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Tanjiro x Kie: novela de amor de madre e hijo

Tanjiro x Kie: novela de amor de madre e hijo



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novela


En la cabaña, el silencio reinaba en la habitación. Era un lugar pequeño y acogedor, lleno de vida y calidez. Tanjiro, el mayor de los hermanos, se encontraba en la cocina preparando el almuerzo. Su madre se encontraba sentada en una silla cercana, observándolo con ternura.

El olor a comida cocinándose llenaba la habitación, y el sonido del fuego crepitando llenaba el silencio. Los niños jugaban afuera, riendo y jugando sin preocupación alguna.

Tanjiro no podía evitar pensar en cuánto había cambiado su vida desde que su padre había fallecido. Su madre lo había cuidado con ternura y amor, y ahora era él quien debía proveer para su familia.

El ambiente se llenaba de risas y alegría mientras los niños jugaban afuera, pero Tanjiro no podía dejar de pensar en su padre. A pesar de que habían pasado algunos años desde su partida, todavía sentía una profunda tristeza por su ausencia

Tanjiro sonrió suavemente y asintió, entregándole un plato de sopa caliente.

—Sí, todo listo—respondió, con la mirada perdida en el pasado por un momento— ¿Necesitas algo más, madre?—Preguntó, tratando de mantener su mente enfocada en el presente.

Los niños seguían jugando afuera, riendo y gritando con alegría. Kie se apoyó en su hombro y lo miró con ternura.

—Sólo quiero que estés bien, cariño—dijo ella con un tono suave—Sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿verdad?

Tanjiro asintió, agradecido por la preocupa- -ción de su madre. Sabía que ella siempre estaba ahí para él, sin importar lo que pasara. Su corazón se llenó de amor y gratitud por ella.

—Lo sé—respondió él, apoyando su mano en la suya.—Pero a veces, me cuesta recordar que papá no está aquí.

Kie acarició su mano suavemente, con una mirada llena de comprensión.

—Sé cómo te sientes, cariño—dijo ella con ternura—Pero no debes cargar con esto todo el tiempo. Puedes llorar

Tanjiro suspiró y apoyó su frente en la de su madre. Siempre había sido un hombre fuerte, pero a veces se sentía como si estuviera cargando un peso demasiado grande.

—No quiero llorar, madre—murmuró él— Quiero ser fuerte por ustedes.

Kie colocó una mano en su mejilla y le dio un beso en la frente.

—No eres fuerte por no llorar, cariño—respon- -dió ella con ternura—Eres fuerte por seguir adelante y cuidar de nosotros.

Los niños seguían jugando afuera, sin darse cuenta de la conversación entre madre e hijo.

Tanjiro se apoyó contra ella, sintiendo la calidez de su toque y la seguridad de sus palabras. Era reconfortante tener a su madre cerca, especialmente en momentos difíciles como este.

—No quiero preocuparlos—murmuró él, con la voz temblorosa. —Pero a veces, no puedo evitarlo.

Kie envolvió sus brazos alrededor de él, abrazándolo con ternura.

—Nadie puede evitar sentirse triste de vez en cuando, cariño—dijo ella suavemente. —Pero eso no significa que no seas fuerte.

Tanjiro se permitió relajarse en el abrazo de su madre, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba y su mente se calmaba. Sus preocupaciones aún estaban ahí, pero la calidez de su madre lo hacía sentir un poco mejor.

—Es solo que... a veces me pregunto si podré hacerlo—murmuró él, con un tono derrotado— Si seré capaz de mantenerlos a salvo y llevarles una vida feliz.

Kie acarició su cabello con ternura, con un tono lleno de amor y comprensión.

—Eres un buen hijo, Tanjiro—dijo ella—Y sé que puedes hacer todo lo que te propongas. Te amo y confío en ti.

Tanjiro cerró los ojos y se permitió disfrutar del contacto de su madre. Su corazón se llenó de calidez y amor, y se sintió un poco más aliviado.

—Gracias, madre—susurró él, con voz suave. - No sé qué haría sin ti.

Los niños siguieron jugando afuera, riendo y jugando a lo lejos. La cabaña estaba llena de risas y alegría, pero también de silencio y tristeza. Tanjiro sabía que tendría que seguir adelante, pero por ahora, estaba bien así.

Estaba rodeado de amor y protección, y eso era todo lo que necesitaba.

Kie sonrió con ternura y se volvió a sentar, sosteniendo a Tanjiro en sus brazos.

—Eres todo lo que tengo, Tanjiro—dijo ella con un tono suave y lleno de amor. —Sin ti, no sería nada. Eres mi orgullo, mi héroe, mi todo.

Los niños siguieron jugando, pero Kie y Tanjiro estaban inmersos en su propia conversación.

—Te amo tanto, hijo—continuó ella, acariciando su mejilla con ternura. —Eres fuerte y valiente, y siempre has sabido cómo protegernos.

Tanjiro se apoyó en el abrazo de su madre, sintiéndose aún más agradecido por su amor y su apoyo. Sus palabras lo llenaron de orgullo y felicidad, y sintió un gran afecto por ella.

