Los policías salieron al pasillo discutiendo sobre qué cosa hacer.
-Seguramente es uno de ellos.
-Si, probablemente lograremos identificarlo. Tiene que tener precedentes penales.
-Ese tipo fue muy afortunado en sobrevivir, seguramente el pandillero lo creyó muerto.
-Pero la zona de la agresión es muy lejana de donde la banda suele operar. Me parece extraño.
KIMIKO…
-Hola? Con quien estoy hablando? Porque tienes el celular de mi ma…
-Mira nomas que pequeño es el mundo Jajaja.
Interrumpe una voz gruesa y malvada que hace helar la sangre de Kimiko que por el susto apretó fuerte el brazo de su hijo.
-T…Tu. No, tu…Quien eres?
-Oh no te hagas a la tonta. Tu lo sabes.
-No, porque? No entiendo.
-Sabes que puta? Espero de verte muy pronto. Las cosas se están haciendo interesantes.
La llamada termina y Kimiko tiene que sentarse para no caer al piso por el susto. Su respiración era acelerada, sus piernas temblaban, sudaba frío y le vinieron ganas de vomitar.
-Señora Nakamura esta bien?
Pide un policía preocupado.
COFF, COFF
Kimiko tose apretando fuerte su ropa tratando de contenerse de llorar.
-Si, si, estoy bien. Solo…me atoré.
-Oh esta bien. Si necesita ayuda, por favor nos llame. Ya terminamos de hablar con su esposo y si por casualidad recuerda otros detalles serían de mucha ayuda para nosotros.
-Si…claro.
Los policías se retiran junto al retratista y mientras caminaban ella logró ver en la hoja el dibujo del rostro de Enric.
En la casa, Kimiko caminaba en redondo pensando y pensando como todo fue posible. Enric tenía el celular de Kenji, fue él quien asaltó a su esposo el día primero. Estaba segura de eso. Pero porque? Ella temía que Miguel fuera parte de esto.
No tenía idea en lo que se había metido pero sabía que quería salir de eso lo más pronto posible. Era difícil para ella ocuparse normalmente de la casa y de Koji sabiendo que su esposo estaba en el hospital y ella conocía quien lo había puesto ahí. Podía decirlo a la policía y asegurar el criminal a la justicia pero no lo hizo. Decir que sabía la identidad del hombre significaba que hubiera tenido que revelar su adulterio a ellos y seguramente también a su marido. Ella no quería eso. Sabía que tenía que hacerlo pero no quería perder a Kenji, en especial después de lo que le pasó.
Miguel trató de acercarla pero ella se retiró en su casa, se encerró adentro como si fuese su fortaleza. Salía solo cuando era indispensable pero cuando lo hacía se aseguraba de ser lo más silenciosa posible. Estaba decida en respetar la promesa que hizo a su esposo.
Durante la noche se acostaba a dormir junto a su hijo pero el muy bastardo se aseguraba de hacerle escuchar como cogía a una de sus putas y las hacia gemir a todo volumen. Kimiko cerraba sus ojos y con una mano cubría las orejas de su hijo para no despertarlo y con la otra manejaba su sexo mojado.
Si bien estaba decidida a mantener su promesa ella no podía negar su deseo. Su mente le decía de quedarse ahí y seguir esperando a su esposo pero su cuerpo estaba hambriento y pedía a gran voz una buena verga para saciarse.
Pasó una semana y en uno de esos días, después de haber salido del hospital y haber asistido a Kenji dándole su comida preparada por ella, fue al mercado para comprar comida para hacer unas compras. Era un día caluroso y el sudor de su piel mojaba su ropa durante el regreso a casa.
Abrió la puerta y la cerró inmediatamente detrás de ella sin hacer ruido.
Pero apenas se giró dejó caer las bolsas de sus manos regando la comida al piso mientras sus ojos asustados miraban a ese figura malvada sentada en la sombra. Era Enric sentado en el sofá mirando directamente a los ojos y atraves del alma de ella.
-Mucho tiempo que no nos vemos...Demasiado.
-…
-Sabes, cuando Miguel me dijo que tu no salías mas de tu departamento y que lo evitabas de todos modos me preocupe. Me dije, Enric…esa mujer debe sentirse tan sola. Estoy segura que necesita la compañía de un amigo.
-Tu…no puedes estar aquí. Por favor…sal.
-Jajaja, cual es el problema? Creía que resolvimos esa cosa de la timidez que tenías. Acaso quieres que te ayude nuevamente?
-No, no, yo…yo solo quiero que me dejes sola. Los dos, quiero que me dejen sola a mi y a mi familia. Sal de aquí por favor.
-Sal de aquí o que cosa? Llamaras a la policía? Piensas que puedes?
Dice el criminal acercándose a ella mientras Koji a su lado no sabía que estaba pasando.
-…
-Yo y la policía…no tengo una buena relación con ellos pero aunque si no les gusto todavía no pudieron hacer nada contra mi. Yo me enojaría si la llamaras. Tu no quieres que me enoje verdad?
-…
Kimiko esta aterrorizada. No sabía lo que ese hombre hubiera podido hacer pero sus pensamientos fueron interrumpidos por un sopapo que le hizo caer al piso.
-Respóndeme cuando te hablo!
-No! No. No quiero hacerte enojar.
-Muy bien. Sabes, quería venirte a visitar antes pero Miguel me dijo de tu ingrata actitud. No será por lo que pasó con tu maridito verdad?
-…
-Oh, es pero eso. Jajaja.
-Porque?
-Que cosa?
-Porque lo hicieron? Porque él?
Pidió Kimiko con todo el coraje que tenía y Enric le explicó.
Ese día, en la mañana, Enric se despertó cansado por la noche pasada despues de coger con una de sus “amigas favoritas”. Era tarde para encontrar a Miguel en su apartamento temprano como habían planeado. Su amigo quería sorprender a una puta casada esperándola los dos en el apartamento de él. De todos modos el nunca fue un madrugador. Se vistió y salió con calma para recibir después de poco una llamada de uno de sus socios de un problema con algunas “mercancías”.
