Seguiré contando más un capítulo de mi historial de incestos. Los relatos son genuinos, aunque ocurrieron hace muchos años. Algunos nombres son reales, otros no. Las imágenes tampoco son reales, pero trato de encontrar fotos parecidas. En este relato sí hay una que es real.
No todos los capítulos son muy excitantes, pero son parte de un todo y por eso lo cuento.
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Aquél año solo volví a coger a mi tía Lucía una vez, y fue casi por accidente. Lo curioso es que había posibilidad de más, pero ninguno de los dos se la buscaba. La verdad es que, por más raro que suene, el hecho de que fuera mi tía me cortaba. No lo sé, yo era muy joven, empecé a tener noviecitas. El incesto es muy excitante, pero no podés vivir del morbo todo el tiempo.
También hubo un incidente con Sandra, la hijastra de mi tía Lurdes. Pocos días después del sexo con mi tía Lucía yo la desvirgué. Ella era 5 años mayor que yo y andaba muy curiosa, aún no había tenido novio. La cogí en su casa y me vine adentro, su menstruación se retrasó y ella creyó que estaba embarazada. Se lo contó a una hermana de la iglesia y el chisme terminó llegando a su madrastra. Mi tía Lurdes hizo un escándalo.
Debido a eso, mi abuela aumentó la vigilancia sobre mí, y yo ya no quise saber de jugar con primas, me alejé de Raquel y Rebeca, las hijas de mi tía Andrea.
Cerca del fin del año, mi tía me llevó a un junte en la casa de sus amigas Carla y Carinne, las del cuento anterior. Mi trabajo era solo preparar el churrasco e irme, mi tía no quería que yo me quede y yo tampoco, porque quería ver un partido de Flamengo. Además de las tres llegaron también otras dos señoras, Francinete, la jefa, dueña de la peluquería, y Karlene. Yo era el único hombre.
Al principio todo fue tranquilo, pero conforme el alcohol fue subiendo ellas hablaban más fuerte y era puro huevadas. Serví el churrasco y mi tía ya quería que me fuera porque se estaban poniendo locas, pero después ella misma se olvidó e incluso me sacó a bailar forró.
Me mandaron comprar cerveza y al retornar, Carla me dijo que podía quedarme en la sala viendo el partido. Eso hice y cada instante alguna de ellas pasaba para ir al baño. En una de esas Carla se sentó a mi lado. Me dijo que yo era lindo y que si no fuera tan jovencito iba a ser mi novia. Yo que no era opa, le dije que el tiempo pasaba rápido. Ella rió y me dijo que me iba a esperar. Estaba re borracha, volvió a la mesa y contó nuestro diálogo a todas. Yo escuchaba desde adentro. Mi tía les contó lo de Sandra, la muy chismosa y ellas hacían comentarios bien subiditos de tono sobre mí. Mi tía les dijo que se moderen. Dejen a mi sobrino en paz, zorrillas. Yo me quedé arrecho.
Francinete entró al baño después de Carla y me dijo, Hola mi amor, ¿qué tal el partido? Era la mayor de ellas, debía tener unos treinta y tantos. Me acarició el rostro y dijo uff. Volvió a la mesa tejiendo elogios. Yo parecía un juguete. Más tarde me hicieron guitarrear.
La fiesta se prolongó bastante. Francinete y Karlene se fueron, y las otras siguieron tomando. Yo tuve que llevar a Carinne a su cuarto porque se durmió en la silla. Mi tía quiso irse pero estaba muy mareada y dijo que iba a descansar un poco en el sofá.
Yo me puse a limpiar el patio mientras hacía hora. También limpié el baño, que estaba un desastre. Cuando acababa de terminar, Carla entró para orinar y sin importar con mi presencia, simplemente se levantó la falda y se sentó. Orinó frente a mí riéndose y diciendo que no se aguantaba, que casi se hizo en la cama. Cuando ella se levantó, yo me acerqué y la besé. Estábamos en pleno morreo, con mis manos agarrando su culo, cuando mi tía abrió la puerta.
