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El jefe negro de papa nos cogio a mi y a mi mama🍒🍑 Part 1

Eran las 6 de la tarde cuando los invitados a la fiesta organizada por mi padre en nuestra casa comenzaron a llegar. Primero hizo acto de presencia el señor Miguel, gerente de finanzas de la empresa donde mi padre trabaja, junto con su esposa y sus dos hijos de 10 y 12 años. Luego se aparecieron los asistentes administrativos Carlos y Mariana, también la señora Febe, encargada de comunicaciones corporativas, junto con su nuevo novio, un jovencito de unos 19 años que contrastaban contra los 48 de ella. Zuleima, la jefa de TI, fue la siguiente, junto con su hijo de 23 años. Y luego de ella, el señor Julián, el personaje que realmente importaba.
El señor Julián es un hombre negro, alto de unos 2 metros y de unos 54 años de edad. Es un hombre que a su edad se notaba muy bien ejercitado, con un cuerpo de espalda ancha, de brazos gruesos. Su rostro era de rasgos duros, y denotaba una autoconfianza que intimidaba a cualquiera al momento de hablarle. Y cuando lo hacías, con su tono de voz grueso y seguro, era fácil que te convencieras de que él era el hombre al que debías seguir en cualquier situación.
No en vano es el gerente general de la compañía, y estoy segura de que no era por esto que los demás lo trataban con respeto, sino que era más bien por su forma de ser que inspiraba a tratarlo así. Mi padre trabaja directamente bajo su mando, como contador, rindiéndole cuentas en todo momento que él las requería.
El jefe negro de papa nos cogio a mi y a mi mama🍒🍑 Part 1



La fiesta transcurrió con total normalidad. Los invitados continuaron llegando y se hizo todo bastante ameno y divertido. Yo era objeto de atención de muchos de los invitados, ya que había elegido un vestido de color blanco, ceñido de la cintura para arriba, con un gran escote que dejaba prácticamente la mitad superior de mis enormes senos al aire, con una abertura en mi abdomen, unas tirillas delgadas que lo colgaban a mis hombros y una falda larga que llegaba a mis tobillos pero que tenía una abertura hasta casi mi entrepierna, que dejaba que mi pierna derecha se asomara al caminar. La tela del vestido era algo transparente, por lo que cada vez que me hallaba a contraluz se podía ver la silueta de mis piernas y de mis caderas perfectamente dibujadas a través de la tela de la falda. Debajo, llevaba únicamente un hilo blanco, que, si bien no se notaba mucho a primera vista, la falda tenía el grado de traslucidez justo para que, si alguien se fijaba bien, pudiera notarlo. Arriba no llevaba nada, el vestido era lo suficientemente ceñido como para aguantar mis pechos además de realzarlos de forma algo...obscenamente sexy. Para finalizar, un lindo par de sandalias de estiletto blancas y altas de unos 12 centímetros me sostenían y realzaban aún más mi figura.
Hey no, no me ve olvidado de mi presentación formal. Me llamo Skarlet, tengo 21 años de edad, soy blanca, alta de 1.75 metros (si, con las sandalias llegaba fácil al metro noventa, toda una caballota), y mis medidas son 105-60-93. Esos 105 centímetros de pecho, son completamente naturales, lo que atraía las miradas de la gente (y más con ese vestido), siendo además mi mayor orgullo porque son firmes y bien paraditos, tanto que la gente los confunde con ser obra de un cirujano. De cintura curva y abdomen y vientre plano, mis caderas si son algo anchas (proporcionales a mi cintura), con unas nalgas redonditas y carnosas, bien ejercitadas, al igual que mis piernas, que si bien no tienen una musculatura prominente si son bien tonificadas gracias al gym. De rostro me considero bonita (a juzgar por los comentarios de la gente que me rodea), coronado por una cabellera negra, larga por debajo de los hombros y lisa y suave como la seda, al igual que mi piel.
