La habitación estaba preparada con cuidado, cada detalle pensado para empujar a C más allá de sus límites conocidos. M se aseguró de que todo estuviera listo.
Con su mirada dominante y penetrante, ordenó a C que se desnudara completamente, excepto por el pequeño plug anal que ella ya tenía puesto cumpliendo la orden de su Amo. C obedeció con un escalofrío de excitación recorriéndole el cuerpo. Se sentía vulnerable y expuesta, pero al mismo tiempo ansiosa por lo que vendría. Sabía que esa noche sería diferente, más intensa.
M, sin decir una palabra, se acercó a C y comenzó a acariciar su cuerpo, deteniéndose en sus nalgas firmes y redondas, su lugar favorito. Con un movimiento rápido, retiró el plug pequeño y lo reemplazó por el más grande, provocando un gemido ahogado en C. Mientras lo hacía, le susurró al oído: "Eres mía, y esta noche lo demostrarás." C, con la voz temblorosa, respondió: "Gracias, amo. Gracias por elegirme, por permitirme ser tuya."
M no perdió tiempo. Se sentó en la silla al lado de la cama, con su pija ya dura y palpitante. Miró a C con una sonrisa lasciva y le ordenó que se arrodillara ante él. C, obediente y deseosa, se arrodilló y tomó la pija de M en su boca. Sus labios se cerraron alrededor de la verga gruesa, y comenzó a mamar con devoción, moviendo la cabeza de arriba abajo, chupando con fervor. M la observaba con satisfacción, disfrutando de la vista de su sumisa entregada.
El sabor de la piel de M y su preseminal llenaban la boca de C, quien se deleitaba con cada centímetro que podía tomar. Sus ojos se encontraron con los de M, llenos de deseo y gratitud. M tomó el control, sujetando la cabeza de C con fuerza, marcando el ritmo. Empujaba su pija cada vez más profundo, disfrutando de la sensación de dominar completamente a C. El sonido de las mamadas llenaba la habitación, mezclado con los gemidos de C y las respiraciones entrecortadas de M.
Cuando M sintió que estaba cerca de correrse, retiró su pija de la boca de C, dejando un rastro de saliva que conectaba su glande con los labios de ella. M se levantó y guió a C hacia la cama, colocándola a cuatro patas. El plug anal grande aún estaba en su lugar, y M no pudo evitar admirar cómo se destacaba en ese culo perfecto. Sin más preámbulos, M retiró el plug cuidadosamente y observó lo dilatado que estaba el ano de C. Lo escupió y, con los dedos, comenzó a dilatar el ano de C, preparándola para lo que estaba por venir.
C gemía con cada movimiento, sintiendo cómo su cuerpo se rendía completamente a M. Cuando estuvo listo, M no perdió tiempo y empujó su pija dura y caliente dentro del culo de C. La sensación de plenitud hizo que C gritara de placer, sintiendo cada centímetro de M dentro de ella. M comenzó a moverse con fuerza, penetrando profundamente, disfrutando de la sensación del apretado ano de C alrededor de su pija.
Los gemidos de C se intensificaron, mezclándose con las respiraciones pesadas de M. M la penetraba con vigor, cada embestida iba acompañada de un fuerte chirlo en sus nalgas. El sonido del choque de sus cuerpos llenaba la habitación, junto con el jadeo de ambos. M se inclinó hacia adelante, tomando el cabello de C con una mano, tirando de él con fuerza para arquear su espalda. "Eres una puta maravillosa, C. Me encanta ver cómo disfrutas siendo mi sumisa," susurró M en su oído, su voz cargada de lujuria.
C, perdida en el placer, apenas podía responder. "Sí, amo. Soy tu puta, tu sumisa. Gracias por usarme así," logró decir entre gemidos. Cada palabra de sumisión hacía que M la penetrara con más fuerza, su pija hundiéndose más y más en su culo. Sentía cómo su propia excitación crecía, acercándose al clímax.
Con un gruñido bajo, comenzó a correrse dentro del culo de C. C gimió al sentir el semen de M dentro de ella, un recordatorio físico de su completa sumisión. M sacó su pija y rápidamente se acercó al rostro de C. "Abre la boca, mi perra," ordenó, y C obedeció de inmediato, con la lengua fuera, esperando con ansias el semen restante. Eyaculó sin control sobre el rostro y la lengua de C. C recibió el semen con gratitud, con una de sus manos juntó el semen que había caído sobre su cara y chupó sus dedos saboreando cada gota. Sin esperar instrucciones, comenzó a lamer y chupar la pija de M, limpiándola de cualquier rastro de semen.
La imagen de C con el rostro cubierto y tragando su semen, fue suficiente para que M se sintiera completamente satisfecho. Con una última caricia en su cabello, M se apartó y miró a C, quien aún jadeaba, sus ojos brillando de emoción y gratitud. "Gracias, amo," susurró C, aún arrodillada, con los labios húmedos y el sabor de M en su boca.
M sonrió, complacido. "Has sido perfecta. Hoy has demostrado ser digna de mí. Ahora, límpiate y ven aquí. Quiero abrazarte." C obedeció, limpiándose con delicadeza, y luego se acercó a M, quien la envolvió en sus brazos.
