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Mi esposa, la puta del edificio - Parte 5

Luego de lo de Waldo, Mariana siguió en sus andanzas con Don Julio. Se de dos oportunidades distintas que seguro se habían visto, gracias al Whatsapp y los micrófonos, y sospechaba de una tercera. Sin embargo, alrededor de dos semanas después ocurrió algo muy grave que cambió el rumbo de ésta historia drásticamente.

Hacía un tiempo que yo había cometido un error, pero recién supe que había sido un error varias semanas después. Un día hacía ya lo que parecía mucho tiempo me había cruzado con Soledad en el trabajo y me preguntó si yo estaba bien, porque casi ni charlabamos cuando nos encontrabamos en la empresa y que yo parecía evitarla. La verdad es que me dio un poco de ternura y le conté lo que había pasado aquella primera noche, la de la cena de la empresa, en la que Mariana nos había visto y que por eso yo estaba asi y comportándome asi. Que no era nada que ella haya hecho. Naturalmente obvié el contarle todo lo que había hecho Mariana desde esa noche y en lo que se había convertido.

Ahi me di cuenta que Soledad realmente era una chica de buen corazón. Se sintió visiblemente mal cuando le conté eso. Me pidió miles de disculpas y yo se las rechazé con una sonrisa otras mil veces, insistiéndole que nada de ésto había sido culpa suya. La vi realmente mortificada al enterarse de lo que había pasado, pero nos despedimos y pensé que allí había quedado el asunto y las cosas aclaradas. Pero no fue asi.

Como les dije, un par de semanas después de lo de Waldo, un Lunes yo estando en mi oficina, golpean la puerta y veo que es Soledad quien entró. Lo que me resultó raro, ya que trabajabamos en distintos sectores de la empresa y no había motivo laboral por el que ella tenga que verme. Cuando la vi con mas atención, sin embargo, me sobresalté y me levanté a acercarme a ella. Estaba hecha visiblemente un manojo de nervios, definitiva y profundamente angustiada y si bien no lo estaba haciendo en ese momento vi que tenía esos ojitos hermosos ahora irritados y bien hinchados seguramente por haber llorado mucho.

La hice pasar y me senté con ella, tratando de calmarla y contenerla, preguntándole que había pasado. Ahi fue cuando me contó, y ahi me di cuenta lo grande y noble que Soledad tenía el corazón y que hermosa persona era.

Me dijo que cuando yo le terminé contando lo que me había pasado con Mariana, se sintió mortificada y culpable. Que se sentía aunque sea parcialmente responsable de haber arruinado las cosas en el matrimonio de otra persona y que estuvo semanas angustiada con esa culpa, pensando que podía hacer para solucionarlo o aunque sea intentarlo. Que no podía vivir asi con esa carga. Que ella era una chica buena y nunca hubiese querido ser parte de algo así.

Me dijo que el Sábado anterior, hacía nomas un par de dias, finalmente juntó coraje y caminó las pocas cuadras que separaban su casa de la nuestra, con la intención de hablar con Mariana y explicarle todo. Yo, ni enterado de todo ésto, fruncí el ceño mientras escuchaba. No tuve ningún indicio de ésto que me estaba contando. No vi ningún mensaje acerca de ésto en el celu muleto, ni escuché nada de ésto en los micrófonos. Nada.

Soledad me contó que se había parado en la vereda de enfrente a nuestro edificio, ya que le daba verguenza quedarse parada ahi en la puerta, buscando a alguien que ni siquiera sabía en que piso vivía y que no quería que nadie se le acerque ni le pregunte nada. Se había sentado en un banquito que había y esperó. Me dijo que estuvo como una hora y media esperando hasta que al fin vió a Mariana caminando por la vereda opuesta rumbo al edificio, cruzó y se le acercó a hablarle, llena de nervios y timidez.

Lo que sigue es el relato tal cual me lo contó Soledad, y realmente no tengo por que no creerle.

Soledad se le acercó apurando el paso y la abordó, "Disculpe... señora Mariana?", le dijo.
Mariana se dió vuelta y le sonrió, se ve que no la había reconocido, "Si, hola? Te conozco?"
"No...", dijo tímidamente Soledad, "Quería hablar con usted, por favor... le pido por favor que no se enoje y me escuche, necesito hablarle. Yo soy Soledad."
A Mariana el semblante y el tono le cambió por completo. La vió fruncir las cejas y su tono fue tajante y seco, "Ah. Que querés?"
"Quería hablar con usted.. explicarle lo que pasó, con Juan Carlos, por favor...", le suplicó Soledad.
"Seguís hablando de mi marido? Me estás jodiendo, nena?", le dijo Mariana.
"No, por favor, no se lo tome asi"
"Y cómo querés que me lo tome?", preguntó Mariana, "Cuando viene la pendeja que se besuqueó con mi marido y me quiere explicar no se que?"
"Es que eso es lo que le quería decir, Mariana... que no fue asi, para nada."
"Yo se lo que vi, nena", le contestó Mariana, "Tengo casi el doble de tu edad. A mi no me vengas con cuentitos."
"Es que Juan Carlos está mal y me dijo que ustedes estaban mal, por mi culpa y me siento muy mal por todo lo que pasó, y el malentendido...", comenzó a hablar Soledad pero mi esposa la interrumpió.
"Ah, asi que Juan Carlos te contó todo, mira vos. Que es, tu confidente?"
"No, nada que ver, nos cruzamos en la empresa y..."
"Bueno mirá, no me importa. Pero primero, antes que nada, sabés que? Dejá de hablar con mi marido y segundo dejá de hablar de mi marido.", le dijo Mariana, "Esta no es una charla para tener en la calle, querida... ubicate un poco."
Soledad tragó saliva, "Tiene razón, disculpe... podemos ir a otro lado? Quiere ir a tomar un café o algo? Asi charlamos tranquilas? Yo la invito, por favor, me gustaría..."

