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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos
Gracias por los puntos y comentarios
AMOR CLANDESTINO
Viajo de regreso a mi ciudad natal, dejo atrás la gran ciudad, y es mi deseo también dejar atrás historias de corazón, el ómnibus avanza raudamente por la carretera, mi cabeza pegada a la ventanilla, mis ojos miran sin ver, solo el paisaje agreste que apenas es cortado de vez en cuando por algún que otro automóvil que circula en sentido contrario.
Y no me duele ni me ataca la conciencia mi infidelidad, lo que me angustia es no haberme sentido lo suficientemente mujer, o que no se me tuviera en cuenta como tal, sea cual fuere el motivo lo cierto es que hoy soy una joven de veintidós años viajando con el corazón roto y los sueños de triunfo hechos añicos…
Cuando le dije a Romeo que lo nuestro había terminado, el, sorprendido me respondió que no lo esperaba y que solo era una muestra de lo puta de mujer que era, para mí, sin embargo fue una prueba de que no podía ver más allá de sus ojos, y que nunca advirtió los signos que mi ser le daba… vamos a lo sucedido
Luego de mis quince años y con el consentimiento de mis padres me había mudado a la capital, a la gran ciudad, a la casa de mi tía, la hermana de mi madre que hacía años que ya se había establecido en el lugar. Estudiaba en la facultad y trabajaba medio día para ayudar con el sustento familiar.
Desde esa edad hasta el momento de escribir, siempre luché con conflictos internos, es que soy pelirroja, uso el cabello cortito, tengo cara redonda y grandes ojos celestes, con pecas que pueblan mi rostro, lo que me hace tener una cara de niña por lo que siempre me dan varios años menos de lo que tengo, me dicen ‘bb’ y odio que me traten como una niña cuando soy una mujer. La forma que tengo de contrarrestar esto es usando mi cuerpo, tengo grandes caderas y cola paradita, de gruesos muslos y escueta cintura, por lo que preferentemente siempre estoy con calzas de licra ajustada para que mis curvas mostraran que no era una ‘bb’, incluso me había sometido a una corrección quirúrgica con implantes mamarios para que mi frente estuviera acorde a mi retaguardia.
Cuando esa noche me presentaron a Romeo pensé que había encontrado al hombre de mi vida, el tenía dieciocho, yo veinte, pero le dejé creer que era menor a él.
Todo pareció ir bien al principio de nuestra relación, pero descubriría en él un chico inmaduro y caprichoso, yo me sentía enamorada y aposté todo a sacar la relación adelante.
Romeo practica fútbol, juega en las divisiones inferiores de un prestigioso club y sueña con ser estrella algún día, es del interior como yo, así que vive en una pensión del club.
Cuando podía, frecuentaba sus prácticas, como se imaginarán al poco tiempo conocí a todos sus compañeros y entré al círculo de su vida, siempre dándole espacio, respetando su libertad, sin atosigarlo.
Bien, Facundo era su amigo y compartían la habitación, Facu es un tipo musculoso, de cabello crespo, ojos miel y quijada cuadrada, muy simpático y entrador.
Mis ojos siempre estaban en mi amado Romeo, pero lo cierto es que por más que se lo reprochaba, el jamás me daba la suficiente atención, la pelota parecía ser todo lo que le importaba y lo cierto es que el lugar que iba dejando vacío, lentamente lo iba ocupando su amigo, miradas que se cruzaban casi por casualidad, sonrisas cómplices, charlas pícaras casi sin tiempo, mas de una vez lo sorprendía con sus ojos clavados en mis curvas y lo cierto es que el empezaba a ser el centro de atención para mi vida, casi sin darme cuenta el deseo de pecar me había abordado, tal vez por despecho hacia Romeo, tal vez porque solo me atraía como hombre, lo cierto es que fuese por lo que fuese estaba cayendo en una encrucijada difícil de salir.
