You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Desde el inicio fui sissy

Hola! Cómo están? Soy nueva por acá. Les voy a contar mi historia.


Me llamo Nico, tengo 35 años, y soy una sissy. Me encanta ponerme ropa sexy de mujer, lencería, medias, vestidos ajustados, minis, no sé, todo el combo.
Mientras me decidía a escribir estas líneas, pensaba desde cuándo es que lo soy. Enseguida se vinieron a mi mente algunas imágenes de cuando era chico. Mis padres trabajaban todo el día, y yo me quedaba al cuidado de una empleada que, en general, no me atendía mucho, porque tenía otras tareas que hacer. Durante algún tiempo, aprovechaba que la mujer estaba en otra e iba directo al cajón de ropa interior de mi madre, elegía unas cuantas prendas, y me encerraba en el baño durante horas. Me probaba las distintas prendas, bombachas, corpiños, alguna otra cosa, y posaba y me miraba al espejo por todo el rato. Ahora que lo vuelvo a recordar, me imagino que la mujer que por allí andaba no sería indiferente a esto. ¿Se daría cuenta? Seguramente sí, pero bueno, en ese momento yo estaba convencido que no.
Cuando entré a la adolescencia ese espíritu se apagó en mí. Durante todo ese período y hasta los 20 y pico no se me cruzó por la cabeza nada de esto. Me dediqué a mirar porno heterosexual, y pajearme una cantidad. En ese momento, bloqueaba toda mi esencia. De hecho, tuve varias novias y mis primeras experiencias sexuales.
Hasta que a los 28, después de terminar con una novia, quedando soltero de nuevo, conocí esta página, y con ella las Sissy Captions. Un flashback impresionante llegó de repente a mi novia. Volví a conectar con el deseo de ponerme ropita sexy, y verme hecha toda una diosa, puta.
Pasé por varias tiendas de lencería, sufriendo muchísima vergüenza, y me compré mis primeras tangas, y mis primeras medias con portaligas. Ya para es entonces tenía la posibilidad de sacarme fotos. Me mandé alto book toda cachonda.
Al tiempo descubrí las Hypnos de sissies, y el hecho de ver secuenciadas una tras otra una escena de una mina sometida, con una canción de Britney Spears de fondo iba calando un mensaje en lo más profundo de mi cerebro. Yo tenía que ser como esas chicas, sometida, usada.

Reseulta, entonces, que curioseando me hice un perfil en una página de citas donde era posible tener una identidad de "crossdresser". Así hablé con muchísimos tipos, que cautivos por lo calientes que se veían mis fotos quería un pedazo de mí. Sin embargo, no me entretenía mucho su mente. Yo quería un varón bien macho, pero que tuviera el cerebro bien puesto, o por lo menos algunas neuronas funcionando.
Quería alguien morboso que no parara hasta partirme la mente. Me costó muchísimo encontrarlo, años. Pero fui paciente. Fui y vine en mi intensidad en la página hasta que apareció Juan. Un chabón casado que me llevaba casi 20 años de edad, pero que tenía una mente infinitamente increíble. Después de haber charlado con un centenar de chabones, haber ido hacia adelante y atrás en las intenciones o la posibilidad de concretar, una época me encontró decididísimo y, por suerte, me crucé con él. Un tipo que se interesó por mí, se abrió a tomarse el tiempo de chatear conmigo y descubrir qué era lo que me movilizaba a estar en estas situaciones, y movió los hilos para hacerme sentir convencida de que todos mis morbos me iban a volar la cabeza con él, haciéndose realidad.
Me animé, y decidí animarme a concretar con él. Que me estrenara.
Me dejó en claro, en la última charla en el chat, que a partir de ahora nos íbamos a referir a mí en género femenino. Así dejé de ser Nico, y empecé a ser Anto.

Habíamos pactado encontrarnos en una puntual esquina poco circulada de un barrio neutral para ambos a las 9 d la mañana. Yo había mentido en el trabajo que me sentí mal y que no iba a ir todo el día. No sabía cuánto podía llevar el evento, así que no quería ser yo quien hiciera que las cosas fueran a las corridas. No tenía ni idea en qué situación estaba Juan, y no iba a preguntar. Iba a ser la pendeja amante de un tipo casado, a full.
Vi acercarse el auto que identifiqué como él me había descrito en el chat y sentí como el corazón quería escapárseme por la garganta. Me dieron ganas de darme vuelta y salir corriendo, evitar toda esa situación de encontrarme cara a cara, vestido de chico, con aquel que me había sacado mi lado más puta con una pantalla de por medio. Ya no tenía la pantalla protegiéndome, estaba expuesta. Llevaba una mochila llena de ropa interior y putería. El auto se vino encima de donde estaba esperando y no me dio tiempo a decidirme a correr. Abrir la puerta de ese auto y entrar allí fue como meterse en un portal donde yo viviría como otra versión de mí en algún lugar del multiverso.

