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Vestido azul

Primero, todas las entregas de los mejores post


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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos


Los chicos de veinte años me parecían todos unos estúpidos, con una mente limitada, inmaduros, solo tenían una idea entre ceja y ceja, ‘coger’, y ya estaba harta del mismo juego, tan predecibles.

Una y otra vez la misma rutina, hablarte, sonreírte, hacerse el amigo, y apenas le dabas un poco de confianza, listo, la cama era el siguiente paso, me acosté con algunos que me gustaron y dejé pasar otros que no, pero de una manera o de otra, el final era siempre el mismo, ‘si te ha visto no me acuerdo’

Cansada de ‘chicos perfectos’ que solo mostraban lo mucho que podían mantener su miembro erguido y buscaban un record Guiness para ver cuántas veces podían acabar en una hora, o que solo mandaban fotos de sus miembros perfectos, o se masturbaban frente a una cámara, como si una fuera una perra necesitada, en realidad, no imaginan cuanta repulsión me causaban…



Así es que con apenas dos décadas de vida mi interés por los hombres pasaba por otro lado, admito que siempre tuve un morbo con tipos mayores, de treinta, cuarenta, cincuenta, tipos que ya habían tenido experiencias, tipos que no veían a la mujer como un agujero para saciar sus instintos, tipos con lo que podías hablar y tener un diálogo sobre cualquier tema, tipos que en definitiva sabían tratar a una mujer, tipos que ponían mi placer en primer plano, en resumen, tipos que con una mirada, con una palabra, o con un gesto, lograban que me mojara a mares, que me derritiera, que sacara esa puta escondida y que hiciera cualquier cosa.



Yo estaba cursando mis estudios universitarios y tenía algunos problemas con un par de materias en la cuales necesitaba un apoyo extra porque se me hacía difícil llevarlas adelante, fue cuando el azar del destino me cruzó con Mauricio, un rico profesor que daba clases particulares.

El me doblaba en edad, y ya dije que tenía un morbo con los tipos mayores, pero ahora agrego que otra fantasía que tenía muy marcada era relacionarme con mi profesor, creo que muchas fantaseamos con eso.

Mi profesor era un tipo correcto, elegante, que cuidaba su físico, alto, de manos grandes y mirada filosa, bien hablado, un tanto intelectual, con quien podía hablar de cualquier tema, que podía hablarme como consejero, como psicólogo, como hombre, como padre, como amante y obvio, como profesor.

Pero hubo algo que me hipnotizó cuando lo conocí, sus grandes ojos, claros y cristalinos, nunca pude resistirme a unos ojos claros, me mojo con solo recordarlos al escribir estas líneas, tengo algo muy marcado con los ojos de las personas…



Mauricio tenía una familia, era casado y feliz en su matrimonio, lo supe desde el primer día, el jamás ocultó nada y puso todas las cartas sobre la mesa desde el primer momento, poco a poco yo solo me transformé en su amante, y me encantó serlo, nunca pretendí ser algo más en su vida y las reglas estaban claras.

Su esposa era una mujer de negocios y tenía sus ocupaciones, eso era muy bueno para mí porque ella estaba siempre en sus cosas y sus horarios casi nunca coincidían, lo que me daba espacio para mí.

El me trataba como una princesa y me adulaba diciéndome lo bonita que era, vieron como son estas cosas, yo sabía que lo era, pero que rico se siente cuando tu hombre te lo dice.

Mauricio tenía una obsesión con mis pechos, porque tengo pechos exagerados, demasiado grandes y hacía casi un culto con ellos, se pasaba el día adulándolos, les juro que me excitaba de tal forma con todo esto que se habían transformado en su pertenencia exclusiva, a veces me llamaba ‘la señorita tetas’, y yo solo podía reírme y sonrojarme, le decía que era un ‘bobo’.


Vestido azul


Hicimos muchas locuras juntos, demasiadas, teníamos una relación abierta, yo sabía que él tenía mujer, y él sabía que yo podía tener otros hombres, no podíamos enamorarnos, pero podíamos ser más locos que nadie.