Mariana la frenó con un gesto con la mano, "Vos me invitás? Estás insinuando que no me puedo pagar un café yo?"
"Eh? No! Por favor, no quise decir eso!", le suplicó Soledad visiblemente nerviosa.
Mariana la miró un rato largo y suspiró, mientras pensaba, "Si, podemos hablar. Pero no me voy a ir a tomar un café con vos y vos a mi casa no subís. Vení, acompañame.", dijo y giró para entrar al edificio mientras Soledad la siguió.

Entraron las dos por el amplio hall de entrada del edificio y Mariana se dirigió directamente a Don Julio, quien estaba en su puesto leyendo un diario. Levantó la vista y la saludó con una sonrisa.
"Hola Mariana, como le va?"
Mariana le devolvió la sonrisa, "Que tal Don Julio. Mire, a ver si me puede ayudar..."
"Si, dígame..."
"Mire, dos cosas, si me puede hacer el favor."
"Cómo no, Mariana...", contestó el viejo.
"Ve a ésta chica?", dijo Mariana gesticulando a la joven rubia quien estaba respetuosamente unos pasitos atrás, "Se llama Soledad. Esta chica a mi departamento no sube, okey? Nunca. Si estoy yo, si está mi marido, si estamos los dos o si no hay nadie. No importa que venga a hacer y no importa lo que le diga. Está claro?"
Don Julio miró a Soledad seriamente de arriba a abajo y asintió, "Por supuesto, Mariana. Clarísimo. Quédese tranquila."
"Y la otra cosa...", siguió Mariana, "Yo necesito tener una charla con ella en privado. Hay algún lugar que podamos usar?"
"Si... claro, pueden ir al SUM... no hay nadie...", comenzó Don Julio pero Mariana lo frenó.
"En privado, Don Julio."
"Ah. Entiendo.", asintió el portero, "Puede usar mi oficinita si quiere? Yo le abro, venga."
"Gracias.", contestó Mariana y junto con Soledad siguieron al portero, quien les abrió una puerta del hall y las hizo pasar, cerrando la puerta atrás de ellas para darles privacidad.

En la oficinita del portero nada mas había un escritorio con un par de sillas desvencijadas, papeles varios y otras chucherías que Don Julio guardaba allí. Las dos se sentaron. Mariana la miró un rato largo a Soledad en silencio, pensando, mientras a Soledad por su timidez y sus nervios le costaba mantenerle la mirada firme a Mariana.

"Vos sabés a que me dedico?", preguntó Mariana.
"Si, es abogada. Juan Carlos me dijo.", asintió Soledad
"No. Soy una excelente abogada.", contestó altaneramente Mariana, "Y como buena abogada que soy, se negociar. Asi que eso es lo que tenemos que hacer."
"Negociar? Negociar que?", preguntó Soledad, "Yo sólo le quería explicar..."
"Si, si, ya se. Ya se todo lo que me querías explicar, pero no perdamos tiempo, hmm? Ya se que me ibas a decir que lo que vi no fue asi, que fue solo un beso en ese momento, que no debería haber pasado, que Juan Carlos no está haciendo nada, ni nunca quiso hacer nada... todo eso. Algo asi, no? Ahorremos tiempo, nena.", se despachó Mariana.
Soledad la escuchó y asintió, "También le quería decir que por favor se quede tranquila, que le aseguro que entre Juan Carlos y yo no pasa absolutamente nada...."
Mariana se rió y la señaló con un dedo, "Ahi está, ves? Ahi está el problema. Vos misma lo dijiste."
"No entiendo...", dijo Soledad.
"Si, vos estás arrepentida, yo estoy arrepentida, Juan Carlos está arrepentido... que bueno, buenísimo. Estamos todos arrepentidos, okey", dijo Mariana, "Pero cómo se yo que Juan Carlos y vos no tienen nada, eh?"
"Mariana, por favor, se lo estoy diciendo...le aseguro...", dijo Soledad.
"Si bueno pero con que vos me lo digas, o con que Juan Carlos me lo diga, yo no hago nada, me entendés? Cómo estoy segura yo que me están diciendo la verdad?", preguntó Mariana.
"No se que quiere... se lo estoy diciendo. Asegurando.", contestó Soledad.
"No me sirve. Necesito algo mas sólido.", dijo Mariana.
"Algo mas sólido como que?"
"Un contrato", dijo Mariana después de pensar unos segundos, "O por ahi algo no tan drástico. Un arreglo. Un arreglo formal."
Soledad la miró y también lo pensó, "Bueno.. está bien, si es para que se quede tranquila..."

