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Compendio III
- ¿Ultra-papá? – le pregunté de nuevo, riéndome entre avergonzado y orgulloso.
Cheryl solo me sonrió, mientras mantenía su paso asegurado.
· ¿Sigues con eso? ¡Vamos, Marco! ¡Es solo un apodo! - pero luego, ella me miró con mayor sensualidad. – Aunque debes que admitir que tu apodo te sienta bien… en especial, con las cosas que has hecho conmigo.
Tras una breve caminata, logramos llegar a su oficina, la misma oficina donde nos conocimos por primera vez. Al cerrar la puerta, lo primero que hizo Cheryl fue colgarse a mis hombros y besarme.
Sentir su enorme busto sobre mi pecho me puso de ánimos enseguida. Como reflejo condicionado, agarré su soberbio trasero,haciendo que suspirase enternecida.
Mientras nos seguíamos besando, mostrándose cariñosa, sus delicadas manos se fueron a mis pantalones, agarrando con una alegre y picara sonrisa lo que me molestaba por querer salir.
- ¿Nadie nos interrumpirá? – pregunté, soltando un jadeo silencioso, confundible entre un suspiro y un susurro.
· ¡No!¡Por eso quería traerte cuanto antes! – respondió ansiosa, disfrutando de apretarme el enorme rollo de sushi que se come los sábados. – Casi nadie hace horas extras…
Y diciendo eso, ella se agachó para darme una mamada.
Me costaba creer que hace casi 3 meses atrás, esta hermosa, voluptuosa y sexy mujer fuera una tímida profesora que se dejaba intimidar por cualquiera. Ahora, en cambio, es una mujer hambrienta de sexo, a quien no le causa remordimiento alguno acostarse con el padre de uno de sus alumnos y un hombre casado.
· ¿Viste cómo se puso la mamá de Lily cuando te fui a buscar? – preguntó melosa luego de sacársela de la boca, para sacudirme con su pequeña mano a un ritmo impresionante. – Apuesto a que quería comértela también…
Y mientras se la tragaba hasta la entrada de su garganta, estuve a punto de decirle que todavía no lo ha hecho.
Le soltó un pequeño soplido cálido cuando la sacó de su golosa boca, parecido a los que me da Emma.
· La mamá de Sophie también quiere probarla. ¿No lo notas? – consultó ella,lamiéndome por los costados de mi vara, mientras acunaba mis testículos entre sus tibias manos. – Apuesto que quiere que la llenes, como lo haces conmigo.
A medida que ella chupaba mi inflamada cabeza, pensaba que probablemente estaba en lo cierto… sin olvidarme de Calliope, tampoco.
· Pero a la que más le gustas es a la mamá de Karen. Lo puedo ver por su sonrisa. –comentó, sujetando mi falo hacia arriba, dando lamidas rápidas en la base, como si ella fuera una perrita.
Y aunque no negaba que aquello era cierto, puesto que Emma se suelta más y más en su placer, no pude evitar preguntarle.
- Cheryl,¿Por qué me dices eso? – pregunté, confuso.
· Porque quiero ponerte caliente. – respondió, luego de plantarme un suculento beso en los labios.
- Cheryl, tú ya me calientas. – le dije, agarrando sus enormes ubres y estrujándoselas.Eran tan blandas y grandes, que casi parecían almohadones.
Cheryl soltó un suspiro cuando lo hice.
· ¡Pero estoy gorda! - protestó ella, a medida que desnudaba esos masivos pechos.
- ¡No lo estás! ¡Eres sexy! - le expliqué, antes de devorar esas níveas mamas.
Y mientras las mordía y chupeteaba como un enorme bebé, arrebatándole suspiros, le devolví en parte el favor, inmiscuyendo mi inquieta mano bajo su mojado calzón. Mis manos estrujaban su humedecida vagina y rozaban su distendido clítoris, haciendo que Cheryl se estirase de placer.
No pasó mucho antes que empezara a exclamar.
· ¡Ah,Marco! ¡Fóllame! ¡Fóllame! ¡La necesito en mí! ¡Ahh!
(Ah, Marco! Fuck me! Fuck me! I need it in me!)