A Enric no le gustaba recibir malas noticias la mañana, estaba molesto y quería esfogarse. Justo en ese momento, mientras caminaba para ir al apartamento de su amigo pasó una hombre en la dirección opuesta a él. Estaba yendo a trabajar. Algo en Enric se prendió. No le gustaba ese hombre porque tenía una cara de idiota, de buena persona, uno decente, un debilucho sin huevos. Él pensaba que ese tipo tenía la cara echa para recibir golpes como los nerd que pegaba cuando iba a la escuela. Y así pasó.
Enric se lanzó sobre Kenji, lo empujó en un callejón para tener más privacidad y ahí dejó ir toda su frustración como un boxeador con un saco de boxeo.
Cuando el hombre había caído como saco de papas al piso pensó que fuera una buena idea robarle su dinero. Agarró rápido su billetera, su reloj y cuando intentó agarrar ese anillo dorado el idiota se resistió. Eso hizo enojar mucho a Enric que respondió a eso rompiéndole el dedo y pegándolo asta cansarse y cuando terminó lo empujó por las escaleras. Ni él sabía porque lo hizo. No quería matarlo. No le importaba si vivía o moría así que se fue como si nada primero que alguien se diera cuenta de lo que pasó.
Esa noche dejó el celular robado en su casa, junto también a las otras cosas y se durmió cerca su amiga que algunas veces se quedaba ahí para calentarle la cama.
Era una relación extraña. Mientras se hacía la ducha el celular sonó y fue ella que respondió. No le dijo nada porque no quería que se distraerse cuando esa misma noche lo invitaba a coger.
La mañana siguiente después de la cogida fue Kimiko con llamada a despertarlos y fue de nuevo ella a responder.
-No me dijiste que estabas casado.
-Que?
Su amiga le dijo de la llamada y que creía que ese fuera su celular lo que llamó la atención del criminal. Se puso a revisar las cosas, un reloj no tan valioso, le gustaba, podía tenerlo o probar a venderlo. Habían también el dinero de Kenji que no era mucho, el anillo y la billetera con documentos adentro pero también una foto particular.
La foto retraía una bella familia feliz: el idiota que pegó, un hijo y una mujer joven y atractiva que se parecía mucho a la zorra que se había follado el día antes, justo después de asaltar a Kenji. “El mundo es pequeño” pensó y rió.
Kimiko escuchó con atención y remordimiento el cuento de Enric y no podía dejar de sentirse culpable por eso. Prácticamente lo era. Si ella no estuviera envuelta con Miguel entonces ese criminal no hubiera venido a su apartamento ese día, no hubiera encontrado a Kenji y no lo hubiera golpeado. Esa mañana mientras su amado esposo estaba botado en un callejón sangrante y inconsciente ella estaba siendo cogida por Miguel y Enric, el cual hizo eso a su marido.
Se sintió el ser humano más asqueroso de todo el mundo.
-Dios mío Kimiko, parece una locura.
-Lo se, lo se Teresa pero…nunca quise lastimar a mi esposo. Las cosas salieron de mi control. Se que en este momento pensará lo peor de mi y probablemente tengas razón pero soy una mujer cambiada. Me arrepentí con todo mi corazón y ahora estoy tratando salvar lo que puedo de mi familia y mi vida.
Teresa escuchaba las sinceras palabras de la mujer con su ropa interior mojada y sus dedos ansiosos de masturbarla. No se lo explicaba pero lo que le escuchaba decir a Kimiko era como tener un orgasmo atraves de sus orejas. Su cuento era demasiado excitante.
El cuento de Kimiko prosiguió y le contó que cosa le hizo ese criminal esa vez…
Enric estaba parado delante de ella contando lo que hizo con orgullo mientras la mujer intentaba tratar de mantener un cierto grado de compostura pero por mas que lo quisiera no lo lograba. Estaba mojada como nunca.
El criminal veía la alma de Kimiko en ese momento y con seguridad se bajó los pantalones sacando su verga dura y erecta delante a la casada.
Kimiko no podía creer a lo que pasaba. El monstruo que había echo hospitalizar a su esposo estaba ahora en su casa, delante de ella con su miembro afuera pretendiendo sexo a la esposa de su víctima.
-Bueno Kimiko Nakamura…sabes que debes hacer.
Kimiko miró bien el miembro tan tentador del hombre que parecía tener vida propia y parecía invitarla a tocarlo. Pasó demasiado tiempo sin tener sexo y ahora estaba teniendo una crisis de abstinencia.
Gracias al cielo había dejado a su hijo en el otro cuarto así que no pudiera asistir a las acciones de su madre. Kimiko tenía que obedecer y así hizo. Sabía que resistir no era posible. Sus manos rodearon la dura verga negra de Enric que gozaba de la vista en ver esa mujer humillada.
Después de poco pasó de mamarle la verga a ser follada en la cara con esa misma. La rudeza de Enric fue particular ese día.
Kimiko logró separarse de él por un momento para tomar respiro pero no duró mucho porque el bastardo la obligó a regresar a servirle. Kimiko no lo podía creer pero sus bragas estaban completamente mojadas. Que terrible mujer era. Después de algunos minutos Enric la llevó con fuerza …… y le sacó violentamente sus bragas rompiéndolas.
Con su mano pudo ver cuanto estaban mojadas y eso lo motivó a ser todavía más cruel con ella.
-Puta barata, mírate como estas. No te da vergüenza? Estas aquí en tu casa, apunto de ser follada por el mismo que rompió la cara a tu esposo y te mojas?...En toda mi vida conocí pocas mujeres como tu Jaja.
Dicho eso le puso sus mismas pantis en su boca y se puso detrás de ella y apuntó al agujero tan hambriento de la ama de casa. Se la clavó toda en un solo golpe lo que causó la salida se un grito de dolor atenuado por las bragas mojadas.
-Aaaah
Kimiko lloraba mientras el miembro del criminal entraba y salía de su coñito mojado con una fuerza alucinante.
-AH. AH. AH. AH. AH. AH.
