Habìan pasado 3 semanas desde que Caniche recuperó la libertad, y de a poco me iba acostumbrando a su ausencia. La posta dentro del penal la había tomado Matu, quien se encargaba de llevar los asuntos de la banda por dentro mientras Caniche disfrutaba de su merecida vida en libertad (a mi juicio merecida, ustedes seguramente discreparán, sobre todo por lo que les contaré mas adelante).
En ese tiempo Caniche ni nos escribía. Solo lo hacía a Matu, de vez en cuando. Matu no nos revelaba el contenido de sus conversaciones, pero nos decía que Caniche estaba bien, nos mandaba saludos, y estaba disfrutando mucho del reencuentro con su familia, pasando tiempo con ellos. Hasta llevándolos a tomar helado.
Luego de esa noche que les conté en la celda, en la que charlamos larguísimo con Caniche y Matu, nos contó lo que pensaba hacer y entre todos fuimos puliendo los detalles del cómo, del tema no se habló mas. No hizo falta una orden de Caniche, sabíamos tácitamente que no se discutían temas operativos en voz alta al pedo, esté o no esté el. Nunca.
Recuerdo que fue un lunes de Julio. Hacía un frío verdaderamente de cagarse ese día. Era el Lunes después de un largo feriado de cuatro días que el gobierno había decretado, lo cual para los presos no significaba mucho pero a los profesionales como Caniche les encantaba ya que la gente solía aprovechar, irse a otros lugares y permitirles trabajar un poco mas tranquilos. Estaba tomándome un mate en la celda con uno de los pibes, cagándonos de frío los dos, sentados en nuestros catres y tapados con nuestras mantas cuando vino uno del Servicio Penitenciario que conocíamos, con el que teníamos buena onda y a veces Caniche le tiraba algunos mangos para que mire o deje de mirar algo.
Nos saludó amablemente y me entregó un sobre papel madera, con acolchado de burbujas adentro. El sobre por supuesto estaba abierto. En la cárcel si no estás muy pero muy arreglado con el SPF, abren absolutamente todo y siempre algo te sacan. Me fijé en el sobre y saqué el contenido. Solo había un teléfono, un Samsung de la línea baja, junto con un papel escrito a mano. En el papel solamente había un número de celular y luego decía “PARA VOS SOLO. 19 HORAS”, y estaba firmado con el simbolito que Caniche solía usar para identificar las cosas como oficiales y como órdenes.
Era la cruz de Cristo, rodeada por un simple círculo. Nada mas. Caniche me había dicho hace tiempo que significaba “Dios dentro de todo”.
Me metí el celular en el bolsillo y esperé ansioso la hora, que parecía no pasar mas. A las 19 le pedí a los otros pibes que por favor me dejen un rato solo en la celda, que Caniche lo había pedido, prendí el celular y marqué el número. Me atendió una voz que no reconocí. Le dije hola pero solo me dijo “No, pará, llamá por video.” Y me cortó. Metí el número como contacto de Whatsapp y mandé videollamada. Al ratito me sonreí al ver el rostro de Caniche, a quien tanto extrañaba. La verdad que el estaba sujetando el teléfono como el orto, la imagen se movía mucho y lo veía muy de abajo. Largó una risa cuando me vió.
“Que haces Hacker!”, me dijo.
Me dio una felicidad enorme volver a verlo, “Cani! Que hacés como va?”
“Como andás, querido? Como anda todo?”, me preguntó.
“Ahí anda, bien, que se yo”, le contesté, “Che, boludo, sentate que me estas mareando…”, me reí.
“A ver, pará…” dijo y buscó algún lugar para estabilizarse. Se sentó y pude ver que estaba adentro de algún lugar. Parecía la habitación de una casa muy pero muy humilde, con paredes de ladrillo hueco y poca luz, “A ver ahí….”
Le asentí. Comenzamos a charlar un poco y me empezó a decir que había salido todo bien. Yo tuve sentimientos encontrados. No sabía los detalles, pero si la idea general que habíamos pergeñado. Por un lado me reconfortó que las cosas hayan salido bien y que por sobre todo no le haya pasado nada a Caniche, pero por el otro…
“Escuchame,” me dijo finalmente poniéndose un poco serio, “Te voy a mostrar algo. Te lo voy a mostrar un toque y nada mas, eh? Un toque y nada mas. No me pidas mas. Asi que prestá atención. Ah, y te tengo en el parlante asi que no digas nada. Ni mu.”, me dijo mientras se levantó y comenzó a desplazarse por la vivienda. Abrió la puerta de un cuartito, giró el teléfono para mostrarme y ahí lo vi, mientras el estabilizaba el celular y enfocaba.
Sentadas en una camita para una persona estaban Sara y Micaela, las dos pegadas una al lado de la otra. Las dos estaban con los ojos bien vendados, una gruesa cinta aisladora sobre sus bocas y las manos por detrás de su espalda, como maniatadas pese a que no se veía. Sara con su panza de embarazada, sin atinar a moverse nada, y Micaela pegada a la madre de costado. No se movían mucho, a veces giraban un poco la cabeza como queriendo escuchar algo. No se las veía lastimadas, para nada, se ve que no les habían hecho nada y estaban normalmente vestidas. A Armando no se lo veía por ningún lado. En el cuartito habían tres tipos, uno que yo conocía que era de la banda, sentado junto a una mesita, tomando algo de un vaso y con un fierro importante sobre la mesa. Uno de los otros dos que no conocía estaba mirando algo en su celular, medio distraído, mientras que el otro miraba como Caniche filmaba con el teléfono.
Les confieso que al ver eso debería haber sentido algo, pero la verdad es que no sentí nada. Aun es el dia de hoy que no se si estuve bien o mal en no sentir. El tiempo en la cárcel ya me había curtido tanto y provocado tantos callos en el alma que había cosas que ya ni registraba ni juzgaba. Fuera del bien y el mal.
Caniche mantuvo el celular ahí, mostrándome a Sara y a Micaela por unos pocos momentos mas en silencio y luego salió de la piecita en la que estaban, volviendo por la vivienda a algún otro lado. Lo vi que abrió una puerta de metal y salío como a una especie de patiecito que había, medio techado. Parecía lleno de cosas varias, como tiradas o desechadas y mucho material de construcción desparramado o juntado en grandes bolsas. Se sentó en una silla que no lleguè a ver y seguimos hablando.
“Ya podés hablar”, me dijo.
“Como hicieron para entrar, al final?”, le preguntè
“Con tus llaves, boludín”, se me riò fuerte, “Cuando nos largaron con el Chile me hice el boludo y le di a la gorra el número de las tuyas para que me la de. Ni se fijó el gil. Estaba en otra. Las mìas quedaron ahí, asi que cuando te larguen traémelas.”
Asentì y me sonreì. Caniche era muy rápido. Le preguntè como había sido todo y me contò, algo por arriba sin demasiado lujo de detalles.
Me dijo que cuando salieron después de un par de días de estar con su familia los puso a dos pibes de la banda turnándose por alrededor del que era mi edificio un par de días, relojeando los movimientos y la rutina. Con esa información armaron el plan bastante rápido. El Viernes que era feriado Armando salió con ellas para ir a la casa de Tortuguitas, por lo que el departamento quedó vació y a la noche, con mis llaves, entraron tranquilamente dos pibes para revisar el departamento, los pasillos del edificio, el garaje, que se podía ver y que no, también las vías de escape.
