(Continuación) Esta es la sexta entrega del "Diario secreto e íntimo de mi esposa" les dejo los links
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http://www.poringa.net/posts/relatos/5506036/El-diario-secreto-de-mi-esposa-II-c-imagenes.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/5507294/El-diario-secreto-de-mi-esposa-III-c-imagenes.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/5521585/El-diario-secreto-de-mi-esposa-IV-c-imagenes.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/5536260/El-diario-secreto-de-mi-esposa-V-con-imagenes.html
Sinopsis:
Una madre sorprende a su hijo mientras éste miraba películas pornográficas y se masturbaba junto a sus amigos. Esto fue el episodio I, en el episodio II, la cosa se puso más "heavy". Y demuestra como un acto pícaro pero ingenuo o inocente, puede desencadenar en un papelón, y un desastre escándaloso.
Los amigos de mi hijo junto con él, suplicaron a mi esposa que, (por cierto de manera comedida y cachonda) a que muestre sus senos y dos de esos amigos la manosearon.
En el episodio III, comienza con el descontrol general y las malas decisiones que va tomando mi cónyuge que, al notar que los eventos se le están yendo de las manos, continúa con la idea del diálogo, apostando a la razón y reflexión de la turba en la que se habían convertido mi hijo y su grupo de amigos compañeros de colegio. En el episodio IV fue el comienzo de la perdición de mi esposa, transformándose en partícipe necesariamente activa y vencida por su ansia, su anhelo intenso que causaba en su cuerpo esa inquietud o agitación violenta, el deseo voraz de avidez sexual. En el episodio V, perdió todos sus frenos inhibitorios y se dejó llevar por sus más bajos instintos....
Continúo con la transcripción:
Obedecieron sin chistar, se sentaron uno al lado del otro con sus vergas apuntando al techo, gateé hasta David y bajé mi cara para comer su verga, mientras lo hacía logré poner el falo entre mis grandes tetas, al muchachito pareció gustarle mucho ya que comenzó a gemir.
Apreté bien mis tetas para que él sintiera la presión, las subía y bajaba al unísono sin dejar de chupársela.
Aproximadamente un minuto más tarde sentí el dulce néctar sexual manando de su interior, saboreé el semen con placer y fui tragando todo lo que me dio, el chico apretaba mi cabeza hacia abajo para que yo no dejara de tomarme su leche.
Pasé al siguiente en la fila, que era Fabio, él me esperaba con ansias y prácticamente me clavó su verga en la boca, esa brusquedad me ponía cachonda así que le comí la verga con ganas ayudándome de mis pechos.
La imagen de una madre haciéndole la paja turca a un amigo de su hijo me hacía delirar de placer, ni siquiera podía creer que realmente lo estaba haciendo, era un efecto de la droga sexual que recorría mi cuerpo.
Él también acabó en poco tiempo, comprendí que antes habían aguantado tanto porque no recibían atención directa sobre sus vergas, ahora era yo la que estaba haciendo todo mi esfuerzo para que acaben y mi experiencia en sexo oral era demasiado para estos chicos.
Llenó mi boca de semen y no dejé escapar ni una gota, tuve que bajar una mano a mi concha para poder pajearme, no daba más de la calentura.
Ahora venía el momento más esperado para mí, atender a mi propio hijo, quería demostrarle de lo que su madre era capaz.
Lamí sus testículos y recorrí todo su pene con la lengua hasta llegar a la punta, me la tragué y giré mi lengua alrededor de su glande, eso lo hizo estremecer, cuando mis tetas se unieron a la acción él pareció no tolerarlo, comenzó a moverse frenéticamente de un lado a otro mientras sostenía mi cabeza con una mano, a él le estaba dando una atención especial, hacía juegos con mi lengua o le daba fuertes chupadas en los lugares justos, en poco tiempo inundo mi boca con su espesa leche, no la tragué al instante sino que tiré mi cabeza hacia atrás, cerré mis ojos y comencé a pajearme con ganas mientras saboreaba y tragaba su esperma.
Una de las experiencias sexuales más fuertes que tuve en mi vida ocurrió hace unos diez años y medio, cuando fui con Luis, mi esposo, al casamiento de uno de sus amigos.