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Terminadas las presentaciones (al menos de momento...), continuemos con esta historia. Como ya he mencionado hace algunas palabras, yo era el centro de las miradas de viejos y jóvenes, y salía a bailar muy frecuentemente ya que las invitaciones no se hacían esperar para mí, para incomodidad de mi novio, Edgar, quién siempre me mantenía vigilada, especialmente las manos de aquellos que bailaban conmigo. Sin embargo, ninguno se propasó, mas allá del típico agarrón de cintura, por lo que todo marchó bien...hasta que subí a mi habitación para buscar un par de sandalias nuevas, ya que a las que tenía puestas se les rompió el tacón de tanto baile.
Una vez calzada en otro par del mismo estilo y color que las anteriores, procedí a salir de mi cuarto cuando, al estar frente a la escalera y a pesar del alto volumen de la música, escuché un sonido extraño proveniente del final del pasillo, más exactamente del cuarto de mis padres, cuya puerta estaba entreabierta. Me acerqué con cuidado y abrí con mucha cautela la puerta para ver al señor Julián, de espaldas a la puerta, con los pantalones abajo y la camisa aun puesta...cojiéndose a Delia.
¿Y quién es Delia? Pues...mi madre.
Quedé perpleja por unos segundos, durante los cuales por mi cabeza pasaron un montón de momentos de cariño entre mi padre y ella. Muchas demostraciones de amor, de afecto, regalos sorpresa entre ambos...y ahí estaba ella, la mujer más afectuosa del mundo con su marido, dándole el culo al jefe de mi papá.
No sabía cómo reaccionar, no sabía que pensar. Vamos, soy hija única y me llevo super bien con los dos. Mi mamá más allá de ser mi mamá, era también mi mejor amiga, nos contábamos todo...y nunca percibí el menor indicio de que ella y mi padre estuvieran peleados, distanciados o algo por el estilo.
Mi madre estaba a cuatro patas. El vestido negro de ella, largo como el mío pero sin la abertura en la falda, estaba completamente arremangado hasta la cintura, según pude detallar, ya que lo que más podía ver era la espalda de aquel negro desgraciado que se la estaba tirando. La pobre hacía ruidos como nunca le había escuchado, haciendo que mi piel se erizara.
Rápidamente volví en mí para moverme rápido. No quería armar un escándalo ese día y ante toda la gente, y quería tener pruebas de todo esto, por lo que corrí a buscar mi teléfono, que lo había dejado cargando un poco en mi habitación cuando me cambié los tacones. Sin embargo, a pesar de que fue un ir y venir, menos de 1 minuto, para cuando regresé ya no estaban. Entré con cuidado y examiné el baño de la habitación, y nada, estaba vacío. Me asome debajo de la cama, e incluso en el closet, y nada.
Me puse pálida en ese momento, y como una autómata, bajé las escaleras para volver a la fiesta. Lo primero que logré ver fue a mi padre, charlando con un grupo de invitados. Edgar, mi novio, me vio e inmediatamente supo que algo me ocurría, por lo que se me acercó y me preguntó si estaba bien. Yo, buscando por toda la fiesta, aunque con la mirada perdida, no le respondí. Solo comencé a caminar a través de la fiesta. Y fue luego de un largo rato que por fin me di de bruces con ellos en la cocina. Estaban vestidos, arreglados. Mi madre tenía una sonrisa dibujada en su cara. El negro también.
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           -Hija, ¿Estás bien? Te ves pálida. -Preguntó mi madre.
           -Yo...yo...yo...-Las palabras no me salían, el corazón me latía a mil. -Yo....yo te estaba...te estaba....yo te estaba buscando. -Le dije.
           -Ay hijita, ¿pero te sientes bien? -Me preguntó de nuevo.
           -Estoy....estoy...¿Dónde estabas? -Fue lo que atiné a preguntar. Mi mente estaba nublada.