Uno bajó y forzó la puerta del reservado del encargado, revolvió un poco y encontró una copia de la llave que activaba el garaje del edificio, guardándosela. Después subió al departamento y ayudó al otro a llenar algunas valijas, con toda la ropa de Sara y Micaela, la mayoría de las cosas de baño de ellas y algunas otras cosas del departamento que pudieron manotear. Después de un rato llegó un auto, uno bajó a abrirle el garaje desde adentro, cargaron lo que se habían manoteado, lo cargaron en el auto y se fueron.
Para el Sábado a la mañana tenían la llave del garaje y la llave magnética de la entrada al edificio ya clonadas, por las dudas, junto con una copia de la del departamento. Dejaron uno de campana afuera todo el dia, también por las dudas, y no pasó nada. El mismo Sábado ya muy tarde a la noche cuando nadie veía, entraron una camioneta y un auto al garage, dejándolos ahí listos para el otro día. Cuando llegó el Domingo y Armando, Sara y Micaela volvieron a eso de las 20, entraron al departamento tranquilos, normal, sin esperarse nada, pero ya había cinco de la banda esperándolos adentro.
Los encañonaron a los tres, un par redujeron a Sara y a Mica ahí mismo en el living, las ataron y las amordazaron, mientras los otros tres se le echaron encima a Armando, cagándolo un poco a trompadas y culatazos hasta que la poca resistencia que Caniche dijo que pudo brindar, se le evaporó. También lo amordazaron y entre los tres lo sacaron del departamento, llevándoselo al sótano del edificio. Cargaron algunas cosas mas de la casa en dos bolsos y valijas, ya objetos de mas valor, esperaron un poco a que Sara y Micaela se calmen y también las llevaron abajo, cargándolas en la camioneta que estaba esperando pacientemente en el garaje. Las cargaron, salieron del edificio tranquilamente y se perdieron en la noche.
Caniche me dijo que los dos que quedaron con Armando en el sótano lo ataron a una silla y lo siguieron cagando a trompadas, patadas y culatazos, pero ésta vez mas tupido. Diciéndole todo el tiempo lo que le iban a hacer después y como lo iban a hacer cagar.
“Se quebró como una nena!”, se reía Caniche al contarme, “El negro es de esos que se hacen bien los porongas con las mujeres, viste, pero siempre hay uno mas poronga. Siempre hay un pez mas gordo. Nadie tiene los huevos grandes cuando se lo enfierran.”
Yo me sonreí, “Que le hicieron?”
“Nada. Lo fajaron un buen rato, un par de horas. Le dieron para que tenga al hijo de mil putas ese.”, me contestó Caniche, “Me dijeron los pibes que no sabés cómo lloraba y cómo pedía por favor… que pelotudo!”, yo me reía bajito y el continuó, “Uno de los pibes que estaba ahí con el … que bueno, la verdad es medio loquito, pero buen pibe. Medio pervertido. Se ve que se cansó un toque de pegarle y le hizo chuparle la pija un rato. A vos te parece…”, hizo un gesto con la cara como que la imagen mental de eso que el no había presenciado no le gustaba nada. “En fin, después lo cargaron al otro auto y se lo llevaron.”
“Adonde?”, le pregunté.
Caniche me sacudió la cabeza, “No importa adonde.”
“Dale…”
“No importa, Hacker. Aparte mejor si no sabés. Ese no jode mas.”, la forma en que me dijo eso último me dio la impresión que lo de Armando, si no era que ya había sucedido, pronto iba a ser algo permanente.
Después de un pequeño silencio en el que Caniche contestó algo por mensaje con otro celular, me dijo, “Ah, che, nos llevamos algunas cosas. De todo, por ahí hay cosas tuyas. Para ayudar con los costos, sabés? Para los pibes, mas que nada. A mi ni me va ni me viene.”
Le hice un gesto con la mano, “Nada que me importe, Cani.”, le dije, luego con una sonrisa continué, “Poniéndole el pecho todo lo que afanó lo compartió con su gente…”, le dije recordándole la letra de “Niño Jefe”.
Caniche se cagó de risa y me contestó, “Asi es, papá. En fin… nos llevamos toda la ropa de las minas, y todas las boludeces del baño y eso. Documentos, guita, todo eso.”, yo le asentí, “Va a parecer que se tomaron el palo. Y si tenemos suerte, que el negro también se tomó el palo con ellas. Quedate tranqui que está bien encaminado. Salió bien.”
“Entonces… como queda? Sara?”, le pregunté.
Caniche sonrió y me desvió el tema, “El hombre es una criatura atrapada entre el bien y el mal, Hacker”, me dijo. Caniche? Un Zoroastrianista? Me cagué de la risa por dentro, “Mejor no preguntés, querido” me dijo.
Pero yo le insistí. Se tomó un largo rato en el que alguien le alcanzó algo para tomar.
“Mirá, a tu mujer…”, arrancó pero yo lo interrumpí.
“No es mi mujer, Cani.”, le dije secamente.
Me miró y asintió, “Tenés razón. Bueno… a la veterana la voy a dejar por acá. Que limpie, que cocine, que entretenga a los pibes de vez en cuando. Todavía no le hicieron nada, viste, porque estoy yo. Pero en cuanto empecemos a laburar y andemos por ahí … bue, seguro se la van a empezar a atender los que paren acá.”
“Donde es “acá” “?, le pregunté.
“No importa.”, me dijo, “Se va a acostumbrar rápido. Y si no se acostumbra, la van a acostumbrar.”
“Ojo que Sara es muy rápida y muy viva. No dejes que se ponga a hablarte y hablarte que te enreda…”, le advertí.
“Si, bueno, también la van a acostumbrar a cerrar el pico, me imagino.”
“Y el bebé?”, le pregunté, “Porque parece que lo está por tener…”
“Nah, la revisó una de las doñas acá cuando la trajeron y me dijo que le falta un par de meses. Asi que hay tiempo. Cuando nazca me lo voy a llevar yo”, me dijo.
“Eh?”, le pregunté con algo de aprehensión.
“Si…”, me contestó después de una pausa, “Mi señora ya está un poco grande, sabés? Es como yo. Ya no puede tener pibes, pero siempre me dijo que quería uno mas. La verdad Hacker es que estuve bastante tiempo adentro y ella se merece esa alegría. Se que lo va a cuidar y querer mucho, como si fuera de ella. Es una mina dulce y se lo merece, después de todas las que le hice pasar, pobre...”, se rió suavemente, “Posta, amigo, va a estar bien criado. Te lo prometo. Vamos a estar un poco apretados en casa, pero un lugarcito siempre se puede hacer.”
Yo me encogí de hombros, “No se que para que me lo decís asi, si no es mio.”
“No, si, ya se, pero bueno. Te lo digo nomás.”
“Y Micaela?”, le pregunté.
Caniche me lo despachó asi nomas, con la naturalidad de una persona que estuvo en ese ambiente toda la vida. No lo vi dudar mucho asi que por lo que lo conocía, yo sabía que ya lo había pensado de antemano.