Mariana asintió y se levantó, abriendo la puerta y sacando la cabeza, "Necesitamos un testigo... Don Julio! Don Julio está ahi? Venga por favor...", dijo y volvió a sentarse. Al momento apareció Don Julio y entró, cerrando la puerta tras de el.
"Si Mariana, dígame que pasa..."
"Aca Soledad y yo vamos a formalizar un arreglo, lo necesito de testigo, puede ser?", preguntó Mariana.
"Si, por supuesto.", asintió Don Julio.
"Perfecto", dijo Mariana mientras hurgó en su cartera y extrajo su celular, lo tomó y comenzó a filmar a Soledad, quien se veía visiblemente nerviosa.

"Bueno, comencemos", dijo Mariana, "Contestame todas las preguntas que te hago."
Soledad miró al teléfono que la filmaba, miró a las otras dos personas y asintió levemente, "Bueno... pregunte."
"Cual es tu nombre completo?", preguntó Mariana.
"Soledad Andrea Villanueva..."
"Tu edad?"
"... veintiun años..."
Mariana dejó de mirar la pantalla del celular que filmaba y la miró directamente por sobre el borde del aparato, "Pará, no tenías veinticuatro vos?", Soledad miró para abajo y sacudió la cabeza levemente, avergonzada, "Bueh...no importa, seguimos. Donde vivís?"
"Antonio Ferrari 1023... tercer piso... departamento 'B' "

Mariana asintió y siguió filmando a Soledad por unos segundos, intercambió una larga mirada con Don Julio y luego volvió a fijar la vista en Soledad.
"Muy bien. Ahora le vas a chupar la pija a Don Julio", le dijo secamente.
Soledad se sacudió, "Que? Cómo?"
"Me oíste. Dale."
"Cómo me va a pedir eso?!", protestó Soledad y miró hacia arriba al portero, quien miraba a la joven rubia seriamente.
"Te lo voy a pedir porque te lo estoy pidiendo y punto.", contestó Mariana, "Creéme que no te vas a ir de acá hasta que lo hagas."
"Pero por favor.. no... no...", Soledad comenzó a sollozar.
Mariana la interrumpió con un tono exasperado, "Me estás haciendo perder el tiempo, Soledad. Es fácil. No es difícil. Ya lo habrás hecho, me imagino."
"No... no puedo.. no me pida eso.... por favor, se lo suplico...", dijo Soledad con una lágrima cayéndole por la mejilla.
"Soledad, ésto es asi", dijo Mariana, "Tenés dos opciones. O le chupas la pija a Don Julio como te pido, o yo me voy a casa."
"P-pero entonces...", dijo Soledad tratando de entender y Mariana la interrumpió.
"Yo me voy a casa y te dejo acá con Don Julio. Y le voy a decir que te pegue una violada de esas que te marcan. De esas que no te podés sentar por un mes. De esas que te arruinan. Tambíen le voy a decir que te cague bien a trompadas, por hacerme perder el tiempo", le escupió Mariana con bronca. Mientras Soledad lloraba, Mariana se dirigió al portero, "A usted que le parece, Don Julio?"

Don Julio asintió, mirándo a la jovencita y su largo pelo rubio "Linda pendeja. Rubiecita", dijo el portero mientras se bajó la bragueta y sacó su verga, la cual ya estaba dando señales de tensión por cómo estaba viniendo la charla. Se la manoseaba suavemente, con la mirada fija en Soledad.
Mariana sonrió, "Mirá que pija hermosa... la verdad que te envidio, dale. Animate.", le dijo a Soledad.

Don Julio se acercó un paso y le comenzó a acariciar la larga cabellera rubia a Soledad, quien miraba la verga amarronada del viejo entre sus lágrimas. Don Julio dió otro paso y quedó casi pegado a la cara de Soledad, su verga ya estaba erecta y empezó a refregársela suavemente por la cara a la rubia, quien amagó a retirar la cara pero el viejo portero la sujetó del pelo y la obligó a quedarse ahi. "Abrí la boquita, Sole.", dijo Mariana sonriendo mientras la seguía filmando.

Soledad lo dudó unos momentos mientras la cabeza de la poronga del viejo le seguía refregando y frotando la cara, los labios y la nariz. Finalmente tomó algo de coraje y abrió un poco la boca, como besando la punta hinchada del viejo y lamíendola tímidamente.

Mariana se incorporó y se acercó sin dejar de filmar, ésta vez mas de cerca. Sujetó a Soledad también del pelo y la empujó para que tome mas de la verga, "... pero chupásela bien, por Dios!"
Soledad abrió mas la boca y cerró los ojos, su cabeza empujada por la mano de Mariana se introdujo la verga del viejo profundamente en su boca, hasta la mitad de su longitud, y comenzó a hacer pequeñas arcadas.
"Ahi va... ", se rió Don Julio
Soledad abrió los ojos y miró a Don Julio, atragantada con su verga, pronto pareció relajarse un poco y con la mano de Mariana aun constantemente guiándo y obligándola comenzó a cabecear lentamente, sus labios finos complaciendo al viejo mientras lo mamaba suavemente.