Cada afonde aumentaba su placer y su humillación. Poco a poco perdía la razón aumentando sus gemidos y olvidándose de su promesa. Pero que podía hacer? Contra de él no podía hacer nada, un solo acto de rebelión y la hubiera cogido más fuerte sin dejarla ir. Talvez eso era lo que quería. Se sentía la más puta de las putas, por estar en su proprio hogar recibiendo y gimiendo bajo los afondes del hombre que golpeó a su marido. No sabía si esto lo volvía peor o mejor.
Si alguien los hubiera visto no sabría decir si estuviese siendo violada o cogida.
Su vista se ofuscada y perdía control de su cuerpo que caía bajo la voluntad de Enric y su lujuria. Lo único que entendía era que a un cierto punto su ropa no estaba más sobre ella y que los puestos en los cuales follaban cambiaban de continuo. Desde la meza de la cocina pasaron a su cama matrimonial y primero sobre todo los posibles lugares como el sofá, el piso o asta la ventana.
En el mientras de todo, la vecina escuchaba todo aunque con las orejas tapadas por sus manos.
-Te gusta ser cogida por mi verdad? El que llenó a tu cornudo de golpes?
-Ah, ah, ah, ah, ah
-RESPONDE O DEJO DE METERTELA!
-Si, ah, ah, ah, si me gusta, lo adoro.
-Jajaja
-Más fuerte no te escucho!
-Lo adooorooooooo!
Las golpes de verga hicieron perder la razón a Kimiko que hablaba y se movía solo por puro instinto.
-Puta de mierda. Quieres que paré? Quieres que deje de follarte? Mmm? Puedo dejarte en paz para siempre…a ti y a tu familia.
-Nooo, no, nooo, por favor no. Ah, ah, ah, ah, sigue follandomeeee
-Jajaja claro que si.
La perversión de los dos tocó niveles que nunca pensaría posibles y había perdido la cuenta de todos los orgasmos que tuvo mientras el cruel Enric le contaba en detalles otra vez como brutalizó a su Kenji.
Después de horas y horas Kimiko se levantó por el llanto de Koji que le recordaba sus deberes de madre. Estaba toda dolida y abierta, sucia en cuerpo y alma de sudor y semen. Su ropa estaba echa piedad como toda la casa pero sobretodo el estado psicológico de Kimiko que no sabia mas si estaba viviendo en el mundo real en el más perverso de sus sueños.
Primero de irse Enric había dejado el celular de Kenji sobre la meza y cuando lo revisó Kimiko vio que habían registrado todo el video de la sesión de sexo de ese día. Era alucinante, terrible y completamente excitante. Ella no eliminó el video si no lo vio y vio más veces en esos días masturbándose en el mientras. Era como ver otra persona con su mismo cuerpo hacer todas esas depravaciones.
Ella continuó a fingir que estaba todo bien cuando visitaba a Kenji pero en el momento que el deseo golpeaba a su puerta ella se dejaba ir a la lujuria. Nuevamente regresó a follar con Miguel y Enric de su voluntad sabiendo que no podía escapar a sí misma. Más folladas y más videos, todos mientras Kenji se recuperaba en el hospital. En algunas ocasiones asta parecían videos más profesionales. La hacían vestir con lindos vestidos, la filmaban entrando en su misma casa, con las fotos de su familia sobre la mesa y la follaban entre tantos para su placer y para el de sus amantes.
Las gangbang se volvieron normales para ella como también ser registrada en video. Le dijeron que sería solo para ellos y para algunos amigos fieles que no las divulgarían pero ni ella lo creía. Al menos decía de creerles pero la verdad no le importaba más. No tenía el control de ella, de su cuerpo o de su vida y la cosa le gustaba.
Después de semanas Kenji regresó a casa y aparentemente todo volvió a la normalidad. La doble cara de su esposa le fue escondida asta que un día regresó primero de su trabajo.
Eran las 3 o 4 de la tarde. Kenji subía las escaleras contento de poder regresar ande su familia.
Los ruidos se vivían más fuertes más se acercaba y cuando abrió la puerta de su apartamento se quedó horrorizado por lo que veía. Su amada esposa Kimiko siendo follada por un grupo de hombres con vergas descomunales. Ahí estaba ella, en él medio, cogiendo ávidamente y con placer esos miembros en sus agujeros.
-Ki…Ki…Kimiko?
-Que esta pasando? Kimiko!
Entre el ruido de sus gemidos, la musica y los golpes entre carne y carne no habían escuchado la puerta abrirse. Kenji había visto una parte del show que Kimiko ponía para sus dueños dos veces a semana.
Kimiko con una verga todavía en su boca abrió los ojos aterrorizada al ver su marido a la entrada. Se volvió pálida, su sangre se congeló al saber que la habían descubierto en la peor forma posible.
-Kenji, Kenji, no, no. No es lo que parece.
Una frase clásica pero realista que muchas decían cuando venían descubiertas. Era casi instinto decirla, porque que otra cosa podían decir?
Kenji estaba apuntó de tener un paro cardíaco a su joven edad cuando con una rodilla cayó al suelo ya que le temblaban las piernas del shock. Se sentía destruido, sentía su corazón partirse en mil pedazos y su alma caer al nivel más bajo del infierno. Pará él este era el infierno. El la escuchó, el la vio hacer eso. No había donde esconderse.
Kimiko logró separarse de los hombres y corrió asía su esposo en lágrimas.
-Kenji…Yo…Kenji…
No sabía que decir pero agarraba las manos de él con sinceridad y con la cara de una mujer arrepentida. No quería que pasará. La llegada de Kenji la devolvió al mundo real con sus consecuencias.
Su marido la veía con asco y rabia así que retiró sus manos violentamente.
-Tu, tu…no me toques.
-Kenji, lo siento…lo siento, perdóname. Te amo.
Sus palabras eran tortura para sus orejas. Como podía decirle de amarlo después de lo que la vio hacer? Los hombres presentes no sabian que hacer y entre ellos estaban Miguel y Enric que se miraron a los ojos con sonrisa divertida. Se leían en la mente del otro.
