Ese primer año de convivencia fué hermoso, por primera vez María salía de casa de sus padres y Agustín la consentía en todos sus caprichos.
Tenían varias fotos colgadas en un mural, en donde se veía a ellos dos de viaje por distintos lugares del país y Uruguay.
La habitación, llena de almohadones y hasta algún peluche, obviamente decisión de María. Lo único que había en esa habitación a pedido de Agustín y que ella obvio accedió, era un escudito de madera de Racing que tenía desde chiquito.
Suelen hacer muchos planes juntos, les gusta salir a andar en bici, ir al cine o incluso hasta compartían gimnasio. Si bien Agus no era tan disciplinado como ella, había días que coincidían.
Esto no le encantaba a su novio de todas formas, porque le daba algo de celos que le estén mirando el culo constantemente. Ella para peor, disfrutaba de que eso suceda y llevaba calzas muy apretadas que hacían casi imposible no mirar.
Incluso había dos pendejos bastante chicos que hacían su rutina de tal forma de siempre quedar bien posicionados a sus sentadillas.
Agus en vano, muchas veces le pedía que se tape o lleve otro tipo de short.
"Tranqui amor, este culito te lo comes vos"
Es verdad eso. Desde su primer salida juntos ya varios años atrás, Agus pudo probar en frenesí sexual que era su novia.
Habían ido a conocer una cervecería que era muy mencionada en ese momento y terminaron en un telo.
Ella había ido preparada. Si bien había ido con un simple short de jean y una remera básica, debajo traía un conjunto de tanga tipo hilo dental rojo, con su corpiño semi transparente del mismo color.
No tardó en mostrar su sorpresa. Él estaba enamorado de su figura, no podía dejar de acariciarle la cola y recorrer a besos su cuerpo.
Sin haberse sacado su ropa, ya estaba comiéndole la conchita mientras tiraba de la tanga para correrla.
María se sorprendió de la habilidad de aquél entonces, el hermano de su amiga y nada más. Tenía gran desempeño en el oral. Jugaba con sus manos entre el pelo rubio de él, aumentaba la presión de esa lengua en su entrepierna y largaba gemidos que aprobaban con creces esa tarea.
Cada lenguetazo era mejor que el anterior, ni hablar cuando los dedos se hicieron presentes, ella deliró.
Quizás ahí fué la primera vez que proyectó algo con él. "Necesito que me la chupen así más seguido".
Agustín detuvo su tarea para ir a darle un beso. El sabor de sus propios flujos le encantó. Su lengua iba y venía por la boca de él buscando cada pizca de fluido de ella misma. Era obseno, pero era culpable por gustarle ese tipo de cosas.
Mientras tanto, estiró su mano para desabrochar el pantalón de él y empezar a desnudarlo.
Lo acostó en la cama horrible del hotel y fué levantando su remera mientras acompañaba con besos en su pecho.
Del pantalón, solo le quedaba bajar el cierre. Por lo que mientras pasaba su lengua por el vientre de Agustín, iba deslizando suavemente aquella cremallera.
Tiró para abajo y el boxer ya dejaba apreciar un bulto notoriamente erecto frente a ella.
Los besos por encima de la tela fueron su arma de seducción mientras acariciaba las piernas de él y lo miraba con sus ojos verdes.
Daba pequeños e inofensivos mordisquitos a su bulto que lo hicieron largar algunos espasmos.
Ella finalmente quiso saber qué la esperaba del otro lado y bajó el bóxer.
Tenía una linda pija, muy cuidada se la notaba. No era enorme pero estaba bien, la vió y se tentó. Pedía a gritos que se la coma.
Le dió unos besitos en la punta que fueron bajando por el tronco hasta llegar a las bolas.
Ahí sacó su lengua y recorrió de manera inversa ese camino.
Cuando llegó otra vez a la cima, hizo desaparecer esa pija de un bocado. Ella no tenía problema alguno para eso y se lo hizo saber apenas empezó.
También sabía muy bien usar su lengua, cuando tenía prisionera la verga de él, le daba lenguetazos que acompañaba con una fuerte succión.
Agustín muchas veces después de esa salida repitió hasta el cansancio que fué un pete inolvidable. Ella como si supiese que sería el hombre de su vida, usó sus mejores armas.
