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El consultorio de Romina (1)

El consultorio de Romina (1)

Después de esperar lo que pareció una eternidad en aquella agradable y cálida sala de espera gracias a sus nervios, finalmente se abrió la puerta del consultorio y ella apareció.

Romina vestía una larga bata blanca, la cual, a pesar de su excesivo tamaño, no ocultaba su esbelta y sensual figura debajo de esta. Sonreía delicadamente, se acomodó los anteojos de un gran y simpático marco que llevaba puesto, y con un gesto casi imperceptible invito al joven a entrar en el lugar. Suavemente apoyaba la palma de su mano sobre la espalda al entrar en la pequeña habitación, lo dirigió hasta un sillón que allí había, donde se sentaron los dos, prácticamente pegados el uno del otro, por el reducido espacio de este. Aun en silencio, le volvió a regalar una expresión de inocencia muy provocadora, mientras se acomodaba su largo cabello.
- Yo te voy a explicar un poco todo, vos quédate tranquilo.
Dijo sin perder la sonrisa y casi con un susurro.

A pesar de la edad del joven relativamente adulto, su conocimiento sobre sexo era bastante limitado, con una experiencia casi inexistente. Romina, quien desde hacía un tiempo ya había decidido hacer el cambio de brindar consultas nutricionales por sesiones de educación sexual, estas, había descubierto, le traían mucha más clientela, así como satisfacción en su trabajo. En su vida había alcanzado un gran conocimiento sobre el tema, y le ofrecía mucho placer poder usarlo para ayudar a cualquiera que lo necesitara.

Sentada a su lado, y con un gran libro sobre el regazo, Romina iba mostrando diferentes fotografías de personas en diferentes tipos de actos sexuales, así como bastante detalladas explicaciones y consejos. Muy amable y cariñosamente, con sus dedos acariciaba cada una de estas imágenes, disfrutaba hablar sobre estas, tanto como el escucharla. De a poco, mientras más el se relajaba ante ella, sentía como la excitación iba en aumento en su interior. De pronto ella dejo de pasar las hojas de aquel libro y clavo su mirada en él, dándose cuenta de su estado, y el suyo.

- Creo, que en lo que es teoría al menos, es más que suficiente.
Decía, dándole la espalda, mientras devolvía aquel libro al mismo lugar de la biblioteca de donde lo había sacado. Luego volvió a sentarse a su lado, y de una forma bastante inocente, coloco su mano sobre el regazo de él, donde se comenzaba a notar, por debajo del pantalón como se estaba formando una erección.
- ¿Qué te parece si te pones más cómodo y te enseño otra cosa?
Dijo tranquilamente mientras se volvía a levantar en la búsqueda de algo, el joven se quedó siguiéndola con la vista, confundido e intentando entender la situación. Finalmente se volvió a sentar a su lado y en su mano noto el preservativo que tenía.
- Te voy a mostrar cómo se usan, ¿queres?
Muy nerviosamente el joven solo pudo asentir con la cabeza.
- Déjame que te ayude.
Dijo apoyando una de sus manos sobre el pantalón de él, despacio, los dos, con bastante excitación lo bajaron lo suficiente para que el sexo de él, el cual ya se encontraba bastante firma, quedara afuera.
- Mira como estas.
Dijo con la vista clavada en este y mordiéndose el labio muy sensualmente.
- Para colocarlo más cómodo es importante que el pene este lo más erecto posible sabes.
Decía muy seriamente Romina, mientras despacio masturbaba al joven con una mano, y con su boca abría el pequeño sobre donde se encontraba el preservativo.
- Ves, así.
Decía, mientras con sus dos manos lo iba colocando despacio, desenroscándolo completamente sobre el miembro del joven.
- Listo.
Dijo finalmente, admirando con una sonrisa como había quedado.
- Mira, ahora no vamos a hacer nada, pero si queres, como lo tenes puesto y estas muy excitado, lo que puedo hacer es masturbarte.
La única respuesta que pudo dar el muchacho es un movimiento afirmativo con su cabeza. Romina se rio ante el modo que había contestado, luego se acomodó un poco a su lado, coloco una mano sobre su cuello, casi abrazándolo y con la otra, empezando con movimientos suaves, comenzó a masturbarlo.
- Vos relájate, y trata de aguantar lo más que puedas, ¿sabes?
Volvió a responder con el movimiento de la cabeza. Ella en silencio y con una sonrisa en su rostro iba aumentando la velocidad, hasta que finalmente el joven sintió que no podía aguantarlo más.
- Eso, así, déjalo que salga todo.
Dijo relajadamente Romina, mientras masturbaba al joven con mucha más velocidad mientras el acababa.
- Listo.
Dijo cuándo noto que había finalmente terminado. Despacio, Romina le quito el preservativo y con una pequeña servilleta de papel lo termino de limpiar, los arrojo a los dos a un pequeño sesto y le dio un beso en la mejilla.
- Espero que te allá gustado.

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