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Mi prima, Mara Capítulo 4 (Reedición 2023)

Buenas...

Traigo un nuevo capítulo de la reedición 2023 de "Mi prima, Mara".

Esta vez, el cuarto, para todos aquellos que no conocen la historia o que desean volver a leerla.

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PASATE!!!



CAPÍTULO IV: Ansiedad


-¿Cómo?.- Le dije, temblando de los nervios que sentía. Totalmente descolocado me
encontraba.
-¡Ay, pero no sé! Creo que me estoy pasando, ¡Perdón!.- Exclamó con claros signos de
arrepentimiento. Quizá, se había dejado llevar por la excitación del momento. Yo, me quedé
boquiabierto.
No sabía qué decirle. Estaba totalmente caliente por escucharla, pero no podía insistirle y
quedar como un pajero. Pero eso sí, tampoco me iba a hacer el boludo jeje.
-¡Vos me queres matar de un infarto!.- Contesté en una maniobra de pilotaje que nada
tendría que envidiarle a pechito López y le di un empujoncito amistoso en el brazo.
-Jaja solo pensé que quizá te gustaría ver... Como admirador que me dijiste que sos.- Me
dijo, justificándose.
-¡Obvio que me gustaría! Y si, puedo ser tu admirador, como vas a ser mi admiradora hoy,
vos.- Y le guiñe el ojo. Aún no caía en su propuesta. Mi ritmo cardíaco estaba muy elevado.
-Pero no sé, una cosa es que, por ejemplo, estemos en la pileta y me veas... Otra, que me
ponga una tanga y te la muestre, exclusivamente.- Deslizó como pensando con paños fríos
en el asunto. Estaba ruborizada y parecía que iba retractarse.
-¡No hay mucha diferencia!.- Declaré como queriendo convencerla.-
-¡Dios, qué pajera que soy!.- Se tapó la cara, riéndose.
-¡Nada que ver! Es mi culpa.- Le dije para que no se sintiera rara.
-¿Por?
-Y bueno, porque yo no tengo problema de nada y siempre te lo digo jeje... No tengo mucha
vergüenza.
-Sí, es verdad. Sos un sinvergüenza.- Cariñosamente se notaba que lo decía. Me estaba
gustando demasiado ver sus gestos tímidos.
-Pero de todos modos, creo que continúo siendo tu asesor de imagen y me siento en la
obligación de tener que observarte y darte mi opinión.- Si la convencía, era Dios, pensaba.
Ella miraba atentamente, hermosa.
-Seee... ¡Justo!.- Manifestó con cara de “conozco el trasfondo de esto” y se reía.
-¡Posta! Pero si te sentís incómoda no hay problema.
-No me siento incómoda, no quiero que pienses que soy una putita que se anda
mostrando...- Aquellas palabras eran el elixir de mi excitación.
-Jamás pensé o pensaría eso. Además, acordate que soy yo. No tenes por qué sentir
vergüenza de esas cosas.- Le exclamé en forma “madura”. Como si eso justificara que se
desnudara para mí...

La notaba más convencida. Me miraba tímida y muy colorada. Cada tanto revoleaba los
ojos al costado... Lo pensaba. Qué lindo momento...
-Bueno, pero si lo hago va a ser una sola vez, eh.- Dijo juntando las tetas con los brazos. Se
le formaban dos globos terribles. Muy apetecibles. Por un momento pensé que se le iba a
ver un pezón, pero casi.
-Jaja bueno.- Como diciendo “sí, ponele”.
-Encima ahora que me acuerdo, ¡esa tanga me queda re clavada en la cola! ¡Yo y mi
bocota!.- Y hacía gestos como diciendo “no puedo ser más tonta”.
Yo de lo mojado que tenía el bóxer, ya sentía pegote. Por Dios, que siguiera hablando así...
-¿Ah, sí?
-¡Sí, muy para tu suerte! Jeje
-Jaja ¡la suerte sigue de mi lado!.- Le comenté con una sonrisa de victoria.
-Sí, por ahora sí. Todavía tenes que ganar el partido. Ni empate ni derrota. ¡Acordate! Si no,
no hay nada...
-Vos quedate tranquila y anda preparándote. Que del partido yo me encargo.- Contesté con
convencimiento. Pero era verdad, aún quedaba ganar el encuentro y no iba a ser fácil.
-Eso quiere decir que te morís por verme con la cola entangada, ¡degenerado!.- Con
evidentes signos de complicidad. Mara ya era parte absoluta del juego.
-Puede ser...- Le dije tímidamente
-¿Puede ser?.- Me preguntó curiosa. Qué bella se veía con esos gestos...
-Bueno, sí, me encantaría verte en tanga.- Declaré sin que me importe nada. Después de
todo, era la verdad.
Ella abrió los ojos como un sapo y me miró sabiendo que yo me moría por verla así. Lo
decía su mirada, estupefacta, pero con cierta picardía. “¿Seguimos?” expresó para cortar un
poco con el desmadre. Por el momento, me era suficiente como para estar felíz durante
todo el día.
Fue ahí que terminamos lo que habíamos arrancado en la pc y el día pasó normal hasta la
hora del partido. ¡Tenía una ansiedad encima! No veía la hora de volver del partido
victorioso.
Yo fui primero a la cancha, solo por cuestiones de la planificación del equipo y demás, y ella
se iba directo para allá, después. Mentiría si dijese que no miraba por todos lados para ver
si llegaba...
Casi a la hora, estábamos listos los once para entrar al campo. Ví que ella llegó y se acercó
a mí. Se me dibujó una sonrisa automática en el rostro.
-¡Te vengo a saludar para darte suerte, nene!.- Y me dió un tierno beso en el cachete.
Para mi fortuna, fue con un movimiento rápido, por lo que el beso me lo estampó cerca del
labio. Uff... Me puse bastante colorado. Me daba vergüenza. Además, estaban los pibes.

