-Mira nada más que desastre...Bueno, tu mamá era igual cuando empezamos. Aunque ella agarró el ritmo rápido. A ver si la cachorrita también le logra seguir los pasos. Ven, que te ensucias la ropa. -Me dijo, para agarrar mi franela por el cuello y, como si estuviera hecha de papel, romperla por la mitad de la parte delantera sin aparente esfuerzo alguno. Mi sostén también corrió con la misma suerte, rebotando graciosamente mis tetas al momento de ser liberadas cuando rompió la prenda íntima. Acto seguido manejó con suma maestría mi torso para terminar de desnudarlo, dejándome únicamente en leggins y zapatos.
-Digna cachorrita de tu mami...heredaste ese lindo par de tetas de ella. -Dijo mientras comenzaba a magrearlas a gusto, aplicando cierta fuerza, especialmente cuando comenzaba a pellizcarme los pezones, haciéndome soltar unos fuertes gemidos de un placer que me invadía para mi completa sorpresa. -Eeeso...jajaja te gusta...perrita caliente...-Me dijo regodeándose de nuevo. Yo no respondí, solo soltaba gemidos, confundida por todo lo que estaba sintiendo en ese momento, y también por cómo estaba reaccionando. Intenté defenderme con tímidos y débiles esfuerzos, interponiendo como pude mis manos para resguardarme las bubis e intentando apartar sus manos de mí, pero él lograba esquivar y encontrarlas con mucha facilidad. Estuvimos en esas hasta que comenzó a lanzarles bofetadas que fueron creciendo en fuerza, momento en que intenté apartarme echando mi cuerpo hacia atrás, cosa que no permitió agarrándome por la garganta con su mano derecha con autoridad firme, haciéndome acercar a su rostro, para escupirme de nuevo en la cara y cachetearme con su mano libre mientras me soltaba, haciéndome caer en el piso.
"Dios mío...¿Que me está pasando?" Pensé al caer en el suelo. Las tetas me ardían un poco por las palmadas que el negro les había dado. Y dentro de mi estomago tenía una extraña sensación...que me resultaba agradable y terrorífica al mismo tiempo, que no lograba explicar.
Me volví sobre mi cuerpo para ponerme de pie, pero al momento de estar a cuatro patas por el movimiento, él, ya de pie, me agarró del cabello impidiéndome que me alzara, procediendo a magrearme el culo por encima del leggin, paseando su mano por mi entrepierna se forma tosca y agresiva, manoseándome el bollo a gusto. -Mira nada más que puta eres...-Dijo al tiempo que me metía su mano por dentro del leggin y la pantaleta. -Estas mojadita...te gusta esto...¡Te gusta! ¡Jajaja! -Se echó a reír para, ahora con ambas manos luego de liberar mi cabello, romper el leggin y la braga al mismo tiempo, al igual que hiciera con mis prendas superiores, dejándome calzada apenas en mis zapatos deportivos. Aprovechó entonces para, luego de quitarme la prenda y volver a agarrarme por el pelo con una mano, nalguearme con furia, intercalando los azotes de su mano con fuertes magreos de cuca y culo, especialmente de cuca, embadurnando su mano con mis jugos vaginales.
Yo, con mi mente en blanco, no dejaba de gemir. La sensación de mi estomago se extendió por todo mi cuerpo, por lo que me sentía temblorosa por esa terrorífica pero deliciosa sensación. No tenía control de mi cuerpo, e instintivamente levanté mi cola en ofrecimiento al trato que me propinaba este hombre, quién intensificó los magreos, metiéndome dos dedos en mi bollito empapado, para sacarlos y pasármelos por la cara. -Mira, mira. Huélelos. -Me dijo, mientras me los pasaba por la nariz. Estaban chorreantes de flujo vaginal. -Anda, saboréalo.-Me dijo mientras me los metía en la boca. De nuevo por instinto comencé a chuparlos, bebiendo todo el jugo, para luego sacármelos y volvérmelos a meter en la cuca, repitiendo la operación varias veces que en mi extraño trance no llegué a contar. Eso sí, cada vez que repetía, me mojaba y temblaba más y más...
"No puede ser que esté sintiendo placer con esto... está abusando de mi...¿Como puede gustarme esto?" Llegué a pensar, mientras me acercaba peligrosamente al orgasmo. Escuché en ese momento mi teléfono sonar, me había llegado un mensaje. Alcancé a ver la pantalla, aprovechando que el aparato estaba tirado en el piso boca arriba. Había varios mensajes de Edgar. Sin embargo no me importó lo más mínimo. Estaba caliente, debo reconocerlo. Y me estaba gustando todo esto, por lo que no me importó mi propio novio. "Va a ser que si soy una perra..." Pensé. "Y lo más vergonzoso es que este maldito está viéndome en éstas...y es por él que estoy en éstas...no debo...no debo darle el gusto...debo tratar de que no me note, debo tratar de controlar mis gemidos..."
El negro en ese momento se ubicó detrás de mí, sin soltarme el cabello. Se agachó ligeramente y posicionó la punta de su verga en toda mi entrada vaginal. La recorrió rozándola un poco de arriba a abajo, haciéndome sentir escalofríos."Maldito....métemelo yaaaaa ¡que desesperación!" Pensé, olvidando por completo que me había propuesto no darle el gusto. Y como si él pudiera leer mi mente me preguntó si estaba ansiosa por tenerlo dentro de mí. -Jajaja mejor no digas nada, sé que lo estás...mira como mueves el culito, con ansias de que te ensarte. -Me dijo. Yo no lo había notado, pero inconscientemente mis caderas se movían como si fuera una perra emocionada por ver a su amo. Si seguía así no iba a poder con mi objetivo de no complacerlo con mi propia excitación. -Pídeme que te lo meta...anda, quiero oírlo de tu hocico.
-Solo mételo y ya, termina de una vez. -Le dije, sacando fuerzas de no sé dónde porque me salió por fin el tono desafiante y malaganoso.
-¡Vaaaaaaya! Todavía te queda algo de fuerza de voluntad, ¡Miren a la cachorra brava! Jajaja -Dijo, para endurecer la firmeza con la que me sujetaba el cabello, arrancándome un gemidito gracioso de dolor...y placer, seguido por un roce aún más frenético de la punta de su güebo en la entrada de mi vulva. Eso me sacó más gemidos y escalofríos que me ponían a temblar. Intenté, esta vez de forma consciente, de echarme un poco hacia atrás, hacia su cuerpo, para que entrara de una buena vez y poder calmar mis ganas. Sin embargo, él logró seguir mi movimiento y retirar un poco su verga para que siguiera rozando sin entrar en mí. -¡Ah, ah! -Dijo en gesto de negación -Hasta que no me lo pidas y me convenzas, no te lo voy a meter putita.
-¡Por favor! ¿Qué más quieres? !Ya te lo pedí! -Le dije, sin conservar mucho el tono desafiante de antes.
-Quiero que me convenzas...vamos, pídemelo...
-!Por favor métemelo ya!
-¿Por qué lo haría? Eres una perrita altanera...
-Por...porque...ahhh...porqueeeeh...ay diooos...porque...-Titubeé, de nuevo con vocecita tímida, entre gemidos. El roce me estaba volviendo loca. Sentía que mis entrañas me palpitaban de deseo. -¡Porque lo necesito, coño!-Exclamé, en otro chispazo de valentía con voz algo más..."ruda".
-!Ruégamelo zorra! !Implóramelo! -Me dijo halando mi cabello con su mano mientras me daba una buena nalgada con la otra y la situaba en la parte baja de mi espalda, para arquearme hacia atrás. "Aaahhhh" gemí como perra en celo. Me sentí derrotada en ese momento. Conquistada. Indefensa. Quebrada...y MUY excitada.
-Te...te lo ruego...te lo imploro...¡Métemelo! Te lo suplico por favor...-Dije con una voz sensual de perrita dominada para mi propia humillación. Humillación que debo admitir que me excitó aún más si cabe.
Sin más ni más, de un trancazo hundió su enorme verga negra en mi cuquita. Y lo que sentí fue...No sé cómo describirlo. Hubo dolor. Claro que lo hubo, ese güebo era ENORME y GRUESO. ¡Me estiró la cuca de un sopetón! No solo en profundidad, sino en anchura también. Sin embargo, acompañando a ese dolor, vino un enorme mar de sensaciones placenteras. Un cosquilleo que se sintió como un corrientazo tomó cada parte de mi cuerpo, haciéndolo temblar de gusto junto con los escalofríos violentos que me castigaban sin piedad. -!AAAHAHHHHH POOOHHR DIOOOOOOOOHHHS! -Chillé. Él, en lo que supongo era un acto de piedad, no hizo nada más, se quedó quietecito con su verga dentro de mí, como dejando que me acostumbre a su hombría mientras yo me retorcía entre temblores y espasmos, golpeando el piso con el puño cerrado intentando soportar todo.
-Qué bueno que estas excitada y bien lubricada niña...entró facilito jajaja.
-Eeeehh...ehhh eres...un...maaaahl...dito. -Le dije entre gemidos, con voz igual de tímida que antes.
-Sabes, me estoy aburriendo de ese tonito desafiante que a veces te sale...-Me dijo para halar aún más mi cabello y arquearme de forma más forzada y dolorosa, acercando su rostro a mi oído izquierdo. -Es hora de enseñarte a quién debes respetar...es hora de enseñarte quien manda aquí. -Me susurró al oído para comenzar, ahora sí, un buen mete y saca con su pelvis.
Por supuesto que ese mete y saca provocó que gimiera (y también temblara) con mucha más fuerza. Perdí total control ya no de mi cuerpo, sino de mis sentidos. Solo alcancé a centrarme en sentir ese mar de ricas sensaciones que se apoderaron de mi cuerpo a costa del sufrimiento de mi cuquita...que supuse en ese momento que ya no sería cuquita sino CUCOTA así en mayúsculas, porque ese negro con esa herramienta sin duda me estaba redimensionando la cavidad vaginal. Jamás había sentido algo así.
Nunca entendí a la gente que le gusta sentir dolor, nunca concebí que alguien pudiera obtener placer de ello. Sin embargo, en ese momento los comprendía. El dolor era intenso, pero infinitamente placentero. "Entonces así se siente......mierda, no quiero dejar de sentirlo..." Pensé.