           -El señor Julián me estaba...mostrando su nuevo auto...¿Que te pasa hija? ¿Quieres que te lleve a un hospital?
Le vi el rostro a ella cuando me preguntó eso. Esa sonrisa no se le borraba de la cara a pesar de que se oía preocupada por mí. Al negro tampoco se le borraba la expresión de triunfo que tenía. Pensé en confrontarlos, pero quería tener las pruebas. Por lo que preferí quedarme callada, e inmediatamente se me vino a la mente la idea de que debía atraparlos infraganti a ambos.
           -No...no...todo bien. Estoy bien...solo que me preocupé al no verte...-Le dije.
           -¿Segura hija?
           - Si mamá...-Dije, para darme media vuelta y dejarlos ahí.
La fiesta transcurrió con aparente normalidad, a excepción del hecho de que a partir de ese momento me dediqué única y exclusivamente a vigilar "de lejitos" a mi madre. Ella actuaba como si nada, bailando de lo más tranquila con todo aquel que la invitara a bailar. Porque si, ella es un mujerón, aun a sus 52 años, por lo que también captaba la atención de muchos hombres. Bueno, para muestra un botón: el jefe de mi padre se la tira.
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Su nombre, como ya dije, es Delia. Mi cuerpo lo heredé de ella, sus medidas son 100 - 66 - 90, siendo sus senos actualmente operados, aunque no con fines de ser inflados, sino más bien para ser levantados, sin afectar su talla. De estatura mide lo mismo que mido yo, y es blanquita así como yo también. Su rostro aun no denota los años que tiene, al menos no del todo, tanto así que suelen pensar que ella es mi hermana mayor...hasta que le ven las manos, que es lo que le delata la edad. Pero de resto, somos muy parecidas, salvo el detalle del pecho, que si bien es cierto que esa cirugía no le aumentó la talla, pues esa cirugía “Levantabusto” cuenta como operación.
Esa noche ella andaba vestida con una prenda similar a la mía, solo que con un escote un poco más conservador y sin abertura en la larga falda. Eso sí, su espalda quedaba totalmente desnuda, a diferencia de la mía que si estaba cubierta, al menos buena parte de la misma. En cuanto a calzado, llevaba unos tacones altos y cerrados de color negro a juego con el vestido. El hecho de que su cuerpo estuviera un poco más tapado que el mío no era impedimento para ser objeto de miradas. De hecho, pude notarlo más aun luego de que me dedicara a vigilarla.
Pero en fin, pasó la noche y nada más ocurrió entre Julián y ella, ni mucho menos con otro hombre para mi frustración. Necesitaba una prueba contundente, no podía ser que le jugara sucio a mi padre. Aunque a todas estas, igual estuve pensando durante toda la fiesta quién había sonsacado a quién, si mi madre al negro, o el negro a mi madre. Quería pensar que había pasado esto último, vamos, fuera como fuere, mi madre no estaba exenta de culpa por permitir todo lo que pasó, pero pensaba que era peor que ella hubiera buscado todo a diferencia de que Julián la haya seducido y acosado lo suficiente como para que ella cediera.
Esa misma noche, luego de que se fueran los últimos invitados, le pedí a Edgar que me llevara a su casa. No quería dormir bajo el mismo techo que ella, al menos no por esa noche.
Pasaron los días, y mi trato hacia ella cambió drásticamente. Me costaba verla a la cara, así como dirigirle la palabra. Cada vez que ella se acercaba a mi para hablar de cualquier cosa yo la esquivaba con alguna excusa, cortándola en cuatro o cinco palabras. Eso sí, trataba de mantenerla lo más vigilada posible, cuando salía a comprar, yo me iba detrás de ella a escondidas. Cuando iba al banco, cuando iba a salir con alguna amiga, etc. Me convertí en su sombra.
Hasta que por fin se me presentó la oportunidad de oro, quince días después de la fiesta.