“La nena se la voy a regalar a mi socio, Benitez. Te acordás? El que labura en el norte.”, me dijo con frialdad.
Claro que me acordaba de Benitez. Era uno de los varios socios que Caniche tenía desperdigados por ahí. Operaba en el norte, como dijo Caniche, por Formosa, Misiones y Chaco. Varias veces habían trabajado juntos, cuando Caniche tenía que mover algún auto robado o cualquier cosa a Paraguay o Brasil, Benitez se lo facilitaba y se quedaba con una partecita. Siempre habían trabajado asi juntos cuando salía alguna cosa y se tenían bastante confianza. Durante muchos años tuvieron un arreglo con televisores grandes que Caniche robaba, Benitez los pasaba a Paraguay y se los volvían a vender a los giles de aca de Capital que volaban a Asunción a comprarlos mas baratos, creyendo que eran unos cracks. El círculo de la vida.
Pero Benitez también estaba en cosas mucho mas jodidas. Andaba muy metido en el narcotráfico, robo y prostitución, por supuesto que amparado y arreglado con la policía y los gobiernos provinciales, ya que allá no se puede trabajar de otra manera. Manejaba un partecita del tráfico por la Triple Frontera y era dueño de varios tugurios de mala muerte y aguantaderos por esas provincias. Estuvo implicado en un par de cosas que a través de los años estoy seguro que habrán visto en las noticias, aunque el siempre intentó mantener perfil bajo y hacerse lo mas invisible que podía. Era tan vivo como Caniche.
Yo me quedé bastante helado, mirándolo cuando me dijo lo de Micaela. El me habló primero.
“No te enojes, Hacker. Es asi.”, me dijo.”
“Cómo que es asi?”
“Es asi, mi viejo”, continuó, “A mi me quedó una deuda importante con Benitez de unas cosas de hace unos años, que el tiene buena onda y todo, pero se la necesito saldar. Ya hablé con el. Le vendo a la nena por 20 lucas verdes y quedo recontra saldado.”
“Para, Cani…”, comencé pero me interrumpió.
“La va a poner a laburar, seguro. O por ahí la revende, no se, pero seguro se la queda. Recontra cubro la deuda con la pendeja.”
“Cani, escuchame…”, le dije pero el siguió.
“Sabés como va a recaudar el loco? Con ésta nena? Nada que ver con el material que tienen allá. Pff.”, me dijo mientras tomaba algo de su vaso, “Sabés lo que es cuando llega el fin de semana y los pardos bajan de la tala y la cosecha? Los pocos pesos que les dan les queman y lo único que quieren hacer es mamarse y coger.”, hizo una pausa en la que yo no atiné a decir nada, sin poder impedirlo las imágenes de lo que me estaba diciendo me irrumpían en la cabeza. El siguió, por ahí ni dándose cuenta de lo que decía, “Y los que están en el monte, los que laburan por temporada y ni salen de ahí? Sabes lo que es cuando por fin los largan y bajan? Ni te cuento. Son animales, Hacker. Bestias. Algunos no pueden ni hablar, te juro. Va a ser una estrella la pendeja… La van a convertir en una fábrica de pibes…”, se rió pero yo lo interrumpí fuerte.
“Pero pará Cani la puta madre che!”, casi que le grito.
Me miró un poco sorprendido y se recompuso, “Uh… tenés razón. Perdoname, me fui de boca.”
“No se lo va a bancar, pensalo…”, le dije tratando de hacerlo entrar un poco en razón.
Caniche se encogío un poco de hombros, “Se lo va a bancar porque se lo va a tener que bancar. Si se retoba va a ser peor.”, solamente dijo y guardó un poco de silencio.
Me quedé pensando con el, también en silencio. Tenía razón. Todo el tiempo en la cárcel ya me había dado la curtiembre necesaria para darme cuenta enseguida que tenía razón. A Mica la iban a cuidar y mantener lo mejor posible porque les convenía que esté bien. Pensé inmediatamente en lo que Caniche no me dijo, y lo dejó a nuestro entendimiento mutuo. Que si Micaela se retobaba, o peor, si se intentaba escapar la iban a fajar duro. Y si con eso no alcanzaba, los monchos y los mierderos seguro la iban a picar con alguna de las mierdas con las que traficaban (o con todas), para dejarla bien mansita y bien adicta.
Me puse a discutir con Caniche. Le rogué, le imploré que no lo haga. Le di mil opciones... que la cuide hasta que yo saliera, que directamente se la quede el, le juré que de alguna manera le iba a pagar la deuda que el tenía con Benitez cuando saliera, laburando para el o no. Pero no hubo caso. Finalmente, ya algo exasperado, me habló con un tono muy serio.
"Marquitos, cortála...", sólo me llamaba por mi nombre cuando yo me mandaba alguna cagada, o el pensaba que era asi, "Te dije que ya está. No des mas vueltas. Olvidate y dejame de romper los huevos. Te entiendo, amigo. Te juro que te entiendo, pero ya está."
"Pero pará...", yo seguía pero me interrumpió.
"Pero pará, nada. Te dije que ya está. Entendelo. Ya es un hecho, ya arreglé, no hay vuelta atrás.", me dijo mientras yo lo miraba en silencio, "Entiendo que es una reverenda mierda todo lo que te pasó, no te creas que no lo se, pero así cae la bola. Punto. Te vas a olvidar. Te vas a olvidar de la nena. Te vas a olvidar donde está. Todo. La pendeja se murió, Marcos. Para vos, para lo que a vos respecta, la pendeja se murió. No existe. Punto. Tomalo asi."
Me vio frotarme un poco los ojos y siguió, "Tenés que entender... ojalá por ahi con el tiempo lo entiendas, yo creo que si porque sos un pibe piola. Pero tenés que entender que la pendeja se murió el primer dia que estuvo con el hijo de puta ese. La que querías dejó de existir ahi, y apareció ésta otra que siguió. Era otra persona, Marcos. La que vos querías no está mas, está ésta otra, que no es la tuya. Y desde ese dia nunca lo quiso ser."
Lo miré en silencio y continuó, "Que decía San Agustín? Que la paciencia es la compañera de la sabiduría. Date tiempo, nene. Date tiempo y vas a ver que es asi."
En unos segundos de silencio pensé, mientras Caniche me miraba. Me miraba y tomaba algo de su vaso, contemplándome en silencio. En esos segundos, de nuevo sentí por dentro la superficie de cuero en la que pareció haberse vuelto mi alma, en lugar del terciopelo suave que siempre tuve, gracias a todo el tiempo que llevaba en la cárcel. Asentí en silencio, mientras que Caniche hizo lo mismo.
Cuando uno hace un pacto con el diablo, a sabiendas o sin saber, uno se cree que puede ganar. Algunos otros se creen que pueden perder. Pero la verdad es mucho mas terrible y, si me apuran, hasta maravillosa. La verdad es que cuando se pacta con el diablo se gana y se pierde al mismo tiempo, y eso es algo que sólo se entiende, sólo se entiende de verdad, una vez que ya se le puso la firma al pacto. No antes.
"Sin rencor, Marquitos.", me dijo.
Yo le contesté secamente luego de un momento, "... solo business."
"Te quiero mucho, amigo", finalmente me dijo Caniche, "Cuidate, eh? Ya nos vamos a estar viendo pronto."