En ese momento volvió a sonar el teléfono, esta vez era un tono de llamada. En la pantalla apareció la foto de mi novio Edgar. En un vago momento de control, lo tomé con una mano y colgué la llamada. Sin embargo, él volvió a marcar, pero yo volví a colgar, aunque por los movimientos del negro, perdí el teléfono de mi mano. Estaba llegando aún más hondo en mí, a lugares que jamás imaginé que se podría llegar...Un nuevo intento de comunicarse por parte de Edgar se hizo presente en mi teléfono, pero Julián ya estaba empezando a tocar un punto de mi interior que simplemente me había desarmado por completo. Cualquier atisbo de rebeldía, incluso cualquier mínimo pensamiento, se había esfumado de mi cabeza. Solo quedaban las ganas de seguir siendo cojida por este negro. Era como si me hubiera apagado el cerebro.
-¿Quién manda puta de mierda? -Me preguntó él. Su voz era algo agitada, pero firme y segura.
-Aaahhha ahhahhahhg...¡Túhh! ¡Túuuuuhh! Ehhhhres miiihh due..aaaahh ay ay ahhhhh due...due-dueñooooohhhh -Le dije sin siquiera pensarlo. El hecho de ya declararlo por mi propia voz, se me hizo completamente erótico. Me había derrotado, me había domado. Era suya.
-Jajaja te gusta esto perra sucia...me estas apretando bien el güebo con la cuca...confiésalo, te gusta.
-Siiihh siiiggghh siiihhhhhh aahhh ahh siiiiiiih me encantaaaaaaahhh sigue por favooooorrr te lo ruegoogghh nooogh pareeeeeehhha aaahhhh -Chillé. Instintivamente me lleve la mano derecha a mi entrepierna para frotar mi clítoris. Estaba muy cerca del orgasmo y quería llegar cuanto antes.
-Aaah no. Eso sí que no. -Me dijo soltando mi cabello para agarrar mi brazo y luego mi muñeca. Repitió la operación con la mano que se apoyaba en la parte baja de mi espalda, tomando mi otro brazo con ella, y luego mi muñeca. Ambas manos las llevó a mi espalda y me agarró ambas muñecas con una sola, usando su mano libre para darme una sonora nalgada. -Si acabas, será a punta de güebo, perra. Además, esa cuca es mía, y te tocarás solo bajo mi permiso expreso.
-¡¡AAAAAAAAAAAHHHH DIOOOOOOOOHS!! -Chillé para acto seguido gemir excitada y frustrada por no poder tocarme con el orgasmo tan cerca. El solo respondió con otra nalgada, aumentando la intensidad y la profundidad de las embestidas y además estirando su mano libre para quitarme los zapatos y los calcetines, metiendo estos últimos en mi boca.
-Vas a despertar a los vecinos perra ruidosa jajaja -Me dijo mientras me propinaba un buen par de nalgadas más y me seguía penetrando con furia, enterrando más y más hondo su enorme verga negra en mí, llegando con cada estocada a un nuevo punto que jamás había sido alcanzado por nadie más.
Y fue gracias a esto que el orgasmo no tardó mucho en llegar. Lo sentí como una fuerte explosión proveniente de lo más recóndito de mis entrañas, o algo así, porque la verdad es que es MUY difícil explicar todo ese tumulto de sensaciones que se apoderaron de mi cuerpo. Los temblores se intensificaron, cada musculo de mi cuerpo se gobernaba solo. Y sentí como de mi cuca manaba un mar de jugos.
Julián me liberó las muñecas, dejándome caer en el piso espatarrada con el culo en pompa y ese monstruoso pedazo de carne aún ensartado en mi palpitante cuca. No se movió lo más mínimo, me dejó explotar con tranquilidad, hasta que, luego de un rato que no sabría decir si fueron segundos, minutos u horas, me sacó su miembro y se dirigió al sillón sentándose en él, mientras yo seguía ahí tirada en el piso con el culo en pompa, temblorosa por los estertores del orgasmo que recién había tenido, y con mis calcetines sucios bien metidos en mi boca. Mi mente estaba en blanco, aunque ahora invadida únicamente por una horrible sensación de vacío proveniente de mi cavidad vaginal, en la cual sentía que solo entraba el aire.
Porque si, me dejo la cuca bien abierta. Literalmente.
-No te quedes ahí perrucha calenturienta. Ven a adorar a tu nuevo dios. -Dijo con tono de arrogancia, abriendo sus piernas para dejarme ver su enorme verga negra abrillantada, embadurnada por mi flujo vaginal, y sus enormes bolas peludas y húmedas también.
Sin pensarlo dos veces, como pude me erguí con los brazos hasta quedar a cuatro patas, para gatear hacia él dispuesta a cumplir la orden que...mi nuevo dios me había dado. ¿Por qué? Pues...porque quería más. DESEABA más. Ya no me importaba nada, más bien, creo que podía comprender a mi madre ahora. Este tipo no solo te coje, sino que encima se adueña de tu cuerpo, de tu mente. No sé cómo es mi padre en la cama, y tampoco quiero saberlo...pero si yo, con los novios que he tenido para comparar, me sentía así...¿Que quedará para ella?
Gateé como una perrita para ir hasta él, y cada vez que afincaba mis rodillas en el piso, sentía una puntada en la cuca por el estiramiento al que fue sometida. Antes de llegar a mi sitio, me detuve al pisar con mi mano derecha un líquido. Curiosa, vi al piso para notar que había un charco allí. -Esa fuiste tú, zorrita. Es tu juguito de cuca...pero no le pares, ya después lo limpiaras. Ven aquí. -Me dijo.
Sorprendida por toda esa cantidad de jugo en el piso, continué mi camino pensando en que nunca antes había botado líquido en mis relaciones sexuales. De hecho, ni siquiera sabía que podía hacerlo. Pero en fin, seguí caminando a cuatro patas hasta quedar entre sus piernas, para luego pasar mi lengua desde la base de su verga hasta la punta, recogiendo todo el flujo que podía con mi lengua para meterme el glande en la boca y tragarlo con tímida dulzura.
En ese momento sonó de nuevo mi teléfono. Supe que era una llamada, por el tono. Una vez más, era Edgar.
-Atiende. -Me dijo Julián. Yo obedecí, yendo a buscarlo gateando a cuatro patas, atendiendo la llamada.
-Aló. -Dije con tono cansado. Estaba agotada, a pesar de que no me había movido mucho.
-¡Amor! ¡Por fin respondes! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? -Me dijo Edgar.
-Edgar yo...-Hice una pausa. No sabía que decirle.
-Dime amor, ¿estas bien? ¿Los atrapaste? -Insistió él.
-Edgar...necesito estar sola. -Me limité a decirle. -Vete.
-Pero bebé...-Intentó insistir, justo en el momento en que volteé a ver a Julián, quién con un gesto de su mano derecha me ordenaba que fuera entre sus piernas nuevamente.
-Vete Edgar. En serio, necesito tiempo a solas. -Le interrumpí.... mientras me acercaba de nuevo gateando para ubicarme entre las piernas del negro.
-Skarlet por favor, dime que pasa... -Insistió Edgar una vez más.
-Edgar, hay...mucho que tengo que procesar. -Dije ya estando de rodillas entre las piernas de Julián y viendo esa enorme verga erecta ante mí, esperando ser "procesada" por mi boca. Lo sobé con mi mano libre con dulzura, ansiosa de adorarlo. Era increíble como le estaba dando prioridad al hombre que estaba destruyendo a mi familia por encima del que se supone que es el amor de mi vida. -Solo vete. -Le pedí.
-Coño Skarlet...-Dijo Edgar haciendo una pausa, mientras el negro me agarraba con su mano derecha por la cabeza y me hacía meter mi rostro entre sus bolas peludas. Lamí con deseo el peroné mientras sus bolas eran acariciadas por mi nariz y el tronco de su verga por mi mano derecha. No sé qué sonido le habrá llegado a mi novio por el auricular, pero él lo interpretó como un sollozo a juzgar por lo que dijo: -Mi cielo, estoy aquí para ti. No llores, saldremos juntos de esto, siempre te he apoyado, siempre te apoyaré.
-Vete Edgar. Solo vete. -Dije ladeando un poco mi rostro para poder hablar claramente sin perder contacto con el güebo del negro, y acto seguido le colgué el teléfono, para ponerlo en modo avión, tirarlo al piso y volver a meter mi cara, esta vez por voluntad propia, en el negro escroto de Julián.
-Ya te iba a decir que le hablaras solo con mi verga en tu boca. -Me dijo el negro. -Pero bueno, nada, en otra ocasión será.
-Estás muy seguro de que esto se repetirá... -Le dije. Aunque debo reconocer que fue en una especie de acto reflejo ante este tipo de situaciones...me gusta llevarle la contraria a la gente cuando dan algo por sentado en cuanto a mí respecta. La verdad era que ni yo misma creía que no habría otra vez.
-Ooooh querida putita...Si que estoy seguro. Verás, la única diferencia entre tu mamá y tú, es que ella se arrastró solita hasta mi verga en busca de aventura y pasión porque estaba aburrida del pendejo de tu papá. En cambio, a ti, solo tuve que darte un pequeño empujón. Ambas tienen el mismo resultado, puedo ver en tus ojitos de perrita sucia que estas embriagada de mí. Para muestra un botón, colgaste y tu solita metiste tu cara en mis bolas. Sin contar tu orgasmo, tu obediencia, la forma en me moviste el culito hace ratito para que te cojiera...Tu mamá también fue así, pensó que tendría una aventura de una sola noche conmigo...solo para terminar adicta a mí, dispuesta a satisfacerme en todo lo que yo quiero...complaciendo cada uno de mis caprichos, por muy guarros que sean...al igual que tú. ¿Quieres que te demuestre que tengo razón? -Me dijo para ponerse de pie, y tomarme por el cabello para hacerme caminar a cuatro patas hacia las escaleras que daban al segundo piso de la casa.
Me dirigió así a la que supuse qué era su habitación. Y nada más abrir la puerta, una punzada me atacó el estómago ante lo que mis ojos veían…
III Acto
Al pie de una cama king size, estaba mi madre, de rodillas y esposada a una estructura tubular con los brazos extendidos en cruz siguiendo la forma de la mencionada estructura. Su cuello estaba asegurado con un collar de cuero a la barra de metal vertical, mientras que en los extremos de la horizontal estaban atadas sus muñecas. Sus piernas se hallaban separadas por otra barra de metal en cuyos extremos estaban aseguradas sus rodillas con arneses de cuero.
