Para comenzar a contar esta historia es necesario mencionar que hace un tiempo me vengo ratoneando con un amigo de mi marido, básicamente desde que indiscretamente lo escuché contar una de sus aventuras.
Hace unos días, charlando con alguien, surgió de la nada una idea loca en mi cabeza sobre la posibilidad de insinuarme de algún modo, aunque no estaba tan segura de querer hacerlo dadas las consecuencias que pudiera traer.
Mi marido se junta con los amigos de vez en cuando en algún asado, algunas cervezas... esta vez con los partidos que está jugando la selección esas juntadas se vienen haciendo más seguidas, con más razón si esos partidos caen en fin de semana.
El sábado, en la tarde, me había quedado sólita un rato y tuve tiempo de venir a dar una vuelta por la página, cosa que me calentó hacer porque encontré cositas que me dispararon la cabeza y me mantuvieron calentita el resto del día. Entre esas cosas me acordé del amigo de mi esposo, del partido de Argentina y de la posibilidad que ese amigo venga a mi casa a ver el partido. Me calenté de solo pensar que pudiera venir, pero no estaba segura si vendría y no me animaba a preguntarle a mi marido...
Pasaron las horas y mis ansias aumentaban junto con mi calentura y mi morbosidad. Mientras las horas pasaban mi mente iba maquinando que podría hacer para llamar la atención y entre tanto pensar recordé algo que me calentó mucho hace unos días y pensé como llevarlo a cabo.
La relación con el amigo de mi marido nunca pasó la raya de la amistad, ni con miradas, ni con roces por lo que se me hacía más difícil y me mantenía insegura de dar un paso adelante, sin embargo, no me lo sacaba de la cabeza...
Ese día me fui a bañar temprano, tipo 8 pm y mientras el agua tibia caia sobre mi cabello y se deslizaba por todo mi cuerpo, me acariciaba tocando suavemente mi conchita, pensando en él, pensando en que podría venir a ver el partido y que en algún momento podría entrar al baño en el que me estaba acariciando por él... lo imaginaba de pie frente al inodoro a escasos metros mío, como si él fuera un holograma o cómo si yo fuera invisible en ese momento, a destiempo, en el que los dos estemos tocándonos nuestras partes en el mismo recinto.. yo metiendo mis dedos en mi conchita y el sosteniendo su verga con una mano...
y fue ahí cuando me sentí más decidida, cuando lo decidí y sentí el impulso...
Habitualmente, cada vez que me baño, lavo mi bombachita en la ducha y luego la tiendo, es una costumbre que tengo de hace mucho. Esta vez decidí no lavar la bombachita que tuve puesta durante el día, y especialmente que tuve puesta toda la tarde en la que me calenté por él... al salir del baño la guardé cuidadosamente entre el resto de la ropa que me había sacado y esperé unas horas hasta que tuve la confirmación por parte de mi marido que sus amigos vendrían a casa a ver el partido.
Cuando llego la hora y comenzaron a llegar a casa, mi corazón palpitaba más fuerte y mi conchita se humedecía manteniendo un calor que del cual sospechaba emanaría algún aroma que pudiera ser perceptible por cualquiera que pasara cerca mío. Esa sospecha la mantuve durante toda la noche.
La bombachita que me había sacado al bañarme me sirvió para limpiar y secar un poquito mi humedad que se me generaba entre tanta espera y al ser tan chiquita decidí dejarla adentro de mi ropa, sobre puesta sobre la otra para que además ayude a evitar que emane tanto olorcito a necesidad de pija.
Fue así que supe esperar pacientemente, o tal vez impacientemente, al momento en que
cada uno de los hombres comenzaron a ir al baño.
Para suerte mía, mi marido fue primero, iniciando la ronda de ida al baño del entretiempo, le siguió otro y un tercero...
El cuarto en levantarse y enfilar para el baño fue el que a mí me calienta. Muy respetuoso pidió pasar al baño como todos los otro, pero a este lo seguí por detrás y cuando estaba abriendo la puerta para entrar le pedí disculpas y le dije si me permitía pasar primero. Me dijo, si claro. Y se quedó esperando afuera. Solo tarde unos segundos en sacarme la bombachita que tenía sobre puesta sobre la otra… usada, mojada y calentita por el contacto con mi piel y la deje apoyada sobre el depósito del inodoro que es de eso que quedan a la altura de la espalda cuando te sentas.
Salí rápido del baño y le dije, “listo… te toca”, tocándole un brazo. Me dio las gracias y
entro al baño.
Espere ansiosa, y temblando una eternidad a que saliera. Pensaba, era imposible que no vea mi bombachita puesta en ese lugar, era imposible que no se diera cuenta que estaba recién puesta y que estaba puesta para él.
Me quede por el pasillo del baño aguardando que al salir nadie se metiera después de él.
