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Tension sexual con mi Madre

Siempre he sabido que mi relación con mi madre, Linda, es distinta. A sus 40 años, ella tiene un cuerpo que no pasa desapercibido. Es bajita y sus curvas son imposibles de ignorar. Esta noche lleva una falda negra tan apretada que marca cada curva de su culo redondeado, y la blusa blanca que lleva está tan ajustada que apenas cubre sus enormes tetas. El escote profundo deja ver mucho más de lo que debería, y su piel blanca brilla bajo las luces. Su cabello está recogido en un moño, y los lentes le dan un toque sofisticado que realza aún más su figura.
 
A mis 22 años, soy un tipo promedio comparado con ella. Me esfuerzo por mantenerme en forma, pero nada se compara con el impacto que tiene mi madre. Esta noche vamos a una fiesta en casa de Clara, una amiga de mi madre. Aunque no esperamos mucha gente, siempre es interesante ver a mi madre en acción.
 
—¿Listo para otra noche de fiesta, Evan? —me pregunta, sonriendo mientras se sube al coche. La tela de su falda resalta su culo perfecto.
 
—Sí, mamá. ¿Quién es Clara? —le pregunto, mirando cómo se mueve la tela ajustada de su falda.
 
—Es una amiga vieja. No creo que haya mucha gente —responde, ajustando sus lentes. La blusa deja ver más de sus tetas.
 
—Perfecto. Me alegra que salgamos —digo, tratando de concentrarme en el tráfico.
Cuando llegamos a la casa de Clara, la fiesta está en sus primeros pasos. Hay unas pocas personas, y el ambiente es relajado. Clara nos recibe y nos invita a beber algo. Mi madre y yo vamos a la mesa de bebidas, donde encontramos cervezas y tequila.
 
—Vamos a beber un poco antes de bailar —dice mi madre, abriendo una lata y pasándome otra. Yo acepto y empezamos a beber.
 
Después de un par de cervezas y unos shots, la música reguetona empieza a sonar. Mi madre, ya bastante borracha, propone perrear.
 
—Vamos a bailar —dice, moviendo sus caderas al ritmo. Sus movimientos son provocativos, casi demasiado.
 
—Sí, mamá —respondo, sintiendo cómo el alcohol me hace sentir más desinhibido.
 
Nos movemos al centro de la sala. El primer contacto ocurre cuando su culo se estampa contra mi entrepierna. La sensación es increíblemente excitante. No es un roce accidental; es intencional y cargado de deseo.
 
—¿Te gusta esto, Evan? —pregunta con una sonrisa descarada.
—Sí, mamá —respondo, sintiendo el calor en mi entrepierna. Cada movimiento de su cuerpo, cada roce, me hace imaginar tocarla de una forma mucho más íntima.
 
El perreo se vuelve más intenso mientras seguimos bebiendo. La forma en que su culo se mueve contra mí y el calor de su cuerpo me hacen desear más. Quiero explorar cada rincón de su piel, tocarla más allá de lo que normalmente sería aceptable.
 
—¿Te gustaría que estuviera más cerca? —susurra, su aliento cálido contra mi oído.
 
—Sí, lo haría —admito, sintiendo el deseo crecer.
 
En medio del perreo, Clara se acerca y me pide que baile con ella.
 
—¿Te importa si bailo con Evan? —pregunta Clara a mi madre.
 
Mi madre se aparta, claramente celosa. —Claro, adelante —responde, con un tono que no puedo ignorar.
 
Empiezo a bailar con Clara. Sus movimientos son sensuales, pero la mirada de Linda sobre nosotros es cargada de celos. Clara se mueve de manera similar a mi madre, pero la tensión en el aire es palpable.
Mi madre se acerca mientras perreo con Clara. —Espero que te diviertas —me dice, su voz cargada de celos.
 
—Lo hago, mamá —respondo, sintiendo la tensión entre nosotros. Su mirada, el deseo en sus ojos, hace que mi deseo por ella sea aún más intenso.
 
 
Después de bailar con Clara, noto la mirada de mi madre clavada en mí. Hay algo en su expresión que me inquieta: una mezcla de celos y algo más que no puedo describir.
Clara se acerca a ella, le dice algo, y ambas se dirigen a una habitación al fondo de la casa. La curiosidad me carcome, así que las sigo con cuidado y me escondo cerca de la puerta entreabierta, atento a cada palabra.
 
—Linda, deja de hacerte la tonta, tenemos que hablar claro —empieza Clara, sin rodeos.
 
—¿Hablar de qué? —responde mi madre, algo nerviosa.
 
