La habitación estaba apenas iluminada por la luz tenue de la calle que se colaba por la ventana. LucÃa y Julián estaban tirados en la cama, desnudos y transpirados, recuperando el aliento después de haberse cogido con ganas. Las respiraciones todavÃa se les entrecortaban cuando Julián decidió hablar, con la voz medio entrecortada y los nervios a flor de piel.
—Amor, te quiero contar algo… —empezó Julián, con el tono cargado de una mezcla de nervios y esa excitación que le hacÃa latir el corazón a mil.
LucÃa, todavÃa con la cabeza en las nubes después de acabar, se giró para mirarlo. PodÃa ver en sus ojos que venÃa algo raro, pero la curiosidad le ganó.
—¿Qué pasa, boludo? —preguntó, acariciándole el pecho con un dedo, en cÃrculos.
Julián tragó saliva, su corazón a los pedos. HabÃa pensado en esto un montón de veces, habÃa fantaseado con decÃrselo, pero ahora que estaba a punto de hacerlo, sentÃa un nudo en el estómago.
—Tengo una fantasÃa… —murmuró, bajito—. Me calienta la idea de verte con otro tipo, de ver cómo te… te coge mientras yo miro.
LucÃa se incorporó de golpe, sorprendida, los ojos abiertos como dos platos. Lo miró, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Qué decÃs, Juli? ¿Me estás jodiendo? —preguntó, entre risas incrédulas—. ¿Me estás boludeando?
Pero la mirada de Julián no tenÃa ni una pizca de broma. Estaba serio, cargado de deseo. Negó con la cabeza, y sus manos temblaron un poco cuando le agarró la mano.
—No, en serio, amor. Lo vengo pensando hace tiempo. Me calienta la idea de verte con otro, de saber que la estás pasando bomba mientras yo miro, sin hacer nada —susurró, con una intensidad en la voz que a LucÃa le movió el piso.
LucÃa se quedó en silencio, tratando de asimilarlo. Pensó que era una prueba, una manera de ver si ella tenÃa fantasÃas con otros tipos, pero cuando lo miró de nuevo, entendió que iba en serio. El brillo en sus ojos, la manera en que respiraba rápido mientras hablaba… esto no era una idea loca, era algo que él realmente querÃa.
—Pero, amor, eso serÃa como… como ponerte los cuernos, boludo. ¿No te dolerÃa verme con otro? —le dijo, tratando de buscarle la vuelta.
Julián negó con la cabeza, acercándose más a ella, sus dedos acariciándole el brazo como queriendo calmarla.
—No lo siento asÃ, Lu. No serÃa cornuda porque yo lo sabrÃa, serÃa parte de esto… Me calienta verte disfrutar, ver cómo mi princesa la pasa bien con otro macho… —Julián tragó saliva, su mirada fija en los ojos de LucÃa, tratando de transmitirle toda la intensidad de su deseo.
LucÃa sintió un escalofrÃo recorrerle la columna. HabÃa algo en la manera en que él se lo decÃa, en esa especie de obsesión casi reverente en sus palabras, que empezó a despertar algo dentro de ella. Un calor distinto, algo oscuro y tentador. Pero seguÃa con la duda.
—¿Y no es una manera de ver con quién me cogerÃa si no estuvieras? ¿No estarás buscando eso? —Lo miró con una sonrisa pÃcara, como queriendo cagarle el plan.
—No, nada que ver. —respondió él, acariciándole el rostro con suavidad—. No me importa con quién, solo quiero verte. Ver cómo te entregás, cómo disfrutás, y saber que todo eso lo estás haciendo porque yo quiero.
El silencio se estiró entre los dos, cargado de una tensión nueva. LucÃa sintió el corazón latirle fuerte. La idea, que al principio le pareció una locura, empezó a hacer eco en su cabeza, imaginando cosas que nunca se le habÃan cruzado por la mente.
—¿Y si no me gusta? —preguntó, su voz más suave, más abierta a la idea de lo que ella misma querÃa admitir.
Julián la abrazó, acercando sus labios a su oÃdo.
—No tenés que hacer nada que no te guste, Lu. Solo quiero que lo pienses, que lo sientas. Si algún dÃa te pinta, estaré ahÃ, mirándote, disfrutando con vos —le susurró, su aliento cálido en el cuello de ella.
La conversación quedó ahÃ, pero la semilla ya estaba plantada. Desde esa noche, cada vez que garchaban, Julián le pedÃa a LucÃa que le contara cómo habÃa sido con otros antes de él. Al principio, ella lo hacÃa en tono de joda, riéndose de la cara de él mientras le contaba sus historias.
