Continuación de mi relato anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5673100/Esclava-rusa-2.html
-Alina.-Llamé casi con un ronquido. La cama se sacudió repentinamente.
-¡Amo! Qué...¿Qué necesita?-Su voz se escuchaba nerviosa y su respiración exaltada.
-¿Por qué te estás masturbando a esta hora?
-No, yo... Es que. Lo siento, amo. Dormiré en el piso si no le molesta.
-Ven acá.-Apenas alcancé a tomarla de la mano. Escuché su suave quejido surgido de la sorpresa y la cama volvió a temblar. -¿Desde hace cuanto te masturbas?
-Amo... Por favor, lo siento.
-No es nada malo, sólo responde.
-Lo descubrí cuando tenía 11... -Su voz era un hilo, un suspiro y un chillido en este punto.- Cuando me descubrieron me... me... Sin comida, sin agua... Hoy me sentía realmente feliz en mucho tiempo. Lo siento.-Apenas lograba entender nada de lo que decía, pero ya me lo imaginaba. Rodeé su cabeza con un brazo y con el otro le acariciaba la espalda. No era bueno lidiando con sentimientos ajenos, igualmente parecía calmarse. - ¿Por q... qué?
-¿Por qué qué?
-¿Por qué me abraza?
-Eso no importa. -Tenía que preguntar qué shampoo usaban en el hotel, su aroma era excelente.- ¿te sientes mejor?
-¿Me va a castigar?
-Ya te dije que no tiene nada de malo que te masturbes. -Notaba mi respiración cada vez más rápida, casi frenética. No solo era su aroma, era saber que sólo se puso una playera y unos boxers que le quedaban grandes.- Hasta te ayudaría. -Era su cuerpo suave y cálido pegado a mí, con sus brazos rodeándome también. -¿Te sientes mejor?
-Sí, amo. Me siento mejor. -Su abrazo se fue estrechando, su rostro se pegó a mi pecho.-Muchas gracias. Por todo este día, por lo que vendrá después.-Su voz estaba tranquila. -Pero... ¿A qué se refería con ayudarme?
Por primera vez desde que abrí los ojos noté mi cara caliente; y por primera vez desde que la abracé noté la erección que estaba pegando a su abdomen. A pesar de las circunstancias no podía dejarme llevar de esa forma. Objetivamente era mejor tener sexo de la esclava de forma que ella lo permitiera y lo quisiera, antes que forzarla y darle una excusa para intentar escapar y echar a perder todo por un error tan torpe.
Aún con eso, había muchas variables: Cómo que de hecho la situación le excitase tanto también, que quisiera ser castigada, que incluso si tenía sexo con ella ella seguiría siendo leal o que no. Existía la posibilidad de que ni siquiera supiera nada de sexo y haya aprendido a masturbarse como cualquier niño y por tanto no supiera que hay más, pero eso contradeciría la pregunta que hizo hace horas... La indecisión llenaba mi cabeza por completo.
-¿Amo? ¿Está bien? ¿Le traigo algo de beber?
-Estoy bien, no te preocupes. -La tomé de los hombros y la alejé un poco de mí. Se acomodó boca arriba y dio un suspiro largo, todavía tenía la cabeza sobre mi brazo. Yo ya me encontraba recostado de lado. Puse mi mano sobre su vientre, un sobresalto la sacudió, sentía su piel erizada. -A esto me refería con ayudarte.- Mi mano descendió hacia hacia su pelvis. La respiración de Alina se volvía cada vez más frenética; una de sus manos se posó en mi pecho, pero no empujaba, acariciaba, así como mi mano lo hacía, abriéndose paso entre sus vellos y sintiendo un calor húmedo proveniente de su entrepierna.
Su cabeza se inclinó hacia atrás y su cadera se movía hacia abajo; puso su otra mano sobre la que la estaba acariciando.
-¿Quieres que pare?
-No...-gimió.-Ayúdeme un poco más, por favor.
Por entre sus labios sentía la entrada de su vagina y yo me sentía a punto de enloquecer. Su clítoris fue más sencillo de complacer de lo que esperaba. En círculos mis dedos paseaban sobre él y luego descendían para darle un respiro. El calor de la cama, la humedad, sus gemidos y mi terrible erección se sentían casi oníricas.