Mis compañeros de equipo se quedaron petrificados al ver a la terrible pendeja que me
estaba saludando. No entendían nada. “¿Quién es?” Se escuchaba que alguno decía.
La ropa que traía puesta era normal, pero toda al cuerpo. Un Jean ajustado, color
desgastado y una remerita tipo musculosa blanca, con tiras en los hombros. Como marcaba
sus globos redondos era impresionante. Y todos lo notaban. El pelo largo lo tenía suelto y
planchado. Un bombón caído del cielo.
-¿Quién es?.- Me pregunta Lauti, un amigo
-Mi prima, Mara.- Le contesto rápido para sacármelo de encima.
-¿Prima de dónde? No la conozco.- Decía insistente.
-Es hija de mi tía Nidia, la esposa de mi tío, ¡No rompas los huevos!
-Bueeeno, calmate jaja.- Alegó, riéndose. Todos me hacían caras.
-¡Basta, no sean boludos!.- Lo cago a trompadas al que dice algo...
Se cagaban de risa, pero estaban todos baboseados. Y bueno, no era para menos.
Mara se había ido a sentar en una de las gradas con un grupito de chicas que estaban ahí.
Ahora, debía concentrarme en el encuentro.
La cosa empieza peleada. Yo nunca fui un gran habilidoso, pero mis amigos siempre
destacaron mi gran capacidad para meter pases, entonces, jugaba en la mitad o tipo
"enganche". Además, así no estorbaba en otro lado de la cancha (SIC).
Pero parecía que la suerte estaba de mi lado todavía, ya que a los 15 minutos, mediante
una habilitación mía, un compañero entra por la derecha, da un toque atrás y el 9 de
nuestro equipo la empuja al gol. ¡Increíble! Hasta yo me sorprendí por cómo se dio.
El sueño de ver a Mara en persona, entangada, estaba cada vez más cerca. A pesar de que
quizá "no le convenía", ella parecía estar contenta y festejó el gol.
-¡¡Vamos!!.- Se notaba que decía de afuera, mientras estaba sentada, apoyada con los
codos en sus piernas, dejando expuesto casi las 3/4 de sus pechos por el escote de la
prenda que llevaba.
Yo le hacía el mismo gesto y me babeaba, al mismo tiempo.
El partido estuvo planchado así durante el resto del primer tiempo. Muy disputado. Cada
minuto que pasaba, me dejaba más cerca de lo que anhelaba, pero trataba de
concentrarme y no desperdiciar energías, ya que habíamos llegado justo a completar 11
jugadores y no teníamos suplentes.
En el entretiempo, me acerqué a ella y le dije:
-¿Dejaste todo preparado?.- Con mirada juguetona.
-Jajaja todavía no terminó.- Respondió algo tímida, ya que las chicas de al lado, oían
atentamente. Aún así, su rostro vergonzoso me hacía enamorar.
-¡Quiero ganar a toda costa hoy!.- Y le guiñé el ojo. Ella me miró como diciendo "¡qué pibe!"
y me fui a jugar el segundo tiempo.

