Pedro tenía todavía mal de estómago y le venía difícil hablar con sus amigos. No eran realmente sus amigos, solo chicos con los cuales hablaba durante ese tiempo en que estaba en su iglesia. Sabía muy bien de no gustarles tanto a ellos a causa de su carácter siempre tan responsable y respetuoso de las reglas pero él era así y estaba bien con eso. Él tenía su amigo Juan que siempre le hacía compañía en la escuela.
-Pedro, viste a tu madre?
-No papá, no la vi. Pero sabes como es, seguramente esta de alguna parte charlando con sus amigas.
-Si es verdad. Si la ves, dile que Jonás pide de ella, el pequeño no deja de molestar.
-Ok papá.
Después de poco su fue al baño, no aguantaba mas, su estómago lo estaba matando pero en el camino por ahí vio a padre Eugenio rezar a ojos cerrados cerca del confesional. Parecía muy turbado.
En la tranquilidad de esas paredes blancas finalmente encontró paz que desafortunadamente fue interrumpida por algunos ruidos provenientes cerca de él. Probablemente provenían del cuarto baño, el más lejano de él pero lo mismo lograba escuchar ya que las tablas que separaban los baños estaban echas de esa madera ligera y económica.
Quería ignorar los ruidos pero cada vez se hacían más fuertes y más frecuentes que era imposible no prestar atención. Eran como respiros profundos, de dos personas.
-Aaj
Escuchó la voz de una mujer que se cortaba inmediatamente como si se hubiera puesto la mano sobre la boca. Pero ese era baño de hombres. Pedro se sintió inmediatamente incómodo sabiendo que una mujer estaba tan cerca de él en un momento tan privado.
Escuchó algo metálico tocar el piso; una cintura que caía junto a un pantalón probablemente.
-Mmmm
Otra vez la voz de mujer, talvez también ella estaba mal del estómago. Nuevamente los respiros comenzaron a salir, siempre de dos personas, ahora era claro que estaban sincronizados y paraban también al mismo tiempo cuando se escuchaban ruidos similares a los que hacían sus compañeros de su escuela al besarse vulgarmente con sus novias.
Pedro entendió lo que estaba pasando. “Aquí? En la iglesia? En un baño? No soy experto pero no creo que sea el mejor puesto para venir a besarse” El chico entendía pero no completamente. Su mente era todavía ingenua y inocente.
Otro ruido comenzó a ser producido, primero más tenue y despacio para volverse más fuerte y rápido. Eran ruidos de carne contra carne, manos que aplaudían, manos mojadas. Cualquiera estuviese ahí seguramente no tenía vergüenza.
Si primero su presencia en ese lugar se hacía incomoda ahora era terriblemente incomoda y inapropiada, no porque fuese él que hacía algo malo pero solo por el simple echo de estar escuchando lo que escuchaba.
PLAFF, PLAFF, PLAFF
Se escuchaba sin parar por minutos y minutos. Pedro estaba molesto que alguien estuviera en un lugar como ese haciendo algo tan sucio. Los ruidos pararon por poco tiempo y escuchó unos dos golpes como si manos tratarán de sostenerse de la madera a su alrededor.
Pensaba que habia acabado pero no era así. Otra vez los PLAFF continuaron y él no lo soportaba más. Quien hubiera podido ser tan imprudente y perverso de venir ahí para hacer sus actos impuros?
DRRIIIIIN, DRRIIIIIN
Pedro escuchó sonar un celular. “El mismo sonido que hace el celular de mi madre cuando llegaba una llamada”
-Espera, espera.
Dijo la voz femenina que le pareció algo familiar al chico. Seguramente quien estaba ahí no esperó porque el DRIIIN no paró por algunos segundos y el PLAFF continuaba. La mujer había apagado el celular pero por accidente lo debía haber echo caer porque el ruido del móvil golpear el piso de porcelana era inconfundible, a él le había pasado muchas veces.
Los ruidos seguían y ahora asta escuchaba gemidos. Pedro no quería soportar más y apenas pudo botó el agua y salió. En esos momentos los ruidos pararon. Podía tranquilamente regresar afuera pero el viejo religioso y enojado que estaba en él salió afuera. El chico se dirigió al último baño y estuvo parado frente la puerta. Vio que el celular era rosado como el de su madre pero no sospechó nada.
-Tendrían que avergonzarse!
Dijo tratando de hacerse al enojado con la voz gruesas pero el resultado fue ridículo y divertido así tanto que los dos adentro se rieron. Enojado el joven salió y cerró la puerta detrás de él.
-Jajaja, escuchaste que patético es tu hijo?
-No digas así!
-Porque? Tu también te reíste.
Era la verdad, también ella lo encontró patético y por eso se rió pero no quería admitirlo. Teresa comenzó nuevamente a rebotar sobre la verga de Marcelo esta vez con más energía y sin contenerse.
