Seguiré contando sobre las vacaciones en la finca de mi abuela. Las fotos no son de ella, pero es muy parecida.
Cuando terminamos de coger por primera vez, mi abuela se sentó en la orilla de la cama. Estaba muy confundida. Yo traté de decirle algo y ella me dijo que me calle y que prenda la luz. Mira lo que me has hecho, mira como me dejaste. Tenía la cara llena de semen. No sé cómo me animé a hacerle aquello. Cuando sos joven eres medio loco. Le pedí perdón. Perdón? Mejor no digas nada. Se fue al baño. Tardó un montón. Me eché en la cama sintiendo un poco de remordimiento. Mi abuela vino al cuarto enrollada solo en la toalla. La estuve mirando y me dijo que no la vea. Me volqué y le pregunté si quería que yo me fuera a dormír en la sala. Deberías, pero no quiero que te enfermes. Solo espero que te duermas ahora. Mañana tenemos mucho de qué charlar.
Desperté temprano y ella ya no estaba. Me vino un flash de lo que habíamos hecho, no podía creer, había cogido a mi abuela, mi segunda madre. Lo más impresionante es lo fácil que había sido. Así me pareció. Seguía sintiendo un poco de remordimiento, pero el recuerdo me calientaba.
Salí a tomar café y la vi. Estaba limpiando el patio. Al verla los recuerdos se hicieron más vívidos en mi mente. ¡Qué locura más grande! Me senté con la conciencia culpable. Seguí viéndola barrer y de repente ella me vió y sonrió sarcásticamente. Eso no me lo esperaba.
- Despertaste temprano.
- Sí, abuela. Dije un poco avergonzado.
- Pues ya que estás ahí, vení a juntar esas hojas en una bolsa.
La obedecí tratando de no mirarla, pero era inevitable. Llevaba uno de sus viejos vestidos. No era nada sexy, pero su bombacha lo marcaba, por el tejido liviano. Ella no utilizaba la tradicional braga de abuela, sino un cachetero bonito. Mi polla reaccionó. Aparté la cara, pero al mirar hacia atrás noté que no llevaba sujetador. Nada de eso era nuevo para mí, de hecho, ya la había visto tantas veces en paños menores, y pese a que ella siempre había tratado de no vestirse delante mío, ya la había visto en ropa interior muchas veces, y nunca había sentido nada. Pero ahora, después de la noche anterior, era muy diferente.
Cuando terminamos de limpiar fuimos a guardar las cosas en la pequeña cabaña de herramientas que había en el fondo del patio. Mi mente estaba a mil y yo ya estaba muy arrecho. Mi abuela hablaba de cosas que debía hacer aquel día, pero estaba visiblemente nerviosa tratando de evitar el tema. Yo trataba de darle atención, pero cuando entramos juntos en la cabañita lo primero que hice fue agarrarla por la cintura con ambas manos. No sé cómo pude hacer aquello, mis manos se movieron solas.
- Matheus, tenemos que hablar de lo que pasó ayer. Me dijo eso sin apartar mis manos y hoy estoy seguro de que ella también quería y no tenía fuerzas para rechazarme. Pero en aquel momento yo no sabía de eso y solo me pareció raro que no reaccionara.
- Lo sé, abuela. Respondí y rápidamente levanté mis manos hacia sus senos, que por estar sin sostén, fue como agarrarlos directamente.
- ¡Matheus! Pero el tono de su voz no fue duro, era más una súplica que una reprimenda.
Sentí la textura de sus pechos grandes y pesados a través del vestido y empujé mi verga contra su culo. Sus pezones estaban duros y me agaché un poco para besarle el cuello.
Mi abuela volvió a decir mi nombre, y la noté más excitada que preocupada. Lamí el sudor de su espalda, mientras la magreaba y ella no me impedía. Era absurdo, estaba a punto de cogerla allí en la pequeña cabaña. Entonces ella se acordó de regañarme.
¡Pará Matheos! Estamos en el patio, no seas loco. Ya tuviste suficiente… Pero no le hice caso
- Es una locura, Matheus. Alguien puede llegar.