Le asentí, "Yo tambien.", y vi como cortó la llamada.
Un par de meses después, un dia vinieron a buscarme dos del SPF a la celda y me llevaron hasta otra dependencia de la cárcel. Me hicieron entrar a lo que parecía una oficina, donde habia otros dos policías y un escritorio. Sentados detrás del escritorio, una mina joven y muy linda, junto a otro tipo mas viejo, de traje. Me hicieron sentar frente a ellos del otro lado del escritorio y me empezaron a hablar, mientras los canas se quedaron cerca y de guardia. Decían que eran de una fiscalía y que estaban investigando la posible desaparición de Sara y Micaela. También la de Armando, pero que eso lo estaba llevando otra gente. Me preguntaron si yo sabía algo, debido a toda mi historia como ex pareja de Sara y el motivo por el cual estaba preso.
Les dije que no. Que no sabía nada. Que yo estaba preso sin contacto con ninguno de ellos y que que iba a saber. La chica anotaba y el tipo me seguía preguntando. Me pidió que le entregue mi celular a uno de los policias y le di un celu fantasma que llevaba encima, sin nada incriminatorio, solo tonterías y cosas de cárcel en las que seguro no estarían interesados. El otro celular, que yo usaba en serio, lo tenía bien guardado en la celda. El tipo pareció estar complacido que yo estaba cooperando.
"Dígame, usted conoce a Darío Adrían Peña?", me preguntó el tipo.
Me hice el boludo como que lo pensé un segundo, "Darío... ah, Caniche dice usted?". El asintió con la cabeza, "Si, obvio. Era mi compañero de celda. Todos lo conocen. Pero ya lo largaron hace tiempo."
"Si, claro. Usted mantuvo contacto con el luego de que recuperó su libertad?"
Sacudí la cabeza, "No. Se fue y no hablamos mas. Por ahi alguno de los otros pibes que tenía mas confianza sabe."
La chica anotó y de repente me preguntó, "Entonces usted, Marcos, no tiene información sobre el paradero o la desaparición de Sara..."
La interrumpí, "No, señorita, mire... Saber no se nada, me estoy enterando ahora con lo que me están diciendo ustedes. Yo estaba aca y ya pasó mucho tiempo desde que la vi.", ella anotó algo y le seguí hablando, "No se habrán mudado, no? O ido con la nueva pareja a algún lado?"
"Con Armando Espinoza?", me preguntó. Yo le asentí, "... es una de las hipótesis fuertes que estamos barajando.", me dijo.
"Sabe, Marcos, que usted puede tener reducción de pena si es que sabe algo y colabora con nosotros, no?", dijo el tipo, "Ya sea información sobre su ex pareja, o sobre Darío Peña. A ver, su colaboración entra en el régimen que podemos considerar para reducirle la pena, no habría problema."
Puse mi mejor sonrisa falsa y le dije, "Bueno. Buenísimo. Es lo que estoy haciendo, no? Colaborando. Ya le dije."
La chica anotó mas cosas, me preguntaron un par de tonterías mas sobre cosas que no tenían nada que ver con ésto, cosas de la cárcel, y el SPF me llevó de nuevo a mi celda. Finalmente nunca obtuve una reducción de pena. Quedó en la nada. Y por suerte jamás se me ocurrió intentar averiguar como seguía el tema de la posible desaparición, ya que eso habría levantado sospechas.
Finalmente pasó el tiempo y pude salir en libertad. Me costó acostumbrarme. Algunas veces me juntaba con Caniche y con algún otro de la banda, quienes me ayudaron a encontrarme un lugar para parar y empezar a rehacerme la vida. Después me fui a compartir departamento con el que era uno de mis compañeros de mi antiguo trabajo, con el que nos llevabamos bien, y con el estuve un tiempo. A través de los contactos que todavía tenía del laburo, de clientes, me puse a laburar haciendo cosas de programación freelance para algunos de ellos y pude ahorrarme algo de plata en dólares y junto con algo mas de dólares que me prestó Caniche y préstamos de otros amigos, junté lo suficiente para irme del pais y arrancar de nuevo en otro lado, que fue mi idea desde que salí de la cárcel.
Si, cuando salí de la cárcel y me empecé a asentar de nuevo, mas de una vez pensé en buscar a Micaela. Pero Caniche no iba a ser de ninguna ayuda, y no sabría otra manera. Además cómo lo haría? Había pasado lo que parecía tanto tiempo y cuántas cosas habrían cambiado. Me iría al norte? A que? A visitar agujero tras agujero buscándola? La cárcel como les dije me curtió, pero reconozco que no tanto como para eso. Y si la llegaba a encontrar, entonces que? Si se llegaba a dar el absoluto milagro o casualidad que la encontraba en algún lugar de esos, que? Me iba a pelear con 20? La iba a rescatar a los tiros, como en las películas? Y además, lo mas triste, con que me iba a encontrar? Con quién? Decidí sencillamente irme. Irme lo mas lejos que pudiera.
Desde hace unos meses que estoy viviendo en otro país, no importa cual. Conseguí un lugar para vivir que lo comparto con una chica, también inmigrante, con la cual a medida que pasaron los meses de convivencia fuimos pegando onda y ahora es mi novia. Me ama y yo a ella. Nos llevamos de maravillas. Ella es diseñadora gráfica freelance mientras que yo trabajo en negro en una casa de comidas, de encargado del local, a la vez que sigo haciendo laburos de programación por mi cuenta. Todo ayuda.
Escribí todo ésto porque sentía la necesidad de contárselo a alguien, y a mi novia no se lo puedo contar, y nunca lo voy a hacer. Ni pienso en Armando, ni me interesa. Y para serles honestos, a veces en mis noches solitarias me pongo a pensar en Sara, pero me estoy dando cuenta que con el tiempo, cada vez me acuerdo menos de su cara. Me resulta cada vez mas borrosa, como una imagen que se aleja cada momento mas. Un dia yo se bien que va a desvancerse hasta desaparecer por completo.
La cara de Micaela, sin embargo, en esas noches solitarias me atormenta. Y se que esa jamás me la voy a olvidar. Por ahi esa es mi condena perpetua en todo ésto, mas allá de los años que pasé en la cárcel.
Cuando empecé a contarles ésta historia les dije que era una historia de bajezas. Y creo habérselos demostrado. Les conté las bajezas de Armando. Las de Sara. Las de Micaela, y aun hasta las de Caniche. Lo que nunca les dije hasta ahora que también estaban las mías, y son éstas. Cuales son mejores o peores, se los dejo para que ustedes lo consideren.
Recién me doy cuenta que, como dije antes un par de veces, por casualidad o por providencia, me encuentro escribiéndoles el capítulo final de ésta historia justamente hoy, Viernes 13, justo un dia después que también se haya celebrado el Día del Programador en Argentina. Asi que vaya mi saludo para mis compañeros de la profesión.
Y si alguna vez andan por el norte del país por Paraguay, o por la Triple Frontera, y si, aunque ésto lo dudo, alguna vez les da por recorrer y caer en algún agujero de mala muerte, de esos perdidos por caminos de tierra ignotos, o escondidos en algún sótano... si ven una chica trabajando, de ojos verdes brillantes y una boca ancha, páguenle algo para tomar y pregúntenle si se llama o se llamaba Micaela. Y si se sorprende y les dice que si, trátenla bien, acuérdense de mi y acuérdense de ésta historia.
