Mi mujer es especial, bajita pero muy bien proporcionada, con un culo que me vuelve loco, una cinturita deliciosa y un buen par de tetas que ya le gustaría a más de uno catarlas.
Y así ocurrió, como fue nuestra primera incursión dejando que un tercero “tocase” a mi esposa.
Estábamos de viaje, sin niños por fin, en una gran ciudad de España. Era una escapada de tres dias apenas, pero algo es algo. Si bien había fantaseado alguna vez en realizar un trio hmh, jamás lo había llevado a la práctica. Primero, porque tal vez me dejase llevar por los celos, no estaba seguro. Segundo, ella estaba convencida cuando fantaseábamos, pero del dicho al hecho hay un trecho, una cosa es la fantasía y otra la realidad. Y aunque si habíamos dicho de ir algún día a locales liberales, no había surgido la ocasión.
Pero esta vez lo tenía todo bien atado. Mi mujer no lo sabía, pero había reservado en un local de masajes para adultos. Así que después de llegar al hotel, hacer un poco de turismo, y picar algo, volvimos al hotel para ducharnos y salir a cenar. En la habitación, ella me abordó, besándome y tocándome el paquete, pero yo la rechacé:
-No cariño, reservate para luego, que tengo una sorpresa especial.
Y así lo hicimos, se puso preciosa, con unos zapatos falda ajustada sobre las rodillas marcando su prieto culo, y una blusa de botones, dejándose dos desabrochados, resaltando un pecho que decía !cómeme!…
Llegamos al restaurante y cenamos súper a gusto, tapeando como nos gusta, y bebiendo cervezita y
Nos paramos en un bar a tomar un gintonic (yo) y un licor (ella). Estuve alagándola todo el rato, diciendole lo guapa que estaba, intentando distraerla… pero de vez en cuando la notaba nerviosa, temiendo, supongo, que le propusiera de verdad un trio o algo parecido…
Tras media hora, salimos y fuimos para el lugar. Yo no había estado allí, pero me había informado bien y con una amable señorita (Ana se llamába) había acordado exactamente lo que quería.
-Relájate mi vida – la besé con ternura- sabes que lo único que quiero es verte disfrutar, tu gozo es mi gozo. Dejate llevar, y si en algún momento estás incómoda me lo dices y nos vamos.
-Bueno estate tranquila. Tenemos tres chicos y cuatro chicas disponibles, y te van a dar un masaje, almenos en eso quedé con tu marido. Hay varios tipos de masaje, pero tu marido ya dijo que masaje darte, asi que solo hace falta saber si prefieres chico o chica…
Mi mujer me miró, le noté nerviosismo en la mirada, a la vez que parecía que el licor empezaba a hacer efecto, pués me sonrió….
-Un chico -dije yo-
Ana se fue, y mi mujer, dando otro sorbo al licor, me repitió que aquello era una locura. Pero no hizo ademán de levantarse, no dejaba de mirar de reojo hacia la puerta. Yo le acariciaba la pierna, me acercaba a su cocnha por debajo de la mesa, por debajo de falda… estaba excitada, nerviosa y excitada, lo sabía. Entró un muchacho de unos 25, Nos llevó a una habitación con luz tenue, y música relajante. Había velas a aromáticas, y la decoración eran una cama, una camilla de masajes,
-Usted puede desnudarse o quedarse en ropa interior, y tumbarse en la camilla. Y usted Juan puede ocupar la butaca. En breve vendrá David.
Y se fue. Mi mujer me miró, pero no con la inseguridad de hace un rato, sino con una mirada de excitación, de deseo, de lujuria, que me encantó. Empezó a quitarse la ropa, mirándome, mientras me decía: -asi que te pone cachondo ver como masajean a tu mujercita no?… A ver si al final hacemos un trio…jajaja. Se quedó en tanguita y sostén… -Estás preciosa amor – le dije, y me acerqué a besarla con pasión – , le desabroché el sostén, y apoyé una mano en su concha , por encima del tanga.
La llevé hacia la camilla, y la ayudé a tumbarse boca abajo. Estaba preciosa, solo con un tanguita, . Le puse la toalla por encima, la besé otra vez -Cierra los ojos y dejate llevar- Le dije. Así lo hizo, y yo me senté en la butaca, dispuesto a ver el espectáculo.