Al abrir los ojos vi ese techo blanco, de un país desconocido. La luz de la mañana entraba por las ventanas que daban al lago. Sólo al intentar levantarme logré percatarme de la humedad en mi entrepierna y del peso en el pecho. Su cabello estaba regado sobre mi torso, su mano aún sostenía mi miembro, sus finos dedos parecían estar arrugados. Me vine mucho, al parecer.
Mi brazo hormigueaba bajo su cintura.
Recogí su pelo y la vi con el rostro dormido más sereno que pude haber imaginado. Babeaba sobre mi pecho. Logré acomodarla en la cama y pedí room service.
Durante la mañana no hablamos del tema. La conversación variaba en torno a la ropa que debería elegir, a lo que le di libre albedrío.
Compró la mayor cantidad de ropa interior que pudo, faldas vestidos y pantalones.
Mi playera le quedaba grande y hacía frío, pero el abrigo ocultaba su cuerpo.
Después de terminar las compras corrió al cuarto para ponerse la ropa nueva. Abría las bolsas y las dejaba de lado mientras se ponía y quitaba prendas. Finalmente decidió probar unas medias negras, tennis blancos, una falda negra y una playera gris, no parecía conforme con su apariencia después de verse en el espejo.
-Sólo hay que corregir unas cosas.-Le dije mientras juntaba las bolsas y las ponía junto al bote de basura
-¿Como qué, amo?-Parecía confundida.
Tomé unas panties negras del bulto de ropa y me acerqué para quitarle los boxers.
-Amo...
-Lo siento, debes ponerte esto. Te pasaré otras prendas que combinen.
-No es eso... ¿Podemos hacerlo otra vez, amo?-Su cara estaba roja, y noté sus labios temblar. Una parte de mí sintió un golpe en el estómago, una parte de mí quería fingir que no sabía de qué hablaba. Tomé el elástico del boxer y lo bajé totalmente. Alina puso una mano en la boca y la otra sobre mi cabeza.
-Levanta las piernas.-Obedeció. Finalmente le puse las panties y logré ver cómo la tela se oscurecía un poco más en los labios. Me levanté y fui levantando su playera desde abajo-Levanta los brazos.- Sus senos descubiertos eran tal y como los imaginaba, algunos lunares y pecas, pero eso le daba un toque más hermoso. Hurgué entre el montón de ropa y finalmente encontré un sostén negro.
-Amo...
-Lo haremos de nuevo. Dime cada vez que quieras volver a hacerlo. Si te sientes más preparada podemos hacer otras cosas. Extiende, al frente. -El sostén estaba en su sitio. Escogí una camisa de tirantes azul, igualmente iba a llevar un suéter negro tejido encima.-Para este clima, te recomiendo que uses botas. ¿eran cómodas?
-Sí, amo...
-Bien. Siéntate en la cama. Tal vez caminemos un poco más, así que usarás calcetines, a veces las botas se sienten cómodas pero lastiman la piel sobre el tendón del tobillo.
-¿Podemos hacerlo ahorita, amo?
-Sí, podemos. Pero no lo haremos.
-Entiendo, amo. Lo siento.-Agachó la cabeza y se dirigió hacia el bulto de ropa.
-No. No es eso. Necesitamos volver al centro comercial. Ya que estás vestida recuerdo que se nos olvidó comprar una maleta, y cosas de higiene para el viaje.-Después de todo sonrió.
-¿Qué es eso, amo?-
-Estamos en público.
-¡Marco!-corrigió
-Es una crema depilatoria.
-¿Y eso?
-Desodorantes.
-¿Y eso?
-Ligas para el cabello, pines y pinzas. Casi todo es para ti.
-Gracias, amo.
La ruta de viaje sería hacia Dzhubga, que tenía puerto en el mar negro. El barco zarparía desde ahí y recorreríamos una larga ruta por el Egeo, el mediterraneo, el de Alborán y finalmente en el atlántico.