—También te amo, madre —respondió él, con una sonrisa en sus labios.—Y no sabes cuánto he luchado por proteger a todos ustedes.

Kie sonrió y le acarició el cabello nuevamente.

—Sé que lo has hecho—dijo ella con orgullo— Eres un hombre honorable y valiente. Y estaré siempre orgullosa de ti.

Shigeru, uno de los hermanos menores de Tanjiro, entró en la cabaña y se detuvo en la puerta, oliendo el olor de la sopa que se cocinaba en la cocina. Sus ojos se posaron en su madre y su hermano mayor, y notó cómo estaban abrazados.

—¡Miren!—Exclamó, con entusiasmo—¡Mamá y Tanjiro están abrazados!

Los otros niños, Hanako, Rokuta y Takeo, también entraron en la cabaña y miraron hacia donde estaba Shigeru.

Kie y Tanjiro se separaron un poco al escuchar la voz de Shigeru. Los otros niños se acercaron y se reunieron alrededor de ellos, mirándolos con curiosidad.

Kie sonrió y acarició la cabeza de los niños.

—Sí, es cierto —dijo ella, con una sonrisa en su rostro. —Estoy abrazando a Tanjiro.

Tanjiro miró a los niños y sonrió suavemente.

Tanjiro miró a los niños y les indicó que se sentaran en la mesa.

—Vayan y siéntense—dijo él, con una sonrisa en su rostro—La sopa está lista, así que no se apresuren.

Los niños asintieron y corrieron hacia la mesa, tomando sus lugares alrededor de ella. Kie se levantó y se acercó a la cocina para servir la sopa.

Kie se puso a trabajar en servir la sopa, mientras Tanjiro la ayudaba a colocar los platos y las tazas en la mesa. Los niños estaban emocionados por la comida y empezaron a hablar entre ellos, charlando y riéndose

Tanjiro no pudo evitar sonreír al ver a los niños tan felices. Siempre había sido bueno en animarlos y mantenerlos a salvo.

Kie lo miró mientras servía la sopa y le dio un pequeño empujón en el hombro.

—Siempre eres tan amable —dijo ella con ternura.

Tanjiro sonrió ante el cumplido de su madre y le dio un pequeño empujón en el hombro también.

—Solo trato de mantener a mis hermanos a salvo—respondió él, con una sonrisa en sus labios.—Y verlos tan felices me hace sentir bien.

Kie puso la última taza en la mesa y se volvió hacia él, con una sonrisa en su rostro.

—Eres un buen hermano, Tanjiro—dijo ella con orgullo—Siempre has sido así de protector con ellos.

Nezuko entró en la cabaña con dos cubetas llenas de manzanas en sus brazos, con una gran sonrisa en su rostro. Sus hermanos, Shigeru, Hanako, Rokuta y Takeo, estaban sentados alrededor de la mesa, esperando con impaciencia.

—¡Miren lo que traje!—Exclamó Nezuko con entusiasmo, colocando las cubetas en la mesa—Son manzanas.

Tanjiro sonrió al ver a Nezuko y a sus hermanos con las manzanas. Era agradable verlos tan animados y llenos de vida.

—Oh, esas son manzanas—dijo él, levantándose de la mesa para ayudar a Nezuko a colocarlas.

Los niños se levantaron y rodearon a Nezuko, mirándola con ojos brillantes.

—¡Quiero una manzana!—Dijo Shigeru con entusiasmo.

Los otros niños asistieron con entusiasmo, esperando que su hermana les diera una manzana.

Nezuko rio al ver la emoción de sus hermanos y comenzó a repartir manzanas a todos ellos.

— ¡Aquí tienen!—dijo ella, entregándoles las manzanas—¡Espero que les gusten!

Los niños se apresuraron a tomar una manzana y comenzaron a comer con entusiasmo. Algunos incluso intentaron comerlas de un solo bocado, pero se atragantaron un poco.

Shigeru tragó su manzana y se aclaró la garganta, con la boca llena de manzana.

—¡Están deliciosas!—Dijo él, con la boca llena.

Takeo, el hermano menor de Tanjiro y Nezuko, notó cómo Shigeru estaba tragando su manzana con la boca llena.

—Ey, no hables con la boca llena—regañó Takeo a Shigeru, con una expresión seria en su rostro.

Shigeru tragó su manzana con dificultad y se sonrojó un poco.

—Lo siento, Takeo—dijo él, avergonzado. —Es que estaban tan buenas.

Tanjiro y Kie estaban observando la escena con una sonrisa en sus rostros. Kie se rió suavemente y se apoyó contra el hombro de Tanjiro.

—Parece que Takeo está siendo un buen hermano mayor —dijo ella, con ternura en su voz.

Tanjiro asintió y puso una mano en la espalda de Takeo.

—Sí, lo es—respondió él, orgulloso de su hermano menor—A veces puede ser un poco serio, pero siempre cuida de los demás.

Takeo miró a su hermano y a su madre y se sonrojó un poco. A pesar de que estaba tratando de parecer serio, no podía evitar sentirse halagado por el cumplido de Tanjiro.