La barrera que no debimos pasar la pasamos una noche de primavera, Romeo y yo habíamos ido a bailar, se había escapado de la concentración, cosa que tenía totalmente prohibida, pero era una buena oportunidad para reacomodar nuestras fichas, al ritmo de la música el bebió y bebió sin parar, copa tras copa hasta estar bastante ebrio, como pudimos volvimos a la pensión, el ya había hablado con su amigo para que nos dejara el cuarto para tener intimidad, así que ya estaba excitada esperando el momento.
Al llegar, el se recostó sobre la cama, mientras yo me desnudé para él, dejando mis enormes senos al descubierto, solo con una cola less hilo dental que había comprado para la ocasión, pero al ir a su lado lo sorprendería profundamente dormido, boca abajo, roncando.
Por más que lo sacudí no reaccionó, solo me recosté a su lado, tapándome con la sábana hasta el cuello.
Media hora después las primeras gotas de la luz del amanecer entraban por la ventana, yo no podía dormir y las lágrimas mezcla de bronca, impotencia y resignación brotaban por mi rostro.
En eso sentí la llave en la cerradura de la puerta, sutilmente, casi sin hacer ruido, adiviné que Facundo estaba llegando, dando por hecho que nosotros habíamos terminado con lo nuestro, casi en un instinto animal tiré las sábanas hacia abajo, hasta mis rodillas, quedando de lado hacia donde el entraría, apuntando mi culo y mi espalda desnuda hacia ese lado.
El efecto fue el esperado, mas cuando giré mi rostro hacia él y vio mis pecas enjuagadas en lágrimas, se desnudó rápidamente y sigilosamente se coló a mis espaldas, su piel se pegó a la mía al punto de correr un escalofrío por mi cuerpo, olía bien, besó mi cuello, su verga estaba dura y yo refregaba mi trasero en ella, me sentía húmeda y los ronquidos de Romeo me impulsaban a no parar.
Sus besos llenaban mi nuca, y me susurraba cosas hermosas al oído, su brazo derecho había pasado bajo mío y lo sentía acariciar mis pechos, cerré los ojos solo para sentirlo, estaba lista para él, solo que el demoraba el momento…
Mi propia mano ya estaba acariciando mi clítoris mientras él seguía jugando en la puerta de mi concha, solo la tela de mi tanga impedía la penetración y esto me estaba poniendo loca.
Al fin su mano libre se deslizó por mi trasero, entre mis nalgas, hasta que dos dedos ingresaron a mi hueco, casi exploto, el jugó solo unos segundos hasta que el fin sentí su hermosa carne penetrándome, fue muy loco, el casi no tenía lugar para moverse por lo que fui yo quien arqueaba sus caderas hacia atrás y hacia adelante, no podía evitar gemir, por lo que el llevo ahora su mano a mi boca, apretándola con firmeza, obligándome respirar con fuerza por la nariz, exhalando e inhalando como una bestia, su otra mano apretaba mi pezón izquierdo y mis orgasmos me sacudían, mas cuando en un profundo empuje hacia atrás lo sentí hincharse y explotar dentro de mi concha, me moví acentuando la penetración mientras descargaba todo sus semen en mi interior y su boca descargaba todo su placer contenido en mi oído…
Amor clandestino
Fue un caballero, me dio un último beso y como vino se fue, para no comprometerme, pero me advirtió que esto era solo el comienzo.
Cerca del medio día los besos de Romeo en la nariz me despertaban, ahora él quería cogerme, pero yo lo aparté enojada de mi lado para ir la baño casi corriendo, la leche de Facundo había mojado toda mi tanga y chorreado por mis entrepiernas, tuve que lavarme para disimular.
Todo terminó en una discusión, pero él jamás sospechó que esa noche había nacido una relación clandestina…
Día a día nuestro secreto se hacía más y más excitante, cuando Romeo me cogía en mi mente lo tenía presente a Facu y se repetía una y otra vez esa noche de placer.
