Hola! Somos Javi y Fran, una pareja de Rosario. Yo 29, ella 23. Estamos juntos hace 3 años, empezamos como amigos y terminamos eligiéndonos día a día el uno al otro. Yo soy morocho, cuerpo trabajado, metro setenta, barbita. Fran es flaquita, su piel es muy blanca, su pelo es negro y largo (generalmente hasta la cintura), tiene una carita hermosa con pecas, sus pechos son chiquitos, super excitantes que llaman a ser chupados todo el tiempo y hacen una combinacion perfecta con su culo que es impresionante, de un tamaño y una forma perfecta.
Nos llevamos super bien desde que nos conocimos. Todo empezó como una amistad ya que tanto yo como ella estábamos en pareja. El tiempo pasó, nos hicimos amigos más cercanos, cortamos con nuestras antiguas relaciones y ¿por qué no?. Por snapchat le propuse chapar a la próxima vez que nos veamos y se dio al siguiente sábado en un boliche del que somos habitues. En cuanto la vi le recordé por mensajes nuestro asunto pendiente. Ella llevaba una camisa blanca y una pollera negra que dejaban en evidencia uno de sus mejores atributos: su increíble cola. Nos citamos en un recoveco del boliche, un lugar apartado por el que no pasaba gente y aunque ella estaba un poco temerosa al principio, los besos se fueron abriendo camino ayudados por el alcohol. A fuerza de caricias nos fuimos liberando. Mis labios en su cuello, mis manos en su espalda y mi cadera bien pegada a la suya. Las caricias se iban incrementando, ella abrazada a mi por el cuello, me dejaba hacer. Una de mis manos fue directo a ese culo, ese que tanto había deseado y que tantas pajas había dedicado. Otra de mis manos fue subiendo por su panza hasta llegar a sus tetas que hasta ese momento no llamaban mi atención, pero ese día descubriría una de mis grandes obsesiones: son hermosas de comer, chupar, apretar. Sus pezones se ponen muy duros y piden ser mordidos, algo que a ella la excita muchísimo. Mientras le desabrochaba la camisa para dar paso a mi boca a esos manjares, mi otra mano se dirigía a su sexo, no sin antes haberme deleitado recorriendo sus piernas y apretando su cola. Llevé mi mano a mi boca para humedecer mis dedos y me fui directo a buscar su clítoris. Ella por su parte me tocaba la panza y me hacía desear que baje más. Cuando empecé a pajearla no pudo más que llevar su mano a mi bulto y comenzar a tocarme como solo ella sabe hacerlo. En nuestras bocas el deleite era total, ella gemía mientras yo la tocaba y nuestras lenguas jugaban sin descanso. Me acabó la mano y quedó empapada, me miró a los ojos con desesperación, me puso contra la pared y fue derecho a desabrochar mi pantalón para liberar mi verga que desde hacía un largo tiempo quería entrar en acción. Lo que pasó a continuación nunca olvidaré en mi vida. La magistral forma de usar sus labios y su lengua para darme placer, como humedeció mi verga y recorrió cada rincón de mi glande. Llenó de baba mi tronco y mis huevos. Pude sentir esa humedad caliente tan excitante. Con sus manos acariciaba mis huevos empapados por su saliva y me pajeaba, acompañando el ir y venir de sus labios. No pude resistirme mucho tiempo, y al no saber sus preferencias, le dije como aviso que iba a acabar. No sólo que no sacó mi pija de su boca sino que se la metió hasta el fondo e incrementó el ritmo mientras me miraba fijamente de forma libidinosa. La tomé de la cabeza y la apreté fuerte contra mi para depositar todo mi semen directamente en su garganta. Cuando terminé mis contracciones la eximí de mi verga, la cual procedió a limpiar mientras la sujetaba con una mano y con la otra me agarraba el culo. Pasaba su lengua por toda la cabeza para no dejar ni rastro de mi leche mientras me miraba a los ojos. Una experiencia difícil de olvidar. Cuando se incorporó empezamos a chapar y pude sentir el sabor a sexo en su boca. Me dejó delirando de placer…
