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Compendio III
- No es un hotel muy refinado. – le advertí a ella nervioso, sabiendo de sus gustos.– Probablemente, ni siquiera te guste.
Izzie me sonrió con dulzura y me volvió a besar.
· ¡Está bien! ¡Quiero estar contigo! – me reafirmó con ternura.
Afortunadamente, a diferencia de Emma, Izzie no fue tan perceptiva al llegar a la recepción del hotel.
Por otra parte, el administrador había aprendido de su experiencia anterior y si bien, sus ojos se deslizaban sobre la seductora figura de mi compañera, quien le respondía con una deliciosa sonrisa, no levantó sospechas en ella.
La habitación que me cedieron no fue ni la que usé con Sarah durante la pandemia, ni la que ocupé con Emma la última vez, aunque sí estaba en el mismo piso, por lo que mientras abría la puerta de esta nueva habitación, me preguntaba si acaso terminaría probando el piso entero con mujeres diferentes.
Sin embargo, Izzie vibraba en ansiedad.
Lo más maravilloso de todo era que su sonrisa no había cambiado en todo ese tiempo y me miraba con un poco de impaciencia, sabiendo que el tiempo que nos quedaba se nos hacía cada vez más escaso.
Incluso, una vez que abrí, me envolvió por detrás de los hombros, colgándose de mí mientras nos besábamos, arremetiendo hacia la nueva habitación sin rumbo conocido.
· ¡He estado fantaseando con esto por un mes entero! -comentó, luego de dejarme tirado en el sofá, luego de apartar sus frescos labios de mi boca. - ¡Chico malo! ¿Por qué me haces eso?
Acto seguido, se soltó su falda de lápiz. Una sexy tanga negra, ínfima, que cubría con un delgadísimo pliegue su intimidad, salió a recibirme.
Impetuosa e indomable, se sentó encima de mí, apoyando sus piernas sobre mis muslos, volviendo a besarme.
· ¡Chico malo! ¡Siente cómo me tienes! – me ordenó, tomando mi mano y deslizándola debajo de la minúscula prenda. Ella soltó un gemido beneplácito al sentir mis dedos empaparse con su humedad. - ¡Todo esto es tu culpa!
Prosiguió besándome, mientras me cabalgaba en seco. Sus manos me afirmaban del cuello de la camisa, liberando deliciosos suspiros a medida que mis dedos ganaban terreno en su estrecho y húmedo interior.
Pero fue en uno de esos momentos de regocijo en donde la situación cambió. Se irguió maravillosa, al sentir el primer orgasmo entre sus piernas. Pero al volver levemente en sí, con mi mano degustando su succión incesante, que sus manos se posaron sobre aquello que me estaba matando.
Siempre sonriente y consciente que me causaba dolor, Izzie fue desabrochando el cinturón de mi pantalón.
· ¡Chico malo! ¡Prestando mi juguete favorito a Emma! ¡Malo! ¡Malo! ¡Malo! – exclamó, liberándome del pantalón, pero apretándola con ambas manos dentro del bóxer.
Su agarre me tenía fatal, al punto que mi mano se deslizó fuera de su jugosa cuevita, porque me empezó a masajear suavemente por encima de la tela.
· ¡Chico malo, dejando que se meta mi juguete favorito en su boca! ¡Qué malo eres!¡Malo! ¡Malo! ¡Malo! ¡Alguien se merece un castigo! – comentaba con un tono mimoso e infantil, que me tenía entre las cuerdas, dado que su frenético movimiento me estaba empezando a quemar con la tela.
Aunque afortunadamente, su propia curiosidad la hizo liberarme de mi última presión de tela y al parecer, la imagen tanto la impresionó como que la deleitó.
· ¡Es incluso más grande que la de Victor! – Comentó tanto sorprendida como encantada, para luego mirarme con una sonrisa lujuriosa. - ¡Chico malo!¡Haciendo que las chicas se masturben pensando en esto! ¡Malo! ¡Malo! ¡Malo!
Pero podía darme cuenta de que era su primera vez masturbando a un hombre. Aunque su agarre era perfecto, seguía muy atenta la reacción de mi rostro mientras subía y bajaba sus pequeñas y delicadas manos, las cuales me apretaban de una forma increíble.