Dios dentro de todo.
En ese tiempo Caniche ni nos escribía. Solo lo hacía a Matu, de vez en cuando. Matu no nos revelaba el contenido de sus conversaciones, pero nos decía que Caniche estaba bien, nos mandaba saludos, y estaba disfrutando mucho del reencuentro con su familia, pasando tiempo con ellos. Hasta llevándolos a tomar helado.
Luego de esa noche que les conté en la celda, en la que charlamos larguísimo con Caniche y Matu, nos contó lo que pensaba hacer y entre todos fuimos puliendo los detalles del cómo, del tema no se habló mas. No hizo falta una orden de Caniche, sabíamos tácitamente que no se discutían temas operativos en voz alta al pedo, esté o no esté el. Nunca.
Recuerdo que fue un lunes de Julio. Hacía un frío verdaderamente de cagarse ese día. Era el Lunes después de un largo feriado de cuatro días que el gobierno había decretado, lo cual para los presos no significaba mucho pero a los profesionales como Caniche les encantaba ya que la gente solía aprovechar, irse a otros lugares y permitirles trabajar un poco mas tranquilos. Estaba tomándome un mate en la celda con uno de los pibes, cagándonos de frío los dos, sentados en nuestros catres y tapados con nuestras mantas cuando vino uno del Servicio Penitenciario que conocíamos, con el que teníamos buena onda y a veces Caniche le tiraba algunos mangos para que mire o deje de mirar algo.
Nos saludó amablemente y me entregó un sobre papel madera, con acolchado de burbujas adentro. El sobre por supuesto estaba abierto. En la cárcel si no estás muy pero muy arreglado con el SPF, abren absolutamente todo y siempre algo te sacan. Me fijé en el sobre y saqué el contenido. Solo había un teléfono, un Samsung de la línea baja, junto con un papel escrito a mano. En el papel solamente había un número de celular y luego decía “PARA VOS SOLO. 19 HORAS”, y estaba firmado con el simbolito que Caniche solía usar para identificar las cosas como oficiales y como órdenes.
Era la cruz de Cristo, rodeada por un simple círculo. Nada mas. Caniche me había dicho hace tiempo que significaba “Dios dentro de todo”.
Me metí el celular en el bolsillo y esperé ansioso la hora, que parecía no pasar mas. A las 19 le pedí a los otros pibes que por favor me dejen un rato solo en la celda, que Caniche lo había pedido, prendí el celular y marqué el número. Me atendió una voz que no reconocí. Le dije hola pero solo me dijo “No, pará, llamá por video.” Y me cortó. Metí el número como contacto de Whatsapp y mandé videollamada. Al ratito me sonreí al ver el rostro de Caniche, a quien tanto extrañaba. La verdad que el estaba sujetando el teléfono como el orto, la imagen se movía mucho y lo veía muy de abajo. Largó una risa cuando me vió.
“Que haces Hacker!”, me dijo.
Me dio una felicidad enorme volver a verlo, “Cani! Que hacés como va?”
“Como andás, querido? Como anda todo?”, me preguntó.
“Ahí anda, bien, que se yo”, le contesté, “Che, boludo, sentate que me estas mareando…”, me reí.
“A ver, pará…” dijo y buscó algún lugar para estabilizarse. Se sentó y pude ver que estaba adentro de algún lugar. Parecía la habitación de una casa muy pero muy humilde, con paredes de ladrillo hueco y poca luz, “A ver ahí….”
Le asentí. Comenzamos a charlar un poco y me empezó a decir que había salido todo bien. Yo tuve sentimientos encontrados. No sabía los detalles, pero si la idea general que habíamos pergeñado. Por un lado me reconfortó que las cosas hayan salido bien y que por sobre todo no le haya pasado nada a Caniche, pero por el otro…
“Escuchame,” me dijo finalmente poniéndose un poco serio, “Te voy a mostrar algo. Te lo voy a mostrar un toque y nada mas, eh? Un toque y nada mas. No me pidas mas. Asi que prestá atención. Ah, y te tengo en el parlante asi que no digas nada. Ni mu.”, me dijo mientras se levantó y comenzó a desplazarse por la vivienda. Abrió la puerta de un cuartito, giró el teléfono para mostrarme y ahí lo vi, mientras el estabilizaba el celular y enfocaba.
Sentadas en una camita para una persona estaban Sara y Micaela, las dos pegadas una al lado de la otra. Las dos estaban con los ojos bien vendados, una gruesa cinta aisladora sobre sus bocas y las manos por detrás de su espalda, como maniatadas pese a que no se veía. Sara con su panza de embarazada, sin atinar a moverse nada, y Micaela pegada a la madre de costado. No se movían mucho, a veces giraban un poco la cabeza como queriendo escuchar algo. No se las veía lastimadas, para nada, se ve que no les habían hecho nada y estaban normalmente vestidas. A Armando no se lo veía por ningún lado. En el cuartito habían tres tipos, uno que yo conocía que era de la banda, sentado junto a una mesita, tomando algo de un vaso y con un fierro importante sobre la mesa. Uno de los otros dos que no conocía estaba mirando algo en su celular, medio distraído, mientras que el otro miraba como Caniche filmaba con el teléfono.
Les confieso que al ver eso debería haber sentido algo, pero la verdad es que no sentí nada. Aun es el dia de hoy que no se si estuve bien o mal en no sentir. El tiempo en la cárcel ya me había curtido tanto y provocado tantos callos en el alma que había cosas que ya ni registraba ni juzgaba. Fuera del bien y el mal.
Caniche mantuvo el celular ahí, mostrándome a Sara y a Micaela por unos pocos momentos mas en silencio y luego salió de la piecita en la que estaban, volviendo por la vivienda a algún otro lado. Lo vi que abrió una puerta de metal y salío como a una especie de patiecito que había, medio techado. Parecía lleno de cosas varias, como tiradas o desechadas y mucho material de construcción desparramado o juntado en grandes bolsas. Se sentó en una silla que no lleguè a ver y seguimos hablando.
“Ya podés hablar”, me dijo.
“Como hicieron para entrar, al final?”, le preguntè
“Con tus llaves, boludín”, se me riò fuerte, “Cuando nos largaron con el Chile me hice el boludo y le di a la gorra el número de las tuyas para que me la de. Ni se fijó el gil. Estaba en otra. Las mìas quedaron ahí, asi que cuando te larguen traémelas.”
Asentì y me sonreì. Caniche era muy rápido. Le preguntè como había sido todo y me contò, algo por arriba sin demasiado lujo de detalles.
Me dijo que cuando salieron después de un par de días de estar con su familia los puso a dos pibes de la banda turnándose por alrededor del que era mi edificio un par de días, relojeando los movimientos y la rutina. Con esa información armaron el plan bastante rápido. El Viernes que era feriado Armando salió con ellas para ir a la casa de Tortuguitas, por lo que el departamento quedó vació y a la noche, con mis llaves, entraron tranquilamente dos pibes para revisar el departamento, los pasillos del edificio, el garaje, que se podía ver y que no, también las vías de escape.