Entró David, sin decir nada. Ahora no llevaba más que unos shorts puestos. Le adiviné un buen paquete, No le veia grasa por ningun lado. David empezó su trabajo, tenía un bote de aceite y iba mojándose las manos de vez en cuando. Pude ver como empezaba por la espalda de mi mujer, un buen rato, arriba y abajo, relajándola. Desde mi posición no podia ver su cara, desconocía si seguía con los ojos cerrados o no. David se pasó a las piernas, y se tiró otro buen rato, los gemelos, los pies…. Llevaba como veinte minutos de masaje, cuando ya empezó a subir por los muslos. Cada vez, veía como sus manos se acercaban al culito de mi esposa. Notaba como mi pija empezaba a reaccionar. Pensaba sentiría celos, pero de momento me estaba excitando. De repente, David quitó la toalla. Ahí estaba mi mujer con el culito en tanga, las manos recorriendolo, masajeándo desde los gemelos hasta sus nalgas, frotando a conciencia, espalda, culo, muslos… no dejaba un rincón sin masajear bien. Escuché como mi esposa dio un suspiro. No había duda, estaba excitada. Vi que David le estaba rozando, en algun que otro movimiento, el clitoris por encima del tanga.
-Quitamos esto para que no se manche? -Dijo el muchacho tirando de los lados del tanguita.
-Mmmmjjjmmm -fue cuanto dijo mi mujer, levantando un poco el culito.
Las manos de David bajaron el tanga con destreza hasta tirarlo al suelto. Pude ver como mi mujer, ya sin tanga, abría un poco más que antes las piernas, dejando ver esa concha depilada,. Tambíen pude adivinar como a David le empezaba a crecer la pija debajo del short. Siguió con su masaje, frotando los muslos, el culito, dejando esta vez que resbalara aceite desde la espalda hacia su culito, mientras sus manos no tocaban directamente… solo rozaban. Yo ya me habia desnudado, sin ningún pudor, pues David ni me miraba, y empeze a pajearme.
-Nos damos la vuelta? -Le dijo David a mi mujer-
Ella se giró, y al girarse me buscó con la mirada…
Se volvió para tumbarse, pero antes pude ver como sus ojos se dirigian a su masajista, al quien aún no había mirado. Más que a su cara, los ojos de mi mujer pasaron de su cuerpo desnudo, al bulto que se adivinaba Mordiéndose el labio, me miró de reojo… y ese gesto me puso cachondísimo. Se echó hacia atrás y una vez más no vi si cerraba o no los ojos. David se colocó en un lado y empezó de nuevo a masajear las piernas. Arriba y abajo. Al llegar a los muslos, observé como de nuevo sus manos rozaban, de vez en cuando, los labios vaginales de mi esposa, que cada vez suspiraba con mas fuerza.
David cambió de sitio, y se puso en un lado de la camilla. Me miró, y hizo ademan de quitarse el boxer. Me estaba pidiendo permiso. Asentí, pues adivine que mi mujer debía de tener los ojos cerrados. Se lo quitó y saltó una pija un poco más grande y gruesa que la mía, pero no mucho más. David empezó a masajear entonces los hombros de mi esposa. Yo estaba en los pies, y no quería perder detalle, así que me levanté. Desnudo, con la pija en la mano, dura como una piedra, me puse de pie a unos metros de distancia en un lado de la camilla. Efectivamente, mi mujer tenía los ojos desnudos. David iba con cuidado, y su pija no llegaba a entrar en contacto con el cuerpo de mi mujer. Entonces pasó a los pechos…
Ver un tipo desnudo, masajeandole los pechos a mi mujer desnuda, mientras me pajeaba a unos metros… pues si, la cosa era una locura. Mi mujer seguía gimiendo de vez en cuando, debia estar cachondísima, aunque seguía con los ojos cerrados. David bajo por el vientre de ella, y llego a su concha . Esta vez, vi como su mano se quedaba allí, y empezaba a masturbarla. Vi como mi esposa arqueaba la espalda en la camilla, y se agarraba con fuerza a ella. En ese momento, David acercó su pija tiesa a la mano de mi mujer. Ella no hizo ademán nada , pero si abrió los ojos. Al estar girada hacia el lado que estaba yo, me miró con deseo, con lujuria, con los ojos que le chispeaban. Me acerqué, y le dije al oído: -Goza vida mia, goza como una perra. Y agarrale la pija quiero ver como agarras otra pija con la mano.
Ella, sin dejar de mirarme, agarró la pija de David
Me acerqué más a la camilla, y le puse la pija en la boca a mi mujer. Ella no lo dudó, y me la agarró con fuerza, y empezó a chuparme. Noté como se corría, dejó de chupármela, y con mi ppija en su mano derecha, i la de David en su izquierda, tuvo un orgasmo descomunal. David siguió masturbandola un rato más hasta que notó que debía parar. Se apartó, y nos sonrió.
los dejo solos unos minutos por si queréis intimidad -dijo. Se puso el boxer, y salió de la habitación. No dió pie a que mi mujer le siguiera pajeando, tampoco terminó. Supuse que formaba parte de su trabajo.
Yo estaba a mil, y empezé a pajearme con más fuerza. Me subí encima de la camilla, y besé con fuerza a mi esposa, que me agarró la pija y consiguió que esparciera toda mi lecha encima de sus tetas,
Nos besamos.
