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Hice el amor con mi Madre pt.3

Mientras estábamos pintando, noté que mi mamá estaba impecable. Su camiseta no tenía ni una mancha de pintura, mientras que yo estaba lleno de pintura. No pude evitar bromear.
 
—Oye, mamá, ¿qué pasaría si, por "accidente", te mancho la camiseta con pintura? —dije con una sonrisa traviesa—. ¿Te quitarías la camiseta?
 
Ella me miró con una sonrisa juguetona y se movió de manera provocativa.
 
—¿Ah, sí? —dijo con tono pícara—. ¿Quieres ver a tu mamá sin camiseta?
 
—Sí, me encantaría ver cómo te las arreglas —dije—. Aunque, si te mancho, me imagino que sería un buen espectáculo.
 
Ella se inclinó hacia mí y su camiseta se ajustó aún más, marcando su figura. La camiseta, amarrada justo debajo del pecho, dejaba ver un poco de su abdomen. Sus tetas se notaban perfectamente, sin sostén, y el short se le pegaba a su trasero.
 
—Bueno, no me voy a quitar la camiseta así como así —dijo, con una sonrisa traviesa—. Además, no estoy usando sostén, así que no quiero que veas todo lo que tengo aquí. Pero tal vez podría hacerlo…
 
—¿Ah, sí? —pregunté, con una sonrisa traviesa—. ¿Qué tendría que pasar para que te la quites?
 
—Solo si tú eres el que me quita la camiseta —dijo, riendo—. Pero no creas que va a ser tan fácil.
 
Con una sonrisa, le puse un pequeño punto de pintura en la camiseta. Ella se rió al ver el manchón.
 
—¡Mira lo que hiciste! —dijo, bromeando—. Ahora parece que realmente tengo que quitármela.
 
—¿Entonces, ahora puedo quitarte la camiseta? —pregunté, con un tono más atrevido.
 
Ella levantó los brazos, facilitando que le quitara la camiseta. Mientras la camiseta se deslizaba por su cuerpo, no pude evitar notar cómo sus tetas se movían libremente, sin sostén. Eran grandes, firmes y perfectamente redondeadas. Ella se rió mientras yo la observaba, disfrutando del momento.
 
 
Después de que mi mamá se quitó la camiseta, no pude evitar mirarla de arriba a abajo. Ella notó mi mirada y sonrió, moviendo los labios con picardía.
 
 
—¿Qué harías si te mancho el short con pintura? —dijo, acercándose con una sonrisa traviesa.
 
 
No dudé en responder:
 
 
—Si me manchas el short, me lo quito.
 
 
Ella se acercó más, su cuerpo rozando el mío de manera provocativa. Me miró con esos ojos llenos de deseo y risa.
 
 
—¿En serio? ¿Quieres que te quite el short? —dijo con un tono juguetón y seductor—. Aunque, pensándolo bien, mejor no lo mancho.
 
 
Aproveché el momento para ser más directo:
 
 
—Sí, me encantaría. Ya te he dado varios arrimones, y quiero sentirte sin short.
 
 
Ella entendió el mensaje, se rió y se acercó aún más. Sus ojos brillaban con un deseo palpable.
 
 
—¿Así que quieres cogerte a tu madre? —preguntó sin tapujos—. Porque yo también he estado desesperada por esto. Cada arrimón que me has dado y cada mirada tuya me ha vuelto loca.
 
 
Nos miramos con una mezcla de deseo y anticipación. Decidimos quitarnos los shorts. Ella comenzó a despojarse del suyo, y al bajar el short, no llevaba nada debajo. Lo mismo hice yo; al quitarme el short, quedé completamente desnudo. Ella me observó mientras sus tetas grandes y firmes se movían ligeramente, sus pezones endurecidos en el frío del ambiente.
 
 
—Mierda, ¡qué grande estás! —dijo, con la respiración agitada—. Me encanta lo que veo.
 
 
Yo la miré de arriba abajo, notando cómo su culo grande y redondeado se movía con cada paso. Su piel estaba ligeramente sudada, lo que hacía que su cuerpo brillara de manera excitante.
 
 
—Y tú estás increíble —le respondí—. Verte así, sin nada debajo, me vuelve loco.
 
