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Perderlo Todo (Parte 6)

Fue en Agosto de 2020 cuando estallò todo, de la peor manera posible, y cambió mi vida para siempre.

Había arreglado por Whatsapp con Sara, muy tersamente, para que yo vaya a buscar algunas pertenencias que me habían quedado ahí y que nunca me llevè. Nada importante, mas que nada libros y ropa que quizás ya ni usaba, pero no querìa que queden ahí. Sara me dijo que a las 15 no iba a haber nadie en la casa y como yo tenía aun la llave magnética y la del departamento que podía ir tranquilo a retirar lo que necesite. Lamentablemente cuando me disponía a salir de casa para llegar a horario, recibí un email urgente de mi trabajo con una emergencia que había que solucionar, inmediatamente. Me conecté con mi equipo de trabajo y luego de un par de horas los dejé para que sigan, con el trabajo encaminado.

Pero por supuesto eso me hizo llegar tarde, recién como a eso de las 18. Al entrar al edificio me agarrò una sensación fea en el estómago ya que lo vi a través de la puerta de cristal a Armando, quien estaba detrás del escritorio de portero con unos papeles. Me calmé rápido y decidí nada mas pasar para los ascensores e ignorarlo completamente. Ya me esperaba una situación potencialmente tensa arriba en el departamento, con Sara y Micaela ya en casa a esa hora, y no quería ésta situación también. Por lo que pasé caminando en silencio frente a el, apurando el paso sin decirle nada.

“Buena’ tarde’…”, escucho que me dice mientras pasaba. Yo lo ignoré. Al ver que no le contesté, levantó la voz fuerte y me dijo de nuevo “BUENA’ TARDE’ DIJE!”. La sangre me hervía, pero me frené, me di vuelta, le asentí con la cabeza y le contesté suavemente.
“Buenas tardes.”, sólo dije.

Años después, una persona que se convirtió en un gran amigo mio me dijo algo muy cierto, que yo hasta ese momento no me había dado cuenta. Me dijo que había un montón de gente en la vida que eran malos perdedores. El mundo estaba lleno de malos perdedores. Pero vaya a saber uno por que, también hay algunos pocos que son malos ganadores. Y esos son peores. Armando me había ganado. No sólo ganado, me había ganado por goleada. Me sacó primero a la que consideraba mi hija, después a mi pareja y junto con las decisiones horribles de Sara las corrompió a las dos, contribuyendo a poner las cosas tan mal que tuve que dejar mi casa. Ya está. Yo perdí y el partido, por decirlo asi, había terminado.

Pero algunos hijos de puta, se ve, no pueden con su genio y cuando ganan quieren ganar mas fuerte. Armando esperó que mi ascensor llegue y cuando estaba abriendo las puertas se despachó.

“Saludame a las chica’, puto.”

Ese fue su error. Ahí fue cuando Armando, aun sin saberlo, lo perdió todo. Pero eso vino mucho después. Al escuchar lo que dijo perdí toda noción de todo, les diría. Estallé de bronca y corrí para donde estaba sentado para abalanzarme encima de el. El se sobresaltó al verme atacarlo y pronto nos trenzamos. Yo, lo admito, nunca supe pelear, jamás había tenido que hacerlo y por suerte Armando parecía que mucho tampoco. Yo soy alto y delgado, mientras que Armando como saben es bastante gordo y macizo y mas fuerte que yo. Nos trenzamos ahí en el hall y entre forcejeos, alaridos y puteadas nos empezamos a cagar a trompadas. La verdad es que cobramos los dos. Durante un forcejeo Armando se resbaló y se cayó al piso, lo cual aprovechó para levantarse e intentando tomar distancia de mi abrió la puerta de calle del edificio y trastabilló hasta la vereda. Yo lo seguí a grito pelado y nos trenzamos ahí de nuevo afuera, a puro grito y puteada limpia.