Uno bajó y forzó la puerta del reservado del encargado, revolvió un poco y encontró una copia de la llave que activaba el garaje del edificio, guardándosela. Después subió al departamento y ayudó al otro a llenar algunas valijas, con toda la ropa de Sara y Micaela, la mayoría de las cosas de baño de ellas y algunas otras cosas del departamento que pudieron manotear. Después de un rato llegó un auto, uno bajó a abrirle el garaje desde adentro, cargaron lo que se habían manoteado, lo cargaron en el auto y se fueron.
Para el Sábado a la mañana tenían la llave del garaje y la llave magnética de la entrada al edificio ya clonadas, por las dudas, junto con una copia de la del departamento. Dejaron uno de campana afuera todo el dia, también por las dudas, y no pasó nada. El mismo Sábado ya muy tarde a la noche cuando nadie veía, entraron una camioneta y un auto al garage, dejándolos ahí listos para el otro día. Cuando llegó el Domingo y Armando, Sara y Micaela volvieron a eso de las 20, entraron al departamento tranquilos, normal, sin esperarse nada, pero ya había cinco de la banda esperándolos adentro.
Los encañonaron a los tres, un par redujeron a Sara y a Mica ahí mismo en el living, las ataron y las amordazaron, mientras los otros tres se le echaron encima a Armando, cagándolo un poco a trompadas y culatazos hasta que la poca resistencia que Caniche dijo que pudo brindar, se le evaporó. También lo amordazaron y entre los tres lo sacaron del departamento, llevándoselo al sótano del edificio. Cargaron algunas cosas mas de la casa en dos bolsos y valijas, ya objetos de mas valor, esperaron un poco a que Sara y Micaela se calmen y también las llevaron abajo, cargándolas en la camioneta que estaba esperando pacientemente en el garaje. Las cargaron, salieron del edificio tranquilamente y se perdieron en la noche.
Caniche me dijo que los dos que quedaron con Armando en el sótano lo ataron a una silla y lo siguieron cagando a trompadas, patadas y culatazos, pero ésta vez mas tupido. Diciéndole todo el tiempo lo que le iban a hacer después y como lo iban a hacer cagar.
“Se quebró como una nena!”, se reía Caniche al contarme, “El negro es de esos que se hacen bien los porongas con las mujeres, viste, pero siempre hay uno mas poronga. Siempre hay un pez mas gordo. Nadie tiene los huevos grandes cuando se lo enfierran.”
Yo me sonreí, “Que le hicieron?”
“Nada. Lo fajaron un buen rato, un par de horas. Le dieron para que tenga al hijo de mil putas ese.”, me contestó Caniche, “Me dijeron los pibes que no sabés cómo lloraba y cómo pedía por favor… que pelotudo!”, yo me reía bajito y el continuó, “Uno de los pibes que estaba ahí con el … que bueno, la verdad es medio loquito, pero buen pibe. Medio pervertido. Se ve que se cansó un toque de pegarle y le hizo chuparle la pija un rato. A vos te parece…”, hizo un gesto con la cara como que la imagen mental de eso que el no había presenciado no le gustaba nada. “En fin, después lo cargaron al otro auto y se lo llevaron.”
“Adonde?”, le pregunté.
Caniche me sacudió la cabeza, “No importa adonde.”
“Dale…”
“No importa, Hacker. Aparte mejor si no sabés. Ese no jode mas.”, la forma en que me dijo eso último me dio la impresión que lo de Armando, si no era que ya había sucedido, pronto iba a ser algo permanente.
Después de un pequeño silencio en el que Caniche contestó algo por mensaje con otro celular, me dijo, “Ah, che, nos llevamos algunas cosas. De todo, por ahí hay cosas tuyas. Para ayudar con los costos, sabés? Para los pibes, mas que nada. A mi ni me va ni me viene.”
Le hice un gesto con la mano, “Nada que me importe, Cani.”, le dije, luego con una sonrisa continué, “Poniéndole el pecho todo lo que afanó lo compartió con su gente…”, le dije recordándole la letra de “Niño Jefe”.
Caniche se cagó de risa y me contestó, “Asi es, papá. En fin… nos llevamos toda la ropa de las minas, y todas las boludeces del baño y eso. Documentos, guita, todo eso.”, yo le asentí, “Va a parecer que se tomaron el palo. Y si tenemos suerte, que el negro también se tomó el palo con ellas. Quedate tranqui que está bien encaminado. Salió bien.”
“Entonces… como queda? Sara?”, le pregunté.
Caniche sonrió y me desvió el tema, “El hombre es una criatura atrapada entre el bien y el mal, Hacker”, me dijo. Caniche? Un Zoroastrianista? Me cagué de la risa por dentro, “Mejor no preguntés, querido” me dijo.
Pero yo le insistí. Se tomó un largo rato en el que alguien le alcanzó algo para tomar.
“Mirá, a tu mujer…”, arrancó pero yo lo interrumpí.
“No es mi mujer, Cani.”, le dije secamente.
Me miró y asintió, “Tenés razón. Bueno… a la veterana la voy a dejar por acá. Que limpie, que cocine, que entretenga a los pibes de vez en cuando. Todavía no le hicieron nada, viste, porque estoy yo. Pero en cuanto empecemos a laburar y andemos por ahí … bue, seguro se la van a empezar a atender los que paren acá.”
“Donde es “acá” “?, le pregunté.
“No importa.”, me dijo, “Se va a acostumbrar rápido. Y si no se acostumbra, la van a acostumbrar.”
“Ojo que Sara es muy rápida y muy viva. No dejes que se ponga a hablarte y hablarte que te enreda…”, le advertí.
“Si, bueno, también la van a acostumbrar a cerrar el pico, me imagino.”
“Y el bebé?”, le pregunté, “Porque parece que lo está por tener…”
“Nah, la revisó una de las doñas acá cuando la trajeron y me dijo que le falta un par de meses. Asi que hay tiempo. Cuando nazca me lo voy a llevar yo”, me dijo.
“Eh?”, le pregunté con algo de aprehensión.
“Si…”, me contestó después de una pausa, “Mi señora ya está un poco grande, sabés? Es como yo. Ya no puede tener pibes, pero siempre me dijo que quería uno mas. La verdad Hacker es que estuve bastante tiempo adentro y ella se merece esa alegría. Se que lo va a cuidar y querer mucho, como si fuera de ella. Es una mina dulce y se lo merece, después de todas las que le hice pasar, pobre...”, se rió suavemente, “Posta, amigo, va a estar bien criado. Te lo prometo. Vamos a estar un poco apretados en casa, pero un lugarcito siempre se puede hacer.”
Yo me encogí de hombros, “No se que para que me lo decís asi, si no es mio.”
“No, si, ya se, pero bueno. Te lo digo nomás.”
“Y Micaela?”, le pregunté.
Caniche me lo despachó asi nomas, con la naturalidad de una persona que estuvo en ese ambiente toda la vida. No lo vi dudar mucho asi que por lo que lo conocía, yo sabía que ya lo había pensado de antemano.
“La nena se la voy a regalar a mi socio, Benitez. Te acordás? El que labura en el norte.”, me dijo con frialdad.