Su tono de voz desesperada no daba lugar a intercambios.
Arriba de su escritorio, donde vi esos enormes melones a punto de apoyarse, tendí a Cheryl, que me miraba expectante. Sus pechos, masivos, se mecían de lado a lado.
· ¡Vamos,Marco! ¡Métela! – demandó ansiosa.
Y sin pensarlo demasiado, seguí su orden.
Sus ojos se cerraron y su boca se abrió en una placentera “O”, a medida que la iba penetrando. Su interior se apreciaba húmedo y apretado y sus pezones, tibios, hinchados y exquisitos.
Yo no podía entender cómo esta inocente mujer 13 años menor que yo estuviese tendida en su propio escritorio, disfrutando cómo yo, un mero mortal de un país del tercer mundo, le estuviese dando placer como si fuese una sensual puta.
Y, sin embargo, proclamaba su gozo sin siquiera limitarse.
· ¡Sí,Marco! ¡Sí, Marco! ¡Oh, Dios! ¡Es gigante! ¡Ahhh! ¡Aaaugh! ¡Me estás llenando!¡Me estás llenando! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Mantente así! ¡Mantente así! ¡Aggh! ¡Dios!¡Me estoy corriendo! ¡Me estoy corriendo! ¡Sigue así! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Dios!¡Estás tan profundo! ¡Me llenas tan bien! ¡Agghh! ¡Dame más! ¡Así! ¡Así! ¡Sí!¡Ahhh! ¡Sigues tan duro! ¡Tan duro! ¡Dame más fuerte! ¡Lo necesito! ¡Hazme venir otra vez! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Agghh! ¡Agghhh! ¡Ahhhh!
Me vine en ella, desbordándola de leche.Permanecimos pegados un rato, con mis manos apegadas a sus sudorosos pechos.
· ¡Dios, Marco! ¡Ahora podremos hacer esto todos los días! – exclamó ella, acomodándose los cabellos, riendo divertida.
- ¿Qué?¿Por qué? -pregunté, aun sujetándole los pechos, mientras que sus piernas me envolvían más lacias.
· Porque Maya practica toda la semana. Ya te he dicho que nuestra escuela entrena a seleccionados nacionales… y como Bastián es tan comprometido como tú, podremos coger todos los días.
No pude evitar endurecerme. Una vez más, y al igual que lo había conseguido Hannah cuando trabajábamos en la faena, una mujer se las había arreglado para que hiciéramos el amor en su lugar de trabajo.
Luego de sacársela, no dudó en arrodillarse y limpiármela de todos nuestros jugos. Y mientras nos vestíamos y arreglábamos, Cheryl me fue hablando de Maya.
- Espera un poco, ¿Me estás diciendo que Maya está casada… pero todavía es virgen? – le pregunté incrédulo mientras arreglaba mi camisa, quien, luciendo traviesa, me respondió con una sonrisa sensual.
· ¡Si te soy sincera, yo tampoco lo entiendo! – confesó Cheryl, arreglando su jersey entallado. – Me dijo que es algo de su cultura. Que sus padres concertaron su matrimonio, pero nunca lo consumaron.
- Pero entonces, ¿No están viviendo juntos? – consulté la única cosa que me hacía sentido, mientras me colocaba mis muñequeras.
Cheryl me miró asombrada…
· No. Ella dice que Krishna, su esposo, está trabajando en las Filipinas, haciendo proyectos de investigación.
- ¿Y mantienen una relación a distancia? – pregunté sorprendido, dado que nunca he creído que esas cosas funcionen.
· Sí, pero…- respondió titubeante.
Y por unos breves segundos, volví a ver a la inocente profesora de mi hijo que conocí esa tarde de verano, consciente que estaba revelando más allá de lo que le corresponde.
Aun así, al ver que yo no la estaba forzando y la miraba de forma comprensiva, se armó de valor para proseguir.
· Pero está teniendo dudas sobre el sexo. – confesó, pendiente de mi reacción.
- Por lo que me cuentas, no la culpo. – le dije, abrochándome el cinturón del pantalón.
Más contenta y en confianza, se fue poniendo el calzón.