Mi esposa, la puta del edificio - Parte 5



"Viste que no era tan difícil?", sonrió Mariana mientras la filmaba de cerca. Con una mano la tenía retenida por su cabellera rubia. Le pasó el celular a Don Julio para que siga filmando y con la mano que le quedó libre le empezó a masajear una de las tetas a Soledad por encima de su remera, "Ves que asi es todo mas fácil?"

Mariana y Don Julio siguieron filmando todo unos minutos, Don Julio siendo mamado por Soledad y Mariana manoseándole los pechos, por arriba y por debajo de la remera de la rubia, hasta que finalmente el portero comenzó a gruñir. Mariana la jaló del pelo a Soledad para que se quite la verga de la boca y mientras la joven tomaba aire y se recuperaba le dijo a Don Julio, "Acabale en la carita..."
Don Julio sonrió y comenzó a bombearse la pija, fuerte y rápido, acercándole la cabeza hinchada, brillante y ensalivada al rostro de Soledad. Tan solo unos segundos después protestó roncamente y empezó a eyacular, varios largos chorros de semen blanco y caliente que impactaron sobre la mejilla, uno de los ojos y el pelo de Soledad, haciéndola recular de la impresión mientras Mariana reía y la sujetaba fuerte del pelo.

"Ufff.. que bueno... aaaahhh...", dijo Don Julio estrujándose la verga y refregándole la punta a Soledad, tratando de exprimir hasta la última gota de su leche y depositarla en el rostro inocente de la rubia.
"Limpiala, pendeja", ordenó Mariana, tirándole muy fuerte del pelo a Soledad y dándole un sacudón con odio. La joven abrió la boca y tomó la verga del viejo de nuevo en su boca, mamando suavemente y lamiendo los restos de semen que podrían haber quedado, "Limpiale bien esa pija hermosa..."
"Que linda nena... ", dijo Don Julio sonriendo
"Viste? Un amor.", sonrió Mariana.

Mariana tomó de nuevo el celular y detuvo la filmación, soltando a Soledad quien ni bien se sintió libre, se sacó la pija de Don Julio de la boca y comenzó a limpiarse los lechazos del viejo de la cara.
"Mirame, nena...", dijo Mariana y le mostró el celular a Soledad, "Y escuchame bien. Vas a dejar de hablar con mi marido y vas a dejar de hablar de mi marido. Juan Carlos no existe, entendiste?", Soledad asintió y Mariana continuó, "No te voy a pedir que te mudes porque no es práctico, aunque me encantaría. Pero éste mismo Lunes vas a ir tu empresa, como todos los Lunes, y ahi mismo vas a renunciar."
Soledad se quedó perpleja, mirando a Mariana quien continuaba mientras Don Julio se guardaba la verga de nuevo bajo su pantalón.
"No te quiero en esa empresa. No te quiero cerca de mi marido. Vas a renunciar y te vas a buscar otra cosa. No me interesa que. Pero ahi no te quiero mas. Y si no lo hacés..."
"Si no lo hago que?", preguntó Soledad
"Si no lo hacés me voy a ocupar que éste videíto casero lo vean todos. Me voy a conseguir los emails de todos los que te conocen y se los voy a mandar. Lo voy a poner en todos los sitios porno que pueda. Lo voy a colgar en Instagram. Se los voy a mandar a papá y a mamá también.", le escupió Mariana, "Que vean que lindo chupa pija la nena."
Soledad comenzó a llorar desconsoladamente y se levantó, sólo atino a decir ".. me voy... no se preocupe...."
"Pss pss.. no, no, no... pará un poquito", dijo Mariana sonriendo, "No nena, de aca todavía no te vas. Te falta."


De vuelta en la realidad y el presente de mi oficina, yo no podía creer el relato de Soledad. Me contó todo llorando, me dijo que me vino a ver a mi y que se iba a ir directo ahora a renunciar ya mismo. Me contó todo entre sollozos y no realmente no podía creer lo que escuchaba. Todo ésto ya había tomado un color que nadie esperaba.

"Pero... después de todo eso te hizo quedar?", le pregunté a Soledad haciendo lo posible para calmarla, "Para que te quedaste? Que te hizo?"
Soledad me miró tristemente, sus ojitos verdes preciosos empañados por las lágrimas, y me contestó.
"Mariana... se sentó en la mesa... y me hizo chuparle... s-su c-concha....", dijo y se largó a llorar de nuevo, cubriéndose la cara con las manos.

