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Pau hará lo que sea por un mejor puesto (Parte 1)

La historia que voy a contar pasó hace algunos años cuando trabajaba en una empresa de marketing digital. En aquel entonces, todo parecía ir bien en el trabajo: los proyectos iban viento en popa, el ambiente era amigable y mi jefe me había elogiado varias veces por mi dedicación y compromiso.
Fue en ese momento cuando noté la presencia de Pau, una de mis compañeras de trabajo. Pau era una mujer atractiva y sexy, con un cabello negro y lacio que enmarcaba su rostro de rasgos provocativos. Sus pechos eran grandes y redondos, siempre enfundados en escotes provocativos que hacían que todos los hombres de la oficina se giraran a su paso. Y su culo, ni qué decir: grande y firme, siempre resaltado por pantalones ajustados que dejaban poco a la imaginación.
Pau era conocida en la empresa por su belleza pero también por los rumores que circulaban a su alrededor. Se decía que tenía sexo con los jefes a cambio de beneficios y ventajas en el trabajo. Al principio, me negué a creer en esos chismes, pensando que todo era fruto de la envidia y la maledicencia. Pero a medida que pasaban los días, empecé a notar ciertas actitudes y gestos de Pau que me hacían dudar de su integridad.
Un día, para mi sorpresa, me ascendieron a un puesto de mayor responsabilidad en la empresa. Con el nuevo cargo, venían nuevas responsabilidades pero también nuevas oportunidades. Fue entonces cuando Pau comenzó a acercarse a mí de una forma más evidente.
Al principio, pensé que sus atenciones eran puramente amistosas. Me felicitaba por mi ascenso, me preguntaba cómo me sentía con la nueva responsabilidad y me ofrecía consejos para sobrellevar la presión. Pero poco a poco, sus gestos se volvieron más íntimos. Empezó a tocarme el brazo cuando hablábamos, a susurrarme al oído cuando estábamos a solas y a lanzarme miradas sugerentes que me hacían sentir incómodo y excitado al mismo tiempo.
Una tarde, después de una reunión extenuante con los jefes, Pau me invitó a quedarnos trabajando hasta tarde en la oficina. Aunque al principio me resistí, accedí a quedarme un rato más para terminar unas tareas pendientes. Mientras trabajábamos juntos, Pau se acercó a mí lentamente, con una expresión seductora en su rostro.
"¿Qué tal si dejamos de trabajar por un momento y nos relajamos un poco?", me susurró al oído, con su aliento cálido acariciando mi piel.
Antes de que pudiera articular una respuesta, Pau tomó mi mano y la llevó a sus labios, chupándome los dedos lentamente y de forma erótica. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi mente se nubló con el deseo.
"Esto está mal", balbuceé, tratando de recordarme a mí mismo que no debíamos estar haciendo eso.
"Estoy segura de que te gusta", dijo con confianza. "¿No quieres probar lo que puedo ofrecerte, cariño? Todos los otros jefes de la oficina han quedado encantados con las cosas que sé hacer".
Antes de que pudiera protestar, Pau puso mis manos en su culo y me susurró al oído: "Todo esto puede ser tuyo, ¿no te gusta lo que ves?"
La textura de sus nalgas era suave y cálida bajo mis manos, y mi mente se llenó de una lujuria incontrolable. No pude resistirme más y mis labios buscaron los suyos con ansias, nuestras lenguas entrelazándose en un beso apasionado.
Mis manos recorrieron su culo, sintiendo lo grande y sexy que era. Su textura era suave y firme a la vez, y no pude resistir la tentación de apretarlo con fuerza y lujuria. Jamás en mi vida había tocado un culo tan perfecto y tan precioso como ese, era un auténtico culazo de 10. Pau gemía suavemente contra mis labios, sus manos acariciando mi espalda mientras su cuerpo se arqueaba hacia el mío en búsqueda de más contacto.
Pau me empujó hacia el escritorio, sus manos hábiles desabotonaron mi camisa y la deslizaron por mis hombros.
Mis manos recorrieron su espalda, desabrochando su blusa lentamente para revelar su sujetador de encaje que apenas contenía sus pechos generosos. La miré a los ojos mientras mis labios descendían por su cuello, dejando un rastro de besos húmedos hasta llegar a sus pechos. Los tomé con mis manos, sintiendo su suavidad y firmeza bajo mis palmas mientras mi lengua jugueteaba con sus pezones erectos.
Pau se dejó llevar por la pasión, sus gemidos llenando la habitación mientras mis caricias la envolvían en un torbellino de deseo. Me miró con ojos llenos de lujuria y deseo, y sin decir una palabra, se quitó el pantalón, dejándome ver su cuerpo casi desnudo que me dejó sin aliento.
Solo llevaba puesta una tanguita blanca que le quedaba preciosa entre sus dos nalgas. Era una visión de ensueño, con sus pechos erguidos y su culo redondo y firme tentándome a acercarme más.
Ella comenzó a desbrochar mi pantalón mientras me observaba con una sonrisa traviesa en los labios. Una vez que mi miembro había quedado libre, Pau no perdió tiempo y se inclinó hacia mí, tomando mi pene en su boca con habilidad y pasión, haciendo que gemidos de placer escaparan de mis labios.
Sus labios carnosos recorrían mi longitud con fervor, su lengua jugando con cada centímetro y succionando con fuerza. Cada succión enviaba ondas de placer a través de mi cuerpo, haciéndome gemir de placer bajo su control experto. De vez en cuando bajaba hasta mis bolas y las chupaba sin dejar de masturbarme, para luego volver a tragarsela toda. Yo la tomé de la cabeza con ambas manos y empecé a follarmela por la boca, cosa que a ella le encantaba. Pau sabía exactamente cómo complacerme y no dejó de chupar hasta que me encontré al borde del éxtasis. Chupaba como una diosa y como una puta al mismo tiempo, mientras no dejaba de mirarme a los ojos de manera sensual.
Pero Pau no había terminado conmigo todavía. Se levantó del escritorio y colocó mis manos en sus pechos. Si su culo era perfecto, sus tetas no se quedaban atrás para nada. Eran grandes y suaves, tanto que no parecían reales. Los apreté con deseo, maravillado por lo magníficos que se veían y cómo me envolvían por completo.
"Sabes qué más puedo hacer con estos", susurró Pau, antes de inclinarse hacia adelante y tomar mi miembro en medio de sus pechos. Comenzó a deslizarlos arriba y abajo, realizando una increíble rusa que me dejó sin aliento. La sensación era indescriptible, mi verga desaparecía por completo entre sus tetas que me apretaban de manera deliciosa.
Mis manos se aferraron a su cintura, guiando sus movimientos mientras disfrutaba de la sensación embriagadora del delicioso titfuck que Pau me estaba dando. El roce de su piel contra la mía y la visión de sus pechos envolviendo mi miembro me llevaron a un nivel de placer que nunca antes había experimentado.
Cuando sentí que estaba cerca de venirme, Pau se levantó y se inclinó sobre el escritorio, con su culo entangado levantado hacia mí, tentándome con su oferta. "Puedes hacer lo que quieras conmigo", susurró, con voz ronca de deseo. "Soy toda tuya".

Continuara...

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