El sábado estábamos almorzando con mi puta, cuando le llega el mensaje de su amante, Gerardo, que venía a la ciudad por varios días, y quería verla.
Él es uno de los amantes fijos que ella tiene.
A ella le encanta su verga y el sabor de su leche.
Además es el que mejor la coge, según sus propias palabras.
Le pasó el horario en que llegaba y quedaron en que íbamos a esperarlo a la terminal, y se iban a un hotel.
Así que el lunes, ella se preparó, y se puso un vestidito azul, con florecitas blancas, y nada debajo.
Se calzó sus zapatitos de taco, y fuimos a esperar la llegada de su vergón.
Bajamos del auto. Ella caminaba delante y pude ver cómo su cola perfecta, hacía que el vestido se moviera, y cada varios pasos, la tela se le metía entre sus nalgas, y debía tironearla, para sacarla.
El micro llegó puntual.
Su novio bajó y la vio inmediatamente.
La abrazó por la cintura, y le dio un beso en la boca, acariciando su cola.
Me vio, y me dio un fuertísimo apretón de manos, agradeciéndome que le lleve a la nena.
Nos fuimos hacia el estacionamiento, ellos iban abrazados.
Su mano recorría la cadera de mi nena, verificando que no llevaba ropa interior.
Sus tetas se movían delatando que no tenía brasier.
Se sentaron en el asientro trasero.
Podía ver por el espejo, cómo se besaban apasionadamente, y él metía su mano entre las piernas perfectas y llegaban hasta su conchita depilada.
Ella gemía, y buscaba con su lengua la lengua de su bull, mientras tocaba su pene por encima de su pantalón.
Entramos al hotel, y esperé a que ellos bajaran.
Él le abrió la puerta y la dejó pasar primero.
Cuando ella fue a abrir la puerta de la habitación, le dio una nalgada fuerte, con toda la mano.
Ella lo miró y lanzó una carcajada sonora.
Fui detrás de ellos, y al entrar, pude ver cómo estaban de pie, besándose, mientras él le metía las manos debajo de la falda y le acariciaba las nalgas.
Me senté en un sillón que había contra la pared, frente a la cama.
Él la puso de espaldas a mí, y subió la pollerita, dejando sus nalgas afuera, y le metió el dedo mayor entre las nalgas, pasándolo hacia arriba y abajo por el ano de la putita.
Ella se colgó de su cuello y lo besaba ardientemente.
Luego él le amasó las tetas y la hizo darse vuelta.
Desde atrás le agarró las tetas con todas las manos. Después bajó su mano, y levantando la falda otra vez, le metía los dedos en su conchita húmeda.
Entonces, quiso pasar al baño, a ducharse.
Le dio otra nalgada feroz, y la dejó con las mejillas rojas, y los labios inflamados.
Ella me miró ahí sentado, mirándola caliente, tratando de no tocar mi pija, porque estaba a punto de estallar.
Se sacó los zapatitos, y se acostó en la cama boca abajo, mirando hacia la puerta del baño.
Los dos estábamos en silencio. Expectantes.
La tela de la falta entre sus nalgas, y sus pezones duros que se le marcaban en la tela.
Salió enseguida, desnudo, con su enorme verga colgando a media erección.
Se acercó a la cama y le puso la pija en la cara.
De vuelta una nalgada.
Ella se apoyó en sus codos, y empezó a mamar sin manos.
Se la tragaba toda, mientras él le agarraba la cabeza y se la sujetaba, sin dejarla salirse.
Luego la soltaba, y ella le lamía las bolas, las mamaba, y recorría con su lengua toda la pija hasta la punta, para volver a tragársela toda.
Le agarraba las tetas y le pellizcaba los pezones duros, hasta que ella se quejaba de que le dolían.
Entonces le daba una bofetada, y volvía a meterle toda la pija hasta el fondo y le agarraba la cabeza sin dejarla respirar.
Estuvieron así un rato largo.
Entonces la agarró de las tetas y la hizo arrodillarse en la cama.