· Es que me está preguntando cómo fueron mis noviazgos anteriores… cómo fue el sexo entre nosotros… qué hicimos… y estaba pensando que…- dijo, ajustando su falda,pero dándome la espalda para que no la viera.
- ¿Sí?
Se volteó y me miró a los ojos con una sonrisilla extraña.
· Estaba pensando si… acaso la podría invitar a nuestras sesiones para preparar sushi.
La noticia me tomó de sorpresa y antes que pudiese reaccionar, se abalanzó sobre mí, robándome un beso, dejándome palpar nuevamente sus enormes y tibios pechos una vez más.
Sonrió, mirándome coqueta, segura y por supuesto, más sensual…
· Es que tu sushi es tan grande… duro… y delicioso… que estoy segura de que lo puedes compartir con más personas…- comentó melosa, acariciando mis mejillas con ternura, mientras que su izquierda acariciaba la protuberancia que se marcaba entre mis piernas. - Y estoy segura de que al igual que a mí, le volverás loca por tu salsa de soya…
Y aunque me dejaba querer, todavía no entiendo esa parte de las mujeres, a pesar de que estoy casado con una que padece la misma aflicción.
- ¿Y a ti, no te molesta verme con otra? – pregunté, meneándome en busca del majestuoso cariño de sus manos…
Cheryl sonrió.
· Es que si te soy sincera…- confesó lasciva en un susurro en mi oído. - Siempre he tenido curiosidad de estar con otra mujer en la cama… y ya has visto cómo es Maya… ¿La puedes imaginar desnuda?
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En casa, la situación no puede estar mejor. Tanto Marisol y yo quedamos sexualmente satisfechos por las noches, porque gran parte de la calentura se ha ido con las chicas y efectivamente, tanto ella como yo quedamos bastante exhaustos.
Pero particularmente, no sé si producto del embarazo (que apenas se le hace evidente, aunque ya le ha hinchado los pechos), Marisol sí tiene el antojo con que tengamos un trío con alguna de ellas.
Y si bien, al principio, el primer lugar de sus preferencias era Emma. Pero luego de lo que me dijo Cheryl, cambió de parecer.
+ Es que, mi amor, dime si la pelirroja no sería perfecta…- me confesó, reposando desnuda a mi lado sobre la cama. – Es soltera, vive sola… y podría quedarse a dormir en el dormitorio que está desocupado, así como cuando Lizzie vivía con nosotros.
Acaricié sus lindos cabellos, perdiéndome en sus lujuriosos ojos verdes.
- Sí, ruiseñor. Pero las niñas están más grandes… y sabes que ese cuarto lo tengo pensado para cuando Bastián venga de visita.
Y me miró con uno de sus sensuales pucheros…
+ Pero mi amor, Bastiáncito podría quedarse en el dormitorio con las niñas. ¿A qué niño no le gustaría dormir en un camarote? – protestó suplicante.
Le robé un beso y agarré uno de sus suaves pechos.
· ¿Y mientras tanto, organizamos una orgía con la profesora de mi hijo? – le comenté burlón. - ¡Déjame pensarlo, ruiseñor! No quiero que nuestros hijos se den cuenta de lo que hacemos.
Mi esposa me miró comprensiva.
+ ¡Está bien! – respondió resignada, aunque apoyándome. – ¡Pero por favor, apúrate!Tengo miedo de que me ocurra lo mismo que cuando me embaracé de nuestra Alicia mágica (su pérdida del apetito sexual) y de verdad, que hace tiempo tengo ganas de estar con otra mujer también.
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Y aunque nos fuimos sobando nuestras intimidades, tuvimos que parar. El tiempo, una vez más, nos jugaba en nuestra contra y debíamos ir a recibir a mi cachorro.
Cuando volvimos al gimnasio cubierto, el eco de nuestros pasos rebotaba en las paredes, entremezclado con el discreto y ocasional chapoteo de las aguas. La risa de los futuros atletas se había desvanecido, que probablemente se estaban cambiando de ropa en los camerinos.
Pero solamente antes de cruzar la puerta doble, Cheryl y yo soltamos nuestras manos, para volver a ser el padre comprometido y la docente amorosa que conoce mi hijo y no los amantes furtivos que realmente somos.