Con su mirada dominante y penetrante, ordenó a C que se desnudara completamente, excepto por el pequeño plug anal que ella ya tenía puesto cumpliendo la orden de su Amo. C obedeció con un escalofrío de excitación recorriéndole el cuerpo. Se sentía vulnerable y expuesta, pero al mismo tiempo ansiosa por lo que vendría. Sabía que esa noche sería diferente, más intensa.
M, sin decir una palabra, se acercó a C y comenzó a acariciar su cuerpo, deteniéndose en sus nalgas firmes y redondas, su lugar favorito. Con un movimiento rápido, retiró el plug pequeño y lo reemplazó por el más grande, provocando un gemido ahogado en C. Mientras lo hacía, le susurró al oído: "Eres mía, y esta noche lo demostrarás." C, con la voz temblorosa, respondió: "Gracias, amo. Gracias por elegirme, por permitirme ser tuya."
M no perdió tiempo. Se sentó en la silla al lado de la cama, con su pija ya dura y palpitante. Miró a C con una sonrisa lasciva y le ordenó que se arrodillara ante él. C, obediente y deseosa, se arrodilló y tomó la pija de M en su boca. Sus labios se cerraron alrededor de la verga gruesa, y comenzó a mamar con devoción, moviendo la cabeza de arriba abajo, chupando con fervor. M la observaba con satisfacción, disfrutando de la vista de su sumisa entregada.
El sabor de la piel de M y su preseminal llenaban la boca de C, quien se deleitaba con cada centímetro que podía tomar. Sus ojos se encontraron con los de M, llenos de deseo y gratitud. M tomó el control, sujetando la cabeza de C con fuerza, marcando el ritmo. Empujaba su pija cada vez más profundo, disfrutando de la sensación de dominar completamente a C. El sonido de las mamadas llenaba la habitación, mezclado con los gemidos de C y las respiraciones entrecortadas de M.
Cuando M sintió que estaba cerca de correrse, retiró su pija de la boca de C, dejando un rastro de saliva que conectaba su glande con los labios de ella. M se levantó y guió a C hacia la cama, colocándola a cuatro patas. El plug anal grande aún estaba en su lugar, y M no pudo evitar admirar cómo se destacaba en ese culo perfecto. Sin más preámbulos, M retiró el plug cuidadosamente y observó lo dilatado que estaba el ano de C. Lo escupió y, con los dedos, comenzó a dilatar el ano de C, preparándola para lo que estaba por venir.
C gemía con cada movimiento, sintiendo cómo su cuerpo se rendía completamente a M. Cuando estuvo listo, M no perdió tiempo y empujó su pija dura y caliente dentro del culo de C. La sensación de plenitud hizo que C gritara de placer, sintiendo cada centímetro de M dentro de ella. M comenzó a moverse con fuerza, penetrando profundamente, disfrutando de la sensación del apretado ano de C alrededor de su pija.
Los gemidos de C se intensificaron, mezclándose con las respiraciones pesadas de M. M la penetraba con vigor, cada embestida iba acompañada de un fuerte chirlo en sus nalgas. El sonido del choque de sus cuerpos llenaba la habitación, junto con el jadeo de ambos. M se inclinó hacia adelante, tomando el cabello de C con una mano, tirando de él con fuerza para arquear su espalda. "Eres una puta maravillosa, C. Me encanta ver cómo disfrutas siendo mi sumisa," susurró M en su oído, su voz cargada de lujuria.
C, perdida en el placer, apenas podía responder. "Sí, amo. Soy tu puta, tu sumisa. Gracias por usarme así," logró decir entre gemidos. Cada palabra de sumisión hacía que M la penetrara con más fuerza, su pija hundiéndose más y más en su culo. Sentía cómo su propia excitación crecía, acercándose al clímax.
Con un gruñido bajo, comenzó a correrse dentro del culo de C. C gimió al sentir el semen de M dentro de ella, un recordatorio físico de su completa sumisión. M sacó su pija y rápidamente se acercó al rostro de C. "Abre la boca, mi perra," ordenó, y C obedeció de inmediato, con la lengua fuera, esperando con ansias el semen restante. Eyaculó sin control sobre el rostro y la lengua de C. C recibió el semen con gratitud, con una de sus manos juntó el semen que había caído sobre su cara y chupó sus dedos saboreando cada gota. Sin esperar instrucciones, comenzó a lamer y chupar la pija de M, limpiándola de cualquier rastro de semen.
La imagen de C con el rostro cubierto y tragando su semen, fue suficiente para que M se sintiera completamente satisfecho. Con una última caricia en su cabello, M se apartó y miró a C, quien aún jadeaba, sus ojos brillando de emoción y gratitud. "Gracias, amo," susurró C, aún arrodillada, con los labios húmedos y el sabor de M en su boca.
M sonrió, complacido. "Has sido perfecta. Hoy has demostrado ser digna de mí. Ahora, límpiate y ven aquí. Quiero abrazarte." C obedeció, limpiándose con delicadeza, y luego se acercó a M, quien la envolvió en sus brazos.
0 comentarios - Capítulo 8: Más allá de los límites