¡Ya me imaginaba! Deja a mi sobrino, loca. Pero fue él quién empezó! Mi tía me miró sorprendida, pero luego se sentó a orinar. También delante mío. Como mi tía estaba muy mareada, Carla la convenció a ir a dormir en su cuarto. Pero vos te quedas aquí, Matheus, dijo mi tía. Y Carla se fue a dormir con su hermana.
Fui a buscarle soda y cuando regresé mi tía me regañó. Ya estabas haciendo travesuras, no Matheus? Ah tía, ese montón de mujer hablando huevadas me dejó arrecho. ¡Lo veo! Mi verga armaba una carpa en el short. Mi tía estaba echada y yo me senté a su lado. Te entiendo, qué hablar burreras, che, y también me quedé caliente. Entonces ella me mandó cerrar la puerta con llave.
Ven, siéntate así. No hagas ruido. Y de la nada ella sacó mi polla y empezó a chupar. Estaba hambrienta mi tía. Usaba un short corto y una blusa holgada. Empecé a tocarla, tenía ganas de correrme en su boca, pero ella me pidió que la chupe. Le dije que sí y ella se acomodó. ¿Estás seguro? Creo que huelo a pis. Descuida tía, te la chupo como sea. ¿Está realmente cerrada la puerta? Sí tía. Entonces dale Matheus, que estoy re caliente.
Ni bien empecé y ella empezó a jadear y luego a chillar como loca. Yo le tuve que llamar la atención. Ella se puso una almohada en la cara. Se vino muy rápido, al contrario de la vez anterior. Entonces yo me fui sobre ella y la follé. La cama temblaba. La tía estaba fuera de sí. Volvió a correrse y mordió mi hombro con fuerza, después se puso de rodillas y yo le dí por atrás. Ay me estás empalando, loco. Y yo le di duro, aquella era una posición nueva para mí. Podía entrar hasta el fondo y amasar sus tetas.
El hecho de estar en la cama de su amiga me daba más morbo. Pronto tuve ganas de correr y quise hacerlo en sus tetas, pero ella estaba de blusa y exploté en su cara. Voló semen hasta en su cabello.
Yo seguía con ganas y me acosté en la cama. Le pedí que ella me montara. Mi tía vino y se sentó. Me daba de mamar y me cabalgaba. Hizo ruido sin importarle nada y pronto se vino otra vez. Se acostó de costado, jadeando y le pedí que se pusiera a cuatro patas de nuevo. Ella solo levantó un poco la cola. La cogí más tranquilo ahora, y estaba pensando en darle por el culo, algo que yo aún no había hecho, cuando tocaron la puerta.
Nos callamos. Volvieron a tocar. Pueden abrir que yo los escuché, sinvergüenzas. Era Carla. Mi tía se asustó. Estaba en la cama, semidesnuda y sucia de semen. Yo me levanté y abrí la puerta. Mi verga estaba erecta, afuera del short. Carla la vió y entró sonriendo. Le dijo a mi tía, ¿Le estás dando a tu sobrino? Que puta eres. Vió otra vez mi polla e hizo un comentario sobre el tamaño.
Están haciendo mucho ruido, haciendo desear a los pobres. Bueno, eso no es un problema porque también te quiero coger. La agarré y la besé. Llevaba una falda corta e inmediatamente le agarré el culo como había hecho en el baño. Ella se dejó. Al poco tiempo la acosté en la cama y ella entendió lo que quería. Levantó las piernas y se la clavé sin quitarle la bombacha.
Me follé a Carla con mi tía al lado. La puse en cuatro y le dí bien duro hasta correrme en su coñó. A Carla le gustó, y cuando se acomodó un montón de esperma se cayó en la sábana. Carajo, sí que te corriste, eh? Pero mi tía me regañó. Otra vez adentro, Matheus? Realmente no aprendes, ¿no?
Carla se fue al baño y luego yo me fui. Las escuché hablar y mi tía le pedía que no diga a nadie. Mintió diciendo que nunca antes había sucedido y que ahora fue por culpa del alcohol. Kátia realmente no le creía, pero, riéndose, prometió no contarlo. Después de eso nos fuimos a la casa y mi tía se quedó arrepentida. Estaba preocupada por su amiga, y tenía razón porque el chisme se esparció en la peluquería. Solo volveríamos a follar en el año siguiente en circunstanciasdistintas, porqueya se había hecho evangélica.