Fue un casamiento para adultos, no hubo niños invitados, tampoco fue una locura sexual, simplemente hubo algunos jueguitos sexualmente sugerentes, nada del otro mundo, pero a mí me habían puesto cachonda.
Para colmo la gran cantidad de alcohol que mi marido y yo ingerimos nos hacía perder la cabeza, no podía estar mucho tiempo cerca de él sin que me toqueteara.
Esa noche tenía puesto un vestido azul oscuro pegado al cuerpo que era bastante corto y muy escotado, por eso él tenía vía libre para tocarme o meterme los dedos.
Yo también lo toqueteaba cuando nadie nos miraba.
El asunto comenzó cuando notamos que uno de los mozos de la fiesta no me sacaba los ojos de encima, pensé que eso disgustaba a Luis, pero ocurrió todo lo contrario, le calentaba saber que el tipo me miraba con tanto deseo.
En un momento él me desafió, supongo que fue porque ambos estábamos ebrios y cachondos, me dijo que no me animaría a chupársela al mozo, noté por su tono que realmente él quería que lo hiciera.
En cuanto tuve la oportunidad me acerqué al mozo y le toqué el bulto diciéndole al oído que me siguiera.
Ni siquiera tuve que mirar para atrás, el tipo no me perdió la pista.
Llegamos al baño de damas y comprobé que estaba vacío, lo hice pasar y nos encerramos en un cubículo.
Ahí nomás le bajé los pantalones y comencé a chupársela.
El tipo no lo podía creer, se movía de atrás para adelante como si me estuviera cogiendo por la boca. Le di unas lindas chupadas a todo el falo hasta que varios minutos después me acabó en la boca.
Lo dejé solo en el baño recomponiéndose de la sorpresa y regresé con mi marido, me senté junto a él y abrí la boca para mostrarle el semen del mozo, luego me lo tragué.
Eso lo calentó mucho, tanto que me metió los dedos en ese mismo instante.
Por suerte nuestra mesa estaba en un rincón oscuro y desde este ángulo nadie nos podía ver.
Metí la mano en su pantalón y le toqué la verga, la tenía muy dura.
La noche no terminó con eso. Luis me quitó la bombacha para poder tocarme con más libertad y en un momento me acerqué a la barra a pedir una botella de champagne.
Mientras esperaba me apoyé sobre la barra con la colita parada, no podía pensar con claridad por culpa del alcohol, olvidé lo corto que era mi vestido y lo desprotegida que estaba.
Mi culito quedó a la vista mientras aguardaba por la botella y en pocos segundos sentí que alguien me arrimaba por detrás, tenía el bulto muy marcado, lo sentí justo sobre mi ano.
Me tocó una pierna y como no le dije nada me metió los dedos en el culo.
Cuando vi quién era el misterioso hombre me sorprendí mucho, se trataba de Miguel, el novio, ese que se estaba casando esa misma noche, el amigo de mi marido.
Miré rápidamente para todos lados y me di cuenta de que el único que nos vio fue el que atendí en el baño de damas, pero lo disimuló bastante bien.
Le sonreí al amigo de mi marido mientras me colaba los dedos y froté mi culo contra su bulto.
Cuando me dieron la botella me di vuelta y pasé a su lado, no me fui sin antes tocarle la verga por arriba del pantalón, la tenía tan dura como Luis.
Como soy una esposa fiel (aunque cachonda) le conté a mi esposo lo ocurrido mientras tomábamos champagne, él me dijo que la reacción de su amigo era lógica, que yo estaba muy buena y él nunca había tenido una despedida de soltero decente, si bien su mujer era una rubia preciosa y la pasaría muy bien con ella, extrañaría el contacto con otras mujeres.
En ese momento Miguel se nos acercó, arrastró una silla hasta sentarse a mi lado y vio que mi marido me estaba metiendo los dedos.
Luis no disimuló mucho, apartó la mano deslizándola por mi pierna y cuando llegó a mi nalgas, me las abrió un poco más, mi concha estaba a la vista y toda mojada.
Su amigo nos hablaba de cosas sin sentido y nos sonreía.
Mi marido me hizo una seña y yo comprendí perfectamente.
Le toqué el bulto a Miguel mientras seguíamos hablando, él no tardó mucho en meterme los dedos, supo de inmediato que a su amigo no le molestara que toquetearan a su mujer.