No me pregunten de dónde, juro que no me acuerdo y con el torbellino de emociones que llevaba en ese momento hay cosas que no me acuerdo, pero si recuerdo que de algún lado saqué una rama de árbol bastante gruesa, seguro de uno de los árboles de la cuadra, que debía estar ahí a mano, caída en la vereda, no lo se, y me le abalancé al viejo con ésta arma improvisada. Le empecé a dar duro, al bulto sin apuntar, mientras el viejo puteaba y se cubría con el brazo como podía hasta que cayó de nuevo a la vereda y yo le seguía dando mientras estaba en piso, totalmente desencajado de furia. Ahí siento que me agarran de atrás bien fuerte y me ponen un brazo apretándome la garganta, como en una toma de judo o algo así. Había perdido toda noción de mi entorno, pero se habían juntado dos o tres personas que pasaban para ver lo que estaba ocurriendo y de algún lado salió un policía, que fue quien me retuvo.

Perdí un poco el aire y me sentí debilitado, cayendo a la vereda con el policía encima mio, reteniéndome con su peso y doblándome un brazo muy dolorosamente. Me tuvo ahí un rato, yo con la cabeza en el piso podía ver poco pero Armando ya no estaba a la vista, habría entrado. Pronto llegó un patrullero con mas efectivos, me esposaron y me rodearon. Estuvieron algunos minutos hablando por sus teléfonos, me revisaron la billetera y mis pertenencias, haciéndome preguntas que yo ni quería contestar, me cargaron al patrullero y me llevaron a la comisaría, donde me procesaron y pasé la noche.

Pasé una noche de mierda en la celda, sin poder dormir nada de los nervios y la incomodidad. La policía no me trató ni bien ni mal, pero me ignoraban bastante. Al otro día me pude comunicar con mi abogada y vino a verme. Le conté todo y me dijo que ya había averiguado antes de entrar a verme y que Armando me había puesto una denuncia por agresión y lesiones, aduciendo que le había roto una muñeca. Lo cual por ahí era cierto o no, pero no tenía forma de saberlo. Ella me dijo que iba a hacer lo posible para sacarme, pero con una denuncia ya presentada era muy difícil.

Un dia después me trasladaron a otra unidad policial, un poco mas cómoda por suerte, y me tuvieron ahí detenido varios días mientras mi abogada decía que estaba haciendo todo lo posible para sacarme pero se había complicado porque el fiscal de turno parecía que se negaba a dejarme libre argumentando que yo era un peligro y una persona evidentemente de riesgo para la integridad de los demás. Estuve casi una semana mas ahí y en ese tiempo me enteré que me habían dictado formalmente prisión preventiva por todo lo que había pasado. No solamente eso, sino que la hija de puta de Sara, según dijo mi abogada, también aprovechó para denunciarme por violencia doméstica y de género, por lo cual el fiscal sumó su denuncia a la de Armando y juntó todo en una misma causa contra mi. Yo sabía que Sara lo había hecho para tratar finalmente de deshacerse de mi, y castigarme a su manera, pero igual me dio por las pelotas que en mi peor momento ella también se sume a hacerme la vida peor. Peor aun de lo que ya lo había hecho.

Me pasaron finalmente a la custodia del Servicio Penitenciario Federal y me alojaron en uno de los CPF para adultos que funcionaba dentro de la cárcel de Devoto, separado del resto de la población de la cárcel. Tuve una sucesión de audiencias varias con mi abogada, el fiscal y otros abogados querellantes en lo que sentía, en mi confusión, que era todo un remolino de legalidad, burocracia y desesperación que llegó un punto que yo ya ni sabía para que era cada audiencia. Unos meses después finalmente nos presentamos con mi abogada a la audiencia final por Zoom, con el juez y todas las partes, la cual durò algunas horas. Mi abogada intentó por todos los medios alegar que lo mìo con Armando había sido solamente una riña, y quería que se considere como tal, ya que solamente llevaría una pena de 120 dias de prisión (que ya los había cumplido) hasta 6 meses. El abogado querellante, sin embargo, se amparaba en que había sido absolutamente premeditado y se apoyó también en la denuncia de Sara para solicitarle al juez que se tome como agresión y lesiones, con intento de asesinato en grado de tentativa, lo cual incurría una pena de 3 a 6 años.

También salió a la luz durante ésta audiencia que debido a la denuncia de Sara por violencia doméstica y de género, cuando el abogado le tomó declaración a Micaela la nena directamente mintió diciendo que yo tenía comportamientos violentos en casa, que le gritaba y a veces la zamarreaba, lo que me terminó de partir el corazón. Mi abogada luego de la audiencia me contó que la nena dijo eso seguramente influenciada por Sara, que estaba segura de eso, pero asi eran los testimonios de menores a veces.