Sin duda alguna no era el mejor plan, pero en caso de un imprevisto podríamos bajar a alguno de los otros países e islas en el camino. El mayor problema era conseguir identificaciones para Alina. Tenía tiempo de sobra pues el viaje en barco tomaría semanas pero era más fácil desaparecer del radar migratorio por barco que por avión.
-Amo, no he podido servirle bien hasta ahora. Lo siento.
-Supongo que lo dices porque sólo has dormido y comprado cosas. No es para tanto. Tu vida no será tan complicada en adelante.
-¿Qué haré en casa, señor?- preguntó mientras doblaba su ropa y trataba de que encajara en la maleta.
-Hm, Mayormente encargarte de la limpieza, ropa, trastes, el patio.
-Usted mencionó compañía cuando me compró ¿Qué quería decir con eso?-Me di cuenta de lo patético que sonaba.
-Es una casa grande, llegar del trabajo y tener que hacer todo solo cansa. Tú tendrás descansos cuando termines tu trabajo y yo descansaré cuando llegue del mío. Estar solo y sentirse solo la mayor parte del tiempo no es agradable ni sano.-Estuvo callada por un rato. En mi maleta casi todo estaba ordenado, el problema sería la ropa sucia. Había llegado hace dos días a Rusia por avión, mi mayor problema de cara al futuro era explicar la falta de sello de salida en el pasaporte y el pase de abordar. Pero comprarla, ponerla en una caja hacia México mientras yo iba cómodo en un avión no era una opción.
-¿Y si hacemos lo de anoche cuando estemos en casa?- Miraba hacia su maleta, dándome la espalda.
-También sería una buena idea para pasar el rato.-Finalmente cerró su maleta
-Usted dijo que había más.- volteó a verme con las piernas temblando. Asentí sentado en el sillón.
-¿Podemos intentarlo todo?
-¿Todo?
-Todo, por favor, amo.
-Bien.
-¿Ya podemos ahorita?-Se arrodilló sobre la cama y avanzaba hacia mí a gatas.
-No. Hay algo más que tenemos que hacer.-A pesar de todo, tenía una idea nueva idea.
Fin parte 3
Parte 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/5688131/Esclava-rusa-4.html
Vamos avanzando de a poco pero primero es la historia.
-Alina.-Llamé casi con un ronquido. La cama se sacudió repentinamente.
-¡Amo! Qué...¿Qué necesita?-Su voz se escuchaba nerviosa y su respiración exaltada.
-¿Por qué te estás masturbando a esta hora?
-No, yo... Es que. Lo siento, amo. Dormiré en el piso si no le molesta.
-Ven acá.-Apenas alcancé a tomarla de la mano. Escuché su suave quejido surgido de la sorpresa y la cama volvió a temblar. -¿Desde hace cuanto te masturbas?
-Amo... Por favor, lo siento.
-No es nada malo, sólo responde.
-Lo descubrí cuando tenía 11... -Su voz era un hilo, un suspiro y un chillido en este punto.- Cuando me descubrieron me... me... Sin comida, sin agua... Hoy me sentía realmente feliz en mucho tiempo. Lo siento.-Apenas lograba entender nada de lo que decía, pero ya me lo imaginaba. Rodeé su cabeza con un brazo y con el otro le acariciaba la espalda. No era bueno lidiando con sentimientos ajenos, igualmente parecía calmarse. - ¿Por q... qué?
-¿Por qué qué?
-¿Por qué me abraza?
-Eso no importa. -Tenía que preguntar qué shampoo usaban en el hotel, su aroma era excelente.- ¿te sientes mejor?
-¿Me va a castigar?
-Ya te dije que no tiene nada de malo que te masturbes. -Notaba mi respiración cada vez más rápida, casi frenética. No solo era su aroma, era saber que sólo se puso una playera y unos boxers que le quedaban grandes.- Hasta te ayudaría. -Era su cuerpo suave y cálido pegado a mí, con sus brazos rodeándome también. -¿Te sientes mejor?
-Sí, amo. Me siento mejor. -Su abrazo se fue estrechando, su rostro se pegó a mi pecho.-Muchas gracias. Por todo este día, por lo que vendrá después.-Su voz estaba tranquila. -Pero... ¿A qué se refería con ayudarme?