No todos los capítulos son muy excitantes, pero son parte de un todo y por eso lo cuento.
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Aquél año solo volví a coger a mi tía Lucía una vez, y fue casi por accidente. Lo curioso es que había posibilidad de más, pero ninguno de los dos se la buscaba. La verdad es que, por más raro que suene, el hecho de que fuera mi tía me cortaba. No lo sé, yo era muy joven, empecé a tener noviecitas. El incesto es muy excitante, pero no podés vivir del morbo todo el tiempo.
También hubo un incidente con Sandra, la hijastra de mi tía Lurdes. Pocos días después del sexo con mi tía Lucía yo la desvirgué. Ella era 5 años mayor que yo y andaba muy curiosa, aún no había tenido novio. La cogí en su casa y me vine adentro, su menstruación se retrasó y ella creyó que estaba embarazada. Se lo contó a una hermana de la iglesia y el chisme terminó llegando a su madrastra. Mi tía Lurdes hizo un escándalo.
Debido a eso, mi abuela aumentó la vigilancia sobre mí, y yo ya no quise saber de jugar con primas, me alejé de Raquel y Rebeca, las hijas de mi tía Andrea.
Cerca del fin del año, mi tía me llevó a un junte en la casa de sus amigas Carla y Carinne, las del cuento anterior. Mi trabajo era solo preparar el churrasco e irme, mi tía no quería que yo me quede y yo tampoco, porque quería ver un partido de Flamengo. Además de las tres llegaron también otras dos señoras, Francinete, la jefa, dueña de la peluquería, y Karlene. Yo era el único hombre.
Al principio todo fue tranquilo, pero conforme el alcohol fue subiendo ellas hablaban más fuerte y era puro huevadas. Serví el churrasco y mi tía ya quería que me fuera porque se estaban poniendo locas, pero después ella misma se olvidó e incluso me sacó a bailar forró.
Me mandaron comprar cerveza y al retornar, Carla me dijo que podía quedarme en la sala viendo el partido. Eso hice y cada instante alguna de ellas pasaba para ir al baño. En una de esas Carla se sentó a mi lado. Me dijo que yo era lindo y que si no fuera tan jovencito iba a ser mi novia. Yo que no era opa, le dije que el tiempo pasaba rápido. Ella rió y me dijo que me iba a esperar. Estaba re borracha, volvió a la mesa y contó nuestro diálogo a todas. Yo escuchaba desde adentro. Mi tía les contó lo de Sandra, la muy chismosa y ellas hacían comentarios bien subiditos de tono sobre mí. Mi tía les dijo que se moderen. Dejen a mi sobrino en paz, zorrillas. Yo me quedé arrecho.
Francinete entró al baño después de Carla y me dijo, Hola mi amor, ¿qué tal el partido? Era la mayor de ellas, debía tener unos treinta y tantos. Me acarició el rostro y dijo uff. Volvió a la mesa tejiendo elogios. Yo parecía un juguete. Más tarde me hicieron guitarrear.
La fiesta se prolongó bastante. Francinete y Karlene se fueron, y las otras siguieron tomando. Yo tuve que llevar a Carinne a su cuarto porque se durmió en la silla. Mi tía quiso irse pero estaba muy mareada y dijo que iba a descansar un poco en el sofá.
Yo me puse a limpiar el patio mientras hacía hora. También limpié el baño, que estaba un desastre. Cuando acababa de terminar, Carla entró para orinar y sin importar con mi presencia, simplemente se levantó la falda y se sentó. Orinó frente a mí riéndose y diciendo que no se aguantaba, que casi se hizo en la cama. Cuando ella se levantó, yo me acerqué y la besé. Estábamos en pleno morreo, con mis manos agarrando su culo, cuando mi tía abrió la puerta.
¡Ya me imaginaba! Deja a mi sobrino, loca. Pero fue él quién empezó! Mi tía me miró sorprendida, pero luego se sentó a orinar. También delante mío. Como mi tía estaba muy mareada, Carla la convenció a ir a dormir en su cuarto. Pero vos te quedas aquí, Matheus, dijo mi tía. Y Carla se fue a dormir con su hermana.
