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La tentación no llega sola, uno la escoge Capitulo 4

Mi mente estaba sufriendo una especie de metamorfosis. Las primeras experiencias posterior a mi separación - como si dijera después de cristo- fueron una especie de ir buscando algo que perdí. Pero al estar en una especie de expedición me encontré algo mejor, a mi mismo. 


No sabía que mi mente podía ser tan curiosa y vulgar. De pronto tenía mensajes de de viejas amigas o ex compañeras del instituto que me confesaban su arduo sentimiento hacia mi... algo que nunca creí que pasaría. 
Inmediatamente me puse mi mejor loción, y salí a la calle con aire de grandeza. 

Me pregunte varias veces que había sido de todas aquellas adolescentes que en ese momento ya eran adultas. Ya habrían dejado su sus novelas para jóvenes para pasar al mundo de los negocios, pero siempre guardando aquél recuerdo de la colegiala que fueron. Del cuaderno y la mochila a cartera y la agenda. Esa transición hacia la vida adulta que todos hemos pasado. 

Era entonces 18 de marzo, a pocos días del inicio de ciclo lectivo en la Universidad. Por cierto, soy casi abogado. Y un viejo recuerdo vino a mi mente en una loca tarde de estudio. 
Su nombre llegaba desde lejos rebotando dentro de mi mente... Rocio. 
Quizá fueron las simple ganas, pero hay recuerdos que vienen con la brisa, por la fecha y la época. Marzo siempre tuvo ese sabor de comienzo de era, finaliza el verano, comienzan las obligaciones y todos vuelven a sus rutinas. Todo se torna aburrido, el año comienza a ponerse de un color gris. 

Fue aquella tarde, que tirado en mi cama comencé a recapitular lo que habia sido aquél cumpleaños que me dejaría con una sensación de delirio poco regulado. Cumpía 19 años y decidí festejarlo en la escuela donde danzaba mi amiga. Luego de varios tragos, me había puesto "alegre" y por demás. Bailé con mis amigos hasta llegar las dos de la mañana. La noche estaba ideal, la cerveza helada, y el animo de mi grupo acompañaba en un todo absoluto. 

Todos los hombres en algún momento de la noche decidimos salir a cazar. Eso lo traemos por instinto. Es allí cuando la vi a la callada del grupo... Jorgelina, una muchacha de 18 años con los ojos mas azules que ví en mi vida. Veía sus ojos timidos desde un rincón, y por supuesto todos la alentaban para bailar, era tímida y muy difícil de conquistar. 

- Jooor - le dije tomandola de la mano.
- Ey kevin tenés un pedo!
- Estoy alegre pero todavía razono... creo 

Jorgelina empezó a mover sus hombros de lado a lado, y a acercarse a mi de manera un poco lenta. Pero el camino estaba marcado. No hay que ser científico para darse cuenta cuando alguien te tiene ganas. Ella me miraba con ojos tontos, y me daba cuenta que en su mirada escondía lujuria, y no cualquier clase de lujuria, sino de aquella que te deja al borde de la locura. 

- seguime... - dijo- no llames la atención

Como si eso fuese fácil, la callada del grupo de pronto baila y desaparece con el patán del grupo. 
La seguí hasta el baño de la escuela de baile, y me sentó en el inodoro. 
No sabía muy bien lo que ella iba a hacer, me quedé sorprendido por su iniciativa. Me quedé inmóvil con miarada congelada en la suya. Se subió arriba mio y comenzó a moverse arriba, mi miembro se endureció y ella sintió. Luego me beso pasandome su lengua, miraba hacia arriba y no para de moverse. En aquel tiempo no controlaba tanto mis orgasmos, temía a acabar, pero sus movimientos eran deliciosos. 

Algo se apoderó de mi conciencia. Y se me ocurrió bajarle el cierre del short. era tan angosto que solo me entraban dos dedos. Cuando apenas se los introduje comenzo a buscar con su concha para pajearse con mis dedos. Fue totalmente excitante, su concha bien mojada moviendose en mis dedos. Cuando por fin consigo a que Jorgelina emita sonidos del otro lado de la puerta escucho a mi amigo... 

- Jor... Con quien estas? - gritó el idiota. 
- jooooor no hagas cualquiera - replicó. 

El silencio de ambos fue incomodo pero ella se seguía moviendo en mi mano, cuando empecé a desabrocharme el pantalón para meterle la pija, la cual hervía de ganas, ella se levanta y me dice mejor salgamos. 