Un tiempo después me dictaron sentencia y la querella se salió con la suya, ya que me dieron 3 años de prisión por agresión y lesiones agravadas, con premeditación, junto con una orden de restricción perimetral a favor de Sara y Micaela efectiva por 5 años una vez que cumpla mi condena y salga en libertad. El Juez explicó que los cargos y la evidencia eran graves, pero como era mi primera incidencia y no tenía ningún tipo de crimen o condena previa, decidió otorgar el mínimo de la pena, con posibilidad de reducción por buen comportamiento o trabajos comunitarios. Sin mucho mas trámite, ya que yo ya estaba alojado en el CPF, al otro día me trasladaron al penal de Devoto propiamente dicho, junto con la población común, y me procesaron para comenzar a cumplir mi condena.

Yo estaba perdido y, la verdad, con un miedo terrible. La primera noche por suerte no pasò nada pero yo no peguè ni un ojo por miedo, pero el segundo dìa en cuanto los que tenía cerca me vieron tierno me empezaron a apurar mal, pidiéndome cosas de muy mala manera y sin creerme cuando les decía que no tenía nada.

Por mas suerte que providencia, creo yo, me habían alojado en el un pabellón de gente dentro de todo bastante tranquila a comparación de lo que eran otros sectores de la cárcel. Donde estaba yo estaban generalmente por robo y había muchos que eran motochorros. Otros pabellones eran mucho mas pesados. Y, a la vez, estoy seguro que mas por providencia que por suerte fue ahí en esa situación en la que me estaban apurando y hostigando constantemente fue cuando conocí al que terminó siendo con el tiempo uno de mis mejores amigos de la vida.

Se llamaba Darío, pero todos le decían “Caniche”. Caniche era ya un tipo grande, pasados los 50 años. Era un malandra a la antigua, de esos que se comportaban y tenían códigos. Para el la delincuencia era tan sólo una profesión mas, a la que se había dedicado toda la vida, desde chico a fines de los ’80. El padre también había sido delincuente desde la época de Onganía mas o menos, y de él había aprendido mucho. Si lo veías, podía pasar perfectamente por un oficinista, o un cajero de banco. Cualquier cosa. Pero tenía una voz bastante imponente, se expresaba siempre con mucha confianza y no era un tipo para nada violento.

En cuanto Caniche vio que los otros me apuraban y me empezaron a tratar mal, irrumpió y los echó de la celda por un rato, quedándose conmigo solo. Me miró como examinándome y me extendió su mano, la cual tomé y se la estreché. Nos presentamos y nos sentamos a charlar en la celda. Me ofreció mate y tomamos mientras charlamos, y asi fuimos conociéndonos y haciéndonos amigos rápido. No se si se compadeció al verme tan perdido y tan carne fresca, o que fue, pero siempre me trató muy bien, muy amable y con mucho respeto, el cual yo le devolví siempre de igual o mejor manera.

Caniche me contó que el regenteaba una bandita adentro del pabellón y afuera de la cárcel. Una banda de gente que el empleaba para trabajos. “Buenos pibes, la mayoría,” según el, “No como los de los otros pabellones, que… mamita, que elementos!”, me dijo. Caniche se dedicaba principalmente al robo de casas y vehículos. De vez en cuando sus contactos lo empleaban para alguna otra cosa, para alguna changa delictiva que por ahí salía, pero lo de el era el robo y a eso se dedicaba. Me dijo que ésta era la cuarta vez que estaba adentro, que ya conocía a todos y todos lo conocían a el, sobre todo los jefes de los otros pabellones. Esta vez había caído después de un trabajo por Luján, porque uno que empleó y medio no conocía terminó buchoneando y haciendo caer a los demás, pero que por suerte ese buchón “ya no estaba”.

Me dijo de entrada, en nuestras primeras charlas, “Vos quedate tranquilo que aca nadie te va a hacer nada. Si nos tratás bien, te portás bien y nos bancás cuando hace falta, vos dormí sin frazada que nosotros y yo también vamos a estar ahí para bancarte.”
Yo asentí en silencio y el siguió, “Vos viste lo que son esos pibes, los de los otros pabellones, mamita! Tienen la cabeza quemada por la droga esos pibes. Asesinos, drogadictos… son irrecuperables. Mejor perderlos que encontrarlos, acordate. No te metás en quilombos con esa gente, si se le puede llamar gente.”