Podría contar muchas historias, él tenía un morbo muy marcado con las vaginas depiladas y solo por el empecé a depilarme por completo, y yo disfrutaba con ello, me gustaba complacerlo en todo, era feliz con su felicidad.

Así también tenía algunos fetiches con la ropa interior femenina, conjuntos pequeños, transparencias, más propios de putas que de señoras, y también caí en sus redes.

Una vez en la facultad tuve que dar una charla ante unas cincuenta personas, esa charlas con exposiciones, micrófono, un tanto complicadas, el me pidió que lo hiciera sin ropa interior, solo él lo sabía, solo yo lo sabía, locuras excitante que hoy me causan gracia…



Y voy a contarles un caso particular, algo loco, como toda nuestra relación.

Estábamos en una tarde como cualquier otra su esposa estaba en reuniones de trabajo así que no hubo demasiados inconvenientes para ir a un bar un tanto alejado a tomar unas copas.

Él había llevado su notebook como acostumbraba a hacer, y en un momento noté que yo solo hablaba y hablaba mientras el solo estaba pendiente de su esquipo portátil, Mauricio no me escuchaba, apenas respondía con monosílabos y eso me molestó, así que le dije



-Se puede saber que estás viendo que es tan importante que ni me escuchas?


Entonces me miró, eso sí lo escuchó, sonrió, giró la pantalla para mi lado y dijo



-Bien… mira, elige uno…


Mauricio miraba una página web de chicos escort de la zona, todos bonitos por cierto, pero pregunté



-Para que quieres que elija uno? Yo ya te elegí a vos…
-Dale… no te hagas la tonta, quiero saber… suponte que pagarías por sexo, a quien elegirías para que te coja bien cogida…


Mauricio tenía estas cosas, y sabía cómo era de obsesivo cuando algo se le metía en la cabeza, así que de mala gana me concentré en cada uno de esos chicos, porque en verdad no me interesaba nada de este juego.

Miré uno por uno, miré sus ojos, cada uno, elegí un par y al fin me decidí por un rubio con unos hermosos ojos verdes, volví la pantalla a su lado y se lo marqué con el dedo índice



-Este… el que se llama Michael…


Él se quedó observando y leyendo sus datos, de pronto volvió a reír y exclamó



-Pero que puta sos! elegiste el de pija más grande!


No había reparado que donde estaban los datos de contacto figuraban también las medidas de sus miembros, como diablos hacerle entender que realmente lo había elegido por sus ojos y jamás había mirado eso, si realmente poco me importaba, en fin, hombres…

Cambiamos de tema y todo quedó en una anécdota risueña de la que pronto me olvidaría.



Pasaron unos tres meses, y se dio una cita especial, su mujer no estaba en la ciudad y aprovechamos ese fin de semana, Mauricio me había regalado un delicado vestido azul y me pidió que lo estrenara ese sábado por la noche. Me vestí puntualmente para el, me veía muy puta en ese vestido, demasiado entallado pegándose a mi silueta, apenas cubriendo mi trasero y mi sexo, dejando desnudas las piernas y exagerando mis enormes pechos que parecían explotar bajo la tela.

Solo unos aros, perfume y tacos altos, mi cartera de mano y preservativos, para usarlos de postre.

Fuimos a un restaurante de categoría y la verdad parecía una fina prostituta con un cliente de turno, Mauricio solo miraba mis tetas, lo hacía adrede y eso me ponía nerviosa y me excitaba a la vez.

En la cena me comentó que había conseguido prestada una cabaña en la zona boscosa el oeste de la ciudad y que sería nuestro siguiente paradero, eso me gustó, me sonó romántico, solo el, solo yo…



Y ahí fuimos, un tanto locos, un tanto tomados, el sitio era agreste, apartado en medio de la nada, me sorprendió que el fogón estuviera encendido, no pregunté, mauricio siempre estaba en todos los detalles y tenía respuestas para todo.

Pasamos por el baño y llegamos al dormitorio, una enorme cama matrimonial, un sillón a un costado en rojo sangre y algunos muebles más decorando el lugar, con un infaltable espejo en el techo y otro sobre una de las paredes.