Miguel se acercó detrás de ella y la agarró de sus caderas.
-No te molesta si te la robo verdad? Estábamos ocupados primero que arruinaras la fiesta.
Kenji vio la cara de ese hombre. Lo reconoció. Era su vecino, un hombre alto y negro que nunca le cayó bien a Kenji. Lo consideraba rude, maleducado y despreciable pero ahí estaba entre los hombres que estaban cogiendo a su esposa.
-Que, que haces?
Pidió Kimiko.
-Voy a hacerte sentir mejor.
-NO, no, que dices? No lo hagas.
El vergon de Miguel entró dentro de Kimiko haciéndole soltar un gemido.
-Ah, ah, ah, ah.
El deseo se prendió de nuevo, esta vez más fuerte que nunca en el cuerpo de la mujer mientras veía delante de ella su marido derrotado.
Enric estaba gozando viéndolo todo y filmando con un zoom la cara de Kenji perdida en la desesperación.
-NO! Basta! Fuera de aquí. Déjenla!
Dijo Kenji con la rabia que tenía. Cuando la escuchó tratar de rebelarse al hombre su instinto de marido se despertó por más que fuera ilógico. No es que quería respetar su voluntad pero estaba al límite de la humillación y el dolor y no quería soportar más. Kenji se acercó a los dos, listo para una pelea pero un valiente la dio un buen golpe en el estómago dejándolo sin aire y al suelo.
Kenji miró hacia arriba y vio un hombre negro filmándolo con una cámara, una de esas grandes y pesadas. Le tomó dos segundos para reconocer el bastardo sonriente detrás de la cámara. Era Enric el mismo malviviente que leo dejó a punto de morir en ese callejón. La revelación lo dejó completamente destrozado.
Se giró a ver a su esposa con la mirada de uno al cual habían sacado el corazón del pecho. No dijo nada pero sus ojos gritaban…
-Porque?
Kimiko de su parte lloraba pero gemia al mismo tiempo. Esa situación tan jodida y perversa la prendía de lujuria y no lograba parar. Detrás de ella Miguel la embestia de pijadas que resonaban en el salón con sonidos de chanclas mojada
Los otros hombres a su alrededor se frotaban las vergas a la presencia de una símil tragedia. Enric se acerca a Kenji y le pisa su mano cuando él estaba a punto de pararse nuevamente.
-Mira y aprende cornudo, es así como se trata a una mujer.
Kenji vio a su pulso el reloj suyo, regalado por su padre. La verga de Enric estaba muy cerca a la cara del marido que veía con vergüenza como fuese más grandes que la suya.
-Dile cuanto te gusta puta.
-No! NO! Ah, ah, ah, ah
-Dilo o paró de follarte.
-Ah, ah, ah, lo siento Kenji…no puedo, no puedo resistir…
-A QUE COSA PUTA? A QUE COSS NO PUEDES RESISTIR.
-A tu vergaaaaa! No resisto a tu grande verga negra. Ah, ah, ah, ah, lo siento, lo siento.
-Amas a mi verga?
-Si la amoooooo
-JAJAJA. Dile puta, dile desde cuando te estamos follando.
-Ah, ah, ah, ah, ah, ah, de tanto, de tanto, de MESEEEEEEEES!
-Así es cuernito, me estoy follando a tu esposa desde meses Jaja.
-Lo siento, lo siento, ah, ah, ah
Enric deja de pisar la mano al marido y con su verga dura se acerca a Kimiko.
-Dile Kimiko, dile de cuanto tiempo mamás esta verga.
-Ah, ah, de tanto, de mucho tiempo.
-Y cuando descubriste que fue yo quien lo mandó al hospital?
-Follamos, follamos, ah, ah, ah, ah, ah
-Escuchas cornudo tu esposa es mi puta desde el mismo día que te partí la cara, en esa misma mañana y por todo el tiempo después.
Kenji escuchaba con horror la cruda verdad y no podía hacer nada. Vio la cara de su esposa contorcida por el placer como nunca la había visto lo que lo humilló aún más. De repente se escuchó un llanto de la otra habitación. Era Koji. Kenji se paró y como un zombi fue a llevarse a su hijo. Enric y los otros no estaban preocupados.
-Espera Kenji, no, lo siento, ah, ah…no te vayas. Te amo…te amooooo
Repite Kimiko teniendo otro orgasmo mientras Kenji y Koji salían del apartamento.
Después de ese día Kimiko no los vio más asta el día de la firma de divorcio. Esa noche durmió sola en una casa vacía llorando arrepentida y maldiciendo el día que nació. Tiempo después recibió llamadas por parte de su familia enfuriada por su comportamiento. No sabía que cosa o cuánto Kenji les había contado de lo que pasó, talvez tuvo piedad y se quedó con los detalles peores. De todos modos le desconocieron como hija. No veía más a su hijo Koji que le faltaba terriblemente y vino a saber de la hermana menor de Kenji, todavía estaba en contacto con ella, que ahora su hermano vivía con ellos junto al pequeño.
Logró ver a su marido el día que con los abogados firmó el divorcio. Ella intentó primero pedir perdón, de hacer miles de promesas y de proclamar su amor por él y su hijo pero los ojos vacíos de Kenji no le hacían caso. Al tribunal fueron presentadas las pruebas de la infidelidad de Kimiko que giraban por el Internet y con eso fácilmente perdió la custodia de Koji. Ella había perdido todo y sabía que era su culpa. Fue después que fue acercaba por un cura de iglesia que la llevó en la comunidad donde encontró Teresa.
-Kimiko, perdona interrumpir pero puedo usar tu baño?
-Oh, si, esta ahí.
Dijo Teresa encerrándose para finalmente masturbarse pensando al cuento de Kimiko. Con la calentura que tenía, se tardó poco en venir pero fuera del baño la mujer siguió atendiendo a su adúltera amiga. Dijo una o dos cosas para consolarla como sabía hacer y se despidió. Kimiko le pidió de poder verse nuevamente y ella aceptó.
-No te desesperes Kimiko, encontraras un modo para ser feliz de nuevo. Te lo prometo.
