Hoy quiero relatarles un juego que hicimos el día de ayer mi esposo y yo; aunque ahora lo pienso y sé que fue muy arriesgado y peligroso, ha sido uno de los mejores juegos que hemos realizado.
Le dije a mi esposo que quería ser manoseada en público pero que él estuviera presente; además quería llamar la atención más que en otras ocasiones. Entonces decidí vestirme de colegiala; una blusa blanca sin sostén, un chaleco de color azul marino, una falda corta de color gris y cuadros azules, unas pantimedias satinadas y sin calzones, unas calcetas azules, igual que el chaleco y finalmente unos zapatos de tacón alto.
Salimos del departamento cerca de las 4 de la tarde y nos dirigimos hacia la estación del metro Taxqueña (México, DF). Tomamos después un trolebús (Bus Eléctrico) hacia eje central y nos bajamos a la altura de la torre latinoamericana. Durante el transcurso de ida no hubo mucha gente en el transporte urbano, pero aún así, había mucha gente tanto hombres como mujeres que volteaban a verme, eso me gustó mucho. De regreso comenzó la acción.
Hicimos un trato con José Luis, que nos subiríamos al trolebús juntos, pero nos comportaríamos como si fuéramos unos extraños; eso haría más interesante y más excitante nuestro juego. Así es que el regreso fue casi como a las 7 de la noche, aunque todavía no obscurecía, pero es cuando mucha gente sale del trabajo y teníamos que aprovechar la cantidad de gente que sube en ese transporte urbano.
Efectivamente, cuando subimos al trolebús ya venía lleno, así es que una vez que pago cada quién su pasaje nos dirigimos al final del camión, había un espacio en donde faltaban 4 asientos, entonces decidimos quedarnos ahí, él muy cerca de mi. Mientras caminábamos hacia el final del camión; como siempre sucede, hubo quien anteponía su mano o su cuerpo en mi camino y siempre había alguna mano que acariciaba por encima de mi falda ya sea mis nalgas o hasta mi vientre, y por supuesto que yo no decía nada, sino al contrario, más me acercaba a esas manos. De hecho ese era nuestra idea de juego erótico, pero algo paso que nos cambio totalmente nuestra idea y por supuesto, nuestros deseos.
Cuando llegamos al final del trolebús y que pensábamos que todo había llegado a su final, cerca del metro salto del agua subió tanta gente que tuvieron que hacer una parada como de 10 minutos. Subieron, dentro de tanta gente como 7 muchachos (todos jóvenes, quizás entre 20 y 30 años de edad) que aparentemente eran promotores de una compañía de teléfonos celulares. Al verme parada y recargada en el ventanal, se arremolinaron hacia mí, dejando de lado y fuera del círculo que hicieron a mi esposo. Algo se incendió dentro de mí que inconscientemente también permití que José Luis no interviniera en aquél círculo de excitación.
De inmediato y sin pensar mucho, comenzaron a hacer mucho relajo entre ellos, pero siempre procurando llamar mi atención. Hablaban y decían muchas cosas en broma; y por supuesto, siempre terminaba yo sonriendo levemente o hasta un poco fuerte de sus bromas. Eso sí, aprovechaban cualquier momento de enfrenado o aceleración del trolebús para acercarse demasiado a mi, si no era su cuerpo de forma completa, sí por lo menos sus manos; y todos la hacían muy bien, hubo incluso momentos en los que acercaban tanto sus manos hacia mí que, posaban su manos de forma abierta y completa sobre mis nalgas. Fue hasta ese momento algo realmente excitante y caliente para mí.
De pronto uno de ellos que estaba casi a mis espaldas puso su mano en una de mis nalgas y me la comenzó a apretar de forma muy tranquila. La acariciaba de arriba hacia abajo mientras todos seguían hablando y riendo y aunque entre ellos se daban cuenta de lo que estaba sucediendo con mis nalgas nadie hablaba al respecto, sino todo lo contrario, me imagino que no decían nada para que nadie del resto de los pasajeros se percatara de la situación.