—De Evan, ¿de qué más? —dice Clara, con tono burlón—. Te lo he notado toda la noche. Estás que te mueres por él. Lo miras como si quisieras cogértelo ahí mismo.
 
—¡Clara, no! Es mi hijo… —responde mi madre, intentando sonar firme, pero la duda es evidente en su voz.
 
—Ay, por favor, no me vengas con eso de "es mi hijo". ¡Míralo bien! Es un hombre, no un crío, y tú estás más caliente que el sol cada vez que lo tienes cerca. Lo vi, cómo te pegabas a él mientras bailaban. ¿O me vas a decir que no te diste cuenta de cómo te miraba las tetas, el culo? Se nota que también quiere metérsela.
 
Mi madre se cruza de brazos, intentando ocultar la incomodidad. —No es así, Clara...
 
—¡Linda, claro que sí! Vamos, sé sincera. ¿Cuánto llevas sin coger? ¿Cuándo fue la última vez que alguien te hizo sentir mujer de verdad? Porque a mí me da que ya ni lo recuerdas. Y mientras tanto, tienes a un hombre en casa, que encima es tu hijo, y te mira como si te quisiera coger desde hace tiempo. ¿Qué más da?
 
Mi madre baja la mirada, claramente afectada por lo que Clara le está diciendo.
 
—Clara, no es tan fácil... es mi hijo, está mal, no puedo hacer eso —dice mi madre, aunque su tono suena mucho menos convencido.
 
—¿Mal? ¿Mal por qué? —Clara se ríe de forma descarada—. Linda, es sexo, no te vas a morir por echarte un polvo con él. Míralo, está buenísimo y tú lo sabes. Además, él también te quiere coger, ¿o no lo viste cuando te miraba las tetas o cómo se pegaba a tu culo cuando bailaban? No se quitaba de ti porque está igual de caliente que tú. Y tú, ¿qué? ¿Te vas a quedar con las ganas toda la vida? Dale lo que ambos quieren. Te aseguro que después de que lo hagas, ni te vas a arrepentir.
 
Mi madre suspira, como si estuviera luchando con sus propios pensamientos. —No sé, Clara… es demasiado raro.
 
—Raro es que sigas reprimiéndote por una tontería. Tienes a un hombre que te quiere hacer el amor, y tú lo quieres a él. Si te lo coges, te sacas esas ganas de una vez y ya. Nadie se va a enterar. ¿Qué prefieres, quedarte sola y frustrada o disfrutarlo? Él está deseando que hagas el primer movimiento, te lo digo yo. Dale lo que quiere, Linda. Cógelo, hazlo tuyo.
 
Mi madre se queda callada, claramente impactada, pero ya no la noto tan segura de decir que no.
 
—Es que... no sé si puedo —dice mi madre en voz baja, casi como si estuviera convenciéndose de que sí puede.
 
—Sí que puedes, Linda —Clara insiste, sonriendo—. Lo único que tienes que hacer es dejar de pensar tanto. Te lo vas a coger y punto. Créeme, va a ser el mejor polvo que has tenido en años.
 
—Linda, quédate aquí un momento —dice Clara con ese tono de autoridad que siempre ha tenido—. Voy a hablar con Evan, a ver si él también se aclara de una vez.
 
—¿Hablar con él? ¿Para qué? —mi madre responde con un dejo de nerviosismo en la voz, claramente incómoda con la situación.
 
—Tranquila —Clara sonríe, casi divertida—. Quiero hacerle las mismas preguntas que te hice a ti. Es hora de que sepamos qué piensa él. No te preocupes, ya vuelvo.
 
Mi madre no parece del todo convencida, pero no insiste. Solo asiente lentamente, como si estuviera lidiando con un montón de emociones que no puede procesar. Clara le guiña un ojo antes de salir de la habitación, y yo apenas tengo tiempo de apartarme de la puerta y fingir que no escuché nada, volviendo a la sala como si nada hubiera pasado.
 
Cuando Clara aparece en la puerta, su mirada es directa y decidida.
 
—Evan, ven afuera un momento, tengo que hablar contigo —me dice, con esa voz que no acepta un no por respuesta.
 
Clara se apoya en la barandilla, mirándome con esa sonrisa cómplice. Le da una calada al cigarro y suelta el humo lentamente antes de hablar.
 
—Evan, no me andes con rodeos —me dice directo, sin pelos en la lengua—. Te vi toda la noche. No le quitabas los ojos de encima a tu madre. Estabas loco por sus tetas, por ese culo. ¿Me vas a decir que no te la quieres coger?
 
La pregunta me pega como un golpe, pero al mismo tiempo me libera. Ya no tiene caso disimular. Respiro profundo, y decido ser honesto.
 