Esa pija entraba y salía de su boca de manera incansable. Sus labios se empezaban a hinchar de tanto roce. Estaba contenta que su chico aguante a su agresivo pete. Si bien él estaba tirado disfrutando casi inmóvil por el placer que sentía, era meritorio haber resistido como lo hizo hasta ese momento.
La vanidad y orgullo de ella hicieron que aumente la intensidad. Le comía la cabeza de la pija mientras pajeaba fuertemente. Otra mano masajeaba sus bolas y se convertía en un sin fin de estímulos a él que no pudo manejar.
La leche empezó a salir dentro de su boca y ella fué tragando mientras seguía masturbando sin piedad a ese chico.
Lo dejó realmente seco. Si bien él quiso liberarse ella se ocupó de no dejar ni una gota.
No quiso ser tan guarra de mostrarle que lo había hecho sacando su lengua, pero lo demostró siguiendo suavemente con su pete.
Agus no podía reaccionar, esta chica lo estaba vaciando y ni habían cogido.
Ella se puso en 4 para él una vez que logró volver a parar esa pija. No le costó, él era bastante calentón y apenas la vió en esa pose se tiró a comerle la conchita y el culo. Nuevamente ostentó de buena habilidad para eso.
Le encantaba la lengua de él en su ano mientras le colaba unos dedos por su otro agujerito.
Pidió por favor por la pija. Amó esa lengua pero necesitaba algo más contundente.
La pija fué entrando suavemente aunque sin necesidad, ella quería que la coja bien duro. Solita tiró su cola para atrás hasta dar con la pelvis de él y hundir toda la verga dentro suya.
Agustín pecaba de sutil en este caso, su ritmo era muy tranquilo o insulso de a momentos.
Ella tomó las riendas y fué tirando su culazo para atrás y desaparecía esa pija con una velocidad inusual para él.
La miraba embobado, no podía creer estar comiéndose semejante caramelito. Tenía un culo monumental que ya se notaba tremendamente trabajado. Su pija parecía chica entrando y saliendo de ahí.
Estaba aferrado a esos glúteos que no pensaba soltar jamás si era por él.
Los gemidos de ambos acompañaban la música del telo y competían con los de al lado.
Ella si bien lo disfrutaba, le gustaba gritar de más para calentarlo a él. Era apasionada por enamorar al otro.
Ese vaivén con su cadera no se detenía. Pobrecito él tuvo que hacerlo porque se iba a acabar otra vez.
Ella suplicó seguir pero ya era tarde. Sacó su pija y tirando el forro al piso, Agustín dejó que unos chorros de leche vayan a su cola. Sentir ese líquido caliente le encantó. Se pajeó mientras él acababa y logró llegar a su orgasmo mientras sentía esos hilos blancos caer sobre la rayita de su culito.
María temía asustar ese chico tan tierno y hermano de su amiga. Por eso se fué al baño, lejos de la mirada de él. Ahí apreció al espejo el enchastre sobre sus nalgas y no pudo evitar volver a probar de esa leche sacando un poco con sus dedos.
Qué rica era. Cómo le gustaba. Nunca fumó pero asumía que podría dejarlo con menos problema que el sabor ese.
Su culo brillante por la acabada merecía algún reconocimiento. Salió del baño y le mostró a Agustín lo que le había hecho.
Los ojos de él se perdieron en esa imagen de nena inocente que simulaba mientras le beboteaba lo que le había hecho.
Su verga dió un salto con eso y volvieron a coger, esta vez ella arriba demostrando la facilidad para las sentadillas que tenía.
Sus tetas apenas rebotaban, no tenía tanto como para que eso suceda. Si a Agus le volvía loco el manosear sus pezones mientras recibía una increíble cogida por parte de ella. Eso a María la motivaba para seguir aún más.
Ella movía sus caderas con maestría. Agustín sentía que se volvería a acabar muy rápido si eso seguía así. Quería frenarla pero era imposible. No pensaba sacarse esa pija de adentro.
Lo cogió un poco más hasta que él anunció lo inevitable. "Me acabo, me acabo, me acabo".
Esta vez, ella no podía darse el lujo de frenar. Ni él pudo tampoco hacer más nada que poner una tonta mueca de placer y llenar ese preservativo con lo último que le quedaba.