- Si alguien llega podemos escuchar, abuela.
Cerré la puerta de la casita y saqué mi verga del short. ¿Qué quieres hacer? Suficiente con lo de ayer. Le subí el vestido, y jalé su calzón hacía un costado. Apunté mi verga y busqué la entradita de su coño.
- Matheus, no lo hagas…
- No puedo controlarme abuela.
- ¡Matheus es muy peligroso! En serio estás loco, ¿verdad?
- Sí, creo que estoy, abuela. No entró en mis primeros intentos y escupí en mi polla para lubricar. Volví a tratar de meter y mi abuela ayudó levantando las caderas.
- No puedo creer que vas a volver a hacerlo… Por lo menos no tardes mucho... Ni siquiera terminó la frase y le clavé la verga. Ella dió un chillido largo. Empecé a follarla intensamente, pero tuve que sacarme la verga un par de veces para escupir. También le amasaba las tetas con volúpia.
- Ay, me estás rompiendo.
- Es que no estás muy lubricada, abuela, sí me la chupas un ratito quizás...
- ¿Qué? Estás loco? No te la voy a chupar, soy tu abuela! Suficiente que me hayas dejado toda pringada de semen ayer.
- Ok, le dije, entonces aguanta.
Volví a darle duro y se escuchaba el ruido del atrito de nuestros cuerpos junto con los jadeos sordos de mi abuela, pero ahora mi verga deslizaba mejor.
- Que apretada que es usted abuela. ¡Me encanta! Que coño más rico.
- Ahhh, sos un bárbaro, cómo podés follarme así!
Su bombacha me estorbaba y me la quité. La puse de frente apoyada en el soporte de madera. En esa posición pude besarla en la boca. Al principio ella volteó el rostro, pero yo lo agarré con las dos manos y la besé. Ella correspondió. Estaba tan excitado que no tardé en venir. Esa vez llenando su interior de leche. Nos quedamos un rato pegados, mientras nuestras respiraciones volvían al normal. Tras que la saqué, ella me dijo que le diera su bombacha y salimos de allí.
Volvimos a la casa y mi abuela se metió al baño. Después tuvimos una charla. Ella me regañó y yo solo escuché, pidiendo perdón y prometiendo no repetir. Pero mi promesa no duró ni hasta la noche. La estuve mirando durante el almuerzo, con los caseros y su hija embarazada que había llegado de la villa, y en la nochesita, mientras mi abuela se bañaba yo le fui a tocar la puerta. Ella asomó la cabeza y le pregunté si podía entrar. Vi un indicio de duda en sus ojos, pero luego me trató.
Después de la cena me dijo que me duerma en la hamaca. Pero hay mucho mosquito, me voy a enfermar. Pues ni modo, ya que seguís con tus atrevimientos. No vas a dormir conmigo. Le pedí por favor y le prometí comportarme, hasta que ella permitió, pero me dijo que no vaya ahorita pues necesitaba ponerse las cremas que solía usar. Yo me ofrecí para pasarle. ¿Ya vas a empezar? Pero lo dije sin maldad, abuela. No necesito tu ayuda.
Cuando fui a la cama ella ya estaba echada, de espaldas hacía mí. Yo me acerqué y la acaricié. Ella me llamó la atención, pero le dije que no estaba haciendo nada malo. Le besé los hombros y ella dijo, Matheus, será posible? Acabamos de hablar. Lo sé abuela, es solo que, no puedo parar de pensar en lo que hicimos, fue muy rico. No digas eso, fue muy errado. Ya, pero… es que hay algo muy rico que no hice y me voy a arrepentir toda la vida si no lo hago, te prometo que después de eso ya no voy a pedir nada. Te lo juro. A qué te refieres. Es que me encantaría chuparte las tetas. ¿Qué? Oye no me digas eso. Por favor abuela. Ya quedamos en algo Matheus, me ibas a respetar. Lo sé abuela, pero acaso es algo malo? Chuparme las tetas? Obvio que sí. Pero si me contaste que te chupé de niño, una vez que mí mamá las tenía adoloridas, ¿te acuerdas? Y qué? Eso es otra cosa, eras un bebé, no tenías maldad, ahora es bien diferente. Pero y si prometo hacerlo sin maldad? Jajaja, claro, no? Creés que soy opa? No, ni un poco, tenés razón. Pero y si hago con un poquito de maldad, pero no mucho? Matheus, ya deja de tentarme.
