Daphne ya le había demostrado a Fleur que ella era el ser superior, pero ahora era el momento de asegurar su control sobre el cuarto de veela de una vez por todas.
Ella estaba usando los aposentos privados de Fleur en el carruaje de Beauxbatons para hacerlo. Puede que fuera la habitación de Fleur técnicamente, pero ahora pertenecía a Daphne, al igual que Fleur misma. La súcubo estaba descansando boca arriba en la cama de Fleur, y la cabeza de la veela estaba entre sus piernas. Por si acaso Fleur tenía alguna idea de intentar alejarse y dar una batalla inútil por el dominio, las piernas de Daphne estaban cruzadas detrás de su cabeza para asegurarse de que se quedara justo donde pertenecía.
Fleur parecía estar adaptándose bastante bien a las cosas. No se había quejado en absoluto cuando Daphne reclamó su habitación como suya, y se había agachado boca abajo y había puesto la cabeza entre las piernas de su amo súcubo con bastante buena voluntad. Fleur no había mostrado ninguna inclinación a sacar la cabeza de entre sus piernas, y la estaba lamiendo intensamente y bastante bien. La veela sabía cómo usar esa lengua, y utilizó ese conocimiento y habilidad para hacer que Daphne se sintiera bien. Su lengua trazó los labios de su coño antes de deslizarse dentro y menearse, y después de un rato de eso se había retirado para poder prestar especial atención al clítoris de Daphne. Le trajo a Daphne una inmensa satisfacción física, pero no se permitió ceder y disfrutar de esa satisfacción todavía. Había algo más que Fleur tenía que hacer antes de que eso pudiera suceder. Necesitaba mostrarle a Daphne que entendía y aceptaba su nuevo destino en la vida, y era con palabras en lugar de hechos que demostraría esa comprensión.
—Tu futuro será muy agradable, mi mascota —dijo Daphne en voz baja—. Una vez que te rindas, una vez que aceptes tu nuevo papel y te entregues a mí voluntariamente, tu vida será mucho mejor de lo que podría haber sido sin mí. —Acarició la cabeza de Fleur, pasando las manos por el pelo rubio plateado casi imposiblemente suave de la quarter-veela. Si bien la confrontación inicial había sido todo acerca de la agresión y el establecimiento del dominio, ahora era el momento de que Daphne educara a su nueva mascota sobre lo mucho más fácil que sería su vida una vez que perdiera cualquier pensamiento de resistencia y se rindiera a su nueva realidad.
—Podrás llevar un bonito collar que quedará perfecto en esa delicada garganta tuya —continuó Daphne—. Te cuidarán y te mimarán como la preciada mascota que eres, porque eso es lo que eres ahora. Eres mi preciosa mascota veela, y una vez que me demuestres que lo entiendes, nunca más tendrás que preocuparte por nada. Cuidaré de ti por el resto de tu vida, pero solo después de que me demuestres que lo entiendes.
En contraste con las suaves caricias y las agradables palabras de Daphne, su cola de súcubo estaba azotando con dureza el trasero de la veela. Era un trasero encantador, sin duda, y más tarde Daphne pasaría horas felizmente tratándolo con delicadeza. Pero en ese momento había que hacer sacrificios, y ella continuaría azotando con rudeza ese trasero perfecto con su cola hasta que Fleur lo detuviera. Solo había una manera de que Fleur lo detuviera, y ella sabía cuál era. Una vez que señalara su sumisión y dijera las palabras mágicas a Daphne, los azotes se detendrían y la veela se convertiría en su preciada mascota. Todo lo que Fleur necesitaba hacer era dejar de lamerle el coño el tiempo suficiente para dirigirse a Daphne como "Mi Dama", y todo terminaría.
—Todo el dolor desaparecerá tan pronto como me dejes saber quién soy para ti —dijo—. Lo haré todo mejor una vez que seas mía, pero hasta entonces debo sentarme y observar. —Hablaba como si ella y su cola fueran seres separados, como si Daphne no quisiera que nada de esto sucediera pero fuera incapaz de detener lo que estaba sucediendo. Era una mentira descarada, pero lo importante era que Fleur pensara en ella como su protectora. Quería que la veela recordara no el dolor que su cola le traía, sino cómo su generosa ama la había calmado y reconfortado una vez que el dolor había cesado. Podía ser una ama dura si era necesario, pero ya le había mostrado a su mascota su lado agresivo y dominante. Así fue como habían terminado en esta posición. Para conservarla, necesitaba mostrarle a su mascota los beneficios de aceptar este nuevo estado de cosas.
Fleur continuó lamiéndola y la cola continuó paradójicamente azotándole el trasero mientras la suave voz de Daphne le aseguraba que era preciosa y que la cuidarían. No habría ruptura, ninguna alteración de este curso hasta que Fleur expresara su sumisión. Y por fin, Fleur dejó de lamer a Daphne y la miró desde entre sus piernas. Su barbilla estaba mojada por su trabajo, y sus ojos azules brillaban con una mirada que Daphne nunca antes había visto en sus ojos. Sonrió, sabiendo lo que iba a escuchar de Fleur antes de que su mascota veela abriera la boca.
“Soy tuya, mi señora.”
La cola dejó de golpear a Fleur y dejó su trasero completamente. Ya no había necesidad de azotes, porque su mascota se había entregado a ella. Ahora la súcubo podía darle a su mascota todo el amor y el afecto que pudiera pedir.
—Buena chica —dijo, acariciando la cabeza de Fleur con cariño. Fleur suspiró y luego volvió a poner su boca en el coño de Daphne y volvió a lamer a su dama.