El me besó y me acarició por todos lados recorriendo la seda de mí vestido azul, sin tocar nada de lo que yo hubiera querido que toque, me pidió que me pusiera sobre la cama en cuatro patas, el solo me observó, entonces trajo unas sogas, tomó una de mis muñecas y la ató con firmeza, anudando hasta hacerme doler y sacar un suspiro de mis labios y luego ató el otro extremo al parante de la cama, hizo lo mismo con mi otra mano y me dejó presa, se me hizo intensamente exquisito y me mojaba más y más con esta propuesta, esos me encantaba de él todas esas locuras.

Quedé expectante ante su siguiente paso, pero solo tomó una cerveza, aflojó su corbata y se dejó caer sobre el sillón, solo murmuró



-Que criatura perfecta eres…


Tomó su celular y mandó un mensaje, fue entonces cuando mi sorpresa fue total, en segundos apareció en el cuarto Michael, ese chico que había elegido en el bar, entendí lo del fogón y empezaba a cerrarme todo, lo vi por el espejo, totalmente desnudo y con una verga que realmente era enorme, y yo atada, en cuatro patas, vaya sorpresa…

Y no me molestó, no me sentí incómoda, ni me molestó, saben por qué? porque Mauricio era feliz con esto…

Fue cuando este perfecto desconocido vino por detrás y comenzó a acariciar mis piernas desnudas, subió poco a poco por mis nalgas y levantó el vestido azul hasta mi cintura, sentí sus dedos jugar en mi pequeña colaless impregnada en jugos, y apretaba mis puños tratando de zafar de tanta locura, solo miraba fijamente a Mauricio y disfrutaba con su disfrute.



Mi amante ocasional entonces bajó lentamente mi tanga y la facilité los caminos para que lo hiciera, el contempló mi sexo desnudo y depilado, sus manos fueron a mis nalgas y lo vi acercarse, sentí su respiración agitada en mi concha, y luego su lengua, su lengua comenzó a recorrerme con cadencia, pasando una y otra vez por mis labios, metiéndola en mi concha inundada, buceando con ella en mi mar salado que desbordaba por todos lados, yendo a mi esfínter que ofrecía resistencia pero poco a poco se fue adaptando, pasando por mi clítoris que estaba enorme y a punto de estallar.

Michael me daba sexo oral recorriendo cada punto nervioso de mi entrepierna, arrancándome suspiros y quejas de placer, Mauricio observaba en silencio, como un espectador de lujo de una película pornográfica en la que él era el director y yo su actriz de estrella.



Empecé a desear a Mauricio, pero solo debía conformarme con este chico, haciendo un show para él, Michael se apartó, lo vi desenvolver con dificultad un preservativo sobre su temeroso miembro, incluso faltaban un par de centímetros para cubrirlo todo, se acomodó y lo refregó de punta a punta sobre todo mi sexo, sobro todo lo que había chupado, sin penetrarme, haciéndome desear más de lo necesario, mis pezones estaban afiebrados en deseo, deseo por complacer al hombre que me observaba en silencio desde el sillón.

Al fin el embocó la punta y me dio una estocada fatal, enterrándomela de golpe, tan profundo que me hizo aullar de dolor y me obligó a tirarme hacia adelante en el colchón, por algo odiaba a estos jóvenes inexpertos, y más cuando Mauricio le increpó


Vestido azul


-Despacio amigo, ella es una dama, debes tratarla con dulzura…


El no dijo nada y volvió a intentar, solo que ahora con suavidad y midiendo la profundidad, en verdad era gorda y eso se hacía sentir, empecé a entregarme, empecé a gozar, empecé a gemir, inconscientemente tiraba de las cuerdas sin notar el daño que me hacía en las muñecas, cerré los ojos, estaba culo para arriba y solo le pedí que me cogiera sin parar y le regalé a Mauricio cada grito que quisiera escuchar, solo para él, solo por él.