Luis dijo que quería ir al baño y le preguntó a Miguel si quería acompañarlo, antes de que él se negara dije que yo también quería ir.
Caminamos los tres hasta los baños, estaban uno pegado al otro pero en cuanto vimos que el baño de hombres estaba completamente vacío nos metimos a ese.
Miguel comenzó a toquetearme de inmediato, me levantó el vestido hasta la cintura y me arrimó. Pude sentir que sacaba la verga del pantalón y la frotaba contra mi conchita mojada.
Le sugerí que nos metiéramos a uno de los cubículos por si llegaba a entrar alguien, mi marido se quedó haciendo guardia con la verga en la mano, pero apuntando hacia un mingitorio para disimular. El cubículo era pequeño pero Miguel logró pararse con los pies a los lados del inodoro y apoyando la espalda contra la pared, yo me cerré la puerta y apoyé las manos sobre ella.
Me clavó con unas ganas tremendas, sentí su verga muy adentro y lo incité a que se moviera más rápido.
En ese momento ocurrió algo inesperado, alguien entró al baño y de inmediato dijo:
- Uy perdón, creí que era el baño de mujeres – por la voz supe que se trataba de Clara, la novia de Miguel. Nos quedamos petrificados dentro del cubículo.
- No pasa nada chiquita – dijo mi esposo.
- Ahh hola Luis, ¿no lo viste a Miguel? – ella parecía estar aún más borracha que nosotros, su lengua se movía de forma perezosa al hablar.
- No, hace rato que no lo veo.
- Si, yo tambie… ¡Epa! ¿Qué es eso? – Casi me da un infarto, pensé que habíamos sido descubiertos – ¿por qué la tenés así? – ahí supe que ella había notado la erección de mi marido.
- Es que vine al baño a tocarme, porque mi esposa no quería atenderme – el muy hijo de puta hasta parecía apenado, tuve que morderme la boca para no reírme.
- Ay, pero que mala. No me hubiera esperado eso de Laura. Dejarte en ese estado… con lo linda que está – esta vez fue Miguel quien tuvo que reprimir la risa, él aún seguía cogiéndome, aunque más despacio – Uy, que dura está – exclamó ella, en ese momento me animé a abrir un poco la puerta del baño, podía verlos reflejados en el gran espejo que estaba directamente frente a mí, ella le estaba tocando la verga a mi esposo – yo lo buscaba a Miguel porque quería que me dé, también estoy muy caliente. Hasta me saqué la tanga.
- ¿De verdad? – preguntó Luis haciéndose el ingenuo, el vestido de la novia era muy sexual, era corto, muy escotado y tenía unas medias de encaje muy sexys. Mi marido le levantó la falda, la rubia tenía la conchita perfecta y totalmente depilada – pero si hasta estás mojada – dijo metiéndole los dedos.
- Si, mucho. No aguanto más las ganas. Quiero que alguien me la ponga – la putita estaba sonrojada y no soltaba la verga de mi marido.
- De eso me puedo encargar yo.
La hizo dar media vuelta y la apoyó contra la pared, se acercó desde atrás y ella levantó la cola y separó las piernas, su concha era realmente hermosa, mi marido se la abrió al clavársela.
Ella comenzó a gemir como una putita en una película porno, eso provocó que Miguel se calentara mucho, empezó a clavarme con mucha fuerza, sacaba toda la verga y me la volvía a enterrar de un solo empujón, yo tenía ganas de gritar de placer pero debía reprimirme.
Los minutos pasaban y yo tuve mi primer orgasmo de la noche, el ver cómo Luis se cogía a esa putita me calentó muchísimo.
La mina tenía el culito redondo y la conchita rosada, sus fluidos salían cada vez que mi marido se la sacaba un poco. Para colmo Miguel me estaba dando una empernada magnífica. Vi que la rubia acabó en un grito de placer, de su concha salieron jugos sexuales en cantidad, Luis siguió dándole durante unos segundos más hasta que se la sacó.
- Ay, que rico que estuvo eso – dijo la novia con una vocecita de actriz porno ingenua – pero no le cuentes nada a mi marido, por favor.
Mi esposo le garantizó que Miguel nunca se enteraría de lo ocurrido y allí por fin ella abandonó el baño de hombres y yo pude gemir en paz mientras su novio me cogía sin parar.