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Era un día sábado, mi madre le dijo a mi papá (quien estaba de viaje de negocios por orden de Julián) durante una llamada telefónica que iba a pasar la noche en casa de Mónica, una amiga de ella, quién estaba "pasando por problemas maritales". Yo sabía que era falso ya que yo seguía a Mónica en redes sociales y la misma se hallaba en ese momento de vacaciones en la isla de Margarita con su esposo.
Le avisé a Edgar para que me acompañara en mi cruzada. Mi madre a eso de las 6:00 de la tarde ya estaba lista para irse, vistiendo un muy sexy conjunto de pantalón de vestir ceñido y blusa super escotada, con unas sandalias altas que dejaban ver sus bien cuidados pies. En definitiva, no era un outfit para ir a consolar a una mujer. Apuesto a que mi padre habría pensado igual, pero al estar en el mencionado viaje, no la vio bien "emperifollada", como decimos por estos lares cuando alguien se viste para una ocasión especial.
Un taxi pasó a recogerla a eso de las 6:10 pm. Mi novio estaba esperándome enfrente de la casa, en el carro de su padre, cosa que ella no pareció notar. Inmediatamente se pusieron en marcha, salí corriendo hasta el carro de él y me monté para comenzar el seguimiento.
Media hora después, el taxi se detuvo en un restaurante. Al poco de ella entrar, le pedí a Edgar que entrara, como quien no quiere la cosa, para mantenerla vigilada, cosa que él hizo. A medida que pasaba el tiempo, mi novio me iba enviado fotos de mi madre dentro del restaurant, en donde, en efecto, estaba comiendo con Julián. En las fotos se les veía disfrutando a ambos de lo más felices y risueños, y de nuevo comencé a hacerme un montón de preguntas en mi cabeza, tanto las de la noche de la fiesta sobre quién habría comenzado todo, si él fue, o si fue ella, como el que sentiría ella por mi padre en ese momento, si se le olvidaba que tenía una familia...
Pensé también en irle mandando las fotos a mi padre, pero decidí que sería mejor tenerla incluso en video en pleno acto, por lo que esperé un largo rato hasta que Edgar me alertó de que ya estaban saliendo del local. Edgar salió por la puerta de enfrente y caminó hasta el carro, donde yo lo esperaba sentada. -Salieron por el estacionamiento. -Me informó mi novio nada más entrar al vehículo. Esperamos unos minutos y vi a Julián salir en su carro, uno del año...y notando que iba solo.
           -Pero...va solo... -Dije.
           -No puede ser, ellos salieron juntos del restaurante. Estoy seguro de eso. -Me dijo Edgar
           -Pero...¿tu viste que ella se montó en su carro? -Le pregunté
           -No, no me dio tiempo, preferí venir hasta acá...-Dijo él mientras prendía el carro, para situarse ante la entrada y salida del estacionamiento del restaurante. No era muy amplio, por lo que podíamos abarcar de un vistazo todo el sitio. Sin embargo, no vimos rastro de ella. -Que mierda, ¿Qué coño se hizo?
           -No lo se... quizás te vio y se escondió en el carro de él, desconfiando de que los vieras...Síguelo. -Le dije a Edgar.
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         -¿Segura? Puede estar dentro del restaurant. 
           -Si, si, se nos va a perder. Síguelo. -Le dije.
Edgar se puso en marcha y comenzamos a seguir a Julián en su carro. Algo me decía que mi madre iba ahí escondida. A la mierda, esperaba que así fuera, esas fotos que tenia de ellos en el restaurante si bien se veían sospechosas no eran suficientes para mí, para poder joderla con todas las de la ley.
Un buen paseo después, llegamos hasta la casa de Julián. Vivía en una de las zonas más ricas de la ciudad, y su casa era un digno ejemplo de ello. Era bastante amplia, con un jardín frontal enorme y una cerca de rejas que la rodeaba. Julián entró en su estacionamiento y cerró el portón tras de sí, por lo que le perdí la vista.