La besó intensamente sujetando su cara.
Sus manos recorrieron las piernas de mi puta, tomaron la tela del vestidito, y se lo sacó, mientras ella levantaba los brazos.
Me arrojó la prenda a la cara, mofándose de mí, que no podía dejar de mirar extasiado a mi puta.
Le agarró la cara y la hizo abrir la boca.
Ella obediente abrió y sacó la lengua.
La escupió varias veces dentro de la boca.
Ella tragaba y volvía a abrir la boca.
Entonces le dio una bofetada que por poco la hace caer de la cama.
La sujetó, de las tetas, y la empujó, haciéndola caer de espalda.
Le agarró las piernas y se las abrió, y metió su cara en su concha, y la lamió desesperado.
Ella gozaba mientras él le metía los dedos, y lamía su clítoris.
La hizo levantar las piernas y le pasó la lengua por el ano, y la vagina una y otra vez.
Ella gemía de placer, y se agarraba las tetas.
Entonces él empezó a masturbarla muy duro.
Le metía dos dedos en la vagina y los movía muy fuerte!
Ella lanzaba gritos, y se retorcía.
Entonces él bajó el ritmo, y sacó los dedos de la vagina y se los metió en el culo.
Hizo lo mismo.
Ahora ella gemía de placer y dolor, porque le metía muy fuerte los dedos en el ano.
Pero no le pedía que pare, ni intentaba zafarse.
Entonces él agarró su verga, y levantando las piernas de la putita, apoyó el enorme glande en el culo, y empujó sin piedad.
De una le mandó la cabeza de la pija, y ella gritó.
La sacó, y le escupió el ano abierto.
Y volvió a entrarle. Esta vez más profundo.
Repitió la operación varias veces, y a cada vez, más adentro la verga.
Cuando por fin la metió toda, empezó a bombearla sin piedad.
La abrió mucho las piernas y se tiró sobre ella, mamándole las tetas y besándola.
Ella gozaba, y trataba de moverse, para sentir más la verga. Pero estaba atrapada debajo de ese cuerpo musculoso.
Cada tanto él se incorporaba sobre sus rodillas, sin sacar la verga, y le agarraba el cuello, ahorcándola, y luego le daba bofetadas que la hacían dar vuelta la cara.
Mi puta tenía las mejillas rojas, por las cachetadas y la calentura.
Abría su boca pidiendo escupidas, y él lo hacía, entre bofetadas.
Entonces le dió una cachetada en una teta, sacó su verga, y la dio vuelta.
Ella obediente, le dio la espalda, y se puso en cuatro.
Pero él la empujó para que se acueste boca abajo, se tiró sobre ella, y la hizo abrir las piernas.
Agarró su pija intentando penetrar su culo, pero ella tomó la enorme pija con su manito, y lo guió.
Le metió toda la pija, y empezó a cogerla muy duro.
Toda la cama se movía, y crugía pegando el respaldo contra la pared.
Ella gritaba y jadeaba, mientras él le mordía los hombros y el cuello.
En un momento él se arrodilló y la tomó de las caderas, haciéndola ponerse en cuatro.
Hizo una coleta con su pelo, y tironeando fuerte la hizo hechar la cabeza hacia atrás.
No dejaba de darle duro, y metió su mano debajo de su mentón, haciéndola arquear su espalda, y su cara hacia él.
Ella abrió su boca y volvió a escupirla, y a besarla.
Entonces la empujó con fuerza, haciéndola caer de cara contra la cama, y agarrando sus caderas, la penetraba como si quisiera llegar con su verga hasta su garganta.
Le empezó a dar chirlos salvajes en las nalgas y la cadera.
Jadeaba como un animal.
Le tiraba el cabello y la nalgueaba, mientras la cogía como un cavernícola.
Ella empezó a gritar, “Más fuerte! Más fuerte! Rompeme el culo! Quiero tu leche en mi culo! Rompémelo! Soy tu puta! Destrozame!”
Fue un momento eterno!
Parecía que nunca iba a terminar!