—Te calienta que te cuente cómo me cogÃan antes, ¿no? Cómo me llenaban la boca de leche… —le decÃa, con la voz ronca en el oÃdo de Julián, mientras él se tensaba abajo de ella, el cuerpo vibrando de excitación.
Y cada vez que ella le susurraba esas historias al oÃdo, él acababa al toque, como si no pudiera más. LucÃa se burlaba de él, riéndose cuando veÃa la cara que ponÃa.
—Sos un cornudo de fantasÃa, mi amor… te encanta que te cuente cómo me usaban, ¿no? —le decÃa, y Julián, en lugar de enojarse, solo se encendÃa más.
AsÃ, poco a poco, la idea empezó a gustarle a LucÃa. Le calentaba ver cómo Julián se ponÃa loco con esas historias, cómo su respiración se volvÃa errática y su cuerpo temblaba bajo ella. Y la idea de hacerlo realidad, de ver hasta dónde podÃan llegar, comenzó a tomar forma en su cabeza.
Hasta que una noche, después de cogerse con todo, empapados en sudor y deseo, LucÃa decidió hablar.
—¿Y si lo hiciera? —dijo de repente, con la voz ronca y cargada de calentura—. ¿Y si te diera ese gusto? Hay alguien que me calienta, alguien con quien me gustarÃa probar…
Julián se quedó en silencio, el cuerpo congelado por un momento, mientras sus ojos se clavaban en los de LucÃa. El corazón le latÃa con fuerza, y aunque habÃa fantaseado con eso durante un montón, escucharla decirlo en voz alta lo llenó de una mezcla de miedo y excitación que nunca habÃa sentido antes.
—¿En serio? ¿Quién es? —preguntó, con la voz temblando de ansiedad y deseo.
LucÃa sonrió, una sonrisa pÃcara y cargada de una sensualidad que lo desarmó por completo.
—Eso lo dejamos para después, amor… —murmuró, acercándose a su oÃdo—. Pero te prometo que, si te portás bien, te lo cuento con todos los detalles…
Julián la miró, el cuerpo ya respondiendo a esas palabras, y supo que no habÃa vuelta atrás. Su fantasÃa estaba a punto de volverse realidad, y el solo pensamiento lo llenó de una excitación incontrolable.
La primera parte habÃa terminado, pero la historia recién empezaba.
—Amor, te quiero contar algo… —empezó Julián, con el tono cargado de una mezcla de nervios y esa excitación que le hacÃa latir el corazón a mil.
LucÃa, todavÃa con la cabeza en las nubes después de acabar, se giró para mirarlo. PodÃa ver en sus ojos que venÃa algo raro, pero la curiosidad le ganó.
—¿Qué pasa, boludo? —preguntó, acariciándole el pecho con un dedo, en cÃrculos.
Julián tragó saliva, su corazón a los pedos. HabÃa pensado en esto un montón de veces, habÃa fantaseado con decÃrselo, pero ahora que estaba a punto de hacerlo, sentÃa un nudo en el estómago.
—Tengo una fantasÃa… —murmuró, bajito—. Me calienta la idea de verte con otro tipo, de ver cómo te… te coge mientras yo miro.
LucÃa se incorporó de golpe, sorprendida, los ojos abiertos como dos platos. Lo miró, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Qué decÃs, Juli? ¿Me estás jodiendo? —preguntó, entre risas incrédulas—. ¿Me estás boludeando?
Pero la mirada de Julián no tenÃa ni una pizca de broma. Estaba serio, cargado de deseo. Negó con la cabeza, y sus manos temblaron un poco cuando le agarró la mano.
—No, en serio, amor. Lo vengo pensando hace tiempo. Me calienta la idea de verte con otro, de saber que la estás pasando bomba mientras yo miro, sin hacer nada —susurró, con una intensidad en la voz que a LucÃa le movió el piso.
LucÃa se quedó en silencio, tratando de asimilarlo. Pensó que era una prueba, una manera de ver si ella tenÃa fantasÃas con otros tipos, pero cuando lo miró de nuevo, entendió que iba en serio. El brillo en sus ojos, la manera en que respiraba rápido mientras hablaba… esto no era una idea loca, era algo que él realmente querÃa.
—Pero, amor, eso serÃa como… como ponerte los cuernos, boludo. ¿No te dolerÃa verme con otro? —le dijo, tratando de buscarle la vuelta.