Aun así, era claro que le gustaba tenerme sometido a su merced. Masturbándome con sus pequeñas manos y con un agarre y ritmo que demostraba verdadera perfidia, me fue recriminando:
· ¡Chico malo! ¡Molestando a las chicas buenas con palabras sucias! ¡Malo!¡Convenciéndolas que hagan cosas malas con sus traseros! ¿No te arrepientes?¡Haciendo que se mojen, cuando les sonríes! ¿No te da vergüenza? ¡Haciendo que se masturben, pensando en ti, todas las noches! ¡Malo! ¡Haciéndoles pensar cómo se sentirá esta cosa obscena por detrás! ¿No te sientes mal?
La presión en mi pene había tenido suficiente y ante unos chillidos de sorpresa, acabé delante de ella estrepitosamente, como si fuese un géiser. De milagro, no le pegué en la cara, pero no así sus hermosos pechos, el sofá y parte de su falda, mientras me descargaba como manguera desbocada.
Sin embargo, su curiosidad por sentir un pene eyaculando y sacudiéndose pudo más que ella y sin darse cuenta, lo tomó una vez más en sus manos.
· ¡Chico malo! ¡Soltando tanto jugo oloroso! ¿No te da vergüenza?
Y al notar que sus manos quedaban pegajosas con mis jugos, no dudó en meterse el índice y el del corazón para probar mis jugos.
Chupó los dedos con la sensualidad como que hubiesen estado manchados con mermelada, mientras que su otra mano sintió cómo me hinchaba al instante.
· ¡Chico malo! ¡Apuesto que imaginas que yo sea una chica sucia que pruebe eso enorme en mi linda boca! ¡Malo! ¡Malo! ¡Malo! ¡Es demasiado grande para mis pequeños labios!
Me tenía loco por penetrarla. Si seguía así, jugaría conmigo hasta hacerme desfallecer, por lo que tenía que retomar el control.
Sorpresivamente, la besé y la tomé de sus suaves y tersas nalgas, cargándola en mis manos.
Sin saber cómo la había levantado con tanta facilidad, miraba desesperada pendiente por saber qué era lo que me proponía.
La llevé hasta la cama y la dejé caer.
· ¿Qué me vas a hacer, chico malo? ¿Qué quieres hacer? – preguntó, al notarla hinchada entre mis piernas.
Y a pesar de que ella me esperaba con sus piernas abiertas y con su templo de placer húmedo, depilado y expectante, sin darle tiempo para reaccionar, me puse de rodillas y comencé a lamerlo.
· ¡Aghh!¡No! ¡Chico malo! ¡Sal de ahí! ¡Agghh!
No me importaban sus pataleos o los jalones en mi pelo. Tenía que probar el sabor de sus jugos más secretos.
Al igual que ella, me parecían ácidos, alcalinos.
· ¡Aughhh!¡Dios! ¡No hagas eso! ¡Ahhh! – se quejaba, resistiéndose.
Pero poco a poco, las manos que forcejeaban por resistirme acariciaban mis cabellos, guiándome a su más plena dicha.
· ¡Ahhh!¡Sigue así! ¡Chico malo! ¡Chico malo! ¡Me vuelves loca! ¡Ahhh! ¡No pares! ¡No pares! ¡Por favor! ¡Augghh!
Y fue entonces que miré hacia su rostro. Sus enormes pechos se notaban agitados, aun presos bajo esa cautivadora blusa.
· ¡Aghhh!¡No! ¡Espera! ¡Detente! ¡Nghhh! - se quejaba, mientras jugueteaba con el sostén.
Como era de esperarse, era negro, a tono con la tanga que llevaba puesta.
En un confuso esfuerzo por contenerme, sus piernas me envolvieron por los hombros, mientras que sus manos me forzaban con mayor fuerza sobre su sexo.
· ¡Agghhh!¡Detente! ¡Detente! ¡Ahhhh! - Desvariaba en placer, mientras yo luchaba por descubrir sus pechos.
Eran enormes, con tetillas marcadas como biberones, en cuya punta del pezón había una discreta bolita de carne.
Simplemente, no aguanté mis impulsos por probarla y repté por encima de su cintura.
Izzy se quejaba satisfecha, sintiendo cómo mis dientes masticaban esos pechos solitarios sin descanso, ocasionándole un enorme placer al sentir mi tibia lengua embadurnar sus pechos con mi espesa saliva.
Sus piernas envolvían mi cintura, adosando nuestros sexos desprotegidos uno al lado del otro.
Nos besábamos con gran gozo. Si ella me lo hubiese pedido, la habría penetrado ahí mismo, sin siquiera usar condón.
Pero en un gesto que sobrepasa mi entendimiento, tomó mi pene con su mano e impidió que se la metiera.