Por primera vez desde que abrí los ojos noté mi cara caliente; y por primera vez desde que la abracé noté la erección que estaba pegando a su abdomen. A pesar de las circunstancias no podía dejarme llevar de esa forma. Objetivamente era mejor tener sexo de la esclava de forma que ella lo permitiera y lo quisiera, antes que forzarla y darle una excusa para intentar escapar y echar a perder todo por un error tan torpe.
Aún con eso, había muchas variables: Cómo que de hecho la situación le excitase tanto también, que quisiera ser castigada, que incluso si tenía sexo con ella ella seguiría siendo leal o que no. Existía la posibilidad de que ni siquiera supiera nada de sexo y haya aprendido a masturbarse como cualquier niño y por tanto no supiera que hay más, pero eso contradeciría la pregunta que hizo hace horas... La indecisión llenaba mi cabeza por completo.
-¿Amo? ¿Está bien? ¿Le traigo algo de beber?
-Estoy bien, no te preocupes. -La tomé de los hombros y la alejé un poco de mí. Se acomodó boca arriba y dio un suspiro largo, todavía tenía la cabeza sobre mi brazo. Yo ya me encontraba recostado de lado. Puse mi mano sobre su vientre, un sobresalto la sacudió, sentía su piel erizada. -A esto me refería con ayudarte.- Mi mano descendió hacia hacia su pelvis. La respiración de Alina se volvía cada vez más frenética; una de sus manos se posó en mi pecho, pero no empujaba, acariciaba, así como mi mano lo hacía, abriéndose paso entre sus vellos y sintiendo un calor húmedo proveniente de su entrepierna.
Su cabeza se inclinó hacia atrás y su cadera se movía hacia abajo; puso su otra mano sobre la que la estaba acariciando.
-¿Quieres que pare?
-No...-gimió.-Ayúdeme un poco más, por favor.
Por entre sus labios sentía la entrada de su vagina y yo me sentía a punto de enloquecer. Su clítoris fue más sencillo de complacer de lo que esperaba. En círculos mis dedos paseaban sobre él y luego descendían para darle un respiro. El calor de la cama, la humedad, sus gemidos y mi terrible erección se sentían casi oníricas.
Al abrir los ojos vi ese techo blanco, de un país desconocido. La luz de la mañana entraba por las ventanas que daban al lago. Sólo al intentar levantarme logré percatarme de la humedad en mi entrepierna y del peso en el pecho. Su cabello estaba regado sobre mi torso, su mano aún sostenía mi miembro, sus finos dedos parecían estar arrugados. Me vine mucho, al parecer.
Mi brazo hormigueaba bajo su cintura.
Recogí su pelo y la vi con el rostro dormido más sereno que pude haber imaginado. Babeaba sobre mi pecho. Logré acomodarla en la cama y pedí room service.
Durante la mañana no hablamos del tema. La conversación variaba en torno a la ropa que debería elegir, a lo que le di libre albedrío.
Compró la mayor cantidad de ropa interior que pudo, faldas vestidos y pantalones.
Mi playera le quedaba grande y hacía frío, pero el abrigo ocultaba su cuerpo.
Después de terminar las compras corrió al cuarto para ponerse la ropa nueva. Abría las bolsas y las dejaba de lado mientras se ponía y quitaba prendas. Finalmente decidió probar unas medias negras, tennis blancos, una falda negra y una playera gris, no parecía conforme con su apariencia después de verse en el espejo.
-Sólo hay que corregir unas cosas.-Le dije mientras juntaba las bolsas y las ponía junto al bote de basura
-¿Como qué, amo?-Parecía confundida.
Tomé unas panties negras del bulto de ropa y me acerqué para quitarle los boxers.
-Amo...
-Lo siento, debes ponerte esto. Te pasaré otras prendas que combinen.
-No es eso... ¿Podemos hacerlo otra vez, amo?-Su cara estaba roja, y noté sus labios temblar. Una parte de mí sintió un golpe en el estómago, una parte de mí quería fingir que no sabía de qué hablaba. Tomé el elástico del boxer y lo bajé totalmente. Alina puso una mano en la boca y la otra sobre mi cabeza.