Estaba yo súper excitada tanto que tuve un orgasmo en los momentos en que aquél extraño puso uno de sus dedos entre mis nalgas pero sobre la falda. De inmediato y sin decir nada más subió mi falda hasta mi cintura y nuevamente me comenzó a acariciar nuevamente las nalgas, pero ya sin falda, solo encima de las pantimedias.
Creo que no pasaron ni 5 minutos cuando ya no era una mano, ya eran muchas las que estaban sobre mis nalgas, sobre mis piernas y un dedo jugando sobre las pantimedias tratando de liberar mi clítoris, incluso por momentos sentía un poco de molestia por la costura de las pantimedias, pero era más la excitación que no pensaba en nada más.
Yo iba tan, pero tan caliente que sentía que me ponía roja no solo de vergüenza, sino también de excitación. Finalmente lograron romper las pantimedias por la parte de atrás hasta la cintura. Sentí morirme de caliente y me sentía la más prostituta del mundo en ese momento cuando sentí un dedo queriendo penetrarme. Hábilmente abrí un poco las piernas tratando de ayudar a que ese dedo entrara en mí sin dificultad; tuve un orgasmo más.
Metía sin dificultad no solo uno, sino creo que hasta dos dedos, pero creo que no fueron los únicos dedos que entraron. De momento perdí la cuenta de los orgasmos que tuve. De repente sentía algunos dedos muy largos y otros muy anchos. Pero el que sí sentí más rico fue el dedo que logró tocar mi clítoris y era precisamente el dedo del chico que venía frente a mí.
Hubo un momento en que por tanta excitación, tuve que cerrar los ojos y creo haberme perdido como dos o tres minutos, entonces cuando reaccioné un chico traía ya una bolsita rota de un condón. De repente todos se juntaron y se acomodaron de forma tal que uno de ellos quedó detrás de mí, abrazó mi cintura con uno de sus brazos y con la otra mano dirigió su pene hacia mí panocha, incluso yo ayudé moviendo mí cuerpo un poco hacia arriba, como parándome de puntitas para facilitarle el trabajo. De una sola estocada me penetró. Para ser sincera fue uno de los orgasmos más ricos que he tenido en mi vida.
Pensé por un momento en tantas cosas y en resumidas cuentas, era algo extraordinario lo que me estaba sucediendo; primero estaba siendo penetrada por un desconocido, en un lugar público y con mucha gente a mi alrededor que me estaba observando, fue un momento único. Y mientras estaba siendo penetrada y gimiendo levemente, el chico de enfrente no dejaba de jugarme el clítoris, lo mire fijamente a los ojos; no se que cara iba haciendo yo, solo imagínenme, una cara de puta seguramente. El chico que me jugaba el clítoris me dijo que me veía hermosa, no dijo nada más, solo se acercó a mi boca y me comenzó a besar como un desesperado, quería meterme la lengua hasta la garganta; claro que yo respondí afirmativamente a ese beso.
Sentí que el chico que me estaba cogiendo se separó de mí, pero a los 2 minutos ya estaba alguien más en su lugar. Nuevamente estaba siendo penetrada por otro chico, un poco más ancho de pene, pero el gusto era el mismo o quizás más. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo y rotaron todos juntos hacia un lado de forma coordinada.
Cuado estaba siendo cogida por el segundo chico, el primero que me había penetrado tomó mi mano, y al extendérsela me entregó el condón que había usado conmigo, estaba completamente lleno de semen. Lo tomé gustosa, lo apreté contra una de mis piernas hasta que se derramó todo el semen en mis pantimedias, solo lo que me quedó en uno de mis dedos me lo llevé a la boca.
Se me pasó el tiempo tan rápido que ya faltaban como 20 minutos para llegar al fin de nuestro recorrido.
El segundo que terminó también se separó de mí, y en seguido vino uno más. Estaba tan caliente que tuve ganas de ser penetrada por ambos hoyos, pero por supuesto no se podía.
