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Compendio III
Antes de empezar, debo enfatizar que todavía me considero un tipo “normal”.
Estoy seguro de que, bajo otras circunstancias, sería yo el que llevara las cornamentas y no de una buena manera.
Mido 1.80 m, tengo cabello negro y algunas canas, con mis 41 años. Aunque finalmente me puedo dar el tiempo para asistir al gimnasio una vez a la semana, tengo una complexión delgada con algunos músculos.
Marisol considera que tengo hombros anchos, con un pecho de “valiente superhéroe”. Pero le agradan mis ojos negros, los cuales considera sinceros, cariñosos y muy inteligentes. También dice que le gusta mi trasero que, según ella, es redondito y fibroso.
Pero insisto que no me distingo tanto del montón de hombres de mi país.
Ciertamente, cuando trabajaba allá y me fui a la faena, aprendí cuáles eran mis responsabilidades y las cumplía con los limitados recursos que la sucursal de mi compañía me proveía, dentro del régimen acotado de tiempo que me solicitaban.
Pero una vez que me vine al extranjero, tuve acceso a recursos digitales que facilitaron mi labor considerablemente, al punto que pude rendir 3 veces más de lo normal e incluso más, algo que me motivó a forzar mis límites al máximo.
Y el hecho que asignaran a un grupo bajo mi mando me permitió expandir los alcances de mi trabajo y hasta me facilitó la posibilidad de ir delegando responsabilidades, lo que a cambio, potenció más el desempeño de mi grupo, motivo por el que hoy en día, me encuentro trabajando desde casa para la oficina central, pudiendo cumplir mi cuota semanal de trabajo con solo 4 horas diarias, situación que de por si me pone ansioso, porque dispongo de mayor tiempo libre y han sido tanto mi jefa y mejor amiga Sonia, como Edith, la CEO de nuestra sucursal, las que me impusieron dichas limitaciones laborales.
Pero lo que más me sorprende es que ahora, llamo mucho la atención de las mujeres.
Marisol y Sonia pueden testificar que nunca he sido coqueto ni “seductor abiertamente”, ni tampoco yo lo he buscado, pero día a día, me doy cuenta de que está presente cuando voy a dejar a Bastián a la escuela.
Ahora, más de la mitad del curso de mi cachorro es amigo o conocido de mi hijo de alguna manera y, por consiguiente, cada una de sus atractivas madres (Sonia inscribió a nuestro hijo en común en un colegio de alcurnia) tratan de recalcármelo, intentando meterme en conversaciones que sé que me terminarán metiendo en sus camas, razón por la que más me escudo en compañía de las chicas.
Por su parte, Emma me ve como una verdadera pareja debería ser. Me admira por cómo me preocupo por Marisol y por Bastián, viendo en mí el tipo de esposo y padre que desea tanto para si misma como para su hija Karen.
En cambio, Isabella desea porque puedo ignorar su belleza. Ella está tan acostumbrada a ser el centro de atención y mi indiferencia solo la hace desearme más.
Mientras que Aisha me contrasta con su esposo David, quien pasa medio año en el mar. Sé que ella encuentra consuelo y atención con mi presencia, algo que le falta mucho con David lejos tan a menudo.
Por estos motivos, le consulté a mi ruiseñor si acaso ha notado algún cambio en mí, por lo que acariciándome con sus finas y menudas manos en la cara y perdiéndome en las esmeraldas de sus ojos, me confesó que seguía siendo el mismo tipo decente del que se enamoró por primera vez.
Y aunque amo y respeto la opinión de mi mejor amiga y esposa, sentía que necesitaba una opinión adicional.
Afortunadamente, dispongo de una antigua amiga de confianza y analítica como lo es mi jefa Sonia, quien también ha visto mi evolución personal con cierta distancia.
Según la madre de mi cachorro Bastián,existen 3 categorías de hombres: los “guapos”, que son atractivos y sexy, pero que, en el fondo, las mujeres saben que no son material para compromisos prolongados; los “tiernos”, que son cariñosos y caballeros, ideales para armar una familia, pero no tan emocionantes como los anteriores; y los “héroes”, de los cuales puedes depender en una crisis o en un problema, como lo son los policías, bomberos, paramédicos, doctores, etc.
Cuando Sonia recién me conoció, me consideró un tipo “tierno” y no me prestó mucha atención, puesto que salía con Fernando, que era (y debe seguir siendo) un bombero. Fernando era musculoso, apuesto y valiente, todo lo que Sonia encontraba atractivo.
Pero no fue hasta que Fernando empezó a reconocerse como gay que Sonia empezó a fijarse más en mí. Ella se dio cuenta de que, aunque no era tan musculoso como Fernando, proyectaba un aura de confianza en mí mismo y valentía que cautivó su atención. Algo que la hacía sentir segura en situaciones complicadas, de la misma manera que Fernando lo hacía.
Sonia incluso confesó que, si se hubiese dado cuenta de mis cualidades antes, Bastián podría tener entre 3 a 5 hermanos de la misma madre, motivo por el que entiende perfectamente los sentimientos de mi ruiseñor por mí.
Pero también agregó que, aunque Marisol y yo no nos hemos percatado, Sonia piensa que me he vuelto más inteligente, fuerte y valiente desde cuando me conoció y que estas cualidades, combinadas con un mejor pasar, me hacen considerablemente mucho más atractivo para las mujeres que un simple “guapo”.
Aunque, aun así, me cuesta procesar lo que pasó el miércoles pasado…
Esa semana, tuvimos algunas complicaciones con los proveedores de los programas de mantenimiento para nuestras faenas ,razón por la que le pedí a Marisol que relatase sobre nuestro segundo trío.