           -La puta madre...¿Y ahora? -Exclamó mi novio.
           -¿Ahora? Ahora es mi turno. -Le dije mientras abría la puerta y me bajaba del carro.
           -¿Que harás? -Me preguntó él.
           -Me voy a colear en esa casa. Los voy a descubrir -Le dije a través de la ventana.
           -¡¿Skarlet estás loca?!
           -Puede que un poco. Pero esto me está carcomiendo, necesito las pruebas para que mi papá abra los ojos. No puedo dejar que siga así engañado. Espérame aquí y prepárate para arrancar. Yo voy a rodear la casa y me meteré por detrás. -Dije poniéndome en marcha, ante los continuos llamados de Edgar de forma alterada pero silenciosa para no despertar sospechas en nadie, llamados que ignoré mientras corría a hurtadillas a lo largo de la calle para escabullirme.
Las viviendas eran terrenos amplios separados por cercas de rejas o muros. Sin embargo, entre la casa de Julián y la de su vecino, pude notar un estrecho caminito de matorrales, por el cual me metí. A pesar de ser ya de noche y no ver bien por donde pisaba, nada me importaba. Tenía entre ceja y ceja mi misión de atraparlos infraganti.
Rodeé rápidamente el terreno hasta llegar a la cerca trasera. Un enorme patio se hallaba ante mí, uno muy lujoso y muy bien acomodado, con piscina y todo. El tipo sin duda tiene la gran vida, ¿Como era posible que quisiera joder la de mi padre, quien ganaba mucho menos que él? ¿O era mi madre la que se había dejado llevar por el dinero de este tipo y no le importaba dejarnos a papá y a mí con tal de un cambio de vida? No es que seamos pobres, pero coño, la diferencia de calidad de vida entre mi papá y este tipo era bastante amplia.
Con todas estas dudas en la mente me las arreglé para escalar las rejas y caer del otro lado. Rápidamente caminé con cuidado hasta llegar al ventanal trasero de la casa, el cual atravesé abriendo una puerta corrediza con mucha cautela para no ser escuchada. Parecía que no hubiera nadie, las luces estaban todas apagadas.
Atravesé la sala para ir a lo que parecía ser la cocina, sin embargo no vi nada, por lo que volví sobre mis pasos con mucho cuidado de no hacer ruido alguno. Y cuando volví a entrar en la sala, las luces de la misma se prendieron para mi sorpresa…
II Acto
           -Vaya, vaya, pero miren que tenemos aquí... -Dijo el señor Julián. Iba vestido con una bata de baño de color negro, y con un rostro sereno que denotaba una confianza en sí mismo que me lograba descolocar.
           -¿Dónde está mi mamá? -Le pregunté en tono inseguro, aunque intentando sonar desafiante.
           -Ese es el menor de tus problemas ahora, pequeña. -Me dijo él.
           -¿Tu que sabes de mis problemas? -Respondí. -Tu eres el que está metido en un lio, sé que ella está aquí. Le está siendo infiel a mi papá contigo mientras él está de viaje de negocios, uno al que tú lo mandaste de forma conveniente por cierto...cuando él se entere...
           -¿Cuándo se entere qué? -Dijo interrumpiéndome. -No has visto todo el panorama...Si, me cojo a tu mamá cuando quiero...¿Y? ¿Qué crees que va a hacer tu papá si le cuentas? Se divorciarán...lo cual me viene de perlas, porque así la tendré a ella más tiempo disponible para mí. Muy probablemente tu papá renuncie a la empresa, lo cual me importa poco ya que tengo varias personas que pueden tomar su lugar, y cobrando menos incluso…será jodido para un hombre de su edad conseguir empleo lo que lo hará caer en una desdicha terrible...Y más aún con su hija presa.
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           -¿Pre...presa? -Pregunté titubeante.
           -¡Claro! ¿O es que crees que no te denunciaré por allanamiento de morada de forma ilegal? Te caen unos 5 o 6 años...cuidado si no más, si toco las puertas correctas.