Yo seguí intentando, mientras la acariciaba y la besaba suavito en la espalda. Hagamos lo siguiente abuela… Mientras estemos en la finca, aprovechemos, o sea, ya empezamos, pero una vez en la ciudad ya no más. 'Empezamos' es mucho Matheus, tú lo empezaste. Pero no me digas que no te gustó. No se trata de gustar o no, Matheus, es errado y punto. Lo sé, pero solo te quiero chupar las tetas, nada más. Le hiciste eso a tu madre, ¿no? Eso qué? Eso de insistir tanto así como me estás haciendo a mí. Bueno, sí. Me imaginaba, sos un peligro. Y entonces, ¿puedo? Dije eso ya bajando el tirante de su camisón. Ay Matheus, solo para que me dejes dormir de una vez.
Se puso pecho arriba y yo le bajé el camisón y el sostén. Empecé a mamarla con suavidad, tratando de controlar mis impulsos. Estuve un buen rato así, hasta que ella empezó a jadear y a decir cosas. Ay Matheus, porque me haces eso. Ay, como me lo chupas. No debías… Ay, es mi punto débil mis tetas. Al verla así me animé a poner la mano en su vagina y ella no se quejó. Entonces me fui a su boca y nos besamos un largo rato. Yo sentía como su coño se mojaba y le quité la bombacha. Volví a sus chupar sus tetas y ella se quedó tan loca que dijo, Ay Matheus, me quitas el quicio.
Me dijo que me eche y ella vino por arriba poniéndome las tetas en la boca. Era la primera vez que ella tomaba la iniciativa de esa forma. Entonces yo le jalé la pierna para que se ponga a horcajadas sobre mí. Ella entendió y vino. Ay, me hacés pensar cosas muy bajas, Matheus. ¿Qué quieres hacer, abuela? Ella no se animaba a decirlo, pero vino a mi oreja y susurró, Tengo ganas de chuparte la pija. Y yo tengo ganas de que me la chupes.
Mi abuela fue a mi verga y empezó a darme una mamada. Era increíble verla con la boca en mi verga, mientras sus tetas se balanceaban. Ella me miraba a veces, y mi morbo se disparaba, pero a veces le daba cosa verme y se volcó la cabeza. Me dieron ganas de venirme en su boca y no le avisé, solo me vine abundantemente y mi abuela recibió todo, luego quiso ir al baño a escupir, pero yo la hice tumbar boca arriba en la cama y la penetré. La cogí rapidito mientras le comía las tetas y mi abuela trataba de hablar, pero su boca estaba llena de semen y saliva. Un rato la vi y le dije, toma la leche de tu nieto, abuela. Después cuando la vi ya se había tomado. Solo mi padre la había hecho tomar semen antes de mí, y hacía 15 años, cuando mi madre estaba embarazada de mí. El hecho de haber tomado mi semen la dejó más arrecha y somado a las mamadas en sus tetas y a la penetración, mi abuela se puso loca, de una manera que no la había visto aún. Se vino muy fuerte e hizo mucho ruido. Yo le seguí dando hasta que me vino la voluntad de venirme de nuevo. Saqué mi verga de su coño e hice igual que la noche anterior. Me acerqué a su rostro, pero esa vez me animé a poner mi verga en su boca. Mi abuela no la abrió y yo me vine en sus labios, pero luego ella abrió la boca y se tragó lo que estaba en sus labios y aún succionó lo último que había en mi verga. Se quedó de ojos cerrados un rato, mientras las olas del orgasmo se calmaban. Yo me eché a su lado y dije, que buen polvo abuela.