La sensación de esa pija eyaculando una vez más a ella le fascinó, no llegó a acompañarlo esta vez pero se tiró a besarlo contenta de su aguante en tan poco tiempo.
Lindos recuerdos que afirmaban que Agustín realmente tenía la suerte de comerse ese bombón que todos miraban con lujuria.
Ella lo amaba, pero si algo no le podía pedir era que deje de ser provocativa. Le gustaba que la miren, que la deseen. Si bien aparentaba inocente al verla con su tez tan pálida, ella no resistía pasar inadvertida.
Tanto así, que a esos dos pendejos siempre les regalaba las mejores poses e incluso elongaba frente a ellos para motivarlos a seguir viniendo.
Nunca se animaron a hablarle, temían que se rompa el hechizo y ella los identifique como dos pajeros.
El que sí buscaba siempre algún chiste con ella era Cristián, papá de uno de sus alumnitos que solía quedarse charlando con "la seño" después de que todo el mundo se había ido.
Él estaba casado, pero trabajaba en su casa y siempre tenía tiempo libre. Su mujer por el contrario pocas veces estaba en su casa e incluso Cristian había deslizado algunas veces que el nene no estaba presente, que su relación no era buena.
Era difícil negar la belleza de ella, sus 27 años la hacían muy tentadora para ese hombre de 33, con un look de barbería y un cuerpo algo dejado pero flaco.
"Papá puedo ir con Thiago?" le dijo su hijo sacándolo del transe que esos ojos de la seño representaban para él.
"Ehm... No sé..." la presión de no quedar como un tirano frente a María lo pusieron contra la espada y la pared al pedido de irse a jugar a lo de su amiguito.
Carmen, la mamá de Thiago interrumpió y le dijo que no se preocupe que ella lo llevaría después.
La sonrisa de aprobación de María fué suficiente para aceptar.
"Bueno, parece que me quedo solo a la tarde jajaja cómo crecen..."
Lanzó una indirecta al aire.
María afirmó que crecían rápido de un año a otro, pero omitió la otra parte de la frase aunque no podía negar que le gustaba cómo la buscaba.
"Che si querés te puedo invitar un café, siempre Gian me habla tan bien de vos... Por algo debe ser!"
Jugó la carta del hijo y funcionó. También ella veía difícil negarse al pedido, le gustaba que sienta que existían chances y le siga dando vueltas.
Ella aceptó y fué a buscar sus cosas.
La cara de Cristian fué inolvidable. Nunca la había visto sin el guardapolvo. La calza negra que llevaba era un crimen directamente. Su culo parecía que estallaría esa apretada tela. Arriba usaba una remera corta sueltita que solo marcaba más su cinturita.
Quedó helado, no reaccionó y eso a ella le gustó muchísimo. Se mordió el labio inconscientemente frente a él y soltó un "vamos?" mientras le sonreía.
Cristian maravillado fué detrás de ese culazo hasta su auto.
Al entrar, buscó un pleno. "Viste que siempre te cuento que soy medio fan del café y eso, en casa tengo una máquina nueva que es un lujo, no sé si quieras probarla. Es mucho mejor que las cafeterias de la zona"
Uf. María no podía decirle que no en ese momento. Ya estaba en el auto de él y lo había provocado bastante con la forma gatuna que caminó hasta el auto. No se quería echar para atrás.
"Uy qué ricooooo, si me encanta!"
Mordiéndose otra vez el labio inferior y agarrando del brazo a Cristian.
Él empezó a disimular una erección provocada por imágenes mentales que venían a su cabeza sin ningún filtro.
Manejó charlando de lo que podía y estacionó dentro de su casa para evitar que algún vecino viera su compañía. Incluso alguno podría creer que era una escort por semejante figura.
María vió la casa llena de fotos familiares que ignoró completamente pero alimentaron a la sensación de prohibido de lo que estaba pasando.
"Acá está mí bebé", dijo refiriéndose a la cafetera Cristian.
Ella se asomó a mirarlo levantando las puntas de pié y dejando su cola en una vista inmejorable para él.
Quedó mudo y disfrutó cada segundo. Quería tirarse encima de ella pero no sabía si eso no terminaría en escándalo.