           -No lo harías...
           -¿Tu crees que no? Tengo cámaras en toda la casa, estás grabada...
           -Eres...eres un...
           -Shhhh niña...cuidadito con lo que vayas a decir. No estás en posición de insultarme...de hecho no te conviene tenerme de enemigo. -Dijo mientras caminaba hacia uno de los sillones, para sentarse, mientras yo lo veía con odio y al mismo tiempo miedo. Me tenía en sus manos. -No me veas con esa cara...No tengo la culpa que tu mami sea una puta fogosa que tu papi no sabe satisfacer.
           -¡No hables así de ellos! ¡No te lo voy a permitir! -Le dije alzándole la voz en un arranque espontáneo de furia.
           -¿Me vas a decir que eso no es lo que piensas de tu mamá? Tu ya la viste, como se me puso en cuatro en la reunión en tu casa...-Me dijo. No pude evitar poner cara de sorpresa en ese momento, ¿Sabía que los vi? -Si niña, sí. Se que nos viste -Dijo como si hubiera leído mi mente. -Te vi por el reflejo del espejo en la pared. Luego de que te fueras, le dije a Delia que nos viste y decidimos vestirnos y bajar.¿Sabes que pasó después de la fiesta? Tu mamá me escribió en la madrugada, para terminar de vaciarme las bolas. Anda, léelo tu misma. -Me dijo señalando su teléfono celular, que estaba sobre la mesa de centro, entre él y yo. Yo estaba inmóvil, sin saber que hacer, sintiéndome indefensa e impotente. -Adelante, lee los WhatsApps. La clave es 6734.
Tomé él teléfono, abrí el WhatsApp y leí la conversación con mi madre, solo para ver que ella le mandaba nudes y le pedía, e incluso le rogaba, que se vieran para tener sexo. Y en efecto, después de la fiesta ella le había escrito, tal como me dijo, para terminar de vaciarle las bolas. "No me gusta que te vayas así con las ganas, Franklin se durmió ya, y Skarlet se fue con Edgar, puedo salir para terminar mi deber y vaciarte las bolas como tanto me gusta" le escribió.
El mundo se me vino abajo, especialmente cuando seguí leyendo conversaciones anteriores y descubrí que mi madre era la que tomaba la iniciativa en la mayoría de los casos...En lo más profundo de mí, tenía la esperanza de que ella fuera chantajeada o algo por el estilo. Pero no, la muy sucia era la que buscaba a este hombre. Era una perra, para mi propio horror.
           -No pongas esa cara niña. -Dijo él. -No puedes culparla tampoco...una vez que pruebas esto no hay vuelta atrás. -Dijo él mientras se abría la bata dejando al descubierto su cuerpo desnudo.
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Un cuerpo que debo reconocer que…era espectacular. Si ya vestido se veía que estaba bien conservado, desnudo era otra cosa. Los hombros y espalda anchos se veían con claridad con la ropa...la abultés de su pecho fornido también...pero desnudo, se veían los pectorales muy bien ejercitados y formados. El abdomen tenia los cuadritos perfectamente marcados. La musculatura de sus piernas era prominente...y su miembro...cuando los vi a él y a mi madre en mi casa no pude verlo ya que estaba de espaldas, por lo que conservaba solo la visión de su culo perfectamente ejercitado. Pero ahora, que le veía la herramienta...era un trozo de carne ENORME. He tenido varias parejas sexuales, sin embargo ninguno le llegaba a éste ni en lo largo, ni en lo grueso. Era una verga enorme, gruesa, super negra...la punta se veía también inmensa...y pensar que estaba flácido en ese momento. Sus bolas, peludas, también eran enormes. No podía dejar de admirarlo, literalmente estaba abobada, la mente se me puso en blanco.