Cuando terminamos de coger por primera vez, mi abuela se sentó en la orilla de la cama. Estaba muy confundida. Yo traté de decirle algo y ella me dijo que me calle y que prenda la luz. Mira lo que me has hecho, mira como me dejaste. Tenía la cara llena de semen. No sé cómo me animé a hacerle aquello. Cuando sos joven eres medio loco. Le pedí perdón. Perdón? Mejor no digas nada. Se fue al baño. Tardó un montón. Me eché en la cama sintiendo un poco de remordimiento. Mi abuela vino al cuarto enrollada solo en la toalla. La estuve mirando y me dijo que no la vea. Me volqué y le pregunté si quería que yo me fuera a dormír en la sala. Deberías, pero no quiero que te enfermes. Solo espero que te duermas ahora. Mañana tenemos mucho de qué charlar.
Desperté temprano y ella ya no estaba. Me vino un flash de lo que habíamos hecho, no podía creer, había cogido a mi abuela, mi segunda madre. Lo más impresionante es lo fácil que había sido. Así me pareció. Seguía sintiendo un poco de remordimiento, pero el recuerdo me calientaba.
Salí a tomar café y la vi. Estaba limpiando el patio. Al verla los recuerdos se hicieron más vívidos en mi mente. ¡Qué locura más grande! Me senté con la conciencia culpable. Seguí viéndola barrer y de repente ella me vió y sonrió sarcásticamente. Eso no me lo esperaba.
- Despertaste temprano.
- Sí, abuela. Dije un poco avergonzado.
- Pues ya que estás ahí, vení a juntar esas hojas en una bolsa.
La obedecí tratando de no mirarla, pero era inevitable. Llevaba uno de sus viejos vestidos. No era nada sexy, pero su bombacha lo marcaba, por el tejido liviano. Ella no utilizaba la tradicional braga de abuela, sino un cachetero bonito. Mi polla reaccionó. Aparté la cara, pero al mirar hacia atrás noté que no llevaba sujetador. Nada de eso era nuevo para mí, de hecho, ya la había visto tantas veces en paños menores, y pese a que ella siempre había tratado de no vestirse delante mío, ya la había visto en ropa interior muchas veces, y nunca había sentido nada. Pero ahora, después de la noche anterior, era muy diferente.
Cuando terminamos de limpiar fuimos a guardar las cosas en la pequeña cabaña de herramientas que había en el fondo del patio. Mi mente estaba a mil y yo ya estaba muy arrecho. Mi abuela hablaba de cosas que debía hacer aquel día, pero estaba visiblemente nerviosa tratando de evitar el tema. Yo trataba de darle atención, pero cuando entramos juntos en la cabañita lo primero que hice fue agarrarla por la cintura con ambas manos. No sé cómo pude hacer aquello, mis manos se movieron solas.
- Matheus, tenemos que hablar de lo que pasó ayer. Me dijo eso sin apartar mis manos y hoy estoy seguro de que ella también quería y no tenía fuerzas para rechazarme. Pero en aquel momento yo no sabía de eso y solo me pareció raro que no reaccionara.
- Lo sé, abuela. Respondí y rápidamente levanté mis manos hacia sus senos, que por estar sin sostén, fue como agarrarlos directamente.
- ¡Matheus! Pero el tono de su voz no fue duro, era más una súplica que una reprimenda.
Sentí la textura de sus pechos grandes y pesados a través del vestido y empujé mi verga contra su culo. Sus pezones estaban duros y me agaché un poco para besarle el cuello.
Mi abuela volvió a decir mi nombre, y la noté más excitada que preocupada. Lamí el sudor de su espalda, mientras la magreaba y ella no me impedía. Era absurdo, estaba a punto de cogerla allí en la pequeña cabaña. Entonces ella se acordó de regañarme.
¡Pará Matheos! Estamos en el patio, no seas loco. Ya tuviste suficiente… Pero no le hice caso
- Es una locura, Matheus. Alguien puede llegar.
- Si alguien llega podemos escuchar, abuela.