Y hablando de arneses de cuero: su cuerpo llevaba un body fetichista compuesto por arneses de cuero de más o menos dos dedos de grosor, de color negro, y que se unían entre sí por aros de metal plateados. A pesar de que era mi propia madre la que estaba ante mí, debo reconocer que el "traje" le daba un morbo único a su cuerpo, especialmente porque más que cubrirlo, era una especie de adorno que le enmarcaba la cuca, de cuyo interior salía una especie de antena de esas de los juguetes sexuales que se manejan a control remoto, y por la cual chorreaba lentamente un líquido que iba a parar a un pequeño cuenco de vidrio que contenía algo de ese mismo líquido, que no era más que flujo vaginal producto de la excitación constante a la que el juguete la tenía sometida. Y ni hablar de sus enormes tetas desnudas, que también resaltaban enmarcadas por los arneses de cuero, y tenían el detalle adicional de que en cada pezón tenía una pinza de metal, estando ambos artilugios conectados a un piercing de aro metálico en la punta de su lengua mediante una delgada cadena que se hallaba bien tensada, obligándola a tener su boca bien abierta con su lengua bien estirada hacia afuera y hacia abajo, cargando el peso del par de tetotas que alguna vez me amamantaron.
La pobre, que tenía los ojos cubiertos por un cubre ojos de cuero de color negro con bordados rojos, temblaba de placer por el vibrador de su cuca.
-¡¿MAMÁ?! -Exclamé escandalizada. Ella, al oír mi voz, tensó su cuerpo en un gracioso respingo que le tensó aún más la lengua con las tetas, lo que la hizo emitir un gemido.
-Si...es Delia, tu mamá. Jajaja deberías ver tu carita. Me conmueve. -Me dijo el negro burlonamente, al tiempo que la piel blanca de mi madre a nivel de rostro y pechos tomaba un color rojo intenso, supongo que por la vergüenza de saber que su hija la estaba viendo en ese momento.
Yo no sabía cómo reaccionar, aunque sí sé que, muy adentro de mí, la imagen de mi madre en esa situación inexplicablemente me daba un morbo terrible. Indefensa, controlada, sometida a una excitación constante, sin descanso, y ahora al escarnio de la humillación ante su propia hija. "No puedo creer que sienta esto..." Pensaba dentro de mí, sorprendida de mí misma.
El negro le quitó la venda de cuero de los ojos. Abrió los ojos como platos al verme desnuda y a cuatro patas, llevada por el cabello a manos del jefe de papá, su amante.
-Mira quien nos vino a visitar, tetitas de azúcar. Tal parece que quería atraparnos haciendo...cositas jajaja.
-Ahhahahahahhhahhh -Fue lo que ella logró emitir de su boca. No eran gemidos, solo sonidos incomprensibles.
-¿Que me la coja? -Preguntó el negro haciendo como que podía entender a mi madre. -Si, ya lo hice. Su cuquita ya ha sido recalibrada para vergas de negros, tal como hice contigo jajaja.
-Aaahhahhhahahahhah -Volvió a "decir" mi madre.
-Claro, claro, aún falta algo, no he terminado...falta la estocada final para terminar de poseerla. Pensé que sería morbosamente poético hacerlo frente a la puta que la parió. -Dijo, ubicándose detrás de mí, aunque sin soltar mi cabello.
Se agachó un poco y volvió a repetir la misma operación de rozar su glande contra mi rajita vaginal. Yo estaba tremendamente excitada, con mi cuerpo respondiendo con temblores y escalofríos una vez más ante este estímulo. Intenté agachar la cabeza mientras los primeros gemidos tímidos se escapaban desde lo más profundo de mi ser.
Ante tal vergüenza, yo no era capaz de ver a mi madre a la cara. Sin embargo, el negro haló mi cabello con firmeza y con su otra mano me sujetó por el mentón en un agarre firme. -No, no. Mírala a los ojos. -Me dijo.
Yo obedecí, para descubrirla a ella también viéndome a los ojos. Y fue en ese momento que comencé a llorar. "Dios mío...¿por qué? ¿Por qué me excita tanto esto?" pensaba. Porque si, esto me tenía a mil. Sentía esa necesidad de ser rellena de nuevo por el negro, estaba deseosa de que esa sensación de vacío que aún estaba presente en mis entrañas desapareciera, y solo la vergota negra de este hombre podía hacer eso. Y quería esto aun teniendo a mi madre frente a mí, viéndome, también puesta en una situación de lo más degradante.
-¿Por qué lloras? ¿Es por ver a tu madre así, toda desvergonzada? ¿O es porque extrañas mi güebo dentro de tu cuca? Eso tiene fácil remedio...-Me dijo, mientras comenzaba a meter con lentitud su verga, arrancándome unos buenos gemidos en el proceso. Sin embargo, no me lo metió completo, solo la punta. Una vez más, mi cuerpo respondió solo, echándose hacia atrás en busca del alivio de tenerlo todo adentro, pero de nuevo, él se echó hacia atrás al momento impidiéndolo.
-P-por favooor....-Dije suplicante con voz temblorosa. -N-no...no me hagas...no me hagas rogarte otra vez...no delante de...
-...Tu puta madre. -Completó él la frase.
-No..no..no...-Intenté decir algo por llamar a mi madre de esa forma, pero estaba derrotada. No me nacía reclamarle nada, ni mucho menos negarle algo. Literalmente me tenía en un estado de trance sexual en el que podría hacer lo que quisiera conmigo...y con mi madre. Era suya.
-¿No que, perra?
-N-nada...
-¡Ja! La imaginé...y tranquila, no tienes que rogarme nada...tu cuerpo ya lo hace solo, y bajo la atenta mirada de la perra vieja. Bueno, ya llegó la hora de la conquista total. -Dijo para sacarme el glande del bollo. -Esto te va a doler. Pero tranquila, con el tiempo lo aprenderás a disfrutar...-Me dijo.
Sus palabras me aterrorizaron. Sin embargo, y como ya dije, sentía que no le podía impedir nada. El estar a su merced, controlada, sometida, me excitaba al punto de que mi cuerpo y mi mente no tuvieran capacidad de reacción.
Sin esperar mucho, me hizo pegar la cara del piso, para dejar mis caderas ofrecidas a él. Acto seguido separó mis nalgas. -Agárratelas para mí. -Me ordenó, y yo obedecí de forma diligente, tomando ambas con cada mano. -Ábrelas más, quiero que queden bien separadas.-Me ordenó, obedeciendo yo, abriéndolas lo más que pude para él.
Entonces se agachó de nuevo, tomando su enorme verga erecta con una mano para dirigirla a...mi entrada anal.
Nada más sentir la ligera presión que comenzaba a hacer, mi cuerpo reaccionó con un respingo, provocando que lo apretara en un acto reflejo. El notó esto empujándome la verga, viendo que no podía entrar. -Te recomiendo que lo aflojes putita. Si no, te va a doler mucho más. Pregúntale a tu mamá si quieres jajaja. -Dijo terminando con una carcajada de burla. "ahahahahahahaaaahaha" fue lo único que escuché salir de la boca de mi madre, que veía todo contoneándose con impaciencia. Julián continuó empujando, mientras yo relajaba mi agujero anal lo más que pude para que no tuviera resistencia alguna. Iba a dejarme sodomizar sin más ni más, iba a entregar mi culo.
Fue en ese momento que entendí a que se refería el negro cuando le decía a mi madre que faltaba la estocada final para terminar de poseerme. Era esto, el sexo anal. Nunca antes había sido cojida por ahí, si acaso, mis novios me han dado unos buenos lengüetazos. Pero hasta ahí, más nada. Ni siquiera un dedo. Y ahora estaba recibiendo el güebo más enorme que había visto en mi vida, y que en un principio, cuando comenzó a ensanchar mi pequeño huequito, pensé que sería humanamente imposible que pudiera entrar por ahí.
El dolor fue intenso, me recorrió toda la columna vertebral como si fuera un severo corrientazo. percibía como mi piel cedía, sintiendo como si fuera cortada, al punto en que mi esfínter por mero reflejo comenzó a apretarse, pero era demasiado tarde, ya tenía medio güebo metido ahí, o al menos era lo que creía. Comencé a gemir y sollozar. No estaba impidiéndolo, al contrario, intentaba ser colaboradora para su placer. Sentía en lo más profundo de mi ser que debía dárselo, que debía obedecerle, satisfacerle. Tenía una sensación de ser completamente conquistada, derrotada, humillada. Y a esa sensación se le unió un morbosamente sentido de inferioridad...que conllevó a un estado de excitación profunda que una vez más nublaba mi mente, deseando, en contrapartida a lo que se pudiera esperar, que no dejara de penetrarme.
-Aaaahhh...aahhhh..ma...mas....mas...len..toooohh -Sollocé entre gemidos. No quería que dejara de metérmelo, pero quería disfrutar de esa deliciosa mezcla de sensaciones que jamás había sentido por un hombre antes.
-¿Que pasa perra? ¿Te duele? Si apenas he metido la punta nada más....
-¿¿¿LA PUNTA??? -Pregunté exaltada. Pensé que llevaba la mitad.
-Jajajajaja -Carcajeó el negro al ver mi reacción. -Si, la punta no más. ¿Creíste que era más? Pobre niña ilusa. Pero tranquila, que de que vas a tener más, vas a tener más. -Dijo para comenzar a empujar con más fuerza, forzando su verga en mis entrañas, abriéndolas como si nada.
-¡¡AAAAAAAAAAAAHHH!! -Chillé del dolor, uno muy intenso...pero como ya dije, excitante. "No puede ser que yo ande en estas...me duele, pero no quiero que me lo saque" llegué a pensar.
Haciendo caso omiso a mis muecas y chillidos de dolor, Julián siguió empujando su enorme falo negro bien hondo dentro de mi culo. Yo pataleaba sin cesar, sintiendo ese delicioso infierno al que me estaba sometiendo en ese momento y qué tantos sentimientos encontrados estaba generando dentro de mí, manteniéndome de lo más confundida pero también de lo más excitada.
El negro no se detuvo hasta tocar pared, y no, no me refiero a un punto dentro de mí que le impidiera avanzar más (para mi sorpresa), sino más bien a que mis nalgas chocaron contra su pelvis y sus enormes bolas hinchadas estaban completamente recostadas de la entrada de mi encharcada vulva, indicando que lo tenía completamente adentro.
Yo en ese momento mantenía la boca abierta en una especie de grito mudo que se me había quedado atorado en lo más profundo de mi ser. Mis ojos estaban completamente torcidos, no podía ver nada a pesar de que estaba segura de que los tenía tan abiertos como mi boca y mis agujeros inferiores, lo que significaba que los tenía completamente blancos, rotados en sus cuencas.
-Digna hija de su madre, lo tomas como toda una campeona, igual que ella. Felicidades perrita -Me dijo, acompañando las felicitaciones con unas suaves nalgadas de ánimo. -Tú y tu mamá tienen el privilegio de ser de las pocas mujeres que aceptan toda mi verga dentro de sus lindos y estrechos culos. Todo un logro en la vida de una puta hoy en día Jajaja. Pero no te duermas en los laureles cerdita, aún falta para que todo esto termine, apenas estoy empezando...