- Hola Anto. ¿Cómo estás? - me saludó elegantemente- .
Me temblaron las piernas al tiempo que apoyaba la cola en el asiento y en mi nariz penetraba una mezcla de aroma a auto nuevo y perfume fuerte de hombre exitoso.
Los nervios empezaban a dar paso a la calentura.
- Hola, Juan. Acá. jajaja. - respondí repleta de nervios - .
- Sí, acá estamos. Por suerte. Tranquila, va a estar buenísimo - me dijo al tiempo de que apoyaba su mano en mi muslo, apretándolo con la firmeza justa para no pasarse de la raya.
Ahora lo que me temblaba era la conchita.

El viaje hacia el hotel duró algo así como entre 5 y 10 minutos. Juan se encargó de que no se sintiera una eternidad con su charla descontracturada, haciéndome aflojar y entender que no había nada de malo con lo que estaba haciendo, a pesar de haberme sentido aterrada hacía solo un momento.
Cuando llegamos a la recepción, el tipo se encargó de gestionar todo, sin exponerme en lo más mínimo. Se preocupaba por hacerme sentir cuidada, confiada.
Estacionó en la cochera y esperamos en el coche a que cerrara el portón, para que nadie pudiera vernos.

- Después de usted, señorita - me dijo señalándome la puerta de la habitación - .
- Gracias, señor - dije poniendo la mejor voz de puta que me salió - .
Agarré mi mochila y me bajé del auto, enfilando directo hacia el nuevo portal que tenía que cruzar, el que daba ingreso a la habitación en donde me iban a desflorar.
- Voy al baño y salgo - le dije apurada por sacarme la ropa de Nico y tirarme toda la lencería arriba - .
- Andá tranquila. Tomate tu tiempo. Yo te voy a estar esperando acá. - dijo dándome tranquilidad, por enésima vez en 30 minutos - .

Entré al baño, prendí la luz, cerré la puerta, abrí rápido la mochila y tiré todo su contenido al piso.
Me saqué la ropa y me miré al espejo. Posé de frente, y me dí vuelta para verme de espaldas. Me había depilado toda para la ocasión, y me sentí orgullosa de cómo me veía.
Me puse un body negro que me quedaba entalladito y hasta parecía hacerme un poquito de lolitas, cosa que me cachondeaba. De atrás me quedaba bien metidito en la colita, exponiendo mis pompis paradas nacidas en el gimnasio. Encima de eso me puse unas medias de brillo que simulaban un portaligas que le daban una sensualidad extra al atuendo.
Me puse un pañuelito en el cuello, porque sentía que me daba un aspecto más femenino así, y que a Juan le iba a gustar.
Para culminar el outfit me puse unas botas leñadoras, que de los calzados que tenía, era lo que más de puta podrían llegar a parecer.
Me hice un delineado rápido, un poco de rubor y me pinté los labios con un rojo furioso, como para dejarle toda la pija marcada de rouge. Completé mi estética con unos lentes baratos que me había comprado en la calle, sin nada de aumento, que me dejaban la cara menos varonil.


Desde el inicio fui sissy

puta


Dí un paso atrás, me miré al espejo y reconocí a Anto en él. Solo faltaba sacarla ahí afuera.

Salí del baño con algo de timidez, como sin querer hacer mucho ruido. Juan ya estaba desnudo sentado al borde de la cama, con la espalda apoyada en ella. Le dí una mirada fugaz y reconocí un cuerpo que, a pesar de ya contar con varios usos, se mantenía en forma y agradecí eso. Pero inmediatamente mis ojos se fueron a su pija, que dormía en una de sus manos. ¡Qué manjar!
Él aún no se había dado cuenta de que había salido del baño, y yo deseaba ser vista, deseaba ser reconocida.

- Hola, papi - le dije al salir, con la voz más tierna, puta y sumisa que me pudo salir.



Dejen muchos puntitos y comentarios si quieren que les siga contando la historia.
Besitos
.

4 comentarios - Desde el inicio fui sissy

Adricasi
Espero la continuación por favor