Mi cachorro, impaciente y excitado, se adelanto a nosotros, mientras que Maya nos esperaba al borde de la piscina, con una expresión seria y concentrada.
Manteniéndose erguida y serena, en una postura recta e inquebrantable, mirando a lo largo de la piscina como si nos esperase con impaciencia con brazos cruzados, no pude evitar fijarme en el volumen de sus pechos. Aunque trataba de mantenerse firme, noté una pizca de nerviosismo en su comportamiento al momento de ocasionalmente verme.
Pero, por otro lado, y con suspiros profundos y más discretos, que aparte de destacar aún más su capacidad torácica, había un leve movimiento de sus dedos y un tinte de aprensión en su mirada, al tener alguien joven como mi cachorro bajo su cuidado. Sin embargo, también vi determinación en sus ojos, producto del compromiso profesional con su oficio.
Aunque a algunos pasos de distancia, la expresión de Maya cambia sutilmente, dado que no hay forma que me pueda esquivar. Si bien se mantiene firme y severa, con labios firmemente apretados en una línea, se dirige a Cheryl como si se aferrara al último vástago de su profesionalidad.
Ø ¡Está bien, Cheryl! ¡Aceptaré al niño en mi programa! – comentó en una postura inflexible. – Pero espero que comprendan las condiciones del régimen de entrenamiento. Espero compromiso y dedicación de ambos, asegurándome puntualidad y asistencia.
- ¡Por supuesto, señorita Maya! Me aseguraré de que mi hijo esté siempre listo y preparado para cada sesión.
· Y tú sabes que siempre estaré aquí por ti en todo momento, Maya. Por honor a nuestra amistad. – Agregó Cheryl en un tono ansioso y entusiasta.
Al oír sus palabras, los preciosos labios de Maya esbozaron una leve sonrisa, y sus ojos dejaron pasar una ligera brizna de agradecimiento.
Ø ¡Me parece bien! – comentó seria, para arrodillarse al nivel de mi cachorro y mostrarse mucho más dulce y juguetona con él. – Entonces, mi entrenamiento consistirá en…
Y a medida que empezó a explicarle los detalles a Bastián, no pude resistirme a echarle un vistazo. A pesar de su actitud estricta, noté cierta suavidad en sus rasgos, de alguien con quien me podía imaginar congeniando.
Sin embargo, al verla de rodillas, no pude dejar de fantasear dándome una mamada, con sus ojos expresivos buscando darme mayor placer. De hecho, pensé en lo delicioso que sería explorar su virginal cuerpo de casada, instruyéndola en los menesteres más placenteros para agradara su esposo.
No obstante, no me pasó desapercibida la mirada de Cheryl perdida en el redondo trasero de su amiga y las posibilidades que ahora se cernían en nuestras futuras lecciones de sushi…
Ø ¡Muy bien! ¡Entonces, espero verlos todos los días! – exclamó Maya, luego de aclarar las dudas de mi hijo.
Pero saliendo de mi ensimismamiento, le tuve que responder…
- Sí…aunque el único problema es que los viernes, la madrastra de Bastián, Elena, vendrá a buscarle, porque tiene entrenamiento de Taekwondo y yo debo reportarme a la oficina.
Ø ¡Oh! ¡Entonces, usted es casado! –respondió Maya, perdiendo parte del brillo en su mirada.
§ ¡Sí, pero no con la tía Elena! –corrigió Bastián, entendiendo su confusión. – La tía Elena es la esposa de mi mamá.
Ø ¡Oh, ya veo! – comentó mucho más animada, aunque no reparando ni en mi anillo de matrimonio ni en el hecho que mi hijo no negó que yo estuviera casado. - Pues entonces, a usted lo estaré esperando de lunes a jueves.
Y mientras Cheryl, mi cachorro y yo abandonábamos el gimnasio, no pude evitar volver a ver Maya, que me sonría con mayor calidez. Ciertamente, las habilidades de natación de Bastián mejorarán bajo su cuidado.
Sin embargo, las posibilidades junto con ella, Cheryl y yo en un dormitorio parecen bastante prometedoras…
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1 comentarios - PDB 29 Horas extra (final)
Excelentes tus relatos