Al terminar de decir esto, me sacó su verga casi por completo, hasta el punto de dejar únicamente su enorme e hinchado glande dentro de mi castigado ano para luego volver a empujarlo, pero esta vez de un solo golpe, haciéndome un daño indescriptible pero que me parecía de más caliente y excitante. Dentro de mí esas sensaciones se mezclaban dando paso a unos fuertes temblores que recorrían mi cuerpo como si fueran un terremoto, convirtiendo mi ser en un trozo de carne completamente indomable por mí.
Los pataleos me salían ya por reflejo al igual que cada movimiento que todo mi cuerpo hacía. No podía controlarlo de ninguna manera, por más que lo intentaba. Él, luego de habérmelo "emburrado" una vez más por completo hasta el fondo, volvió a repetir la operación, pero esta vez con más fuerza y más velocidad, sometiéndome a un mete y saca tan intenso y tan lleno de sensaciones tan contradictorias que yo no sabía si iba a explotar en un orgasmo super fuerte o si iba a terminar muriendo por empalamiento.
No sé cuánto tiempo me tuvo ahogada en ese mar de sensaciones que parecía no tener fondo y del cual, francamente, no deseaba salir jamás. Estaba demasiado excitada, y no me importaba nada ya, ni siquiera el hecho de que mi propia madre estaba frente a mí amarrada en una posición de lo más humillante, viendo como su amante usaba mi culo a sus anchas.
Y fue con este pensamiento que curiosamente alcancé el más poderoso clímax que pude haber tenido en la noche. Que digo en la noche, EN MI VIDA. Nunca había sentido algo tan fuerte que proviniera desde lo más profundo de mi cuerpo, incluso creo que de mi alma. Los temblores se intensificaron, yo diría que unas diez veces más, y pude sentir como desde mi cuca comenzaban a manar fuertes chorros de jugo vaginal eyaculando una vez más esta noche, pero mucho más fuerte que las veces anteriores.
Julián, al notar todo esto, me sacó la verga del culo para dirigirse caminando al borde de la cama acariciando con su mano izquierda el rostro de mi madre en el camino, cosa que realmente no sé cómo pude llegar a notar ya que yo estaba completamente perdida, intentando sobrevivir a todas las sensaciones que producía mi cuerpo y que me eran completamente nuevas y en extremo gratificantes.
Una vez más percibía que el tiempo estaba suspendido en ese momento que no quería dejar atrás, a pesar de que me sentía completamente vacía, ya sin el enorme güebo de mi dueño negro dentro de mi sucio culo. Por alguna extraña razón, ahora comenzaba a sentir que yo no era merecedora de tan semejante placer. Sentía que debía hacer algo por este hombre, que hace un rato despreciaba, y que ahora mi cuerpo y mente comenzaban a venerar como si fuera mi religión.
Lo vi sentado acariciando su verga aun erecta con suavidad, viéndome fijamente con sonrisa maliciosa. Una mirada confiada, él sabía que ya me tenía, que toda la situación estaba bajo su control, al igual que mi cuerpo, mi mente y mi alma. Y fue movida por todos estos pensamientos de entrega y sumisión, que, como pude, una vez más me arrastré a cuatro patas hasta quedar entre sus piernas, donde logré ponerme de pie a duras penas ya que mis piernas temblaban, sintiendo yo además una aguda punzada en mis entrañas anales.
A medida que me iba irguiendo ante él, el negro se iba acostando lentamente sin dejar de verme a los ojos. Yo con dificultad me subí sobre él, apoyando ambos pies a cada lado de su cuerpo hasta quedar agachada con ese enorme güebo en toda la entrada de mi cuca encharcada.
Estando a punto de ensartarme a mí misma, Julián, con una fuerza intimidante, me manejó como si yo fuera una muñeca de trapo, haciéndome girar para darle la espalda y quedar viendo a un espejo que estaba frente a su cama. Entonces él, con maestría, me puso en una posición que un par de días más tarde me enteré que se llamaba "full nelson", enganchando mis piernas con sus fuertes brazos, haciéndome recostar de su pecho al tiempo que doblaba mi cuerpo a la mitad y me obligaba a ver hacia mis partes íntimas, pudiendo además ver todo el panorama a través del mencionado espejo que me reflejaba en la incómoda posición. Su enorme verga de por si asomaba su punta ante mis ojos, notándose en el reflejo como tapaba mi cuca por completo, apuntando al techo al igual que los talones de mis pies.
Entonces él, con un movimiento de su pelvis y controlándome con sus brazos, posicionó la punta de su verga en la entrada de mi magullado culo, para proceder a taladrarlo una vez más, por supuesto, sin piedad. Gracias a la posición en que me tenía, mi ano se hallaba más abierto aún, por lo que no importaba si yo apretaba mi castigado esfínter, igualmente su hombría entraba con cierta "facilidad".
-¡Aaaaagh! -Exclamé en un gesto de dolor mientras mi cuerpo se tensaba. A pesar de que la penetración era más fácil, el dolor se seguía sintiendo.
-Tranquila zorra, te acostumbrarás. -Me dijo él con tono cínico, para propinarme unas buenas estocadas con su verga.
Yo veía sorprendida como entraba y salía su enorme verga morcillona de mi culo, tanto por el reflejo del espejo, como por mis propios ojos, ya que a medida que el tiempo pasaba, el negro se iba emocionando cada vez más, aumentando no solo la fuerza de la penetración sino la fuerza que hacía para doblarme, lo que facilitaba mi visión hacia mis partes íntimas. Por supuesto, la espalda me dolía horrores, casi tanto como mis entrañas, pero esa sensación de ser dominada de esa manera tan ruda por este hombre... hacía que mi excitación solo fuera en aumento a pesar de todo mi sufrimiento, que terminó por sacarme más lágrimas de placer mezclado con dolor.
Unos minutos más tarde, fui liberada por el negro, pudiendo yo por fin estirar mis piernas y mis caderas a gusto. El alivio fue tal que quedé unos segundos echada boca arriba sobre su cuerpo, mientras ambos tomábamos aire, con respiración agitada. -No te empereces mucho putita. Vas a sacarme la leche bailándome. Mueve ese culo. -Me dijo en el mismo tono autoritario que retumbaba en cada milímetro de mi cuerpo.
Por supuesto, obedecí la orden, sacando fuerzas no sé de dónde para erguirme y quedar sentada sobre su pelvis con su verga aun erecta y bien metidita en mi culo y hasta el fondo, para, luego de propinarme a mí misma una fuerte y sonora nalgada al tiempo que volteaba un poco mi cabeza para lanzarle una mirada con la mejor carita de puta viciosa que supe poner, comenzar a mover mis caderas arriba y abajo al mismo tiempo que hacía un movimiento circular, todo de forma lenta, sensual, apretando mi esfínter anal lo mejor que podía a pesar del dolor que me producía para intentar darle el mayor placer posible.
A los pocos segundos de haber iniciado el movimiento me vi en el espejo para apreciar mi baile. Me veía muy perra, el movimiento de mis caderas me parecía casi hipnótico, al tiempo que mis tetas bamboleantes me parecían sensualmente graciosas. Casi había olvidado por completo que mi propia madre estaba ahí al lado de nosotros, en una posición humillante, en una situación que debería de parecerme grotesca, pero que realmente no me importaba en absoluto. Acentué el movimiento de mis caderas, haciéndolos cada vez más bruscos, subiendo lo más que podía hasta la punta de esa enorme verga negra solo para volver a clavármela completa yo solita al bajar. Era doloroso, pero muy, muy excitante, tanto así que de mi cuquita manaba una buena cantidad de flujo vaginal, al punto de que me escurrían por la cara interna de los muslos.
Jamás me había comportado así con ningún hombre antes. No solo así de servil, de sumisa, sino en los mismos movimientos que yo hacía. Pero claro, ninguna de esas vergas había tenido ese tamaño tan grande ni ese grosor. No sé si era de verdad aquello que dicen de que los güebos negros son los más grandes, pero sin duda en este hombre sí que se cumplía, dejando en ridículo a todos con los que he estado antes, incluido Edgar, mi novio actual. Además, este hombre con su autoridad, su arrogancia, su forma de ser...era muy, muy distinto a todos con los que he estado antes, quienes me trataban como una princesa, siempre haciendo lo que yo quería, esperando mis órdenes. Julián en cambio, me trataba como a una puta barata, como una perra cualquiera, subyugándome, oprimiéndome, dominándome, a lo que yo respondí cediéndole el control de la situación, con una sumisión que jamás imaginé propia de mí. El verme actuar así para un hombre que hace un rato odiaba, me daba un plus de morbo.
-¿Te...aaaggh...te...aahhh...te gustAaaAah? -Le pregunté entre gemidos volteando mi cabeza para verlo de nuevo por encima de mi hombro. Si bien sentía que lo estaba haciendo bien, que entregando lo mejor de mi para complacer a este negro, la verdad era que eso no significaba nada sin la aprobación de mi rey de ébano.
-No lo haces mal, cachorrita. -Me dijo mientras me daba una buena nalgada. -No te vendrá mal un poco de ayuda. -Terminó de decirme para mi propio desdén, mientras se estiraba un poco para liberar una de las muñecas de mi madre.
Sus palabras me hirieron el ego de manera profunda. Estaba haciendo todo lo mejor que podía...y a él solo le parecía que no lo hacía mal...¡y encima me dice que necesito ayuda!
No podía dejar que tuviera esa impresión de mí, por lo que acentué y aceleré aún más el movimiento de mis caderas, apretando con más fuerza mi culo para tratar de complacerlo mientras veía como mi madre se iba liberando poco a poco de su prisión. A los pocos segundos, ya libre, caminó a cuatro patas cual perra en celo, ubicándose entre nuestras piernas para verme a la cara y, luego de guiñarme un ojo con picardía, llevar su boca a las bolas embadurnadas de una mezcla de sudor, babas y por supuesto, flujo vaginal que escurría de mi vacía cuca hasta esa parte del cuerpo del negro. Me sorprendía la total falta de pudor de ella, aunque yo tampoco lo tenía ya que no me detuve en ningún momento.
Fue entonces cuando cierto sentimiento creció en mi interior, apoderándose de mi alma. Era ese mismo sentimiento de pertenencia a este hombre, el que me movía a servirle, pero esta vez evolucionado a que no importaba mi ego. No importaba nada. Había que agradecer realmente que el negro tuviera a la puta de mi madre entre sus piernas, porque lo que importaba realmente era su placer. ¿Que yo debía mejorar? Si. Y estaba decidida a hacerlo para él.
