Llevarme al baño en una fiesta en casa, después de que me emborrache fue demasiado. Estaba vestida muy bonita, tropezando un poco mientras me arrastraba. Apenas sé lo que estaba pasando cuando me obligaste a arrodillarme.
Obedecía, mirándote con ojos vidriosos, confundida y asustada por lo que habías planeado. Dijiste que todo estaría bien, solo tenía que ser buena y escucharte. Exclamaste ¿Puedes hacer eso verdad?
Asentí con la cabeza y me dijiste que abra la boca. Hice lo que me habías dicho, y antes de que pueda pensar en algo más, me metiste la poronga en la garganta. Me atraganté, ahogándome con tu pija. Pusiste tus manos en la parte posterior de mi cabeza, arrullándome. Dijiste que me relaje, que me gustaría.
Lloré suavemente mientras usaste mi boca, tus manos en mi cabeza obligándola a moverse al ritmo de tus embestidas mientras me cogías la cara. Estuve babeando sobre tu verga, con arcadas cada vez que empujaste demasiado hacia mi garganta. Estoy vagamente consciente de que decís algo, pero estoy demasiada borracha para pensar en ello. Todo lo que sé es que estás usando mi boca, la de tu hija, como la pequeña zorra que soy.
Te miré con ojos llorosos y una sensación confusa en la cabeza y el pecho. Mis manos están en tus piernas, tratando de evitar que tus embestidas sean demasiado rápidas. Estás golpeando el fondo de mi garganta y provocándome náuseas. Pero simplemente te ríes de mí.
Acabaste en mi boca cuando estabas terminando, me dijiste que no trague todavía. Me hiciste sacar la lengua, el semen goteaba sobre mis tetas que estaban exhibidas sin el sostén que llevaba puesto. Te reíste de mí mientras las lágrimas seguían corriendo por mis mejillas, mi maquillaje corrido, el semen y la baba goteaban de mi boca.
Me diste unas palmaditas en la mejilla y dijiste que debía limpiarme antes de salir del baño. O no, no importa, todos en la familia saben que sos una puta de todos modos.
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