Claro que me acordaba de Benitez. Era uno de los varios socios que Caniche tenía desperdigados por ahí. Operaba en el norte, como dijo Caniche, por Formosa, Misiones y Chaco. Varias veces habían trabajado juntos, cuando Caniche tenía que mover algún auto robado o cualquier cosa a Paraguay o Brasil, Benitez se lo facilitaba y se quedaba con una partecita. Siempre habían trabajado asi juntos cuando salía alguna cosa y se tenían bastante confianza. Durante muchos años tuvieron un arreglo con televisores grandes que Caniche robaba, Benitez los pasaba a Paraguay y se los volvían a vender a los giles de aca de Capital que volaban a Asunción a comprarlos mas baratos, creyendo que eran unos cracks. El círculo de la vida.
Pero Benitez también estaba en cosas mucho mas jodidas. Andaba muy metido en el narcotráfico, robo y prostitución, por supuesto que amparado y arreglado con la policía y los gobiernos provinciales, ya que allá no se puede trabajar de otra manera. Manejaba un partecita del tráfico por la Triple Frontera y era dueño de varios tugurios de mala muerte y aguantaderos por esas provincias. Estuvo implicado en un par de cosas que a través de los años estoy seguro que habrán visto en las noticias, aunque el siempre intentó mantener perfil bajo y hacerse lo mas invisible que podía. Era tan vivo como Caniche.
Yo me quedé bastante helado, mirándolo cuando me dijo lo de Micaela. El me habló primero.
“No te enojes, Hacker. Es asi.”, me dijo.”
“Cómo que es asi?”
“Es asi, mi viejo”, continuó, “A mi me quedó una deuda importante con Benitez de unas cosas de hace unos años, que el tiene buena onda y todo, pero se la necesito saldar. Ya hablé con el. Le vendo a la nena por 20 lucas verdes y quedo recontra saldado.”
“Para, Cani…”, comencé pero me interrumpió.
“La va a poner a laburar, seguro. O por ahí la revende, no se, pero seguro se la queda. Recontra cubro la deuda con la pendeja.”
“Cani, escuchame…”, le dije pero el siguió.
“Sabés como va a recaudar el loco? Con ésta nena? Nada que ver con el material que tienen allá. Pff.”, me dijo mientras tomaba algo de su vaso, “Sabés lo que es cuando llega el fin de semana y los pardos bajan de la tala y la cosecha? Los pocos pesos que les dan les queman y lo único que quieren hacer es mamarse y coger.”, hizo una pausa en la que yo no atiné a decir nada, sin poder impedirlo las imágenes de lo que me estaba diciendo me irrumpían en la cabeza. El siguió, por ahí ni dándose cuenta de lo que decía, “Y los que están en el monte, los que laburan por temporada y ni salen de ahí? Sabes lo que es cuando por fin los largan y bajan? Ni te cuento. Son animales, Hacker. Bestias. Algunos no pueden ni hablar, te juro. Va a ser una estrella la pendeja… La van a convertir en una fábrica de pibes…”, se rió pero yo lo interrumpí fuerte.
“Pero pará Cani la puta madre che!”, casi que le grito.
Me miró un poco sorprendido y se recompuso, “Uh… tenés razón. Perdoname, me fui de boca.”
“No se lo va a bancar, pensalo…”, le dije tratando de hacerlo entrar un poco en razón.
Caniche se encogío un poco de hombros, “Se lo va a bancar porque se lo va a tener que bancar. Si se retoba va a ser peor.”, solamente dijo y guardó un poco de silencio.
Me quedé pensando con el, también en silencio. Tenía razón. Todo el tiempo en la cárcel ya me había dado la curtiembre necesaria para darme cuenta enseguida que tenía razón. A Mica la iban a cuidar y mantener lo mejor posible porque les convenía que esté bien. Pensé inmediatamente en lo que Caniche no me dijo, y lo dejó a nuestro entendimiento mutuo. Que si Micaela se retobaba, o peor, si se intentaba escapar la iban a fajar duro. Y si con eso no alcanzaba, los monchos y los mierderos seguro la iban a picar con alguna de las mierdas con las que traficaban (o con todas), para dejarla bien mansita y bien adicta.
Me puse a discutir con Caniche. Le rogué, le imploré que no lo haga. Le di mil opciones... que la cuide hasta que yo saliera, que directamente se la quede el, le juré que de alguna manera le iba a pagar la deuda que el tenía con Benitez cuando saliera, laburando para el o no. Pero no hubo caso. Finalmente, ya algo exasperado, me habló con un tono muy serio.
"Marquitos, cortála...", sólo me llamaba por mi nombre cuando yo me mandaba alguna cagada, o el pensaba que era asi, "Te dije que ya está. No des mas vueltas. Olvidate y dejame de romper los huevos. Te entiendo, amigo. Te juro que te entiendo, pero ya está."
"Pero pará...", yo seguía pero me interrumpió.
"Pero pará, nada. Te dije que ya está. Entendelo. Ya es un hecho, ya arreglé, no hay vuelta atrás.", me dijo mientras yo lo miraba en silencio, "Entiendo que es una reverenda mierda todo lo que te pasó, no te creas que no lo se, pero así cae la bola. Punto. Te vas a olvidar. Te vas a olvidar de la nena. Te vas a olvidar donde está. Todo. La pendeja se murió, Marcos. Para vos, para lo que a vos respecta, la pendeja se murió. No existe. Punto. Tomalo asi."
Me vio frotarme un poco los ojos y siguió, "Tenés que entender... ojalá por ahi con el tiempo lo entiendas, yo creo que si porque sos un pibe piola. Pero tenés que entender que la pendeja se murió el primer dia que estuvo con el hijo de puta ese. La que querías dejó de existir ahi, y apareció ésta otra que siguió. Era otra persona, Marcos. La que vos querías no está mas, está ésta otra, que no es la tuya. Y desde ese dia nunca lo quiso ser."
Lo miré en silencio y continuó, "Que decía San Agustín? Que la paciencia es la compañera de la sabiduría. Date tiempo, nene. Date tiempo y vas a ver que es asi."
En unos segundos de silencio pensé, mientras Caniche me miraba. Me miraba y tomaba algo de su vaso, contemplándome en silencio. En esos segundos, de nuevo sentí por dentro la superficie de cuero en la que pareció haberse vuelto mi alma, en lugar del terciopelo suave que siempre tuve, gracias a todo el tiempo que llevaba en la cárcel. Asentí en silencio, mientras que Caniche hizo lo mismo.
Cuando uno hace un pacto con el diablo, a sabiendas o sin saber, uno se cree que puede ganar. Algunos otros se creen que pueden perder. Pero la verdad es mucho mas terrible y, si me apuran, hasta maravillosa. La verdad es que cuando se pacta con el diablo se gana y se pierde al mismo tiempo, y eso es algo que sólo se entiende, sólo se entiende de verdad, una vez que ya se le puso la firma al pacto. No antes.
"Sin rencor, Marquitos.", me dijo.
Yo le contesté secamente luego de un momento, "... solo business."
"Te quiero mucho, amigo", finalmente me dijo Caniche, "Cuidate, eh? Ya nos vamos a estar viendo pronto."
Le asentí, "Yo tambien.", y vi como cortó la llamada.