Quince días después tuvieron un partido amistoso, en las tribunas había bastante gente, parientes, amigos, hinchas, faltando veinte minutos Facundo vio la tarjeta roja dejando antes de tiempo la cancha.
Sin que nadie lo notara, me escabullí lentamente hasta colarme al vestuario, me dio vergüenza, pero no lo pude resistir y ahí estaba yo, enfundada en mi top y calza negras, observando en silencio el torso desnudo de Facu, sus músculos, sus pectorales, su ancha espalda, mojándome al ver el agua jabonosa correr por su cuerpo, lo deseaba.
El me descubrió y se alegró de verme, me dijo que estaba loca, que me iban a descubrir, pero mi atención fue a su bulto, al notar que su pija comenzaba a erguirse con solo mirarme, se mi hizo agua la boca, no pude resistirlo, lo tomé de la mano y lo hice sentar sobre una banqueta, mojado como estaba y me arrodillé a sus pies.
Tomé su miembro entre mis manos y comencé a besarlo, no podía resistirlo, su hermosa verga entre mis manos, caliente, dura, la pelé por completo dejando su cabeza expuesta, apoyé mi lengua sobre la parte inferior y la hice deslizar hacia adentro, asegurándome el contacto permanente entre ambas partes, una vez, otra y otra más, el solo repetía ‘bb estás loca…’. Seguía en mi juego, sin piedad, comiéndola toda, acariciando sus testículos…
De reojo noté que su mirada estaba perdida en el nacimiento de mis grandes globos por lo que saqué mi top dejándolos al descubierto, sus manos se posaron en ellos para luego meter su pene húmedo al medio.
El empezó a jugar y yo apreté mis tetas haciéndolo desaparecer al medio de ellas, la sensación era hermosa hasta que al final lo sacó con violencia, y me disparó a distancia, varios chorros de semen terminaron en mis pechos, yo reía satisfecha, pronto mis dulces pezones estaban acaramelados por al blanco líquido.
Los estiré hasta mi boca, el miraba extasiado como mi propia lengua jugaba en mis pezones llenos de su leche caliente.
Facundo notó que el tiempo había pasado y no podía exponerme a un escándalo, tomó su toallón y limpió mis pechos y mi rostro que ya estaba todo sucio, me dio un gran beso de lengua como agradeciéndome y me empujó para que me fuera…
Por lo bajo ya se hablaba de lo nuestro a pesar que ambos éramos muy reservados, solo el estúpido de Romeo parecía vivir en otro planeta ajeno a todo.
Nuestro tercer y último encuentro sucedería tiempo después, en una cena en el club, muchas personas, mucho bullicio, especial para trampas.
Mientras todo era fiesta, las miradas entre Facu y yo decían más de lo que cualquiera podía ver, yo había decidido darle un corte a la situación, no podía ser el objeto de pelea entre dos amigos, se tenía que terminar esta clandestinidad con Facundo, pero también iba a cortar con el inútil de Romeo, ya no disfrutaba cuando me cogía.
Esa noche me pareció el momento indicado, nos apartamos discretamente de la multitud, cada uno por su lado para encontrarnos en la lejanía, en un sector de camping, oscuro, donde nadie había.
Intenté hablar, pero Facu no me dejó, selló sus labios con los míos al tiempo que sus manos inquietas apretaban sutilmente la tela que cubría mis pechos, mis pezones se erizaron de inmediato, y noté que no podía negarme, solo le susurré al oído:
-Pará! Facundo, pará! Estoy saliendo de mis días… tengo un tampón… no podemos hacer nada…
Pero el siguió manoseándome y metiéndome manos por todos lados y la verdad es que yo no podía ni quería resistirme…
Me giró y me hizo acomodar apoyándome sobre una deforme rama de un árbol, me manera que mi cola quedó hacia su lado, levantó mi vestido, bajó mi bombacha y esperé intrigada, los chasquidos de unas nalgadas me excitaron, el pequeño dolor producido por sus palmas en mis cachetes avivaron mis llamas de mujer, lo deseaba pero mi entrada estaba clausurada.
