You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Esclava rusa 4

Continuación de mi relato anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5680390/Esclava-rusa-3.html

-¿Un pasaporte, identificación falsa y registrar esa información en migración?
-¿Se necesita algo más para migración?
-La identificación en hora y media, el pasaporte tomará algo más. Registrarla en migración tomará mucho más.
-Pensé que tenías contactos.
-Oh, los tengo ¿Pero en tan poco tiempo?
-¿El dinero es un problema?
-No. Pero para pasado mañana va a ser mucho problema-concluyó el falsificador.
-¿Entonces?
-A la mierda, lo haremos. Te mando mensaje cuando ya esté.
-El barco zarpa en dos días. Recuerda.
-Lo sé.
-Bien. Te doy lo de esa parte cuando lo confirmemos en migración.
-Bien. ¿Ya tienes la cuenta?
-Sí.
En aquél edificio viejo con olor ahumado Alina se sentó sobre un banco frente a una pantalla blanca, con el cabello arreglado y la expresión perdida dió un salto después de ver el flash. Cuando el falsificador le indicó ella se levantó y se fue a ferrar a mi brazo. Como un animal asustado me preguntó qué había pasado. No entendió la explicación en su totalidad pero entendió el concepto cuando vio la foto impresa en el pasaporte, ambos  marcaban la edad de Alina en los 24 años. Era suficiente para seguir.
Alina preguntó una vez en el auto de qué iba todo esto. Se sentaba abrazando las piernas en el asiento del copiloto con las medias y la falda relativamente corta lograba echar un vistazo rápido a sus glúteos. Le dije que se pusiera el cinturón. Preguntó Más allá de la fotografía preguntó detalles sobre la necesidad de tener las identificaciones falsas. Tuve que simplificar lo más que pude, parecía entender pero había detalles por los que preguntaba todavía.
La segunda parada fue el consultorio de un doctor privado. Meditando fuera del consultorio pensé en el tiempo que tomaría detectarle alguna infección a Alina. No había de otra. Era un problema grave intentar o siquiera pretender tener sexo con ella, sin siquiera  averiguar primero si había riesgo. Sus padres habían dicho que estaba limpia y yo decía que había que comprobarlo, no sólo de ETS's, sino de infecciones o enfermedades que puedan complicar las cosas.
Salimos de la camioneta y tomándola de la mano entramos al consultorio.

Tras 4 horas de consulta el hotel y sus alimentos eran la única opción para calmar el hastío producido por tantas preguntas y para Alina tanto contacto con un desconocido.
El doctor era lo suficientemente corrupto como para aceptar un 50% más de lo que cobraba para quedarse con la boca cerrada, aún así, era bueno y barato. A primera vista,  e incluso con  una revisión más profunda, no tenía nada más allá de una simple desnutrición, claro que los otros exámenes como sangre u Orina estarían listos a más tardar mañana. El doctor accedió a ponerse en contacto conmigo cuando estuvieran listos. Pero aseguraba que la chica efectivamente estaba limpia y parecía bien cuidada. A pesar de todo, no le mandó ni vitaminas; entendió que la chica comería bien de ahora en adelante.

Cuando la comida llegó Alina se sentó y comió viendo la tele se había deshecho de su conjunto de hoy, sólo llevaba unas bragas de encaje negras y una playera gris con el estampado de un. Preguntaba cosas de vez en cuando, interés iba desde cómo combinar su ropa para verse bonita hasta por qué era necesario ver al médico, hasta que hizo una pregunta que venía esperando desde que llegamos a Moscú.
-¿Por qué los esclavos están prohibidos? digo, no he visto a ningún otro y me hace llamarlo por su nombre en vez de por amo; cuando estámos en público.-Gotas de comida brincaron por la mesa.
-No hables con la boca llena. -Cerró la boca y bajó la cabeza para centrarse en su comida.- Supongo que piensas que ser esclavo no parece tan mal.- La esclava asintió.-¿Recuerdas cuando te hablé de cuanto valía un esclavo antes?-Volvió a asentir- Bueno, había y supongo que todavía hay otros tipos de esclavos. Tú eres doméstica; en otros países y en la antigüedad se tenía la costumbre de usar a los presos de guerra como esclavos. Con ellos no había mucho reparo, eran basura enemiga, supongo. Pero piensa que hoy en día hay gente que tienen niños trabajando en minas... Son lugares de donde sacan metales o joyas. Y es por eso que está prohibida. Además de los derechos humanos y todo lo demás.
-¿Eso significa que podría ser libre y ser una persona independiente?- <Puta mierda>; Pensé por un momento mientras veía una cara perpleja en su rostro. Asentí.- ¡Entonces es bueno que nadie se entere!-Concluyó tras un momento de meditación.