No tener suplentes era una desventaja que se hizo notar a falta de 10 minutos para que
terminara el partido. En un córner, cabeceó solo un defensor de ellos y nos empataron.
¡No podía ser! El mundo se me venía abajo. No quería ni mirarla. Ni en broma le mostraba
debilidad. Teníamos que ganar. ¡Tenía que ganar! No podía dejar pasar la chance que el
destino me dejaba al alcance de mi nano.
Para colmo, el partido seguía luchado y nos veíamos cada vez más atrás. ¡Esto no puede
estar pasando! pensé.
Ya en tiempo de descuento y con los rivales tirándosenos encima, me queda una pelota
limpia en la mitad de cancha y corro hacia el arco con una marca pegada. A esa altura, esa
distancia era tan larga como el camino de la serpiente. No terminaba más de correr. Es ahí
que cuando estoy por entrar al área recibo un foul de costado, que junto con la otra marca
me terminan haciendo un "sanguchito".
Fué un raspón lindo, pero no importaba. Además, necesitaba tomar aire, je. Yo iba a
patearlo. Era mi última oportunidad de lograrlo y no sé por qué, tenía fé.
Ahí sí miré para afuera y la veía a Mara con mucha cara de concentración y nerviosismo.
-¡Hacélo!.- Noto que me gesticula, guiñándome el ojo.
No podía fallar. No esta vez...
Dispuesto a patear y con una concentración similar a la del Sr. Miyagi, me preparé, apunté y
pateé. Que fuera lo que Dios quisiera...
La pelota fue hacia el arco. Tomó una pequeña rosca de afuera hacia dentro. Estaba
expectante y por un momento, se hizo un gran silencio.
Palo y adentro. Golazo.
La gente, los jugadores de otros equipos que aguardaban afuera, gritaban. ¡Había entrado!
¿Esto es real? pensé. Mis compañeros me vinieron a felicitar. Pero sinceramente, eso me
importaba poco ya que afuera me esperaba lo mejor. El réferi pita final y es ahí que veo que
Mara pone cara como queriendo decir "lo hiciste guacho, ahora tengo que cumplir" con
mirada muy pero muy cachonda, haciendo trompita con la boca. No lo podía creer...
Luego del festejo con el equipo, volvimos juntos a su casa en mi auto. Ella se veía nerviosa,
me miraba. Yo la jodía un toque, sin propasarme con las palabras pero haciéndole ver que
ahora le tocaba a ella. El rubor en su rostro nos hizo de acompañante.
Llegamos y me fui a bañar directamente. Tenía el miembro como un mástil en la ducha,
pero decidí dejar las emociones para más adelante. No había un segundo en que no
pensara en ver a Mara en ropa interior. ¡Y exclusivamente para mí! Era increíble...
Salgo del baño ya cambiado y voy para el comedor, donde pasábamos gran parte del día.
Contaba cada nanosegundo que pasaba, como si fuera una cuenta regresiva eterna hacia
el placer.
-¡¡Jonás!!.- Gritó ella, desde la pieza.
-¡¡Quee!!.- Respondí yo, mientras miraba en el celu las fotos y videos del partido que habían
subido a face.

-¡Vení!.- Me dijo con un tono muy, muy tímido. Fue en ese momento que pensé que se
aproximaba lo mejor de mi existencia. Reconozco que los nervios me cayeron de golpe.
Dejé lo que estaba haciendo y fui para su habitación, algo intranquilo pero muy excitado.
-¿Paso?.- Digo tragando saliva, por detrás de la puerta entornada.
-Sssi...- Me contesta en igual tonalidad. Ahora sí me temblaba todo...
Estaba ella sentada en la cama con un short y una remera blanca.
-¿Sí, Mar?.- Le dije con cara de póker
-Tengo que cumplir con la apuesta.- Me dijo mirándome fijamente a los ojos mientras se
levantaba de la cama. Estaba muy ruborizada y yo, petrificado. La sangre me pesaba...
No podía creer que lo fuera a hacer. Increíble...
-Qué linda estás.- Solo atiné a decirle, nervioso y casi comenzando a sudar.
-Calláte...- Exclamó como diciendo "mirá lo que tengo que hacer". ¡Esto es único e
irrepetible, eh!.- Confesó al mejor estilo de Pablo Escobar.
Se puso de espaldas a mí, se inclinó levemente hacia adelante, dejando caer su largo pelo
sobre la espalda y empezó a bajarse el short, tapándose un poco con la remera, mientras
me miraba muy roja de costado. Respiré profundo...
Levantó una pierna y luego la otra, dejándome ver, solo un poco, parte de su piel a través
de la tela. Luego, tiró el short en la cama. Apenas se le pudo ver la piel del final de los
cachetes de la cola. A pesar de que la prenda la cubría casi por completo, fue hermoso... Yo
estaba ya con dolor en la cabeza de la verga. Me apretaba todo...
-Espero que te guste, no va a haber otra vez.- Exclamó y tomó la remera por delante, para
empezar a subirla hasta arriba.. Se me hizo un nudo en la garganta.
Nunca había visto un cuerpo así. Jamás. A medida que se le descubría la enorme cola, ella
se ponía más roja. Tenía una cintura perfecta.
Yo estaba ido, verde. Terminó de subirse la remera y tenía toda la cola al aire, salvo por las
diminutas tiras negras de la tanga que se le metían entre los cachetes. No tenía ni una sola
imperfección. La empanada que se le formaba era demasiado apetecible. Y la forma en que
sacaba cola era tremenda. Parecía un enorme corazón invertido.
¡Qué buena que estaba, por Dios! Y la cara de perra que ponía era alucinante. No podía
creer que Mara, mi prima, me estuviera mostrando el culo...
Grande y con una forma única, lucía ante mis brillantes ojos.
-¿Te gusta?.- Con voz de muy zorrita, me dijo.

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