"Vení un segundo" le dijo ella llevándolo de la mano al sillón.
"Yo tengo novio, vos estás casado y sos padre del colegio. No vamos a coger aunque me pareces súper lindo"
Cristian estaba en shock, la inocente maestra de su hijo largó todo eso sin anestesia.
"Pero sí... Te voy a dejar que te pajees si te gusta mí culo"
Cristian no entendía nada de lo que pasaba. Solo dijo "me encanta" por inercia o instinto natural.
María sonrió y se giró, se agachó y empezó a bajar su calza dejando una tanguita blanca deportiva a la vista de él.
Él no dudó y antes de que se arrepienta, bajó su pantalón y sacó la pija.
Ella seguía meneando de espaldas a él y pateó su calza liberando la zona.
Se acariciaba el cuerpo haciendo un streaptease increíble, su culo hipnótico para Cristian, desaparecía la tanga entre sus nalgas. Podía ver cuando ella se agachaba, como su conchita estaba mojada por lo que sucedia.
María acariciaba su cola mientras escuchaba el ruido de él masturbándose por ella.
La curiosidad le ganó y se giró.
Cristian tenía un vergon enorme. Súper ancho. Ahora la que no reaccionaba era ella.
"Uy por dios lo que es esa pija" largó sin medir sus palabras.
Él tenía las de ganar ahora. La miraba mientras se tocaba suavemente y le mostraba cómo de ancha la tenía.
Ella sabía que tenía novio y no debía hacer un streaptease frente a otro. Pero lo vio sin maldad si solo era eso. Ahora estaba frente un pijón que le costaba resistir.
Pensó por dentro "perdón mí amor, pero necesito probarlo"
No le pidió permiso a Cristian porque sabía que no se negaría. Tampoco a su novio, porque sabía que sí se negaría.
Se arrodilló frente a él y llevó sus dos manos a ese enorme pedazo de carne frente a sus ojos. Apoyó sus labios sobre su punta y dejó caer saliva que necesitaría para su tarea.
Lamió la punta mientras lubricaba ese ancho trozo que masturbaba envolviendolo con sus manos.
"Qué pasó seño?" dijo en tono arrogante.
Ella sabía que había perdido el control de la situación pero no le importó. Respondió con un "tenía que probar esto" y continuó con su tarea.
Su técnica era impecable, o al menos los ojos y gestos de Cristian lo hacían ver.
Esperó que esa tierna maestra que enseñaba a su hijo de lunes a viernes presente mayores dificultades a la hora de tragar su verga.
Para nada, María ya la tenía completamente envuelta por su boca y la acariciaba con su lengua mientras él gemía intensamente.
Cristian sostenía el pelo negro de María solo por caballerosidad, ella solita iba y venía devorando su pija sin la más mínima intención de detenerse.
María de a ratos frenaba a tomar aire, miraba tiernamente a su hombre de turno y tras un escupitajo en su miembro que esparcía con su mano, continuaba fervientemente su tarea.
"La cantidad de pijas que habrás chupado para hacerlo tan bien pendeja" le dijo Cristian incrédulo aún de semejante técnica.
Ella sonriente se pasó todo el glande de él por su preciosa carita y le dió un piquito en la punta.
No respondió más nada y mantuvo su voraz ritmo.
Una de sus manos estaba masturbando su conchita, la otra masajeaba los huevos de él y de a ratos lo pajeaba como podía.
Su amante no podía resistir más, empezó a balbucear mientras su respiración aumentaba y tiraba del pelo de ella. María entendió la señal y continuó con más velocidad sin sacarse la pija de la boca.
Pronto su garganta se llenó de leche y ella se detuvo para tragar todo lo que salía en retorno por su excelente trabajo.
Cristian acababa muchísimo, no solo contaba con una enorme herramienta sino que en segundos la boca de ella fué llenándose como pocas veces en su vida.
Disfrutó de cada trago tibio que dió y sin dejar escapar ni una gota sonrió sacando su lengüita y mostrando lo educada que era.
Él estaba completamente deslechado por esa pendeja que para cuando pudo reaccionar, se cambió y cruzó su puerta sin dejar rastro más que su vergon flácido.