Yo estaba al borde del colapso!
Imaginaba que estaba destrozándole los intestinos con esa tremenda verga!
De pronto él empezó a tener convulsiones, y le daba con más intensidad, mientras gemía con voz ronca, y tiraba de la coleta tan fuerte que la hizo levantarse, y la agarró del cuello y la retuvo contra él, besándola y chuponeándole el cuello.
Se quedaron así un rato, agitados, empapados en sudor.
Ella con su espalda arqueada, los brazos colgando, temblando.
Entonces él la soltó y ella cayó sobre sus tetas, parando su cola, y al rato pude ver cómo la inmensa pija salía medio flácida de entre sus nalgas.
Se levantó y se fue al baño.
Pude ver el culo de mi puta, dilatado y la leche asomando y cayendo sobre su conchita carnosa.
Cuando él volvió se acostó a su lado, y ella se recostó sobre él y empezó a besarlo, mientras él le agarraba las nalgas y le daba palmadas sonoras.
Ella agarró su pija, y empezó a masturbarlo.
Se puso de costado. Sus tetas contra el cuerpo fuerte y musculoso.
Entonces le empezó a mamar la verga, que todavía estaba flácida.
La mamó con un hambre incontenible.
Se la tragaba toda, agarrándole las bolas, y apretándolas contra su cara.
Amasaba, lamía y mamaba sus bolas y volvía a tragarse la pija entera, y la mantenía un rato.
Y a cada vez que la sacaba, la pija se iba agrandando y poniendo más dura.
Entonces, ella se subió sobre él, agarró la pija y la llevó a su ano.
Él le agarraba las tetas con ambas manos, las amasaba, y les daba cachetadas.
Ella se recostó y los besó muy profundamente.
Se volvió a sentar, y recibió otra bofetada, y cachetadas en las tetas.
Se puso salvaje, y empezó a saltar sobre la pija.
Movía sus caderas y hacía círculos.
Sus nalgas rebotaban sobre las bolas y aplaudían sonoramente.
Se tiraba hacia atrás y apretaba las nalgas. Le encantaba sentir esa verga llenándola.
Él la sujetó de la cintura y ella empezó a moverse más fuerte, cogíendo la chota con su culo.
Cabalgó y cabalgó.
Apoyó sus manos a los lados del rostro de su amante, y movía su pelvis arriba y abajo, fuerte.
Su cola sonaba cada vez más fuerte, mientras aplaudía contra las bolas.
En un momento su cuerpo subió tanto, que la pija se salió del culo, y al bajar, se le metió de golpe en la vagina.
Ella lanzó un gemido desgarrador.
Se quedó quieta un momento, temblando, con su rostro compungido.
Tuvo un orgasmo que la hizo temblar toda mucho rato, y se desplomó sobre él.
La abrazó, y le dió una fuerte nalgada.
Se quedaron así un rato largo. Respirando agitados.
Entonces ella se movió, aún con toda la verga adentro.
Él le acarició la mejilla, corrió su pelo desmarañado, y la besó.
Ella empezó a darle besos cortitos, y luego uno largo y profundo. Acompañado de gemidos.
Continuaron besándose y murmurando, pero no alcancé a entender qué se decían.
Luego se levantaron y se fueron a darse una ducha juntos.
Al rato pude escuchar los gritos de ella, que le volvía a pedir que le diera más fuerte, y los sonidos de las nalgadas y su cola aplaudiendo en la pelvis de su amante.
Luego un silencio. Y los gruñidos de él acabando.
Ese último polvo se lo dio en la boca.
Salieron, se vistieron y nos fuimos.
Yo pagué el hotel mientras ellos salían.
Se sentaron en el asiento trasero y se fueron besando todo el camino, hasta llegar al centro, en donde él bajó para ir a su hotel.
Ella se quedó mirándolo, hasta que entró, y luego se pasó al asiento de adelante.
Estaba agotada.
Recostó su asiento y se dormitó, mientras duró el viaje a casa.
2 comentarios - Su amante de visita