—Gracias —murmuró él, con la voz suave. —No es tan difícil cuidar de mis hermanos.

Shigeru se acercó a Takeo y puso una mano en su hombro.

—Sí, eres un buen hermano, Takeo—dijo él con una sonrisa. —Siempre estás ahí para nosotros cuando lo necesitamos.

Kie colocó un plato de sopa frente a cada uno de los niños, con una sonrisa en su rostro.

—Espero que las manzanas no hayan llenado demasiado sus estómagos —dijo ella, mirando a los niños con cariño. —Porque quiero que prueben esta sopa que preparó Tanjiro con tanto cariño.

Tanjiro sonrió y se sentó en la mesa junto a los niños. Después de haber preparado la sopa, se sentó y se sirvió un poco en su plato.

—Sí, estoy seguro de que les va a gustar esta sopa—dijo él, con orgullo—La preparé con mucho amor y cuidado.

Los niños miraron la sopa con curiosidad, olfateando el aroma y salivando.

Shigeru fue el primero en probarla, cogiendo un poco con su cuchara y llevándola a su boca.

—Mmm... ¡Está riquísima!—exclamó él, con los ojos brillantes.

Los otros niños siguieron a Shigeru y también probaron la sopa, alabando el sabor.

—Es deliciosa —dijo Hanako, con la boca llena de sopa.

Tanjiro sonrió ampliamente al escuchar las alabanzas de sus hermanos. Era agradable saber que habían disfrutado de la sopa que había preparado.

—Me alegra que les guste —dijo él, orgulloso. —Me esforcé mucho en prepararla para ustedes.

Nezuko también probó la sopa y sonrió ampliamente.

—¡Tienes razón! —Dijo ella.—Tu sopa está deliciosa, hermano.

Los niños siguieron comiendo la sopa con entusiasmo, alabando el sabor y el cuidado con el que había sido preparada.

Takeo se comió toda su ración de sopa en un momento, y luego se sentó en silencio, lleno de felicidad.

Shigeru miró a Tanjiro con admiración.

—Eres un gran cocinero, hermano —dijo él, con una sonrisa en su rostro.

Tanjiro se ruborizó un poco ante los cumplidos de sus hermanos y se sintió aún más orgulloso de sí mismo.

—Gracias, chicos—dijo él, con una sonrisa— Estoy muy contento de que les guste mi comida.

Kie, que había estado observando la escena con ternura, se acercó a Tanjiro y puso una mano en su hombro.

—Eres un hombre muy dedicado—dijo ella con orgullo—Siempre cuidas bien de nosotros y les das todo lo que necesitan.

Los niños siguieron comiendo la sopa con avidez, cada uno disfrutando de su propia manera.

Kie miró cómo disfrutaban de la comida y se sintió aún más orgullosa de Tanjiro. Era agradable ver cómo su hijo se preocupaba tanto por ellos y los cuidaba con tanto cariño.

Takeo, que había sido el primero en terminar su plato, miró a Tanjiro con admiración.

Hanako y Shigeru continuaron pidiéndole a Tanjiro más sopa, insistiendo con entusiasmo.

—Por favor, hermano, déjanos otro plato—dijo Hanako, con los ojos brillantes—Estamos tan hambrientos.

Shigeru asintió con la cabeza y se frotó el estómago.

—Sí, por favor, hermano—dijo él, con la voz llena de hambre—No hemos comido en todo el día.

Takeo, que había estado observando cómo sus hermanos menores insistieron en más comida, no pudo evitar sentirse molesto. Él también quería más sopa, pero sabía que su hermano tenía que cuidar la ración de todos.

—¡Shigeru¡ ¡Hanako!, ustedes dos ya han comido suficiente —dijo él con tono firme—No pueden comer más.

Shigeru y Hanako se detuvieron y se miraron entre sí, un poco decepcionados.

Tanjiro se dio cuenta de que Takeo estaba molesto y no quería darle más sopa a sus hermanos. Sin embargo, no quería que se sintieran mal.

—Está bien, chicos—dijo él con una sonrisa— Pueden comer otro plato de sopa. Pero no se excedan, ¿de acuerdo?

Shigeru y Hanako sonrieron y se animaron al escuchar la respuesta de Tanjiro.

—¡Gracias, hermano!—dijeron al unísono, felices de poder comer más.

Nezuko, que había estado observando la escena en silencio, también notó cómo Takeo se molestaba y cómo los hermanos pedían más sopa.

—Takeo, no seas tan duro —dijo ella, con tono de regaño. —Ellos solo quieren más comida.

Takeo se volvió hacia Nezuko y puso los ojos en blanco.

—Pero ya han comido suficiente —respondió él con irritación. —No necesitan más.

Kie, que también había escuchado la conversación, sonrió y se acercó a Takeo.

—Deja que los niños coman lo que quieran, Takeo —dijo ella, con voz suave. —No te preocupes por ellos.