Para mi la noche había terminado, y con esa derrota el verano también. Mi última noche después de comenzar el año lectivo. Eso me deparaba para el año que recién empezaba, una derrota. El inicio de las "vacas flacas". 

Cuando salí del baño todas las miradas estaban en mi, como si hubiese ultrajado lo más puro del grupo, lo inmaculado. Jorgelina era una especie de Virgen a la cual todos rezaban y yo cruce aquella línea. 

Al rato como agua que cae en pleno Enero para refrescar a los acalorados que no poseen aire acondicionado, viene un nuevo grupo a la fiesta. Por suerte esas miradas se dispersaron y mis ganas de seguir festejando volvieron. 

Ellas eran de dos años anteriores, de mi escuela, por lo tanto mientras yo estudiaba en la universidad ellas aún seguían en la secundaria, cursando su último año. No sé que tenían pero tanta luz atrajeron la atención de todos. Comencé a tomar nuevamente... 

El reloj marcaba las 4 de la mañana. Ya estaba en un estado calamitoso, y mis amigos me aconsejaban irme. Pero esa cara tierna, esos rasgos gitanos me enloquecieron. Siempre fui amante de la tez morena. Pendeja, morocha, de pelo enrulado, nariz puntiaguda, y unas tetas perfectas. 

Estaba vestida de odalisca, ya que venía de una competencia. Y desde que la vi recordé aquella vez que me la cruce en una esquina y nuestros ojos se cruzaron. Pero sabía que era prohíbida. Porque era la mejor amiga de una chica con la que andaba. 

Al pasar los minutos perdí sus huellas en esta interminable fiesta. 

- Kevin, ya nos vamos te dejamos en tu casa ¿Dale? - preguntó mi amigo. 
- Dale, si no queda otra... voy al baño y los alcanzo. 

El baño era de escuela, aquellos que se dividen en varios inodoros, con urinales, etc. Cuando estoy ingresando salé de uno de los cubiculos la preciosa y prohíbida Rocio. 

- Hola... - dije timidamente- 
- Te conozco... 
- Creo que si, iba a tu escuela. 
- Si te conozco, eras novio de Micaela. 
- No el novio, pero andábamos. Llegaste re tarde, ya me voy. 
- Ah! ¿me esperabas?  
- Esperaba una sorpresa no sabía que eras vos con exactitud. 

Ella se me acercó sin decir nada, y posó sus labios sobre los mios por unos segundos. Luego la fui llevando hacia la pared. Tomó mi pija entre sus manos y comenzó a bombearme. Hasta el día de hoy siento su agarrada en mi pija. 

Mientras ella me agitaba suavemente, yo la tocaba por debajo de su vestido de odalisca. Me besaba y me gemía en el oído por lo tanto yo aprovechaba a meterle más mas hondo mis dedos. Me gustaba como abria sus piernas, como trataba de treparse encima mío y levantaba aún más su pollera. Comencé a bajar, mientras ella me empujaba la cabeza, llevándome debajo de su pollera. 

La Besaba mientras bajaba, hasta dar con su concha al descubierto. La muy descarada había venido sin ropa interior, lo cual me permitió tragármela toda. Se la chupaba y jugaba con sus labios. Le gustaba cuando le sostenía los labios con los mios y se los estiraba. Tenía una concha voluminosa, y con muy poco bello. 

Pero no pudimos llegar más lejos, sus amigas la buscaban y también los míos. No había forma de seguir escapando. Hasta luego de tres años.

La vida nos volvió a encontrar en un mundo más adulto. Ella seguía siendo joven pero yo ya había adoptado responsabilidades de una vida muy adulta. Me había mudado solo. Seguía estudiando, trabajaba y tenía auto. 

Por otro lado, ella ya no era el mismo destello de luz. Entre los conocidos se rumoreaba que sufría de esquizofrenia. Los problemas económicos del país, la problemática de encontrar trabajo después del colegio la llevó a sufrir el camino de los psicólogos, de los psicólogos al psiquiatra, y de este a las drogas. 

Al pasar por la esquina, del colegio que me vio crecer, estaba allí sentada.

- ¿Rocio?
- Hola... - dijo con voz apagada
- ¿Te acordas de mi? - le dije con aire de soberbia. 
- Si. 
- ¿Estas bien?

Los rumores eran cierto. Luego de su egreso sufrió una gran depresión, muchos la habían usado solo para tener sexo. Era un ente sin luz, con la mirada apagada. Algo en mi quería volverla a ver brillar. 

- ¿Te gustaría salir a comer conmigo?
- Si ¿Cuándo?
- ¿Ahora?
- Claro. 
 



 

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