Fui a buscarle soda y cuando regresé mi tía me regañó. Ya estabas haciendo travesuras, no Matheus? Ah tía, ese montón de mujer hablando huevadas me dejó arrecho. ¡Lo veo! Mi verga armaba una carpa en el short. Mi tía estaba echada y yo me senté a su lado. Te entiendo, qué hablar burreras, che, y también me quedé caliente. Entonces ella me mandó cerrar la puerta con llave.
Ven, siéntate así. No hagas ruido. Y de la nada ella sacó mi polla y empezó a chupar. Estaba hambrienta mi tía. Usaba un short corto y una blusa holgada. Empecé a tocarla, tenía ganas de correrme en su boca, pero ella me pidió que la chupe. Le dije que sí y ella se acomodó. ¿Estás seguro? Creo que huelo a pis. Descuida tía, te la chupo como sea. ¿Está realmente cerrada la puerta? Sí tía. Entonces dale Matheus, que estoy re caliente.
Ni bien empecé y ella empezó a jadear y luego a chillar como loca. Yo le tuve que llamar la atención. Ella se puso una almohada en la cara. Se vino muy rápido, al contrario de la vez anterior. Entonces yo me fui sobre ella y la follé. La cama temblaba. La tía estaba fuera de sí. Volvió a correrse y mordió mi hombro con fuerza, después se puso de rodillas y yo le dí por atrás. Ay me estás empalando, loco. Y yo le di duro, aquella era una posición nueva para mí. Podía entrar hasta el fondo y amasar sus tetas.
El hecho de estar en la cama de su amiga me daba más morbo. Pronto tuve ganas de correr y quise hacerlo en sus tetas, pero ella estaba de blusa y exploté en su cara. Voló semen hasta en su cabello.
Yo seguía con ganas y me acosté en la cama. Le pedí que ella me montara. Mi tía vino y se sentó. Me daba de mamar y me cabalgaba. Hizo ruido sin importarle nada y pronto se vino otra vez. Se acostó de costado, jadeando y le pedí que se pusiera a cuatro patas de nuevo. Ella solo levantó un poco la cola. La cogí más tranquilo ahora, y estaba pensando en darle por el culo, algo que yo aún no había hecho, cuando tocaron la puerta.
Nos callamos. Volvieron a tocar. Pueden abrir que yo los escuché, sinvergüenzas. Era Carla. Mi tía se asustó. Estaba en la cama, semidesnuda y sucia de semen. Yo me levanté y abrí la puerta. Mi verga estaba erecta, afuera del short. Carla la vió y entró sonriendo. Le dijo a mi tía, ¿Le estás dando a tu sobrino? Que puta eres. Vió otra vez mi polla e hizo un comentario sobre el tamaño.
Están haciendo mucho ruido, haciendo desear a los pobres. Bueno, eso no es un problema porque también te quiero coger. La agarré y la besé. Llevaba una falda corta e inmediatamente le agarré el culo como había hecho en el baño. Ella se dejó. Al poco tiempo la acosté en la cama y ella entendió lo que quería. Levantó las piernas y se la clavé sin quitarle la bombacha.
Me follé a Carla con mi tía al lado. La puse en cuatro y le dí bien duro hasta correrme en su coñó. A Carla le gustó, y cuando se acomodó un montón de esperma se cayó en la sábana. Carajo, sí que te corriste, eh? Pero mi tía me regañó. Otra vez adentro, Matheus? Realmente no aprendes, ¿no?
Carla se fue al baño y luego yo me fui. Las escuché hablar y mi tía le pedía que no diga a nadie. Mintió diciendo que nunca antes había sucedido y que ahora fue por culpa del alcohol. Kátia realmente no le creía, pero, riéndose, prometió no contarlo. Después de eso nos fuimos a la casa y mi tía se quedó arrepentida. Estaba preocupada por su amiga, y tenía razón porque el chisme se esparció en la peluquería. Solo volveríamos a follar en el año siguiente en circunstanciasdistintas, porqueya se había hecho evangélica.
2 comentarios - Tía Lucía y su amiga Carla
Por mí, no te preocupes, den o no morbo o calienten, te leo igual, hombre.
Sigue así 🗿👍🏻
Pdta: Dejarla manchada a tu tía... Uff🔥🔥🔥