Luego el me sostuvo y mi culito sintió un dedito húmedo acariciándolo, para luego tratar de forzarlo, me contraje por instinto y le reproché:
-Hey! dónde vas?
-Shhhh!!!! relájate…
No me pregunten porque lo dejé seguir, pero al primer dedo le siguió el segundo y ya para cuando quise acordarme el estaba parado a mis espaldas forzando mi esfínter con su duro miembro, al principio dolió, el me daba tiempo para que me fuera aflojando y acostumbrando, era raro, el dolor era placentero. A mis veintiún años me estaban sodomizando y perdía mi virginidad anal, el miedo pasó rápidamente y sentía un raro placer, una rara excitación no lo suficiente para llegar a un orgasmo pero era como si mi concha fuera estimulada desde afuera, mi anillito aún dolía un poco, pero trataba de contraerlo sobre su miembro que no dejaba de forzarlo…
Cuando me dio suficiente vino rápido por el otro lado, con su verga dura, enterrándola en lo profundo de mi boca, lo más adentro que pudo, mi placer era su placer, la sentí hincharse de repente explotando tan profundo que casi no sentí el gusto, solo un líquido viscoso que bajaba por mi garganta camino al estómago, y otro poco, y otro más, la falta de aire me hizo toser obligándome a retirarlo de mi boca…
Me besó dulcemente, me dijo que mi boca tenía sabor a él, eso me encantó. Me ayudó a acomodarme, estaba un tanto desalineada, agitada, con el maquillaje corrido y el culo dolorido, esa noche comprendería que no podría dejarlo.
Días después rompí con Romeo, ya tenía el pasaje y las maletas preparadas, a mi familia nunca les conté el verdadero motivo de mi retorno, y acá estoy, en la carretera, me pregunto que pesará por la cabeza de Facundo cuando se entere por terceros que nuestros secretos ya son cosas del pasado…
Si eres mayor de edad me gustaría saber tu opinión sobre este relato, escribime con título ‘AMOR CLANDESTINO’ a dulces.placeres@live.com
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Viajo de regreso a mi ciudad natal, dejo atrás la gran ciudad, y es mi deseo también dejar atrás historias de corazón, el ómnibus avanza raudamente por la carretera, mi cabeza pegada a la ventanilla, mis ojos miran sin ver, solo el paisaje agreste que apenas es cortado de vez en cuando por algún que otro automóvil que circula en sentido contrario.
Y no me duele ni me ataca la conciencia mi infidelidad, lo que me angustia es no haberme sentido lo suficientemente mujer, o que no se me tuviera en cuenta como tal, sea cual fuere el motivo lo cierto es que hoy soy una joven de veintidós años viajando con el corazón roto y los sueños de triunfo hechos añicos…
Cuando le dije a Romeo que lo nuestro había terminado, el, sorprendido me respondió que no lo esperaba y que solo era una muestra de lo puta de mujer que era, para mí, sin embargo fue una prueba de que no podía ver más allá de sus ojos, y que nunca advirtió los signos que mi ser le daba… vamos a lo sucedido
Luego de mis quince años y con el consentimiento de mis padres me había mudado a la capital, a la gran ciudad, a la casa de mi tía, la hermana de mi madre que hacía años que ya se había establecido en el lugar. Estudiaba en la facultad y trabajaba medio día para ayudar con el sustento familiar.
Desde esa edad hasta el momento de escribir, siempre luché con conflictos internos, es que soy pelirroja, uso el cabello cortito, tengo cara redonda y grandes ojos celestes, con pecas que pueblan mi rostro, lo que me hace tener una cara de niña por lo que siempre me dan varios años menos de lo que tengo, me dicen ‘bb’ y odio que me traten como una niña cuando soy una mujer. La forma que tengo de contrarrestar esto es usando mi cuerpo, tengo grandes caderas y cola paradita, de gruesos muslos y escueta cintura, por lo que preferentemente siempre estoy con calzas de licra ajustada para que mis curvas mostraran que no era una ‘bb’, incluso me había sometido a una corrección quirúrgica con implantes mamarios para que mi frente estuviera acorde a mi retaguardia.