Me sonrió.
-Que tal? -Le dije-
-Bufff – me contestó.
Y así ocurrió, como fue nuestra primera incursión dejando que un tercero “tocase” a mi esposa.
Estábamos de viaje, sin niños por fin, en una gran ciudad de España. Era una escapada de tres dias apenas, pero algo es algo. Si bien había fantaseado alguna vez en realizar un trio hmh, jamás lo había llevado a la práctica. Primero, porque tal vez me dejase llevar por los celos, no estaba seguro. Segundo, ella estaba convencida cuando fantaseábamos, pero del dicho al hecho hay un trecho, una cosa es la fantasía y otra la realidad. Y aunque si habíamos dicho de ir algún día a locales liberales, no había surgido la ocasión.
Pero esta vez lo tenía todo bien atado. Mi mujer no lo sabía, pero había reservado en un local de masajes para adultos. Así que después de llegar al hotel, hacer un poco de turismo, y picar algo, volvimos al hotel para ducharnos y salir a cenar. En la habitación, ella me abordó, besándome y tocándome el paquete, pero yo la rechacé:
-No cariño, reservate para luego, que tengo una sorpresa especial.
Y así lo hicimos, se puso preciosa, con unos zapatos falda ajustada sobre las rodillas marcando su prieto culo, y una blusa de botones, dejándose dos desabrochados, resaltando un pecho que decía !cómeme!…
Llegamos al restaurante y cenamos súper a gusto, tapeando como nos gusta, y bebiendo cervezita y
Nos paramos en un bar a tomar un gintonic (yo) y un licor (ella). Estuve alagándola todo el rato, diciendole lo guapa que estaba, intentando distraerla… pero de vez en cuando la notaba nerviosa, temiendo, supongo, que le propusiera de verdad un trio o algo parecido…
Tras media hora, salimos y fuimos para el lugar. Yo no había estado allí, pero me había informado bien y con una amable señorita (Ana se llamába) había acordado exactamente lo que quería.
-Relájate mi vida – la besé con ternura- sabes que lo único que quiero es verte disfrutar, tu gozo es mi gozo. Dejate llevar, y si en algún momento estás incómoda me lo dices y nos vamos.
-Bueno estate tranquila. Tenemos tres chicos y cuatro chicas disponibles, y te van a dar un masaje, almenos en eso quedé con tu marido. Hay varios tipos de masaje, pero tu marido ya dijo que masaje darte, asi que solo hace falta saber si prefieres chico o chica…
Mi mujer me miró, le noté nerviosismo en la mirada, a la vez que parecía que el licor empezaba a hacer efecto, pués me sonrió….
-Un chico -dije yo-
Ana se fue, y mi mujer, dando otro sorbo al licor, me repitió que aquello era una locura. Pero no hizo ademán de levantarse, no dejaba de mirar de reojo hacia la puerta. Yo le acariciaba la pierna, me acercaba a su cocnha por debajo de la mesa, por debajo de falda… estaba excitada, nerviosa y excitada, lo sabía. Entró un muchacho de unos 25, Nos llevó a una habitación con luz tenue, y música relajante. Había velas a aromáticas, y la decoración eran una cama, una camilla de masajes,
-Usted puede desnudarse o quedarse en ropa interior, y tumbarse en la camilla. Y usted Juan puede ocupar la butaca. En breve vendrá David.
Y se fue. Mi mujer me miró, pero no con la inseguridad de hace un rato, sino con una mirada de excitación, de deseo, de lujuria, que me encantó. Empezó a quitarse la ropa, mirándome, mientras me decía: -asi que te pone cachondo ver como masajean a tu mujercita no?… A ver si al final hacemos un trio…jajaja. Se quedó en tanguita y sostén… -Estás preciosa amor – le dije, y me acerqué a besarla con pasión – , le desabroché el sostén, y apoyé una mano en su concha , por encima del tanga.
La llevé hacia la camilla, y la ayudé a tumbarse boca abajo. Estaba preciosa, solo con un tanguita, . Le puse la toalla por encima, la besé otra vez -Cierra los ojos y dejate llevar- Le dije. Así lo hizo, y yo me senté en la butaca, dispuesto a ver el espectáculo.
Entró David, sin decir nada. Ahora no llevaba más que unos shorts puestos. Le adiviné un buen paquete, No le veia grasa por ningun lado. David empezó su trabajo, tenía un bote de aceite y iba mojándose las manos de vez en cuando. Pude ver como empezaba por la espalda de mi mujer, un buen rato, arriba y abajo, relajándola. Desde mi posición no podia ver su cara, desconocía si seguía con los ojos cerrados o no. David se pasó a las piernas, y se tiró otro buen rato, los gemelos, los pies…. Llevaba como veinte minutos de masaje, cuando ya empezó a subir por los muslos. Cada vez, veía como sus manos se acercaban al culito de mi esposa. Notaba como mi pija empezaba a reaccionar. Pensaba sentiría celos, pero de momento me estaba excitando. De repente, David quitó la toalla. Ahí estaba mi mujer con el culito en tanga, las manos recorriendolo, masajeándo desde los gemelos hasta sus nalgas, frotando a conciencia, espalda, culo, muslos… no dejaba un rincón sin masajear bien. Escuché como mi esposa dio un suspiro. No había duda, estaba excitada. Vi que David le estaba rozando, en algun que otro movimiento, el clitoris por encima del tanga.