Yo la abrazé e intenté contenerla lo mejor que pude. Le prometí que lo iba a arreglar. De alguna manera lo iba a solucionar, no sabía cómo, pero lo iba a hacer. Pero que no renuncie. Logré que me prometa eso y que me espere. Que no renuncie y que yo me iba a ocupar de ese video, y de borrarlo.
Durante toda esa tarde estuve masticando bronca en la oficina. Mucha bronca por lo que había hecho Mariana. Se había pasado y demasiado. De pura bronca y enojo decidí que era el momento de confrontarla de una vez y si se destapaba todo, pues que se destape y lidiaría con las consecuencias, pero no era justo lo que le había hecho a Soledad. Era sencillamente de mala persona y no era para nada característico de la Mariana dulce que yo conocía. En que monstruo se había convertido mi esposa?

A la noche llegué a casa, abri la puerta con furia y casi que di un portazo, "Mariana donde estás!!!", grité. La encontré en el living mirando TV, ya se había parado sobresaltada, mirándome.
"Amor, que pasa? Que pasó?"
Me le abalancé y le empecé a hablar fuerte y cerca, "Oíme que mierda le dijiste a Soledad?"
"A Soledad? Que?"
"No te hagás la pelotuda!", le dije, "Me vino a ver y a decirme que iba a renunciar por lo que le dijiste. Y por lo que le hiciste."
Mariana se cruzó de brazos y me miró fijo, "Le dije lo que le tenía que decir, Juan Carlos. No la quiero cerca a esa pendeja."
"Pero a vos te parece que es la forma!", le espeté, "Mirá el quilombo que estás haciendo por nada! Por nada!"
Mariana frunció las cejas, "Que le estén revoloteando a mi marido no me parece 'nada' ".
"Basta con esa payasada, Mariana! En serio! Dejate de joder! Sabés que no es asi! Sos una mina inteligentísima, sabés que no es asi y que ni yo ni Soledad te mentimos.", le dije.
"Si, bueno, ahora lo se.", me dijo sencillamente después de mirarme unos segundos.
"Como que ahora lo sabes?"
"Claro, Juan Carlos. Si vos y Soledad estuviesen haciendo algo, si tuviesen algo no estarías aca defendiéndola asi. Harías todo lo contrario. Ni tocarías el tema. Dejarías que todo fluya y se disperse, sin levantar la perdiz, para poder seguir haciendo con ella lo que quisieras", me dijo, "Pero ya veo que no es asi. El hecho que le estés llamando la atención a todo éste tema con ella, y a ella, me dice por fin que no tienen nada que ocultar."

La miré fijo en silencio un rato, pensando lo que me dijo. Que hábil era, que inteligente. Tenía razón y sabía que ella tenía que detonar algo, cualquier cosa, para que la verdad saliera a la luz mas allá de quién decía que. Hechos, no palabras, era lo que Mariana necesitaba.

"Igual te fuiste a la mierda. A la recontra mierda", le dije, "Chantajearla con un video.. y encima forzándola a hacer eso..."
Mariana se rió, "Ay Juan Carlos, tantos años juntos... en algunas cosas me conoces tanto y en otras todavía tan poco..."
"Que?"
Mariana sonrió, "Nunca filmé nada, querido. Te pensas que voy a ser tan pelotuda de hacer algo asi y filmarlo para incriminarme? No soy tarada."
"Cómo no filmaste nada? Soledad me dijo..."
Mariana me interrumpió, "Soledad te dijo lo que ella vió y lo que ella creyó. Lo que yo quería que ella crea. Tenía el celu en la mano, si, pero nunca lo puse a filmar nada. Ni siquiera estaba desbloqueado. Puro teatro para que se lo crea."
Tomé aire y traté de calmarme, pensando en todo lo que me decía, "Pero la forzaste a chuparle la pija a Don Julio..."
"Ah, eso si", se rió, "Ahi si, culpable. Igual no la vi pasarla muy, muy mal a la nena."
"Sos una hija de puta", le gruñi, "Arruinarle la vida asi a una chica que no te hizo nada."
Mariana se encogió de hombros, "Es lo que es.", se dio vuelta pensando que la charla había terminado pero la sujeté del brazo y la di vuelta de nuevo.
"Ya le dije a Soledad que no renuncie. Que no hacía falta...", le dije.
"Está bien, amor. Ya no me preocupa ella. Ya se que ahi no hay nada.", me contestó, "Hacé lo que quieras."
"Pero el tema del video lo vas a solucionar vos!", le dije fuerte y le metí un dedo en el hombro, "Vos lo vas a arreglar porque ahi si que te pasaste. Vos le vas a decir que el video no existe y que se quede tranquila. Vos lo vas a arreglar porque no es justo que esa chica viva angustiada pensando que ese video existe y puede aparecer en cualquier momento o en cualquier lugar.", le dije pero Mariana sólo me miraba, enojada, yo continué, "Lo vas a hacer porque me tenés que demostrar que no sos mala mina."

Mariana me miró largo y fijo unos momentos. Le vi los engranajes girando a toda velocidad detrás de sus ojos, contemplando y pensando vaya a saber uno que, "Bueno. Está bien. Tenés razón.", me dijo.
"Y otra cosa", finalmente sentí el coraje de despacharme con el envíon que llevaba la discusión, "Yo ya se que te estás viendo con Don Julio."