Nezuko también pidió otro plato de sopa, esta vez acompañada por el pequeño Rokuta, que era el más pequeño de la familia. Él tenía un apetito voraz y no se podía resistir a la tentación de comer más comida.

—Por favor, hermano —dijo Rokuta, con la boca llena de saliva. —Quiero más sopa. Estoy muy hambriento.

Tanjiro sonrió ante la petición de sus hermanos y, a regañadientes, les sirvió otro plato de sopa.

—Está bien,—dijo él, colocando los platos frente a ellos—Pueden comer todo lo que quieran.

Kie, que estaba a su lado, le miró con ternura y le sonrió.

—Están muy hambrientos, ¿verdad? ,mis queridos hijos—preguntó ella con un tono suave.

Tanjiro le devolvió la mirada a su madre con amabilidad y le sonrió suavemente.

—Sí, madre, ¿no quieres un segundo plato también? —Preguntó él, ofreciéndole el plato de sopa.

Kie negó con la cabeza y le hizo un gesto con la mano para rechazarlo.

—No, gracias, cariño —dijo ella, con ternura en su voz. —Estoy bien. Ya comí bastante,que lo que queda sean para tus hermanos

Tanjiro asintió y se dio cuenta de que su madre no quería comer más. Él sabía que estaba siendo generoso al ofrecerles más comida, pero al mismo tiempo se sentía un poco culpable por no haberles dado lo suficiente.

—Está bien, madre —dijo él, colocando el plato de sopa frente a ella. —Gracias por preocuparte por nosotros.

Kie le sonrió y acarició su cabeza con ternura.

—Eres un buen hijo, Tanjiro—dijo ella con orgullo—Siempre tan amable y considerado.

Tanjiro se sonrojó ligeramente ante el cumplido de su madre y sintió un pequeño nudo en la garganta. A pesar de que estaba acostumbrado a ser tratado con afecto y cuidado por ella, siempre le emocionaba cuando ella lo reconocía así.

—Gracias, madre —dijo él, con voz suave. —Lo intento. Solo quiero cuidar de ustedes.

Kie se acercó y le dio un beso en la frente.

"Lo sé, cariño Eres un buen hijo y un hermano excelente."

Tanjiro se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina para preparar más sopa para sus hermanos. Después de colocar los platos vacíos en el fregadero, tomó un nuevo tazón y comenzó a llenarlo con sopa.

Mientras preparaba la comida, su mente se llenó de pensamientos sobre su madre. Se preocupaba por ella, quería asegurarse de que estuviera bien y alimentada. Pero sabía que no podía quedarse en la cocina todo el día, así que decidió volver a la mesa y servir la sopa para sus hermanos.

Cuando regresó a la habitación, vio cómo sus hermanos comían con avidez la comida. Shigeru estaba con la boca llena, pero aún así comía con entusiasmo.

—¡Esto está delicioso, hermano! —Exclamó él

Takeo asintió en acuerdo y también empezó a comer con rapidez.

Los hermanos de Tanjiro, Shigeru, Takeo, Nezuko, Hanako, Rokuta y el pequeño Rokuta, estaban encantados con el segundo plato de sopa que les había preparado Tanjiro. Todos estaban llenos y satisfechos, pero ninguno quería parar de comer.

Kie los miraba con ternura desde su lugar en la mesa, observando cómo disfrutaban de la comida. Era un momento agradable y relajado, en el que todos estaban juntos y felices.

Tanjiro observó cómo sus hermanos disfrutaban de la comida y se alegró de ver cómo estaban todos satisfechos. Él también se sentía aliviado de que todos hubieran podido comer bien.

—Estoy contento de que les haya gustado la sopa —dijo él con una sonrisa—Siempre me alegra ver que están sanos y bien alimentados.

Tras la cena, los niños se habían quedado sentados en la mesa, conversando y riendo entre ellos. Después de un rato, Rokuta se había quedado dormido en la mesa, exhausto por el día agotador.

Kie entró a la sala y vio cómo Rokuta estaba acostado en la mesa, con los brazos

cruzados y la boca ligeramente abierta. Sonrió y se acercó a él para acomodarlo en su regazo.

Kie cargó a Rokuta y lo llevó a su habitación. Después de acomodarlo en la cama, se volvió hacia sus otros hijos y los miró con una sonrisa.

—Por favor, niños, pelen las habas que quedan en la cocina —dijo ella. —Mañana haremos un guiso.

Los niños asintieron con la cabeza y se pusieron de pie, listos para seguir las instrucciones de su madre.

Shigeru tomó una gran habas y la colocó en el plato. Luego, tomó otra y empezó a pelarla. Hanako hizo lo mismo y los dos empezaron a trabajar en silencio.

Takeo, que estaba observando a sus hermanos, no pudo evitar reírse.

—Nunca cambiarán, ¿verdad? —Preguntó él con una sonrisa.

Hanako y Shigeru rieron ante las palabras de Takeo.

—Supongo que no —dijo Hanako, con una sonrisa traviesa. —Siempre hemos sido así.

Shigeru asintió con la cabeza en acuerdo.