Pero eso estaba en segundo plano, ahora mismo mi enfoque, y el de mi madre, era el placer de este hombre que desde hace un buen rato ya comenzaba a considerar un dios.
-Digna cachorrita de tu mami...heredaste ese lindo par de tetas de ella. -Dijo mientras comenzaba a magrearlas a gusto, aplicando cierta fuerza, especialmente cuando comenzaba a pellizcarme los pezones, haciéndome soltar unos fuertes gemidos de un placer que me invadía para mi completa sorpresa. -Eeeso...jajaja te gusta...perrita caliente...-Me dijo regodeándose de nuevo. Yo no respondí, solo soltaba gemidos, confundida por todo lo que estaba sintiendo en ese momento, y también por cómo estaba reaccionando. Intenté defenderme con tímidos y débiles esfuerzos, interponiendo como pude mis manos para resguardarme las bubis e intentando apartar sus manos de mí, pero él lograba esquivar y encontrarlas con mucha facilidad. Estuvimos en esas hasta que comenzó a lanzarles bofetadas que fueron creciendo en fuerza, momento en que intenté apartarme echando mi cuerpo hacia atrás, cosa que no permitió agarrándome por la garganta con su mano derecha con autoridad firme, haciéndome acercar a su rostro, para escupirme de nuevo en la cara y cachetearme con su mano libre mientras me soltaba, haciéndome caer en el piso.
"Dios mío...¿Que me está pasando?" Pensé al caer en el suelo. Las tetas me ardían un poco por las palmadas que el negro les había dado. Y dentro de mi estomago tenía una extraña sensación...que me resultaba agradable y terrorífica al mismo tiempo, que no lograba explicar.
Me volví sobre mi cuerpo para ponerme de pie, pero al momento de estar a cuatro patas por el movimiento, él, ya de pie, me agarró del cabello impidiéndome que me alzara, procediendo a magrearme el culo por encima del leggin, paseando su mano por mi entrepierna se forma tosca y agresiva, manoseándome el bollo a gusto. -Mira nada más que puta eres...-Dijo al tiempo que me metía su mano por dentro del leggin y la pantaleta. -Estas mojadita...te gusta esto...¡Te gusta! ¡Jajaja! -Se echó a reír para, ahora con ambas manos luego de liberar mi cabello, romper el leggin y la braga al mismo tiempo, al igual que hiciera con mis prendas superiores, dejándome calzada apenas en mis zapatos deportivos. Aprovechó entonces para, luego de quitarme la prenda y volver a agarrarme por el pelo con una mano, nalguearme con furia, intercalando los azotes de su mano con fuertes magreos de cuca y culo, especialmente de cuca, embadurnando su mano con mis jugos vaginales.
Yo, con mi mente en blanco, no dejaba de gemir. La sensación de mi estomago se extendió por todo mi cuerpo, por lo que me sentía temblorosa por esa terrorífica pero deliciosa sensación. No tenía control de mi cuerpo, e instintivamente levanté mi cola en ofrecimiento al trato que me propinaba este hombre, quién intensificó los magreos, metiéndome dos dedos en mi bollito empapado, para sacarlos y pasármelos por la cara. -Mira, mira. Huélelos. -Me dijo, mientras me los pasaba por la nariz. Estaban chorreantes de flujo vaginal. -Anda, saboréalo.-Me dijo mientras me los metía en la boca. De nuevo por instinto comencé a chuparlos, bebiendo todo el jugo, para luego sacármelos y volvérmelos a meter en la cuca, repitiendo la operación varias veces que en mi extraño trance no llegué a contar. Eso sí, cada vez que repetía, me mojaba y temblaba más y más...
"No puede ser que esté sintiendo placer con esto... está abusando de mi...¿Como puede gustarme esto?" Llegué a pensar, mientras me acercaba peligrosamente al orgasmo. Escuché en ese momento mi teléfono sonar, me había llegado un mensaje. Alcancé a ver la pantalla, aprovechando que el aparato estaba tirado en el piso boca arriba. Había varios mensajes de Edgar. Sin embargo no me importó lo más mínimo. Estaba caliente, debo reconocerlo. Y me estaba gustando todo esto, por lo que no me importó mi propio novio. "Va a ser que si soy una perra..." Pensé. "Y lo más vergonzoso es que este maldito está viéndome en éstas...y es por él que estoy en éstas...no debo...no debo darle el gusto...debo tratar de que no me note, debo tratar de controlar mis gemidos..."
El negro en ese momento se ubicó detrás de mí, sin soltarme el cabello. Se agachó ligeramente y posicionó la punta de su verga en toda mi entrada vaginal. La recorrió rozándola un poco de arriba a abajo, haciéndome sentir escalofríos."Maldito....métemelo yaaaaa ¡que desesperación!" Pensé, olvidando por completo que me había propuesto no darle el gusto. Y como si él pudiera leer mi mente me preguntó si estaba ansiosa por tenerlo dentro de mí. -Jajaja mejor no digas nada, sé que lo estás...mira como mueves el culito, con ansias de que te ensarte. -Me dijo. Yo no lo había notado, pero inconscientemente mis caderas se movían como si fuera una perra emocionada por ver a su amo. Si seguía así no iba a poder con mi objetivo de no complacerlo con mi propia excitación. -Pídeme que te lo meta...anda, quiero oírlo de tu hocico.
-Solo mételo y ya, termina de una vez. -Le dije, sacando fuerzas de no sé dónde porque me salió por fin el tono desafiante y malaganoso.
-¡Vaaaaaaya! Todavía te queda algo de fuerza de voluntad, ¡Miren a la cachorra brava! Jajaja -Dijo, para endurecer la firmeza con la que me sujetaba el cabello, arrancándome un gemidito gracioso de dolor...y placer, seguido por un roce aún más frenético de la punta de su güebo en la entrada de mi vulva. Eso me sacó más gemidos y escalofríos que me ponían a temblar. Intenté, esta vez de forma consciente, de echarme un poco hacia atrás, hacia su cuerpo, para que entrara de una buena vez y poder calmar mis ganas. Sin embargo, él logró seguir mi movimiento y retirar un poco su verga para que siguiera rozando sin entrar en mí. -¡Ah, ah! -Dijo en gesto de negación -Hasta que no me lo pidas y me convenzas, no te lo voy a meter putita.
-¡Por favor! ¿Qué más quieres? !Ya te lo pedí! -Le dije, sin conservar mucho el tono desafiante de antes.
-Quiero que me convenzas...vamos, pídemelo...
-!Por favor métemelo ya!
-¿Por qué lo haría? Eres una perrita altanera...
-Por...porque...ahhh...porqueeeeh...ay diooos...porque...-Titubeé, de nuevo con vocecita tímida, entre gemidos. El roce me estaba volviendo loca. Sentía que mis entrañas me palpitaban de deseo. -¡Porque lo necesito, coño!-Exclamé, en otro chispazo de valentía con voz algo más..."ruda".
-!Ruégamelo zorra! !Implóramelo! -Me dijo halando mi cabello con su mano mientras me daba una buena nalgada con la otra y la situaba en la parte baja de mi espalda, para arquearme hacia atrás. "Aaahhhh" gemí como perra en celo. Me sentí derrotada en ese momento. Conquistada. Indefensa. Quebrada...y MUY excitada.
-Te...te lo ruego...te lo imploro...¡Métemelo! Te lo suplico por favor...-Dije con una voz sensual de perrita dominada para mi propia humillación. Humillación que debo admitir que me excitó aún más si cabe.
Sin más ni más, de un trancazo hundió su enorme verga negra en mi cuquita. Y lo que sentí fue...No sé cómo describirlo. Hubo dolor. Claro que lo hubo, ese güebo era ENORME y GRUESO. ¡Me estiró la cuca de un sopetón! No solo en profundidad, sino en anchura también. Sin embargo, acompañando a ese dolor, vino un enorme mar de sensaciones placenteras. Un cosquilleo que se sintió como un corrientazo tomó cada parte de mi cuerpo, haciéndolo temblar de gusto junto con los escalofríos violentos que me castigaban sin piedad. -!AAAHAHHHHH POOOHHR DIOOOOOOOOHHHS! -Chillé. Él, en lo que supongo era un acto de piedad, no hizo nada más, se quedó quietecito con su verga dentro de mí, como dejando que me acostumbre a su hombría mientras yo me retorcía entre temblores y espasmos, golpeando el piso con el puño cerrado intentando soportar todo.
-Qué bueno que estas excitada y bien lubricada niña...entró facilito jajaja.
-Eeeehh...ehhh eres...un...maaaahl...dito. -Le dije entre gemidos, con voz igual de tímida que antes.
-Sabes, me estoy aburriendo de ese tonito desafiante que a veces te sale...-Me dijo para halar aún más mi cabello y arquearme de forma más forzada y dolorosa, acercando su rostro a mi oído izquierdo. -Es hora de enseñarte a quién debes respetar...es hora de enseñarte quien manda aquí. -Me susurró al oído para comenzar, ahora sí, un buen mete y saca con su pelvis.
Por supuesto que ese mete y saca provocó que gimiera (y también temblara) con mucha más fuerza. Perdí total control ya no de mi cuerpo, sino de mis sentidos. Solo alcancé a centrarme en sentir ese mar de ricas sensaciones que se apoderaron de mi cuerpo a costa del sufrimiento de mi cuquita...que supuse en ese momento que ya no sería cuquita sino CUCOTA así en mayúsculas, porque ese negro con esa herramienta sin duda me estaba redimensionando la cavidad vaginal. Jamás había sentido algo así.
Nunca entendí a la gente que le gusta sentir dolor, nunca concebí que alguien pudiera obtener placer de ello. Sin embargo, en ese momento los comprendía. El dolor era intenso, pero infinitamente placentero. "Entonces así se siente......mierda, no quiero dejar de sentirlo..." Pensé.
En ese momento volvió a sonar el teléfono, esta vez era un tono de llamada. En la pantalla apareció la foto de mi novio Edgar. En un vago momento de control, lo tomé con una mano y colgué la llamada. Sin embargo, él volvió a marcar, pero yo volví a colgar, aunque por los movimientos del negro, perdí el teléfono de mi mano. Estaba llegando aún más hondo en mí, a lugares que jamás imaginé que se podría llegar...Un nuevo intento de comunicarse por parte de Edgar se hizo presente en mi teléfono, pero Julián ya estaba empezando a tocar un punto de mi interior que simplemente me había desarmado por completo. Cualquier atisbo de rebeldía, incluso cualquier mínimo pensamiento, se había esfumado de mi cabeza. Solo quedaban las ganas de seguir siendo cojida por este negro. Era como si me hubiera apagado el cerebro.