· ¡No!– me pidió, al soltarme de mis labios. - ¡Chico malo, quiero tu sucio pene por atrás!
(Bad boy! I want your filthy dick behind!)
Si les soy honesto, con solo escucharle decir eso, casi me hace eyacular.
Y fue ella misma la que empezó a girarse, para presentarme su colita.
· ¡Me prometiste que yo sería la primera que probaría tu enorme cosa en mi precioso culito y ya me tienes harta que quieras jugar todo el tiempo con Emma! –protestaba ella a medida que giraba.
(You promised me I’d be the first one to try your huge thing in my tiny little ass and I am fed up that you’re constantly playing with Emma!)
No pude evitar quedar paralizado con sus palabras. Porque si bien, ella misma me había dicho que tenía deseos que tuviésemos sexo de manera normal, su inflexible arrogancia por encima de las otras le obligaba a ofrecerme lo que por tantos meses se rehusó.
· ¡Vamos, chico malo! ¡Quiero que lo metas, por favor! – me suplicó. - ¡Hazme sentir bien!
(Come on, bad boy! Please, put it in! Make me feel good!)
Sorprendido por su iniciativa, empecé a masturbarla como desaforado por el ano. Mientras que ella jadeaba de gusto, mis dedos inesperadamente podían entrar y salir con relativa facilidad de ella.
· ¡Oh, Dios mío! ¡Aghh! ¡Tus dedos se sienten mejor que los míos! – comentó muy excitada.
- ¿Te has estado masturbando por el ano? – pregunté, al notar que metiendo 2 dedos entraban y salían con mucha facilidad.
Y al sentirlo, volvió a jadear con gran intensidad.
· ¡Sí!¡Agghhhh! ¡Pero no es suficiente! ¡Dios! ¡Quiero sentir tu cosa! ¡Tu enorme cosa en mi sucio culo!
(I want to feel your huge thing in my filthy ass!)
Y mientras la masturbaba con 3 dedos, impresionado por su soez vocabulario, no paraba de pensar que, en menos de 4 meses, se había cumplido casi todo lo que le dije la primera vez que hablé con ella: que me terminaría buscando por sexo, que me pediría que le rompiera el culo, que la haría estar constantemente masturbándose pensando en mí, que envidiaría a Marisol por darme mamadas por las mañanas (en especial, considerando que unos cuantos minutos antes, degustó mi semen sin mostrar asco y había admitido que era demasiado grande para sus pequeños labios)…
Pero incluso su relación con Lily había mejorado. Además de que cada mañana, llegaban a la escuela conversando animadamente, cuando la pequeña se encontraba con Karen y con Sophie, entablaban interesantes conversaciones, en vista que Bastián estaba muy entretenido conversando conmigo.
Pero eso no quitaba el hecho que tenía a esta extremadamente sexy mujer en 4 patas, ofreciéndome su ano para que lo desflorase.
Creo que, en esos momentos, incluso si me hubiesen dado a elegir entre recibir un Lamborghini o romperle la cola a Isabella, ella ganaba con una amplia ventaja.
· ¡Vamos,Marco! ¡Mételo! ¡Quiero sentirte en mi sucio culo! - comentó en su tono de putita mimosa.
(I want to feel you in my dirty ass!)
Los 2 sentimos un estremecimiento cuando posé mi glande en la entrada de su ano. De la misma manera que lo hago con Marisol, empecé a arrastrarlo por su surco trasero, para ponerla de ganas.
Al igual que a mi esposa, la empezó a exasperar.
· ¡Vamos, Marco! ¡Para de jugar! – protestó, jadeando excitada.
Sonreí…
- Lo hago para que lo desees. – respondí.
· ¡Ya lo hago! ¡Mételo! – demandó con su tono más arrogante.
Y aunque parecía que iba a hacerlo, lo deslicé a propósito afuera. Soltó un suspiro como si se derritiera.
- ¡No!¡Pídemelo! – exclamé autoritario.
· ¿Qué?– preguntó ella, muy confundida.
- Sabes que esto es diferente. Que no lo has hecho con nadie más. – empecé a cambiar mi voz, sonando más mezquina. - Tú misma no querías que lo hiciéramos. Era demasiado sucio para ti… y ahora, mírate: estás en 4 patas, restregando tu culo sobre mi pene hinchado, deseando que yo, un “chico malo”, lo meta. ¿No tienes vergüenza?
Y empecé a forzar someramente mi pene sobre su apretado esfínter. Izzie empezó a soltar el aire, sintiendo cómo la iba forzando.