Pero luego de solucionarlo y verla tan entusiasmada escribiendo, decidí tomarme unos días de descanso.
Durante la fiesta de cumpleaños de las gemelas, y mientras Marisol y Cheryl conversaban animadamente, contrastando las teorías de aprendizaje infantil de Vygotski y Piaget (cuando decides criar a tu hija con Asperger de forma normal, terminas aprendiendo bastante sobre el proceso de aprendizaje), Aisha me llamó unos minutos mientras yo dejaba el sushi freírse.
Me confesó apesumbrada que las relaciones entre David y ella no iban bien. Que el sexo con David se había vuelto aburrido, monótono y espantoso, al punto que se las estaba arreglando con masturbarle para que dejara de molestarla.
Sin embargo, admitió que aun lo amaba. Que era el padre de sus hijas y que estaba muy agradecida de la vida que le había dado, por lo que no quería divorciarse, pero era algo que necesitaba confesarlo con alguien y aunque las chicas se han vuelto más cercanas, no les tiene la suficiente confianza.
Una vez que terminó, le tomé la mano y le sonreí gentilmente.
- Te entiendo. – la traté de calmar, mirándola a los ojos. – He estado en situaciones parecidas también, y aunque no puedo prometerte nada, trataré de ayudarte.
Aisha se conmovió casi al punto de ponerse a llorar, por lo que decidí cambiar su atención rápidamente.
- ¿Cómo está Calliope? – pregunté, sabiendo que, durante todo este proceso, su hija mayor la ha estado apoyando.
Sin embargo, su reacción fue un tanto extraña: se mordió su carnoso y moreno labio inferior, y miró hacia el costado, antes de volver a mirarme.
v Ella… ella está bien. – logró musitar, con una voz temblorosa. – Hemos estado compartiendo tiempo juntas últimamente… y ha sido lindo.
Pensé que se iba a poner a llorar, por lo que tomé su rostro y la acaricié cariñosamente sobre la mejilla.
- Me alegra escuchar eso. Aisha, mereces ser feliz. Siempre lo has merecido. – y diciendo eso, la besé suavemente en los labios, con ternura, para luego retirarme. – Cuídate mucho, al igual que tus hijas.
Sé que ella quería más. Había sido una mezquina gota en un vasto desierto de abstinencia, pero lamentablemente para esa noche, la suerte estaba echada y la pasaríamos con Cheryl, por lo que no me extrañó que luego que las celebraciones terminaran, se retirara prontamente con un rostro levemente triste.
No obstante, durante el transcurso de la semana, su ánimo fue mejorando, por lo que, al llegar el miércoles, Aisha se veía radiante y bastante alegre.
o ¡Vamos,Aisha! ¡Cuéntanos qué te pasa! ¡Por qué estás tan feliz! - preguntó Emma, con su entusiasmo habitual.
Indecisa, Aisha me miraba y miraba a sus amigas, sin atreverse a decir lo que sentía…
Y con la timidez de una jovencita que invita a un chico a salir, Aisha logró preguntarme…
v Marco… ¿Quieres venir a desayunar a mi casa?
· ¿Quéeee?-Tanto Emma como Isabella exclamaron en coro.
Y fue ahí que Aisha nos confesó que David, siempre amante del mar, quería ir de pesca unos días.
Aunque era algo que la familia ya acostumbraba ese tipo de molesto ritual, tanto Aisha como Calliope le brindaron su apoyo, convenciéndole que podría irse el martes y volver el jueves, tomándose el día miércoles entero para sí mismo…
La noticia me fulminó, porque claramente, como cuando Cheryl habla de preparar sushi, Isabella dice que le daré instrucciones para conducir y Emma accede a que la lleve a su casa, en el fondo, es nuestra frase código para tener relaciones…
Pero la razón por la que hice la introducción de esa manera es esta: las chicas están de acuerdo con que les haga el amor una vez a la semana, compartiéndome en una especie de club.
Es decir, estoy seguro de que Emma sí sabe o sospecha que Cheryl y yo lo hacemos mientras Bastián está en sus clases de natación con Maya.
Lo que me impacta es que ellas lo tomen con tanta naturalidad, porque insisto, una situación como esta no la vivía desde los tiempos que Marisol y yo estábamos comprometidos para matrimonio, con mi futura cónyuge coordinando quién sería la afortunada dama con la que compartiría la cama…
v ¿No les molesta? – preguntó Aisha cautelosamente a sus amigas.
o ¡Claro que no, amiga! – replicó extremadamente entusiasmada Emma.- Quiero decir… (me miró enrojeciendo) … puedo entender lo que has pasado este tiempo… (se mordió el labio, excitada) … esa necesidad de ser cogida sin parar… más y más… (la mirada de Emma se iba perdiendo en los recuerdos…) … que te hagan el amor tan bien… y que te bombeen y bombeen fuerte y profundo, hasta acabarte muy adentro…
Tanto yo como las chicas quedamos boquiabiertos, porque había estado con Emma la mañana anterior y para mí, era la primera vez que la escuchaba admitir que hacíamos el amor.
v ¿Y qué hay de ti? – le preguntó a Isabella, quien, aunque ha cambiado su ropa, permanece arrogante.
Ella rechistó, como si fuese una minucia…
· ¡Querida, mientras no te metas con él un día jueves, el resto no es mi problema! –respondió, tratando de sonar indiferente.
Y luego de recibir la aprobación de sus amigas, me miró sonriente con un brillo en los ojos.
v ¿Tienes hambre? – me preguntó finalmente.
Yo estaba famélico…
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2 comentarios - PDB 38 Día de pesca (I)
Espero la continuación