Luis se acercó a nosotros y como me vio agachada me ofreció su verga, él aún no había acabado. Se la chupé y saboreé los jugos vaginales de la rubia, era la verga más rica que me había comido en mi vida y además estaba disfrutando de dos hombres al mismo tiempo. No era la primera vez que lo hacía, pero me encantaba. A los pocos minutos mi marido llenó mi boca de leche.
- Nuestras esposas tienen algo en común – dijo mi marido – las dos tienen debilidad por la poronga – me tragué toda su leche. Me puse de rodillas y se la chupé a Miguel. Fue la tercer acabada en mi boca en el transcurso de la noche. Un record personal.
Ahora, cuando terminaba de tragar el semen de mi propio hijo, estaba a punto de batir mi propio record, allí tenía la cuarta verga de la noche, la de Mauro.
Me la metí en la boca sin dudarlo y se la mamé con unas ganas especiales, me movía más rápido que de costumbre, casi podía sentir que mi cabeza se saldría en cualquier momento. Sentía la verga golpeando contra mi garganta y eso me producía arcadas que me obligaban a tranquilizarme un poco, pero aun así seguí chupando, metí la verga entre mis tetas y las moví de arriba hacia abajo sin parar hasta que por fin sentí que estallaba dentro de mi boca con fuertes chorros de leche tibia.
Ahí nomás me tendí de espaldas sobre el piso, abrí las piernas y me masturbé frente a los chicos. Empecé por frotarme frenéticamente el clítoris y masajearme las tetas con la otra mano hasta que decidí que necesitaba algo adentro, me metí los dedos con pasión, ellos podían ver cómo entraban y salían mientras mi conchita se llenaba de viscoso fluido. Gemía y me sacudía, mantenía los ojos cerrados así que no podía ver a los muchachos, pero me calentaba el doble saber que me estaban mirando. ¿Cómo imaginaría yo que esta noche iba a terminar pajeándome frente a mi hijo y sus amigos? Lo importante es que sucedió y todos lo disfrutamos mucho. Cuando acabé sentí que de mi vagina salía mucho líquido, quedé toda mojada y satisfecha. Cuando me reincorporé me despedí de los chicos dándole un besito corto en la boca a cada uno y me fui a dormir, ellos hicieron lo mismo, estábamos agotados.
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Sinopsis:
Una madre sorprende a su hijo mientras éste miraba películas pornográficas y se masturbaba junto a sus amigos. Esto fue el episodio I, en el episodio II, la cosa se puso más "heavy". Y demuestra como un acto pícaro pero ingenuo o inocente, puede desencadenar en un papelón, y un desastre escándaloso.
Los amigos de mi hijo junto con él, suplicaron a mi esposa que, (por cierto de manera comedida y cachonda) a que muestre sus senos y dos de esos amigos la manosearon.
En el episodio III, comienza con el descontrol general y las malas decisiones que va tomando mi cónyuge que, al notar que los eventos se le están yendo de las manos, continúa con la idea del diálogo, apostando a la razón y reflexión de la turba en la que se habían convertido mi hijo y su grupo de amigos compañeros de colegio. En el episodio IV fue el comienzo de la perdición de mi esposa, transformándose en partícipe necesariamente activa y vencida por su ansia, su anhelo intenso que causaba en su cuerpo esa inquietud o agitación violenta, el deseo voraz de avidez sexual. En el episodio V, perdió todos sus frenos inhibitorios y se dejó llevar por sus más bajos instintos....
Continúo con la transcripción:
Obedecieron sin chistar, se sentaron uno al lado del otro con sus vergas apuntando al techo, gateé hasta David y bajé mi cara para comer su verga, mientras lo hacía logré poner el falo entre mis grandes tetas, al muchachito pareció gustarle mucho ya que comenzó a gemir.
Apreté bien mis tetas para que él sintiera la presión, las subía y bajaba al unísono sin dejar de chupársela.
Aproximadamente un minuto más tarde sentí el dulce néctar sexual manando de su interior, saboreé el semen con placer y fui tragando todo lo que me dio, el chico apretaba mi cabeza hacia abajo para que yo no dejara de tomarme su leche.