Cuando sentí la tercera verga dentro de mí, la sentí distinta, más caliente, en pocas palabras más rica. En eso el chico que había acabado anteriormente también me entregó su condón usado, pero en esta ocasión me lo llevé completamente a la boca, me tragué todo el semen que llevaba adentro y el plástico lo mantuve mascando como si fuera un chicle. Al ver esa escena, todos los chicos comenzaron a aplaudir y a hacer mucha bulla, diciendo que era la chica más linda que habían conocido.
Ya para esas alturas era tan evidente nuestra orgía que a pesar de que el trolebús iba lleno, creo que mucha gente se logró dar cuenta de nuestra fiesta, o más bien de la fiesta que traían los muchachos conmigo. De tal forma que traté de disfrutar al máximo el tercer miembro que tenía dentro de mí, entonces comencé a moverme con mucha cadencia hasta que llegó el final, terminó dentro de mí. No llevaba condón, pero tampoco me preocupó demasiado. Se vació completamente en mí y las gotas que salieron al final creo que cayeron por la parte posterior de mis piernas, probablemente a la altura de mis chamorros.
Al darnos cuenta, ya estábamos a un semáforo de nuestro destino, todos comenzaron a aplaudirme y a festejarme, se despidieron amablemente de mi, me dieron sus teléfonos y se fueron. Estaba totalmente cansada. Lo único que hice fue decirle a mi esposo que mejor tomáramos un taxi de regreso a la casa. Bajamos del trolebús, subimos al taxi y 20 minutos después llegamos al departamento.
No tuve que decirle nada a mi esposo ya que él se había dado cuenta del espectáculo que di, de inmediato, nos fuimos a la recamara, me acosté boca arriba en la cama y él me comenzó a besar mi panocha, decía que olía a un semen exquisito, metió su lengua en mí y creo que hasta me encontró parte del líquido seminal, me besó las piernas en donde también se había derramado semen y me besó durante mucho tiempo, ya que el aroma que llevaba en la boca, era de un chico extraño que me había cogido unos minutos atrás en el trolebús. Hicimos el amor y me dijo que era la mejor hembra que había en el mundo y que también yo era una puta a quien muchos hombres les gustaría tener a su lado.
Después de lo que pasó, tuve que tomarme la píldora de emergencia por cualquier cosa.
Espero que lo que me pasó les haya gustado.
Le dije a mi esposo que quería ser manoseada en público pero que él estuviera presente; además quería llamar la atención más que en otras ocasiones. Entonces decidí vestirme de colegiala; una blusa blanca sin sostén, un chaleco de color azul marino, una falda corta de color gris y cuadros azules, unas pantimedias satinadas y sin calzones, unas calcetas azules, igual que el chaleco y finalmente unos zapatos de tacón alto.
Salimos del departamento cerca de las 4 de la tarde y nos dirigimos hacia la estación del metro Taxqueña (México, DF). Tomamos después un trolebús (Bus Eléctrico) hacia eje central y nos bajamos a la altura de la torre latinoamericana. Durante el transcurso de ida no hubo mucha gente en el transporte urbano, pero aún así, había mucha gente tanto hombres como mujeres que volteaban a verme, eso me gustó mucho. De regreso comenzó la acción.
Hicimos un trato con José Luis, que nos subiríamos al trolebús juntos, pero nos comportaríamos como si fuéramos unos extraños; eso haría más interesante y más excitante nuestro juego. Así es que el regreso fue casi como a las 7 de la noche, aunque todavía no obscurecía, pero es cuando mucha gente sale del trabajo y teníamos que aprovechar la cantidad de gente que sube en ese transporte urbano.
Efectivamente, cuando subimos al trolebús ya venía lleno, así es que una vez que pago cada quién su pasaje nos dirigimos al final del camión, había un espacio en donde faltaban 4 asientos, entonces decidimos quedarnos ahí, él muy cerca de mi. Mientras caminábamos hacia el final del camión; como siempre sucede, hubo quien anteponía su mano o su cuerpo en mi camino y siempre había alguna mano que acariciaba por encima de mi falda ya sea mis nalgas o hasta mi vientre, y por supuesto que yo no decía nada, sino al contrario, más me acercaba a esas manos. De hecho ese era nuestra idea de juego erótico, pero algo paso que nos cambio totalmente nuestra idea y por supuesto, nuestros deseos.