Continúa…
-Seguramente es uno de ellos.
-Si, probablemente lograremos identificarlo. Tiene que tener precedentes penales.
-Ese tipo fue muy afortunado en sobrevivir, seguramente el pandillero lo creyó muerto.
-Pero la zona de la agresión es muy lejana de donde la banda suele operar. Me parece extraño.
KIMIKO…
-Hola? Con quien estoy hablando? Porque tienes el celular de mi ma…
-Mira nomas que pequeño es el mundo Jajaja.
Interrumpe una voz gruesa y malvada que hace helar la sangre de Kimiko que por el susto apretó fuerte el brazo de su hijo.
-T…Tu. No, tu…Quien eres?
-Oh no te hagas a la tonta. Tu lo sabes.
-No, porque? No entiendo.
-Sabes que puta? Espero de verte muy pronto. Las cosas se están haciendo interesantes.
La llamada termina y Kimiko tiene que sentarse para no caer al piso por el susto. Su respiración era acelerada, sus piernas temblaban, sudaba frío y le vinieron ganas de vomitar.
-Señora Nakamura esta bien?
Pide un policía preocupado.
COFF, COFF
Kimiko tose apretando fuerte su ropa tratando de contenerse de llorar.
-Si, si, estoy bien. Solo…me atoré.
-Oh esta bien. Si necesita ayuda, por favor nos llame. Ya terminamos de hablar con su esposo y si por casualidad recuerda otros detalles serían de mucha ayuda para nosotros.
-Si…claro.
Los policías se retiran junto al retratista y mientras caminaban ella logró ver en la hoja el dibujo del rostro de Enric.
En la casa, Kimiko caminaba en redondo pensando y pensando como todo fue posible. Enric tenía el celular de Kenji, fue él quien asaltó a su esposo el día primero. Estaba segura de eso. Pero porque? Ella temía que Miguel fuera parte de esto.
No tenía idea en lo que se había metido pero sabía que quería salir de eso lo más pronto posible. Era difícil para ella ocuparse normalmente de la casa y de Koji sabiendo que su esposo estaba en el hospital y ella conocía quien lo había puesto ahí. Podía decirlo a la policía y asegurar el criminal a la justicia pero no lo hizo. Decir que sabía la identidad del hombre significaba que hubiera tenido que revelar su adulterio a ellos y seguramente también a su marido. Ella no quería eso. Sabía que tenía que hacerlo pero no quería perder a Kenji, en especial después de lo que le pasó.
Miguel trató de acercarla pero ella se retiró en su casa, se encerró adentro como si fuese su fortaleza. Salía solo cuando era indispensable pero cuando lo hacía se aseguraba de ser lo más silenciosa posible. Estaba decida en respetar la promesa que hizo a su esposo.
Durante la noche se acostaba a dormir junto a su hijo pero el muy bastardo se aseguraba de hacerle escuchar como cogía a una de sus putas y las hacia gemir a todo volumen. Kimiko cerraba sus ojos y con una mano cubría las orejas de su hijo para no despertarlo y con la otra manejaba su sexo mojado.
Si bien estaba decidida a mantener su promesa ella no podía negar su deseo. Su mente le decía de quedarse ahí y seguir esperando a su esposo pero su cuerpo estaba hambriento y pedía a gran voz una buena verga para saciarse.
Pasó una semana y en uno de esos días, después de haber salido del hospital y haber asistido a Kenji dándole su comida preparada por ella, fue al mercado para comprar comida para hacer unas compras. Era un día caluroso y el sudor de su piel mojaba su ropa durante el regreso a casa.
Abrió la puerta y la cerró inmediatamente detrás de ella sin hacer ruido.
Pero apenas se giró dejó caer las bolsas de sus manos regando la comida al piso mientras sus ojos asustados miraban a ese figura malvada sentada en la sombra. Era Enric sentado en el sofá mirando directamente a los ojos y atraves del alma de ella.
-Mucho tiempo que no nos vemos...Demasiado.
-…
-Sabes, cuando Miguel me dijo que tu no salías mas de tu departamento y que lo evitabas de todos modos me preocupe. Me dije, Enric…esa mujer debe sentirse tan sola. Estoy segura que necesita la compañía de un amigo.
-Tu…no puedes estar aquí. Por favor…sal.
-Jajaja, cual es el problema? Creía que resolvimos esa cosa de la timidez que tenías. Acaso quieres que te ayude nuevamente?
-No, no, yo…yo solo quiero que me dejes sola. Los dos, quiero que me dejen sola a mi y a mi familia. Sal de aquí por favor.
-Sal de aquí o que cosa? Llamaras a la policía? Piensas que puedes?
Dice el criminal acercándose a ella mientras Koji a su lado no sabía que estaba pasando.
-…
-Yo y la policía…no tengo una buena relación con ellos pero aunque si no les gusto todavía no pudieron hacer nada contra mi. Yo me enojaría si la llamaras. Tu no quieres que me enoje verdad?
-…
Kimiko esta aterrorizada. No sabía lo que ese hombre hubiera podido hacer pero sus pensamientos fueron interrumpidos por un sopapo que le hizo caer al piso.
-Respóndeme cuando te hablo!
-No! No. No quiero hacerte enojar.
-Muy bien. Sabes, quería venirte a visitar antes pero Miguel me dijo de tu ingrata actitud. No será por lo que pasó con tu maridito verdad?
-…
-Oh, es pero eso. Jajaja.
-Porque?
-Que cosa?
-Porque lo hicieron? Porque él?
Pidió Kimiko con todo el coraje que tenía y Enric le explicó.
Ese día, en la mañana, Enric se despertó cansado por la noche pasada despues de coger con una de sus “amigas favoritas”. Era tarde para encontrar a Miguel en su apartamento temprano como habían planeado. Su amigo quería sorprender a una puta casada esperándola los dos en el apartamento de él. De todos modos el nunca fue un madrugador. Se vistió y salió con calma para recibir después de poco una llamada de uno de sus socios de un problema con algunas “mercancías”.