—Siempre nos metemos en problemas y nos metemos en líos —agregó él. —Pero al menos podemos ser traviesos juntos.

Takeo siguió riendo mientras seguía pelando las habas.

—Así que es verdad —dijo él, con un tono de diversión en su voz. —Siempre han sido los gemelos traviesos.

Shigeru y Hanako se miraron el uno al otro y se encogieron de hombros, sin poder negarlo.

—Supongo que no podemos evitarlo —respondió Shigeru con una sonrisa. —Somos hermanos, después de todo.

Takeo se rio aún más fuerte al escuchar las palabras de Shigeru.

—Sí, sí —dijo él, todavía riendo. —Los gemelos más traviesos de la familia.

Shigeru y Hanako se rieron con él, pero luego siguieron trabajando en silencio, pelando las habas con rapidez y precisión.

Kie entró en la sala y vio cómo sus hijos estaban trabajando duro pelando las habas. Su sonrisa se hizo más amplia al ver cómo todos estaban tan concentrados en su tarea.

Se apoyó en el marco de la puerta y observó a sus hijos durante unos momentos, disfrutando de la es
cena familiar.

—Qué trabajadores son —dijo ella con orgullo. —¡Estáis haciendo un gran trabajo!

Los tres hermanos levantaron la mirada cuando escucharon la voz de su madre. Shigeru y Hanako sonrieron y se sentaron más derecho en sus asientos.

—Gracias, mamá —respondió Shigeru. —Solo estábamos tratando de ayudar.

Takeo asintió con la cabeza en acuerdo.

—Sí, queríamos hacer algo útil —dijo él. —No queríamos ser unos holgazanes.

Hanako, que era siempre traviesa y bromista, no pudo evitar bromear con Takeo.

—Oh, cierto, Takeo —dijo ella con una sonrisa traviesa. —Tienes que ser como Tanjiro, ¿no? Siempre trabajando duro y siendo tan responsable.

Takeo puso los ojos en blanco y rodó los ojos ante el comentario de Hanako.


—Sí, soy como Tanjiro —respondió él, con un tono de orgullo en su voz. —También soy responsable y trabajo duro.

Shigeru, que había escuchado la conversación, sonrió y dijo:

—Pero tú también eres un poco travieso, Takeo.

Takeo le dio un golpe a Shigeru en el brazo.

—No soy tan travieso como ustedes —dijo él, defendiéndose.

Kie y los otros hermanos siguieron riendo mientras Takeo se sonrojaba y se veía avergonzado. Él no podía evitar sentirse un poco avergonzado por la forma en que todos estaban riendo de él.

—Basta, ya basta —dijo él, tratando de contener la risa. —No es tan gracioso.

Kie se recuperó de la risa y le dio unas palmaditas en el hombro a Takeo.

—Vamos, no te enojes —dijo ella con una sonrisa. —No es tan malo. Sólo estamos jugando , diviértete con tus hermanos.

Shigeru y Hanako también se relajaron y se rieron un poco más.

—Sí, no te enojes —agregó Shigeru. —Solo estás un poco demasiado serio a veces.

Kie dejó de reír y se aclaró la garganta, preparándose para preguntar algo.

—Hablando de Tanjiro —dijo ella. —¿Han visto a su hermano desde el almuerzo?

Hanako, que estaba relajada y disfrutando de la compañía de sus hermanos, se detuvo de repente y se volvió hacia Kie.

—Sí, lo vi salir con Nezuko —dijo ella con una sonrisa traviesa. —Se fueron juntos.

Shigeru levantó la vista de su plato y también se volvió hacia Kie.

—Es cierto —dijo él. —Los vimos salir juntos. Parecían estar muy ocupados hablando entre ellos.

Takeo, que había estado callado hasta ahora, también miró a Kie con curiosidad.

—¿De qué hablaban? —Preguntó él.

Kie sonrió al escuchar las preguntas de sus hijos. Ella siempre había sido cercana a Tanjiro y Nezuko, y los había visto crecer juntos desde que eran niños.

—Siempre han sido muy unidos —dijo ella. —Desde pequeños, siempre estaban juntos y se apoyaban mutuamente.

Shigeru y Hanako compartieron una mirada de sorpresa y luego rieron.

—Es cierto —dijo Hanako. —Ellos dos siempre han sido muy unidos. Parece que siguen siendo así de mayores.

Tanjiro y Nezuko estaban caminando juntos por el bosque, sobre la nieve y hablando de cosas serias sobre el futuro de la familia.

Tanjiro estaba hablando con seriedad, mientras que Nezuko lo escuchaba con atención.

—Tenemos que pensar en el futuro de la familia —dijo él. —Tenemos que asegurarnos de que tengamos un futuro estable y seguro.

Nezuko asintió en silencio, escuchando sus palabras con atención.

—Tienes razón —respondió ella. —Debemos cuidar de todos nosotros y asegurarnos de que estemos bien.

Tanjiro asintió con la cabeza y tomó una pausa para pensar. Luego, volvió a hablar.

—Pero también tenemos que asegurarnos de que estemos unidos —dijo él. —No quiero que ninguno de nosotros se separe o se separe de la familia.