Cuando llegamos al final del trolebús y que pensábamos que todo había llegado a su final, cerca del metro salto del agua subió tanta gente que tuvieron que hacer una parada como de 10 minutos. Subieron, dentro de tanta gente como 7 muchachos (todos jóvenes, quizás entre 20 y 30 años de edad) que aparentemente eran promotores de una compañía de teléfonos celulares. Al verme parada y recargada en el ventanal, se arremolinaron hacia mí, dejando de lado y fuera del círculo que hicieron a mi esposo. Algo se incendió dentro de mí que inconscientemente también permití que José Luis no interviniera en aquél círculo de excitación.
De inmediato y sin pensar mucho, comenzaron a hacer mucho relajo entre ellos, pero siempre procurando llamar mi atención. Hablaban y decían muchas cosas en broma; y por supuesto, siempre terminaba yo sonriendo levemente o hasta un poco fuerte de sus bromas. Eso sí, aprovechaban cualquier momento de enfrenado o aceleración del trolebús para acercarse demasiado a mi, si no era su cuerpo de forma completa, sí por lo menos sus manos; y todos la hacían muy bien, hubo incluso momentos en los que acercaban tanto sus manos hacia mí que, posaban su manos de forma abierta y completa sobre mis nalgas. Fue hasta ese momento algo realmente excitante y caliente para mí.
De pronto uno de ellos que estaba casi a mis espaldas puso su mano en una de mis nalgas y me la comenzó a apretar de forma muy tranquila. La acariciaba de arriba hacia abajo mientras todos seguían hablando y riendo y aunque entre ellos se daban cuenta de lo que estaba sucediendo con mis nalgas nadie hablaba al respecto, sino todo lo contrario, me imagino que no decían nada para que nadie del resto de los pasajeros se percatara de la situación.
Estaba yo súper excitada tanto que tuve un orgasmo en los momentos en que aquél extraño puso uno de sus dedos entre mis nalgas pero sobre la falda. De inmediato y sin decir nada más subió mi falda hasta mi cintura y nuevamente me comenzó a acariciar nuevamente las nalgas, pero ya sin falda, solo encima de las pantimedias.
Creo que no pasaron ni 5 minutos cuando ya no era una mano, ya eran muchas las que estaban sobre mis nalgas, sobre mis piernas y un dedo jugando sobre las pantimedias tratando de liberar mi clítoris, incluso por momentos sentía un poco de molestia por la costura de las pantimedias, pero era más la excitación que no pensaba en nada más.
Yo iba tan, pero tan caliente que sentía que me ponía roja no solo de vergüenza, sino también de excitación. Finalmente lograron romper las pantimedias por la parte de atrás hasta la cintura. Sentí morirme de caliente y me sentía la más prostituta del mundo en ese momento cuando sentí un dedo queriendo penetrarme. Hábilmente abrí un poco las piernas tratando de ayudar a que ese dedo entrara en mí sin dificultad; tuve un orgasmo más.
Metía sin dificultad no solo uno, sino creo que hasta dos dedos, pero creo que no fueron los únicos dedos que entraron. De momento perdí la cuenta de los orgasmos que tuve. De repente sentía algunos dedos muy largos y otros muy anchos. Pero el que sí sentí más rico fue el dedo que logró tocar mi clítoris y era precisamente el dedo del chico que venía frente a mí.
Hubo un momento en que por tanta excitación, tuve que cerrar los ojos y creo haberme perdido como dos o tres minutos, entonces cuando reaccioné un chico traía ya una bolsita rota de un condón. De repente todos se juntaron y se acomodaron de forma tal que uno de ellos quedó detrás de mí, abrazó mi cintura con uno de sus brazos y con la otra mano dirigió su pene hacia mí panocha, incluso yo ayudé moviendo mí cuerpo un poco hacia arriba, como parándome de puntitas para facilitarle el trabajo. De una sola estocada me penetró. Para ser sincera fue uno de los orgasmos más ricos que he tenido en mi vida.