A Enric no le gustaba recibir malas noticias la mañana, estaba molesto y quería esfogarse. Justo en ese momento, mientras caminaba para ir al apartamento de su amigo pasó una hombre en la dirección opuesta a él. Estaba yendo a trabajar. Algo en Enric se prendió. No le gustaba ese hombre porque tenía una cara de idiota, de buena persona, uno decente, un debilucho sin huevos. Él pensaba que ese tipo tenía la cara echa para recibir golpes como los nerd que pegaba cuando iba a la escuela. Y así pasó.
Enric se lanzó sobre Kenji, lo empujó en un callejón para tener más privacidad y ahí dejó ir toda su frustración como un boxeador con un saco de boxeo.
Cuando el hombre había caído como saco de papas al piso pensó que fuera una buena idea robarle su dinero. Agarró rápido su billetera, su reloj y cuando intentó agarrar ese anillo dorado el idiota se resistió. Eso hizo enojar mucho a Enric que respondió a eso rompiéndole el dedo y pegándolo asta cansarse y cuando terminó lo empujó por las escaleras. Ni él sabía porque lo hizo. No quería matarlo. No le importaba si vivía o moría así que se fue como si nada primero que alguien se diera cuenta de lo que pasó.
Esa noche dejó el celular robado en su casa, junto también a las otras cosas y se durmió cerca su amiga que algunas veces se quedaba ahí para calentarle la cama.
Era una relación extraña. Mientras se hacía la ducha el celular sonó y fue ella que respondió. No le dijo nada porque no quería que se distraerse cuando esa misma noche lo invitaba a coger.
La mañana siguiente después de la cogida fue Kimiko con llamada a despertarlos y fue de nuevo ella a responder.
-No me dijiste que estabas casado.
-Que?
Su amiga le dijo de la llamada y que creía que ese fuera su celular lo que llamó la atención del criminal. Se puso a revisar las cosas, un reloj no tan valioso, le gustaba, podía tenerlo o probar a venderlo. Habían también el dinero de Kenji que no era mucho, el anillo y la billetera con documentos adentro pero también una foto particular.
La foto retraía una bella familia feliz: el idiota que pegó, un hijo y una mujer joven y atractiva que se parecía mucho a la zorra que se había follado el día antes, justo después de asaltar a Kenji. “El mundo es pequeño” pensó y rió.
Kimiko escuchó con atención y remordimiento el cuento de Enric y no podía dejar de sentirse culpable por eso. Prácticamente lo era. Si ella no estuviera envuelta con Miguel entonces ese criminal no hubiera venido a su apartamento ese día, no hubiera encontrado a Kenji y no lo hubiera golpeado. Esa mañana mientras su amado esposo estaba botado en un callejón sangrante y inconsciente ella estaba siendo cogida por Miguel y Enric, el cual hizo eso a su marido.
Se sintió el ser humano más asqueroso de todo el mundo.
-Dios mío Kimiko, parece una locura.
-Lo se, lo se Teresa pero…nunca quise lastimar a mi esposo. Las cosas salieron de mi control. Se que en este momento pensará lo peor de mi y probablemente tengas razón pero soy una mujer cambiada. Me arrepentí con todo mi corazón y ahora estoy tratando salvar lo que puedo de mi familia y mi vida.
Teresa escuchaba las sinceras palabras de la mujer con su ropa interior mojada y sus dedos ansiosos de masturbarla. No se lo explicaba pero lo que le escuchaba decir a Kimiko era como tener un orgasmo atraves de sus orejas. Su cuento era demasiado excitante.
El cuento de Kimiko prosiguió y le contó que cosa le hizo ese criminal esa vez…
Enric estaba parado delante de ella contando lo que hizo con orgullo mientras la mujer intentaba tratar de mantener un cierto grado de compostura pero por mas que lo quisiera no lo lograba. Estaba mojada como nunca.
El criminal veía la alma de Kimiko en ese momento y con seguridad se bajó los pantalones sacando su verga dura y erecta delante a la casada.
Kimiko no podía creer a lo que pasaba. El monstruo que había echo hospitalizar a su esposo estaba ahora en su casa, delante de ella con su miembro afuera pretendiendo sexo a la esposa de su víctima.
-Bueno Kimiko Nakamura…sabes que debes hacer.
Kimiko miró bien el miembro tan tentador del hombre que parecía tener vida propia y parecía invitarla a tocarlo. Pasó demasiado tiempo sin tener sexo y ahora estaba teniendo una crisis de abstinencia.
Gracias al cielo había dejado a su hijo en el otro cuarto así que no pudiera asistir a las acciones de su madre. Kimiko tenía que obedecer y así hizo. Sabía que resistir no era posible. Sus manos rodearon la dura verga negra de Enric que gozaba de la vista en ver esa mujer humillada.
Después de poco pasó de mamarle la verga a ser follada en la cara con esa misma. La rudeza de Enric fue particular ese día.
Kimiko logró separarse de él por un momento para tomar respiro pero no duró mucho porque el bastardo la obligó a regresar a servirle. Kimiko no lo podía creer pero sus bragas estaban completamente mojadas. Que terrible mujer era. Después de algunos minutos Enric la llevó con fuerza …… y le sacó violentamente sus bragas rompiéndolas.
Con su mano pudo ver cuanto estaban mojadas y eso lo motivó a ser todavía más cruel con ella.
-Puta barata, mírate como estas. No te da vergüenza? Estas aquí en tu casa, apunto de ser follada por el mismo que rompió la cara a tu esposo y te mojas?...En toda mi vida conocí pocas mujeres como tu Jaja.
Dicho eso le puso sus mismas pantis en su boca y se puso detrás de ella y apuntó al agujero tan hambriento de la ama de casa. Se la clavó toda en un solo golpe lo que causó la salida se un grito de dolor atenuado por las bragas mojadas.
-Aaaah
Kimiko lloraba mientras el miembro del criminal entraba y salía de su coñito mojado con una fuerza alucinante.
-AH. AH. AH. AH. AH. AH.