Nezuko sonrió y puso una mano en el hombro de Tanjiro.

—Estoy de acuerdo contigo —dijo ella. —Estoy lista para luchar por la familia y estar a su lado en cualquier momento.

Tanjiro sonrió y tomó la mano de Nezuko, sujetándola con fuerza.

—Gracias —dijo él. —Eres una hermana increíble. Estoy orgulloso de ti.

Nezuko se sonrojó ligeramente ante sus palabras, pero mantuvo su sonrisa.

—Tú también eres un hermano increíble —respondió ella. —Y todos somos una familia muy fuerte. No permitiremos que nada nos separe.

Tanjiro había perdido a su padre cuando era joven, y desde entonces había asumido la responsabilidad de ser el líder de la familia. Él había tenido que aprender a ser fuerte y

 protector, y había tomado muchas decisiones difíciles para mantener a su familia unida y segura.

—Pero, incluso con todo lo que he tenido que hacer, todavía estoy aquí —dijo Tanjiro con firmeza. —Estoy listo para seguir adelante y seguir cuidando de todos nosotros.

Nezuko sonrió aún más al escuchar las palabras de Tanjiro.

—Sí —dijo ella. —Estamos juntos en esto. Vamos a hacer que nuestra familia salga adelante. Vamos a cuidar de todos nosotros y mantenernos unidos.

Tanjiro apretó la mano de Nezuko con fuerza, apoyándose en su determinación.

—Así es —dijo él. —Estamos en esto juntos. Y no importa lo que pase, siempre estaremos aquí para apoyarnos el uno al otro.

Nezuko sentía el apretón de mano de Tanjiro
y se sonrojó ligeramente. Ella podía sentir algo diferente en ese momento. Era como si estuviera sintiendo algo que no había sentido antes.

Ella lo miró, pero él no parecía darse cuenta de su sonrojo. Tanjiro estaba concentrado en su conversación y en mantener la mano de Nezuko agarrada.

Tanjiro siguió hablando con Nezuko, pero su mirada se desvió hacia el cielo. Podía ver cómo la nieve caía lentamente, pintando el paisaje de blanco.

—Mira el cielo —dijo él, señalando hacia arriba. —Es precioso.

Nezuko siguió su mirada y miró hacia arriba también. Se quedó en silencio por un momento, absorbiendo la vista.

—Sí, es hermoso —dijo ella, con la voz suave.

Nezuko cerró los ojos y se imaginó a sí misma y a Tanjiro caminando por estos
mismos lugares cuando eran más pequeños Ella recordaba cómo él la había cargado en su espalda mientras ellos se aventuraban por el bosque.

—Recuerdo cómo me cargabas en tu espalda —dijo ella, con una sonrisa nostálgica. —Eras tan protector conmigo entonces.

Tanjiro también se detuvo y sonrió al recordar los viejos tiempos.

—Sí, recuerdo cómo me pedías que te llevara en mi espalda —dijo él. —Eras tan pequeña y tan frágil. Te cuidaba como si fueras mi pequeña princesa.

Nezuko se rió suavemente y asintió con la cabeza.

—Eras muy mimado —dijo ella. —Pero me encantaba que me llevaras así. Me hacía sentir segura y protegida.

Tanjiro y Nezuko recordaron el pasado juntos, mientras él la sostenía en su espalda.

Tanjiro se había convertido en un joven fuerte y protector, pero aún tenía ese lado tierno y protector que había tenido cuando era más pequeño.
tanjiro kamado


—Siempre has sido tan pequeña y delicada —dijo él con una sonrisa. —Te cuidaba como si fueras de cristal.

Nezuko sonrió y apoyó la cabeza en el hombro de Tanjiro.

—Era fácil para ti cargarme —dijo ella. —Eres muy fuerte.

Tanjiro sonrió al escuchar las palabras de Nezuko. Él siempre se había sentido protector con ella, y sabía que era fuerte y capaz de cuidarse a sí misma.

—Es cierto —dijo él. —Pero aún así, me gusta protegerte. Eres mi hermana y me preocupo por ti.

Nezuko se volvió hacia él y lo miró con ternura.

—Estoy bien —dijo ella. —No necesito que me protejas todo el tiempo. Pero me gusta que lo hagas de vez en cuando.

Tanjiro asintió y vio que la nieve empezaba a caer con más fuerza. Sabía que era hora de volver a casa.

—Deberíamos volver —dijo él. —La nieve va a empeorar pronto.

Nezuko se volvió hacia el cielo y vio que él tenía razón. El paisaje estaba cubierto por
una espesa capa de nieve, y las ramas de los árboles estaban cubiertas de blanco.

—Está bien —dijo ella. —Estoy lista para volver a casa.

Tanjiro observó cómo la nieve caía con fuerza y notó cómo se estaba volviendo más difícil caminar. Él sabía que tendrían que volver a casa pronto para mantenerse abrigados y seguros.

—Vamos, entonces —dijo él. —Tenemos que movernos rápido. La nieve puede hacernos perder el equilibrio.