Ella estaba usando los aposentos privados de Fleur en el carruaje de Beauxbatons para hacerlo. Puede que fuera la habitación de Fleur técnicamente, pero ahora pertenecía a Daphne, al igual que Fleur misma. La súcubo estaba descansando boca arriba en la cama de Fleur, y la cabeza de la veela estaba entre sus piernas. Por si acaso Fleur tenía alguna idea de intentar alejarse y dar una batalla inútil por el dominio, las piernas de Daphne estaban cruzadas detrás de su cabeza para asegurarse de que se quedara justo donde pertenecía.
Fleur parecía estar adaptándose bastante bien a las cosas. No se había quejado en absoluto cuando Daphne reclamó su habitación como suya, y se había agachado boca abajo y había puesto la cabeza entre las piernas de su amo súcubo con bastante buena voluntad. Fleur no había mostrado ninguna inclinación a sacar la cabeza de entre sus piernas, y la estaba lamiendo intensamente y bastante bien. La veela sabía cómo usar esa lengua, y utilizó ese conocimiento y habilidad para hacer que Daphne se sintiera bien. Su lengua trazó los labios de su coño antes de deslizarse dentro y menearse, y después de un rato de eso se había retirado para poder prestar especial atención al clítoris de Daphne. Le trajo a Daphne una inmensa satisfacción física, pero no se permitió ceder y disfrutar de esa satisfacción todavía. Había algo más que Fleur tenía que hacer antes de que eso pudiera suceder. Necesitaba mostrarle a Daphne que entendía y aceptaba su nuevo destino en la vida, y era con palabras en lugar de hechos que demostraría esa comprensión.
—Tu futuro será muy agradable, mi mascota —dijo Daphne en voz baja—. Una vez que te rindas, una vez que aceptes tu nuevo papel y te entregues a mí voluntariamente, tu vida será mucho mejor de lo que podría haber sido sin mí. —Acarició la cabeza de Fleur, pasando las manos por el pelo rubio plateado casi imposiblemente suave de la quarter-veela. Si bien la confrontación inicial había sido todo acerca de la agresión y el establecimiento del dominio, ahora era el momento de que Daphne educara a su nueva mascota sobre lo mucho más fácil que sería su vida una vez que perdiera cualquier pensamiento de resistencia y se rindiera a su nueva realidad.
—Podrás llevar un bonito collar que quedará perfecto en esa delicada garganta tuya —continuó Daphne—. Te cuidarán y te mimarán como la preciada mascota que eres, porque eso es lo que eres ahora. Eres mi preciosa mascota veela, y una vez que me demuestres que lo entiendes, nunca más tendrás que preocuparte por nada. Cuidaré de ti por el resto de tu vida, pero solo después de que me demuestres que lo entiendes.
En contraste con las suaves caricias y las agradables palabras de Daphne, su cola de súcubo estaba azotando con dureza el trasero de la veela. Era un trasero encantador, sin duda, y más tarde Daphne pasaría horas felizmente tratándolo con delicadeza. Pero en ese momento había que hacer sacrificios, y ella continuaría azotando con rudeza ese trasero perfecto con su cola hasta que Fleur lo detuviera. Solo había una manera de que Fleur lo detuviera, y ella sabía cuál era. Una vez que señalara su sumisión y dijera las palabras mágicas a Daphne, los azotes se detendrían y la veela se convertiría en su preciada mascota. Todo lo que Fleur necesitaba hacer era dejar de lamerle el coño el tiempo suficiente para dirigirse a Daphne como "Mi Dama", y todo terminaría.
—Todo el dolor desaparecerá tan pronto como me dejes saber quién soy para ti —dijo—. Lo haré todo mejor una vez que seas mía, pero hasta entonces debo sentarme y observar. —Hablaba como si ella y su cola fueran seres separados, como si Daphne no quisiera que nada de esto sucediera pero fuera incapaz de detener lo que estaba sucediendo. Era una mentira descarada, pero lo importante era que Fleur pensara en ella como su protectora. Quería que la veela recordara no el dolor que su cola le traía, sino cómo su generosa ama la había calmado y reconfortado una vez que el dolor había cesado. Podía ser una ama dura si era necesario, pero ya le había mostrado a su mascota su lado agresivo y dominante. Así fue como habían terminado en esta posición. Para conservarla, necesitaba mostrarle a su mascota los beneficios de aceptar este nuevo estado de cosas.
Fleur continuó lamiéndola y la cola continuó paradójicamente azotándole el trasero mientras la suave voz de Daphne le aseguraba que era preciosa y que la cuidarían. No habría ruptura, ninguna alteración de este curso hasta que Fleur expresara su sumisión. Y por fin, Fleur dejó de lamer a Daphne y la miró desde entre sus piernas. Su barbilla estaba mojada por su trabajo, y sus ojos azules brillaban con una mirada que Daphne nunca antes había visto en sus ojos. Sonrió, sabiendo lo que iba a escuchar de Fleur antes de que su mascota veela abriera la boca.
“Soy tuya, mi señora.”
La cola dejó de golpear a Fleur y dejó su trasero completamente. Ya no había necesidad de azotes, porque su mascota se había entregado a ella. Ahora la súcubo podía darle a su mascota todo el amor y el afecto que pudiera pedir.
—Buena chica —dijo, acariciando la cabeza de Fleur con cariño. Fleur suspiró y luego volvió a poner su boca en el coño de Daphne y volvió a lamer a su dama.
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