           -Pero bueno, basta de chacharas y vamos al grano. -Dijo él, sacándome de mi trance. -Desde donde yo lo veo, tienes solo dos opciones. Una, es hacer algo estúpido que no me guste...en cuyo caso me veré forzado a denunciarte y meterte presa. Le contarás todo a tu papá, y como ya te dije, ellos pelearan, se divorciarán...¿Quién sabe? Quizás el pobre idiota intente agredirme en algún momento...¿Cómo crees que le irá contra mí? No negaré que eso me sería provechoso, podría botarlo del trabajo sin pagarle la liquidación...Sin contar el hecho de que puedo denunciarlo y meterlo preso también por ello. Delia quedaría libre para mi uso y placer...Ooo...podemos llegar a un acuerdo tú y yo.
           -¿A-acuerdo? -Pregunté nerviosa, pensando en todo eso que acababa de decir.
           -Si niña, un acuerdo...vienes aquí, te arrodillas entre mis piernas, me mamas el güebo, y vemos que tal...si te esmeras y me gusta como lo haces puede que sigamos la faena...disfrutaremos tú y yo...sobre todo yo jaja. Pero nada, terminamos bien, siempre y cuando mis bolas queden bien vacías.
           -¿Y...y si...y solo me voy y ya? -Pregunté.
           -No querida esa no es opción. Tú decides, o te portas bien conmigo, o te portas mal. De ti depende.
           -Podría...podría...de-denunciarte por acoso sexual y chantaje...-Dije dudosa intentando salir de esta.
           -Si, claro, puedes irte e intentarlo. Sin embargo, puedo manipular las grabaciones, quitarles el audio, e incluso cortar estos últimos minutos, será como si esta conversación nunca la hubiéramos tenido. Y estoy seguro que tu teléfono no está grabando nada tampoco. Sería fácil desmentir eso, decir que es un invento tuyo para desviar la atención a los cargos de allanamiento de morada. Sería algo estúpido, es decir, la primera opción que te di hace unos momentos, con todo y sus consecuencias. 
Yo lo vi con pavor. Estaba desarmada. Tenía razón, no estaba grabando con mi estúpido teléfono. Las cosas no iban como lo había planeado. Pasaron unos largos segundos intentando sopesar alguna otra salida, pero no...Estaba jodida.
           -¿Y bien niña? No tengo tiempo para esto. Tengo planes para tu mamá, quién por cierto, está arriba esperándome. Necesito una respuesta AHORA. A la una, a las dos...-Dijo, sintiendo yo como si me empujara a un precipicio.
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Antes de que la cuenta llegara a tres, comencé a caminar en dirección a él, momento en que se calló. Me acerqué con pasos titubeantes, solamente para, una vez entre sus piernas, ponerme de rodillas. Viéndolo a los ojos con resignación, derrotada, me incliné hacia adelante para acercar mi rostro a su verga, la cual tomé con mi mano derecha para llevarla a mi boca.
Debo decir que, al tenerlo en mi mano, y tan cerca de mí, me hizo sentir confundida. Intenté hacerlo de mala gana, pero la verdad no me salió el gesto.
Cuando su glande, brillante por la humedad, tuvo contacto con mi lengua, la mente de nuevo se me puso en blanco. He mamado güebo antes, no era de mis prácticas favoritas, vamos, nunca me agradó el sabor de aquellos que estuvieron conmigo antes, pero si, podía hacerles la mamada...sin embargo, el sabor de este negro no me desagradó en absoluto para mi sorpresa. Era un sabor fuerte, almizclado, que me invitaba a seguir saboreando con ganas, cosa que inconscientemente comencé a hacer, para placer del negro que me veía con una amplia sonrisa maliciosa dibujada en su rostro.
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           -Vaya...de tal palo tal astilla...lo mamas como tu mamá, que le encanta saborearlo...Eso, así...date gusto nena...-Me dijo, recostándose cómodamente del respaldo del sillón. -No lo haces nada mal...Esto lo has hecho antes ¿Me equivoco?