-¿Quién manda puta de mierda? -Me preguntó él. Su voz era algo agitada, pero firme y segura.
-Aaahhha ahhahhahhg...¡Túhh! ¡Túuuuuhh! Ehhhhres miiihh due..aaaahh ay ay ahhhhh due...due-dueñooooohhhh -Le dije sin siquiera pensarlo. El hecho de ya declararlo por mi propia voz, se me hizo completamente erótico. Me había derrotado, me había domado. Era suya.
-Jajaja te gusta esto perra sucia...me estas apretando bien el güebo con la cuca...confiésalo, te gusta.
-Siiihh siiiggghh siiihhhhhh aahhh ahh siiiiiiih me encantaaaaaaahhh sigue por favooooorrr te lo ruegoogghh nooogh pareeeeeehhha aaahhhh -Chillé. Instintivamente me lleve la mano derecha a mi entrepierna para frotar mi clítoris. Estaba muy cerca del orgasmo y quería llegar cuanto antes.
-Aaah no. Eso sí que no. -Me dijo soltando mi cabello para agarrar mi brazo y luego mi muñeca. Repitió la operación con la mano que se apoyaba en la parte baja de mi espalda, tomando mi otro brazo con ella, y luego mi muñeca. Ambas manos las llevó a mi espalda y me agarró ambas muñecas con una sola, usando su mano libre para darme una sonora nalgada. -Si acabas, será a punta de güebo, perra. Además, esa cuca es mía, y te tocarás solo bajo mi permiso expreso.
-¡¡AAAAAAAAAAAHHHH DIOOOOOOOOHS!! -Chillé para acto seguido gemir excitada y frustrada por no poder tocarme con el orgasmo tan cerca. El solo respondió con otra nalgada, aumentando la intensidad y la profundidad de las embestidas y además estirando su mano libre para quitarme los zapatos y los calcetines, metiendo estos últimos en mi boca.
-Vas a despertar a los vecinos perra ruidosa jajaja -Me dijo mientras me propinaba un buen par de nalgadas más y me seguía penetrando con furia, enterrando más y más hondo su enorme verga negra en mí, llegando con cada estocada a un nuevo punto que jamás había sido alcanzado por nadie más.
Y fue gracias a esto que el orgasmo no tardó mucho en llegar. Lo sentí como una fuerte explosión proveniente de lo más recóndito de mis entrañas, o algo así, porque la verdad es que es MUY difícil explicar todo ese tumulto de sensaciones que se apoderaron de mi cuerpo. Los temblores se intensificaron, cada musculo de mi cuerpo se gobernaba solo. Y sentí como de mi cuca manaba un mar de jugos.
Julián me liberó las muñecas, dejándome caer en el piso espatarrada con el culo en pompa y ese monstruoso pedazo de carne aún ensartado en mi palpitante cuca. No se movió lo más mínimo, me dejó explotar con tranquilidad, hasta que, luego de un rato que no sabría decir si fueron segundos, minutos u horas, me sacó su miembro y se dirigió al sillón sentándose en él, mientras yo seguía ahí tirada en el piso con el culo en pompa, temblorosa por los estertores del orgasmo que recién había tenido, y con mis calcetines sucios bien metidos en mi boca. Mi mente estaba en blanco, aunque ahora invadida únicamente por una horrible sensación de vacío proveniente de mi cavidad vaginal, en la cual sentía que solo entraba el aire.
Porque si, me dejo la cuca bien abierta. Literalmente.
-No te quedes ahí perrucha calenturienta. Ven a adorar a tu nuevo dios. -Dijo con tono de arrogancia, abriendo sus piernas para dejarme ver su enorme verga negra abrillantada, embadurnada por mi flujo vaginal, y sus enormes bolas peludas y húmedas también.
Sin pensarlo dos veces, como pude me erguí con los brazos hasta quedar a cuatro patas, para gatear hacia él dispuesta a cumplir la orden que...mi nuevo dios me había dado. ¿Por qué? Pues...porque quería más. DESEABA más. Ya no me importaba nada, más bien, creo que podía comprender a mi madre ahora. Este tipo no solo te coje, sino que encima se adueña de tu cuerpo, de tu mente. No sé cómo es mi padre en la cama, y tampoco quiero saberlo...pero si yo, con los novios que he tenido para comparar, me sentía así...¿Que quedará para ella?
Gateé como una perrita para ir hasta él, y cada vez que afincaba mis rodillas en el piso, sentía una puntada en la cuca por el estiramiento al que fue sometida. Antes de llegar a mi sitio, me detuve al pisar con mi mano derecha un líquido. Curiosa, vi al piso para notar que había un charco allí. -Esa fuiste tú, zorrita. Es tu juguito de cuca...pero no le pares, ya después lo limpiaras. Ven aquí. -Me dijo.
Sorprendida por toda esa cantidad de jugo en el piso, continué mi camino pensando en que nunca antes había botado líquido en mis relaciones sexuales. De hecho, ni siquiera sabía que podía hacerlo. Pero en fin, seguí caminando a cuatro patas hasta quedar entre sus piernas, para luego pasar mi lengua desde la base de su verga hasta la punta, recogiendo todo el flujo que podía con mi lengua para meterme el glande en la boca y tragarlo con tímida dulzura.
En ese momento sonó de nuevo mi teléfono. Supe que era una llamada, por el tono. Una vez más, era Edgar.
-Atiende. -Me dijo Julián. Yo obedecí, yendo a buscarlo gateando a cuatro patas, atendiendo la llamada.
-Aló. -Dije con tono cansado. Estaba agotada, a pesar de que no me había movido mucho.
-¡Amor! ¡Por fin respondes! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? -Me dijo Edgar.
-Edgar yo...-Hice una pausa. No sabía que decirle.
-Dime amor, ¿estas bien? ¿Los atrapaste? -Insistió él.
-Edgar...necesito estar sola. -Me limité a decirle. -Vete.
-Pero bebé...-Intentó insistir, justo en el momento en que volteé a ver a Julián, quién con un gesto de su mano derecha me ordenaba que fuera entre sus piernas nuevamente.
-Vete Edgar. En serio, necesito tiempo a solas. -Le interrumpí.... mientras me acercaba de nuevo gateando para ubicarme entre las piernas del negro.
-Skarlet por favor, dime que pasa... -Insistió Edgar una vez más.
-Edgar, hay...mucho que tengo que procesar. -Dije ya estando de rodillas entre las piernas de Julián y viendo esa enorme verga erecta ante mí, esperando ser "procesada" por mi boca. Lo sobé con mi mano libre con dulzura, ansiosa de adorarlo. Era increíble como le estaba dando prioridad al hombre que estaba destruyendo a mi familia por encima del que se supone que es el amor de mi vida. -Solo vete. -Le pedí.
-Coño Skarlet...-Dijo Edgar haciendo una pausa, mientras el negro me agarraba con su mano derecha por la cabeza y me hacía meter mi rostro entre sus bolas peludas. Lamí con deseo el peroné mientras sus bolas eran acariciadas por mi nariz y el tronco de su verga por mi mano derecha. No sé qué sonido le habrá llegado a mi novio por el auricular, pero él lo interpretó como un sollozo a juzgar por lo que dijo: -Mi cielo, estoy aquí para ti. No llores, saldremos juntos de esto, siempre te he apoyado, siempre te apoyaré.
-Vete Edgar. Solo vete. -Dije ladeando un poco mi rostro para poder hablar claramente sin perder contacto con el güebo del negro, y acto seguido le colgué el teléfono, para ponerlo en modo avión, tirarlo al piso y volver a meter mi cara, esta vez por voluntad propia, en el negro escroto de Julián.
-Ya te iba a decir que le hablaras solo con mi verga en tu boca. -Me dijo el negro. -Pero bueno, nada, en otra ocasión será.
-Estás muy seguro de que esto se repetirá... -Le dije. Aunque debo reconocer que fue en una especie de acto reflejo ante este tipo de situaciones...me gusta llevarle la contraria a la gente cuando dan algo por sentado en cuanto a mí respecta. La verdad era que ni yo misma creía que no habría otra vez.
-Ooooh querida putita...Si que estoy seguro. Verás, la única diferencia entre tu mamá y tú, es que ella se arrastró solita hasta mi verga en busca de aventura y pasión porque estaba aburrida del pendejo de tu papá. En cambio, a ti, solo tuve que darte un pequeño empujón. Ambas tienen el mismo resultado, puedo ver en tus ojitos de perrita sucia que estas embriagada de mí. Para muestra un botón, colgaste y tu solita metiste tu cara en mis bolas. Sin contar tu orgasmo, tu obediencia, la forma en me moviste el culito hace ratito para que te cojiera...Tu mamá también fue así, pensó que tendría una aventura de una sola noche conmigo...solo para terminar adicta a mí, dispuesta a satisfacerme en todo lo que yo quiero...complaciendo cada uno de mis caprichos, por muy guarros que sean...al igual que tú. ¿Quieres que te demuestre que tengo razón? -Me dijo para ponerse de pie, y tomarme por el cabello para hacerme caminar a cuatro patas hacia las escaleras que daban al segundo piso de la casa.
Me dirigió así a la que supuse qué era su habitación. Y nada más abrir la puerta, una punzada me atacó el estómago ante lo que mis ojos veían…
III Acto
Al pie de una cama king size, estaba mi madre, de rodillas y esposada a una estructura tubular con los brazos extendidos en cruz siguiendo la forma de la mencionada estructura. Su cuello estaba asegurado con un collar de cuero a la barra de metal vertical, mientras que en los extremos de la horizontal estaban atadas sus muñecas. Sus piernas se hallaban separadas por otra barra de metal en cuyos extremos estaban aseguradas sus rodillas con arneses de cuero.
Y hablando de arneses de cuero: su cuerpo llevaba un body fetichista compuesto por arneses de cuero de más o menos dos dedos de grosor, de color negro, y que se unían entre sí por aros de metal plateados. A pesar de que era mi propia madre la que estaba ante mí, debo reconocer que el "traje" le daba un morbo único a su cuerpo, especialmente porque más que cubrirlo, era una especie de adorno que le enmarcaba la cuca, de cuyo interior salía una especie de antena de esas de los juguetes sexuales que se manejan a control remoto, y por la cual chorreaba lentamente un líquido que iba a parar a un pequeño cuenco de vidrio que contenía algo de ese mismo líquido, que no era más que flujo vaginal producto de la excitación constante a la que el juguete la tenía sometida. Y ni hablar de sus enormes tetas desnudas, que también resaltaban enmarcadas por los arneses de cuero, y tenían el detalle adicional de que en cada pezón tenía una pinza de metal, estando ambos artilugios conectados a un piercing de aro metálico en la punta de su lengua mediante una delgada cadena que se hallaba bien tensada, obligándola a tener su boca bien abierta con su lengua bien estirada hacia afuera y hacia abajo, cargando el peso del par de tetotas que alguna vez me amamantaron.