Sentía hermosa esa verga llenando mi hueco, arrancándome interminables orgasmos, uno tras otro, necesitaba acariciar mi clítoris para llegar a un sexo completo pero que diablo, como hacerlo? Sin dudas Mauricio era un perfecto maldito y calculaba hasta el último detalle, sabía cómo llevarme la límite de la locura…

Sus palabras cortaron los movimientos…



-Michael… ahora hacele el culo…


Esas palabras retumbaron en mi cabeza como un tambor, me encantó la idea per me dio miedo a que me lastimara la pija del joven, Mauricio cambió de posición y se colocó a nuestras espaldas, buscando un contacto visual directo, apenas podía verlo por el espejo de la pared.

Michael escupió mi esfínter y fui receptiva al primer dedo, acostumbrándome a él, luego fueron dos, por último tres, jugando en tirabuzón, metiendo y sacando para moldarme a lo que vendría.

Él apoyó la punta y empujó suavemente, creí que me moriría, el bastardo me dilató el culo como a una perra, me mordí los labios para no gritar, cerré los ojos con fuerza y contuve la respiración y soporté como una leona hasta que mi trasero se acomodara a ese animal.

Empecé a gozar, en verdad mi gozo era por Mauricio, me dolían las muñecas a morir, estaba ya un tanto incómoda en cuatro patas, pero el dulce sacrificio por ese hombre valía la pena.



El pidió entonces que este amante improvisado se quedara quieto y que yo me moviera, que yo hiciera el trabajo como una buena puta, y así lo hice, no ere especialista en esto pero me vi obligada a levantar mi culo lentamente haciendo que su verga ingresara hasta llegar a topar con su vientre, y luego bajara hasta dejas solo la cabeza dentro, y subiera, y bajara, sabía que Mauricio se estaría regocijándose con lo que yo le regalaba, era todo perfecto, de pronto Michael se estiró por sobre mi espalda y sentí sus manos apretar la tela del vestido por sobre mis tetas, fue cuando se sintió en la habitación el reclamo enérgico de Mauricio



-No! – exclamó a viva voz – no le toques las tetas! esas tetas solo son mías! Yo solo las acaricio!


El tipo se quedó inmóvil, yo reí para mi interior y me gustó demasiado todo esto, se me hizo locamente erótico que Mauricio hablara así de mis tetas, solo eran de él, y él era su dueño…



En fin, retomamos el juego, en pocos segundos Michael cambió de lugar, sacó el preservativo y se pajeó en mi rostro anunciando el final, me vi a mi misma al espejo, con las nalgas aun desnudas, con mi boca esperando recibir leche de ese extraño a mi hombre siendo un espectador de lujo, me sentí tan puta…

El primer disparo de semen caliente me trajo nuevamente al juego, saqué la lengua, su consistencia espesa y pegajosa se me hizo irresistible, su sabor me llenaba, me encantaba el sabor a hombre, tragarme todo y demostrarle un acto de total sumisión…



Me tiré rendida sobre el colchón, con mi rostro embardunado en leche, Michael tomó sus prendas y comenzó a cambiarse mientras mi hombre contaba billetes para pagarle por su servicio.

En minutos sentiría la motocicleta de ese tipo perderse en la inmensidad de la noche.

Entonces el vino a mi encuentro, limpió mi rostro con una toalla y soltó las ligaduras de mis muñecas, estaban violáceas de tanto forcejeo inconsciente…

Solo contaré que hicimos el amor como salvajes y dejaré los detalles para nuestros recuerdos íntimos…

Y todo lo bueno tiene un final, su esposa fue promovida en la empresa, un importante ascenso, con excelente remuneración, con la sola condición que debía radicarse en otra ciudad, fue un despedida a medias, Mauricio y yo tuvimos que aceptarlo, hoy quedamos como grandes amigos, ya no tenemos contacto físico, pero jamás dejaré de escribirle a ese hombre que fue único en mi vida…



Si eres mayor de edad me gustaría saber tu opinión sobre este relato, escríbeme con título ‘VESTIDO AZUL’ a dulces.placeres@live.com

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