Mariana se quedó dura tan sólo un segundo, pero enseguida sonrió muy levemente y arqueó las cejas, "Ah si? Y se puede saber como sabés?"
"Porque te vi. Los vi."
"Eh? Cuando?", me preguntó.
"La primera vez cuando yo estaba en casa aca enfermo y acostado. Me levanté y los vi. Vos no me viste. Vos estabas muy ocupada chupándole la pija acá en el sillón.", le dije, mientras los recuerdos de esas imágenes de esa primera vez me empezaron a poner tensión en la pija, "Y después otra vez los vi coger."
"Cuándo?"
"Ese sábado que me fui a comer con Facundo y vos te quedaste aca", le mentí un poco, cambiando la historia. No pensaba deschavar nada de los micrófonos ni de su Whatsapp clonado, "Cuando volví antes de llegar acá pasé por el departamento de al lado a ver si había boletas o cartas para Don Alberto y los escuché. Y los vi por la ventana. Te estaba cogiendo en nuestra cama", le dije.
Mariana pensó un poco, digiriendo lo que le contaba, y tan sólo me dijo, "Bueno, y?"
"Cómo y?", le dije, "Y? Y que? No tenés nada para decir?"
Ella sonrió socarronamente y se me acercó un paso, mirándome desafiante a los ojos, "Que Don Julio coge muy bien. Que me encanta como me coge, y me hace suya. Que me vuelve loca sentir la leche de un macho en serio en todos lados..."

Sentí como un cimbronazo al escuchar eso, algo se me quebró por dentro y quizás por fuera también. Tener la cara preciosa, hermosa, de mi amada esposa diciéndome eso tan cerca, me aniquiló. Algo debió cambiar en mi semblante porque ella lo notó enseguida, aunque estoy seguro que no se dió cuenta de lo dura que se me puso mi pija bajo mi pantalón. Ella se me acercó mas y me puso una mano en el hombro, mientras me acariaba una mejilla con la otra. Me miró ahora tiernamente, la mirada que siempre le conocía y adoraba, y estuvimos asi en silencio mirándonos mientras ella me contenía con sus caricias. Finalmente me habló bajito, en nuestra intimidad, pese a que estabamos los dos solos.

"Y a vos te gusta mirar, no? Si no, me hubieses dicho algo después de la primera vez..."
Tragué saliva y asentí, bajando la mirada. Ella tomó mi mentón y lo levantó, haciéndome mirarla de nuevo, "Si...", le contesté bajito.
"Te gusta verme con otro tipo? Te calienta?", me preguntó.
"Mariana, yo...", comencé a decir pero ella me interrumpió.
"Amor, ahora nos decimos la verdad. Como siempre lo hicimos. Es ahora, mi vida.", me dijo.
La miré a los ojos, "... si, me calienta. Me calienta muchísimo.", le dije y la tomé suavemente de las mejillas, sintiendo su carita tan hermosa en mis manos, "... pero no es que yo no te quiera... yo te amo... te adoro... yo..."
Mariana tomó mi cara también y me besó, larga y amorosamente, "Yo te amo también... Diossss.. mi vida no sabés lo que te quiero..."
"Entonces?", le pregunté
"Entonces tenemos ésto nuevo", me dijo, "Podemos finalmente aceptar que a mi me encanta estar con otro hombre... y que a vos te encanta verme con otro.... No significa nada mas que eso. Nuestra relación no cambia, nuestro amor no cambia."

La besé y sentí una paz enorme al notar como me respondía el beso, tan dulce y tan amorosa. Luego del beso nos quedamos mirándo y acariando unos segundos, "Con otro hombre...", le dije.
Ella se sonrió, "Bueno... o con otrosss... hombresss...", me guiño un ojito, lo que me hizo reír. Y calentar.
Yo asentí y la miré firme a los ojos, "Bueno. Hagámoslo. Pero... por favor, te lo ruego... primero arreglá lo de Soledad y el video. Es de buena persona hacerlo."
Ella también asintió, "Lo voy a hacer, quedate tranquilo. Tenés razón."

Esa noche hicimos el amor como hacía tiempo que no lo hacíamos. Dulce y apasionado, como en nuestras mejores épocas. Nos quedamos despiertos hasta muy tarde, en la oscuridad de nuestra habitación y abrazados, charlando y organizando fantasías y travesuras entre risitas cómplices. Decidimos que por el momento lo mejor por ahi no era organizar, formalmente, nada para que yo pueda ver. Que mejor lo dejaríamos que fluya y que sea todo mas natural, según se vaya dando.

Las siguientes dos semanas fueron muy ocupadas en el trabajo de ella, con casos importantes que necesitaban su atención, por lo que se la pasaba en su estudio, sólo viniendo a casa a dormir. Sabía que Mariana no estaba haciendo otra cosa porque los pocos mensajes que vi que se cruzó con Don Julio me decían eso. No se habían encontrado y no la vi mensajearse con ningún otro. Yo por mi parte decidí no blanquear la presencia de los micrófonos y mucho menos la de su Whatsapp clonado, ya que haría estallar todo de muy mala manera y por el momento estaba disfrutando mucho de ésta paz y ésta nueva vida que estábamos por arrancar.