Tenían varias fotos colgadas en un mural, en donde se veía a ellos dos de viaje por distintos lugares del país y Uruguay.
La habitación, llena de almohadones y hasta algún peluche, obviamente decisión de María. Lo único que había en esa habitación a pedido de Agustín y que ella obvio accedió, era un escudito de madera de Racing que tenía desde chiquito.
Suelen hacer muchos planes juntos, les gusta salir a andar en bici, ir al cine o incluso hasta compartían gimnasio. Si bien Agus no era tan disciplinado como ella, había días que coincidían.
Esto no le encantaba a su novio de todas formas, porque le daba algo de celos que le estén mirando el culo constantemente. Ella para peor, disfrutaba de que eso suceda y llevaba calzas muy apretadas que hacían casi imposible no mirar.
Incluso había dos pendejos bastante chicos que hacían su rutina de tal forma de siempre quedar bien posicionados a sus sentadillas.
Agus en vano, muchas veces le pedía que se tape o lleve otro tipo de short.
"Tranqui amor, este culito te lo comes vos"
Es verdad eso. Desde su primer salida juntos ya varios años atrás, Agus pudo probar en frenesí sexual que era su novia.
Habían ido a conocer una cervecería que era muy mencionada en ese momento y terminaron en un telo.
Ella había ido preparada. Si bien había ido con un simple short de jean y una remera básica, debajo traía un conjunto de tanga tipo hilo dental rojo, con su corpiño semi transparente del mismo color.
No tardó en mostrar su sorpresa. Él estaba enamorado de su figura, no podía dejar de acariciarle la cola y recorrer a besos su cuerpo.
Sin haberse sacado su ropa, ya estaba comiéndole la conchita mientras tiraba de la tanga para correrla.
María se sorprendió de la habilidad de aquél entonces, el hermano de su amiga y nada más. Tenía gran desempeño en el oral. Jugaba con sus manos entre el pelo rubio de él, aumentaba la presión de esa lengua en su entrepierna y largaba gemidos que aprobaban con creces esa tarea.
Cada lenguetazo era mejor que el anterior, ni hablar cuando los dedos se hicieron presentes, ella deliró.
Quizás ahí fué la primera vez que proyectó algo con él. "Necesito que me la chupen así más seguido".
Agustín detuvo su tarea para ir a darle un beso. El sabor de sus propios flujos le encantó. Su lengua iba y venía por la boca de él buscando cada pizca de fluido de ella misma. Era obseno, pero era culpable por gustarle ese tipo de cosas.
Mientras tanto, estiró su mano para desabrochar el pantalón de él y empezar a desnudarlo.
Lo acostó en la cama horrible del hotel y fué levantando su remera mientras acompañaba con besos en su pecho.
Del pantalón, solo le quedaba bajar el cierre. Por lo que mientras pasaba su lengua por el vientre de Agustín, iba deslizando suavemente aquella cremallera.
Tiró para abajo y el boxer ya dejaba apreciar un bulto notoriamente erecto frente a ella.
Los besos por encima de la tela fueron su arma de seducción mientras acariciaba las piernas de él y lo miraba con sus ojos verdes.
Daba pequeños e inofensivos mordisquitos a su bulto que lo hicieron largar algunos espasmos.
Ella finalmente quiso saber qué la esperaba del otro lado y bajó el bóxer.
Tenía una linda pija, muy cuidada se la notaba. No era enorme pero estaba bien, la vió y se tentó. Pedía a gritos que se la coma.
Le dió unos besitos en la punta que fueron bajando por el tronco hasta llegar a las bolas.
Ahí sacó su lengua y recorrió de manera inversa ese camino.
Cuando llegó otra vez a la cima, hizo desaparecer esa pija de un bocado. Ella no tenía problema alguno para eso y se lo hizo saber apenas empezó.
También sabía muy bien usar su lengua, cuando tenía prisionera la verga de él, le daba lenguetazos que acompañaba con una fuerte succión.
Agustín muchas veces después de esa salida repitió hasta el cansancio que fué un pete inolvidable. Ella como si supiese que sería el hombre de su vida, usó sus mejores armas.