Cerré la puerta de la casita y saqué mi verga del short. ¿Qué quieres hacer? Suficiente con lo de ayer. Le subí el vestido, y jalé su calzón hacía un costado. Apunté mi verga y busqué la entradita de su coño.
- Matheus, no lo hagas…
- No puedo controlarme abuela.
- ¡Matheus es muy peligroso! En serio estás loco, ¿verdad?
- Sí, creo que estoy, abuela. No entró en mis primeros intentos y escupí en mi polla para lubricar. Volví a tratar de meter y mi abuela ayudó levantando las caderas.
- No puedo creer que vas a volver a hacerlo… Por lo menos no tardes mucho... Ni siquiera terminó la frase y le clavé la verga. Ella dió un chillido largo. Empecé a follarla intensamente, pero tuve que sacarme la verga un par de veces para escupir. También le amasaba las tetas con volúpia.
- Ay, me estás rompiendo.
- Es que no estás muy lubricada, abuela, sí me la chupas un ratito quizás...
- ¿Qué? Estás loco? No te la voy a chupar, soy tu abuela! Suficiente que me hayas dejado toda pringada de semen ayer.
- Ok, le dije, entonces aguanta.
Volví a darle duro y se escuchaba el ruido del atrito de nuestros cuerpos junto con los jadeos sordos de mi abuela, pero ahora mi verga deslizaba mejor.
- Que apretada que es usted abuela. ¡Me encanta! Que coño más rico.
- Ahhh, sos un bárbaro, cómo podés follarme así!
Su bombacha me estorbaba y me la quité. La puse de frente apoyada en el soporte de madera. En esa posición pude besarla en la boca. Al principio ella volteó el rostro, pero yo lo agarré con las dos manos y la besé. Ella correspondió. Estaba tan excitado que no tardé en venir. Esa vez llenando su interior de leche. Nos quedamos un rato pegados, mientras nuestras respiraciones volvían al normal. Tras que la saqué, ella me dijo que le diera su bombacha y salimos de allí.
Volvimos a la casa y mi abuela se metió al baño. Después tuvimos una charla. Ella me regañó y yo solo escuché, pidiendo perdón y prometiendo no repetir. Pero mi promesa no duró ni hasta la noche. La estuve mirando durante el almuerzo, con los caseros y su hija embarazada que había llegado de la villa, y en la nochesita, mientras mi abuela se bañaba yo le fui a tocar la puerta. Ella asomó la cabeza y le pregunté si podía entrar. Vi un indicio de duda en sus ojos, pero luego me trató.
Después de la cena me dijo que me duerma en la hamaca. Pero hay mucho mosquito, me voy a enfermar. Pues ni modo, ya que seguís con tus atrevimientos. No vas a dormir conmigo. Le pedí por favor y le prometí comportarme, hasta que ella permitió, pero me dijo que no vaya ahorita pues necesitaba ponerse las cremas que solía usar. Yo me ofrecí para pasarle. ¿Ya vas a empezar? Pero lo dije sin maldad, abuela. No necesito tu ayuda.
Cuando fui a la cama ella ya estaba echada, de espaldas hacía mí. Yo me acerqué y la acaricié. Ella me llamó la atención, pero le dije que no estaba haciendo nada malo. Le besé los hombros y ella dijo, Matheus, será posible? Acabamos de hablar. Lo sé abuela, es solo que, no puedo parar de pensar en lo que hicimos, fue muy rico. No digas eso, fue muy errado. Ya, pero… es que hay algo muy rico que no hice y me voy a arrepentir toda la vida si no lo hago, te prometo que después de eso ya no voy a pedir nada. Te lo juro. A qué te refieres. Es que me encantaría chuparte las tetas. ¿Qué? Oye no me digas eso. Por favor abuela. Ya quedamos en algo Matheus, me ibas a respetar. Lo sé abuela, pero acaso es algo malo? Chuparme las tetas? Obvio que sí. Pero si me contaste que te chupé de niño, una vez que mí mamá las tenía adoloridas, ¿te acuerdas? Y qué? Eso es otra cosa, eras un bebé, no tenías maldad, ahora es bien diferente. Pero y si prometo hacerlo sin maldad? Jajaja, claro, no? Creés que soy opa? No, ni un poco, tenés razón. Pero y si hago con un poquito de maldad, pero no mucho? Matheus, ya deja de tentarme.
