Esclava Rusa

-He escuchado, señores Záitsev, Que venden a su hija.-Dije recargándome en el marco de la puerta. Estaba en uno de esos pueblos olvidados en la frontera de Rusia con otros países pobres del este de Europa, que empobrecieron aún más tras la caída de la unión soviética.
-¿Está interesado?-Preguntó el hombre canoso y y con la papada colgando en dos lineas. Asentí. -Son 20,000.
-¿Rublos, dólares, euros...?.
-Son lo mismo. -Respondió.
-Rublos, serán.-Respondí tratando de ocultar la risa. A pesar de todo, no tenían un concepto tan elaborado de las divisas.
El viejo asintió y le dio una orden a la mujer ya mayor con el cabello castaño revuelto en rastas que dejaban ver mechones grises. La casa, aunque gris, tenía algunos tonos interesantes.
-¿Qué sabe hacer?-Pregunté. 
-Hará los quehaceres del hogar. Dormirá donde usted le diga. Es mejor que un perro.-Escupió al suelo.
-¿Cuantos años tiene?
-19.
-¿Sabe leer, escribir? ¿Habla otro idioma además del ruso?
-Sólo habla.-asentí- ¿Para qué la quiere, señor?
-Supongo, que depende de lo que diga y la honestidad con la que lo diga usted decidirá ajustar el precio.-El viejo sonrió.- Simplemente necesito compañía en casa. Una chica con la utilidad de su hija me vendría bien para no desgastarme con el quehacer después del trabajo. Sólo que no quiero pagar por el servicio de una desconocida en la que no confío y tampoco quiero la molestia de una pareja. Su trabajo sería sencillo y mi vida también.
-¿Se la va a coger?-La pregunta me tomó por sorpresa. La chica iba entrando y de detrás de una sábana que servía de puerta con la madre detrás de ella cargando una mochila.
-¿Es virgen?
-Sí. Nosotros no criamos putas. - aún así vende a su hija a saber a quién...
-Supongo, entonces, que su idea es atraer posibles compradores, darles un precio, llevarlos a este punto y obligarlos a pagar más a sabiendas de que su hija puede ser usada para una u otra cosa. -El viejo asintió- Pero le podría estar mintiendo.
-Yo lo sabría. Usted tiene el alma lo suficientemente corrompía' como para comprar un esclavo, pero no como para ser como los últimos cerdos que vinieron. Usted vino en persona. No confía en nadie más para hacer eso ¿verdad? 
Chasqué con la lengua.
-30,000 rublos más.
-Vendida.-Sonrió el viejo con los dientes amarillentos.


La chica, con sus ojos de un azul profundo y cara manchada de ollín estaba muy bien cuidada. Estos viejos vivían en la miseria pero críaban a sus hijas lo mejor que podían. Aunque su dentadura no fuera totalmente recta, estaba limpia, tenía todos los dientes. y en general no parecía padecer de ninguna enfermedad.
Su cuerpo, aún por debajo del grueso y viejo abrigo de la segunda guerra mundial, parecía estar bastante bien proporcionado.


Parecía triste pero no me miraba con odio, trataba de ser servicial; se ofreció a llevar mi mochila. Me negué. Caminamos hasta un punto en el bosque donde había dejado la camioneta.
Finalmente, me di cuenta de lo mal que había planeado esto. No tenía ropa para ella, estábamos en otoño y hacer que se bañara en un río sólo la mataría, calentar agua llamaría la atención y si la llevaba a un hotel o a una posada también llamaría la atención.




Abrí la cajuela del auto ella me siguió. Me quedé mirando el garrafón de agua, la hielera y las bolsas de comida que había ahí. Cerré la cajuela y abrí la puerta trasera del auto. Estábamos a cuatro horas del pueblo donde la había comprado. Subí y ella se quedó parada con sus cosas fuera de la camioneta.
-Sube-Indiqué. Ella obedeció. -A ver, la cosa está así-Dije una vez hubo cerrado la puerta. Se mostraba impresionada con el interior de la camioneta el calor que se sentía la ruborizaba y era obvio que todo era nuevo para ella.-Necesitamos darte un baño. Conseguirte ropa y descansar porque en 3 días necesitamos estar en un barco camino a mi país.
-Señor, yo tengo ropa en la mochila y me puedo bañar en el río.
La ropa no se veía tan mal, tenía unos pantalones de mezclilla algo roídos y algunas playeras muy gastadas. Le daría una de mis playeras y uno de mis abrigos una vez estuviera limpia. . Sólo tenía unas mantas en el auto y si se me enfermaba en el camino no habría manera de ayudarla. Pero había una manera de solucionarlo.
-Si te quieres bañar en el río hazlo. La ropa que tienes, conserva la que te guste y el resto la tiramos. Si no la quieres tirar está bien. Compraremos más. Usarás mi ropa e iremos a un hotel en una ciudad para que descansemos hasta pasado mañana.
Ella asintió y salió casi corriendo del auto. Se resbaló con un tramo de lodo en el camino y se levantó para aventarse con todo y ropa al río. La veía desvestirse ahí mientras el río se llevaba la ropa y el cielo se oscurecía. Encendí el auto y la calefacción. Me acerqué al río lo más que pude y bajé con una toalla. Salió cubriéndose los pechos y la entrepierna. Caminó con los pies aferrándose a los zapatos. Se tapó con la toalla y entró al auto. 
La calefacción la sorprendió.
-Puedes hablar todo lo que quieras conmigo. Con otras personas te recomiendo que seas cuidadosa.
-Sí, señor.
-Sólo soy 5 años mayor que tú. No necesitas dirigirte a mí con nombres como señor, amo ni nada del estilo, intenta hablarme de tú.
-¿Cuál es su nombre? ¡Tu nombre! -Corrigió. 
-Marco. ¿El tuyo?
-Mis padres no me dieron uno.
-Pensaremos en uno. Uno que te guste.
-¡Gracias!-Sonreía como si hubiera recibido una bendición.
-Anda. vístete después de secarte bien. Intenta ocultar tu asombro cuando lleguemos al hotel.
La chica asintió. Durante todo el viaje de 4 horas estuvimos pensando en nombres y la fachada en caso de que preguntaran por nuestra relación en el hotel.




Fin parte 1


La historia debería ser más larga, por supuesto que va a tener un montón de cochinadas, sólo estoy construyendo las bases. Si quieren saber cómo continúa porque les llama la atención el concepto o algo por el estilo dejen sus puntos y comentarios.