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El diario secreto de mi esposa III c/ imágenes

(Continuación) Esta es la tercera entrega del "Diario secreto e íntimo de mi esposa" les dejo los links

http://www.poringa.net/posts/relatos/5504888/El-diario-secreto-de-mi-esposa-C-imagenes.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/5506036/El-diario-secreto-de-mi-esposa-II-c-imagenes.html

Sinopsis:

Una madre sorprende a su hijo mientras éste miraba películas pornográficas y se masturbaba junto a sus amigos. Esto fue el episodio I, en el episodio II, la cosa se puso más "heavy". Y demuestra como un acto pícaro pero ingenuo o inocente, puede desencadenar un papelón, y un desastre escándaloso.
Los amigos de mi hijo junto con él, suplicaron a mi esposa que, (por cierto de manera comedida y cachonda) a que muestre sus senos y dos de esos amigos la manosearon.


El diario secreto de mi esposa III c/ imágenes

Madre: - Hey, no dije que podían tocar – no me enfadé, se lo dije en un tono simpático – además tienen las manos pegajosas
Di un paso hacia atrás y cuando me di cuenta todos estaban a mi alrededor, Mauro y Fabio ya estaban parados junto a mí.
Amigo X: - Es que nunca tocamos una, nos gustaría saber qué se siente – y a continuación agarró mi otra teta.
Madre: - Bueno, bueno. Ya lo saben, ahora pueden ir soltando. Alexis defendé a tu madre – le rogué a mi hijo, pero éste solo se rió de mí y vino junto con Mauro a tocar mis voluptuosos senos.
Intentaba apartarme de ellos pero me tenían rodeada, Fabio se colocó atrás, muy pero muy pegado a mí.
Sentí su pene contra mi vagina, por suerte la tanga me protegía.

sexo

Moví la cadera hacia un lado para sacarlo de allí pero él volvió a apuntar al mismo lugar, no me quedó más remedio que apartar su pene usando mi mano.
Se lo agarré y lo sostuve con la mano izquierda a un lado de mi pierna.
Estaba muy duro.
Como si fuera poco, éste no era el único pene que me amenazaba, podía sentir al menos dos más contra mis piernas y muchos dedos toqueteando mis tetas.
Estos chicos parecían zombies sexuales.
Tenía que alejarme de ellos porque pronto perderían el interés por mis pechos y buscarían otra zona.

esposa
David sostuvo su pene con una mano y parado frente a mí comenzó a frotarlo contra mi vagina, podía sentir la calidez de su carne y mis fluidos sexuales manaban atravesando la delgada tela que me protegía.
Tuve que aferrarme con mi mano libre al miembro de David y así poder apartarlo, pero esto me dejó desprotegida, aún tenía firmemente agarrado el pene de Fabio con mi mano izquierda y ya no tenía forma de apartarlos de mí.

amigos

Manuel se atrevió a ir más lejos, se lanzó sobre mi teta izquierda y chupó el pezón.
Madre: - ¡No chicos, basta! – Me quejé – me van a hacer enojar, cálmense – pero ninguno parecía escuchar mis palabras.
Mi propio hijo imitó a su amigo y lamió mi pezón derecho.
Esto me produjo una extraña y morbosa sensación.
De todas formas luché contra mis instintos sexuales e intenté caminar hacia el sillón individual que ocupaba antes, quería recoger mi camisón, pero no podía moverme con facilidad, tenía a estos chicos fuertemente aferrados a mí, tenía que esforzarme mucho por dar un simple paso.
Ni siquiera podía soltar los penes por mucho tiempo porque enseguida intentaban apuntarlos hacia mí.

madre

Llegué hasta mi camisón pero no podía agacharme para recogerlo, los cuatro aprovechaban la oportunidad de tocar mi cuerpo, varias manos pasaron por mi zona púbica, aunque se notaban temerosas de ir más allá, los dedos apenas rozaban mi intimidad.
Aunque ninguno desaprovechó la oportunidad de lamer mis pechos.
No me había dado cuenta pero mis manos se movían instintivamente sobre las vergas que agarraba, hasta parecía que los estuviera masturbando, no quería que los chicos creyeran eso así que las solté inmediatamente.

incesto
Ya con las manos libres intentaba empujarlos lejos de mí, pero en cuanto conseguía apartar uno, otro tomaba su lugar.
Además Fabio se aferraba con firmeza a mi cintura, lo cual me impedía moverme.
Alexis tomó mi mano y la dirigió hasta su pene, me sorprendió mucho que hiciera esto, pero aparentemente él no me veía como madre en este momento, además era muy fácil dejarse llevar por la situación, era obvio que a mí también me costaba resistirme ya que agarré su miembro erecto. Sentirlo entre mis dedos fue muy estimulante, estaba pegajoso pero emanaba mucha sexualidad. Toqué su glande y eso pareció gustarle.

familia

La fuerte mano de Fabio me apretó la cola al mismo tiempo que David volvía a colocar su verga contra mi sexo.
Mi corazón latía tan fuerte que tenía miedo de que ellos pudieran oírlo.
Sentir el glande del muchachito rubio surcando entre mis labios exteriores me hizo perder la razón y me llevó a cometer una locura.
Sin poder resistirlo más subí mi pierna derecha a la mesa, quedando así más expuesta.
Los labios exteriores de mi vagina florecieron por los lados de mi tanga, que se apretó en el centro de mi sexo, escuché que alguno de los chicos soltaba una exclamación al ver esto.
Tomé el pene de David con mi mano y lo orienté hacia el medio de mi vagina.


padre

Su primera embestida fue potente, no me penetró solo porque la tanga aún llegaba a protegerme, pero aun así me produjo mucho placer.
Con mi otra mano estimulaba el pene de mi hijo que latía entre mis dedos.
El muchacho rubio volvió a embestirme y no pude evitar gemir.
Mi mano izquierda buscó a tientas otro pene, encontré el de Fabio y comencé a estimularlo mientras seguían presionando contra mi sexo.
Mi concha era un océano de flujos y si seguíamos así en cualquier momento David encontraría la forma de evitar chocar contra la tanga, pero en lugar de seguir con su tarea, se apartó para permitirle a Mauro hacer lo mismo, la timidez del chico había desaparecido por completo, acepté su largo pene y dejé que lo apoyara firmemente.

marido

Los dedos de Fabio hurgaban por detrás, entre mis nalgas y mis tetas seguían acaparando bastante atención, siempre había una mano o una boca en ellas.
Madre: - Está bien chicos, los voy a dejar jugar un ratito conmigo, porque me caen bien“y porque estoy muy caliente” pensé – pero solamente un poquito, cuando yo diga basta es basta.
Todos asintieron.
hijo

Se apartaron de mí sabiendo que esta vez yo colaboraría.
Me coloqué mirando de frente al sillón individual y apoyé mis manos sobre los apoyabrazos, así quedé dándole la espalda a los seis muchachos, inclinada hacia adelante con la cola levantada expuesta a un millón de toqueteos.

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(Continuará)

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