Esa pija entraba y salía de su boca de manera incansable. Sus labios se empezaban a hinchar de tanto roce. Estaba contenta que su chico aguante a su agresivo pete. Si bien él estaba tirado disfrutando casi inmóvil por el placer que sentía, era meritorio haber resistido como lo hizo hasta ese momento.
La vanidad y orgullo de ella hicieron que aumente la intensidad. Le comía la cabeza de la pija mientras pajeaba fuertemente. Otra mano masajeaba sus bolas y se convertía en un sin fin de estímulos a él que no pudo manejar.
La leche empezó a salir dentro de su boca y ella fué tragando mientras seguía masturbando sin piedad a ese chico.
Lo dejó realmente seco. Si bien él quiso liberarse ella se ocupó de no dejar ni una gota.
No quiso ser tan guarra de mostrarle que lo había hecho sacando su lengua, pero lo demostró siguiendo suavemente con su pete.
Agus no podía reaccionar, esta chica lo estaba vaciando y ni habían cogido.
Ella se puso en 4 para él una vez que logró volver a parar esa pija. No le costó, él era bastante calentón y apenas la vió en esa pose se tiró a comerle la conchita y el culo. Nuevamente ostentó de buena habilidad para eso.
Le encantaba la lengua de él en su ano mientras le colaba unos dedos por su otro agujerito.
Pidió por favor por la pija. Amó esa lengua pero necesitaba algo más contundente.
La pija fué entrando suavemente aunque sin necesidad, ella quería que la coja bien duro. Solita tiró su cola para atrás hasta dar con la pelvis de él y hundir toda la verga dentro suya.
Agustín pecaba de sutil en este caso, su ritmo era muy tranquilo o insulso de a momentos.
Ella tomó las riendas y fué tirando su culazo para atrás y desaparecía esa pija con una velocidad inusual para él.
La miraba embobado, no podía creer estar comiéndose semejante caramelito. Tenía un culo monumental que ya se notaba tremendamente trabajado. Su pija parecía chica entrando y saliendo de ahí.
Estaba aferrado a esos glúteos que no pensaba soltar jamás si era por él.
Los gemidos de ambos acompañaban la música del telo y competían con los de al lado.
Ella si bien lo disfrutaba, le gustaba gritar de más para calentarlo a él. Era apasionada por enamorar al otro.
Ese vaivén con su cadera no se detenía. Pobrecito él tuvo que hacerlo porque se iba a acabar otra vez.
Ella suplicó seguir pero ya era tarde. Sacó su pija y tirando el forro al piso, Agustín dejó que unos chorros de leche vayan a su cola. Sentir ese líquido caliente le encantó. Se pajeó mientras él acababa y logró llegar a su orgasmo mientras sentía esos hilos blancos caer sobre la rayita de su culito.
María temía asustar ese chico tan tierno y hermano de su amiga. Por eso se fué al baño, lejos de la mirada de él. Ahí apreció al espejo el enchastre sobre sus nalgas y no pudo evitar volver a probar de esa leche sacando un poco con sus dedos.
Qué rica era. Cómo le gustaba. Nunca fumó pero asumía que podría dejarlo con menos problema que el sabor ese.
Su culo brillante por la acabada merecía algún reconocimiento. Salió del baño y le mostró a Agustín lo que le había hecho.
Los ojos de él se perdieron en esa imagen de nena inocente que simulaba mientras le beboteaba lo que le había hecho.
Su verga dió un salto con eso y volvieron a coger, esta vez ella arriba demostrando la facilidad para las sentadillas que tenía.
Sus tetas apenas rebotaban, no tenía tanto como para que eso suceda. Si a Agus le volvía loco el manosear sus pezones mientras recibía una increíble cogida por parte de ella. Eso a María la motivaba para seguir aún más.
Ella movía sus caderas con maestría. Agustín sentía que se volvería a acabar muy rápido si eso seguía así. Quería frenarla pero era imposible. No pensaba sacarse esa pija de adentro.
Lo cogió un poco más hasta que él anunció lo inevitable. "Me acabo, me acabo, me acabo".
Esta vez, ella no podía darse el lujo de frenar. Ni él pudo tampoco hacer más nada que poner una tonta mueca de placer y llenar ese preservativo con lo último que le quedaba.
