sabe de esto y cuando nos masturbamos, casi siempre usamos esa fantasía. A ella también la calienta mucho, imaginar que es follada por uno o varios hombres mientras yo la veo y me masturbo le ha dado algunos de sus mejores orgasmos. Siento que al venirse ya se le baja la calentura y no me sigue tanto el juego, pero por lo menos es una fantasía recurrente.

Mi frustración viene a que no me atrevía a darle más detalles de esa fantasía y a que, precisamente, se mantenía como solo fantasía. Quería decirle a Ana que me gustaba la humillación, necesitaba ser comparado y que me dijera que le gustaban más las vergas de esos desconocidos que la follaban. Quería que me dijera cornudo, pero ella no estaba familiarizada con esos aspectos y yo no sabía cómo cruzar ese límite. Mucho menos sabía cómo concretar esa dinámica y que fuera una realidad y no solo una fantasía, lo habíamos hablado un par de veces pero jamás con seriedad.

Fue en uno de mis cumpleaños cuando por fin logré tener un avance. Da la casualidad de que por las fechas de mi cumpleaños es la temporada más pesada de mi trabajo y nos piden doblar turno, lo que lleva un considerable bono. Así que yo salía de casa a las 7:30 de la mañana y llegaba a las 10 de la noche o incluso más tarde. Tenía una idea rondando en mi cabeza desde hace meses y pensé que mi cumpleaños era mi oportunidad. Después de cenar estábamos acostados viendo televisión, después de una semana de doblar turno yo estaba muy cansado, pero tenía que intentarlo.

"Amor, hay algo que quisiera pedirte".

"¿Qué es, mi amor?" respondió Ana mirándome a los ojos.

"Es que me da mucha vergüenza. Es algo que no debería pedirte".

Ella debió entender un poco a dónde iba, sonrió y acarició mi pierna.

"¿Es algo muy malo?"

Yo asentí y respiré profundamente.

"Si no quieres, está bien. Yo entiendo todo lo que conlleva y sé que es algo que no va contigo".

"Dime, amorcito" dijo ella tomándome de la mano.

"¿Recuerdas la fantasía de las fotos y los videos?"

Su rostro se puso algo serio de inmediato. Ella asintió y esperó a que continuara.

"He estado pensando en algo parecido y me gustaría que lo hiciéramos".

Ella movió la cabeza un poco como si fuera a negar y estrechó mi mano con más fuerza. La fantasía era muy cliché: yo le tomaba fotos o videos para que la morbosearan en internet y al final se la terminaban cogiendo algunos desconocidos. Ana fantaseaba con pocos límites, pero hacerlo de verdad estaba fuera de lo permitido por varias razones, lo peligroso que podía ser y sus principios.

"Sabes que es peligroso" me respondió a secas.

"Lo sé, lo sé de verdad. Pero sabes que es mi mayor fantasía, la saco cada vez que nos tocamos".

"Porque es una fantasía, tenemos todo el control. No es lo mismo que hacerlo de verdad".

"Lo sé, pero me gustaría hacer algo por lo menos una vez. No te pido que lo hagas con otro, solo la primera parte de la fantasía" le respondí.

"¿Lo de las fotos?"

"Sí. Puedes usar una mascarilla para que no te reconozcan".

"De todos modos, esas fotos van a andar en internet por siempre" argumentó Ana.

"Por eso se me ocurrió una idea. Hay páginas donde te puedes mostrar por cámara web, podrías usar una mascarilla y mostrarte un poco. Así no queda evidencia".

"No lo sé...".

"Incluso podríamos poner que buscamos gente de otro país para que no nos salga alguien que conozcamos. Que la probabilidad es muy baja, pero con eso ya estamos seguros"

Ana se quedó callada y mirando hacia el suelo, como si de verdad lo estuviera considerando.

"Es que no sé. Me da vergüenza".

"Yo te grabaría y tú decides lo que quieres mostrar. Podemos apagar micrófono para no escuchar y que no nos escuchen. Te tocas un poco, lo calientas y yo te veo, todo seguro".

Ana pasó saliva, si había algo que le gustaba en nuestras fantasías, era que yo la mirara mientras estaba con otro.

"No sé. ¿Seguro que todo es seguro?"

"Segurísimo, amor. Y tú pones todos los límites que quieras. Además, piensa en esto como si fuera mi regalo".

Ella suspiró como para armarse de valor y asintió. La verdad es que ella me había llenado de regalos, no estaba en condiciones de pedirle algo así con ese concepto, pero quería conseguirlo como fuera.

"Está bien. Pero solo poquito".

La abracé, estaba lleno de felicidad. Después la miré a los ojos y la besé, le comí la boca como pocas veces en la vida.

"Gracias, amor. No sabes lo mucho que deseo esto. Te amo".

"Yo también te amo, amorcito".


Lo planeamos dentro de dos semanas, cuando ya estábamos de vacaciones por navidad. Terminamos de cenar y nos fuimos a la habitación, ella se puso un vestido bonito que mostraba casi toda la pierna. Se sentó en la cama, apoyada en la cabecera y yo enfrente de ella, al final de la cama.

"¿Lista?" le pregunté y ella asintió. Entré a la página y puse todos los ajustes necesarios. Sentí mi pene poniéndose duro al ver el mensaje de "Conectando". Una verga enorme apareció en mi pantalla y Ana a un lado, en el recuadro pequeño que mostraba lo que él veía.

Suspiré de gusto. Habíamos dado un gran paso.

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