 
Ella se acercó aún más, el calor entre nosotros era casi insoportable. Sentía el sudor en mi piel y la tensión sexual era evidente. Cada roce de nuestros cuerpos aumentaba la intensidad del momento, y el deseo se hacía más palpable.
 
 
Nos reímos y nos miramos con una mezcla de diversión y excitación, sabiendo que lo que estábamos viviendo era algo increíblemente intenso.
 
 
Mi mamá me miró con una sonrisa traviesa y dijo:
 
 
—Entonces, ¿qué tal si quitamos la espinita y hacemos lo que realmente queremos hacer?
 
 
Nos tumbamos en el suelo, el calor entre nosotros era casi insoportable. Ella se puso de perrito, con el culo bien levantado, y su piel desnuda brillaba con el sudor. Su trasero grande y tentador estaba justo frente a mí, y yo me arrodillé detrás de ella, sintiendo cómo el deseo me quemaba.
 
 
Ella movió su culo hacia atrás, dándome un pequeño golpe con él, y susurró entre jadeos:
 
 
—Vamos, no te hagas de rogar. Estoy lista para ti.
 
Me acerqué, el calor de su cuerpo era abrumador. Con un empuje firme, la penetré, sintiendo el calor y la humedad de su interior. Ella soltó un gemido profundo mientras se movía en sincronía conmigo.
 
 
—¡Sí, así! —jadeó ella—. Eso es lo que quería.
 
 
La sensación de estar dentro de ella era indescriptible. Cada movimiento era una explosión de placer, y el calor de su cuerpo hacía que todo se sintiera aún más intenso. Ella apretaba los músculos cada vez que me movía, y sus gemidos llenaban la habitación.
 
 
—¡Más fuerte! —dijo ella con voz entrecortada, moviendo su culo para encontrarse con cada uno de mis empujes—. No pares, por favor.
 
 
Me incliné hacia adelante, apoyando las manos en su cintura mientras aumentaba el ritmo. Ella arqueó la espalda, levantando el culo aún más y dejándome entrar más profundo. Cada vez que me movía, podía sentir cómo sus gemidos se volvían más intensos, y sus manos se aferraban al suelo con fuerza.
 
 
—¡Eso sí que está bien! —jadeó, mientras movía su culo en círculos, empujándome a hacerlo aún más rápido—. No pares, por favor.
 
 
Ella se movía al ritmo de mis embestidas, su piel brillando con una capa de sudor. Sus gemidos se volvían más urgentes y descontrolados, mezclándose con el sonido de nuestras pieles chocando. Cada empuje profundo hacía que su cuerpo se estremeciera, y su respiración se acelerara. La temperatura en la habitación subía, y el calor entre nosotros era casi palpable.
 
 
Sus piernas se tensaban y se relajaban en sincronía con cada movimiento, y yo podía sentir el calor y la humedad intensificándose con cada embestida. Sus gemidos se volvían más intensos y desesperados, y la sensación de su cuerpo pegajoso contra el mío me estaba volviendo loco.
 
 
De repente, ella me miró con una mezcla de deseo y desafío en sus ojos y dijo:
 
—Para un momento. Aún no quiero terminar.
Me detuve, sorprendido pero intrigado. Ella se giró lentamente, quedando boca arriba, con las piernas abiertas y el culo aún ligeramente levantado. La visión de su cuerpo desnudo en esa posición era increíblemente sexy. Sus pechos se movían con cada respiración, y el calor y la humedad entre nosotros eran intensos.
 
Ella me miró con una sonrisa juguetona y dijo:
 
—Quiero probar más posiciones. ¡Esto está increíble, pero quiero experimentar más!
 
Nos reímos, y yo le respondí con una sonrisa traviesa:
 
—¿Ah, sí? Pues claro, si tú lo dices, ¡vamos a hacerlo!
 
Con ella boca arriba, su cuerpo ofrecía una vista aún más tentadora. Me incliné sobre ella, y al penetrarla de nuevo en esta nueva posición, sentí una oleada de placer aún más intensa. Cada empuje que daba hacía que sus gemidos se volvieran más profundos y cargados de deseo.
 
Ella se aferró a mis hombros, jadeando mientras sus caderas se movían al ritmo que yo marcaba. Sus pechos se movían con cada movimiento, y sus gemidos se entremezclaban con el sonido de nuestras pieles chocando. La sensación de su cuerpo contra el mío era una mezcla de calor, sudor y placer.
 