-Levanta las piernas.-Obedeció. Finalmente le puse las panties y logré ver cómo la tela se oscurecía un poco más en los labios. Me levanté y fui levantando su playera desde abajo-Levanta los brazos.- Sus senos descubiertos eran tal y como los imaginaba, algunos lunares y pecas, pero eso le daba un toque más hermoso. Hurgué entre el montón de ropa y finalmente encontré un sostén negro.
-Amo...
-Lo haremos de nuevo. Dime cada vez que quieras volver a hacerlo. Si te sientes más preparada podemos hacer otras cosas. Extiende, al frente. -El sostén estaba en su sitio. Escogí una camisa de tirantes azul, igualmente iba a llevar un suéter negro tejido encima.-Para este clima, te recomiendo que uses botas. ¿eran cómodas?
-Sí, amo...
-Bien. Siéntate en la cama. Tal vez caminemos un poco más, así que usarás calcetines, a veces las botas se sienten cómodas pero lastiman la piel sobre el tendón del tobillo.
-¿Podemos hacerlo ahorita, amo?
-Sí, podemos. Pero no lo haremos.
-Entiendo, amo. Lo siento.-Agachó la cabeza y se dirigió hacia el bulto de ropa.
-No. No es eso. Necesitamos volver al centro comercial. Ya que estás vestida recuerdo que se nos olvidó comprar una maleta, y cosas de higiene para el viaje.-Después de todo sonrió.
-¿Qué es eso, amo?-
-Estamos en público.
-¡Marco!-corrigió
-Es una crema depilatoria.
-¿Y eso?
-Desodorantes.
-¿Y eso?
-Ligas para el cabello, pines y pinzas. Casi todo es para ti.
-Gracias, amo.
La ruta de viaje sería hacia Dzhubga, que tenía puerto en el mar negro. El barco zarparía desde ahí y recorreríamos una larga ruta por el Egeo, el mediterraneo, el de Alborán y finalmente en el atlántico.
Sin duda alguna no era el mejor plan, pero en caso de un imprevisto podríamos bajar a alguno de los otros países e islas en el camino. El mayor problema era conseguir identificaciones para Alina. Tenía tiempo de sobra pues el viaje en barco tomaría semanas pero era más fácil desaparecer del radar migratorio por barco que por avión.
-Amo, no he podido servirle bien hasta ahora. Lo siento.
-Supongo que lo dices porque sólo has dormido y comprado cosas. No es para tanto. Tu vida no será tan complicada en adelante.
-¿Qué haré en casa, señor?- preguntó mientras doblaba su ropa y trataba de que encajara en la maleta.
-Hm, Mayormente encargarte de la limpieza, ropa, trastes, el patio.
-Usted mencionó compañía cuando me compró ¿Qué quería decir con eso?-Me di cuenta de lo patético que sonaba.
-Es una casa grande, llegar del trabajo y tener que hacer todo solo cansa. Tú tendrás descansos cuando termines tu trabajo y yo descansaré cuando llegue del mío. Estar solo y sentirse solo la mayor parte del tiempo no es agradable ni sano.-Estuvo callada por un rato. En mi maleta casi todo estaba ordenado, el problema sería la ropa sucia. Había llegado hace dos días a Rusia por avión, mi mayor problema de cara al futuro era explicar la falta de sello de salida en el pasaporte y el pase de abordar. Pero comprarla, ponerla en una caja hacia México mientras yo iba cómodo en un avión no era una opción.
-¿Y si hacemos lo de anoche cuando estemos en casa?- Miraba hacia su maleta, dándome la espalda.
-También sería una buena idea para pasar el rato.-Finalmente cerró su maleta
-Usted dijo que había más.- volteó a verme con las piernas temblando. Asentí sentado en el sillón.
-¿Podemos intentarlo todo?
-¿Todo?
-Todo, por favor, amo.
-Bien.
-¿Ya podemos ahorita?-Se arrodilló sobre la cama y avanzaba hacia mí a gatas.
-No. Hay algo más que tenemos que hacer.-A pesar de todo, tenía una idea nueva idea.
Fin parte 3
Parte 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/5688131/Esclava-rusa-4.html
Vamos avanzando de a poco pero primero es la historia.
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