Yo seguí intentando, mientras la acariciaba y la besaba suavito en la espalda. Hagamos lo siguiente abuela… Mientras estemos en la finca, aprovechemos, o sea, ya empezamos, pero una vez en la ciudad ya no más. 'Empezamos' es mucho Matheus, tú lo empezaste. Pero no me digas que no te gustó. No se trata de gustar o no, Matheus, es errado y punto. Lo sé, pero solo te quiero chupar las tetas, nada más. Le hiciste eso a tu madre, ¿no? Eso qué? Eso de insistir tanto así como me estás haciendo a mí. Bueno, sí. Me imaginaba, sos un peligro. Y entonces, ¿puedo? Dije eso ya bajando el tirante de su camisón. Ay Matheus, solo para que me dejes dormir de una vez.
Se puso pecho arriba y yo le bajé el camisón y el sostén. Empecé a mamarla con suavidad, tratando de controlar mis impulsos. Estuve un buen rato así, hasta que ella empezó a jadear y a decir cosas. Ay Matheus, porque me haces eso. Ay, como me lo chupas. No debías… Ay, es mi punto débil mis tetas. Al verla así me animé a poner la mano en su vagina y ella no se quejó. Entonces me fui a su boca y nos besamos un largo rato. Yo sentía como su coño se mojaba y le quité la bombacha. Volví a sus chupar sus tetas y ella se quedó tan loca que dijo, Ay Matheus, me quitas el quicio.
Me dijo que me eche y ella vino por arriba poniéndome las tetas en la boca. Era la primera vez que ella tomaba la iniciativa de esa forma. Entonces yo le jalé la pierna para que se ponga a horcajadas sobre mí. Ella entendió y vino. Ay, me hacés pensar cosas muy bajas, Matheus. ¿Qué quieres hacer, abuela? Ella no se animaba a decirlo, pero vino a mi oreja y susurró, Tengo ganas de chuparte la pija. Y yo tengo ganas de que me la chupes.
Mi abuela fue a mi verga y empezó a darme una mamada. Era increíble verla con la boca en mi verga, mientras sus tetas se balanceaban. Ella me miraba a veces, y mi morbo se disparaba, pero a veces le daba cosa verme y se volcó la cabeza. Me dieron ganas de venirme en su boca y no le avisé, solo me vine abundantemente y mi abuela recibió todo, luego quiso ir al baño a escupir, pero yo la hice tumbar boca arriba en la cama y la penetré. La cogí rapidito mientras le comía las tetas y mi abuela trataba de hablar, pero su boca estaba llena de semen y saliva. Un rato la vi y le dije, toma la leche de tu nieto, abuela. Después cuando la vi ya se había tomado. Solo mi padre la había hecho tomar semen antes de mí, y hacía 15 años, cuando mi madre estaba embarazada de mí. El hecho de haber tomado mi semen la dejó más arrecha y somado a las mamadas en sus tetas y a la penetración, mi abuela se puso loca, de una manera que no la había visto aún. Se vino muy fuerte e hizo mucho ruido. Yo le seguí dando hasta que me vino la voluntad de venirme de nuevo. Saqué mi verga de su coño e hice igual que la noche anterior. Me acerqué a su rostro, pero esa vez me animé a poner mi verga en su boca. Mi abuela no la abrió y yo me vine en sus labios, pero luego ella abrió la boca y se tragó lo que estaba en sus labios y aún succionó lo último que había en mi verga. Se quedó de ojos cerrados un rato, mientras las olas del orgasmo se calmaban. Yo me eché a su lado y dije, que buen polvo abuela.
2 comentarios - Segunda vez con mi abuela
Buen relato 😳🔥🥵