Pasé al siguiente en la fila, que era Fabio, él me esperaba con ansias y prácticamente me clavó su verga en la boca, esa brusquedad me ponía cachonda así que le comí la verga con ganas ayudándome de mis pechos.
La imagen de una madre haciéndole la paja turca a un amigo de su hijo me hacía delirar de placer, ni siquiera podía creer que realmente lo estaba haciendo, era un efecto de la droga sexual que recorría mi cuerpo.
Él también acabó en poco tiempo, comprendí que antes habían aguantado tanto porque no recibían atención directa sobre sus vergas, ahora era yo la que estaba haciendo todo mi esfuerzo para que acaben y mi experiencia en sexo oral era demasiado para estos chicos.
Llenó mi boca de semen y no dejé escapar ni una gota, tuve que bajar una mano a mi concha para poder pajearme, no daba más de la calentura.
Ahora venía el momento más esperado para mí, atender a mi propio hijo, quería demostrarle de lo que su madre era capaz.
Lamí sus testículos y recorrí todo su pene con la lengua hasta llegar a la punta, me la tragué y giré mi lengua alrededor de su glande, eso lo hizo estremecer, cuando mis tetas se unieron a la acción él pareció no tolerarlo, comenzó a moverse frenéticamente de un lado a otro mientras sostenía mi cabeza con una mano, a él le estaba dando una atención especial, hacía juegos con mi lengua o le daba fuertes chupadas en los lugares justos, en poco tiempo inundo mi boca con su espesa leche, no la tragué al instante sino que tiré mi cabeza hacia atrás, cerré mis ojos y comencé a pajearme con ganas mientras saboreaba y tragaba su esperma.
Una de las experiencias sexuales más fuertes que tuve en mi vida ocurrió hace unos diez años y medio, cuando fui con Luis, mi esposo, al casamiento de uno de sus amigos.
Fue un casamiento para adultos, no hubo niños invitados, tampoco fue una locura sexual, simplemente hubo algunos jueguitos sexualmente sugerentes, nada del otro mundo, pero a mí me habían puesto cachonda.
Para colmo la gran cantidad de alcohol que mi marido y yo ingerimos nos hacía perder la cabeza, no podía estar mucho tiempo cerca de él sin que me toqueteara.
Esa noche tenía puesto un vestido azul oscuro pegado al cuerpo que era bastante corto y muy escotado, por eso él tenía vía libre para tocarme o meterme los dedos.
Yo también lo toqueteaba cuando nadie nos miraba.
El asunto comenzó cuando notamos que uno de los mozos de la fiesta no me sacaba los ojos de encima, pensé que eso disgustaba a Luis, pero ocurrió todo lo contrario, le calentaba saber que el tipo me miraba con tanto deseo.
En un momento él me desafió, supongo que fue porque ambos estábamos ebrios y cachondos, me dijo que no me animaría a chupársela al mozo, noté por su tono que realmente él quería que lo hiciera.
En cuanto tuve la oportunidad me acerqué al mozo y le toqué el bulto diciéndole al oído que me siguiera.
Ni siquiera tuve que mirar para atrás, el tipo no me perdió la pista.
Llegamos al baño de damas y comprobé que estaba vacío, lo hice pasar y nos encerramos en un cubículo.
Ahí nomás le bajé los pantalones y comencé a chupársela.
El tipo no lo podía creer, se movía de atrás para adelante como si me estuviera cogiendo por la boca. Le di unas lindas chupadas a todo el falo hasta que varios minutos después me acabó en la boca.
Lo dejé solo en el baño recomponiéndose de la sorpresa y regresé con mi marido, me senté junto a él y abrí la boca para mostrarle el semen del mozo, luego me lo tragué.
Eso lo calentó mucho, tanto que me metió los dedos en ese mismo instante.
Por suerte nuestra mesa estaba en un rincón oscuro y desde este ángulo nadie nos podía ver.
Metí la mano en su pantalón y le toqué la verga, la tenía muy dura.
La noche no terminó con eso. Luis me quitó la bombacha para poder tocarme con más libertad y en un momento me acerqué a la barra a pedir una botella de champagne.
Mientras esperaba me apoyé sobre la barra con la colita parada, no podía pensar con claridad por culpa del alcohol, olvidé lo corto que era mi vestido y lo desprotegida que estaba.