Cuando esa noche me presentaron a Romeo pensé que había encontrado al hombre de mi vida, el tenía dieciocho, yo veinte, pero le dejé creer que era menor a él.
Todo pareció ir bien al principio de nuestra relación, pero descubriría en él un chico inmaduro y caprichoso, yo me sentía enamorada y aposté todo a sacar la relación adelante.
Romeo practica fútbol, juega en las divisiones inferiores de un prestigioso club y sueña con ser estrella algún día, es del interior como yo, así que vive en una pensión del club.
Cuando podía, frecuentaba sus prácticas, como se imaginarán al poco tiempo conocí a todos sus compañeros y entré al círculo de su vida, siempre dándole espacio, respetando su libertad, sin atosigarlo.
Bien, Facundo era su amigo y compartían la habitación, Facu es un tipo musculoso, de cabello crespo, ojos miel y quijada cuadrada, muy simpático y entrador.
Mis ojos siempre estaban en mi amado Romeo, pero lo cierto es que por más que se lo reprochaba, el jamás me daba la suficiente atención, la pelota parecía ser todo lo que le importaba y lo cierto es que el lugar que iba dejando vacío, lentamente lo iba ocupando su amigo, miradas que se cruzaban casi por casualidad, sonrisas cómplices, charlas pícaras casi sin tiempo, mas de una vez lo sorprendía con sus ojos clavados en mis curvas y lo cierto es que el empezaba a ser el centro de atención para mi vida, casi sin darme cuenta el deseo de pecar me había abordado, tal vez por despecho hacia Romeo, tal vez porque solo me atraía como hombre, lo cierto es que fuese por lo que fuese estaba cayendo en una encrucijada difícil de salir.
La barrera que no debimos pasar la pasamos una noche de primavera, Romeo y yo habíamos ido a bailar, se había escapado de la concentración, cosa que tenía totalmente prohibida, pero era una buena oportunidad para reacomodar nuestras fichas, al ritmo de la música el bebió y bebió sin parar, copa tras copa hasta estar bastante ebrio, como pudimos volvimos a la pensión, el ya había hablado con su amigo para que nos dejara el cuarto para tener intimidad, así que ya estaba excitada esperando el momento.
Al llegar, el se recostó sobre la cama, mientras yo me desnudé para él, dejando mis enormes senos al descubierto, solo con una cola less hilo dental que había comprado para la ocasión, pero al ir a su lado lo sorprendería profundamente dormido, boca abajo, roncando.
Por más que lo sacudí no reaccionó, solo me recosté a su lado, tapándome con la sábana hasta el cuello.
Media hora después las primeras gotas de la luz del amanecer entraban por la ventana, yo no podía dormir y las lágrimas mezcla de bronca, impotencia y resignación brotaban por mi rostro.
En eso sentí la llave en la cerradura de la puerta, sutilmente, casi sin hacer ruido, adiviné que Facundo estaba llegando, dando por hecho que nosotros habíamos terminado con lo nuestro, casi en un instinto animal tiré las sábanas hacia abajo, hasta mis rodillas, quedando de lado hacia donde el entraría, apuntando mi culo y mi espalda desnuda hacia ese lado.
El efecto fue el esperado, mas cuando giré mi rostro hacia él y vio mis pecas enjuagadas en lágrimas, se desnudó rápidamente y sigilosamente se coló a mis espaldas, su piel se pegó a la mía al punto de correr un escalofrío por mi cuerpo, olía bien, besó mi cuello, su verga estaba dura y yo refregaba mi trasero en ella, me sentía húmeda y los ronquidos de Romeo me impulsaban a no parar.