Él soltó la mano de Nezuko y se dio la vuelta para caminar de regreso a la cabaña.

Nezuko asintió y comenzó a caminar a su lado, manteniendo el paso a través de la nieve. La nieve ya estaba empezando a acumularse en sus botas, haciendo que cada paso fuera más difícil.

—Estoy un poco cansada —dijo ella,respiran- -do con fuerza. —La nieve está haciendo que sea difícil caminar.

Tanjiro se volvió hacia Nezuko y notó cómo ella luchaba por caminar a través de la nieve. Él pudo ver cómo se cansaba y se tambaleaba ligeramente.

—Nezuko, estás luchando —dijo él con preocupación en su voz. —¿Quieres que te cargue en mi espalda?

Nezuko se niega a ser cargada en la espalda de Tanjiro. Aunque sabe que él está preocupado por ella, se niega a parecer débil y depender de él.

—No, estoy bien —respondió ella, tratando de sonar fuerte y decidida. —No necesito que me cargues. Estoy bien.

Ella dio un paso adelante, pero se tambaleó un poco y casi cayó al suelo.

Tanjiro vio cómo Nezuko se tambaleaba y
casi se caía. Su preocupación aumentó aún más al ver cómo se negaba a pedirle ayuda.

—No eres fuerte si no me dejas ayudarte —dijo él con firmeza. —Puedo ver que estás

cansada y no puedes caminar por la nieve sola. Por favor, déjame cargarte en mi espalda. Sé que puedes ser débil, pero yo estoy aquí para protegerte.

Nezuko se detuvo y se volvió hacia Tanjiro, con expresión avergonzada. Sabía que él tenía razón. Estaba cansada y no podía caminar por la nieve sola. Pero no quería parecer débil ante él.

—No quiero ser una carga —dijo ella, con la voz un poco temblorosa.

Tanjiro pudo ver la vergüenza en el rostro de Nezuko y sintió su corazón romperse un poco. Él sabía cuánto ella se preocupaba por parecer fuerte y capaz frente a él.

—No eres una carga —dijo él con calma. —Solo quiero ayudarte porque te quiero y quiero protegerte. No te preocupes por parecer débil. Yo te cuidaré.

Nezuko se puso un poco nerviosa cuando Tanjiro se agachó para que ella se subiera a su espalda. Ella sabía que era un gesto muy vulnerable y que significaba que él la estaba cargando.

Pero no pudo evitar sentirse aliviada al mismo tiempo. Estaba cansada y necesitaba ayuda, y sabía que Tanjiro no la iba a dejar caer.

Con un suspiro, se subió a su espalda, apoyando su cabeza en su hombro.

Tanjiro sonrió mientras ella se subía a su espalda. Pudo sentir cómo ella se apoyaba en él y se sentía protector y cariñoso.

—Estás más ligera de lo que recuerdo —dijo él, con una sonrisa traviesa. —¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te cargué así?

Nezuko se rió suavemente al escuchar su comentario.

—Hace mucho tiempo —respondió ella, con un tono de nostalgia en su voz. —Eras tan pequeño y fuerte entonces. Ahora eres un hombre grande y fuerte.

Ella apoyó la barbilla en su hombro y se quedó en silencio por un momento, disfrutando de la sensación de seguridad que sentía mientras él la sostenía.

Tanjiro siguió caminando con Nezuko en su espalda, manteniendo el paso a través de la nieve. Podía sentir su peso y su respiración en su espalda, pero no se quejó ni se desanimó. En cambio, se sentía protector y lleno de amor por ella.

—Esto es mucho más fácil —dijo él, con un tono juguetón. —No tienes que caminar tanto. Yo puedo cargar contigo.

Nezuko rio suavemente nuevamente, sintiendo el alivio de saber que él estaba cargándola.

—Sí, lo sé —dijo ella. —Pero aún así, quiero ayudar. No quiero ser una carga.

Ella apoyó la barbilla en su hombro nuevamente y se quedó en silencio, disfrutando del paseo y la sensación de seguridad que sentía mientras él la sostenía.

Tanjiro sonrió y siguió caminando por el bosque con Nezuko en su espalda. Podía sentir cómo ella apoyaba la barbilla en su hombro y cómo su respiración se hacía más lenta y profunda. Sabía que estaba cansada, pero también sabía que estaba a salvo y protegida mientras él la sostenía.

Kie estaba en la cabaña, mirando a través de la ventana con preocupación. Podía ver a

Tanjiro y a Nezuko caminando por el bosque cubiertos de nieve, y sabía que estaban luchando para caminar a través de la nieve cada vez más pesada.

Kie sabía que Tanjiro era fuerte y capaz, pero también sabía que Nezuko era más frágil y no podía caminar con facilidad. Estaba preocupada por su seguridad y quería asegurarse de que estuvieran bien.

Kie se volvió hacia el retrato de su esposo, que estaba colgado en la pared.

—Estoy preocupada por Tanjiro y Nezuko —dijo ella en voz baja. —Están caminando por el bosque cubiertos de nieve, y están luchando para caminar. Quiero asegurarme de que estén a salvo.