Un par de meses después, un dia vinieron a buscarme dos del SPF a la celda y me llevaron hasta otra dependencia de la cárcel. Me hicieron entrar a lo que parecía una oficina, donde habia otros dos policías y un escritorio. Sentados detrás del escritorio, una mina joven y muy linda, junto a otro tipo mas viejo, de traje. Me hicieron sentar frente a ellos del otro lado del escritorio y me empezaron a hablar, mientras los canas se quedaron cerca y de guardia. Decían que eran de una fiscalía y que estaban investigando la posible desaparición de Sara y Micaela. También la de Armando, pero que eso lo estaba llevando otra gente. Me preguntaron si yo sabía algo, debido a toda mi historia como ex pareja de Sara y el motivo por el cual estaba preso.
Les dije que no. Que no sabía nada. Que yo estaba preso sin contacto con ninguno de ellos y que que iba a saber. La chica anotaba y el tipo me seguía preguntando. Me pidió que le entregue mi celular a uno de los policias y le di un celu fantasma que llevaba encima, sin nada incriminatorio, solo tonterías y cosas de cárcel en las que seguro no estarían interesados. El otro celular, que yo usaba en serio, lo tenía bien guardado en la celda. El tipo pareció estar complacido que yo estaba cooperando.
"Dígame, usted conoce a Darío Adrían Peña?", me preguntó el tipo.
Me hice el boludo como que lo pensé un segundo, "Darío... ah, Caniche dice usted?". El asintió con la cabeza, "Si, obvio. Era mi compañero de celda. Todos lo conocen. Pero ya lo largaron hace tiempo."
"Si, claro. Usted mantuvo contacto con el luego de que recuperó su libertad?"
Sacudí la cabeza, "No. Se fue y no hablamos mas. Por ahi alguno de los otros pibes que tenía mas confianza sabe."
La chica anotó y de repente me preguntó, "Entonces usted, Marcos, no tiene información sobre el paradero o la desaparición de Sara..."
La interrumpí, "No, señorita, mire... Saber no se nada, me estoy enterando ahora con lo que me están diciendo ustedes. Yo estaba aca y ya pasó mucho tiempo desde que la vi.", ella anotó algo y le seguí hablando, "No se habrán mudado, no? O ido con la nueva pareja a algún lado?"
"Con Armando Espinoza?", me preguntó. Yo le asentí, "... es una de las hipótesis fuertes que estamos barajando.", me dijo.
"Sabe, Marcos, que usted puede tener reducción de pena si es que sabe algo y colabora con nosotros, no?", dijo el tipo, "Ya sea información sobre su ex pareja, o sobre Darío Peña. A ver, su colaboración entra en el régimen que podemos considerar para reducirle la pena, no habría problema."
Puse mi mejor sonrisa falsa y le dije, "Bueno. Buenísimo. Es lo que estoy haciendo, no? Colaborando. Ya le dije."
La chica anotó mas cosas, me preguntaron un par de tonterías mas sobre cosas que no tenían nada que ver con ésto, cosas de la cárcel, y el SPF me llevó de nuevo a mi celda. Finalmente nunca obtuve una reducción de pena. Quedó en la nada. Y por suerte jamás se me ocurrió intentar averiguar como seguía el tema de la posible desaparición, ya que eso habría levantado sospechas.
Finalmente pasó el tiempo y pude salir en libertad. Me costó acostumbrarme. Algunas veces me juntaba con Caniche y con algún otro de la banda, quienes me ayudaron a encontrarme un lugar para parar y empezar a rehacerme la vida. Después me fui a compartir departamento con el que era uno de mis compañeros de mi antiguo trabajo, con el que nos llevabamos bien, y con el estuve un tiempo. A través de los contactos que todavía tenía del laburo, de clientes, me puse a laburar haciendo cosas de programación freelance para algunos de ellos y pude ahorrarme algo de plata en dólares y junto con algo mas de dólares que me prestó Caniche y préstamos de otros amigos, junté lo suficiente para irme del pais y arrancar de nuevo en otro lado, que fue mi idea desde que salí de la cárcel.
Si, cuando salí de la cárcel y me empecé a asentar de nuevo, mas de una vez pensé en buscar a Micaela. Pero Caniche no iba a ser de ninguna ayuda, y no sabría otra manera. Además cómo lo haría? Había pasado lo que parecía tanto tiempo y cuántas cosas habrían cambiado. Me iría al norte? A que? A visitar agujero tras agujero buscándola? La cárcel como les dije me curtió, pero reconozco que no tanto como para eso. Y si la llegaba a encontrar, entonces que? Si se llegaba a dar el absoluto milagro o casualidad que la encontraba en algún lugar de esos, que? Me iba a pelear con 20? La iba a rescatar a los tiros, como en las películas? Y además, lo mas triste, con que me iba a encontrar? Con quién? Decidí sencillamente irme. Irme lo mas lejos que pudiera.
Desde hace unos meses que estoy viviendo en otro país, no importa cual. Conseguí un lugar para vivir que lo comparto con una chica, también inmigrante, con la cual a medida que pasaron los meses de convivencia fuimos pegando onda y ahora es mi novia. Me ama y yo a ella. Nos llevamos de maravillas. Ella es diseñadora gráfica freelance mientras que yo trabajo en negro en una casa de comidas, de encargado del local, a la vez que sigo haciendo laburos de programación por mi cuenta. Todo ayuda.
Escribí todo ésto porque sentía la necesidad de contárselo a alguien, y a mi novia no se lo puedo contar, y nunca lo voy a hacer. Ni pienso en Armando, ni me interesa. Y para serles honestos, a veces en mis noches solitarias me pongo a pensar en Sara, pero me estoy dando cuenta que con el tiempo, cada vez me acuerdo menos de su cara. Me resulta cada vez mas borrosa, como una imagen que se aleja cada momento mas. Un dia yo se bien que va a desvancerse hasta desaparecer por completo.
La cara de Micaela, sin embargo, en esas noches solitarias me atormenta. Y se que esa jamás me la voy a olvidar. Por ahi esa es mi condena perpetua en todo ésto, mas allá de los años que pasé en la cárcel.
Cuando empecé a contarles ésta historia les dije que era una historia de bajezas. Y creo habérselos demostrado. Les conté las bajezas de Armando. Las de Sara. Las de Micaela, y aun hasta las de Caniche. Lo que nunca les dije hasta ahora que también estaban las mías, y son éstas. Cuales son mejores o peores, se los dejo para que ustedes lo consideren.
Recién me doy cuenta que, como dije antes un par de veces, por casualidad o por providencia, me encuentro escribiéndoles el capítulo final de ésta historia justamente hoy, Viernes 13, justo un dia después que también se haya celebrado el Día del Programador en Argentina. Asi que vaya mi saludo para mis compañeros de la profesión.
Y si alguna vez andan por el norte del país por Paraguay, o por la Triple Frontera, y si, aunque ésto lo dudo, alguna vez les da por recorrer y caer en algún agujero de mala muerte, de esos perdidos por caminos de tierra ignotos, o escondidos en algún sótano... si ven una chica trabajando, de ojos verdes brillantes y una boca ancha, páguenle algo para tomar y pregúntenle si se llama o se llamaba Micaela. Y si se sorprende y les dice que si, trátenla bien, acuérdense de mi y acuérdense de ésta historia.
Dios dentro de todo.
9 comentarios - Perderlo Todo (Parte 7 y final)