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a pedido de mi marido

Tengo 25 años de edad y siempre me he esforzado por mantener una buena figura, con el afán de agradarle a mi esposo. Tengo un busto  100 totalmente natural, y para no ahondar en tallas y medidas solo les diré que cuando camino sola por la calle soy el blanco de miradas y
piropos de los hombres.
Aunque ha habido ocasiones en que me fastidian por la calle cuando estoy con mi esposo, él no se molesta y más bien parece que le agradara. Me gusta usar minifaldas y ropa ceñida pero a diferencia de lo que me cuentan mis amigas, que a sus esposos no les gusta que vistan así mi marido mas bien me alienta para que lo haga. En el plano sexual debo decir que mi relación con él siempre fue un poco aburrida, ya que tiene un pene mas bien pequeño y en vez de aprovechar la mujer que tiene, prefiere ver películas picarescas. Durante algún tiempo estuve intrigada en saber que era lo que le excitaba realmente, hasta que un día en que nos quedamos en casa tomando unas cervezas me lo confesó. Sé que a algunos hombres les excita que su mujer se vista con lencería, látex o cuero y hasta que les peguen con un látigo, pero lo que me dijo mi marido me dejo sorprendida. Quiero sentirme un cornudo me confesó, quiero que dejes que otros hombres te penetren delante mío. Al principio pensé que estaba borracho o que me estaba gastando una broma, pero empezó a explicarme que cuando hacíamos el amor se imaginaba que antes que el ya me lo había hecho otro.
Me dijo también que le gustaría ver como otro hombre me metía mano y yo le chupaba su verga. No podía creer todo lo que me estaba diciendo, pero debo confesar que me excitaba pensando en el morbo de la situación. Se puso de rodillas pidiéndome que lo complazca, y yo le dije si no se arrepentiría de lo que me estaba proponiendo. Me aseguró que no y me dijo que yo escogiera al hombre con que lo haría cornudo. Esa noche al acostarnos pensé que cuando se le pasara la borrachera entraría en razón, pero no fue así ya que al día siguiente me recordó mi promesa. Me fui a trabajar y no podía dejar de pensar en lo que me había pedido. Casualmente el sábado anterior había tenido una reunión en la que me encontré con Enrique, el cuál conocí cuando era soltera
hace un par de años, y a pesar de que era casado salí con él, y en un restaurante me robó algunos besos.
Enrique siempre me había gustado ya que era muy alto y grande, a diferencia de mi marido que es menudo y de mi estatura. Busqué su teléfono en mi directorio y lo llamé un poco nerviosa. Cuando me contestó se alegró mucho y me invitó a almorzar, aceptando yo de inmediato. Durante el almuerzo me empezó a halagar y me dijo que aun recordaba esos besos que nos dimos. Le dije que tenía que pedirle algo un poco extraño, y él me respondió que ya estaba concedido de antemano. Cuando se lo dije se quedó mudo al principio y luego me respondió que haría cualquier cosa por poseerme, así sea delante del cornudo de mi marido. Le pedí que fuese a nuestro departamento el sábado por la noche, y luego me despedí dándole un beso cerca de su boca.
Llamé a mi marido desde la oficina y le dije que el sábado se cumpliría su fantasía, y él me respondió que iría a comprarme ropa para esa ocasión. El día sábado en la tarde mi marido recién me dio la ropa que había comprado. Fui a mi habitación a cambiarme y me desnudé completamente para ponerme la ropa nueva. Primero me puse una tanga   color blanco las cuales tenían una pequeña abertura por la parte delantera, y que permitían que se viera una buena parte de ella. El sujetador dejaban mis pezones al aire y solo sostenían los senos por debajo.
Me coloqué unas medias de nylon color carne y unos zapatos de taco alto. Al mirarme al espejo parecía una puta, pero eso le gustaría a Enrique mucho, y finalmente me puse una minifalda de vuelo y una blusa que dejaba la parte de la cintura al aire. Me maquillé y peiné lo mejor que pude, y salí a la sala para que mi marido me viera. Al verme se sintió complacido y me dijo que me dejara meter mano y que dejara que me tocara, de forma que él pudiera excitarse con todo lo que viera. Asentí sin mucho convencimiento de lo que iba a hacer pero no había vuelta atrás ya que Enrique estaba por llegar de un momento a otro, y además de eso pensaba disfrutar de la cojida que me iba a dar.