-Quitamos esto para que no se manche? -Dijo el muchacho tirando de los lados del tanguita.
-Mmmmjjjmmm -fue cuanto dijo mi mujer, levantando un poco el culito.
Las manos de David bajaron el tanga con destreza hasta tirarlo al suelto. Pude ver como mi mujer, ya sin tanga, abría un poco más que antes las piernas, dejando ver esa concha depilada,. Tambíen pude adivinar como a David le empezaba a crecer la pija debajo del short. Siguió con su masaje, frotando los muslos, el culito, dejando esta vez que resbalara aceite desde la espalda hacia su culito, mientras sus manos no tocaban directamente… solo rozaban. Yo ya me habia desnudado, sin ningún pudor, pues David ni me miraba, y empeze a pajearme.
-Nos damos la vuelta? -Le dijo David a mi mujer-
Ella se giró, y al girarse me buscó con la mirada…
Se volvió para tumbarse, pero antes pude ver como sus ojos se dirigian a su masajista, al quien aún no había mirado. Más que a su cara, los ojos de mi mujer pasaron de su cuerpo desnudo, al bulto que se adivinaba Mordiéndose el labio, me miró de reojo… y ese gesto me puso cachondísimo. Se echó hacia atrás y una vez más no vi si cerraba o no los ojos. David se colocó en un lado y empezó de nuevo a masajear las piernas. Arriba y abajo. Al llegar a los muslos, observé como de nuevo sus manos rozaban, de vez en cuando, los labios vaginales de mi esposa, que cada vez suspiraba con mas fuerza.
David cambió de sitio, y se puso en un lado de la camilla. Me miró, y hizo ademan de quitarse el boxer. Me estaba pidiendo permiso. Asentí, pues adivine que mi mujer debía de tener los ojos cerrados. Se lo quitó y saltó una pija un poco más grande y gruesa que la mía, pero no mucho más. David empezó a masajear entonces los hombros de mi esposa. Yo estaba en los pies, y no quería perder detalle, así que me levanté. Desnudo, con la pija en la mano, dura como una piedra, me puse de pie a unos metros de distancia en un lado de la camilla. Efectivamente, mi mujer tenía los ojos desnudos. David iba con cuidado, y su pija no llegaba a entrar en contacto con el cuerpo de mi mujer. Entonces pasó a los pechos…
Ver un tipo desnudo, masajeandole los pechos a mi mujer desnuda, mientras me pajeaba a unos metros… pues si, la cosa era una locura. Mi mujer seguía gimiendo de vez en cuando, debia estar cachondísima, aunque seguía con los ojos cerrados. David bajo por el vientre de ella, y llego a su concha . Esta vez, vi como su mano se quedaba allí, y empezaba a masturbarla. Vi como mi esposa arqueaba la espalda en la camilla, y se agarraba con fuerza a ella. En ese momento, David acercó su pija tiesa a la mano de mi mujer. Ella no hizo ademán nada , pero si abrió los ojos. Al estar girada hacia el lado que estaba yo, me miró con deseo, con lujuria, con los ojos que le chispeaban. Me acerqué, y le dije al oído: -Goza vida mia, goza como una perra. Y agarrale la pija quiero ver como agarras otra pija con la mano.
Ella, sin dejar de mirarme, agarró la pija de David
Me acerqué más a la camilla, y le puse la pija en la boca a mi mujer. Ella no lo dudó, y me la agarró con fuerza, y empezó a chuparme. Noté como se corría, dejó de chupármela, y con mi ppija en su mano derecha, i la de David en su izquierda, tuvo un orgasmo descomunal. David siguió masturbandola un rato más hasta que notó que debía parar. Se apartó, y nos sonrió.
los dejo solos unos minutos por si queréis intimidad -dijo. Se puso el boxer, y salió de la habitación. No dió pie a que mi mujer le siguiera pajeando, tampoco terminó. Supuse que formaba parte de su trabajo.
Yo estaba a mil, y empezé a pajearme con más fuerza. Me subí encima de la camilla, y besé con fuerza a mi esposa, que me agarró la pija y consiguió que esparciera toda mi lecha encima de sus tetas,
Nos besamos.
Me sonrió.
-Que tal? -Le dije-
-Bufff – me contestó.
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