—¡Así está increíble! —dijo ella, su voz llena de emoción y deseo—. Más rápido, por favor. ¡No pares!
 
Cada empuje que daba era una mezcla de placer y excitación, y el calor de su cuerpo se hacía más intenso. Su piel estaba pegajosa y caliente, y cada vez que sus caderas se movían, sentía una oleada de placer aún mayor.
 
Ella se retorcía y arqueaba el cuerpo, disfrutando cada momento, y el calor en la habitación parecía aumentar con cada segundo. La conversación entre nosotros se reducía a jadeos y susurros, pero la intensidad de nuestros movimientos y el placer compartido hablaban por sí mismos.
 
Ambos estábamos inmersos en un éxtasis que no quería terminar, explorando cada sensación y disfrutando del calor que nos envolvía.
 
 
Después de lo que acabamos de hacer, estábamos tirados en el suelo, sudados y agotados. Nos mirábamos con una mezcla de satisfacción y deseo mientras nuestras respiraciones se calmaban.
 
Ella se acercó y me besó con intensidad, su lengua bailando con la mía. Mis manos se deslizaron por su espalda y luego bajaron hasta su trasero, dándole una palmada suave que hizo que ella jadease.
 
 
—Eso fue increíble —dijo ella entre besos, mientras mi mano seguía acariciando su trasero y su cintura.
 
 
—Sí, fue perfecto —respondí, notando cómo sus dedos se movían por mi pecho y mis abdominales. La sentí presionando su cuerpo contra el mío.
 
 
Ella continuó tocándome, sus manos bajaron hasta mis muslos y luego subieron a mi pecho, mientras yo le acariciaba el trasero y sus muslos con firmeza.
 
 
—Esto tiene que quedarse entre nosotros —dijo con una sonrisa traviesa, mientras nuestros cuerpos seguían rozándose.
 
—Por supuesto —le contesté, mientras le daba una palmada juguetona en el trasero. Ella respondió con un gemido bajo, moviéndose contra mí.
 
Nos besamos con más fervor, nuestras manos explorando cada rincón del cuerpo del otro. Ella me agarró con más fuerza, y yo respondí tocándola con más intensidad, sintiendo su calor y la textura de su piel.
 
 
—No quiero que nadie se entere de esto —dijo, mientras se movía para ajustarse a mí, su piel aún caliente contra la mía.
 
—Ningún problema —dije, mientras la abrazaba y la besaba en el cuello.
 
 
Ambos estábamos completamente absortos en el momento, sin ningún remordimiento, disfrutando del calor y la proximidad que compartíamos.
 
 
Ella sacó el teléfono y comenzó a grabar mientras nos abrazábamos y nos besábamos.
 
 
—Mira esto —dijo con una sonrisa traviesa—. Vamos a enviarle esto al viejo.
 
 
—¿En serio? —pregunté, con una sonrisa—. ¿Qué vamos a decir?
 
—Que no tiene idea de lo que se está perdiendo —respondió, mientras me daba un beso en los labios.
 
 
Empezamos a besarnos más intensamente. Ella me acariciaba el pecho, y yo le rozaba la espalda. Mientras nos grabábamos, nuestras manos se movían libremente, tocándonos y explorándonos.
 
 
—¿Qué tal si le enviamos esto para que sepa lo que está pasando? —bromeó ella, mientras nos besábamos apasionadamente.
 
 
—Sí, claro —dije, entre besos—. Que vea lo bien que estamos sin él.
 
 
Seguimos grabando, riendo y tocándonos. La cámara capturó nuestros momentos de intimidad, las risas y la complicidad entre nosotros. Nos miramos el uno al otro, sabiendo que esto era solo nuestro secreto.
 
 
—No olvides que esto se queda entre nosotros —le recordé, mientras la abrazaba y la besaba de nuevo.
 
 
—Lo sé, no te preocupes —dijo ella, con una sonrisa cómplice—. Solo estamos disfrutando el momento.
 
 
La grabación terminó con ambos riendo, abrazados, y disfrutando del calor de nuestra cercanía.

2 comentarios - Hice el amor con mi Madre pt.3

LordAt22
Muy buen post, espero la continuación pronto 🔥🔥🔥
et178282
10pts perfecto cortito y al pie