Con nadie en el baño no había razón de ser discretos pero también había otro motivo por su renovado vigor. Que alguien estuviese escuchando su traición le causó morbo pero ahora que sabía que su proprio hijo la escuchó besar y coger con su bully sin saber que era ella la prendió como nunca primero. “Que te pasa Teresa?” fue lo último que logró pensar primero de tener otro orgasmo más fuerte que el precedente.
Teresa no sabía por cuánto más siguieron follando o cuantos orgasmos tuvo pero al escuchar la campana de la iglesia sonar el mediodía supo que tenía que regresar ande su familia.
-Tenemos que parar, tenemos que parar, aj.
-Todavía no he terminado.
-Lo se pero…Ah, ah, ah, ah, ah, es, es muy tarde, ya me estarán buscando. Si vienen aquí…
-Y te encuentran empalada en mi verga negra? Que problema habría? Es tiempo que lo sepan.
-No, mmm, no digas, ah, ah, no digas así.
-Lo se que te gusta puta.
Marcelo comienza a empujar su verga arriba aumentando el placer de su hembra.
-Ágamos un trato. Si respondes sinceramente a mis preguntas te dejo ir pero si no lo haces te cogeré tan fuerte que tus gritos llegaran asta el paraíso.
Teresa no sabía cual de las dos elegir.
-Pregunta número uno. Tu ya sabias de mi madre y yo verdad?
-Mmm…si, si, si
-Eras tu la perra que me veía de la ventana jaja. Mi vecino me dijo que vio una mujer masturbandose cerca de mi casa.
-Lo siento, lo siento, ah, ah, ah
-Pregunta número dos. Te gustó lo que viste?
-Si! Ah, ah, ah, ah, si.
-Pregunta número tres. Te gustó que tu hijo te escuchara rebotar sobre mi verga?
-Mmmmm
Teresa sabía que lo que estaba para decir era peligroso.
-Si, si, si, ah, ah, ah, ah, me gustó, me gustó muchooooo!
Marcelo había aumentado la velocidad de sus movimientos mientras hacía la pregunta y ahora ella y él se corrían al mismo tiempo.
-Teresa! Donde estabas? Te estuve llamando todo este tiempo.
-Lo siento tesoro, mi celular se apagó mientras estaba en el baño.
-En el baño?
Preguntó Pedro.
-Si, en el baño de mujeres. Creo que también yo estoy mal del estómago hijo.
-Oh, si, si, entiendo mamá.
De escondidas Doña Marta veía como esa ramera se salía de la iglesia con su familia justo después que salió del baño ajustando su ropa seguida por ese joven negro.
Continúa…
-Pedro, viste a tu madre?
-No papá, no la vi. Pero sabes como es, seguramente esta de alguna parte charlando con sus amigas.
-Si es verdad. Si la ves, dile que Jonás pide de ella, el pequeño no deja de molestar.
-Ok papá.
Después de poco su fue al baño, no aguantaba mas, su estómago lo estaba matando pero en el camino por ahí vio a padre Eugenio rezar a ojos cerrados cerca del confesional. Parecía muy turbado.
En la tranquilidad de esas paredes blancas finalmente encontró paz que desafortunadamente fue interrumpida por algunos ruidos provenientes cerca de él. Probablemente provenían del cuarto baño, el más lejano de él pero lo mismo lograba escuchar ya que las tablas que separaban los baños estaban echas de esa madera ligera y económica.
Quería ignorar los ruidos pero cada vez se hacían más fuertes y más frecuentes que era imposible no prestar atención. Eran como respiros profundos, de dos personas.
-Aaj
Escuchó la voz de una mujer que se cortaba inmediatamente como si se hubiera puesto la mano sobre la boca. Pero ese era baño de hombres. Pedro se sintió inmediatamente incómodo sabiendo que una mujer estaba tan cerca de él en un momento tan privado.
Escuchó algo metálico tocar el piso; una cintura que caía junto a un pantalón probablemente.
-Mmmm
Otra vez la voz de mujer, talvez también ella estaba mal del estómago. Nuevamente los respiros comenzaron a salir, siempre de dos personas, ahora era claro que estaban sincronizados y paraban también al mismo tiempo cuando se escuchaban ruidos similares a los que hacían sus compañeros de su escuela al besarse vulgarmente con sus novias.
Pedro entendió lo que estaba pasando. “Aquí? En la iglesia? En un baño? No soy experto pero no creo que sea el mejor puesto para venir a besarse” El chico entendía pero no completamente. Su mente era todavía ingenua y inocente.
Otro ruido comenzó a ser producido, primero más tenue y despacio para volverse más fuerte y rápido. Eran ruidos de carne contra carne, manos que aplaudían, manos mojadas. Cualquiera estuviese ahí seguramente no tenía vergüenza.