Pero fue un Sábado a la noche cuando pasó algo que volvió a descolocarme un poco. A decir verdad, a descolocarme bastante. Yo llegué a casa tipo nueve de la noche, luego de haberme juntado con unos amigos toda la tarde. Cuando llegué el departamento estaba en silencio. Busqué a Mariana y la encontré en el baño, frente al espejo, arreglándose para salir. La vi y me sonreí. Estaba hecha una verdadera perra. No sabía adonde pensaba ir, pero estaba seguro que se iba a llevar todas las miradas, o quizás hasta algo mas que miradas.

Se había puesto un vestidito negro recontra ajustado, que le marcaba tan bien todas sus voluptuosas curvas, con una faldita que le llegaba a la mitad del muslo, mostrando bien sus piernas magníficas. El vestido de tan ajustado le hacía realzar las tetas de una forma increíble, parecía que le desbordaban un poco por encima del escote, mientras que la fina sugestión visual de una tanga finita se le dejaba ver bajo la tela del vestido, desaparecíendole por la raya de ese culazo hermoso y bien parado. Se había lavado recién el pelo y lo tenía negro y brillante bajo las lucecitas del espejo. Se estaba maquillando cuando entré al baño, me puse atrás de ella y le froté los hombros, mirándonos los dos en el espejo con francas sonrisas.

"Upa!... que elegancia la de Francia", le dije, sintiendo la fragancia del perfume que se había puesto.
"Te gusta?", me sonrió
"Impresionante. Glorioso. Increíble.", le dije honestamente.
"Ay, muchas gracias, caballero, que amoroso", me dijo.
"Vas a salir?"
Mariana asintió y me dijo que si con un murmullito ya que se estaba pintando los labios, "Ahammm..."
"Adonde vas?", le pregunté
Me miró con una sonrisita cómplice, "Por ahi.", me dijo nada mas.
"Con quien vas?"
"Si", me dijo solamente y me guiño un ojo. Yo me rei y le di un beso en la mejilla, cuidándome de no arruinarle el maquillaje.
"Vas a volver tarde?", le pregunté.

Me estaba por contestar cuando sonó el portero eléctrico. Mariana fue a contestarlo y yo me fui a la pieza a cambiarme. Cuando volví al living sonó el timbre de nuestra puerta y lo fui a atender, mientras Mariana estaba sentada en el sillón, revisando cosas en su cartera. Abrí la puerta y me quedé helado. Petrificado. Cuando abrí la puerta... estaba Soledad.

Estaba paradita ahi en la puerta, regalándome una dulce sonrisa, "Hola Juan Carlos... como estás?", me dijo un poco tímidamente. Ella también se había arreglado para salir. También con un vestidito ajustado, pero un poco verde oliva. El de ella no revelaba tanto como el de Mariana, pero le marcaba bien su cuerpo flaquito y las curvitas que Sole tenía. Se había arreglado su pelo rubio en una larga trenza que le colgaba por adelante, jugueteándole por encima de uno de sus pechos. Estaba hecha una princesita, hermosa, sus ojazos verdes bien alegres, contrastando con la tristeza que tenían la última vez que la vi. Sabía que finalmente ella había renunciado a nuestra empresa, pero luego de eso no supe mas, "Puedo pasar?", me preguntó.

Yo volví a mis cabales luego de quedarme mirándola, "S-si... si Sole, perdoname, cómo estás? Que sorpresa.", la hice pasar y cerré la puerta.
"Si viste... que bueno volver a verte", me sonrió.
"Igualmente, Sole. Cómo estás?", le pregunté?
"Muy bien, gracias. Mariana está?"
La voz de Mariana se escuchó desde el living, "Acá, Sole, pasá, vení..."

La seguí a Soledad, sin poder evitar ficharle el culito que tenía aprisionado en su vestidito, mientras sus tacos altos repiqueteaban en nuestro piso. Se sentó en el sillón junto a Mariana y se dieron un beso en la mejilla, saludándose y hablando unas cositas mientras Mariana se calzaba sus propios tacos altos también. Yo me quedé ahi parado en el living, mirándolas como un pelotudo.
"Estás divina, linda...", le dijo Mariana con una sonrisa.
"Ay, vos también, mirá lo que es ese vestido...", le contestó Soledad sonriéndole también.
Mariana se terminó de poner sus zapatos elegantes y le puso un brazo alrededor a Soledad, abrazándole los hombros y acurrucándola un poquito contra ella. Me miró con una sonrisa, en realidad las dos me miraban sonriendo, pero fue Mariana la que habló, "Veo que no entendés un carajo, no?"
"La verdad que no...", dije.