Pero de la misma manera que la empecé a forzar, me retiré, sintiendo cómo su cuerpo colapsaba sobre la lujuria.
- ¡Dímelo!¡Pídeme que, por favor, te rompa el culo! ¡Dime cuánto lo quieres sentir adentro! ¡Cuántas cosas sucias has hecho esperando este momento!
En todo momento, la tenía afirmada de sus finas nalgas, sabiendo que estaba bajo mi control.
· ¡Está bien! ¡Lo haré! – rezongó en un tono de voz que parecía que le acababa la paciencia. - ¡Por favor, rómpeme el culo!
(Please, break my ass!)
Me sentía satisfecho. Al fin, la había sometido.
- ¡Buena chica! ¡No te detengas! – la felicité, forzando mi glande en su estrecho agujero.
Ella soltó un suspiro al notar cómo mi ancho glande se forjaba camino en su virgen agujerito.
· ¡Me masturbaba… todos los días… como tú me dijiste! ¡Me metí cosas… en mi culo…queriendo sentirte!... ¡Agghh!... ¡Mmh!... Pero sabía que la tenías grande…¡Aggh!... la cara de Emma lo decía… ¡Mmmf!... y quería sentirla… ¡Agghhh!
- ¿Querías chuparla también? – le pregunté, mientras sentía deliciosamente cómo el esfínter empezaba a ceder y a ensancharse en torno a mí.
· ¡No!...¡Agghh!... ¡Yo no hago esas cosas! – respondió con su arrogancia acostumbrada.
Por sublevarse, la empecé a meter con mayor fuerza y el gemido que soltó fue la fusión perfecta entre el dolor y el placer.
- ¡Puedo enseñarte! ¡Puedo enseñarte a que te la comas entera!
Soltó un gemido agradado y algunas gotas cayeron sobre la cama…
· ¿De verdad? – preguntó suplicante, cuando ya sentía como 3/4 de mi ancho estaban pasando.
- ¡Sí!¡Quiero hacerte una puta de verdad! ¡Que la esposa del consejero del alcalde sea mi puta personal! (más gotas cayeron desde su entrepierna sobre la cama)¡Te cogeré por el culo siempre y te daré mucha verga! ¡Tanta… que no querrás buscar más!
Fue entonces que el esfínter desistió y mi glande deslizó profundo en ella, haciéndole soltar un suspiro delicioso, que le hizo plegarse en la pose de yoga del perro, ofreciendo su culo, pero reposando su rostro en la cama.
Descansando unos momentos, le pregunté cómo se sentía.
· ¡Pensé que sería mejor! ¡Creí que usarías vaselina o algún lubricante! – comentó levemente molesta.
Al parecer, alguien ya había hecho su investigación previa con respecto al tema.
- Pero esto no es todo. Solo he metido mi cabeza en ti. Ahora, descansamos porque quiero acostumbrarte.
· ¿Acostumbrarme?
- Sí, porque nunca has sentido algo de mi ancho en estos momentos. Arderá un poco más, pero al igual que cuando tuviste sexo por primera vez, tu intestino empezará a ceder ante mi tamaño.
· ¿Quieres decir… que aún no termina? – preguntó Izzie temerosa.
- ¡Claro que no, Pamela! ¡Estamos recién empezando! – respondí inconscientemente.
Al escucharme, se indignó y su esfínter apretó más.
· ¿Quién demonios es Pamela? ¿Estás pensando en alguien más? – preguntó encabritada.
Y fue entonces que me pegó: la altanería y avasallante actitud de Izzie me recordaba bastante a mi deliciosa “Amazona española”.
Y aunque no lo crea, mi estimado lector, sentí una sensación cálida en mi estómago: aunque estaba seguro de que veía a Isabella como una puta sexy y malhumorada, me di cuenta de que siento “algo”por ella. Lo destaco entre comillas, porque a diferencia de lo que me pasa con Emma, con Cheryl o con Marisol, no es amor. No obstante, tampoco es solo calentura y morbo puro, porque es algo entremedio.
Como fuese, empecé a menearme suavemente, sintiendo mi pene incluso un poco más hinchado que lo normal.
- Pamela fue la primera mujer con la que tuve sexo anal. ¡Discúlpame! – me excusé, sacudiéndome lentamente.
Ella empezó a sentir cómo la estimulaba con mis movimientos.
· ¿Y era linda?
Solté un profundo suspiro…
- ¡La mujer más sexy que he conocido y la mejor chica con la que he tenido sexo en la cama! ¡Lo siento, pero tu cuerpo me lo recuerda bastante a ella!
