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Compendio III
A medida que el sol empieza su descenso, una frescura vigorizante permea el aire, señalando el arribo del otoño, trayendo un refrescante cambio a la movida atmósfera fuera de la escuela de mi hijo. A diferencia de las caóticas mañanas, las tardes se caracterizan por tener un tipo de energía diferente. Con los niños preparándose para salir dentro del edificio, los murmullos afuera de éste adquieren una predominante connotación femenina.
La mayoría de las mujeres se enfrascan en animadas y ruidosas conversaciones a medida que esperan la llegada de sus hijos. El puñado de hombres, por su parte, se agrupan entre ellos mismos para conversar, otorgando a las damas amplias oportunidades apreciativas a los varones que llegan, aunque la mayoría de ellas convergen extrañamente en mí. Sin embargo, ante esta gran variedad, tres figuras no pierden atención de mis movimientos: Aisha, Emma e Isabella, de las cuales, no sé cómo habrán sido antes de conocerme, pero ahora, se les notaban mucho más ansiosas, juguetonas y coquetas.
Pero para mí, la escena en sí tiene un encanto distinto. Si por algún motivo, no estoy conversando con alguna o con las 3, aprovecho de disfrutar la tranquilidad del entorno.
El calor suave del sol sobre mi piel me causa una gran satisfacción, al contrastarlo con mis recuerdos de días pasados en oficinas mal ventiladas o en espacios subterráneos poco iluminados, como en los días que trabajaba en la faena de Broken Hill. He podido regocijarme con la sinfonía de ruidos que la naturaleza me brinda: el melódico canto de las aves, las cuales son ligeramente distintos a los de mi país y que, como pasatiempo adicional amateur, me he encontrado más y más buscando con la mirada la copa de los árboles, para encontrar la fuente de tales hermosos cantos. Por otro lado, el relajante susurro de las hojas que bailan con el viento bajo los árboles pareciera querer arrullarme en la más tranquila de las siestas.
Pero son estos sublimes momentos de serenidad los que me han hecho reflexionar sobre las bendiciones que Sonia me concedió con el cuidado de mi hijo: la oportunidad de forjar una conexión mucho más profunda y valedera con Bastián, lo cual de por sí, es un privilegio que nunca me he tomado a la ligera, aunque cada día lo he ido valorando más y más, del simple gesto de buena voluntad que, al principio, parecía ser.
Como fuese, la dinámica con las chicas ha vuelto a cambiar. Para empezar, noto a Aisha mucho más ansiosa e inquieta cuando conversamos, puesto que si bien, su esposo ha regresado de su larga travesía marítima, nuestros encuentros le dieron algo que originalmente no tenía, por lo que, durante las 2 últimas semanas ha intentado acaparar más mi atención, aunque lamentablemente, no hemos pensado en alguna excusa convincente para poder escabullirnos a otro lado...
Con Emma, por otra parte, nos miramos con mayor complicidad. Si bien, ya lo estamos haciendo sin preservativos (algo que también debo detallar más adelante), poco a poco se está acostumbrando a la idea que efectivamente, estamos haciendo el amor y lo que es mejor, que cada día, independiente si me toca estar con las otras chicas o no, siento que me busca más y más.
Y con Isabella (el detalle que sí o sí debo narrar por excelencia), nuestra relación también está cambiando. Ya vamos por nuestra 3era lección para conducir y se ha vuelto bastante buena tanto manejando y estacionando, como también con el manejo de “palancas de carne” con sus manos y estoy a punto de convencerla que ahora lo haga, usando su coqueta y menuda boca.
Pero lo que quiero comentar empezó esta semana con Cheryl. Luego de mi ausencia tras 2 semanas seguidas para ir a su casa aprobar su sushi (la primera, porque mi esposa y yo encontramos nuestro hogar definitivo y la segunda, porque nos mudamos a él), algo en ella cambió.
De nada sirvió que le mandara un mensaje de texto, mostrándole cómo nos estábamos mudando. Aunque nos encontramos el sábado siguiente (algo que también debo ponerme al día en su redacción), al parecer, no fue suficiente, motivo por el que este lunes, apareció junto con los niños.