Sus besos llenaban mi nuca, y me susurraba cosas hermosas al oído, su brazo derecho había pasado bajo mío y lo sentía acariciar mis pechos, cerré los ojos solo para sentirlo, estaba lista para él, solo que el demoraba el momento…
Mi propia mano ya estaba acariciando mi clítoris mientras él seguía jugando en la puerta de mi concha, solo la tela de mi tanga impedía la penetración y esto me estaba poniendo loca.
Al fin su mano libre se deslizó por mi trasero, entre mis nalgas, hasta que dos dedos ingresaron a mi hueco, casi exploto, el jugó solo unos segundos hasta que el fin sentí su hermosa carne penetrándome, fue muy loco, el casi no tenía lugar para moverse por lo que fui yo quien arqueaba sus caderas hacia atrás y hacia adelante, no podía evitar gemir, por lo que el llevo ahora su mano a mi boca, apretándola con firmeza, obligándome respirar con fuerza por la nariz, exhalando e inhalando como una bestia, su otra mano apretaba mi pezón izquierdo y mis orgasmos me sacudían, mas cuando en un profundo empuje hacia atrás lo sentí hincharse y explotar dentro de mi concha, me moví acentuando la penetración mientras descargaba todo sus semen en mi interior y su boca descargaba todo su placer contenido en mi oído…
Amor clandestino
Fue un caballero, me dio un último beso y como vino se fue, para no comprometerme, pero me advirtió que esto era solo el comienzo.
Cerca del medio día los besos de Romeo en la nariz me despertaban, ahora él quería cogerme, pero yo lo aparté enojada de mi lado para ir la baño casi corriendo, la leche de Facundo había mojado toda mi tanga y chorreado por mis entrepiernas, tuve que lavarme para disimular.
Todo terminó en una discusión, pero él jamás sospechó que esa noche había nacido una relación clandestina…
Día a día nuestro secreto se hacía más y más excitante, cuando Romeo me cogía en mi mente lo tenía presente a Facu y se repetía una y otra vez esa noche de placer.
Quince días después tuvieron un partido amistoso, en las tribunas había bastante gente, parientes, amigos, hinchas, faltando veinte minutos Facundo vio la tarjeta roja dejando antes de tiempo la cancha.
Sin que nadie lo notara, me escabullí lentamente hasta colarme al vestuario, me dio vergüenza, pero no lo pude resistir y ahí estaba yo, enfundada en mi top y calza negras, observando en silencio el torso desnudo de Facu, sus músculos, sus pectorales, su ancha espalda, mojándome al ver el agua jabonosa correr por su cuerpo, lo deseaba.
El me descubrió y se alegró de verme, me dijo que estaba loca, que me iban a descubrir, pero mi atención fue a su bulto, al notar que su pija comenzaba a erguirse con solo mirarme, se mi hizo agua la boca, no pude resistirlo, lo tomé de la mano y lo hice sentar sobre una banqueta, mojado como estaba y me arrodillé a sus pies.
Tomé su miembro entre mis manos y comencé a besarlo, no podía resistirlo, su hermosa verga entre mis manos, caliente, dura, la pelé por completo dejando su cabeza expuesta, apoyé mi lengua sobre la parte inferior y la hice deslizar hacia adentro, asegurándome el contacto permanente entre ambas partes, una vez, otra y otra más, el solo repetía ‘bb estás loca…’. Seguía en mi juego, sin piedad, comiéndola toda, acariciando sus testículos…
De reojo noté que su mirada estaba perdida en el nacimiento de mis grandes globos por lo que saqué mi top dejándolos al descubierto, sus manos se posaron en ellos para luego meter su pene húmedo al medio.
El empezó a jugar y yo apreté mis tetas haciéndolo desaparecer al medio de ellas, la sensación era hermosa hasta que al final lo sacó con violencia, y me disparó a distancia, varios chorros de semen terminaron en mis pechos, yo reía satisfecha, pronto mis dulces pezones estaban acaramelados por al blanco líquido.