La sensación de esa pija eyaculando una vez más a ella le fascinó, no llegó a acompañarlo esta vez pero se tiró a besarlo contenta de su aguante en tan poco tiempo.
Lindos recuerdos que afirmaban que Agustín realmente tenía la suerte de comerse ese bombón que todos miraban con lujuria.
Ella lo amaba, pero si algo no le podía pedir era que deje de ser provocativa. Le gustaba que la miren, que la deseen. Si bien aparentaba inocente al verla con su tez tan pálida, ella no resistía pasar inadvertida.
Tanto así, que a esos dos pendejos siempre les regalaba las mejores poses e incluso elongaba frente a ellos para motivarlos a seguir viniendo.
Nunca se animaron a hablarle, temían que se rompa el hechizo y ella los identifique como dos pajeros.
El que sí buscaba siempre algún chiste con ella era Cristián, papá de uno de sus alumnitos que solía quedarse charlando con "la seño" después de que todo el mundo se había ido.
Él estaba casado, pero trabajaba en su casa y siempre tenía tiempo libre. Su mujer por el contrario pocas veces estaba en su casa e incluso Cristian había deslizado algunas veces que el nene no estaba presente, que su relación no era buena.
Era difícil negar la belleza de ella, sus 27 años la hacían muy tentadora para ese hombre de 33, con un look de barbería y un cuerpo algo dejado pero flaco.
"Papá puedo ir con Thiago?" le dijo su hijo sacándolo del transe que esos ojos de la seño representaban para él.
"Ehm... No sé..." la presión de no quedar como un tirano frente a María lo pusieron contra la espada y la pared al pedido de irse a jugar a lo de su amiguito.
Carmen, la mamá de Thiago interrumpió y le dijo que no se preocupe que ella lo llevaría después.
La sonrisa de aprobación de María fué suficiente para aceptar.
"Bueno, parece que me quedo solo a la tarde jajaja cómo crecen..."
Lanzó una indirecta al aire.
María afirmó que crecían rápido de un año a otro, pero omitió la otra parte de la frase aunque no podía negar que le gustaba cómo la buscaba.
"Che si querés te puedo invitar un café, siempre Gian me habla tan bien de vos... Por algo debe ser!"
Jugó la carta del hijo y funcionó. También ella veía difícil negarse al pedido, le gustaba que sienta que existían chances y le siga dando vueltas.
Ella aceptó y fué a buscar sus cosas.
La cara de Cristian fué inolvidable. Nunca la había visto sin el guardapolvo. La calza negra que llevaba era un crimen directamente. Su culo parecía que estallaría esa apretada tela. Arriba usaba una remera corta sueltita que solo marcaba más su cinturita.
Quedó helado, no reaccionó y eso a ella le gustó muchísimo. Se mordió el labio inconscientemente frente a él y soltó un "vamos?" mientras le sonreía.
Cristian maravillado fué detrás de ese culazo hasta su auto.
Al entrar, buscó un pleno. "Viste que siempre te cuento que soy medio fan del café y eso, en casa tengo una máquina nueva que es un lujo, no sé si quieras probarla. Es mucho mejor que las cafeterias de la zona"
Uf. María no podía decirle que no en ese momento. Ya estaba en el auto de él y lo había provocado bastante con la forma gatuna que caminó hasta el auto. No se quería echar para atrás.
"Uy qué ricooooo, si me encanta!"
Mordiéndose otra vez el labio inferior y agarrando del brazo a Cristian.
Él empezó a disimular una erección provocada por imágenes mentales que venían a su cabeza sin ningún filtro.
Manejó charlando de lo que podía y estacionó dentro de su casa para evitar que algún vecino viera su compañía. Incluso alguno podría creer que era una escort por semejante figura.
María vió la casa llena de fotos familiares que ignoró completamente pero alimentaron a la sensación de prohibido de lo que estaba pasando.
"Acá está mí bebé", dijo refiriéndose a la cafetera Cristian.
Ella se asomó a mirarlo levantando las puntas de pié y dejando su cola en una vista inmejorable para él.
Quedó mudo y disfrutó cada segundo. Quería tirarse encima de ella pero no sabía si eso no terminaría en escándalo.
"Vení un segundo" le dijo ella llevándolo de la mano al sillón.