§ ¡Papá! ¡Te tengo unas excelentes noticias! – Me avisó mi hijo, luego de soltar la mano de su profesora para venir a abrazarme. – Pero Miss Cheryl me dijo que era una sorpresa y que no te lo dijera.
En efecto, el rostro de la hermosa pelirroja se iluminó con genuina alegría al conmoverse con nuestro afectuoso reencuentro con mi hijo. Esa tarde, vestía una falda de línea levemente por encima de la rodilla color verde oliva, junto con un jersey de punto entallado, cuyo amplio y llamativo volumen era disimulado por un estampado a rayas, junto con unos botines cómodos y elegantes de tacón bajo. Por otra parte, al verla sonreír con calidez en sus labios y sus ojos brillantes de felicidad, noté que sus labios estaban pintados en un llamativo carmesí color cereza, sus mejillas levemente coloradas con maquillaje y un delicado colgante y pendientes pequeños, demostrando junto con sus hombros relajados y postura suave que ya no le incomodaba llamar mi atención.
· ¡Hola,Marco! ¿Cómo estás? - preguntó hermosa, acomodando sus cabellos con un rostro cargado de ternura, mientras apoyaba con una cariñosa palmada la espalda de mi hijo. - ¿Estás ocupado hoy? ¿Tienes tiempo para acompañarme?
- ¡Por supuesto que tengo tiempo para ti, Cheryl! ¿Qué necesitas? – le respondí con gran entusiasmo, al ver que ella lo deseaba.
v ¡Espera un poco! ¿Por qué te lo llevas?– exclamó Isabella mientras ella abrazaba a Lily, al ver que alguien más se llevaba su “juguete favorito”.
Y aunque siempre nos pareció que Isabella la intimidaba, sorpresivamente Cheryl se armó de valor para responderle.
· Le pido disculpas, señora, pero ha sido porque conseguí una oportunidad para su hijo porque le gusta nadar. – respondió la pelirroja, sin siquiera titubear.
Y a pesar de que dejó a Izzie sin palabras y tanto a Emma como Aisha boquiabiertas en sorpresa, se dio la vuelta (mostrando su llamativo trasero) y nos obligó a Bastián y a mí seguir sus pasos hacia el interior de la escuela.
Mi hijo y yo sentimos un pesar en el corazón al ver que la piscina olímpica que tan solo unas semanas atrás nos hizo tan cercanos, ahora estaba cubierta por un tenso toldo blanco que impedía la acumulación de las hojas al igual que su uso, haciendo que nuestro caminar fuese más silencioso. Sin embargo, pude darme cuenta en la discreta sonrisa de Cheryl que algo grato nos esperaba más adelante, por lo que no perdí del todo la esperanza.
Nos llevó a un galpón que mi hijo, durante su tour en el verano, no me mostró. Afuera, una mampara con puertas de vidrio auguraba la importancia del edificio. El discreto retumbe de nuestros pasos sobre las blancas baldosas de cerámica, el frío de los blancos muebles y el silencio reinante daba a entender que dicho edificio, que si bien, debía ser muy transitado, tenía propósitos secretos. Pero la atmósfera cambió dramáticamente al doblar un pasillo: al fondo, tras 2 enormes puertas dobles completamente abiertas, se distinguía un cálido resplandor de madera, junto con el ruido inconfundible del chapoteo de agua y las voces de niños riendo.
- ¡Bastián, no me dijiste que tu escuela contaba con una piscina olímpica techada! –reproché a mi hijo en sorpresa.
§ ¡Disculpa, papá! ¡Yo tampoco lo sabía! – respondió mi cachorro.
El gimnasio cubierto de la piscina en la escuela de mi hijo es bastante amplio y vibrante, diseñado para albergar competencias de natación y sesiones de entrenamiento, como las que se llevaban a cabo en esos momentos. La atmósfera nos recibió con el tenue, pero inconfundible olor a cloro, que hacía que mis músculos se contrajeran en entusiasmo.