Por supuesto una vez que entré en confianza con el, pasábamos mucho tiempo juntos, tomando mate y charlando absolutamente de todo. De fútbol y religión. Hasta de tecnología. El era un ladrillo con las cosas técnicas, me decía siempre riendo, pero le interesaba saber y conocer para aplicarlo a su trabajo. Y naturalmente le conté todo lo que me había pasado, una larga tarde, desde el principio. Una larga tarde de largos mates, donde Caniche me escuchaba y me preguntaba cosas, visiblemente interesado y comprensivo. El tenía familia, una esposa y dos pibes, por lo que escuchó bien la historia y fue tan amable y comprensivo conmigo que ahi terminamos de cementar nuestra relación de gran amistad.

La verdad, para serles sinceros, mi tiempo en la cárcel no fue malo. No se piensen que las cárceles de acá son como las que ven en las películas o en las series, todos ordenaditos en sus celdas, llevados como ovejas por los guardias de aca para allá. No se cómo serán las de máxima seguridad, pero las normales de acá no son asi. Son como un conventillo, o un vecindario. Un hormiguero de gente que a veces se calma a la noche, pero durante el día parece una vecindad desordenada, llena de música, gritos, risas, y peleas. A veces de vez en cuando se daba que podíamos hacer algunos choripanes en una parrilla que había y que nos permitían usar. Otras veces de repente aparecía alguna pelota y se armaban picaditos, que nunca terminaban bien.

El primer mes de mi estadía, Caniche habló con los del Servicio Penitenciario y logró que me pasen a su celda, la que desde ese momento comencé a compartir con el, con uno de sus mano derecha que le decían "Matu" y con otro pibe muy joven de la banda. Caniche tenía otro ladero de confianza, que le decían "El Chile", pero ese estaba en otra de las celdas. Yo me mantenía fuera de todo tipo de quilombo, pero a veces por mas que uno quiera evitarlos los quilombos lo encuentran a uno. Cuando ésto pasaba, puedo decir con cierto orgullo que me la banqué, banqué a los de la banda y, tal cual me lo había prometido Caniche, ellos me bancaron a mi. Pasaron los meses y me gané un lugar con ellos. No en la banda propiamente dicha, no hacía trabajos para ellos y no intervenía en las los trabajos para afuera que organizaban desde dentro de la cárcel (al menos no en ese momento, después con los meses si).

En cuanto la banda vió que yo sabía de tecnología, era programador y me daba mucha maña para arreglar y configurar cosas, pasé a ser muy apreciado. Era fija que siempre les estaba ayudando con algo. Limpiarles bien los celulares para que no queden rastros de algo, reinstalarles cosas en un par de laptops recauchutadas que tenían, mostrarles cosas que desconocían y demás. La banda también empezó a interesarse mucho en los conocimientos que yo tenía, cosas que había aprendido por motu propio o por mi profesión, asi que comenzé a enseñarles cosas, mientras se podía. Por supuesto que no les pude enseñar algo tan complicado como programación, pero si cosas de mantenimiento, instalación de software y sistemas operativos, como conseguir software crackeado y cosas asi. También cosas que había aprendido por mi cuenta, solamente de curioso e interesado, como por ejemplo rootear teléfonos, métodos para clonar IMEIs, llaves magnéticas, dispositivos NFC, redes y varias otras cosas. Por lo que muy pronto me gané mi apodo. Todos comenzaron a llamarme "Hacker".

Si me permiten darles un consejo, nunca, pero nunca se piensen que los presos están por debajo de ustedes. Nunca piensen que no pueden aprender nada, que son ignorantes, y por el amor de Dios jamás, pero jamás los subestimen. Si hay algo que hay en la cárcel es tiempo, y cuando los presos ven que algo les puede servir, sea lo que sea, lo aprenden y lo adoptan rápido. Me terminé ganando un lugar en la banda, aunque haya sido ad honorem, a fuerza de serles útil y bancarlos. Y ellos, por sobre todo Caniche y sus dos mano derecha, siempre me lo respondieron con creces. En la cárcel pasa de todo, igual que afuera, y hay todo tipo de gente, igual que afuera. Pueden pasar las cosas mas insólitas y a veces darse las situaciones mas emocionantes.