Cada afonde aumentaba su placer y su humillación. Poco a poco perdía la razón aumentando sus gemidos y olvidándose de su promesa. Pero que podía hacer? Contra de él no podía hacer nada, un solo acto de rebelión y la hubiera cogido más fuerte sin dejarla ir. Talvez eso era lo que quería. Se sentía la más puta de las putas, por estar en su proprio hogar recibiendo y gimiendo bajo los afondes del hombre que golpeó a su marido. No sabía si esto lo volvía peor o mejor.
Si alguien los hubiera visto no sabría decir si estuviese siendo violada o cogida.
Su vista se ofuscada y perdía control de su cuerpo que caía bajo la voluntad de Enric y su lujuria. Lo único que entendía era que a un cierto punto su ropa no estaba más sobre ella y que los puestos en los cuales follaban cambiaban de continuo. Desde la meza de la cocina pasaron a su cama matrimonial y primero sobre todo los posibles lugares como el sofá, el piso o asta la ventana.
En el mientras de todo, la vecina escuchaba todo aunque con las orejas tapadas por sus manos.
-Te gusta ser cogida por mi verdad? El que llenó a tu cornudo de golpes?
-Ah, ah, ah, ah, ah
-RESPONDE O DEJO DE METERTELA!
-Si, ah, ah, ah, si me gusta, lo adoro.
-Jajaja
-Más fuerte no te escucho!
-Lo adooorooooooo!
Las golpes de verga hicieron perder la razón a Kimiko que hablaba y se movía solo por puro instinto.
-Puta de mierda. Quieres que paré? Quieres que deje de follarte? Mmm? Puedo dejarte en paz para siempre…a ti y a tu familia.
-Nooo, no, nooo, por favor no. Ah, ah, ah, ah, sigue follandomeeee
-Jajaja claro que si.
La perversión de los dos tocó niveles que nunca pensaría posibles y había perdido la cuenta de todos los orgasmos que tuvo mientras el cruel Enric le contaba en detalles otra vez como brutalizó a su Kenji.
Después de horas y horas Kimiko se levantó por el llanto de Koji que le recordaba sus deberes de madre. Estaba toda dolida y abierta, sucia en cuerpo y alma de sudor y semen. Su ropa estaba echa piedad como toda la casa pero sobretodo el estado psicológico de Kimiko que no sabia mas si estaba viviendo en el mundo real en el más perverso de sus sueños.
Primero de irse Enric había dejado el celular de Kenji sobre la meza y cuando lo revisó Kimiko vio que habían registrado todo el video de la sesión de sexo de ese día. Era alucinante, terrible y completamente excitante. Ella no eliminó el video si no lo vio y vio más veces en esos días masturbándose en el mientras. Era como ver otra persona con su mismo cuerpo hacer todas esas depravaciones.
Ella continuó a fingir que estaba todo bien cuando visitaba a Kenji pero en el momento que el deseo golpeaba a su puerta ella se dejaba ir a la lujuria. Nuevamente regresó a follar con Miguel y Enric de su voluntad sabiendo que no podía escapar a sí misma. Más folladas y más videos, todos mientras Kenji se recuperaba en el hospital. En algunas ocasiones asta parecían videos más profesionales. La hacían vestir con lindos vestidos, la filmaban entrando en su misma casa, con las fotos de su familia sobre la mesa y la follaban entre tantos para su placer y para el de sus amantes.
Las gangbang se volvieron normales para ella como también ser registrada en video. Le dijeron que sería solo para ellos y para algunos amigos fieles que no las divulgarían pero ni ella lo creía. Al menos decía de creerles pero la verdad no le importaba más. No tenía el control de ella, de su cuerpo o de su vida y la cosa le gustaba.
Después de semanas Kenji regresó a casa y aparentemente todo volvió a la normalidad. La doble cara de su esposa le fue escondida asta que un día regresó primero de su trabajo.
Eran las 3 o 4 de la tarde. Kenji subía las escaleras contento de poder regresar ande su familia.
Los ruidos se vivían más fuertes más se acercaba y cuando abrió la puerta de su apartamento se quedó horrorizado por lo que veía. Su amada esposa Kimiko siendo follada por un grupo de hombres con vergas descomunales. Ahí estaba ella, en él medio, cogiendo ávidamente y con placer esos miembros en sus agujeros.
-Ki…Ki…Kimiko?
-Que esta pasando? Kimiko!
Entre el ruido de sus gemidos, la musica y los golpes entre carne y carne no habían escuchado la puerta abrirse. Kenji había visto una parte del show que Kimiko ponía para sus dueños dos veces a semana.
Kimiko con una verga todavía en su boca abrió los ojos aterrorizada al ver su marido a la entrada. Se volvió pálida, su sangre se congeló al saber que la habían descubierto en la peor forma posible.
-Kenji, Kenji, no, no. No es lo que parece.
Una frase clásica pero realista que muchas decían cuando venían descubiertas. Era casi instinto decirla, porque que otra cosa podían decir?
Kenji estaba apuntó de tener un paro cardíaco a su joven edad cuando con una rodilla cayó al suelo ya que le temblaban las piernas del shock. Se sentía destruido, sentía su corazón partirse en mil pedazos y su alma caer al nivel más bajo del infierno. Pará él este era el infierno. El la escuchó, el la vio hacer eso. No había donde esconderse.
Kimiko logró separarse de los hombres y corrió asía su esposo en lágrimas.
-Kenji…Yo…Kenji…
No sabía que decir pero agarraba las manos de él con sinceridad y con la cara de una mujer arrepentida. No quería que pasará. La llegada de Kenji la devolvió al mundo real con sus consecuencias.
Su marido la veía con asco y rabia así que retiró sus manos violentamente.
-Tu, tu…no me toques.
-Kenji, lo siento…lo siento, perdóname. Te amo.
Sus palabras eran tortura para sus orejas. Como podía decirle de amarlo después de lo que la vio hacer? Los hombres presentes no sabian que hacer y entre ellos estaban Miguel y Enric que se miraron a los ojos con sonrisa divertida. Se leían en la mente del otro.
Miguel se acercó detrás de ella y la agarró de sus caderas.