Julián negó con la cabeza, acercándose más a ella, sus dedos acariciándole el brazo como queriendo calmarla.
—No lo siento asÃ, Lu. No serÃa cornuda porque yo lo sabrÃa, serÃa parte de esto… Me calienta verte disfrutar, ver cómo mi princesa la pasa bien con otro macho… —Julián tragó saliva, su mirada fija en los ojos de LucÃa, tratando de transmitirle toda la intensidad de su deseo.
LucÃa sintió un escalofrÃo recorrerle la columna. HabÃa algo en la manera en que él se lo decÃa, en esa especie de obsesión casi reverente en sus palabras, que empezó a despertar algo dentro de ella. Un calor distinto, algo oscuro y tentador. Pero seguÃa con la duda.
—¿Y no es una manera de ver con quién me cogerÃa si no estuvieras? ¿No estarás buscando eso? —Lo miró con una sonrisa pÃcara, como queriendo cagarle el plan.
—No, nada que ver. —respondió él, acariciándole el rostro con suavidad—. No me importa con quién, solo quiero verte. Ver cómo te entregás, cómo disfrutás, y saber que todo eso lo estás haciendo porque yo quiero.
El silencio se estiró entre los dos, cargado de una tensión nueva. LucÃa sintió el corazón latirle fuerte. La idea, que al principio le pareció una locura, empezó a hacer eco en su cabeza, imaginando cosas que nunca se le habÃan cruzado por la mente.
—¿Y si no me gusta? —preguntó, su voz más suave, más abierta a la idea de lo que ella misma querÃa admitir.
Julián la abrazó, acercando sus labios a su oÃdo.
—No tenés que hacer nada que no te guste, Lu. Solo quiero que lo pienses, que lo sientas. Si algún dÃa te pinta, estaré ahÃ, mirándote, disfrutando con vos —le susurró, su aliento cálido en el cuello de ella.
La conversación quedó ahÃ, pero la semilla ya estaba plantada. Desde esa noche, cada vez que garchaban, Julián le pedÃa a LucÃa que le contara cómo habÃa sido con otros antes de él. Al principio, ella lo hacÃa en tono de joda, riéndose de la cara de él mientras le contaba sus historias.
—Te calienta que te cuente cómo me cogÃan antes, ¿no? Cómo me llenaban la boca de leche… —le decÃa, con la voz ronca en el oÃdo de Julián, mientras él se tensaba abajo de ella, el cuerpo vibrando de excitación.
Y cada vez que ella le susurraba esas historias al oÃdo, él acababa al toque, como si no pudiera más. LucÃa se burlaba de él, riéndose cuando veÃa la cara que ponÃa.
—Sos un cornudo de fantasÃa, mi amor… te encanta que te cuente cómo me usaban, ¿no? —le decÃa, y Julián, en lugar de enojarse, solo se encendÃa más.
AsÃ, poco a poco, la idea empezó a gustarle a LucÃa. Le calentaba ver cómo Julián se ponÃa loco con esas historias, cómo su respiración se volvÃa errática y su cuerpo temblaba bajo ella. Y la idea de hacerlo realidad, de ver hasta dónde podÃan llegar, comenzó a tomar forma en su cabeza.
Hasta que una noche, después de cogerse con todo, empapados en sudor y deseo, LucÃa decidió hablar.
—¿Y si lo hiciera? —dijo de repente, con la voz ronca y cargada de calentura—. ¿Y si te diera ese gusto? Hay alguien que me calienta, alguien con quien me gustarÃa probar…
Julián se quedó en silencio, el cuerpo congelado por un momento, mientras sus ojos se clavaban en los de LucÃa. El corazón le latÃa con fuerza, y aunque habÃa fantaseado con eso durante un montón, escucharla decirlo en voz alta lo llenó de una mezcla de miedo y excitación que nunca habÃa sentido antes.
—¿En serio? ¿Quién es? —preguntó, con la voz temblando de ansiedad y deseo.
LucÃa sonrió, una sonrisa pÃcara y cargada de una sensualidad que lo desarmó por completo.
—Eso lo dejamos para después, amor… —murmuró, acercándose a su oÃdo—. Pero te prometo que, si te portás bien, te lo cuento con todos los detalles…
Julián la miró, el cuerpo ya respondiendo a esas palabras, y supo que no habÃa vuelta atrás. Su fantasÃa estaba a punto de volverse realidad, y el solo pensamiento lo llenó de una excitación incontrolable.
La primera parte habÃa terminado, pero la historia recién empezaba.
2 comentarios - El inicio de los cuernos - parte 1