           -No te incumbe... -Le dije, sacándome la punta de su verga de la boca. Intenté decirlo con voz desafiante, pero mi cuerpo no me obedeció, saliéndome una vocecita tímida, para luego seguir mamando.
           -Hey, hey...sin estupideces Skarlet. Te conviene estar muy bien conmigo y mantenerme satisfecho. ¿Has mamado güebo antes sí o no?
           -S-si...-Dije sacándome el glande de la boca una vez más, aunque siendo interrumpida por él luego de decir que si, agarrándome la parte de atrás de la cabeza con su mano para dirigirla a su verga y metérmela de nuevo en la boca.
           -No tienes que tener educación conmigo ahorita niña, si me lo mamas puedes hablar con la boca llena. No dejes de darme placer. ¿Con cuántos te has acostado? -Me preguntó liberando mi cabeza.
           -Gon Guatgro -Dije de manera graciosa con mi boca llena por su enorme verga negra.
           -¿Contando a tu noviecito actual?
           -Gsi. -Respondí.
           -¿Alguno era negro?
           -Gno...
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           -Entonces apuesto a que ninguno lo tenía tan grande como yo...-Dijo regodeándose.
           -Gno...gesde ges gel gmas grangde. -Le respondí. La verdad pude haberle dicho alguna malcriadez como que me he comido más grandes, solo para bajarle los humos, pero no me salió. Quise pensar que di esta respuesta porque tal vez, si le decía la verdad, esto acabaría rápido. Pero no, no era así, dije la verdad porque me nació confesársela.
           -Y apuesto a que ese montón de maricones solo te hacía el amor suavecito y te trataban como toda una princesita...
           -Gumjum...gogmo guebe gser. -Dije.
           -Jajajaja no, no, no, no. Como debe ser no. Tu mamá es una perra. Y tú también lo eres, solo que no te han llegado a sacar ese lado tuyo. Pero tranquila niña. Esta será la noche en que perderás la virginidad...
           -Gno Gsoy gbirgen. -Dije. (si, sé que se escribe virgen, pero intenten decir esa palabra con una verga en la boca.... verán que la mayoría de las veces la dirán con B, hagan la prueba, los reto, jijiji).
           -Jajajajajaja ay pobre cosita...niña, si no has tirado con un negro, entonces eres virgen todavía...-Me dijo para tomarme con ambas manos la cabeza, y alzarla ante él, sacando su verga de mi boca mientras acercaba su rostro al mío. -Y vete olvidando de ser tratada como una princesa, eso déjaselo a los mariquitos blancos que salen contigo...ante mí no eres más que una perra, MI perra, y haré lo que me dé la gana contigo. -Me dijo para acto seguido escupirme directamente en la cara, cayendo la mayor parte de su saliva en mi boca, y luego dirigir mi cabeza de nuevo a su verga para hacérmela tragar otra vez, esta vez bien hondo, lo suficiente para provocarme severas arcadas.
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Tan hondo lo metió, que puedo jurar que el glande me abrió la garganta. Mi nariz, en tanto, se enterró en la mata de pelo púbico. Me asusté mucho, intentando incluso forcejear para que me liberara, pero era inútil, este tipo era mucho más fuerte y grande que yo. Comencé a toser con su verga dentro de mi garganta, y podía sentir que algo me salía por la nariz y por la comisura de mi boca. No sabía si es que me estaba vomitando en él o qué, pero me sentía ahogada. Pensé por un instante que moriría ahí. Pero no fue así, él me lo sacó del todo, saliendo su miembro todo embadurnado en mis babas, chorreándolas en el mueble, mientras que de mi boca salían también grandes cantidades de babas que me embarraban toda la ropa, especialmente la franela que llevaba puesta en ese momento gracias a mis enormes pechos que, por su forma y dimensiones, al sobresalir recibían todo. Continué tosiendo sin parar intentando respirar hondo mientras escupía babas en mis tetas y piernas
CONTINUARA....

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