"Yo tengo novio, vos estás casado y sos padre del colegio. No vamos a coger aunque me pareces súper lindo"
Cristian estaba en shock, la inocente maestra de su hijo largó todo eso sin anestesia.
"Pero sí... Te voy a dejar que te pajees si te gusta mí culo"
Cristian no entendía nada de lo que pasaba. Solo dijo "me encanta" por inercia o instinto natural.
María sonrió y se giró, se agachó y empezó a bajar su calza dejando una tanguita blanca deportiva a la vista de él.
Él no dudó y antes de que se arrepienta, bajó su pantalón y sacó la pija.
Ella seguía meneando de espaldas a él y pateó su calza liberando la zona.
Se acariciaba el cuerpo haciendo un streaptease increíble, su culo hipnótico para Cristian, desaparecía la tanga entre sus nalgas. Podía ver cuando ella se agachaba, como su conchita estaba mojada por lo que sucedia.
María acariciaba su cola mientras escuchaba el ruido de él masturbándose por ella.
La curiosidad le ganó y se giró.
Cristian tenía un vergon enorme. Súper ancho. Ahora la que no reaccionaba era ella.
"Uy por dios lo que es esa pija" largó sin medir sus palabras.
Él tenía las de ganar ahora. La miraba mientras se tocaba suavemente y le mostraba cómo de ancha la tenía.
Ella sabía que tenía novio y no debía hacer un streaptease frente a otro. Pero lo vio sin maldad si solo era eso. Ahora estaba frente un pijón que le costaba resistir.
Pensó por dentro "perdón mí amor, pero necesito probarlo"
No le pidió permiso a Cristian porque sabía que no se negaría. Tampoco a su novio, porque sabía que sí se negaría.
Se arrodilló frente a él y llevó sus dos manos a ese enorme pedazo de carne frente a sus ojos. Apoyó sus labios sobre su punta y dejó caer saliva que necesitaría para su tarea.
Lamió la punta mientras lubricaba ese ancho trozo que masturbaba envolviendolo con sus manos.
"Qué pasó seño?" dijo en tono arrogante.
Ella sabía que había perdido el control de la situación pero no le importó. Respondió con un "tenía que probar esto" y continuó con su tarea.
Su técnica era impecable, o al menos los ojos y gestos de Cristian lo hacían ver.
Esperó que esa tierna maestra que enseñaba a su hijo de lunes a viernes presente mayores dificultades a la hora de tragar su verga.
Para nada, María ya la tenía completamente envuelta por su boca y la acariciaba con su lengua mientras él gemía intensamente.
Cristian sostenía el pelo negro de María solo por caballerosidad, ella solita iba y venía devorando su pija sin la más mínima intención de detenerse.
María de a ratos frenaba a tomar aire, miraba tiernamente a su hombre de turno y tras un escupitajo en su miembro que esparcía con su mano, continuaba fervientemente su tarea.
"La cantidad de pijas que habrás chupado para hacerlo tan bien pendeja" le dijo Cristian incrédulo aún de semejante técnica.
Ella sonriente se pasó todo el glande de él por su preciosa carita y le dió un piquito en la punta.
No respondió más nada y mantuvo su voraz ritmo.
Una de sus manos estaba masturbando su conchita, la otra masajeaba los huevos de él y de a ratos lo pajeaba como podía.
Su amante no podía resistir más, empezó a balbucear mientras su respiración aumentaba y tiraba del pelo de ella. María entendió la señal y continuó con más velocidad sin sacarse la pija de la boca.
Pronto su garganta se llenó de leche y ella se detuvo para tragar todo lo que salía en retorno por su excelente trabajo.
Cristian acababa muchísimo, no solo contaba con una enorme herramienta sino que en segundos la boca de ella fué llenándose como pocas veces en su vida.
Disfrutó de cada trago tibio que dió y sin dejar escapar ni una gota sonrió sacando su lengüita y mostrando lo educada que era.
Él estaba completamente deslechado por esa pendeja que para cuando pudo reaccionar, se cambió y cruzó su puerta sin dejar rastro más que su vergon flácido.
6 comentarios - María la santa (2)
Santa devoradora de pijas resultò ser y encima se traga toda la lechita.
Van puntos