Al salir del baño me miró a los ojos y agachó la mirada, pasó rápido y yo inmediatamente entré al baño.
La bombachita no estaba en la misma posición...
Me sentí plena!
La levanté y me fui a la habitación, la olí, pensando que tal vez se la pasó por la pija.
La volví a oler, pensando que tal vez se la acerco a su cara, a su boca, su nariz... y sentí la próxima con él.
Me toque un poco en ese momento imaginando que mi bombachita estuvo en su poder, tal como quisiera estar yo.
Unos minutos más tarde, guiada por mi calentura y mi necesidad de estar cerca de un hombre, me fui a donde estaban todos mirando el partido, me puse cerca de mi marido.
El amigo, que es tan verborragico, no habló en el resto del partido, solo miraba la tele, callado…
Yo lo miraba a él, atenta a cualquier señal. Pero las señales no llegaban, no me miraba, no hablaba... no se paraba como para notar si estaba erecto.
La calentura que no prospero en alguna mirada del amigo tal como la esperaba, se trasladó a la pantalla del televisor. Ahí donde todos miraban un partido, yo miraba cuerpos de hombres bien formados y transpirados por la actividad física. Los pantalones de los argentinos se les pegaban a los cuerpos y en mas de uno de ellos me llamaban la atención y me calentaban. Tanta era la calentura que de vez en cuando tiraba algún comentario sobre ese hermoso espectáculo que daban cuando se les veía todo el culo redondo. Mi marido me miraba con cara de, que te pasa?! Y yo le comía la boca de un beso.
El partido terminó y entre charla y charla, casi todos dieron una vuelta de nuevo por el baño. El primero en ir fue el amigo. Que se levanto callado y paso delante de mi marido y de mí. Lo vi abultado apenas se paró, pero el buzo que llevaba puesto era grande y largo, llegaba a taparle más debajo de la cintura disimulando lo que tanto deseaba ver.
Mi bombachita ya no estaba en el baño, por si ese hubiera sido el motivo por el cual se levantó primero.
Nada más paso con él. Uno a uno se comenzó a ir, me quede mirándolo mientras se despedía de los otros. A mi ni una mirada me regalo, desagradecido… pensé.
Una vez que se fueron todos y después de acomodar un poco las cosas comenzaron los cachondeos con mi marido... me sacó factura por andar mirando culo de jugadores. Le dije, “que queres que haga, me aburro… y necesito pija”
Semejante declaración dio inicio a una noche de sexo bruto que no terminó hasta que ambos nos rendimos en el cansancio
Hace unos días, charlando con alguien, surgió de la nada una idea loca en mi cabeza sobre la posibilidad de insinuarme de algún modo, aunque no estaba tan segura de querer hacerlo dadas las consecuencias que pudiera traer.
Mi marido se junta con los amigos de vez en cuando en algún asado, algunas cervezas... esta vez con los partidos que está jugando la selección esas juntadas se vienen haciendo más seguidas, con más razón si esos partidos caen en fin de semana.
El sábado, en la tarde, me había quedado sólita un rato y tuve tiempo de venir a dar una vuelta por la página, cosa que me calentó hacer porque encontré cositas que me dispararon la cabeza y me mantuvieron calentita el resto del día. Entre esas cosas me acordé del amigo de mi esposo, del partido de Argentina y de la posibilidad que ese amigo venga a mi casa a ver el partido. Me calenté de solo pensar que pudiera venir, pero no estaba segura si vendría y no me animaba a preguntarle a mi marido...
Pasaron las horas y mis ansias aumentaban junto con mi calentura y mi morbosidad. Mientras las horas pasaban mi mente iba maquinando que podría hacer para llamar la atención y entre tanto pensar recordé algo que me calentó mucho hace unos días y pensé como llevarlo a cabo.
La relación con el amigo de mi marido nunca pasó la raya de la amistad, ni con miradas, ni con roces por lo que se me hacía más difícil y me mantenía insegura de dar un paso adelante, sin embargo, no me lo sacaba de la cabeza...
Ese día me fui a bañar temprano, tipo 8 pm y mientras el agua tibia caia sobre mi cabello y se deslizaba por todo mi cuerpo, me acariciaba tocando suavemente mi conchita, pensando en él, pensando en que podría venir a ver el partido y que en algún momento podría entrar al baño en el que me estaba acariciando por él... lo imaginaba de pie frente al inodoro a escasos metros mío, como si él fuera un holograma o cómo si yo fuera invisible en ese momento, a destiempo, en el que los dos estemos tocándonos nuestras partes en el mismo recinto.. yo metiendo mis dedos en mi conchita y el sosteniendo su verga con una mano...
y fue ahí cuando me sentí más decidida, cuando lo decidí y sentí el impulso...