Guardó un poco de silencio y se mantuvo recta y tensa…
· No…si te recuerdo a ella… está bien…- comentó en un tono confundido entre arrogante y comprensivo. – solo recuerda que ahora, estás conmigo.
- ¡Por supuesto que lo haré!
Y diciendo esto, la sujeté nuevamente firme de la cadera. La verdad, hacerlo de nuevo con alguien tan arrogante y sexy como lo es Pamela, es incomparable.
A diferencia de esa deplorable primera vez, ya sabía cómo moverme, actuar y hacer gozar a una mujer. Mi derecha masturbaba frenéticamente a Izzie mientras la penetraba y sus pechos se meneaban constantemente.
Empezar con ella de esta manera era todo un agrado: porque me significaba enseñarle todas mis “técnicas avanzadas” (Como les llama mi tierno ruiseñor) y bajar a las más elementales, lo que le daba un morbo adicional.
Para ilustrarles con mayor claridad la idea, al igual que me pasó con Hannah, tendré que enseñarle a Izzie a darme mamadas, siendo que tanto Cheryl, Emma y Aisha son bastante buenas en ello, por lo que siento una excitación adicional por forzarla a que trague mis jugos.
Como fuese, el placer de la experiencia la estaba desbordando de a poco.
· ¡Oh, sí! ¡Sí! ¡Sigue así! ¡Agghh! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Mi culo! ¡Me siento bien por el culo! ¡Agghhh! ¡Agghhh! ¡Me quemas el culo! ¡Me quemas mi culo! ¡Oh,Dios! ¡Oh, Dios! ¡Nunca me había sentido así! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Es tan grande!¡Mghh! ¡Nghhh! ¡Tan grande! ¡Me estás abriendo entera! ¡Agghhh! ¡Agghhh! ¡Oh,Dios! ¡Gozo como una puta! ¡Soy una puta! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Por eso, les gusta tanto! ¡Dios! ¡Dámelo! ¡Dámelo! ¡Dame más fuerte por mi culo! ¡Aggghh!¡Agghhhh! ¡Ahhh! ¡Te estás corriendo! ¡Dios! ¡Te estás corriendo! ¡Te siento en mi estómago! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Estás tan caliente! ¡Tienes tanto semen! ¡Dios! ¡Si me coges, me embarazarás…! ¡Ahhhhhh!
Y se vino en un cuantioso orgasmo. Estábamos cansados, resoplando y yo aun seguía hinchado a presión con ella.
· ¡Dios, esto fue lo mejor que me ha pasado en mi vida! - comentó, sin parar de reírse.-… Y sigues duro… ¡Chico malo! ¿No tienes suficiente de mi culito?
(Don’t you have enough of my tiny little ass?)
Y ese tono tan sexy y cautivador, como una Marilyn Monroe puta, arrogante y condescendiente, me ponía de más ganas.
- Honestamente, Izzie, cada vez, te romperé más y más tu culo.
Nos besamos una vez más, lujuriosos. Agarraba sus tibias tetas entre mis manos, estrujándolas, ya con ansias de tener sexo formal con ella.
Pero lamentablemente, eran ya las 12:47 PM. Dentro de poco, tendríamos que empezar a vestirnos para buscar a nuestros hijos.
La llevé de la mano hacia la ducha. Nos mirábamos como un par de enamorados y aunque nos empezamos a besar y nuestros sexos se rozaban constantemente, tanto ella como yo queríamos explorar aquello que era nuevo.
Su enorme culo mojado bajo el chorro de la ducha se apreciaba más sexy todavía, mientras que mis manos restregaban el jabón entre sus piernas, para después enjuagar su vagina con mis incesantes dedos, mientras que su rostro y sus pechos aguantaban las embestidas que enérgicamente le daba por su posterior.
En vista que el tiempo apremiaba y necesitábamos vestirnos, empecé a sacudirme con mayor violencia, algo que también le gustó con demasía.