Sonó el timbre de la puerta y mi marido me dijo que abriera, así que fui a recibir a Enrique, que cuando me vio me miro de pies a cabeza y me dijo al oído que estaba hermosa. Se lo presenté a mi marido y al estar ambos parados se podía ver la diferencia entre sus estaturas. Se pusieron a conversar como si fueran amigos, y le dijo a Enrique que esperaba que esa noche se sintiera totalmente a gusto, y Enrique le contestó que él esperaba lo mismo. Me acerqué a ellos con una bandeja con copas y se las ofrecí. Cuando le di su copa a Enrique y me incliné para dejar la bandeja en la mesita de centro, sentí su mano que acariciaba mis piernas por encima de las medias de nylon. Tu mujer es hermosa y tiene lindas nalgas, le dijo a mi marido. El de una manera increíblemente natural le contestó que así era, y que le agradaba saber que le gustaban.
Enrique al ver que era verdad todo lo que le había dicho bebió su copa de un sorbo, se abrió la bragueta delante de nosotros y dejó salir una verga grande y con una cabeza toda colorada. Al mirarla me arrepentí de no haber aceptado los avances de Enrique hace unos años, pero ahora podría disfrutar de ella. Miré a mi marido y él con una mirada me indicó que quería que me acercara a Enrique. Decidida a todo me dije a mi misma que iba a aprovechar esa oportunidad, y me acerqué a Enrique y siguiendo el juego le pregunté, Que deseas que haga?. Inclínate y dame una mamada me dijo. Yo me acerqué y mostrándole el culo a mi esposo me incliné a chupar esa verga inmensa. Enrique agarraba mis tetas y yo seguía en lo mío, comiéndome su miembro hasta la base.
Luego me incorporé y Enrique levantó mi falda para masajearme la concha  delante de mi marido, que solo miraba como manoseaban a su mujer. El toqueteo que me daba, me estaba excitando al punto de sentir que de mi concha empezaban a salir mis fluidos. Yo sola me quité la falda y la blusita que llevaba puesta, y como no tenía necesidad de sacarme la tanga  debido a la abertura que tenía, Enrique hizo que me pusiera en cuatro patas sobre la alfombra, y me empezó a penetrar como si fuera una perra. El le decía a mi marido si le gustaba como hacía gozar a su mujer, y el muy cornudo no atinaba a responder viendo como entraba y salía su verga de mi concha. Me separé de Enrique para quitarme el sujetador y la tanga  ya que quería que me viera desnuda. Solo me quedé con las medias y los zapatos puestos, y me tendí boca arriba para recibirlo. Enrique también se había despojado de su ropa y nos mostró a ambos su cuerpo atlético y su verga pétrea. Mientras se ponía sobre mí y comenzaba a bombearme, pensé que estaría pasando por la mente de mi marido, y al ver su cara se notaba que le gustaba presenciar como otra verga que no era la suya me recorría a su antojo. Me olvidé que mi marido estaba presente y empecé a besar a Enrique en la boca, y él me chupaba los labios mientras me hacía jadear por el movimiento de su verga dentro mío. La resistencia de Enrique en no eyacular tan rápido me hizo sentir un primer orgasmo, y luego él se separó de mi para sentarse en el sillón y me atrajo hacía el, sentándome sobre su verga de tal modo que ambos nos en contrábamos mirando a mi marido de frente.
Mientras me culeaba de esa forma me abrazaba y agarraba mis tetas con ambas manos, hasta que sentí que un liquido caliente invadía mi interior. Yo me seguía moviendo sobre su verga y de pronto su semen empezó a salir por un costado de mi concha. Mi marido al ver esto se paró de su sitio y se arrodilló ante nosotros y empezó a lamer lo que salía. En ese momento la verga de Enrique se salió y mi marido la tomó con una de sus manos y empezó a chupársela. Yo voltee a mirar a Enrique y me besó apasionadamente mientras mi marido le limpiaba lo que aún le salía de su verga. Luego que se la dejo bien limpia le pidió que por favor se marchara, así que Enrique se vistió y así desnuda lo despedí en la puerta con un beso en la boca, y en voz baja le prometí llamarlo a día siguiente. Al cerrar la puerta mi esposo se había desnudado y me decía que era lo más excitante que le había sucedido. Me llevó a la cama y empezó a chuparme la concha lamiendo todo el semen que aún salía de ella. Luego me metió su verga y me culeaba rápidamente hasta que eyaculó dentro de mí,
Luego de esa vez mi marido me ha pedido que no solo invite a uno, sino quiere ver como dos hombres me culean a la vez. Lo único bueno de esto es que yo estoy gozando mucho, y además con el permiso de mi marido. Por eso si a alguna amiga que me lee le ha pasado algo similar, le pido que me escriba para saber que no soy la única a la que le sucede esto

4 comentarios - a pedido de mi marido

omegago30
Ufffffffff que excitante relato
gust7387
Muy buen relato. Y ya le cumpliste que te vea con dos tipos?