Habitualmente, cada vez que me baño, lavo mi bombachita en la ducha y luego la tiendo, es una costumbre que tengo de hace mucho. Esta vez decidí no lavar la bombachita que tuve puesta durante el día, y especialmente que tuve puesta toda la tarde en la que me calenté por él... al salir del baño la guardé cuidadosamente entre el resto de la ropa que me había sacado y esperé unas horas hasta que tuve la confirmación por parte de mi marido que sus amigos vendrían a casa a ver el partido.
Cuando llego la hora y comenzaron a llegar a casa, mi corazón palpitaba más fuerte y mi conchita se humedecía manteniendo un calor que del cual sospechaba emanaría algún aroma que pudiera ser perceptible por cualquiera que pasara cerca mío. Esa sospecha la mantuve durante toda la noche.
La bombachita que me había sacado al bañarme me sirvió para limpiar y secar un poquito mi humedad que se me generaba entre tanta espera y al ser tan chiquita decidí dejarla adentro de mi ropa, sobre puesta sobre la otra para que además ayude a evitar que emane tanto olorcito a necesidad de pija.
Fue así que supe esperar pacientemente, o tal vez impacientemente, al momento en que
cada uno de los hombres comenzaron a ir al baño.
Para suerte mía, mi marido fue primero, iniciando la ronda de ida al baño del entretiempo, le siguió otro y un tercero...
El cuarto en levantarse y enfilar para el baño fue el que a mí me calienta. Muy respetuoso pidió pasar al baño como todos los otro, pero a este lo seguí por detrás y cuando estaba abriendo la puerta para entrar le pedí disculpas y le dije si me permitía pasar primero. Me dijo, si claro. Y se quedó esperando afuera. Solo tarde unos segundos en sacarme la bombachita que tenía sobre puesta sobre la otra… usada, mojada y calentita por el contacto con mi piel y la deje apoyada sobre el depósito del inodoro que es de eso que quedan a la altura de la espalda cuando te sentas.
Salí rápido del baño y le dije, “listo… te toca”, tocándole un brazo. Me dio las gracias y
entro al baño.
Espere ansiosa, y temblando una eternidad a que saliera. Pensaba, era imposible que no vea mi bombachita puesta en ese lugar, era imposible que no se diera cuenta que estaba recién puesta y que estaba puesta para él.
Me quede por el pasillo del baño aguardando que al salir nadie se metiera después de él.
Al salir del baño me miró a los ojos y agachó la mirada, pasó rápido y yo inmediatamente entré al baño.
La bombachita no estaba en la misma posición...
Me sentí plena!
La levanté y me fui a la habitación, la olí, pensando que tal vez se la pasó por la pija.
La volví a oler, pensando que tal vez se la acerco a su cara, a su boca, su nariz... y sentí la próxima con él.
Me toque un poco en ese momento imaginando que mi bombachita estuvo en su poder, tal como quisiera estar yo.
Unos minutos más tarde, guiada por mi calentura y mi necesidad de estar cerca de un hombre, me fui a donde estaban todos mirando el partido, me puse cerca de mi marido.
El amigo, que es tan verborragico, no habló en el resto del partido, solo miraba la tele, callado…
Yo lo miraba a él, atenta a cualquier señal. Pero las señales no llegaban, no me miraba, no hablaba... no se paraba como para notar si estaba erecto.
La calentura que no prospero en alguna mirada del amigo tal como la esperaba, se trasladó a la pantalla del televisor. Ahí donde todos miraban un partido, yo miraba cuerpos de hombres bien formados y transpirados por la actividad física. Los pantalones de los argentinos se les pegaban a los cuerpos y en mas de uno de ellos me llamaban la atención y me calentaban. Tanta era la calentura que de vez en cuando tiraba algún comentario sobre ese hermoso espectáculo que daban cuando se les veía todo el culo redondo. Mi marido me miraba con cara de, que te pasa?! Y yo le comía la boca de un beso.
El partido terminó y entre charla y charla, casi todos dieron una vuelta de nuevo por el baño. El primero en ir fue el amigo. Que se levanto callado y paso delante de mi marido y de mí. Lo vi abultado apenas se paró, pero el buzo que llevaba puesto era grande y largo, llegaba a taparle más debajo de la cintura disimulando lo que tanto deseaba ver.
Mi bombachita ya no estaba en el baño, por si ese hubiera sido el motivo por el cual se levantó primero.
Nada más paso con él. Uno a uno se comenzó a ir, me quede mirándolo mientras se despedía de los otros. A mi ni una mirada me regalo, desagradecido… pensé.
Una vez que se fueron todos y después de acomodar un poco las cosas comenzaron los cachondeos con mi marido... me sacó factura por andar mirando culo de jugadores. Le dije, “que queres que haga, me aburro… y necesito pija”
Semejante declaración dio inicio a una noche de sexo bruto que no terminó hasta que ambos nos rendimos en el cansancio
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