El retrato de su esposo no respondió, pero Kie sabía que él siempre había sido protector y que estaría observando y cuidando de ellos desde el más allá.

Kie se volvió hacia el retrato de su esposo y le dirigió una mirada suplicante.

—Por favor, cuida de ellos —dijo ella en voz baja. —Estoy preocupada por ellos. La nieve los está dificultando caminar y sé que no pueden hacerlo solos. Por favor, dígale a Tanjiro que se cuide y que no los deje solos. Quiero asegurarme de que estén a salvo.

Kie mantuvo la mirada fija en el retrato, como si estuviera esperando una respuesta.

El retrato de su esposo siguió sin responder. Kie sabía que él no podía oírla ni verla, pero aún así sentía que estaba escuchando sus palabras y estaba tomando nota de su preocupación.

Kie volvió a mirar por la ventana, viendo cómo Tanjiro y Nezuko caminaban a través del bosque cubiertos de nieve. Su corazón se llenó de angustia al ver que estaban luchando y que podrían caer en cualquier momento.

—Por favor, dime qué debo hacer —susurró Kie en voz baja. —Quiero proteger a mis hijos.

El retrato de su esposo siguió sin responder. Kie sabía que él no podía escucharla, pero aún así sintió como si estuviera hablando con él.

Kie se quedó mirando por la ventana, observando cómo Tanjiro y Nezuko avanzaban lentamente por el bosque. Su corazón se llenaba de angustia al ver cómo luchaban por caminar y se preguntaba si realmente podrían llegar a casa a salvo.

Kie salió de la cabaña y se apresuró a llegar hasta donde estaban Tanjiro y Nezuko. Al verlos, se arrodilló frente a ellos y los abrazó con fuerza, llorando entrecortadamente.

—Por favor, estén a salvo —dijo ella, con voz entrecortada. —No quiero perderlos.

Kie estaba completamente desesperada. Su preocupación por Tanjiro y Nezuko era
enorme y no podía soportar la idea de que algo malo les pudiera pasar.

—Por favor, no salgan hoy —dijo ella, agarrando a Tanjiro y a Nezuko con fuerza. —Por favor, no vayan al bosque hoy. La nieve está cayendo con fuerza y no quiero que se hagan daño.

Kie estaba llorando y desesperada por proteger a sus hijos.

Tanjiro y Nezuko se sorprendieron al ver a su madre llorando y pidiéndoles que no salieran. Él miró a su madre con preocupación y se preocupó por su estado de ánimo.

—Mamá, no te preocupes —dijo él, tratando de tranquilizarla. —No saldremos hoy. La nieve está cayendo con fuerza y no quiero que nos lastimemos.

Nezuko asintió en silencio, apoyando la idea de su hermano.

Kie siguió llorando, pero se dio cuenta de que Tanjiro y Nezuko estaban preocupados por ella. Después de un momento, ella respiró hondo y se tranquilizó un poco.

—Sí, ya es hora de que entren —dijo ella, secándose las lágrimas. —No quiero que se enfermen por quedarse afuera.

Ella se puso de pie y les hizo señas para que entraran a la cabaña.

Tanjiro y Nezuko asintieron y siguieron a su madre a la cabaña. Tanjiro miró a su madre con preocupación, mientras que Nezuko se aferraba a su mano.

Una vez que entraron a la cabaña, Kie cerró la puerta y se apoyó contra ella, respirando hondo para calmarse.

Kie se apoyó contra la puerta y respiró hondo unas cuantas veces, tratando de calmarse. Su preocupación por Tanjiro y Nezuko todavía estaba presente, pero se sentía un poco más tranquila ahora que estaban a salvo dentro de la cabaña.

—Siento haberlos asustado —dijo ella en voz baja. —Pero no quiero que se lastimen afuera. La nieve es peligrosa y quiero asegurarme de que estén a salvo.

Tanjiro se acercó a su madre y la abrazó con fuerza.

—Está bien, mamá —dijo él. —Estamos bien ahora. No te preocupes.

Nezuko se unió al abrazo, rodeando a su madre con sus brazos temblorosos.

Kie se aferró a sus hijos con fuerza, agradecida por su cariño y apoyo. Su preocupación por ellos aún no se había ido, pero sabía que estaban a salvo por el momento.
—Gracias, cariño —dijo ella, besando la frente de Tanjiro y luego acariciando el cabello de Nezuko. —No sé qué haría sin ustedes.

Tanjiro sonrió suavemente y se volvió hacia su madre.

—Siempre seré fuerte para proteger a nuestra familia —dijo él. —Eso es lo que hacen los hermanos mayores.

Nezuko asintió con la cabeza en acuerdo, apoyando las palabras de su hermano.

Kie se apoyó en ellos, sintiéndose reconfortada por sus palabras y su apoyo. Estaba agradecida de tener hijos que estaban dispuestos a protegerla y cuidarla.

Fin del capítulo

Continúara
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1 comentarios - Tanjiro x Kie: novela de amor de madre e hijo

Kamado2099
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