(Sólo les puedo contar una de esas. Una vez, durante nuestras largas tardes de charla con Caniche, salió el tema de la música y le dije que a mi me gustaba el Metal. El era mas del rock clásico nacional, cumbia y algo de folklore. Metal no conocía casi nada. Le hice escuchar "Niño Jefe" de Almafuerte en mi teléfono y con asombro vi como a Caniche casi se le escapaba una lágrima. Me dijo que la canción como que le hablaba a el, y le hacía recordar mucho a su padre también. Me pidió escucharla varias veces. Desde ese momento me pidió que le muestre mas Metal y ahora le encanta.)

Por supuesto, pese a que podía hacerlo, y tenía los elementos como para hacerlo, pero desde que fui encarcelado nunca mas revisé las cámaras del departamento. La verdad es que me daba verguenza hacerlo delante de otra gente, por mas confianza que ya les tenía, y los momentos privados en la cárcel son muy pocos. Además Caniche, en su sabiduría y comprensión, siempre me dijo que no lo haga. Que lo olvide, que ya estaba.

"Ya fue, nene", me decía, "La vida es asi y la vida sigue. Dejalo atrás. Olvidate y rehacé tu vida, vos todavía cuando salgas de acá podés. Sin rencor, todo bissssnessss.", se reía, alargando las eses.

Le hice caso. Juro que le hice caso lo mas que pude. Hasta que una fatídica noche me sentía deprimido, no estaba nada bien. Caniche nos había contado ese dia, muy feliz, que lo iban a largar pronto. A el, al Chile y a otros mas unos días despues. Me sentí triste por saber que no lo iba a ver, ni compartir tanto con mi amigo. Llovía a cántaros afuera y por primera vez desde que entré al penal, me sentí solo, pese a que compartía la celda con otras tres personas. Me levanté del mi catre, busqué un rinconcito para no joder a los demás que dormían, y me puse a revisar las cámaras en mi celular. Por supuesto ya nadie estaba para hacer backups si yo no estaba, asi que el pobre disco rígido del grabador solo mantenía los últimos 30 dias, sobreescribiendo un dia nuevo constantemente. Pero algo era algo, me dije, y comencé a revisar esos dias, en silencio con mis auriculares.

Vi lo que me esperaba ver. A Armando ya prácticamente viviendo en la que era mi casa, con la que era mi pareja y con la que yo consideraba mi hija. A veces lo vi cogiéndose a una, a veces a otra. Como siempre, pero parecía haber mermado la frecuencia del sexo que solía tener con ellas. Algunos dias estaba pero no pasaba nada. Dormía seguido, varios dias a la semana, en la que era mi cama junto con Sara. Un par de fines de semana vi que el departamento permaneció completamente vacío. Me imaginé que Armando se las habría llevado a su casa en Tortuguitas.

Pero hubo una noche, según el archivo del grabador hacía seis días, un Viernes, que noté algo que me llamó la atención visualmente mientras recorría el archivo rápido. Volví atrás y me puse a ver. Era alrededor de las 22:30, ya habrían cenado me imaginé, y los vi a los tres en el cuarto, en la cama grande. Tragué saliva, pero no parecía tan terrible. Parecía hasta normal, asi que me puse a escuchar.
Estaban los tres en la cama. Armando y Sara recostados con sus espaldas sobre la cabecera de la cama, con las piernas tapadas hasta sus cinturas. El con el torso desnudo y un brazo alrededor de Sara, acariciándola suavemente mientras que ella recostada sobre él, sobre su panza y costado, devolviéndole las caricias sobre su pecho peludo. Micaela estaba con ellos, pero sentada en la cama de piernas cruzadas, no estaba tapada y estaban hablando los tres, o en realidad parecía como que Armando y Sara estaban escuchando a Micaela, quien estaba solo con una remera puesta y una bombacha.