Mi culito quedó a la vista mientras aguardaba por la botella y en pocos segundos sentí que alguien me arrimaba por detrás, tenía el bulto muy marcado, lo sentí justo sobre mi ano.
Me tocó una pierna y como no le dije nada me metió los dedos en el culo.
Cuando vi quién era el misterioso hombre me sorprendí mucho, se trataba de Miguel, el novio, ese que se estaba casando esa misma noche, el amigo de mi marido.
Miré rápidamente para todos lados y me di cuenta de que el único que nos vio fue el que atendí en el baño de damas, pero lo disimuló bastante bien.
Le sonreí al amigo de mi marido mientras me colaba los dedos y froté mi culo contra su bulto.
Cuando me dieron la botella me di vuelta y pasé a su lado, no me fui sin antes tocarle la verga por arriba del pantalón, la tenía tan dura como Luis.
Como soy una esposa fiel (aunque cachonda) le conté a mi esposo lo ocurrido mientras tomábamos champagne, él me dijo que la reacción de su amigo era lógica, que yo estaba muy buena y él nunca había tenido una despedida de soltero decente, si bien su mujer era una rubia preciosa y la pasaría muy bien con ella, extrañaría el contacto con otras mujeres.
En ese momento Miguel se nos acercó, arrastró una silla hasta sentarse a mi lado y vio que mi marido me estaba metiendo los dedos.
Luis no disimuló mucho, apartó la mano deslizándola por mi pierna y cuando llegó a mi nalgas, me las abrió un poco más, mi concha estaba a la vista y toda mojada.
Su amigo nos hablaba de cosas sin sentido y nos sonreía.
Mi marido me hizo una seña y yo comprendí perfectamente.
Le toqué el bulto a Miguel mientras seguíamos hablando, él no tardó mucho en meterme los dedos, supo de inmediato que a su amigo no le molestara que toquetearan a su mujer.
Luis dijo que quería ir al baño y le preguntó a Miguel si quería acompañarlo, antes de que él se negara dije que yo también quería ir.
Caminamos los tres hasta los baños, estaban uno pegado al otro pero en cuanto vimos que el baño de hombres estaba completamente vacío nos metimos a ese.
Miguel comenzó a toquetearme de inmediato, me levantó el vestido hasta la cintura y me arrimó. Pude sentir que sacaba la verga del pantalón y la frotaba contra mi conchita mojada.
Le sugerí que nos metiéramos a uno de los cubículos por si llegaba a entrar alguien, mi marido se quedó haciendo guardia con la verga en la mano, pero apuntando hacia un mingitorio para disimular. El cubículo era pequeño pero Miguel logró pararse con los pies a los lados del inodoro y apoyando la espalda contra la pared, yo me cerré la puerta y apoyé las manos sobre ella.
Me clavó con unas ganas tremendas, sentí su verga muy adentro y lo incité a que se moviera más rápido.
En ese momento ocurrió algo inesperado, alguien entró al baño y de inmediato dijo:
- Uy perdón, creí que era el baño de mujeres – por la voz supe que se trataba de Clara, la novia de Miguel. Nos quedamos petrificados dentro del cubículo.
- No pasa nada chiquita – dijo mi esposo.
- Ahh hola Luis, ¿no lo viste a Miguel? – ella parecía estar aún más borracha que nosotros, su lengua se movía de forma perezosa al hablar.
- No, hace rato que no lo veo.
- Si, yo tambie… ¡Epa! ¿Qué es eso? – Casi me da un infarto, pensé que habíamos sido descubiertos – ¿por qué la tenés así? – ahí supe que ella había notado la erección de mi marido.
- Es que vine al baño a tocarme, porque mi esposa no quería atenderme – el muy hijo de puta hasta parecía apenado, tuve que morderme la boca para no reírme.
- Ay, pero que mala. No me hubiera esperado eso de Laura. Dejarte en ese estado… con lo linda que está – esta vez fue Miguel quien tuvo que reprimir la risa, él aún seguía cogiéndome, aunque más despacio – Uy, que dura está – exclamó ella, en ese momento me animé a abrir un poco la puerta del baño, podía verlos reflejados en el gran espejo que estaba directamente frente a mí, ella le estaba tocando la verga a mi esposo – yo lo buscaba a Miguel porque quería que me dé, también estoy muy caliente. Hasta me saqué la tanga.