Ese sería nuestro primer encuentro, definitivamente no el último. Al tiempo de novios comencé a preguntarme cuántos chicos habían disfrutado del placer de su boca y empecé a indagar, pero las respuestas a mis preguntas se las voy a dar en el siguiente post…
Espero que les guste mi relato y que lo disfruten, aunque seguramente no tanto como disfruté yo de su boca jajajaj
Nos llevamos super bien desde que nos conocimos. Todo empezó como una amistad ya que tanto yo como ella estábamos en pareja. El tiempo pasó, nos hicimos amigos más cercanos, cortamos con nuestras antiguas relaciones y ¿por qué no?. Por snapchat le propuse chapar a la próxima vez que nos veamos y se dio al siguiente sábado en un boliche del que somos habitues. En cuanto la vi le recordé por mensajes nuestro asunto pendiente. Ella llevaba una camisa blanca y una pollera negra que dejaban en evidencia uno de sus mejores atributos: su increíble cola. Nos citamos en un recoveco del boliche, un lugar apartado por el que no pasaba gente y aunque ella estaba un poco temerosa al principio, los besos se fueron abriendo camino ayudados por el alcohol. A fuerza de caricias nos fuimos liberando. Mis labios en su cuello, mis manos en su espalda y mi cadera bien pegada a la suya. Las caricias se iban incrementando, ella abrazada a mi por el cuello, me dejaba hacer. Una de mis manos fue directo a ese culo, ese que tanto había deseado y que tantas pajas había dedicado. Otra de mis manos fue subiendo por su panza hasta llegar a sus tetas que hasta ese momento no llamaban mi atención, pero ese día descubriría una de mis grandes obsesiones: son hermosas de comer, chupar, apretar. Sus pezones se ponen muy duros y piden ser mordidos, algo que a ella la excita muchísimo. Mientras le desabrochaba la camisa para dar paso a mi boca a esos manjares, mi otra mano se dirigía a su sexo, no sin antes haberme deleitado recorriendo sus piernas y apretando su cola. Llevé mi mano a mi boca para humedecer mis dedos y me fui directo a buscar su clítoris. Ella por su parte me tocaba la panza y me hacía desear que baje más. Cuando empecé a pajearla no pudo más que llevar su mano a mi bulto y comenzar a tocarme como solo ella sabe hacerlo. En nuestras bocas el deleite era total, ella gemía mientras yo la tocaba y nuestras lenguas jugaban sin descanso. Me acabó la mano y quedó empapada, me miró a los ojos con desesperación, me puso contra la pared y fue derecho a desabrochar mi pantalón para liberar mi verga que desde hacía un largo tiempo quería entrar en acción. Lo que pasó a continuación nunca olvidaré en mi vida. La magistral forma de usar sus labios y su lengua para darme placer, como humedeció mi verga y recorrió cada rincón de mi glande. Llenó de baba mi tronco y mis huevos. Pude sentir esa humedad caliente tan excitante. Con sus manos acariciaba mis huevos empapados por su saliva y me pajeaba, acompañando el ir y venir de sus labios. No pude resistirme mucho tiempo, y al no saber sus preferencias, le dije como aviso que iba a acabar. No sólo que no sacó mi pija de su boca sino que se la metió hasta el fondo e incrementó el ritmo mientras me miraba fijamente de forma libidinosa. La tomé de la cabeza y la apreté fuerte contra mi para depositar todo mi semen directamente en su garganta. Cuando terminé mis contracciones la eximí de mi verga, la cual procedió a limpiar mientras la sujetaba con una mano y con la otra me agarraba el culo. Pasaba su lengua por toda la cabeza para no dejar ni rastro de mi leche mientras me miraba a los ojos. Una experiencia difícil de olvidar. Cuando se incorporó empezamos a chapar y pude sentir el sabor a sexo en su boca. Me dejó delirando de placer…
Ese sería nuestro primer encuentro, definitivamente no el último. Al tiempo de novios comencé a preguntarme cuántos chicos habían disfrutado del placer de su boca y empecé a indagar, pero las respuestas a mis preguntas se las voy a dar en el siguiente post…
Espero que les guste mi relato y que lo disfruten, aunque seguramente no tanto como disfruté yo de su boca jajajaj
1 comentarios - Fran me deslecha con su boquita