La pobre, que tenía los ojos cubiertos por un cubre ojos de cuero de color negro con bordados rojos, temblaba de placer por el vibrador de su cuca.
-¡¿MAMÁ?! -Exclamé escandalizada. Ella, al oír mi voz, tensó su cuerpo en un gracioso respingo que le tensó aún más la lengua con las tetas, lo que la hizo emitir un gemido.
-Si...es Delia, tu mamá. Jajaja deberías ver tu carita. Me conmueve. -Me dijo el negro burlonamente, al tiempo que la piel blanca de mi madre a nivel de rostro y pechos tomaba un color rojo intenso, supongo que por la vergüenza de saber que su hija la estaba viendo en ese momento.
Yo no sabía cómo reaccionar, aunque sí sé que, muy adentro de mí, la imagen de mi madre en esa situación inexplicablemente me daba un morbo terrible. Indefensa, controlada, sometida a una excitación constante, sin descanso, y ahora al escarnio de la humillación ante su propia hija. "No puedo creer que sienta esto..." Pensaba dentro de mí, sorprendida de mí misma.
El negro le quitó la venda de cuero de los ojos. Abrió los ojos como platos al verme desnuda y a cuatro patas, llevada por el cabello a manos del jefe de papá, su amante.
-Mira quien nos vino a visitar, tetitas de azúcar. Tal parece que quería atraparnos haciendo...cositas jajaja.
-Ahhahahahahhhahhh -Fue lo que ella logró emitir de su boca. No eran gemidos, solo sonidos incomprensibles.
-¿Que me la coja? -Preguntó el negro haciendo como que podía entender a mi madre. -Si, ya lo hice. Su cuquita ya ha sido recalibrada para vergas de negros, tal como hice contigo jajaja.
-Aaahhahhhahahahhah -Volvió a "decir" mi madre.
-Claro, claro, aún falta algo, no he terminado...falta la estocada final para terminar de poseerla. Pensé que sería morbosamente poético hacerlo frente a la puta que la parió. -Dijo, ubicándose detrás de mí, aunque sin soltar mi cabello.
Se agachó un poco y volvió a repetir la misma operación de rozar su glande contra mi rajita vaginal. Yo estaba tremendamente excitada, con mi cuerpo respondiendo con temblores y escalofríos una vez más ante este estímulo. Intenté agachar la cabeza mientras los primeros gemidos tímidos se escapaban desde lo más profundo de mi ser.
Ante tal vergüenza, yo no era capaz de ver a mi madre a la cara. Sin embargo, el negro haló mi cabello con firmeza y con su otra mano me sujetó por el mentón en un agarre firme. -No, no. Mírala a los ojos. -Me dijo.
Yo obedecí, para descubrirla a ella también viéndome a los ojos. Y fue en ese momento que comencé a llorar. "Dios mío...¿por qué? ¿Por qué me excita tanto esto?" pensaba. Porque si, esto me tenía a mil. Sentía esa necesidad de ser rellena de nuevo por el negro, estaba deseosa de que esa sensación de vacío que aún estaba presente en mis entrañas desapareciera, y solo la vergota negra de este hombre podía hacer eso. Y quería esto aun teniendo a mi madre frente a mí, viéndome, también puesta en una situación de lo más degradante.
-¿Por qué lloras? ¿Es por ver a tu madre así, toda desvergonzada? ¿O es porque extrañas mi güebo dentro de tu cuca? Eso tiene fácil remedio...-Me dijo, mientras comenzaba a meter con lentitud su verga, arrancándome unos buenos gemidos en el proceso. Sin embargo, no me lo metió completo, solo la punta. Una vez más, mi cuerpo respondió solo, echándose hacia atrás en busca del alivio de tenerlo todo adentro, pero de nuevo, él se echó hacia atrás al momento impidiéndolo.
-P-por favooor....-Dije suplicante con voz temblorosa. -N-no...no me hagas...no me hagas rogarte otra vez...no delante de...
-...Tu puta madre. -Completó él la frase.
-No..no..no...-Intenté decir algo por llamar a mi madre de esa forma, pero estaba derrotada. No me nacía reclamarle nada, ni mucho menos negarle algo. Literalmente me tenía en un estado de trance sexual en el que podría hacer lo que quisiera conmigo...y con mi madre. Era suya.
-¿No que, perra?
-N-nada...
-¡Ja! La imaginé...y tranquila, no tienes que rogarme nada...tu cuerpo ya lo hace solo, y bajo la atenta mirada de la perra vieja. Bueno, ya llegó la hora de la conquista total. -Dijo para sacarme el glande del bollo. -Esto te va a doler. Pero tranquila, con el tiempo lo aprenderás a disfrutar...-Me dijo.
Sus palabras me aterrorizaron. Sin embargo, y como ya dije, sentía que no le podía impedir nada. El estar a su merced, controlada, sometida, me excitaba al punto de que mi cuerpo y mi mente no tuvieran capacidad de reacción.
Sin esperar mucho, me hizo pegar la cara del piso, para dejar mis caderas ofrecidas a él. Acto seguido separó mis nalgas. -Agárratelas para mí. -Me ordenó, y yo obedecí de forma diligente, tomando ambas con cada mano. -Ábrelas más, quiero que queden bien separadas.-Me ordenó, obedeciendo yo, abriéndolas lo más que pude para él.
Entonces se agachó de nuevo, tomando su enorme verga erecta con una mano para dirigirla a...mi entrada anal.
Nada más sentir la ligera presión que comenzaba a hacer, mi cuerpo reaccionó con un respingo, provocando que lo apretara en un acto reflejo. El notó esto empujándome la verga, viendo que no podía entrar. -Te recomiendo que lo aflojes putita. Si no, te va a doler mucho más. Pregúntale a tu mamá si quieres jajaja. -Dijo terminando con una carcajada de burla. "ahahahahahahaaaahaha" fue lo único que escuché salir de la boca de mi madre, que veía todo contoneándose con impaciencia. Julián continuó empujando, mientras yo relajaba mi agujero anal lo más que pude para que no tuviera resistencia alguna. Iba a dejarme sodomizar sin más ni más, iba a entregar mi culo.
Fue en ese momento que entendí a que se refería el negro cuando le decía a mi madre que faltaba la estocada final para terminar de poseerme. Era esto, el sexo anal. Nunca antes había sido cojida por ahí, si acaso, mis novios me han dado unos buenos lengüetazos. Pero hasta ahí, más nada. Ni siquiera un dedo. Y ahora estaba recibiendo el güebo más enorme que había visto en mi vida, y que en un principio, cuando comenzó a ensanchar mi pequeño huequito, pensé que sería humanamente imposible que pudiera entrar por ahí.
El dolor fue intenso, me recorrió toda la columna vertebral como si fuera un severo corrientazo. percibía como mi piel cedía, sintiendo como si fuera cortada, al punto en que mi esfínter por mero reflejo comenzó a apretarse, pero era demasiado tarde, ya tenía medio güebo metido ahí, o al menos era lo que creía. Comencé a gemir y sollozar. No estaba impidiéndolo, al contrario, intentaba ser colaboradora para su placer. Sentía en lo más profundo de mi ser que debía dárselo, que debía obedecerle, satisfacerle. Tenía una sensación de ser completamente conquistada, derrotada, humillada. Y a esa sensación se le unió un morbosamente sentido de inferioridad...que conllevó a un estado de excitación profunda que una vez más nublaba mi mente, deseando, en contrapartida a lo que se pudiera esperar, que no dejara de penetrarme.
-Aaaahhh...aahhhh..ma...mas....mas...len..toooohh -Sollocé entre gemidos. No quería que dejara de metérmelo, pero quería disfrutar de esa deliciosa mezcla de sensaciones que jamás había sentido por un hombre antes.
-¿Que pasa perra? ¿Te duele? Si apenas he metido la punta nada más....
-¿¿¿LA PUNTA??? -Pregunté exaltada. Pensé que llevaba la mitad.
-Jajajajaja -Carcajeó el negro al ver mi reacción. -Si, la punta no más. ¿Creíste que era más? Pobre niña ilusa. Pero tranquila, que de que vas a tener más, vas a tener más. -Dijo para comenzar a empujar con más fuerza, forzando su verga en mis entrañas, abriéndolas como si nada.
-¡¡AAAAAAAAAAAAHHH!! -Chillé del dolor, uno muy intenso...pero como ya dije, excitante. "No puede ser que yo ande en estas...me duele, pero no quiero que me lo saque" llegué a pensar.
Haciendo caso omiso a mis muecas y chillidos de dolor, Julián siguió empujando su enorme falo negro bien hondo dentro de mi culo. Yo pataleaba sin cesar, sintiendo ese delicioso infierno al que me estaba sometiendo en ese momento y qué tantos sentimientos encontrados estaba generando dentro de mí, manteniéndome de lo más confundida pero también de lo más excitada.
El negro no se detuvo hasta tocar pared, y no, no me refiero a un punto dentro de mí que le impidiera avanzar más (para mi sorpresa), sino más bien a que mis nalgas chocaron contra su pelvis y sus enormes bolas hinchadas estaban completamente recostadas de la entrada de mi encharcada vulva, indicando que lo tenía completamente adentro.
Yo en ese momento mantenía la boca abierta en una especie de grito mudo que se me había quedado atorado en lo más profundo de mi ser. Mis ojos estaban completamente torcidos, no podía ver nada a pesar de que estaba segura de que los tenía tan abiertos como mi boca y mis agujeros inferiores, lo que significaba que los tenía completamente blancos, rotados en sus cuencas.
-Digna hija de su madre, lo tomas como toda una campeona, igual que ella. Felicidades perrita -Me dijo, acompañando las felicitaciones con unas suaves nalgadas de ánimo. -Tú y tu mamá tienen el privilegio de ser de las pocas mujeres que aceptan toda mi verga dentro de sus lindos y estrechos culos. Todo un logro en la vida de una puta hoy en día Jajaja. Pero no te duermas en los laureles cerdita, aún falta para que todo esto termine, apenas estoy empezando...