Si primero su presencia en ese lugar se hacía incomoda ahora era terriblemente incomoda y inapropiada, no porque fuese él que hacía algo malo pero solo por el simple echo de estar escuchando lo que escuchaba.
PLAFF, PLAFF, PLAFF
Se escuchaba sin parar por minutos y minutos. Pedro estaba molesto que alguien estuviera en un lugar como ese haciendo algo tan sucio. Los ruidos pararon por poco tiempo y escuchó unos dos golpes como si manos tratarán de sostenerse de la madera a su alrededor.
Pensaba que habia acabado pero no era así. Otra vez los PLAFF continuaron y él no lo soportaba más. Quien hubiera podido ser tan imprudente y perverso de venir ahí para hacer sus actos impuros?
DRRIIIIIN, DRRIIIIIN
Pedro escuchó sonar un celular. “El mismo sonido que hace el celular de mi madre cuando llegaba una llamada”
-Espera, espera.
Dijo la voz femenina que le pareció algo familiar al chico. Seguramente quien estaba ahí no esperó porque el DRIIIN no paró por algunos segundos y el PLAFF continuaba. La mujer había apagado el celular pero por accidente lo debía haber echo caer porque el ruido del móvil golpear el piso de porcelana era inconfundible, a él le había pasado muchas veces.
Los ruidos seguían y ahora asta escuchaba gemidos. Pedro no quería soportar más y apenas pudo botó el agua y salió. En esos momentos los ruidos pararon. Podía tranquilamente regresar afuera pero el viejo religioso y enojado que estaba en él salió afuera. El chico se dirigió al último baño y estuvo parado frente la puerta. Vio que el celular era rosado como el de su madre pero no sospechó nada.
-Tendrían que avergonzarse!
Dijo tratando de hacerse al enojado con la voz gruesas pero el resultado fue ridículo y divertido así tanto que los dos adentro se rieron. Enojado el joven salió y cerró la puerta detrás de él.
-Jajaja, escuchaste que patético es tu hijo?
-No digas así!
-Porque? Tu también te reíste.
Era la verdad, también ella lo encontró patético y por eso se rió pero no quería admitirlo. Teresa comenzó nuevamente a rebotar sobre la verga de Marcelo esta vez con más energía y sin contenerse.
Con nadie en el baño no había razón de ser discretos pero también había otro motivo por su renovado vigor. Que alguien estuviese escuchando su traición le causó morbo pero ahora que sabía que su proprio hijo la escuchó besar y coger con su bully sin saber que era ella la prendió como nunca primero. “Que te pasa Teresa?” fue lo último que logró pensar primero de tener otro orgasmo más fuerte que el precedente.
Teresa no sabía por cuánto más siguieron follando o cuantos orgasmos tuvo pero al escuchar la campana de la iglesia sonar el mediodía supo que tenía que regresar ande su familia.
-Tenemos que parar, tenemos que parar, aj.
-Todavía no he terminado.
-Lo se pero…Ah, ah, ah, ah, ah, es, es muy tarde, ya me estarán buscando. Si vienen aquí…
-Y te encuentran empalada en mi verga negra? Que problema habría? Es tiempo que lo sepan.
-No, mmm, no digas, ah, ah, no digas así.
-Lo se que te gusta puta.
Marcelo comienza a empujar su verga arriba aumentando el placer de su hembra.
-Ágamos un trato. Si respondes sinceramente a mis preguntas te dejo ir pero si no lo haces te cogeré tan fuerte que tus gritos llegaran asta el paraíso.
Teresa no sabía cual de las dos elegir.
-Pregunta número uno. Tu ya sabias de mi madre y yo verdad?
-Mmm…si, si, si
-Eras tu la perra que me veía de la ventana jaja. Mi vecino me dijo que vio una mujer masturbandose cerca de mi casa.
-Lo siento, lo siento, ah, ah, ah
-Pregunta número dos. Te gustó lo que viste?
-Si! Ah, ah, ah, ah, si.
-Pregunta número tres. Te gustó que tu hijo te escuchara rebotar sobre mi verga?
-Mmmmm
Teresa sabía que lo que estaba para decir era peligroso.
-Si, si, si, ah, ah, ah, ah, me gustó, me gustó muchooooo!
Marcelo había aumentado la velocidad de sus movimientos mientras hacía la pregunta y ahora ella y él se corrían al mismo tiempo.
-Teresa! Donde estabas? Te estuve llamando todo este tiempo.
-Lo siento tesoro, mi celular se apagó mientras estaba en el baño.
-En el baño?
Preguntó Pedro.
-Si, en el baño de mujeres. Creo que también yo estoy mal del estómago hijo.
-Oh, si, si, entiendo mamá.
De escondidas Doña Marta veía como esa ramera se salía de la iglesia con su familia justo después que salió del baño ajustando su ropa seguida por ese joven negro.
Continúa…
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