- ¿De verdad? – preguntó Luis haciéndose el ingenuo, el vestido de la novia era muy sexual, era corto, muy escotado y tenía unas medias de encaje muy sexys. Mi marido le levantó la falda, la rubia tenía la conchita perfecta y totalmente depilada – pero si hasta estás mojada – dijo metiéndole los dedos.
- Si, mucho. No aguanto más las ganas. Quiero que alguien me la ponga – la putita estaba sonrojada y no soltaba la verga de mi marido.
- De eso me puedo encargar yo.
La hizo dar media vuelta y la apoyó contra la pared, se acercó desde atrás y ella levantó la cola y separó las piernas, su concha era realmente hermosa, mi marido se la abrió al clavársela.
Ella comenzó a gemir como una putita en una película porno, eso provocó que Miguel se calentara mucho, empezó a clavarme con mucha fuerza, sacaba toda la verga y me la volvía a enterrar de un solo empujón, yo tenía ganas de gritar de placer pero debía reprimirme.
Los minutos pasaban y yo tuve mi primer orgasmo de la noche, el ver cómo Luis se cogía a esa putita me calentó muchísimo.
La mina tenía el culito redondo y la conchita rosada, sus fluidos salían cada vez que mi marido se la sacaba un poco. Para colmo Miguel me estaba dando una empernada magnífica. Vi que la rubia acabó en un grito de placer, de su concha salieron jugos sexuales en cantidad, Luis siguió dándole durante unos segundos más hasta que se la sacó.
- Ay, que rico que estuvo eso – dijo la novia con una vocecita de actriz porno ingenua – pero no le cuentes nada a mi marido, por favor.
Mi esposo le garantizó que Miguel nunca se enteraría de lo ocurrido y allí por fin ella abandonó el baño de hombres y yo pude gemir en paz mientras su novio me cogía sin parar.
Luis se acercó a nosotros y como me vio agachada me ofreció su verga, él aún no había acabado. Se la chupé y saboreé los jugos vaginales de la rubia, era la verga más rica que me había comido en mi vida y además estaba disfrutando de dos hombres al mismo tiempo. No era la primera vez que lo hacía, pero me encantaba. A los pocos minutos mi marido llenó mi boca de leche.
- Nuestras esposas tienen algo en común – dijo mi marido – las dos tienen debilidad por la poronga – me tragué toda su leche. Me puse de rodillas y se la chupé a Miguel. Fue la tercer acabada en mi boca en el transcurso de la noche. Un record personal.
Ahora, cuando terminaba de tragar el semen de mi propio hijo, estaba a punto de batir mi propio record, allí tenía la cuarta verga de la noche, la de Mauro.
Me la metí en la boca sin dudarlo y se la mamé con unas ganas especiales, me movía más rápido que de costumbre, casi podía sentir que mi cabeza se saldría en cualquier momento. Sentía la verga golpeando contra mi garganta y eso me producía arcadas que me obligaban a tranquilizarme un poco, pero aun así seguí chupando, metí la verga entre mis tetas y las moví de arriba hacia abajo sin parar hasta que por fin sentí que estallaba dentro de mi boca con fuertes chorros de leche tibia.
Ahí nomás me tendí de espaldas sobre el piso, abrí las piernas y me masturbé frente a los chicos. Empecé por frotarme frenéticamente el clítoris y masajearme las tetas con la otra mano hasta que decidí que necesitaba algo adentro, me metí los dedos con pasión, ellos podían ver cómo entraban y salían mientras mi conchita se llenaba de viscoso fluido. Gemía y me sacudía, mantenía los ojos cerrados así que no podía ver a los muchachos, pero me calentaba el doble saber que me estaban mirando. ¿Cómo imaginaría yo que esta noche iba a terminar pajeándome frente a mi hijo y sus amigos? Lo importante es que sucedió y todos lo disfrutamos mucho. Cuando acabé sentí que de mi vagina salía mucho líquido, quedé toda mojada y satisfecha. Cuando me reincorporé me despedí de los chicos dándole un besito corto en la boca a cada uno y me fui a dormir, ellos hicieron lo mismo, estábamos agotados.
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