—Sí... —le digo—. Quiero cogérmela, Clara. No puedo dejar de pensar en eso. Hoy, cuando bailábamos... joder, se me pegaba tanto que no me pude controlar. Me vuelve loco.
 
Clara suelta una carcajada, claramente disfrutando de mi confesión.
 
—¡Sabía que no estaba loca! —exclama, con satisfacción—. Te lo veía en los ojos, cabrón. Te la quieres tirar desde hace rato, ¿verdad?
 
—Desde hace tiempo —admito, sintiéndome cada vez más en confianza—. Es que mírala, Clara. Mi madre está buenísima. Esa falda que se pone, esas tetas… no podía dejar de mirarla. Solo pienso en agarrarla, apretarla contra mí, morderle el cuello y cogerla como quiero.
 
Clara asiente, sonriendo como si supiera algo que yo no.
 
—Pues te tengo una noticia, Evan. Tu madre también está caliente por ti. Me lo dijo, aunque no con esas palabras. Lo niega porque le da miedo, pero está igual de jodida que tú. Se muere por ti, solo que no sabe cómo admitirlo.
 
Me quedo sin palabras. No puedo creer lo que estoy oyendo.
 
—¿De verdad? —pregunto, sintiendo que todo esto es irreal.
 
—Te lo juro. Está esperando que hagas algo. Y yo ya le dije lo que tiene que hacer, pero necesita que tú des el primer paso. ¿Qué estás esperando? —dice Clara, apurando la última calada de su cigarro.
 
La tensión que llevo acumulada toda la noche empieza a quemarme por dentro. Ya no puedo seguir fingiendo que no quiero esto.
 
—¿Y qué hago? —le pregunto, sintiendo el calor en mi cuerpo.
 
Clara me mira de arriba abajo con esa sonrisa que solo una mujer con mucha experiencia tiene. Mete la mano en su bolso, saca un condón y lo agita frente a mí antes de pasármelo.
 
—Toma, Evan. Con uno debería bastar —me dice, riéndose—. Esta primera vez solo es para sacarte la espinita, para que ambos se quiten esas ganas que se tienen.
 
Tomo el condón, pero no digo nada. Estoy nervioso, aunque Clara parece totalmente relajada.
 
—Mira, no te compliques demasiado. A veces la primera es así, rápida, intensa. Y eso es lo que va a pasar. Lo importante es que te sueltes y te dejes llevar, ¿ok? No te pongas a pensar demasiado en hacerlo perfecto. Si le gusta, créeme, habrá más veces —Clara me mira directo, como si me estuviera enseñando algo que ella domina por completo.
 
—¿Más veces? —le pregunto, sorprendido.
 
—Oh, sí, claro —responde Clara, con una sonrisa aún más grande—. Si todo va bien, esta solo será la primera de muchas. Pero, por ahora, solo piensa en cumplirle ese deseo que llevan acumulando ambos. Se nota a kilómetros que tu madre lo está deseando igual que tú. A veces solo necesitan un empujón.
 
Clara se ríe de nuevo, claramente disfrutando de la situación.
 
—Y un consejo, ya que estamos —añade, acercándose un poco más—. No te apresures demasiado. Las mujeres como tu madre, maduras, saben lo que quieren. No te andes con rodeos, pero tampoco vayas tan rápido. Empieza suave, acaríciala, hazla sentir cómoda. Y cuando ya esté en tus manos... ahí sí, dale todo lo que tienes. Pero que se note que no es solo sexo, que hay algo más detrás. Eso es lo que la va a volver loca.
 
Me mira con esos ojos que me hacen sentir que todo lo que dice es la verdad absoluta.
 
—Confía en mí, sé de lo que hablo. Si haces las cosas bien, ella va a querer repetir. Y tú también. Pero esta primera vez... —Clara me mira de reojo, con una sonrisa traviesa— es solo para que ambos se saquen esas ganas.
 
Asiento, sintiendo el peso del condón en mi mano. Mi cabeza está a punto de explotar con todo lo que me está diciendo, pero también sé que no puedo echarme atrás.
 
—Anda, ve. —Clara me da un suave empujón hacia la casa—. Tu madre está en la habitación, esperando. Hazla tuya de una vez. Yo me encargo de que nadie los moleste.
 
Sin decir más, Clara me guiña el ojo y se aleja, dejándome solo frente a lo que está a punto de pasar.
 

2 comentarios - Tension sexual con mi Madre

Zonasurhot
El vídeo de la foto es epico pero nunca más lo pude encontrar
RaboLeonardo098 +2
Aquí lo tienes: https://m.youtube.com/watch?v=KooTP_vBCuM&noapp=1
et178282
10pts son muy pocos para tanta calidad