"Bueno, dale, hablemos", le dijo Sara a Micaela mientras Armando escuchaba en silencio. Micaela parecía querer contestar, pero no parecía encontrar las palabras o las formas. Sara le insistió, "Dale, Miki, contanos que era lo que querías saber. Somos mami y Armando, mi amor. Sabés que nos podés contar cualquier cosa. Lo que quieras.", le sonrió dulcemente.
"Seh", dijo Armando.
"No tengas verguenza mi vida," le seguía hablando Sara con dulzura, "Sabés que nosotros siempre nos pudimos decir todo, no? Siempre fue asi y eso no va a cambiar nunca, te lo prometo."
Micaela finalmente juntó coraje y habló, "Tengo un poco de miedo."
"Eh? Miedo de que?", preguntó Armando y le tomó una mano, acariciándola con sus dedos toscos.
"No se, ma.", respondió Micaela, "A veces me cuesta adaptarme", dijo. Tanto tiempo había pasado, pensé, que ya sonaba tan adulta?
"Vos decís a la situación de ahora, no?", preguntó Sara, "Que Armando ahora está con nosotras?". Micaela asintió con la cabeza y Sara le repreguntó, "Sentís como que lo estás perdiendo a Armando?"
"Puede ser, no se...", contestó Micaela.
"Sentís como que ya no te quiere? O que te quiere menos?", preguntó Sara
"Puede ser...", dijo Micaela mirándolo a Armando.
"Pero que decí, mami..." le dijo Armando a Micaela con una sonrisa, "Mirá si te voy a deja' de quere', ta' loca vo', muñequita?"
"Y pero está con vos", contestó Micaela, "Estás con mamá.", le repitió a Armando.
"Si, y?", le contestó Armando, " 'toy con tu mamá y también 'toy con vo', linda. Que problema hay?"
Sara lo frenó suavemente y le sonrió a Micaela, "Lo que Mica quiere decir es que de repente se siente desplazada, y que le parece que perdió el lugar que tenía y en el que estaba cómoda, no Miki?"
"Si, algo asi, no se", contestó Micaela.
Sara le sonrió y le habló dulcemente, "Es parte de crecer, Miki. Crecer es aceptar cosas nuevas y aprender. Vos sos mi vida, Miki. Mi sol. Nunca pero nunca haría algo para lastimarte, eso lo sabés no?"
"Obvio, ma..."
"Bueno entonces por que no aprendemos ésto nuevo todos, mmm? Crecemos todos? Te parece? Para mi también es nuevo.", dijo Sara.
"Pa' mi también, la verdá... ", acotó Armando.

Mica asintió y se arrimó a Armando para abrazarlo y descansar su cara sobre el pecho peludo, mientras que Armando la abrazó con su brazo libre y le acariciaba la mejilla con una sonrisa. Sara los observó a los dos, también con una suave sonrisa, y estiró una mano para también acariciarle el pelo a la nena.
"Ya se", dijo Sara, "Vos pensás que vas a dejar de tener tu intimidad sexual y tu relación con Armando, no?"
"Ni en pedo", acotó Armando
Mica se incorporó un poco y los miró a los dos, "Si, puede ser. No quiero eso."
Sara tomó aire y pensó por un momento breve, "Y nosotros tampoco queremos que la pierdas. Quedate tranquila. Yo se que ésto es... inusual, pero hagamos una cosa. Mirá. Pensalo así. Vos lo querés a Armando y Armando te quiere a vos, no?"
Micaela asintió y Sara siguió, "Yo ya sabés que lo quiero a Armando y el me quiere a mi. Nada de eso va a cambiar. Entonces, como te dije antes, aprendamos juntos. El amor entre personas es maravilloso, Miki, se que lo sabés."
"Claro, ma."
"Aprendemos a compartir?", le preguntó Sara sonriendo, a lo que Mica le respondió con otra gran sonrisa de su ancha boca. Sara giró para decirle a Armando, "Para vos también va, eh? Porque ésto es un trato entre todos. Aprendemos a compartir?"
"Ma' vale...", dijo Armando riéndose y estrujando cariñosamente la cintura de Sara
"Entonces no hay ningún problema", dijo Sara feliz, "Nada cambia realmente, Mica. Yo se que te hace muy pero muy feliz complacerlo a Armando. Y a mi también me hace feliz hacerle lo mismo. Y yo se que el nos quiere a las dos por igual."
"Vení, linda..." dijo Armando y ayudó a incorporarse un poco a Mica para acercarle la cara y darle un beso, amoroso y profundo, que Mica respondió mientras Sara los miraba con una sonrisa. "Asi me gusta", le dijo a la nena, "Sabe' que te quiero, linda, y sabe' que también la quiero a tu mami. Aparte mirá, vení vo'...", le dijo a Sara mientras la dejó de abrazar y la ayudó a incorporarse un poco en la cama.