Algunas olas chapoteaban con las vibraciones de entusiasmados y jóvenes nadadores, que parecían disfrutar del agua sin ton ni son. Las pistas estaban divididas por balizas flotantes blancas, que contrastaban con el celestino resplandor de la piscina, ofreciendo un amplio espacio para que los deportistas practiquen sus brazadas y mejoren su técnica. A lo largo de los laterales, las hileras de gradas ofrecen a los espectadores un punto de observación perfecto para alentar a los nadadores.
Como era de esperarse, las paredes estaban adornadas con carteles y pancartas motivadoras, reflejando el espíritu reinante de la escuela que, por el momento, no he tenido la oportunidad de presenciar y que imagino que despierta para magnánimas competiciones. La iluminación brillante y suave, otorga un resplandor cálido, vivo y familiar, proyectando una atmósfera acogedora.
En una de las esquinas, la zona reservada para jueces y oficiales que certifican las competencias sobre asientos elevados y un sistema de enormes megáfonos en cada uno de los soportes de la estructura supongo que anuncian los resultados de las competencias, o bien, música tranquila para los momentos intermedios entre competición y competición.
Todo ese ambiente nos envolvía a mi hijo y a mí en un estado constante de asombro. Y por alguna razón, algo que nacía desde mis entrañas, me auguraba que dicho lugar nos traería grandes alegrías en el futuro…
Ø ¡Cheryl, sabes bien que, a partir de este punto, no se permite el acceso para padres! – exclamó una femenina voz en un claro acento hindú en un tono desafiante y nervioso.
· ¡Lo siento, Maya! Pero él es el padre del niño que te hablé. – y volviéndose a nosotros, Cheryl nos presentó. – Marco, Bastián, ella es Maya, la entrenadora de nuestro equipo de natación escolar.
Además de su tono de piel bronceado, lo que más llamaba la atención de ella era su altura. Para sus 24-25 años, estimaba que medía alrededor de 1.74 m. Su color de pelo es castaño claro, estimando que le llevaba más debajo de los hombros, aunque se los recogía con una coleta espigada. Sus labios son esponjosos, redondos y bien definidos. Su barbilla es ligeramente prominente, con forma de medialuna. Su nariz es pequeña, bonita y puntiaguda, con ojos marrones brillantes y muy expresivos. Sus cejas finas y estilizadas muestran su cuidado, al igual que sus pestañas rizadas. Sus pequeñas orejas eran adornadas por varios tipos de pendientes. Sus manos se apreciaban delicadas, con uñas ligeramente largas pintadas en un rouge brillante, denostando su feminidad, pero a la vez, permitiéndole moverse y trabajar cómodamente. Las uñas de sus pies también se apreciaban pintadas por colorete, aunque se notaban bien recortadas. Sus muslos son redondos y musculosos, junto con una cintura fina, mientras que sus generosos pechos tienen forma de lágrima.
Ø Cheryl, ¿Qué me estás haciendo? ¿Me quieres volver loca? – preguntó la nerviosa mujer cuyos atributos físicos estaban escondidos bajo un traje de baño femenino de nadadora profesional de una sola pieza, cubriendo desde sus muslos hasta el cuello, amparándose con una chaqueta que cubría su torso, pero que no disimulaban el voluminoso movimiento de su pecho. - ¡Sabes bien que el programa es para niños de cuarto año!
Pero para mi hijo, solo había un pensamiento en su mente…
§ ¡Mira, papá! ¡Te prometo que ya casi cruzo solo la piscina como lo hiciste tú! ¡Prometo hacerte orgulloso!
Me arrodillé enternecido y extrañado por mi hijo…
- Cachorro, ya estoy orgulloso de ti. – le tomé de los hombros y le miré a los ojos. – A tu edad, yo no sabía nadar y era malo para los deportes. En cambio, tú ahora también sabes Taekwondo. Yo tuve que reforzar el único músculo que podía forzar, mi mente, para poder salir adelante y es ahora cuando he podido entrenar mi cuerpo. Hijo querido, tú has visto a tus hermanas. Ellas son capaces de hacer cosas que yo no puedo. Pamela dibuja precioso y Verónica puede bailar con gran dedicación. Pero no lo hacen para agradarme. Lo hacen porque eso las hace feliz y si tú quieres hacer esto porque nace de ti, adelante,estaré a tu lado y te apoyaré. Pero si lo haces porque crees que te querré aun más de lo que ya te quiero, te pediré que no lo hagas, porque no es necesario.