Al terminar de decir esto, me sacó su verga casi por completo, hasta el punto de dejar únicamente su enorme e hinchado glande dentro de mi castigado ano para luego volver a empujarlo, pero esta vez de un solo golpe, haciéndome un daño indescriptible pero que me parecía de más caliente y excitante. Dentro de mí esas sensaciones se mezclaban dando paso a unos fuertes temblores que recorrían mi cuerpo como si fueran un terremoto, convirtiendo mi ser en un trozo de carne completamente indomable por mí.
Los pataleos me salían ya por reflejo al igual que cada movimiento que todo mi cuerpo hacía. No podía controlarlo de ninguna manera, por más que lo intentaba. Él, luego de habérmelo "emburrado" una vez más por completo hasta el fondo, volvió a repetir la operación, pero esta vez con más fuerza y más velocidad, sometiéndome a un mete y saca tan intenso y tan lleno de sensaciones tan contradictorias que yo no sabía si iba a explotar en un orgasmo super fuerte o si iba a terminar muriendo por empalamiento.
No sé cuánto tiempo me tuvo ahogada en ese mar de sensaciones que parecía no tener fondo y del cual, francamente, no deseaba salir jamás. Estaba demasiado excitada, y no me importaba nada ya, ni siquiera el hecho de que mi propia madre estaba frente a mí amarrada en una posición de lo más humillante, viendo como su amante usaba mi culo a sus anchas.
Y fue con este pensamiento que curiosamente alcancé el más poderoso clímax que pude haber tenido en la noche. Que digo en la noche, EN MI VIDA. Nunca había sentido algo tan fuerte que proviniera desde lo más profundo de mi cuerpo, incluso creo que de mi alma. Los temblores se intensificaron, yo diría que unas diez veces más, y pude sentir como desde mi cuca comenzaban a manar fuertes chorros de jugo vaginal eyaculando una vez más esta noche, pero mucho más fuerte que las veces anteriores.
Julián, al notar todo esto, me sacó la verga del culo para dirigirse caminando al borde de la cama acariciando con su mano izquierda el rostro de mi madre en el camino, cosa que realmente no sé cómo pude llegar a notar ya que yo estaba completamente perdida, intentando sobrevivir a todas las sensaciones que producía mi cuerpo y que me eran completamente nuevas y en extremo gratificantes.
Una vez más percibía que el tiempo estaba suspendido en ese momento que no quería dejar atrás, a pesar de que me sentía completamente vacía, ya sin el enorme güebo de mi dueño negro dentro de mi sucio culo. Por alguna extraña razón, ahora comenzaba a sentir que yo no era merecedora de tan semejante placer. Sentía que debía hacer algo por este hombre, que hace un rato despreciaba, y que ahora mi cuerpo y mente comenzaban a venerar como si fuera mi religión.
Lo vi sentado acariciando su verga aun erecta con suavidad, viéndome fijamente con sonrisa maliciosa. Una mirada confiada, él sabía que ya me tenía, que toda la situación estaba bajo su control, al igual que mi cuerpo, mi mente y mi alma. Y fue movida por todos estos pensamientos de entrega y sumisión, que, como pude, una vez más me arrastré a cuatro patas hasta quedar entre sus piernas, donde logré ponerme de pie a duras penas ya que mis piernas temblaban, sintiendo yo además una aguda punzada en mis entrañas anales.
A medida que me iba irguiendo ante él, el negro se iba acostando lentamente sin dejar de verme a los ojos. Yo con dificultad me subí sobre él, apoyando ambos pies a cada lado de su cuerpo hasta quedar agachada con ese enorme güebo en toda la entrada de mi cuca encharcada.
Estando a punto de ensartarme a mí misma, Julián, con una fuerza intimidante, me manejó como si yo fuera una muñeca de trapo, haciéndome girar para darle la espalda y quedar viendo a un espejo que estaba frente a su cama. Entonces él, con maestría, me puso en una posición que un par de días más tarde me enteré que se llamaba "full nelson", enganchando mis piernas con sus fuertes brazos, haciéndome recostar de su pecho al tiempo que doblaba mi cuerpo a la mitad y me obligaba a ver hacia mis partes íntimas, pudiendo además ver todo el panorama a través del mencionado espejo que me reflejaba en la incómoda posición. Su enorme verga de por si asomaba su punta ante mis ojos, notándose en el reflejo como tapaba mi cuca por completo, apuntando al techo al igual que los talones de mis pies.
Entonces él, con un movimiento de su pelvis y controlándome con sus brazos, posicionó la punta de su verga en la entrada de mi magullado culo, para proceder a taladrarlo una vez más, por supuesto, sin piedad. Gracias a la posición en que me tenía, mi ano se hallaba más abierto aún, por lo que no importaba si yo apretaba mi castigado esfínter, igualmente su hombría entraba con cierta "facilidad".
-¡Aaaaagh! -Exclamé en un gesto de dolor mientras mi cuerpo se tensaba. A pesar de que la penetración era más fácil, el dolor se seguía sintiendo.
-Tranquila zorra, te acostumbrarás. -Me dijo él con tono cínico, para propinarme unas buenas estocadas con su verga.
Yo veía sorprendida como entraba y salía su enorme verga morcillona de mi culo, tanto por el reflejo del espejo, como por mis propios ojos, ya que a medida que el tiempo pasaba, el negro se iba emocionando cada vez más, aumentando no solo la fuerza de la penetración sino la fuerza que hacía para doblarme, lo que facilitaba mi visión hacia mis partes íntimas. Por supuesto, la espalda me dolía horrores, casi tanto como mis entrañas, pero esa sensación de ser dominada de esa manera tan ruda por este hombre... hacía que mi excitación solo fuera en aumento a pesar de todo mi sufrimiento, que terminó por sacarme más lágrimas de placer mezclado con dolor.
Unos minutos más tarde, fui liberada por el negro, pudiendo yo por fin estirar mis piernas y mis caderas a gusto. El alivio fue tal que quedé unos segundos echada boca arriba sobre su cuerpo, mientras ambos tomábamos aire, con respiración agitada. -No te empereces mucho putita. Vas a sacarme la leche bailándome. Mueve ese culo. -Me dijo en el mismo tono autoritario que retumbaba en cada milímetro de mi cuerpo.
Por supuesto, obedecí la orden, sacando fuerzas no sé de dónde para erguirme y quedar sentada sobre su pelvis con su verga aun erecta y bien metidita en mi culo y hasta el fondo, para, luego de propinarme a mí misma una fuerte y sonora nalgada al tiempo que volteaba un poco mi cabeza para lanzarle una mirada con la mejor carita de puta viciosa que supe poner, comenzar a mover mis caderas arriba y abajo al mismo tiempo que hacía un movimiento circular, todo de forma lenta, sensual, apretando mi esfínter anal lo mejor que podía a pesar del dolor que me producía para intentar darle el mayor placer posible.
A los pocos segundos de haber iniciado el movimiento me vi en el espejo para apreciar mi baile. Me veía muy perra, el movimiento de mis caderas me parecía casi hipnótico, al tiempo que mis tetas bamboleantes me parecían sensualmente graciosas. Casi había olvidado por completo que mi propia madre estaba ahí al lado de nosotros, en una posición humillante, en una situación que debería de parecerme grotesca, pero que realmente no me importaba en absoluto. Acentué el movimiento de mis caderas, haciéndolos cada vez más bruscos, subiendo lo más que podía hasta la punta de esa enorme verga negra solo para volver a clavármela completa yo solita al bajar. Era doloroso, pero muy, muy excitante, tanto así que de mi cuquita manaba una buena cantidad de flujo vaginal, al punto de que me escurrían por la cara interna de los muslos.
Jamás me había comportado así con ningún hombre antes. No solo así de servil, de sumisa, sino en los mismos movimientos que yo hacía. Pero claro, ninguna de esas vergas había tenido ese tamaño tan grande ni ese grosor. No sé si era de verdad aquello que dicen de que los güebos negros son los más grandes, pero sin duda en este hombre sí que se cumplía, dejando en ridículo a todos con los que he estado antes, incluido Edgar, mi novio actual. Además, este hombre con su autoridad, su arrogancia, su forma de ser...era muy, muy distinto a todos con los que he estado antes, quienes me trataban como una princesa, siempre haciendo lo que yo quería, esperando mis órdenes. Julián en cambio, me trataba como a una puta barata, como una perra cualquiera, subyugándome, oprimiéndome, dominándome, a lo que yo respondí cediéndole el control de la situación, con una sumisión que jamás imaginé propia de mí. El verme actuar así para un hombre que hace un rato odiaba, me daba un plus de morbo.
-¿Te...aaaggh...te...aahhh...te gustAaaAah? -Le pregunté entre gemidos volteando mi cabeza para verlo de nuevo por encima de mi hombro. Si bien sentía que lo estaba haciendo bien, que entregando lo mejor de mi para complacer a este negro, la verdad era que eso no significaba nada sin la aprobación de mi rey de ébano.
-No lo haces mal, cachorrita. -Me dijo mientras me daba una buena nalgada. -No te vendrá mal un poco de ayuda. -Terminó de decirme para mi propio desdén, mientras se estiraba un poco para liberar una de las muñecas de mi madre.
Sus palabras me hirieron el ego de manera profunda. Estaba haciendo todo lo mejor que podía...y a él solo le parecía que no lo hacía mal...¡y encima me dice que necesito ayuda!
No podía dejar que tuviera esa impresión de mí, por lo que acentué y aceleré aún más el movimiento de mis caderas, apretando con más fuerza mi culo para tratar de complacerlo mientras veía como mi madre se iba liberando poco a poco de su prisión. A los pocos segundos, ya libre, caminó a cuatro patas cual perra en celo, ubicándose entre nuestras piernas para verme a la cara y, luego de guiñarme un ojo con picardía, llevar su boca a las bolas embadurnadas de una mezcla de sudor, babas y por supuesto, flujo vaginal que escurría de mi vacía cuca hasta esa parte del cuerpo del negro. Me sorprendía la total falta de pudor de ella, aunque yo tampoco lo tenía ya que no me detuve en ningún momento.
Fue entonces cuando cierto sentimiento creció en mi interior, apoderándose de mi alma. Era ese mismo sentimiento de pertenencia a este hombre, el que me movía a servirle, pero esta vez evolucionado a que no importaba mi ego. No importaba nada. Había que agradecer realmente que el negro tuviera a la puta de mi madre entre sus piernas, porque lo que importaba realmente era su placer. ¿Que yo debía mejorar? Si. Y estaba decidida a hacerlo para él.
Pero eso estaba en segundo plano, ahora mismo mi enfoque, y el de mi madre, era el placer de este hombre que desde hace un buen rato ya comenzaba a considerar un dios.
1 comentarios - El jefe negro de papa nos cogio a mi y a mi mama🍒🍑 Part 2