Los estiré hasta mi boca, el miraba extasiado como mi propia lengua jugaba en mis pezones llenos de su leche caliente.
Facundo notó que el tiempo había pasado y no podía exponerme a un escándalo, tomó su toallón y limpió mis pechos y mi rostro que ya estaba todo sucio, me dio un gran beso de lengua como agradeciéndome y me empujó para que me fuera…
Por lo bajo ya se hablaba de lo nuestro a pesar que ambos éramos muy reservados, solo el estúpido de Romeo parecía vivir en otro planeta ajeno a todo.
Nuestro tercer y último encuentro sucedería tiempo después, en una cena en el club, muchas personas, mucho bullicio, especial para trampas.
Mientras todo era fiesta, las miradas entre Facu y yo decían más de lo que cualquiera podía ver, yo había decidido darle un corte a la situación, no podía ser el objeto de pelea entre dos amigos, se tenía que terminar esta clandestinidad con Facundo, pero también iba a cortar con el inútil de Romeo, ya no disfrutaba cuando me cogía.
Esa noche me pareció el momento indicado, nos apartamos discretamente de la multitud, cada uno por su lado para encontrarnos en la lejanía, en un sector de camping, oscuro, donde nadie había.
Intenté hablar, pero Facu no me dejó, selló sus labios con los míos al tiempo que sus manos inquietas apretaban sutilmente la tela que cubría mis pechos, mis pezones se erizaron de inmediato, y noté que no podía negarme, solo le susurré al oído:
-Pará! Facundo, pará! Estoy saliendo de mis días… tengo un tampón… no podemos hacer nada…
Pero el siguió manoseándome y metiéndome manos por todos lados y la verdad es que yo no podía ni quería resistirme…
Me giró y me hizo acomodar apoyándome sobre una deforme rama de un árbol, me manera que mi cola quedó hacia su lado, levantó mi vestido, bajó mi bombacha y esperé intrigada, los chasquidos de unas nalgadas me excitaron, el pequeño dolor producido por sus palmas en mis cachetes avivaron mis llamas de mujer, lo deseaba pero mi entrada estaba clausurada.
Luego el me sostuvo y mi culito sintió un dedito húmedo acariciándolo, para luego tratar de forzarlo, me contraje por instinto y le reproché:
-Hey! dónde vas?
-Shhhh!!!! relájate…
No me pregunten porque lo dejé seguir, pero al primer dedo le siguió el segundo y ya para cuando quise acordarme el estaba parado a mis espaldas forzando mi esfínter con su duro miembro, al principio dolió, el me daba tiempo para que me fuera aflojando y acostumbrando, era raro, el dolor era placentero. A mis veintiún años me estaban sodomizando y perdía mi virginidad anal, el miedo pasó rápidamente y sentía un raro placer, una rara excitación no lo suficiente para llegar a un orgasmo pero era como si mi concha fuera estimulada desde afuera, mi anillito aún dolía un poco, pero trataba de contraerlo sobre su miembro que no dejaba de forzarlo…
Cuando me dio suficiente vino rápido por el otro lado, con su verga dura, enterrándola en lo profundo de mi boca, lo más adentro que pudo, mi placer era su placer, la sentí hincharse de repente explotando tan profundo que casi no sentí el gusto, solo un líquido viscoso que bajaba por mi garganta camino al estómago, y otro poco, y otro más, la falta de aire me hizo toser obligándome a retirarlo de mi boca…
Me besó dulcemente, me dijo que mi boca tenía sabor a él, eso me encantó. Me ayudó a acomodarme, estaba un tanto desalineada, agitada, con el maquillaje corrido y el culo dolorido, esa noche comprendería que no podría dejarlo.
Días después rompí con Romeo, ya tenía el pasaje y las maletas preparadas, a mi familia nunca les conté el verdadero motivo de mi retorno, y acá estoy, en la carretera, me pregunto que pesará por la cabeza de Facundo cuando se entere por terceros que nuestros secretos ya son cosas del pasado…
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