Los ojos de mi hijo brillaban con mis palabras…
§ ¡Papá, yo solo quiero ser fuerte como tú! – me respondió mi retoño. – Sé que, para ti, mi esfuerzo no es mucho. Pero quiero ser como tú y no rendirme, aunque me sienta muy cansado.
Le sonreí de vuelta a mi hijo…
- Pues,pequeño… cuando yo empecé a nadar, me tomó casi medio año poder cruzar la piscina de una sola braceada. Y, sin embargo, tú en menos de 2 meses, ya lo estás logrando…
§ ¿De verdad, papá? – preguntó mi hijo muy entusiasmado.
Ø ¡Espera! ¡Espera! ¡Espera un poco! Cheryl, ¿Me estás diciendo que este niño es el hijo del “Ultra- papá”? –interrumpió la voz melodiosa de Maya.
(Wait! Wait! Wait a minute!Cheryl, you’re saying that this child is the son of “Ultra dad”?)
Créanme que escucharlo en inglés resultó incluso más incómodo…
- ¿”Ultra- papá”? - pregunté a Cheryl, mirándola a los ojos.
Cheryl no paraba de sonreír…
· Marco, te prometo que yo no tuve nada que ver. – exclamó ella, tratando de contenerme.– Empecé a escuchar el rumor de las otras madres, porque no podían contactarte…
Ø Pero están exagerando, ¿Cierto, Cheryl? Nadie, sin entrenamiento puede hacer 10 carreras sin descansar…-preguntó Maya con desesperación.
§ ¡No! ¡Papá dio 20 carreras! ¡Las conté yo, porque papá me dijo que quería nadar un kilómetro! – me respaldó mi hijo.
Y fue en esos momentos en que vi cómo la mirada de Maya cobraba el mismo resplandor de Aisha la vez que le hablé desde el podio…
Esa misma conexión, casi animal, de una hembra que busca aparearse…
Ø Debes ser… muy resistente. – exclamó con un hilo de voz.
Sin embargo, y a al notarlo, Cheryl me tomó del brazo, ubicándolo entre sus pechos, como si defendiera su propiedad.
- Por eso quería pedirte el favor, Maya. -explicó Cheryl, más resuelta y sin soltarme. – Sé que Bastián es muy joven para tu programa, pero él es muy dedicado, como lo es su padre.
Ø Puedo entenderte. – le respondió Maya, con su mirada perdida en mis ojos. – La natación requiere una gran disciplina mental y compromiso del espíritu… y eso me gusta mucho en los hombres.
Cheryl apretó mi brazo más fuerte entre sus pechos. También se dio cuenta que el discurso de Maya era bastante parecido al que ella misma me dio cuando nos conocimos.
§ Entonces, papá, ¿Me verás practicar?– preguntó mi hijo, con mayor entusiasmo.
· Lo siento, Bastián, pero Maya tiene razón. – respondió Cheryl en mi lugar.
Ø ¿Tengo razón? – repitió en tono de pregunta la mujer hipnotizada por mis ojos.
· ¡Sí!Los padres y apoderados no pueden estar en este gimnasio, a menos que haya una competencia deportiva…- Y fue ahí que Cheryl me reveló su plan…- Pero no te preocupes, Bastián. Mantendré a tu papá entretenido, acompañado y satisfecho en mi oficina, porque me estará ayudando en algunas cosas que necesito y después, podrá llevarte a tu casa, ¿Te parece bien?
Mi hijo aceptó entusiasmado, mientras que yo estaba mesmerizado por la mirada de esa sexy pelirroja, porque al igual que yo, estaba ansiosa por cumplirme la fantasía que tuve con ella desde el momento que la conocí…
Y fue ahí, recién ahí, que Maya se dio cuenta de la manera con la que Cheryl me abrazaba.
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