Sara intuyó lo que Armando quería, se incoporó con la ayuda de el y con una sonrisa se levantó un poco la suelta blusa que llevaba, revelando una panza de embarazada ya bastante hinchada. Sara se pasó unos dedos suaves sobre su panza, y Armando hizo lo mismo con sus dedos gruesos. Micaela se rió finito y feliz, mirando el embarazo de su mamá.

"No 'ta linda tu mami? Eh?", le preguntó Armando. Mica asintió y Armando le repreguntó, "Decime la verda', no e' linda tu mami?"
Micaela miró a Sara y entre las dos intercambiaron una dulce conexión sin palabras. Finalmente dijo, "Mamá es hermosa."

Sara sonrió y trabajosamente se inclinó para besar la frente de Micaela, largamente, y luego para besar a Armando, profunda y amorosamente, un largo beso en el que Mica sólo los miraba en silencio, jugando un poco con los pelos del pecho de Armando.
"Tengo la do' mina' ma' linda' que hay...", se rió Armando, mientras dejó de besar a Sara y la incorporó a Micaela para darle otro largo y profundo chupón, que Mica pareció retornarle con pasión. Sara volvió a recostarse sobre el pecho y el hombro de Armando mientras también los miraba.

Luego de un momento de silencio en que los tres se acariciaban, Armando deslizó su mano bajo la frazada y pareció o rascarse los huevos o acomodarse algo el bulto, que seguramente ya debía estar dándole señales de alerta. Sara lo notó y pareció pensativa un momento, mientras seguía recibiendo las caricias de Armando en su cintura con su otra mano. Miró a Micaela un momento, se estiró para darle otro largo beso a Armando y le preguntó a Micaela, "Aprendemos juntos entonces?"
Micaela la miró, pensó por un momento y se dió cuenta lo que Sara le había querido decir. Se rió por lo bajo y se tapó la boca, lo que siempre hacía cuando se sentía avergonzada.
"Ay maaaaa... no!", se rió.
"Que pasa?", preguntó Armando, quien parecía no haber captado lo que se habían comunicado las dos.
"Me da verguenza! Estás vos!", siguió riendo Mica.
Sara se rió suave, "Tenés razon, Miki. Vamos despacito. De a poco.", tomó el borde de la frazada con la que estaban tapados y lo levantó como para crear lugar. "Si querés, yo no te miro.", le sonrió a la nena.
"Ufff... che... ", se rió Armando

Micaela se rió fuerte con Armando y se deslizó, escabulliéndose completa y rápidamente bajo la frazada. Ella misma tomó el borde y se lo cerró encima de ella, tapándose completamente. Luego de unos breves segundos en que la nena encontró lo que buscaba, la forma redondeada de su cabecita se veía por debajo de la frazada, hinchándola visiblemente. Pronto la forma comenzó a moverse suavemente y despacio por sobre la altura de las caderas de Armando, quien cerró los ojos y se rió, "Ufff... la puta madre....". La forma de la cabecita de Mica comenzó a moverse lento, arriba y abajo al tiempo que Armando abrió los ojos y observaba la imagen de la nena comenzando a chuparle la verga por debajo de la frazada.

Armando y Sara se miraron, se dieron unos besos profundos mientras Micaela complacía al viejo, y luego se pusieron a mirar el espectáculo, Armando amasándole el culo a Sara en su abrazo mientras los dos miraban, se susurraban algunas cosas, se besaban y volvían a seguir mirando. Se miraban, se susurraban cositas y seguían mirando a la nena complacer al viejo. Armando comenzó a acariciarle y a estrujarle uno de los pechos a Sara con su otra mano. Las tetas de Sara parecían haberle crecido un poco producto de su embarazo, se las veía firmes y mas grandes, escapándole un poco a la blusa cómoda que llevaba. En un momento Armando comenzó a manosear mas firme a Sara, moviendo la mano que la abrazaba bien abajo hasta su culo y deslizándole unos dedos por la raya, lo cual calentó un poco mas a Sara que lo comenzó a besar, mientras que paraba para mirar la cabecita de Micaela que seguía subiendo y bajando lentamente bajo la frazada.