· ¡Aaghh!¡Aaghh! ¡Dame duro, chico malo! ¡Dame duro! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Sí! ¡Disciplina mi culito! ¡Ahh! ¡Ábrelo con tu enorme vara! ¡Mmh! ¡Quémame por dentro! ¡Agghhh!¡Agghhh! ¡Llena mi culito de putita con tus sucios jugos! ¡Ah, sí! ¡Ah, sí! ¡Lo merezco! ¡Soy sucia! ¡Asquerosa! ¡Agghh! ¡Soy una chica mala! ¡Nghhh! ¡Una chica mala! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Castígame con tu caliente vara! ¡Ah, sí! ¡Ah, sí!¡Quémame con tu leche caliente! ¡Agghh! ¡Agghhh! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Más adentro!¡Adentro! ¡Sí! ¡Ahí! ¡Ahí! ¡Oh, Dios! ¡Chico malo! ¡Es mucha leche! ¡Ahhh! ¡Si inyectas eso en mi vagina, me vas a embarazar! ¡Agghhh!
Aunque era la segunda referencia que me hacía para que la embarazara, en realidad, lo que más me prendía era que me pidiese que le “llenase su culito de putita con mis sucios jugos”.
(Fill my tiny, slutty ass with your filthy juices!)
Pero apenas salimos de la ducha y pudimos despegarnos, lo primero que hizo fue ir al excusado y expulsar la mezcolanza que se encontraba en sus intestinos. Levemente avergonzada de estar desnuda y haciendo algo tan poco atractivo, me miró con enormes ojos suplicantes ante tamaña ofensa.
Sin embargo, aproveché de entrar a la ducha y limpiar mi falo de todo tipo de sustancia sospechosa.
Mas al salir de la ducha y verla sentada, pendiente de cómo mi pene apenas se había deshinchado, envuelta solo en una toalla, nos miramos a los ojos de la misma manera: Izzie quería chupármela y yo quería meterla entre sus ardientes labios, pero el tiempo no nos ayudaba.
Dieron las 2:15PM cuando devolví la habitación. Mientras salíamos del hotel hacia el estacionamiento y a pesar de su raro caminar, nos fuimos tomados de la mano, entrelazando nuestros dedos y con ella, apoyando su rostro sobre mi brazo.
Al llegar a la escuela, las chicas nos esperaban con una amplia sonrisa…
ü ¡Vaya, Izzie! ¿Qué pasó contigo?¿Por qué cojeas de esa manera? - preguntó Aisha, mirándonos con malicia.
Fuera de su pachorra habitual, bajó la mirada hacia el suelo.
· ¡Me he caído mientras caminaba con Marco!
Pero tanto Aisha como Emma ya sabían la verdad. Incluso Emma me miraba mordiéndose sensualmente el labio.
Aisha, por otra parte, tomó su mentón para que la mirase con ternura.
ü ¡Debes ser cuidadosa! – y mientras me sonreía, agregó. - ¡Yo también me he tropezado así muchas veces con mi esposo!
Claramente, me confirmaba que no era virgen por detrás y que quería demostrármelo…
Pero lo que hizo la experiencia tremendamente singular fue la actitud de Emma.
o ¡Bienvenida al club, amiga! – le comentó, abrazándola fraternalmente por sobre los hombros, pero dedicándome una mirada soberbia. – A partir de ahora, las 3 nos divertiremos mucho junto con Marco.
Isabella retrocedió estupefacta, mirando a Aisha, que solo le confirmó con una sonrisa y el meneo de su falda.
Y aunque esperaba que me mirase con odio o repulsión, noté que me miraba… intrigada, por decir lo menos. Porque el lujurioso resplandor en sus ojos era indistinguible del resto de sus compañeras de su inusual “club” …
Y sería un mentiroso si les dijera que no estaba interesado en probar a cada una sus membresías.
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Pero por la noche, tras celebrar mi aumento de sueldo y replicar los eventos vividos con Izzie en compañía de mi esposa y en la privacidad de nuestro dormitorio, Marisol me propuso con su coquetería habitual…
· ¡Oye!...- comentó, vistiendo su cautivador camisón blanco, que exalta sus maravillosos pechos, mientras me punteaba con su dedo sobre mi tetilla derecha, sin atreverse a mirarme a los ojos. - ¿Qué opinas si… ahora que te subieron el sueldo… y que ya nos compramos la casa… ahora, ahorramos, para comprarnos una casa de veraneo en Perth?
Sus palabras me dejaron estupefacto. Y con esa sonrisa tan maravillosa y que he aprendido a conocer bastante bien, me di cuenta de que, con mi mujer, todavía tenemos una deuda pendiente por saldar en la cama, junto con mi exquisita Hannah…
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2 comentarios - PDB 25 ¡Ven conmigo! (Final)
Habia algunas que ya conocía, las de Pamela x ejemplo...
Tengo que decirte que tu manera de escribir mejoró mucho en estos años
Fiel seguidor, saludos a ambos.