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Mujeres al borde de un ataque de histeria sexual

Melina, Vane, Chofis y Bubu eran cuatro amigas inseparables desde la preparatoria. Compartían risas, secretos y aventuras. Un viernes, mientras se veían en casa de Melina, ésta propuso:


“Chicas, ¿qué les parece si nos escapamos este fin de semana? El carnaval de San Miguel está en pleno auge, y dicen que es una experiencia única”.


Las otras tres intercambiaron miradas. Vane y Bubu cómplices, pero Chofis un tanto dubitativa. “Nuestros novios no estarán contentos”, expresó. Pero eso para las otras era fácil de solucionar, les mentirían. Mientras sus parejas estaban en sus trabajos aún, las chicas les llamaron para decirles que irían a un retiro espiritual.


“Así no sospecharán nada”, comentó Vane, apenas colgó.


Chofis, la más temerosa por las consecuencias, frunció el ceño, pero pese a todo siguió la farsa en complicidad con sus amigas.


“¿Y si nos descubren? No quiero que Michel se enfade”, dijo la Chofis mientras se iban.


“¡Vamos, será divertido! Además, si nos atrapan, siempre podemos decir que estábamos buscando nuestra paz interior”, dijo Bubu, burlonamente.


Las cuatro amigas se dirigieron a San Miguel. Nomás llegaron comenzaron a consumir bebidas alcohólicas y se desmadraron, mezclándose con la multitud. Los tambores retumbaban, y cierto aroma llenaba el aire. Era sudor. El calor pegajoso de la gente se aferraba a la piel. Pese a eso las mujeres no rechazaron el contacto humano, por el contrario, lo buscaron. Se aproximaron a los carros que desfilaban por las calles con música a todo volumen.


Si bien las cuatro amigas se movían al ritmo de la música, algo especial sucedió con una de ellas, Vane, toda alocada, se trepó a una camioneta y de plano se dispuso a perrearle a un desconocido.


Meneó la pelvis al ritmo de la ensordecedora música del carnaval. Sus amigas la miraron con sorpresa.


“¡Estás bien loca Vane!” exclamó Melina.


Bubu reía mientras Chofis veía con preocupación la escena.


Vane, por supuesto, no le importó crítica alguna y se desenvolvió como lo que era. Sus movimientos frenéticos eran su medio de expresión en ese momento.


La gente que la veía le aclamó su atrevimiento. Sin embargo, la exaltación se incrementó cuando el hombre al que perreaba le bajó inesperadamente su pantaloncillo corto y le siguió golpeando con su pelvis el culo.

Mujeres al borde de un ataque de histeria sexual

Pese a su desenfadado carácter, Vane trató de detenerlo, pero él la inclinó para delante con total dominio, pues un momento antes había enredado un mechón de su negra cabellera con una mano para usarlo a manera de correa. Los clamores estallaron entre las y los espectadores. Las amigas reaccionaron de manera dispar. Mientras Chofis se le acercó a la improvisada pareja, intentando detener la acción del hombre, Bubu se desternillaba de risa frente a la grabación que Melina hacía de tal incidente con su celular.


En otro contexto aquello habría sido un acto indebido, inmoral, quizás hasta calificado de ilícito. Algo que la gente reprobaría. Pero en esas condiciones no sólo lo aceptaban, sino que lo disfrutaban provocándoles risas y entusiasmo a los espectadores.


En tales circunstancias nadie evitó que aquél le hiciera a un lado la tanga a Vanessa, con el evidente fin de concretar la cópula. Fue así cómo el desconocido le metió verga a la Vane, frente a las personas que extasiadas veían aquel impulsivo acto de apareamiento.


Para cuando el hombre hubo eyaculado, llenándole la vagina de su esperma, los rostros de sus amigas la veían con estupor, consternación y enojo. Vane, no obstante, bajó de la camioneta y estalló en risas. Esta inesperada reacción hizo que Melina y Bubu también rieran, contagiadas por su amiga. Sus risotadas resonaban en silbidos agudos. Tales carcajadas hicieron que hasta Chofis olvidara los reproches por el momento. Se abrazaron, compartieron su sentir y se rieron como niñas traviesas.


En el viaje de regreso a los rostros de las tres mujeres aún los inundaba las risas. Chofis, empero, iba seria y preocupada, sus parejas las esperaban. Aun debían enfrentarse a eso. Las cuatro amigas ahora compartían una aventura más; habían tocado la esencia misma de la histeria sexual. Vane se había dejado llevar, le había sido infiel a su novio, y lo había hecho sin protección además, celebrando la vida, la amistad y la sexualidad.

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