Pensé por un momento en tantas cosas y en resumidas cuentas, era algo extraordinario lo que me estaba sucediendo; primero estaba siendo penetrada por un desconocido, en un lugar público y con mucha gente a mi alrededor que me estaba observando, fue un momento único. Y mientras estaba siendo penetrada y gimiendo levemente, el chico de enfrente no dejaba de jugarme el clítoris, lo mire fijamente a los ojos; no se que cara iba haciendo yo, solo imagínenme, una cara de puta seguramente. El chico que me jugaba el clítoris me dijo que me veía hermosa, no dijo nada más, solo se acercó a mi boca y me comenzó a besar como un desesperado, quería meterme la lengua hasta la garganta; claro que yo respondí afirmativamente a ese beso.
Sentí que el chico que me estaba cogiendo se separó de mí, pero a los 2 minutos ya estaba alguien más en su lugar. Nuevamente estaba siendo penetrada por otro chico, un poco más ancho de pene, pero el gusto era el mismo o quizás más. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo y rotaron todos juntos hacia un lado de forma coordinada.
Cuado estaba siendo cogida por el segundo chico, el primero que me había penetrado tomó mi mano, y al extendérsela me entregó el condón que había usado conmigo, estaba completamente lleno de semen. Lo tomé gustosa, lo apreté contra una de mis piernas hasta que se derramó todo el semen en mis pantimedias, solo lo que me quedó en uno de mis dedos me lo llevé a la boca.
Se me pasó el tiempo tan rápido que ya faltaban como 20 minutos para llegar al fin de nuestro recorrido.
El segundo que terminó también se separó de mí, y en seguido vino uno más. Estaba tan caliente que tuve ganas de ser penetrada por ambos hoyos, pero por supuesto no se podía.
Cuando sentí la tercera verga dentro de mí, la sentí distinta, más caliente, en pocas palabras más rica. En eso el chico que había acabado anteriormente también me entregó su condón usado, pero en esta ocasión me lo llevé completamente a la boca, me tragué todo el semen que llevaba adentro y el plástico lo mantuve mascando como si fuera un chicle. Al ver esa escena, todos los chicos comenzaron a aplaudir y a hacer mucha bulla, diciendo que era la chica más linda que habían conocido.
Ya para esas alturas era tan evidente nuestra orgía que a pesar de que el trolebús iba lleno, creo que mucha gente se logró dar cuenta de nuestra fiesta, o más bien de la fiesta que traían los muchachos conmigo. De tal forma que traté de disfrutar al máximo el tercer miembro que tenía dentro de mí, entonces comencé a moverme con mucha cadencia hasta que llegó el final, terminó dentro de mí. No llevaba condón, pero tampoco me preocupó demasiado. Se vació completamente en mí y las gotas que salieron al final creo que cayeron por la parte posterior de mis piernas, probablemente a la altura de mis chamorros.
Al darnos cuenta, ya estábamos a un semáforo de nuestro destino, todos comenzaron a aplaudirme y a festejarme, se despidieron amablemente de mi, me dieron sus teléfonos y se fueron. Estaba totalmente cansada. Lo único que hice fue decirle a mi esposo que mejor tomáramos un taxi de regreso a la casa. Bajamos del trolebús, subimos al taxi y 20 minutos después llegamos al departamento.
No tuve que decirle nada a mi esposo ya que él se había dado cuenta del espectáculo que di, de inmediato, nos fuimos a la recamara, me acosté boca arriba en la cama y él me comenzó a besar mi panocha, decía que olía a un semen exquisito, metió su lengua en mí y creo que hasta me encontró parte del líquido seminal, me besó las piernas en donde también se había derramado semen y me besó durante mucho tiempo, ya que el aroma que llevaba en la boca, era de un chico extraño que me había cogido unos minutos atrás en el trolebús. Hicimos el amor y me dijo que era la mejor hembra que había en el mundo y que también yo era una puta a quien muchos hombres les gustaría tener a su lado.
Después de lo que pasó, tuve que tomarme la píldora de emergencia por cualquier cosa.
Espero que lo que me pasó les haya gustado.
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