Imagina que encuentras en tu hermano al buen chico, compinche tuyo, que nuestros padres confían y permiten que salgas con él varias veces porque te cuidará, es mayor de edad, y decides que te gusta con la seguridad que te trata, con el cariño suficiente como para dejar que te inicie en la vida adulta y te quite la virginidad.
Te abraza, te besa y te pregunta si estás segura un millón de veces y se asegura de prepararte de antemano.
Cuando sucede y se introduce por primera vez, es muy suave, te elogia mientras se mueve lentamente, estirándote por primera vez.
Empuja suavemente, frotando tu clítoris, besando tu cuello, diciéndote lo bien que te sientes por él hasta que empiezas a acercarte.
Te dice que te corras para él y se siente increíble, llena de su pija, sus elogios en tu oído, el placer desgarrándote.
Pero luego no se detiene. Sigue frotando tu clítoris, comienza a garchar más fuerte y más rápido.
Tu mente ya es un desastre y asumes que solo está tratando de llegar al límite. Intentas apartar su muñeca, pero no se mueve.
Arqueas la espalda porque es demasiado y te corres de nuevo. Él comienza a reír. Él comienza a burlarse de vos y todavía no se detiene.
Te retuerces debajo de él mientras comienza a embestirte, acosando tu clítoris con más fuerza, obligándote a correrte una y otra vez.
Tienes los ojos en blanco, el cuerpo te tiembla, no puedes moverte para luchar contra él mientras sigue adelante. Sus caderas chocan contra las tuyas con tanta fuerza que te dejan moretones.
Su mano libre agarra tu garganta, tus ojos se abren de miedo mientras te sonríe y menciona. "Dije que sería gentil la primera vez, pero ¿Qué es esto? ¿La quinta ahora? La pequeña puta no puede dejar de correrse, ¿Eh?" Se burla mientras se retira por completo solo para volver a entrar de golpe. Apretando tu garganta con más fuerza ante el grito que intentas dejar escapar.
Al final de la noche, ni siquiera puedes contar cuántas veces te hizo correr. En algún momento te desmayaste, despertaste y te encontraste atada a la cama, con los ojos vendados y amordazada. Algo mucho más duro que su poronga bombeando dentro y fuera de ti. Algo de metal.
Con el tiempo, aprendiste que era una máquina de fifar. Te dice que necesitas que te llenen en todo momento ahora que estás acostumbrada.
Resulta que al permitirle que tome tu virginidad, aceptaste convertirte en su persona por completo. Y tu mente está demasiado jodida como para encontrar una razón lógica por la que eso no tendría sentido. Tiene sentido. Ahora eres suya. Su pequeña puta sexual, para que él la entrene para que lo tome como le plazca.
Y realmente no te lleva mucho tiempo aprender a que te guste, porque él no se equivoca en lo más mínimo acerca de lo sucia y puta que sos.
52 comentarios - La imaginación de mi hermana la traicionó