La comida me tenía exhausto, pero era temprano todavía: Apenas las 4 de la tarde.  Alina sabía que nos iríamos mañana en la mañana de camino al puerto. Acaricié su cabeza mientras veía La TV recostada en la cama, con los pies elevados y balanceándose. Me parecía linda la mayoría del tiempo, no estaba seguro de si por su ignorancia o si por su conformidad con la vida que le toco, al final ninguna de las dos era mala. A pesar de su condición tuvo suerte. La tina estaba llena de agua tibia, Este lugar era relajante a pesar del contante miedo de ser descubierto, en situaciones así el cinismo era una bendición.
El vapor de la habitación volvía un poco relajante el baño.
-Alina.-Llamé. 
-Diga, amo. -Respondió detrás de la puerta.
-Entra. -A partir de aquí los segundos los veía en el reloj, parecía ir más lento.
-Sí, amo.-Cinco segundos.  el pomo giró y logré ver su pie entrando al baño.
-Cierra la puerta.- El sonido del pestillo no pudo desviar mi mirada de ella. Se paró tan recta como un soldado.- Desvistete y entra. -Los labios le temblaban, al igual que las manos y las piernas.
-Sí, amo.- Su playera pasó a ser sólo un trapo junto a mi ropa, No llevaba sostén y las bragas parecían darle un problema al quitárselas. Finalmente puso un pie entre mis piernas. La tomé de la mano y se estremeció al ver mi erección bajo el agua, no había suficiente espuma.  -¿De qué lado me siento, amo? 
La acomodé entre mis piernas, dándome la espalda.
-Dijiste que querías hacerlo todo. ¿Quieres salir?
-No, amo, quiero estar con usted.
-Me lo dices estando tan nerviosa.
-Nunca he hecho esto...
-No sirve de mucho decirte que te relajes. Recárgate en mí y ya. Nos quedaremos así un rato, al menos hasta que te sientas más cómoda. -Alina se recargó y su cabello cayó sobre mi pelvis. Tomé la manguera de la regadera y empecé a mojar su cabello. El agua tibia parecía ser un buen relajante, su respiración se fue haciendo menos frenética y finalmente reposó los brazos en mis piernas, en vez de usarlos para cubrirse los pechos.
-Amo ¿Podemos bañarnos juntos así siempre?
-Sí.
-Gracias. -Pasé mis brazos bajo sus axilas y la acerqué más a mí. Sentí su espalda por mi erección y sentí cómo tembló su cadera.
-Iremos poco a poco.-Me iba a cercando a su oreja. -¿está bien por ti?
-Haré lo que usted guste, amo. Usted es mi dueño. -La afirmación me sacó un poco de mi líbido. Ahora es caía en la cuenta de que esta chica, a pesar de tener un líbido alto, era una ignorante total. Seguramente conocía el sexo por sus padres, pero no tenía experiencia y la mayoría del tiempo vas con gente que al menos tiene algo de idea sobre juego previo. A pesar de tener toda la tarde y la noche para enseñarle, no podía hacércelo como yo estaba acostumbrado o la asustaría o la lastimaría. Pero sabía que al ser una novicia su iniciativa sería nula.
Mi mano derecha acarició su abdomen, la izquierda hacia a un lado su cabello. Descendía con una mano hacia su pubis, mis labios se acercaban a su cuello. Su respiración parecía temblar. El silencio del baño se rompía por el goteo de la regadera y el sonido apagado de la televisión fuera del cuarto. Por un momento imaginé la posibilidad de que ella no estuviera ahí. Ese chapoteo, esa voz lejana del televisor tendrían otro significado.
Mis labios se posaban sobre su cuello níveo y ella se encogía arqueando la cabeza hacia un costado y acercando las rodillas a su pecho. Mi mano llegó a su entrepierna y pasando por el vello acariciaba los labios menores mientras abría poco a poco la vulva e introducía un dedo entre los labios para seguir acariciando su interior.
Besaba con poca elegancia su cuello pero la notaba gemir suave, igual que la noche anterior.
-¿Puedo voltear, amo?
-Sí.- Mi mano siguió el recorrido de su cuerpo virando hacia mí. El agua de la tina se meneaba como un pequeño mar y sus ojos de ese azul tan oscuro y profundo me miraban directo a los ojos. Su rostro se acercaba al mío y sus párpados parecían no decidirse si iban a cerrar o abrir. Se detuvo.