-No te molesta si te la robo verdad? Estábamos ocupados primero que arruinaras la fiesta.
Kenji vio la cara de ese hombre. Lo reconoció. Era su vecino, un hombre alto y negro que nunca le cayó bien a Kenji. Lo consideraba rude, maleducado y despreciable pero ahí estaba entre los hombres que estaban cogiendo a su esposa.
-Que, que haces?
Pidió Kimiko.
-Voy a hacerte sentir mejor.
-NO, no, que dices? No lo hagas.
El vergon de Miguel entró dentro de Kimiko haciéndole soltar un gemido.
-Ah, ah, ah, ah.
El deseo se prendió de nuevo, esta vez más fuerte que nunca en el cuerpo de la mujer mientras veía delante de ella su marido derrotado.
Enric estaba gozando viéndolo todo y filmando con un zoom la cara de Kenji perdida en la desesperación.
-NO! Basta! Fuera de aquí. Déjenla!
Dijo Kenji con la rabia que tenía. Cuando la escuchó tratar de rebelarse al hombre su instinto de marido se despertó por más que fuera ilógico. No es que quería respetar su voluntad pero estaba al límite de la humillación y el dolor y no quería soportar más. Kenji se acercó a los dos, listo para una pelea pero un valiente la dio un buen golpe en el estómago dejándolo sin aire y al suelo.
Kenji miró hacia arriba y vio un hombre negro filmándolo con una cámara, una de esas grandes y pesadas. Le tomó dos segundos para reconocer el bastardo sonriente detrás de la cámara. Era Enric el mismo malviviente que leo dejó a punto de morir en ese callejón. La revelación lo dejó completamente destrozado.
Se giró a ver a su esposa con la mirada de uno al cual habían sacado el corazón del pecho. No dijo nada pero sus ojos gritaban…
-Porque?
Kimiko de su parte lloraba pero gemia al mismo tiempo. Esa situación tan jodida y perversa la prendía de lujuria y no lograba parar. Detrás de ella Miguel la embestia de pijadas que resonaban en el salón con sonidos de chanclas mojada
Los otros hombres a su alrededor se frotaban las vergas a la presencia de una símil tragedia. Enric se acerca a Kenji y le pisa su mano cuando él estaba a punto de pararse nuevamente.
-Mira y aprende cornudo, es así como se trata a una mujer.
Kenji vio a su pulso el reloj suyo, regalado por su padre. La verga de Enric estaba muy cerca a la cara del marido que veía con vergüenza como fuese más grandes que la suya.
-Dile cuanto te gusta puta.
-No! NO! Ah, ah, ah, ah
-Dilo o paró de follarte.
-Ah, ah, ah, lo siento Kenji…no puedo, no puedo resistir…
-A QUE COSA PUTA? A QUE COSS NO PUEDES RESISTIR.
-A tu vergaaaaa! No resisto a tu grande verga negra. Ah, ah, ah, ah, lo siento, lo siento.
-Amas a mi verga?
-Si la amoooooo
-JAJAJA. Dile puta, dile desde cuando te estamos follando.
-Ah, ah, ah, ah, ah, ah, de tanto, de tanto, de MESEEEEEEEES!
-Así es cuernito, me estoy follando a tu esposa desde meses Jaja.
-Lo siento, lo siento, ah, ah, ah
Enric deja de pisar la mano al marido y con su verga dura se acerca a Kimiko.
-Dile Kimiko, dile de cuanto tiempo mamás esta verga.
-Ah, ah, de tanto, de mucho tiempo.
-Y cuando descubriste que fue yo quien lo mandó al hospital?
-Follamos, follamos, ah, ah, ah, ah, ah
-Escuchas cornudo tu esposa es mi puta desde el mismo día que te partí la cara, en esa misma mañana y por todo el tiempo después.
Kenji escuchaba con horror la cruda verdad y no podía hacer nada. Vio la cara de su esposa contorcida por el placer como nunca la había visto lo que lo humilló aún más. De repente se escuchó un llanto de la otra habitación. Era Koji. Kenji se paró y como un zombi fue a llevarse a su hijo. Enric y los otros no estaban preocupados.
-Espera Kenji, no, lo siento, ah, ah…no te vayas. Te amo…te amooooo
Repite Kimiko teniendo otro orgasmo mientras Kenji y Koji salían del apartamento.
Después de ese día Kimiko no los vio más asta el día de la firma de divorcio. Esa noche durmió sola en una casa vacía llorando arrepentida y maldiciendo el día que nació. Tiempo después recibió llamadas por parte de su familia enfuriada por su comportamiento. No sabía que cosa o cuánto Kenji les había contado de lo que pasó, talvez tuvo piedad y se quedó con los detalles peores. De todos modos le desconocieron como hija. No veía más a su hijo Koji que le faltaba terriblemente y vino a saber de la hermana menor de Kenji, todavía estaba en contacto con ella, que ahora su hermano vivía con ellos junto al pequeño.
Logró ver a su marido el día que con los abogados firmó el divorcio. Ella intentó primero pedir perdón, de hacer miles de promesas y de proclamar su amor por él y su hijo pero los ojos vacíos de Kenji no le hacían caso. Al tribunal fueron presentadas las pruebas de la infidelidad de Kimiko que giraban por el Internet y con eso fácilmente perdió la custodia de Koji. Ella había perdido todo y sabía que era su culpa. Fue después que fue acercaba por un cura de iglesia que la llevó en la comunidad donde encontró Teresa.
-Kimiko, perdona interrumpir pero puedo usar tu baño?
-Oh, si, esta ahí.
Dijo Teresa encerrándose para finalmente masturbarse pensando al cuento de Kimiko. Con la calentura que tenía, se tardó poco en venir pero fuera del baño la mujer siguió atendiendo a su adúltera amiga. Dijo una o dos cosas para consolarla como sabía hacer y se despidió. Kimiko le pidió de poder verse nuevamente y ella aceptó.
-No te desesperes Kimiko, encontraras un modo para ser feliz de nuevo. Te lo prometo.
Continúa…
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