Armando de repente paró y se rió, levantando la frazada, "Buenooo... pará che... terminó el primer tiempo, vamooo'..."
Las dos se rieron jocosamente y Mica emergió de abajo de la frazada con una sonrisa muy pícara. Se deslizó directo hacia la cara de Armando y se fundieron los dos en un beso muy profundo, mientras Sara miraba y reía.
"Viste que no era tan difícil?", le preguntó a Micaela, "Cabeza abierta siempre, Mica". Micaela dejó de besarlo a Armando y quedó colgada del cuello del viejo, mientras le sonrió a Sara. Ella le preguntó a Mica, "Te gustó?".
"Claro, ma..."
"Bueno, ves que a Armando también le gustó."
"Como siempre, linda... la chupa' divino y no cambió nada, viteh? Como te dijo mamá" le dijo a Micaela y comenzó a acariciarla.
"Se te fue la verguenza?", le preguntó Sara a Mica mientras Armando no paraba de amasarle el culo a la que ahora era su mujer.
"Un poco, si.", respondió Mica con una sonrisa brillante.
Sara le hizo una mueca socarrona a Mica y pareció guiñarle un ojo, "Bueno, ahora me toca a mi. Y yo no tengo verguenza....", dijo al tiempo que deslizó la frazada para destaparlo a Armando, mostrando su panza peluda y su verga marrón, tiesa, erguida y brillante gracias a las atenciones de Mica. La gran cabeza de poronga que tenía Armando parecía casi explotar de hinchada. Sara se arrimó, buscó una posición cómoda para acomodar su panza de embarazada y sin mas tomó la verga dura de Armando por la base y se la llevó a la boca, comenzando a chuparlo apasionadamente, disfrutando cada centímetro que se hacía entrar y salir de la boca entre gemidos nasales. Armando comenzó a gemir profundo nuevamente y la abrazó fuerte a Micaela, besándola apasionadamente y con una mano masajeándole el culo a la nena, quien respondió a todo gustosa.

"Apagálo", de repente yo sentí la voz fuerte de Caniche por detrás mio. Me di vuelta sobresaltado y el estaba ahi parado detrás mio, mirando mi teléfono y mirándome. Había visto todo? Cuánto vió? Cuánto llegó a ver? Apagué el celular de pura verguenza y Caniche primero me puso una mano en hombro y con la otra me alcanzó un pedazo de papel de cocina. Yo tenía los ojos y las mejillas llenos de lágrimas y ni siquiera me había dado cuenta. Me sequé como pude y Caniche se sentó a mi lado, en la quietud de la celda casi oscura mientras la lluvia sonaba fuerte afuera. Me puso un brazo alrededor de los hombros y me estrujó fuerte. "Hay que tener fuerza en la vida, amigo. Hay que sobreponerse...", dijo.

Pero yo estallé por dentro. Comencé a llorar de nuevo desconsoladamente y el me ofreció su hombro. Fue la primera y única vez en la vida en la que lloré en el hombro de un amigo. Luego de un rato hasta que me calmé, Caniche sin largarme de su abrazo le chistó a Matu hasta despertarlo, lo hizo venir en silencio y sentarse con nosotros, en la intimidad de nuestra celda.

"Matu," le comenzó a decir, "Ahora que salgo con el Chile vamos a tener que hacer un par de cosas". Ahi fue cuando nos contó lo que pensaba y un poco de lo que pensaba hacer. Entre los tres, hablamos toda la noche.

6 comentarios - Perderlo Todo (Parte 6)

metalchono
Qué bueno. Si hubieses compartido las grabaciones con tu abogada, podrías haber dado un buen contra ataque. Pero me imagino que la venganza que vas a cobrar será más dulce.
ObyJuan +2
Más boludo imposible hubieras mostrado las grabaciones y salías al dia siguiente .
FNB82
tremendo!! gran relato, de lo mejor que se publicó en P! hasta me hizo angustiarme al leerlo. aplausos!
shakhaxball
era compartir las grabaciones con tu abogada, lo unico que espero es que caniche y su banda lo hayan hecho cagar a ese armando
leloir2010
Me preguntaba, las camaras siempre estaban grabando y a ellos o sea a sara, micaela y armando se corportaban como si no estubieran?. No les importo nada de lo que hacian?. Por que no las mostraste las grabaciones? Y tu abogada sabe de esto?. Van puntos