-Amo ¿Puedo...?
Mi mano se movió desde su entrepierna hasta su mejilla. Sus labios eran suaves pero la sensación del beso era rígida. 
-Así no. Imita mis movimientos. como si me siguieras.-Asintió. Su beso no mejoró mucho, pero dejó de estar a gatas en la tina para sentarse sobre mis piernas. Aunque alejada de mi falo todavía sentía su calidez.
Mi mano se movió hacia su cadera  y bajó por sus nalgas. Sujeté una y ella se levantó un poco de su posición para darme más espacio. La jalé hacia mí. Sus senos de pezones rosados se sentían suaves contra mi pecho y ella bajaba su mano hacia mi miembro. Su fina mano me sujetaba y lo recorría con torpeza, tal vez pensando que la sensación sería la misma para mi que para ella.
-Así.-Dije sujetando su mano alrededor de mi pene y ascendiendo y descendiendo. Asintió y se mordió los labios. 
Con ambas manos sujeté sus piernas y cara vez sentía nuestros sexos rozarse más y más.
-Por favor, amo. Hágalo...
Con la mano derecha tomé lo que pude de sus dos nalgas. Soltó una pequeña exclamación al sentir uno de mis dedos en el ano, lo ignoré mientras tomaba mi pene con la otra mano y la ubicaba encima. Rosaba mi pene por entre sus labios, cuando estaba en la vagina no pudimos contener un gemido mutuo, se sentía tan cálida pero igual costaba entrar, su lubricación se había ido en el agua. Ella seguía tratando de bajar a pesar de que parecía dolerle.
Sostuve su rostro con ambas manos y negué.
-Salgamos de aquí. Vamos a la cama- Asintió mordiéndose los labios.
Se levantó y caminó hacia fuera con las manos en la espalda. Salí detrás de ella, no perdí de vista su trasero, alzado y firme. Cuando la alcancé la tomé por el brazo, y la hice girar sobre sus pies, la sorpresa se le notaba. Otro beso torpe nos puso en silencio mientras acariciaba sus gluteos y ella ponía mi pene entre sus piernas. Era bastante más activa de lo que había adivinado.
Apagué la luz casi de un golpe, la que entraba por la ventana era más que suficiente. Era una luz tan fría y gris que casi parecía llover ceniza, la televisión daba una luz azul producto del noticiero que estaba transmitiendo. Su ruido parecía lejano. Era como estar en el fin del mundo, totalmente a solas, pero de alguna manera no se sentía triste o solitario. Sus ojos me miraban expectantes mientras acariciaba mi mejilla con su mano. 
Aún reposada en la cama y con las piernas abiertas y los senos aplastados por la gravedad no podía evitar notar sus ojos y su sonrisa.
-Por favor, amo...-Sus piernas enredaron mi cadera y jalaron hacia ella. Sostuvo mi pene y lo introdujo en su interior. - Hagamos más de est- Había quejidos ligeros y arañazos conforme entraba más en ella. Estaba húmeda, pero no le había dado  suficiente tiempo al juego previo para que no sintiera el dolor del himen.
Me detuve y la miré poniendo una mano sobre su mejilla y acariciando su cabeza.
-Te recomiendo que te masturbes un poco en este punto.-Asintió. Su cara se veía roja y parecía sudar.
Besaba su cuello mientras entraba y salía en el pequeño espacio que había logrado hacer. Se mordía los labios y gemía suave con lo poco que había. 
La besé un poco más y lo siguiente fue entrar completamente, su humedad y calor se extendían hasta el interior y se sentía bien estar dentro de ella.  Salía y entraba sin más problemas. Cuando notó sus pechos balancearse con más fuerza fue cuando volteó a ver hacia abajo y luego me miró sonriendo con los pómulos sonrojados hasta la saciedad. Todo su cuerpo había pasado de un blanco pálido a un rosa general y sus ojos parecían aclararse.
Tal vez era solo la luz.
Pero era un buen día.
Tal vez no había sido una mala decisión después de todo.


Fin parte 4


Parte 5:



Esclava rusa 4

0 comentarios - Esclava rusa 4