Mariana le sonrió a Soledad e intercambiaron miradas, "Te presento a la nueva secretaria de nuestro equipo legal...", dijo, mientras Soledad la miraba a Mariana dulcemente.
"Ah... okey...", dije, asintiéndo con la cabeza. Ahora me cerraba.
"Si, la verdad es que Juan Carlos tenía razón, lo que hice estuvo muy mal, y me sentí muy mal", dijo Mariana mirándola a Soledad, "Pero bueno, es de buena gente enmendar errores, no?"
"No hacía falta, Mariana", le dijo Soledad dulcemente, "Pero te agradezco tanto la oportunidad... vos sabés que si."
"Ay, por favor", dijo Mariana, "Yo estoy agradecida también porque pudimos solucionar el problema... personal que habíamos tenido. Y además ahora nos vas a ayudar a solucionar los problemas laborales también. Todos ganamos!", le dijo Mariana mientras la tomó de la mano a Soledad amistosamente. Mariana me miró con una sonrisa, "Asi que hoy... toca celebrar. Nuevas oportunidades, nuevo trabajo... y a un lindo sueldo tres veces mas que la miseria que te pagaban en lo de Juan Carlos...", dijo y Soledad se rió.
"Ay, no seas mala...", le dijo y las dos rieron.
"Hoy tenemos salida de chicas", dijo Mariana
"Y adonde van?", pregunté con una leve sonrisa
"No se", dijo Mariana, "Vamos a comer algo por ahi y después vemos, te parece?" dijo mirando a Soledad, quien le asintió.
"Dale, buen plan", le dijo.
"Bueno", dije yo, "Me pediré una pizza y me pondré a ver el partido entonces..."
"Buen plan!", se rió Mariana.

Se levantaron, nos despedimos y se fueron. Como dije, yo me pedí una pizza y me puse a ver el partido, sin mas que eso. Tratando de distraerme y no pensar que estarían haciendo. Por ahi era exactamente eso que dijo Mariana, por ahi no, pero no tenía forma de saberlo. O quizás si? Pensé un rato y se me ocurrió tomar el celular muleto de la agencia de investigadores y abrí la app de seguimiento vehicular. Luego de un momento me arrojó el resultado - el auto estaba detenido en algún lugar por Recoleta. Busqué la dirección y efectivamente vi que en esa calle y por toda la zona había varios restaurantes elegantes asi que seguramente estarían en uno de ellos.

Sin embargo, a eso de las doce, yo seguía mirando la tv y me vibró el celu muleto. Lo que vi me hizo empezar a latir el corazón rápido. Eran tan sólo dos mensajes, pero solamente en esos dos mensajes lo entendí todo.

El primer mensaje era de Mariana a Don Julio. Decía sencillamente "Ya estás?"
El segundo mensaje era de Don Julio y su respuesta. Decía sencillamente "Estoy"

La pija se me paró inmediatamente y, al estar solo y tranquilo en casa, nada mas la saqué y comenzé a tocarme suavemente mientras pensaba y me imaginaba todo lo que podía significar eso, y todo lo que no. Estuve un largo rato asi, hasta la una casi, tocándome sin acabar, pensando y repensando. Decidí mandarle un mensaje a Mariana.

"Todo bien?", le puse en el mensaje a la una. No hubo respuesta, pero lo vió.
"Por donde andan?", le mandé otro mensaje a la una y diez. No hubo respuesta, pero lo vió.
"La están pasando bien?", le mandé otro mensaje a la una y cuarto. No hubo respuesta, pero lo vió.

Abrí de nuevo la aplicación de rastreo vehicular y vi que el auto de Mariana estaba inmóvil, pero en otro lado, por Palermo, en una de las callecitas cerca de la Avenida Libertador. Busqué la dirección, que era lo que había mas o menos cerca y no había nada raro. Negocios y restaurantes que ya estarían cerrados, algún boliche y... por supuesto, algún que otro albergue transitorio.

Tomé coraje, luego de pensarlo un rato largo mientras me seguía tocando, y finalmente a la una y media mandé otro mensaje. El mensaje que debía haber mandado desde un principio.

"Mandame una foto", le puse.

A los dos minutos nada mas me llegó una foto. Una foto que casi me hace acabar ahi nomás. Era claramente una cama de telo. El culo imponente y hermoso de mi esposa al aire, su cinturita de avispa, en cuatro. La verga que ya conocía de Don Julio penetrándole esa concha sublime suave y amorosamente. Y el cuerpito pálido y flaquito de Soledad, abierta de piernas mientras Mariana le chupaba dulcemente la conchita a su nueva amiga. La foto la había sacado Don Julio claramente.



tetona



No le mandé mas mensajes. Estuve pajeándome solamente con esa foto por tres horas mas hasta que, ya agotadísimo y dormido, me fui a dormir, con mi pija que me latía y me dolía de tan duro que me había dado. En mi cabeza había un torbellino de todas las imágenes y todas las posiciones posibles en las que pensaba que Don Julio se las había garchado a las dos, dándoles toda su leche, toda la noche. Y asi, sin mas, finalmente caí dormido.

2 comentarios - Mi esposa, la puta del edificio - Parte 5

luisferloco
Impresionante el relato. Tremenda manipuladora la Marianita, y hay que ver de que lado está jugando Soledad... Quizás, ya estaba en negociaciones con la señora del edificio